• 𝘾𝘼𝙋𝙄𝙏𝙐𝙇𝙊 𝙓𝙇𝙑𝙄
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"El día del juego final"
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Los Hale nunca se consideraron una familia unida. Al menos no después del gran incendio que destruyó su casa y eliminó a toda su familia. Entre ellos, Talía Hale, la Alfa de su propia familia. Y por más que los Hale eran una familia de lobos respetados entre aquellos que sabían su secreto, nunca fue difícil adivinar que les costaba vivir todos unidos. Por eso, Derek luego de perder a su familia, se aisló de la sociedad. Peter por su lado se dedicó a convertir adolescentes indefensos en el bosque en hombres lobo luego de robarle el poder de Alfa a su sobrina.
Aquel reencuentro entre tío y sobrino no se había llevado los mejores de los premios, por lo que luego de que Peter resucitara, un odio interno creció en Derek. Más del que ya sentía. Por esa misma razón, todo su odio estaba siendo desquitado con aquella persona en particular. Peter rodó escaleras abajo luego de que Derek lo lanzara por las mismas. Una vez en el suelo, comenzó a darle patadas y golpes en el rostro.
—No creerás que quiero ser el Alfa de nuevo, ¿O sí? —Peter habló entre gemidos de dolor —No fue mi mejor desempeño considerando que al final morí. Bueno, en general soy... —Derek lo tomó del borde de la camisa y antes de proporcionarle otro golpe, Peter volvió a hablar —¡Adelante, vamos! ¡Golpéame! Se nota que es catártico para ti. Estás liberando todo el enojo, el asco y el odio que sientes cuando fracasas por completo. Talvez me golpees a mí, Derek, pero a ti ya te vencieron. Adelante. Golpéame si es lo que te hace sentir mejor. —Derek permaneció con su puño en el aire y con expresión de odio en todo su rostro —Te dije que quería ayudarte.
Lo soltó y luego de unos segundos habló —No puedes ayudarme.
Peter se reincorporó y luego de unos largos minutos, comenzó a curarse. —¿Ves? Que gran ejemplo. No estoy sanando rápido. Volver de la muerte no es fácil. No soy tan fuerte como antes. Necesito una manada. A un Alfa, como tú. Te necesito tanto como tú a mí.
—¿Dime por qué querría la ayuda de un psicópata?
—En primer lugar, no soy un psicópata. Y, por cierto, tú fuiste el que me abrió el cuello a la mitad. Pero estamos evolucionando, así qué... Nos necesitamos. A veces cuando necesitas ayuda recurres a quien menos te lo esperas. Buscaste una manada. Te preparaste para lo peor, no estabas listo y por eso Gerard está ganando. Se toma su tiempo, juega con los mellizos y persigue a tus lobos. Uno por uno. Está disfrutando su victoria.
—¿Por qué no me dices algo que no sepa? —Habló su sobrino con furia en sus palabras.
—Lo haré. Y te voy a demostrar que puedes confiar en mí. Y eso es lo que debes hacer. Porque te diré como detener a Jackson.
—¿De qué hablas? ¿Sabes cómo matarlo?
—De hecho, sé cómo salvarlo. El mito dice que puedes curar a un hombre lobo al decir su nombre cristiano.
—Solo es un mito.
—A veces los mitos y leyendas esconden un poco de verdad. Nuestro nombre simboliza quienes somos, pero el Kanima no tiene identidad. Por eso no busca una manada.
—Busca un amo —Recordó el Alfa.
—¿Quién más crece sin manada? —Preguntó el hombre mirando a su sobrino —¿Sin identidad?
—Un huérfano.
—Como Jackson. Y ahora su identidad desaparece debajo de la piel de reptil y tú debes traerlo devuelta.
—¿Cómo?
—A través del corazón. ¿Qué no lo entiendes? —Gritó desesperado.
—Por si no lo habías notado, Jackson no tiene mucho corazón, para empezar.
—No es cierto. No lo admitía, pero hay una persona. Una joven con quien Jackson compartió un lazo verdadero. Alguien que puede alcanzarlo y salvarlo.
—Lydia. —Finalizó aquel hombre lobo.
—Tu mejor aliada es la ira, Derek, pero lo que te hace falta es corazón. Por eso sabes que necesitas a los mellizos más que a nadie. Hasta alguien muerto y quemado por dentro como yo, sabe que no debes negar el simple e innegable poder del amor humano.
En ese mismo bosque, y esa misma noche, Argent padre e hija condujeron la moto hasta poder dar con aquellos lobos que estaban decididos a escapar y desaparecer de Beacon Hills. Seguidos obviamente de más cazadores. Detuvieron sus motocicletas a mitad del camino, Argent se subió el vidrio protector de su casco y miró a su hija.
—Ponlo de nuevo. —Le ordenó.
Allison apretó el botón del control remoto y sonidos de aullidos comenzaron a escucharse en la moto de al lado. El cazador volvió a encender su motocicleta y despareció para que aquellos lobos pudieran seguir su oído hasta ellos. Pero por más listos que los Argent fueran, Boyd y Érica también. Permanecieron escondidos detrás de un árbol, pues las palabras de Derek eran ciertas. Aquello era toda una trampa. Ambos entrelazaron sus manos para darse confianza a sí mismos. Y con su respiración agitada y su miedo a flor de piel, volvieron a correr alejándose de los cazadores.
—¡Vamos! ¡Corre, rápido! —Érica le exigió a Boyd.
—¡Voy! ¡Corre! —Contestó él a punto de la desesperación.
Ambos lobos volvieron a correr a través del bosque con los cazadores pisándoles los talones. No sabían que hacer. No encontraban un camino para tomar y que pudieran utilizar para que perdieran de vista a los Argent. Allison bajó de la motocicleta de su padre y cargó su arco con una flecha para después dispararla y hacer que se incrustara en la pierna de Érica.
—Allison, espera... —Le pidió su padre. Ella hizo oídos sordos y corrió en busca de su presa.
—No... Vete —Érica le dijo a Boyd. Su pierna había comenzado a sangrar más de lo pensado. —¡Hazlo! ¡Huye! —Boyd lo pensó unos segundos y tras una mirada de suplica de la chica, él volvió a correr adentrándose más en la oscuridad del bosque.
Érica miró en dirección a donde la cazadora se acercaba poco a poco. Allison ya no era ella misma. La sed de venganza la había consumido por completo al igual que su influencia en su abuelo. No había expresión alguna en su rostro. La mujer lobo la miró dispuesta a enfrentarla, pero aquello no resultó cuando Allison volvió a cargar su arco. Érica quebró la flecha en su pierna y antes de recibir el impacto de la segunda que iba dirigida a su rostro, Boyd la atrapó.
Allison no se inmutó. Alrededor de seis flechas, una detrás de la otra, fueron lanzadas por la cazadora. Incrustándose en su pierna, estómago, brazo, hombro, y en cualquier parte que pudiera ocasionarle daño al hombre lobo. Érica pidió entre sollozos y lágrimas en su rostro que por favor se detuviera. Pero ella volvió a lanzar otra flecha.
—¡Por favor, para! ¡Basta! ¡Allison, por favor, alto! —Érica siguió rogando. Allison colocó otra flecha y antes de lanzarla, un disparo se escuchó y su flecha terminó en el suelo.
Boyd intentó acercarse a ella, entonces Chris dirigió su arma en su dirección y Allison tomó unos cuchillos y apuntó otra vez al hombre lobo. Boyd no aguantó más y cayó arrodillado frente a ellos.
—Me debes un arco nuevo. —Dijo su hija una vez se deshicieron de los lobos.
—Me debes una explicación.
—¿Por qué? Los atrapé. Yo.
—Atrapar casi fue a matar. Y así no hacemos las cosas.
—Talvez tú no lo haces, pero mi método funciona muy bien.
—Allison. —Ella lo ignoró y colocó su teléfono en su oreja.
—Hola, abuelo. Tengo a dos de los fugitivos. Llámanos. —Ella sintió la mirada de su padre detrás de su espalda —¿Qué?
—Es la primera vez que lo llamas abuelo.
[...]
Todos los jugadores ya estaban en el campo. El juego daría comienzo en tan solo unos minutos. Los mellizos estaban con sus uniformes y palos en la mano rogando por un milagro y que Bobby Finstock les permitiera jugar, pues estaban seguros que si uno de ellos no intervenía entre Jackson y Gerard, ese sería el día del juego final. Por dar una demostración muy gráfica de los hechos.
—¿Tu papá vendrá? —Lindsay le preguntó a Stiles que estaba sentado a un lado de ella.
—Sí, ya está aquí —Él dijo mirando a las gradas donde Noah mantenía conversación con Melissa.
—¿Has visto a Allison? —Esta vez habló Scott hacia su amigo.
—No... Saben que pasa, ¿Cierto? —Ninguno de los mellizos contestó —¿Será malo? Habrá personas gritando y corriendo por sus vidas. Sangre, muertes y mutilaciones. Así de malo.
—Así parece. —Scott continuó.
—La otra noche cuando Matt golpeó en la cabeza a mi papá, mientras yo estaba ahí tirado sin poder moverme... Solo... —Lindsay lo miró. El tono de voz del chico había cambiado a uno de tristeza —Yo quiero ayudar, ¿Entienden? Pero no puedo hacer lo mismo que ustedes. No puedo... —Stiles le devolvió la mirada.
—Oye, está bien. No tienes que demostrar ser una criatura sobrenatural para poder ayudarnos. ¿Quién fue el que nos ayudó a controlarnos la primera noche de luna llena? ¿Quién fue al que Peter secuestró y después le tiró una bomba molotov en toda la cara? ¿Quién fue aquella persona que descubrió los secretos más oscuros del Kanima? Así es. Fuiste tú. —Ella le sonrió —Y no porque fueras una criatura de la noche. Fue por lo que tienes aquí y por lo que esto hace —Señaló primero su corazón y luego su cabeza —. Eres el humano más valiente y más inteligente que pudimos haber conseguido. No te rebajes de tan deprimente manera. Porque eres increíble. Y haces cosas increíbles. Como amenazar a hombres lobo.
—Sí, lo sé. Soy increíble —Ambos rieron —. Pero aún así... Después de todo esto, siento que estamos perdiendo.
—¿De que hablan? —Bobby apareció detrás de los tres —El juego aun no comienza. Ponte el casco y sal —Señaló a Stiles —. Vas a suplir a Greenberg.
—¿Qué? ¿Qué le pasó a Greenberg? —El chico comenzó a buscarlo con su mirada.
—¿Qué le pasó a Greenberg? —Repitió el entrenador —Es malo. Tú eres un poco... Menos que él.
—¿Voy a jugar? —Lindsay colocó una sonrisa enorme en su rostro —¿En el campo? ¿Con el equipo?
—Sí, al menos que prefieras jugar tú solo...
—Eso ya lo hice dos veces hoy —Los tres lo miraron con asco.
—¡Sal al campo! —Le gritó Bobby y luego miró a Lindsay —Aun no entiendo que le ves.
—Ni yo, pero aún así hacen linda pareja —Scott comentó a su lado y Lindsay lo codeó riendo.
—Ay no... ¿Por qué está mi hijo en la cancha? —Noah dijo desde las gradas.
—Porque... ¿Está en el equipo? —Melissa le recordó viéndolo con una sonrisa.
Luego de procesar las palabras de la señora McCall, Stilinski comprendió la situación —Sí. Mi hijo está en el equipo, está en la cancha... —Se levantó de su asiento para festejar feliz —¡Mi hijo está en la cancha!
Lindsay desvió su mirada de los dos adultos, pues era obvio que había escuchado el grito de Noah, para mirar a su novio con una sonrisa en el rostro. Estaba nervioso. Era la primera vez desde que él entró al equipo que jugaría. Esta quizá era una oportunidad para demostrar que en verdad le importaba el Lacrosse y Bobby a lo mejor decidía dejarlo como jugador titular y no de suplente en la banca. A los oídos de Lindsay llegó un murmullo. Murmullo el cual ella sola escuchó, o eso intentó Gerard.
—Lindsay... ¿Nos escuchas? —Ella miró en todas direcciones en busca del hombre —Ah, sí estás escuchándome. Escucha bien porque el juego se va a poner interesante. Pongámosle algo de sabor a este partido. Tienes hasta los últimos treinta segundos. Cuando el reloj del tablero recorra los últimos treinta, si no me has entregado a Derek, Jackson matará a alguien más. —Lindsay sin darse cuenta, había comenzado a hiperventilarse. Como si tuviera un pequeño ataque de asma —Dime, Lindsay, ¿Quién morirá esta noche?
—Oye, Lindsay, ¿Estás bien? —Scott le preguntó al ver su estado. Por alguna razón, el no escuchaba a Gerard. Lindsay no le contestó. Estaba muy concentrada en escuchar al hombre.
—¿Será tu madre que tan valientemente vino a apoyarte? ¿Será el aguacil, el padre de tu novio? ¿Qué hay de la bonita pelirroja que logró sobrevivir a la mordida de un Alfa? —Miró devuelta hacia las gradas, donde Lydia había llegado colocándose a un lado de su madre y el alguacil. —¿O talvez uno de estos adolescentes que tienen una vida por delante? —Gerard apretó un poco más su agarre en aquel frasco de pastillas —¿O le hago un favor a todos y asesino al ridículo entrenador? Está en tus manos, Lindsay. Pero al final, me ayudarás a deshacerme de Derek. Porque si no... Porque si no, Jackson le arrancará la cabeza a alguien en mitad del campo y bañará a todas las personas que quieres de sangre.
—Es Gerard, ¿No es así? —Lindsay asintió —Hermana... Estás teniendo un ataque de asma.
—¿Q-qué? N-no... Cl-claro que no... —Dijo ella con dificultad para respirar.
—Lindsay, escúchame. Estás sufriendo un ataque. ¿Dónde está tu inhalador? —Scott hizo que lo mirara.
—N-no es as-asma. Es pa-pánico. —Ella dijo.
—Bien, am... ¿Ahora que hago? Intenta respirar tranquila, ¿Sí? —Ella asintió —Iré con mamá, a lo mejor tiene un inhalador de repuesto o algo, ella siempre tiene uno. —Scott corrió rápido hasta su madre quien lo miró extraño —Mamá, inhalador, ¿Tienes uno?
—Siempre tengo uno aquí —Buscó en su bolso —. Nunca se sabe cuando lo necesitarás. ¿Sucede algo? —Intentó sonar tranquila ante aquellos dos a su lado que aún no conocían la vida sobrenatural de sus hijos.
—Sí, solo... Lindsay está nerviosa por el partido y parece que le agarró un ataque de pánico o algo así. Esto la ayudará. Gracias, mamá. —Volvió a correr hasta la banca y le entregó el aparato a su hermana. —Ten, úsalo. Ahora.
Lindsay tomó el inhalador entre sus manos y con toda su fuerza de voluntad logró controlar su respiración gracias al aparato. Una vez aquellos efectos desaparecieron por completo, miró a su hermano.
—Gracias... Creo que el fingir que tenía un ataque de asma, hizo que el pánico desapareciera... Aun así, siento que el pánico no se fue —Miró al frente. El juego ya había comenzado y vio el marcador. Cero a dos. Estaban perdiendo.
—¿Fue Gerard? —Ella asintió —¿Por qué no pude oírlo?
—No lo sé. El poseer al Kanima a lo mejor te da habilidades de que ciertas criaturas puedan escucharte, no lo sé. —Colocó sus manos sobre su cabeza. —Tenemos que hacer algo. Dijo que tengo hasta los últimos treinta segundos para decirle dónde está Derek o si no... Matará a alguien.
—¿Por qué a ti?
—Porque después del partido cuando fuimos a cenar a su casa y yo fui en busca de mamá al hospital, Gerard apareció frente a mí y clavó un cuchillo en mi estómago. Le he estado pasando información desde entonces, porque tenía miedo que les hiciera algo... —Podían verse como las lágrimas estaban a punto de salir. —Intento ser fuerte, Scott. Pero no puedo. No sé qué hacer.
—Estás colocando mucha presión en ti misma, Lin. No lo hagas.
—¿¡Y entonces qué hago!? —Gritó al borde del colapso —Gerard me está amenazando. La presión en mi misma aumenta cada vez más.
—Y la presión por ganar el partido tampoco ayuda... —Scott dijo mirando al frente donde Stiles no podía atrapar ninguna pelota.
—A lo mejor está calentando... —Él logró atrapar una pelota, pero fue rápido tacleado por el equipo contrario —Ay, Dios... Aunque, puede estar nervioso... —Los abucheos hacia el chico no tardaron en escucharse al igual que el silbato del árbitro y Lindsay se levantó.
—Siéntate, McCall —El entrenador la tomó de los hombros y obligó a la chica a volver a sentarse.
—Pero, entrenador, nos están matando. Y muy pronto será literal. —Susurró ella.
—Oh, ya me di cuenta... Sentada. —Palmeó su hombro y se retiró.
Al irse el entrador, Lindsay sintió a una persona sentarse a un lado de ella. Miró en esa dirección y Isaac apareció regalándole una sonrisa.
—¿Qué haces aquí? —Cuestionó ella. Isaac tenía su equipo de Lacrosse ya puesto.
—¿Quieres que te diga que hago aquí? —Él respondió.
—¡Sí! —Dijo ella obvia.
—Vine a ganar —Volvió a contestarle con una sonrisa. Ambos lobos miraron con dirección a Gerard quien devolvió la mirada. Lindsay con una sonrisa ladina mostró sus colmillos al hombre. Y quien no mostró ningún cambio de actitud.
—Entra ahí y patéales el trasero —Dijo ella dándole ánimos.
—¿Tienes un plan?
—Te dije que nunca planeo mis movimientos. Ahora solo pienso en evitar que Jackson mate a alguien.
—Sería más sencillo si estuvieras jugando. Eres la única que puede contra Jackson en el partido.
—También estoy presente, ¿Lo olvidaste? —Scott lo miró.
Isaac lo ignoró y volvió a hablar —Haré que el entrenador no tenga más opción que meterte.
—¿Cómo lo haremos? —Miró la banca —Tiene una banca llena de jugadores antes que yo... Un segundo... —Lindsay lo miró —¿Puedes hacerlo sin mandar a nadie al hospital?
—Puedo intentarlo... —Se colocó su casco —Te veo en el campo, cariño. —Sonrió y corrió para adentrarse en el juego.
Y así, Isaac entró en el juego. Al cabo de unos minutos, los jugadores del equipo de Beacon habían comenzado a caer adoloridos en el suelo. Pues Isaac los tacleaba para que los demás entraran. Bobby señaló a un jugador y este abandonó la banca para entrar, al cabo de unos minutos, él resultó herido y mandó a otro. Y así, la banca poco a poco se fue despejando.
—¡Lahey! —Le gritó el entrenador —. ¡En serio! ¿Cuál es tu maldito problema? —Isaac extendió sus manos para restarle importancia a sus palabras.
El silbato volvió a sonar y antes de que Isaac pudiera hacer su siguiente movimiento, fue Jackson quien lo tacleó a él dejándolo en el suelo con mucho dolor. Jackson se sacó su casco y miró con una sonrisa maliciosa a ambos mellizos. Lindsay abandonó la banca y fue en auxilio del hombre lobo.
—Lo siento, fue mi culpa mandarte a taclear personas. ¿Estás bien? —Se agachó a su nivel.
—Descuida, fue divertido mientras duró. —Él miró su pierna unos cortos segundos para volver a los ojos de la loba —No está rota, pero no puedo moverla. Jackson debió cortarme porque siento como se esparce. —Una camilla llegó para trasladarlo a los vestidores y revisar su herida.
—¿Quieres jugar ajedrez, Lindsay? Entonces, debes sacrificar a tus propios peones —Gerard volvió a hablarle.
—Uno, dos, tres —Subieron a Isaac a la camilla. Bobby llegó hasta donde ambos estaban.
—Diablos... McCall, o entras o perdemos —Le entregó el casco y el palo —. Procura no morir, ¿Oíste?
—Sí, entrenador. —Dijo ella. Su madre apareció a su lado.
—Pasa algo, ¿Cierto? Algo más que un juego de Lacrosse.
—Deberías irte.
—Claro que no. No me iré a ninguna parte, pero todo lo que dije antes, olvídalo. Todo. Si puedes ayudar de alguna manera, si ambos pueden hacerlo, pues háganlo. Deben hacerlo —Ella le habló a su hija con toda sinceridad.
—Creo que en estos momentos dependen solo de mí. Scott no puede entrar por bajas calificaciones o si no quedará fuera del equipo para siempre... Pero yo... No sé si pueda, mamá.
—Escúchame, Lindsay. Puedes hacer esto y mucho más. ¿Oíste? Así que hazlo.
—Lo haré... —Su madre volvió a su asiento. Lindsay se colocó su casco, dispuesta a hacer lo único que sabía hacer. Ganar partidos de Lacrosse.
Al cabo de unos minutos, todos los jugadores del equipo de Beacon se encontraban haciéndoles pases con la pelota. Uno del equipo contrario la tacleó haciendo que cayera con todo su hombro sobre el césped. La pelota terminó en el palo de Lacrosse de Stilinski y al igual que su novia, un jugador lo tacleó. Entre quejidos de dolor ella volvió a escuchar el hablar del anciano.
—No sabes lo que te estás jugando, Lindsay. No sabes lo que puedes ganar en verdad. Y no solo para ti, también para tu hermano. Allison. Siempre ha sido Allison. —Su hermano por primera vez en toda la noche, había logrado escuchar esa conversación. La miró sorprendido y ella le devolvió la mirada en enojo. Después de todo lo sucedido con la chica Argent, era obvio que no pelearía por ella. Había perdido todo rastro de confianza hacia ella y era obvio que no volvería a recuperarla —Si me das a Derek, pueden tener a Allison. —Ella miró el marcador. Cuatro a nueve. Iban perdiendo. Y faltaban tan solo diez minutos para culminar.
—¿Qué harás ahora, Lindsay? —Scott habló para que lo escuchara.
—Si piensas que voy a delatar a todos por Allison, estás muy equivocado, hermano. —Contestó ella parándose del césped. —Allison cruzó todos los límites. Olvida que algo bueno existió en ella. —Volvió a correr. Solo que no lo hizo hacia el campo, pues sus sentidos la guiaron hasta otro lugar.
En los vestidores, Isaac comenzó a arrastrarse por el suelo. Gerard había llegado hasta él seguido por un par de sus cazadores para terminar con uno de sus tantos objetivos.
—Fue un buen esfuerzo, Isaac. En serio. —Un cazador le entregó aquella espada —Esto sería mucho más poético si fuera el medio tiempo.
Comenzó a acercarse arrastrando la espada por el suelo. Isaac se reincorporó logrando sostenerse de uno de los lavados. Y antes de lanzar su golpe, aquel reflejo de la mujer loba se dejó ver. Sus ojos estaban en amarillos y miraba al anciano con toda la furia acumulada en su interior. Isaac le dedicó una sonrisa.
En el partido, Bobby comenzó a buscar desesperado a su jugadora estrella. Al no encontrarla, comenzó a llamarla.
—¡McCall! ¿¡Dónde está McCall!? —Miró a Scott —¡McCall! ¿Dónde está la otra McCall?
—No lo sé, entrenador.
—¡Por todos los Santos!
El juego continuó su curso. Y mientras todos los jugadores buscaban desesperados la pelota, Stiles la vio rodar hasta él. La colocó en su palo de Lacrosse, y con toda su velocidad implementada, comenzó a correr hacia la portería. Y con toda la manada detrás de él, llegó hasta estar cara a cara con el portero.
—¡Stilinski! —Bobby le habló y Stiles lo miró —¡Lanza! ¡Lanza la pelota! ¡Lánzala, idiota!
Y al no dudar en hacerlo, Stiles lanzó la pelota anotando un punto a favor para los jugadores de Beacon Hills. Todos se levantaron de sus asientos emocionados por el gol de aquel chico que apenas podía sostener su palo de Lacrosse.
—¿Anote un gol? —Se preguntó él mismo. —¡Anoté un punto! —Stiles volvió a correr y a tomar la pelota nuevamente en su palo. Apuntó hacia la portería contraria anotando nuevamente un punto. Dejando el marcador nueve a nueve. —¡Sí! ¡Wow!
De vuelta en los vestidores, Lindsay agarró a uno de los cazadores de Argent estrellándolo contra la pared. Miró a Isaac nuevamente sin ocultar sus ojos amarillos ni sus colmillos.
—¿Dónde está? —Preguntó ella queriendo saber la ubicación del anciano.
Lindsay corrió con todas sus fuerzas hasta volver a llegar al partido. Llegó en el momento justo donde vio a su novio anotar el punto ganador. Dejando así el marcador diez a nueve. Gritó con todo su interior y con toda su emoción. Las cosas estaban difíciles esa noche, pero una alegría empezó a crecer dentro de ella. Stiles la miró y le sonrió. Él corrió hasta ella, la tomó de la cintura y giró en el aire para después dejarla en el suelo. Ella tomó su rostro y le plantó un beso en sus labios en forma de felicitaciones seguido de todos los gritos del equipo y público al presenciar dicha escena.
Pero cuya felicidad no duró demasiado. Una vez se separaron, varios jugadores del equipo llegaron hasta ellos y empujaron a Stiles para demostrarle su emoción por la victoria gracias a sus anotaciones. Lindsay recobró su mueca de terror al ver el reloj bajar. Los últimos treinta segundos habían comenzado. Miró al campo. Jackson la miró. Ella miró a Jackson quien había arrojado sus guantes al campo dejando a la exposición sus garras. El árbitro levantó su silbato, pues solo quedaban cinco segundos para finalizar el partido.
El marcador llegó a cero. El árbitro tocó el silbato. Beacon Hills High School había ganado el partido de Lacrosse. Los gritos de victoria de todo el público no tardaron en escucharse. Al igual que los gritos de Bobby por haber ganado el partido sin poder creerlo. Lindsay miró a su alrededor en busca de algo, pero nada.
—No pasó nada... —Dijo ella, y al terminar de decirlo, las luces de todo el campo se apagaron. Dejándolo en completa oscuridad.
Un grito desesperado se escuchó y personas corriendo comenzaron a verse. Todo pareció trascurrir en cámara lenta. Scott llegó a un lado de Lindsay, ella lo miró y ambos no entendían que carajos estaba pasando. Un grupo de gente reunida en medio del campo llamó su atención y el grito de su madre llamándolos los distrajo de los murmullos de las personas.
—¡Lindsay! ¡Scott!
—¡Mamá! —Gritó Lindsay tomándola de los hombros al verla pasar por su lado —¿Estás bien?
—Estoy bien, pero hay alguien herido. Alguien en el campo.
—¿Qué? —Preguntó Scott. De pronto, las luces volvieron a encenderse.
—¡Quítense de mi camino! ¡Para atrás! ¡Para atrás! —Gritó Bobby llegando hasta aquel cuerpo en el campo. Cuya persona era Jackson. —Muévanse ya. —Scott, Lindsay y Melissa llegaron hasta él.
—¿Jackson? ¡Jackson! —Lydia gritó llegando hasta los demás —¿Qué le pasó a Jackson?
—¡Necesitamos un médico! —Bobby volvió a gritar y Melissa se agachó a su nivel para escuchar su respiración.
—No respira. No hay pulso —Informó ella —. No hay nada. —Ella levantó su camiseta del equipo dejando ver la sangre en ella.
—Ay Dios. Tiene sangre... Hay sangre —Lydia comenzó a decir al borde del colapso nervioso. Las lágrimas no paraban de brotar de sus ojos.
—Miren —Scott les habló a su hermana y a Isaac que había logrado recuperarse y llegar al campo.
—Se hirió a sí mismo —Afirmó Isaac. Jackson tenía sus garras a la exposición y llenas de sangre.
Noah apareció luego de unos segundos preocupado por su hijo. Pues pensó lo peor de aquel cuerpo. Al no verlo tirado en el campo, comenzó a buscarlo con la mirada.
—¿Stiles? ¿Dónde está mi hijo? —Lindsay despegó la mirada de Jackson y miró con mucho miedo a Noah. Y al igual que él, comenzó a buscarlo con la mirada. Sin conseguir absolutamente nada. —¿Dónde está mi hijo? ¿Dónde está Stiles? —La desesperación se escuchó en su voz.
Lindsay miró a su alrededor, pero no logró ubicar al chico. Sin dudas, Stiles había desaparecido.
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¡AAAAAHHHHH! ¿Qué es esto, García? Muchas cosas pasaron en tan poco tiempo. ¡Dios! esto cada vez me emociona más. Y tristemente tengo que informales que faltan solo dos capítulos para terminar esta temporada.
Pero serán dos capítulos bastante intensos. Y para aquellos que se vieron la serie, saben de lo que hablo. En fin, solo pasé para decirles eso. Nos volvemos a leer en el próximo capítulo o si no, ya en el último. Los quiero <3
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