• 𝘾𝘼𝙋𝙄𝙏𝙐𝙇𝙊 𝙓𝙇𝙑𝙄𝙄
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"Jackson y su crisálida"
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Uno de los soldados de Argent adentró al chico Stilinski en el sótano de la casa de aquella familia de cazadores. Al parecer ese siempre había sido el plan de Gerard. Capturar a uno de los ayudantes de los fugitivos para conseguir información al respecto. Y sin ser nada delicado, lo arrojó escaleras abajo haciendo que el chico quedara estampando su rostro en el frío y oscuro suelo del sótano. Se levantó como pudo y limpió su uniforme de Lacrosse para que no tuviera tierra. Pero unos gemidos de dolor hicieron que detuviera su limpieza y él comenzó a buscar el interruptor de la luz para poder ver de dónde provenía el sonido.
Al hacerlo, Boyd y Érica aparecieron frente a él con sus ojos rojos y llorosos. Estaban colgados de las manos y con cinta adhesiva en sus bocas para que no gritaran ni pudieran moverse. Solo que no eran simples cuerdas, si no que estaban sostenidos por cables de electricidad, lo que hizo pensar al chico que no estaban ahí manteniendo una conversación tranquila con el dueño de la casa. Si no para ser torturados. Stiles se acercó a ellos y les hizo una señal para que mantuvieran silencio y comenzó a intentar zafar los cables, pero al hacerlo recibió una descarga eléctrica.
—Les quería advertir que es eléctrica —Gerard habló bajando las escaleras del sótano.
—¿Qué les está haciendo? —Stiles enfrentó al anciano.
—Por el momento los mantengo cómodos. No les veo el punto a tortúralos. No me entregaran a Derek. El instinto de proteger al Alfa es muy fuerte.
—Bien. ¿Y qué va a hacerme? —Stiles habló con nerviosismo en su voz —Porque Lindsay puede hallarme. Conoce mi aroma. Ambos lo conocen. Es fuerte, ¿Sabe? Es más, como una peste. Podrían encontrarte hasta enterrado en el fondo de la alcantarilla cubierto de materia fecal y orina...
—Tiene el don de crear imágenes vívidas, señor Stilinski. Si me permites mi turno —Comenzó a caminar cerca de él —Lindsay McCall encuentra a su novio ensangrentado y golpeado hasta la muerte.
—Creo que- Prefiero el cuadro de un paisaje hermoso. —Gerard lo miró sin decir nada —. ¿Sabes qué? ¿Cuántos años tienes? ¿Noventa? Puedo patearte el trasero sin problemas. —Y luego de aquella amenaza, Gerard impactó su mano en la mejilla de aquel chico dejándolo en el suelo. Lo tomó del borde de su camiseta de Lacrosse e hizo oídos sordos a los pedidos del chico. Solo se limitó a plantar más golpes en su rostro.
Luego del partido, la ambulancia subió en su interior aquella bolsa negra donde el cuerpo de Jackson descansaba. Una oficial de enfermería cerró la puerta y Melissa la miró.
—Gracias por su ayuda, ahora nos encargaremos nosotros. —Informó la oficial.
—Oye, tendré que dar una declaración, ¿Por qué no los acompaño? —Insistió la mujer.
—Creo que eso sería un poco...
—Perfecto, gracias —Agradeció la señora McCall para luego volver a subirse a la ambulancia.
Una vez Melissa llegó al hospital, entró a la morgue donde el cuerpo del chico Whittemore descansaba. En la mesa donde él estaba recostado, Melissa pudo ver aquel líquido paralizante deslizarse por una de las patas de la mesa y llegar hasta el suelo. Tomó un pequeño palillo que vio por ahí, y tocó aquella sustancia.
—Vamos a hacer esto... Sí, vamos a hacerlo bien. —Habló ella para darse ánimos y así abrir la bolsa negra con el cuerpo de Jackson dentro.
Dentro de los vestidores, los jugadores estaban duchándose y arreglándose luego de haber ganado el partido de Lacrosse. Isaac, Scott y Lindsay ya estaban listos mientras el alguacil les informó sobre algunas cosas por hacer y sobre la desaparición de su hijo. Que no hacía falta aclarar que Lindsay no era la menos tranquila en toda esa situación. Ella quería dejar todo lo que estaba haciendo para recorrer cada rincón de Beacon Hills en busca de su novio. Pero se limitó a esperar y seguir las órdenes del alguacil.
—Debo ver al examinador médico y averiguar que le pasó a Jackson. Tengo un reporte para Stiles que desapareció... Su auto sigue en el estacionamiento... Diablos, no sé qué significa eso... —Su padre estaba muy preocupado por su hijo. Podía escucharse en su hablar y en sus ojos llorosos —Oigan, si contesta el teléfono o su correo, o si alguno de ustedes lo ve...
—Lo llamaremos —Isaac continuó.
—Puede que se sintiera mal por recibir tanta atención —Scott agregó. Lindsay permaneció en silencio. —Lo encontraremos.
—Sí... —Noah miró a la adolescente a su lado —Lo encontraremos. —Le dijo. Lindsay levantó su mirada para verlo y ambos sonrieron triste. —Nos vemos luego...
Bobby se acercó hacia los mellizos una vez el alguacil se retiró de los vestidores. —McCall... Sabes que no puedo dejarte jugar la próxima temporada si no mejoras tus calificaciones.
—Lo sé, entrenador.
—De acuerdo... Y tú —Miró a la otra McCall —Procura no ausentarte más en las prácticas. Eres la primera chica que literalmente patea traseros en el campo. Y sé que grito mucho, pero no es que los odie... Bueno, odio un poco a Greenberg, pero ya saben. Es Greenberg, es diferente. Lo que quiero decir es que, los necesito en el equipo.
—Vaya, Bobby, ¿El partido ganador te volvió sentimental? —Ella rió levemente. El entrenador chasqueó la lengua y se retiró de aquel lugar.
Lugar que a los pocos minutos quedó en completa soledad a excepción de los tres lobos. Lindsay miró a su alrededor y después de confirmar que ya nadie estaba allí, caminó al casillero de Stiles y arrancó la puerta de él.
—No me quedaré de brazos cruzados al saber que a mi novio lo pueden estar torturando por ahí. —Ella informó a su hermano y amigo. —No puedo esperar a que mágicamente aparezca o hasta que Noah nos dé una buena noticia.
—¿Qué harás? ¿Encontrarlo con tu olfato? —Cuestionó el Beta de Derek.
—Lo haremos. —Le extendió el zapato del chico. Y a Scott le extendió otra playera.
—¿Por qué les toca la playera y a mí el zapato? —Volvió a hablar él.
—No te quejes y olfatea, Fido. —Antes de que alguno pudiera hacer algo, Lindsay miró a su costado notando la presencia de alguien más en el lugar. Le estampó la playera de su novio en el rostro a Isaac y ella caminó hacia Derek Hale.
—Tenemos que hablar. —Dijo él.
—Todos, Lindsay —Peter continuó saliendo de atrás de una pared.
—Maldito, hijo de... —Exclamó ella al ver al cadáver viviente. —¿Qué diablos es esto?
—Eso mismo pensé cuando te vi hablando con Gerard en la estación de policía —Miró a la chica. Ella solo rodó los ojos.
—Él amenazó con matar a mi madre, tenía que acercarme a él. Y a lo mejor, decidió vengarse y amenazar y/o torturar a mi novio. ¿Qué querías que hiciera? —Ella se cruzó de brazos.
—Voy a apoyar a Lindsay en esto. ¿Has visto a su mamá? Es hermosa —Peter añadió.
—Cierra la boca —Contestaron ambos mellizos y aquel Alfa.
—¿Quién es él? —Isaac susurró al oído de Lindsay.
—Es Peter, el tío de Derek. Hace un tiempo intentó matarnos a todos. Le prendimos fuego y Derek le cortó la garganta —Ella explicó.
—Hola. —Saludó Peter.
—Es un gusto —Respondió Isaac.
—¿Por qué estás vivo? —Preguntó Scott.
—La versión corta es que sabe cómo detener a Jackson. Y talvez hasta salvarlo. —Derek contestó sin dar muchas explicaciones.
—Sí, nos ayudaría mucho si no fuera porque Jackson murió —Contestó su Beta.
—¿Qué?
—Sí, Jackson murió. Murió en el campo —Scott informó.
—Bien, ¿Por qué nadie cree que son buenas noticias? —Isaac volvió a hablar al ver las muecas de sorprendidos de aquellos lobos.
—Porque si Jackson murió, no fue así nada más —Peter habló —. Gerard quiso que pasara.
—¿Por qué? —Preguntó su sobrino.
—Eso es lo que tenemos que averiguar. Y algo me dice que la ventana de oportunidad se está cerrando. Hay que correr.
—Okey, no tengo tiempo para ocuparme de Jackson y su momento de crisálida y resurrección. Así que, si me disculpan, tengo que buscar a Stiles —Ella caminó hasta la entrada, pero Scott la detuvo. —¿Qué quieres?
—Te necesitamos. Tienes que venir con nosotros.
—Scott, en estos momentos Stiles es más importante que los sacrificios de Gerard. Si tú no quieres ayudarme, bien, no lo hagas. Pero no me pidas que deje de buscarlo.
—Lamento interrumpir la charla familiar, pero no tenemos tiempo que perder —Peter habló detrás de ellos.
—Tú ayuda al resucitado este —Señaló a Peter —. Yo me ocuparé de Stiles. Y te avisaré cualquier información.
—¿Por dónde empezaras?
—Y por su casa. Tengo una pequeña esperanza de que esté ahí y no debajo de alguna alcantarilla.
—Okey. Ten cuidado, ¿Sí? —Él la abrazó.
—Tú igual. Sigo sin confiar en él —Miró a Peter por sobre el hombro de su hermano. Scott asintió y ambos mellizos continuaron sus caminos.
Chris Argent apareció en el cuarto de su hija, no sin antes golpear la puerta con sus nudillos que ya estaba abierta, pero para dar aviso de su presencia en el lugar. Al verla, se dio cuenta de que ella no estaba sola, si no que la acompañaba Gerard. Al parecer seguía influenciándola con sus palabras.
—Vi las luces centellando —Dijo Chris mirando a su padre y refiriéndose a las luces del sótano.
—Puede que uno de nuestros invitados se esté poniendo cómodo abajo. Duerme cuanto puedas —Miró a su nieta —. Presiento que las próximas veinticuatro horas estaremos ocupados.
Chris interceptó a su padre antes de abandonar la habitación de su hija —¿Vas a decirme lo que pasó en el juego?
—¿No supiste? Ganamos.
—Hablo de Jackson.
—Igual yo. —Contestó el anciano para retirarse de la habitación. Chris retomó su caminata hasta su hija.
—¿Necesitas algo?
—Que te retires y nos dejes arreglar todo esto.
—Bromeas, ¿Cierto?
—Uno de tus amigos murió. Otra básicamente de odia después de lo que hiciste.
—Todo es culpa de Derek. ¿Cómo crees que Jackson se convirtió en eso? Y Lindsay me odia por estar influenciada por Derek. Él le metió las palabras en su cabeza. Ambos son débiles. Todas las muertes son culpa de él. Kate, Jackson, mamá.
—¿Qué hay de Scott? ¿Y si él también muere?
—¿Desde cuándo te importa Scott? ¿Desde cuando te importa alguno de los mellizos? —Ella pareció hablar con odio en sus palabras.
—Me importas tú.
—En serio, papá. Si vas a citar la lista de: Cinco cosas que todo padre debe decirle a su hijo, ¿Por qué no dices: "Estoy orgulloso de ti"? Porque estoy haciendo justo lo que tú querías. —Caminó hasta sentarse en su cama y desatarse las agujetas de sus botas.
—No, Allison. Estás haciendo justo lo que él quiere. Igual que todos.
—Estoy cansada. Quiero dormir. ¿Te parece?
—Bien. —Comenzó a ver las armas de su hija sobre el mueble.
—Ah, y papá, no olvides que me debes un arco —Escuchó el crujir de algo.
—Y una ballesta —El hombre alzó el arma con su cuerda cortada. Luego de unos minutos, donde todos ya habían comenzado a descansar o planificar sus siguientes movimientos, Chris bajó al sótano donde los lobos de Derek aún permanecían prisioneros. —Mi familia ha hecho esto por mucho tiempo... Suficientes cosas como para aprender que una fuente eléctrica de cierto voltaje, evita que se transformen. A otro nivel no sanan —Colocó su mano en aquella palanca para controlar el voltaje, pero sin moverlo —. Un poco más y pierden sus fuerzas. Con esa clase de precisión científica uno se pregunta donde está la verdadera línea entre lo natural y lo sobrenatural. Cuando esas líneas se borran, a veces te sorprendes de ver el bando en el que terminas. —Desactivó aquellos cables de electricidad para después abandonar el sótano.
[...]
Lindsay caminó bajo la luz de la luna a través de las calles de Beacon Hills. Sus manos estaban en el bolsillo de su sudadera y la mirada perdida en sus pasos que se volvían cada vez más rápidos para llegar a la casa de los Stilinski. Intentó seguir su olfato y encontrar algún aroma similar a la de él, pero nada llegó a su nariz. Nada que pudiera servirle para encontrarlo. Y eso la estaba volviendo más nerviosa de lo normal.
Al llegar a la casa, estuvo unos cinco minutos parada frente a la gran construcción en la espera del milagro y que él estuviera ahí dentro descansando o hablando con su padre sobre sus increíbles movimientos en el partido de esa noche. Dio grandes pasos hasta llegar a la puerta y dio pequeños golpes en ella mientras esperaba que el dueño de la casa le abriera. Noah no tardó más de cinco segundos en contestar, pues estaba pendiente a cualquier información sobre su hijo.
—Hola... —Saludó ella apenas con alguna emoción.
—Lindsay, hola... Pasa —El adulto se hizo a un lado dejando el camino libre para que la adolescente pudiera entrar.
—Lamento venir sin avisarle, es que... No puedo quedarme en casa sin saber que hacer. —Dijo ella apoyándose en la baranda de la escalera.
—Sí, no, está bien. No he parado de llamar a mi gente y que comenzaran a buscarlo por cada rincón de Beacon Hills. Incluso llamé al hospital —Lindsay lo miró con preocupación —. Aún así, no hay rastros de él por aquellos lados. Solo queda esperar.
—Vine caminando hasta aquí y tampoco vi nada que pudiera decirme dónde está, o sentir algo similar. Lo siento, señor —Pequeñas lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas —. En verdad quiero encontrarlo, pero no sé cómo hacerlo. Y aquello se vuelve más difícil cada vez.
Noah caminó hasta ella pues aún estaba a un lado de la puerta y la abrazó —Tranquila, Lindsay. Lo encontraremos. Aunque tenga que voltear cada piedra de este pueblo. —La tomó de los hombros y despegó de él para que lo mirara. Limpió una lágrima con su pulgar que había caído justo por su mejilla —Después de todo lo vivido, no creí que ustedes se quisieran de esa manera.
—¿Qué? —Dijo ella separándose lentamente de él y limpiando sus lágrimas con el borde de su sudadera.
—Digo, prácticamente se odiaban de niños. No creí que su amistad durara tanto, y cuando me enteré que estaban saliendo, vaya sorpresa la mía —Ambos rieron levemente —. No te lo tomes a mal. Sé que lo haces feliz. Nunca lo vi tan emocionado o preocupado por alguien. Desde que su madre nos dejó, su sonrisa nunca volvió a ser la misma, hasta que llegaste tú. Sé que te quiere. Y aunque sea un poco lento en demostrarlo, lo hace.
—Lo sé. Nunca vi a una persona tan preocupada por mí desde que salimos. Digo, y por más líos en los que me meta, él siempre me sigue atrás. Como la vez que fuimos por el cadáver en el bosque.
—Nunca hablamos de aquella vez, ¿eh? —Se cruzó de brazos —Era mitad de la noche y tres niños recorriendo el bosque en busca de un cadáver, difícil de creer.
—Sí, bueno, ya nos conoce. —Ella sonrió y el ambiente volvió al triste del principio —¿Cree que pueda subir? Quiero ver si dejó algo, si hay alguna pista...
—Sí, claro, de hecho, te acompaño. Iba a revisar su habitación y justo tocaste la puerta.
Ambos subieron las escaleras hasta llegar a la habitación del chico. Aquello estaba todo igual. Todo en orden. No había señales de que él hubiera vuelto aquí después del partido. Por lo cual, volvía la búsqueda más difícil.
—Aquí... No hay nada... —Lindsay habló sentándose al borde de la cama.
—Vamos, Stiles... ¿Dónde diablos estás? —El alguacil habló para él mismo.
—Aquí. —Dijo una voz desde la puerta de la habitación. Lindsay se paró de la cama al instante en que lo vio y su padre caminó hasta él al ver los golpes en su rostro —Estoy bien, papá. Tranquilo.
—¿Quién fue? —Habló él.
—Solo un par de chicos del otro equipo. Se enojaron por perder y... Yo estaba presumiendo, cuando me distraje...
—¿Quién fue? —Volvió a insistir el adulto.
—Papá, no sé. No les vi la cara.
—Quiero sus descripciones.
—Papá, por favor. No está tan mal.
—Llamaré a su escuela, los llamaré. Iré ahí en persona y voy a golpear con la culata del arma a esos bastados —Stiles tranquilizó a su padre. Lindsay solo vio la escena desde la distancia. No quería interrumpir el momento de padre e hijo, aunque no fuera uno de tranquilidad.
—¡Papá, basta! Dije que estoy bien... —Noah atrajo a su hijo hacia él y lo abrazó. Stiles miró detrás de su padre y vio a Lindsay con una sonrisa débil y los ojos llorosos.
—Creo que... Los dejaré solos —Habló Stilinski una vez deshizo el abrazo con su hijo. Caminó hasta la salida y salió de la habitación cerrando la puerta a su paso.
Lindsay se acercó a él a paso lento. Stiles mantenía su cabeza gacha. Ella la tomó entre sus manos obligando al chico a que la mirase, acarició el rostro herido del moreno intentando no tocar ninguno de sus raspones.
—Fue Gerard, ¿No es así? —Murmuró ella.
—Lindsay, no...
—¿Fue él? —Volvió a insistir la loba. Stiles asintió levemente —Lo sabía. No se conformó con torturarme estos últimos días que ahora se vengó contigo... ¿Te duele?
—No mucho... Solo arde.
—Lo siento, Stiles. Esto es culpa mía. Yo provoqué al anciano. Yo fui la que lo obligó a hacerte esto... —Se sentó en la cama del chico colocando sus manos en su frente.
—Tú no tienes la culpa de que él sea un loco psicópata.
—Oh, claro que sí la tengo. Si le hubiera dado lo que quería, nada de esto hubiera pasado.
—Escúchame, Lindsay —Stiles se sentó a su lado y tomó sus manos entre las de él —. Deja de decir que todo es tu culpa, porque no es así. Tú no tienes la culpa de que los Argent quieran asesinar a Derek. No tienes la culpa de lo que le pasó a Jackson. No tienes la culpa de la locura de Lydia. No tienes la culpa de nada. ¿Oíste?
—Es que-
—Es que nada, Lindsay. Deja de sentir que todo pasó por tu culpa, porque no es así. La psicopatía de los Argent se remonta a siglos antes de lo tuyo, si hay un solo responsable aquí, es él.
—Lo siento, es que, todo ha sido difícil. Y tú desaparición no ayudó a que me mantuviera tranquila la verdad. ¿Dónde estuviste?
—En el sótano de los Argent. Allí estaban Érica y Boyd. Allison los cazó. Disparó flechas a Boyd y hasta que él no estuvo casi moribundo en el suelo, no se detuvo.
—¿Qué tiene esa chica en la cabeza? —Ella se levantó bruscamente de la cama —¿No le alcanzó con ser influenciada por su tía psicótica que ahora tuvo que ser influenciada por un anciano decrepito? Lo siento por Scott, pero ya no puedo tomar a Allison en serio. Por más perdón que pida, eso se terminó. —Ella se detuvo al ver joyería sobre uno de sus muebles —¿Por qué tienes joyería de mujer? —Preguntó enarcando una ceja y viendo al chico como se levantaba bruscamente y nervioso.
—Es que, am... Los compré para ti.
—¿Para mí? —Preguntó ella cruzada de brazos.
—Sí, los compré cuando fuimos a comprar el regalo de cumpleaños de Lydia... Y aquellos que no te diera, los iba a devolver.
—¿La TV también? —Señaló ella a su lado.
—De hecho, esa... —Lindsay sonrió y colocó sus brazos alrededor del cuello de su novio.
—No tienes que gastar dinero en mí. ¿Oíste? Me conformo solo con estar contigo —Ambos unieron sus rostros para fundirse en un tierno y dulce beso. Beso cargado de sentimientos por parte de ambos. Miedo, amor, desesperación. Todo en un combo mezclado. Tuvieron que separarse al escuchar la puerta del chico con algunos golpes. Lindsay caminó hasta ella y la abrió.
—Lydia...
—Lo siento, yo... Scott me dijo que estarías aquí. El señor Stilinski me dejó pasar, le dije que era importante. Tenía que hablar contigo. Hola, Stiles. Por Dios, ¿Qué te pasó? —Dijo ella al verlo.
—Nada, ya sabes... La furia del equipo contrario por perder el partido.
—¿Estás bien? —Preguntó ella.
—Sí, gracias por preguntar —Lydia le regaló una sonrisa.
—¿Qué pasó? —Preguntó Lindsay mirando a su amiga.
—No me... No me dejan verlo —Ella sabía que se refería a Jackson —Y tengo que darle algo que muchas veces me pidió y nunca pude darle. —Alzó la llave en sus manos acompañadas de algunas lágrimas que había retenido ya por bastante tiempo. —No sé qué es lo que pasa, pero sé que esto puede quizá detenerlo.
—¿Qué tanto sabes sobre todo esto? —Lindsay le habló colocándose frente a ella.
—Partes. La otra mitad es como un sueño.
—Un sueño... ¿Sabes qué? La otra mitad es una completa pesadilla —Stiles agregó.
—Eso no importa ahora, si Lydia puede ayudarlo, yo la apoyaré. No importa que tenga que hacer —Lindsay miró al chico.
—Ese es el problema. No te importa salir herida. Pero, ¿Sabes que siento? Me devastaría —Stiles le dijo sin despegar la mirada de sus ojos —. Si tú mueres, literalmente perderé la razón. Mira, la muerte no te pasa a ti, Lindsay, les pasa a todos a tu alrededor. A todas las personas que van a tu funeral. Intentan descubrir como seguir con sus vidas sin ti en ellas. ¡Mira mi cara! ¿Crees que esto lo hicieron para afectarme? —Alzó la voz.
—Creí que habías dicho que nada de esto había sido mi culpa... Ahora veo tus cambios de ideas... Gracias por aclararlo —Dijo ella —. Lo haremos con o sin tu ayuda. Vamos, Lydia.
—Sí, claro... —Aceptó la muchacha que aun no entendía muy bien la delicadeza de la situación.
—No, Lindsay, espera. No quise de- —Ya era tarde. Ambas chicas habían abandonado la habitación.
Derek, Peter, Isaac y Scott entraron nuevamente en la casa destruida del Alfa en busca de un objeto en especial y el cual Derek no había podido hallar. Al teléfono de Scott, llegó un mensaje de su hermana informándole sobre la aparición del chico Stilinski.
—Oh, hallaron a Stiles —Informó él.
—Te dije que busqué en todos lados.
—No buscaste aquí —Señaló su tío un escalón hueco de su escalera.
—¿Qué es? ¿Un libro? —Derek preguntó al verlo sacar una caja.
—No, es una laptop. ¿En qué siglo vives? —Derek volteó los ojos —Unos días después del coma, transferí todo lo que teníamos. Lo bueno que los Argent no son los únicos que tienen registros.
—No pueblo hablar ahora. —Scott contestó una llamada.
—¿Ah sí? Yo estoy tan aterrada que tampoco puedo hablar —Respondió su madre del otro lado de la línea.
—¿Qué pasa?
—Algo importante pasa. No sé qué es, pero creo que tienes que ver esto tú mismo.
Y así tan rápido como colgó la llamada de su madre, Scott y Isaac llegaron a la morgue donde Melissa los esperaba. Al ver a Jackson, un montón de preguntas comenzaron a crearse en las mentes de aquellos lobos. De alguna forma, el Kanima había creado una especie de crisálida como Lindsay una vez lo llamó, de aquel líquido paralizante.
—¿Qué le está pasando? —Preguntó Scott.
—Creí que ibas a decírmelo, ¿Es malo?
—No luce bien. —Isaac añadió sin quitar la vista del chico. Jackson movió su cuerpo involuntariamente obligando a las tres personas a retroceder.
—Mamá, ¿Podrías cerrarlo, por favor? —Pidió su hijo.
—Lo haré, lo haré... —Melissa comenzó a subir la cremallera de aquella bolsa —Lo cerraré, sí... —Al llegar a centímetros de su rostro, aquel cierre se trabó. Jackson dejó a la vista sus colmillos de Kanima.
—Mamá, ciérralo —Volvió a insistir su hijo.
—Okey, okey... Lo haré —Melissa cerró la bolsa antes de que Jackson pudiera hacer otro movimiento.
Mientras tanto, tío y sobrino recibieron la información proporcionada por el lobo adolescente sobre el estado del Kanima y el cual Derek le pasaba a su tío, pues estaba escuchando un buzón de voz que el lobo le había dejado al Alfa. Peter tenía su laptop abierta y buscaba alguna información útil.
—Dice que está en una envoltura trasparente hecha con el veneno de sus garras. Como una crisálida. —Dijo el Alfa recordando las palabras usadas por la chica McCall hace unas horas atrás.
—Suena bastante aterrador, ¿Verdad?
—Y dicen que comienza a moverse.
—Aquí, encontré algo —Peter informó. —Parece que lo que han visto de Jackson es solo la forma beta del Kanima.
—¿Y puede convertirse en algo más grande?
—Más grande y peor... —Dijo él viendo las imágenes proporcionadas por la laptop.
—¿Se convertirá en eso? Eso, eso tiene alas —Señaló su sobrino aquella imagen.
—Ya lo vi... —Derek volvió a llamar al hombre lobo —Scott, tienes que traerlo aquí. Ahora.
—No sé si nos de tiempo de hacer eso... —Dijo el chico del otro lado.
—Mira, alguien hizo una animación. Tal vez nos dé menos miedo si... —Peter informó dando clic en el video. Retrocedieron por el susto y Peter bajó la pantalla del aparato —No, es peor. Vamos a acercarnos.
—Scott, sácalo de ahí. Ahora.
—Derek, necesitamos a Lydia. —Le dijo Peter antes de abandonar la casa.
—No hay tiempo para- —Peter lo interrumpió.
—Ese es el problema. Nos apresuramos. Nos movemos deprisa mientras todos saben que un blanco que se mueve es más difícil de golpear. Vamos directo a las garras de Gerard.
—Si puedo matar a Jackson, no dudaré.
Scott con la ayuda de Isaac tomaron la bolsa donde Jackson estaba y comenzaron a sacarlos muy a escondidas del hospital. Atravesaron el estacionamiento luego de asegurarse que nadie estuviera allí. Al llegar a un vehículo, Scott dejó caer la bolsa haciendo que la parte de la cabeza de Jackson, golpeara contra el suelo. Un auto se estacionó frente a ellos alumbrándolos con sus luces.
—¿Está solo? —Scott le habló a Chris Argent una vez bajó del vehículo.
—Más de lo que crees.
—¿Qué quiere?
El cazador soltó un suspiro —No tenemos mucho en común, Scott. Pero en estos momentos tenemos un amigo en común.
—Por eso intento sacarlo.
—No me refería a Jackson —Dijo el hombre mirando la bolsa en el suelo. —Gerard se ha metido en la mente de Allison al igual que lo hizo Kate. Y la estoy perdiendo. Y sé que tú también.
—Es cierto. ¿Confía en mí para solucionarlo? —Argent no respondió —¿Podemos irnos?
—No. —Ambos lobos lo miraron —Mi auto es más veloz.
Otra vez en la casa de los Stilinski, Stiles no paró de ver su celular con la esperanza de que la chica le mandara un mensaje o llamara. Pero nada. Absolutamente vacío a excepción de los catorce mensajes que no quiso leer de su mejor amigo. Había solo una persona que le importaba en ese momento, y ni siquiera le había respondido sus mensajes o llamadas.
—Ella se fue, ¿eh? —Su padre le habló desde la puerta.
—Sí.
—¿Pudieron hablar las cosas?
—No, ella... Se enfadó conmigo. Y tiene porqué. La traté como un idiota.
—Escucha... —Se sentó a su lado en el escritorio —Sé que la golpiza y lo que le pasó a Jackson te afectó mucho, pero sé feliz por una cosa. El juego. Estuviste asombroso —Ambos sonrieron.
—Gracias, papá.
—No, en verdad. Ya casi terminaba, luego te llegó la pelota, comenzaste a correr, anotaste y la corriente cambió. Y anotaste de nuevo, y de nuevo. No fuiste el mejor jugador, fuiste un héroe.
—No, no soy un héroe, papá...
—Anoche lo fuiste. —Noah volvió a caminar hasta la puerta y volteó a verlo —Tienes algo bueno con ella, hijo. No lo pierdas —Dijo para luego salir.
—Es por eso mismo que no soy un héroe. No puedo protegerla —Murmuró Stiles una vez su padre se retiró. Y con esos pensamientos en su cabeza, los minutos siguieron pasando. Sin saber o de qué manera hacer algo para ayudar. Para ayudarla.
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