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━Capítulo Uno
























❝𝐄𝐋 𝐏𝐑𝐎𝐌𝐄𝐓𝐈𝐎 𝐐𝐔𝐄 𝐄𝐒𝐓𝐀𝐑𝐈𝐀𝐌𝐎𝐒 𝐉𝐔𝐍𝐓𝐎𝐒 𝐘 𝐌𝐄 𝐃𝐄𝐉𝐎❞


























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〘 ✰.༄☼︎ 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟎𝟏 ☼︎༄.✰ 〙
–— fragmentado —–

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1 de Septiembre, 1976
Sexto Año.


UNA PELIRROJA DE BRILLANTES
OJOS AZULADOS SE MOVÍA ENTRE LOS COMPARTIMIENTOS del tren, se dirigía a la parte trasera. Esperaba tener un viaje tranquilo y estar sola, quizás eso le ayudaría a distraerse un poco después de tantas emociones sentidas.

No paso por desapercibido las miradas confusas de los que en algún punto de
su vida llegaron a ser sus amigos al ver como pasaba de largo acompañanda de Regulus la pelirroja que tanto querían.

El slytherin solamente miró con desprecio a su hermano mayor, quien solo pudo bajar la mirada apenado.

Los merodeadores solo vieron como su amiga pasaba de largo, ignorandolos por completo. Su mirada parecía perdida.

Una vez en su compartimiento,
Adelaide tomó asiento cerca de la ventana y se hizo bolita. En aquel ambiente se respiraba melancolia.

La tensión era tan pesada que se sentía incluso en el aire.

—¿Quieres que me quede?

Una aturdida pelirroja se giró a verlo con ojos cristalizados y aunque quiso mostrarse tranquila le fue imposible.

—Quiero estar sola, por favor...

Regulus sabía mejor que nadie la
tortura por la que su hermana había pasado los últimos meses desde que Sirius, la persona en la que más confiaba la había dejado sola en esa mansión.

—Si necesitas algo ya sabes donde encontrarme.

Adelaide no dijo nada solo guardo silencio. Regulus le dió una última mirada a su hermana antes de salir del compartimiento dejándola sola.

De cierto modo agradecía que su hermano menor se hubiera ido a su compartimiento con sus amigos, pues
lo que menos quería era que Regulus
la viera llorar... otra vez...

Últimamente prefería estar encerrada en su habitación, que conforme pasaban los días la sentía más asfixiante que de costumbre mientras lloraba en silencio.

Nunca imaginó que desde la partida
de Sirius las cosas para ella irían peor. Sus padres constantemente la hacían sentir menos, recalcando que era una deshonra para toda la familia y que si seguía negandose a sus ordenes sería desheredada como su hermano mayor.

No siempre fue así. En algún punto de
su vida, Adelaide Black sintió una pizca de cariño por sus padres. Cuando la consentían por ser la única hija Black.

Hasta que justamente el ese 1 de septiembre de 1971 todo ese cariño
que le tenían se fue por la borda.

Decir que estaban enfadados era poco para describir como estaba Walburga y su esposo Orion Black luego de enterarse por medio de su sobrina Bellatrix que sus amados hijos habían quedado en Gryffindor.

Nadie de la familia Black jamás habia roto la tradición de pertenecer a la casa Slytherin, hasta que ellos lo hicieron.

Nunca hubo esperanza para ellos.
Sirius nunca fue el preferido de sus padres, Adelaide por su parte podría
seguir ordenes y recobrar su orgullo casandose con un sangre pura, después de todo las mujeres eran vistas como
signo de belleza y sumisión.

Regulus por supuesto era el hijo preferido de la familia Black, pues él representaba todo lo que estaba bien.

Desde ese momento Adelaide deseo ser suficiente para ellos, porque no había día que le recordarán lo poco que era.

Desde entonces la vida para ninguno fue fácil. Constantes peleas de Sirius con sus padres, Adelaide siguiendo sus ordenes y Regulus siendo el hijo preferido.

Toda su vida se estaba yendo a la mierda y no sabía como remendarlo.

Así que mientras observaba el verdoso paisaje que iban pasando una infinidad de recuerdos se adeñuaban de su mente, definitivamente no esperaba que su penúltimo año en el Colegio de Magia y Hechizeria Hogwarts iniciará tan mal.

Lo que creyó que duraría para
siempre ahora mismo se estaba
yendo a la mierda y no había nada
para reparar semejante error.

Cansada cerró los ojos, esperanzada
a que el día mejoraría pero fue mucho peor de lo que imaginaba.

"Los gritos de Walburga Black hacian eco en la enorme y sombría casa. Estaba demasido furiosa como para razonar, aunque tecnicamente el razonamiento nunca fue lo suyo.

Entonces cuando escuchó pisadas
fuertes subiendo las escaleras supo que  venía directamente a su habitación.

Si en ese momento tuviera nueve años hubiera corrido a esconderse a su armario o bajo la cama como solía hacerlo cuando la regañaban pero tenía diecisiete y ya no podía esconderse.

No paso mucho tiempo antes de que aquella mujer de cabello oscuro y ojos grisaceos entrará a la habitación furiosa, no sin antes haber azotado la puerta.

—¡Tú! —exclamó Walburga desde lejos, apuntandola con su dedo como si fuera lo más repugnante antes vista —. ¡Eres una maldita traidora! ¿¡Cómo pudiste!?

—¿De que hablas, madre?

Adelaide rápidamente dejó a un lado el libro que estaba leyendo y se incorporó de su asiento frunciendo el ceño.

Una vez estuvó un poco más cerca, aquella mujer alzó su mano y le dió una bofetada que ardió como el demonio.

La pelirroja no pudó responder, solo sostenía su mejilla ahora igual de roja que su cabellera. El golpe la había dejado atónita y es que su madre nunca se había atrevido a golpearla, tal vez la llegada a insultar verbalmente pero nunca así.

—Sabes perfectamente de lo que estoy hablando, Adelaide Calypso Black —
soltó aún mas furiosa, tallando su mano —. Encubriste a ese malagradecido de tu hermano para que huyera de casa.

—Madre yo no...

—¡Deja de mentirme! —exclamó Walburga mientras sacaba su varita y
la apuntaba contra su hija —. Ahora vas a hablar y me veré en la necesidad de tomar medidas extramas.

—Te juro madre que yo no tengo nada que ver con esto —musitó Adelaide con los ojos ligeramente cristalizados.

—¿Enserio eres tan ciníca? —se mofó
la mujer soltando una risa sarcastica que empeoro la situación —. Lo ayudaste a escapar de esta casa para irse con ese montón de vagos sangres sucias.

—Entiende que yo no hize nada, te lo
juro...

Pero eso no pudo frenar a la mujer que ahora mismo estaba irradiando furia por cada uno de sus poros, luego de que su hijo mayor escapara de casa no había quien la frenará.

—Si no quieres hablar te hare hablar —- fue lo último que dijo Walburga antes de alzar su varita contra su hija.

Ese día los gritos de dolor de Adelaide resonaron por toda la mansión Black, suplicandole a su madre piedad. Pero la piedad no era algo que distinguiera a Walburga Black.

—¡Cállate! —exclamaba la mujer
viendo como su hija se retorcía en el suelo por el dolor infligido —. Esto te enseñara que conmigo no se juega, malcriada mentirosa.

—¡Mamá detente, duele!

Y aunque pidiera ayuda, aunque la escucharan nadie iría en su ayuda.
Esto era lo que sucedía si alguien iba
en contra de la familia Black.

Desde ese día Adelaide supó que el que alguna vez llegó a ser su hogar con cada día que pasaba no hacia mas que irse  convirtiendo en su perdición.

—Fue por tu bien, Adelaide —musitó la mujer repasandola con esa fría mirada antes de darse la vuelta —. Y cariño, si no quieres terminar igual que Sirius te sugiero que dejes de juntarte con esos jovencitos. Tal vez así logre perdonarte.

Después de eso Walburga salió de la habitación dejando a su hija en el suelo llena de espasmos y posiblemente con varias heridas en todo su cuerpo.

En ese momento la pelirroja aún en el suelo comenzó a cuestionarse que había echo mal para merecer esto.

Ahora estaba pagando por los errores de los demás.

Rápidamente la puerta se abrió abruptamente. La chica se hizo bolita y sollozo esperando de nueva cuenta el dolor recorrer todo su cuerpo pero nunca llegó en su lugar unos brazos calidos la envolvieron.

—Lo lamento, yo debí detenerla...

—Tranquilo, sabes que no hay ser en
el mundo que pueda detenerla —musitó Adelaide con voz entrecortada y soltando algunos quejidos por sus heridas.

Fue entonces que el pelinegro notó las heridas de su hermana, la sangre estaba comenzando a pintar la ropa de ella.

—Dios mio, esto es grave.

Minutos después Adelaide observaba como el agua que caía sobre su débil cuerpo se volvía roja y después se iba por la tina de baño.

—Reggie —musitó débilmente, atenta
a su sangre mezclandose con el agua —.¿Crees que le importamos a mamá?

Después de decir aquello Regulus detuvó la esponja que pasaba suavemente por las heridas de su hermana. Eso era algo que él también se preguntaba seguido.

—Claro que le importamos, somos
sus hijos —respondió el pelinegro casi queriendo convencerse de ello.

—¿Entonces por qué nos lastima de esta forma? —cuestionó nuevamente y el tono con el que lo dijo ablando el corazón de su hermano menor —. Supongo que yo tuve la culpa no debí de...

—Adelaide, nada de esto fue tu culpa —exclamó Regulus haciendo que se girará para verla a los ojos —. El único culpable de esto es Sirius, si él no hubiera huido de casa esto jámas hubiera pasado.

—¿Por qué las personas que amo
siempre tienen que ser tan malas conmigo? —preguntó Addy para si misma sollozando con fuerza.

—Digamos que el mundo es malo
con las buenas personas —musitó el pelinegro, vendando las heridas de
ella con suavidad.

—Reggie, tú nunca me harías daño ni me abandonarías, ¿verdad?

—Yo jámas te dejaría sola —prometió Regulus con sinceridad, mirandola con fijeza —. Eres mi hermana y es mi deber protegerte porque te quiero.

Adelaide solo esperaba que Regulus cumpliera su promesa porque ella
estaba dispuesta a sacrificarse por
sus hermanos si era necesario. Pero, ¿quién se sacrificaría por ella?"















——— ✮✧☾✧✮ ———


























































































































—¿Qué le sucede a Addy?

Sirius se sobresalto al escuchar el nombre de su hermana y dejó de lado sus revistas para encarar a James.

El de lentes lo miraba serio, lo cual era raro y supuso que iba enserio porque James usualmente siempre sonreía pero su gesto era demasido inexpresivo.

—Responde, Canuto.

—Puede que este enojada porque no
le avise que me iría de casa, es todo —contestó Sirius volviendo su vista a las revistas que estaba viendo.

—¡¿Qué tú qué?! —exclamó James saltando bruscamente de la cama, luego lo miró mal —. ¿Por qué no se lo dijiste?

—Creí que ella prefería seguir con
mis padres, nunca se ha quejado ni dicho nada sobre irse —comentó el pelinegro restandole importancia al asunto —. Esta bien, solo es temporal, ya verás que me perdonará y todo volverá a ser como siempre.

—Ella no se veía bien, tenía la mirada perdida incluso...

Sirius no dijo nada más solo guardo silencio y pareció meditar lo que diría pero en ese momento la puerta del dormitorio de los chicos se abrió dejando pasar a Remus y Peter.

—¿Dónde estaban, niños? —preguntó Sirius usando un tono meloso mientras ponía sus manos en sus caderas —. Me tenían muy preocupado.

Una carcajada escandalosa resonó en la habitación por parte de James mientras sus otros dos amigos reían por lo bajo.

—Ya saben cosas de prefectos —
comentó Remus con orgullo haciendo que sus amigos rodaran los ojos divertidos —. No lo entenderían.

—Presumido —soltó por lo bajo Sirius antes de saltar hacia el rubio —. ¡Pete, trajiste bocadillos! ¡Pequeña rata!

El castaño se acercó lentamente a donde estaba James y supó por la mirada de su amigo que estaba preocupado, lo que no era normal en él.

—¿Pasa algo, Cornamenta?

—Es Addy —soltó el miope, dejando
salir un suspiro de frustración —. No está bien, tenía la mirada perdida y ni siquiera nos saludo. Algo me dice que necesita ayuda, nos necesita a todos.

Sí algo había notado Remus era la manera en que la pelirroja se comportó esa tarde. Parecía otra persona, una perturbada por la vida y no esa linda y graciosa chica que solía conocer.

—¿Sirius lo sabe?

—Él cree que es temporal pero estoy seguro que esto va más allá —murmuró James, viendo a sus dos amigos pelear por una bolsa de papitas que tenían escondida —. Tenemos que ayudarla.

—¿De que tanto hablan par de tontos?

—De que dejes de tirar tus pulgas por toda la habitación —se apresuró a decir James sacudiendo la cama con sorna —. A este ritmo todos nos infestaremos de pulgas, Canuto.

—Eres un maldito —exclamó Sirius
con diversión antes de lanzarle una almohada de su cama.

La noche continuó con tranquilidad como siempre. Los merodeadores se quedaron despiertos un rato planeando sus próximas bromas hasta que el sueño los invadió. El primero en caer fue Peter, seguido de Sirius y Remus.

James seguía en su cama pensativo. Luego de lo sucedido acerca de Adelaide no se sentía tan tranquilo, tan solo pensar que podría estar pasando por algo grave le asustaba mucho.

Después de todo era su amiga y no se sentía bien sabiendo que algo no andaba bien con ella. Tan solo pensar en algo así hacia que su estomago se revolviera.

Adelaide nunca actuaba de ese modo, jámas los había dejado de lado. Pero sabía bien que Sirius tenía que hablar seriamente con su hermana menor.

Con tantos nervios le dieron ganas
de comer y justo como lo haría un merodeador salió de su cama y se pusó su capa de invisibilidad.

Justo cuando iba bajando las escaleras de los chicos se encontró una conocida melena rojiza junto a la chimenea. Sin hacer tanto ruido se acercó a ella luego de dejar al descubierto su identidad.

—Adelaide...

La mencionada se giró algo asustada hacia el joven bajando con rápidez su playera y como ya era costumbre tan suya su semblante se transformó en uno totalmente inexpresivo.

Rápidamente se pusó de pie dispuesta
a irse a su dormitorio pero el de gafas la tomó de la mano, pues no se iría sin saber que le pasaba.

—Addy, por favor tenemos que hablar —sentenció con voz seria, sin soltar el agarre suave de su muñeca.

—¿Exactamente de que, James? —preguntó ella confusa para antes de zafarse de su sutil agarre.

—De lo que sea que te este pasando.

—No me esta pasando nada, estás paranoico —musitó ella intentando sonar divertida pero no pudó.

—¿Entonces que es ese hematoma en tus costillas, eh?

—No sé de que hables.

—No quieras engañarme Adelaide, te conozco mejor que nadie. Se cuando te pasa algo, conozco tus expresiones cuando estás triste. Pero, támbien se que eso no es normal —comenzó a decir sin poder detenerse, para después apuntar a sus costillas —. Así que tú y yo vamos a sentarnos y tendremos una amigable charla en la que me hablarás del porque estás actuando de esta forma, ¿okey?

Ni siquiera tiempo de terminar le dió pues la pelirroja ya se encontraba en su pecho escondida buscando un abrazo sincero que no tardó en recibir.

—Ya no lo soporto más, James —
empezó a decirle sintiendo como un peso mayor abandonaba su cuerpo
—. He vivido un infierno durante estos últimos meses y ya no se que hacer.

El miope simplemente tomó a su amiga de las manos y la encaminó a uno de los sofás más cercanos de la sala común de Gryffindor. Esto iba para largo.

—Desde que Sirius se fue las cosas
en casa van cada vez peor —musitó ella jugueteando con sus manos, pues no quería que la viera así de frágil —. Ellos me odian y creen que la manera de corregir los errores es por medio de...

—¿Tus padres hicieron esto? —
preguntó James subiendo un poco
la playera dejando a la vista las hematomas y ella asintió —. ¿Desde cuando inició esto?

—Desde la partida de Sirius.

—¡Por Merlín, Addy! —exclamó el
chico pasando sus manos por su
rebelde melena —. Debiste haberte
ido con Sirius. Sabes que siempre
serás bienvenida en mi casa.

—Él nunca me dijo nada sobre sus planes de escapar —confesó ella en voz baja —. Él prometió que estaríamos juntos y me dejó, se fue sin decirme nada cuando sabía que odio estar en
esa casa y soportar toda esa mierda.

—Pero él dijo que parecías comoda con tu vida en la mansión y...

—¿Él te dijo eso? —exclamó ella con burla para después ponerse de pie furiosa —. Es un maldito mentiroso. Él sabía lo que pasaría si se iba y aún así
le dió igual. ¡Es una maldita basura!

—Cálmate, Addy —se apresuró a decir James tomandolo con delicadeza de los hombros —. Él pensó...

—Te diré que piensa ese zoquete,
James Potter —exclamó nuevamente zafandose de su agarre como si quemará —. En sí mismo porque así ha sido siempre. Terminá cagandola y siempre hay alguien que paga las consecuencias. Claro que no lo entenderías porque eres un niño mimado y no estás ni cerca de sentir que lo que es verdadero dolor. 

Para cuando quiso callarse fue demasido tarde el daño ya estaba echo y aunque no lo hubiera dicho con intenciones de herirlo lo hizo.

En ese instante James no pudo
reconocer a esa chica. Estaba tan llena de odio hacia su hermano que era imposible tan solo pensar que se trataba de aquella maravillosa pelirroja que tanto quería. Esa amiga que nujca dejó de apoyarlo en sus momentos más dolorosos que involucraban a Lily.

Adelaide solo miró a su amigo que al igual que ella estaba paralizado y con los ojos algo cristalizados por las lágrimas.

Después de eso la pelirroja se dió la vuelta y subió a la habitación de las chicas pensando que quiza esa noche había perdido a su mejor amigo tal
como su madre quería.























——— ✮✧☾✧✮ ———












































Cuando los merodeadores llegaron a su primera clase, la profesora McGonagall ya se encontraba en el aula de clases y les explicaba a todos sus alumnos como se debía conjurar un hechizo no verbal.

Como era costumbre llegaron entre risas, liderados por James Potter. Addy supuso que su retraso se debía que probablemente estaban planeado alguna de sus tipicas bromas.

Al ver a cierta pelirroja discretamente tomaron asiento a varias mesas de donde ella se encontraba.

—¿Tarde otra vez?

—Una disculpa profesora se nos
hizo algo tarde —se apresuró a decir Remus con una sonrisa apenada, tomando asiento junto a sus amigos.

—Como les decia jovenes —volvió a repetir la profesora mirando al resto de los estudiantes con seriedad —. Realizar hechizos no verbales es difícil y requiere una buena cantidad de práctica, así como de una adecuada concentración y disciplina mental para lanzarlos...

El resto de la clase se baso en como se debía lanzar correctamente un hechizo no verbal. Varios chicos intentaron probar que tal les salía. Entre ellos dos los cerebritos de Gryffindor, Lily Evans y Remus Lupin. Ambos lo lograron pero el resto parecía realmente no saber bien como lograrlo.

Era importante practicarlos tanto en pociones como transformaciones y por supuesto defensa contra las artes oscuras.

Y por supuesto algo que no paso por desapercibido el hecho de que Adelaide Black, la mejor amiga de los bromistas de Hogwarts no estuviera con ellos.

La chica se mantenía en los asientos
del fondo sumida en sus pensamientos y anotando lo más interesante del tema para luego repasarlo.

Mientras tanto los merodeadores estaban en lo suyo, fingiendo que ponían atención a la profesora o al menos eso es lo que hacían James y Sirius.

—¿Exactamente por qué yo debo ser el que hablé con Addy?

—Porque tú eres su hermano y porque tú fuiste el que la dejo —contestó James con obviedad, mirando a lo lejos a la mencionada —. Además le debes una enorme disculpa.

—¿Yo le debó una disculpa?

—Sí, por ser un idiota.

—No me ayudes tanto, Cornamenta.

Una vez la clase terminó, Adelaide
tomó sus cosas y rápidamente abandono el aula de clases para ir a su siguiente clase. Pero ella no iría no sin antes haber escuchado la sincera disculpa de su hermano mayor.

—¡Addy, espera!

La chica se giró y casi deseo no
haberlo si quiera echo cuando vió a los merodeadores venir hacia ella. Esta vez era Sirius quien venía enfrente, casi corriendo hacia ella.

—¿Qué quieres? —soltó mordaz, mirandolo casi con odio.

—Yo quería decir que... no más bien quería disculpame contigo —anunció enrredandose al principio con las palabras —. Me porte como un idiota y se que estuvó mal no haberte dicho que me iría y...

—¿Apenas lo notas? —exclamó la chica soltando una carcajada sarcastica antes de acercarse y darle varios golpes con el dedo en el pecho —. ¿Sabes cuántos días tuve que soportar a mamá gritandome, maltratandome y echandome en cara que todo era mi culpa? ¡Todo el maldito verano! ¿Y tú dónde estabas? Riendote de la vida y disfrutando con tus amigos mientras yo me pudría en esa casa.

—Addy yo...

—Ahora vienes aquí y crees que simples palabras van a repararme —continuó, logrando que el pelinegro retrocediera —. Lo prometiste, prometiste que ibas a estar para mi siempre y te largaste sin mi aún sabiendo que ellos iban a hacer conmigo lo que se les diera la gana.

—¡Perdoname! —exclamó Sirius intentando abrazarla pero ella se aparto con rudeza —. ¡Sabes que jamás te abandonaría! ¡No sabía que demonios pasaba por mi cabeza en ese momento!

—Creo que sí, después de todo eres
un egócentrico. No me sorprendería que todo el día pensaras solo en tí.

Para ese momento la conversación o más bien intento de una había logrado despertar la curiosidad de varios chicos que pasaban por la zona. Entre ellos el Slytherin de apellido Black no tardó en ponerse a un lado de su hermana.

—¡Dejala en paz, idiota! —exclamó Regulus tomando a su hermana por
los hombros con suavidad —. Addy no debería hablar contigo después de lo
que le hiciste.

—¿De lo que le hice? —cuestionó el mayor de los Black con sorna, mientras se acercaba a ellos —. ¿Exactamente que fue lo que le hize?

—Si tú supieras las terribles que
ha soportado Addy por culpa tuya
no podrías ni mirarla a los ojos.

—Dejemos de fingir, Regulus —pidió Sirius soltando una risa sarcastica —. ¿Te interesa más seguir las estúpidas reglas de un sangre pura que proteger a tu hermana? Porqué no me sorpendería que fueses tú el complice de mamá...

—¿Insunuas que yo agredo a mi propia hermana? ¿Cómo te atreves, infeliz? —exclamó el pelinegro menor dejando a un lado a su hermana para encararlo.

—Detenganse los dos —exclamó su hermana, interponiendose entre ambos en un intento vago de detenerlos.

Pero tanto Sirius como Regulus
estaban tan llenos de odio mutuo inculcado por sus padres que solo necesitaban una pequeña chispa
para provocar el incendio y la ignoraron.

—No lo insunuo, lo creo.

—Miserable escoria, después de que arregló tus cagadas —soltó Regulus con furia sin poder contenerse —. Mamá tiene razón en todo, eres un un idiota malagradecido que lo único que sabe es comportanse como un niño e ir por la vida pisando al resto. Me das asco.

Mala elección de palabras.

Sirius ardiendo en colerá no dudó
en darle un puñetazo en el rostro a su hermano que lo mandó al suelo.

—¡Dios mio, Regulus! —soltó Addy asustada incandose para ayudarlo a ponerse de pie.

El slytherin sangraba por la nariz y no sabia exactamente el porqué. Sirius no había necesitado de ayuda de una varita para ocasionarle aquel sangrado.

—¿¡Pero que mierda te pasa!? —
gritó la pelirroja furiosa a su hermano, su mirada era de absoluta colera —. ¡Es tu hermano, idiota!

—Addy, yo...

—No te vuelvas a acercar a mí, Sirius Orion Black —exclamó Adelaide echa una furia, sorprendiendo al pelinegro
—. Juro por Merlín que si te me vuelves a acercar no responderé.

Y después de eso Sirius vió a au hermana irse a la enfermeria con Regulus sangrando por la nariz.

—¿La cague? —preguntó algo aturdido por lo sucedido.

—Como no tienes idea, Canuto.















































Creditos a nyktennant por el gif


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PRIMER CAPITULO LISTO

HOLAAAA HOLAAA BEIBIS AQUIII FEER <3 Les traigo este primer capitulo que como vimos esta un poco, y con un poco me refiero a muy loco. Mucho drama y eso. Solo quería hacer ver como la familia Black no es tan buena y posiblemente como me los imagino. En fin.

Espero les haya gustado como a
mi, porque la verdad si me tarde escribiendolo. Pronto se le hará una pequeña edición ;)

Voten, comenten y agregen el fic a sus listas de lectura. Ya es opcional si siguen a esta loca escritora.

Por cierto mañana es mi examen global de dpa, deseenme suerte pq la voy a necesitar. Los tqm gentes.

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