❝ Engel ❞
—Jeon Jungkook. Es un joven de dieciséis años, que vive con su padre. Su situación es algo... delicada, y no me siento en capacidad para darle esta tarea a alguien más, Minie —explicó Dios con suavidad a su lindo Ángel—. Te estoy confiando algo de suma importancia, así que por favor, sigue todo al pie de la letra.
Jimin asintió emocionado, sonriendo tan grande que sus ojos desaparecieron en dos medialunas. Le había rogado a su madre por un trabajo en el cielo, y luego de tanto insistir, esta había aceptado finalmente.
—¡Haré mi mayor esfuerzo, madre!
Dicho esto, el Ángel tomó vuelo y se fue hasta su nuevo espacio de trabajo; la zona alejada de todos. Para poder visualizar a su protegido, los ángeles solo debían abrir un poco entre las nubes y así podían ver al humano que estaba a su cuidado.
Jihyo suspiró nerviosa, pensando si había sido una buena idea dejar a cargo a Jimin de ese humano en específico.
Una mano se posó en su hombro, y miró al dueño, encontrándose a Seokjin, quien la miraba con comprensión.
—Sé que Jungkook no es cualquier persona, y que darle la tarea a Jimin pueda resultar algo angustiante, pero debes darle responsabilidades. Jimin debe madurar.
—Lo sé, es solo que conozco a Jiminie, ¿Sí? Y sé que a la primera cosa mala que vea, querrá actuar de forma inmediata.
Seokjin asintió, estando de acuerdo con eso último. Sabía que su mejor amigo era muy empático y no soportaba las injusticias, pero últimamente el Ángel estaba siendo muy mimado, y a la larga, podría afectarle.
—Si te hace sentir más segura, estaré al pendiente de todo lo que haga. Así podré avisarte si algo sale mal o no.
『 °*• ♡ •*°』
Jimin miraba a Jungkook con interés.
Había visto una pequeña imagen antes del chico para ubicarse, pero mirarlo ahora, cantando una dulce melodía mientras lavaba una ropa a mano, hacía que Jimin quisiese bajar del cielo y posarse a su lado para escucharlo mejor.
—Canta tan lindo~ —suspiró con admiración—. Tan lindo como un Ángel.
El lugar donde vivía Kookie, —decidió que lo llamaría así— era algo oscuro y se veía en mal estado. Podía asegurar que su pequeño protegido era alguien de muy bajos recursos. La ropa que llevaba puesta se veía algo gastada, y en sus ojos se notaba lo dura que había sido su vida para tan corta edad.
Sin embargo, para Jimin, el chico era una total preciosura, quedando totalmente embelesado por él.
No estaba enamorado del joven, no lo malinterpreten, pero desde que Jimin vio a Jungkook, en su corazón creció un enorme amor por el chico y la necesidad de protegerlo a toda costa. ¿O eso sí era estar enamorado? No lo sabía, solo quería que su pequeño protegido fuese feliz.
En un movimiento descoordinado, la mano de Jungkook se resbaló con el jabón con el cual lavaba y el agua salpicó en su cara de forma muy tonta, sin embargo, esto para el chico fue muy divertido y comenzó a reírse de si mismo por su torpeza.
El corazón de Jimin se calentó y sus mejillas se volvieron rosas al escucharlo, sintiendo un sinfín de cosquillas en su estómago al verlo.
—¡Waa~ que lindo se ve Kookie siendo tan feliz! —comentó, riendo también.
Aunque las risas se apagaron cuando la puerta de metal se abrió con fuerza, asustando a ambos, —Ángel y humano— por el repentino ruido. Jimin miró curioso al hombre que entraba tambaleándose por el lugar y tomando a Jungkook por los cabello.
Chilló al ver cómo la expresión de Jungkook se deformaba por el dolor, ¿Por qué ese señor lo estaba tratando así?
—Pequeña mierda, aún no estás lista —habló el hombre con molestia, tirando aún más del pelo de Jungkook.
—Y-yo estaba l-lavando la r-ropa y-
—¡Me importa una jodida mierda lo que estabas haciendo! —gritó y lanzó a Jungkook al piso—. Tengo a dos clientes esperando por ti, así que apresúrate para ir con ellos.
Jungkook asintió tembloroso y el señor solo lo miró con asco, saliendo del lugar y cerrando la puerta con fuerza.
Jimin sentía una presión en su pecho, queriendo hacer algo al respecto, quitar la tristeza que habitaba en los ojos de Jungkook, así que contra las reglas, acarició la nube más cercana. Caricias que iban directas al chico.
Miró como Jungkook se calmaba un poco y dejaba de llorar. Se levantó del lugar y caminó hasta una caja, sacando ropa de ahí y comenzando a cambiarse. Jimin frunció el ceño al verlo tan delgado y colocarse prendas transparentes que no lo protegían del frío.
—Jimin, debemos irnos.
El Ángel miró a Seokjin con ansiedad, —¿Jungkook, a dónde irá?
Seokjin cerró el agujero por donde se podía visualizar a Jungkook, y tomó a Jimin de los brazos, alzándolo y dejándolo a su lado.
—Necesito un favor grande tuyo. Vamos, en el camino te explico lo que necesito de ti.
Intentó retomar el tema, pero Seokjin evitaba cada una de las preguntas. Dejando al Ángel con la perenne curiosidad de a dónde iría su pequeño protegido, quién era ese hombre y porqué tenía que vestirse de esa forma tan... humillante.
『 °*• ♡ •*°』
Yoongi miraba la manzana en su mano, dudando si llevársela a Jimin o no.
Sabía que el Ángel no lo amaba realmente, y que todo había sido una farsa para lograr su cometido, pero él sí amaba a Jimin. Él sí se había enamorado del Ángel de Oro.
Suspiró, completamente derrotado, y quitó el seguro para luego abrir la puerta del lugar, entrando en ella y mirando a Jimin sentado cerca del ventanal.
El rubio giró su rostro y se levantó en cuanto vió al mayor entrar a la habitación. Se acercó hasta Yoongi con rapidez, pero fue detenido en el camino cuando lo miró levantar su mano.
—No te acerques —sentenció Yoongi, sin ninguna expresión en el rostro—. Me siento como un estúpido. Sé que no me amas, y que nunca lo harás, pero vi una manzana y no pude evitar pensar en ti.
—Yooni-
—No finjas, ya no es necesario —cortó—. Tampoco intentes hacerme cambiar de opinión; no te irás de aquí. Ya te lo dije, eres mío, y no me importa si no quieres.
Jimin sollozó con tristeza, —Yo sí te amo, Yoongi.
El nombrado negó, y sonrió desganado. Dejó la manzana en la pequeña mesa del lugar y salió nuevamente de la habitación. Se apoyó a la puerta y tomó su rostro entre sus manos, soltando todas esas lágrimas reprimidas que amenazaban con salir.
Él amaba a Jimin, y le dió lo mejor de si mismo, ¿Por qué tenía que enterarse de que no era recíproco? ¿Acaso no era suficiente para el Ángel?
Lastimeros sollozos salían de sus labios, sin poder detenerlo, y sin saber, siendo escuchados por Jimin, quien se había apoyado en la puerta, llorando de igual modo, queriendo consolar a su amado y decirle que su amor siempre fue verdadero.
Que él fue el único a quien realmente amó.
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