𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝟯𝟴
Septiembre 2019
Había consumido una gran cantidad de cocaína, su nariz sangraba evitándole poder respirar correctamente. Su cabeza era un caos de pensamientos intrusivos que pedían acabar con cualquiera que se le acercará para mitigar su dolor, para minimizar su sed de irá, venganza, locura. No estaba del todo consiente de su alrededor, pero sabía que estaba a salvo mientras se mantuviera recostado en aquella cama matrimonial de costosas sábanas de satín de trescientos hilos egipcios o vaya a saber que mierda le habían dicho y no había escuchado.
Abrió sus ojos cuando sintió el cálido cuerpo femenino subirse sobre él. Admiró el semblante ceñudo de esta pensando si dejar que lo tocará o amarrarla.
—Otra vez te pasaste —la mujer limpió el pequeño rastro de sangre que caía sobre el labio del chico. Le estaba empezando a molestar que consumiera— te pedí que no lo hicieras mientras estuviéramos juntos, JungHee.
El susodicho se la quitó bruscamente de encima para levantarse de la cama completamente desnudo. Se dirigió hacia una mesa donde reposaba la hielera con la champaña, ni siquiera tuvo consideración en agarrar un copa, tan solo bebió del pico una buena cantidad antes de volver donde la mujer lo esperaba. Tampoco tuvo amabilidad cuando se metió entre las piernas femeninas y comenzó a embestirla.
¿Sexo y drogas? Al menos la pasaba bien mientras aquellas señoras de alta sociedad le dieran lo que él pedía. ¿Dinero? Tenía a montones, era fácil enamorar a una y que le pusiera un departamento en el edificio más exclusivo de la ciudad. Su psicopatía no hacía mas que manipular a los demás, mostrándoles una dulzura y sumisión que no existían. De su sonrisa angelical que todo lo conseguía y de su belleza que a más de uno hacia suspirar. JungHee sabía que podía obtener lo que quería cuando quería.
Excepto por tan solo una cosa. Y esa era a Bloom Cherry.
Se había enamorado de un personaje ficticio. De una pequeña chica que cantó sobre un escenario en el evento público para la universidad en la que una de sus amantes trabajaba. Lo había cautivado con su voz, con su baile y aquella diminuta falda que no hacía mas que volverlo loco, mejor dicho, que lo obsesionó al punto de follar con la profesora de literatura, horas más tarde, sobre su escritorio, pensando en aquella Idol que no salió de su cabeza.
De repente se había convertido en un fan más. En ir a verla a todos sus conciertos, en consumir los programas de variedades donde ella salía, o los productos para los cuales publicitaba. Bloom Cherry lo había alejado de consumir drogas, ya no le llamaban la atención y con eso, el sexo con sus señoras amantes también dejaron de tener relevancia. Las voces en su mente le advertían lo sucio que estaba, que no podía presentarse frente a ella, que no era puro ni jamás lo sería.
JungHee se había obsesionado con demostrarle a Bloom Cherry que él era digno de quererla, de amarla, cuidarla y protegerla. Sobre todo cuando escuchaba y leía los comentarios de la gente. Sobre su peso, sobre lo horrible que era, su talento, su voz. Había adquirido una sapiencia magnánima sobre temas de computación comenzando a defenderla en cada foro, en cada aplicación, ante cualquier comentario malicioso. Incluso había averiguado sobre salud, sobre sustancias, sobre como escabullirse en lugares insospechados sin que se dieran cuenta. Había accedido a querer trabajar en MOTS7 para estar cerca y jamás haberlo logrado por el simple hecho de no tener una identidad en si. Casi que no existía para el mundo.
Y lo que había destrozado su autoestima, sus anhelos e ilusiones fue ver cómo sus cartas jamás fueron respondidas. Los rumores de noviazgos y salidas con otros idols la rodeaban, verla a Cherry feliz y a él solo, teniendo que conseguir dinero de cualquier manera, entregándose a cualquier mujer cuando la realidad es que él quería ser solamente de una sola.
¿Cuánto más debía soportar para que Cherry se diera cuenta?
No lo iba a tolerar más. Ya no estaba contento. No era feliz. Tendría que ocuparse de una buena vez.
Enero 2021
El concierto en el KBS Hall había sido todo un éxito. Youjin se encontraba sumamente agotada, pero satisfecha de haber dado un show de óptimas condiciones. Se acomodó en el asiento de la camioneta concentrada en su teléfono. Enviaba mensajes al grupo de amigos que tenía con otros idols, o al que tenía con sus padres y hermano. Su familia estuvo presente esa noche y su felicidad por esmerarse arriba del escenario fue todavía más.
Esa noche se quedaría en un exclusivo hotel en las cercanías, pues su departamento estaba en refacciones y por el momento no podía quedarse. Al menos, al otro día tendría que viajar para seguir con su agenda. Estaba emocionada por iniciar la gira que la llevaría a varios países. Tantos años trabajando y viajando jamás le quitaban ese sentimiento de dicha, de euforia al presentarse frente a sus fans. Todo era perfecto.
Al llegar a su suite de hotel, tan solo se dejó caer un rato en el enorme sillón. Escuchando a duras penas a su manager mientras su estilista dejaba las maletas ordenadas que debían llevarse al viaje. Youjin solo quería tomar un baño y recostarse a descansar. Extrañaba a su gatito, pero confiaba en el cuidado de sus padres mientras ella no estuviera en el país. Todo quedó en silencio cuando la dejaron sola, así que decidió tomar un largo y placentero baño colocándose la pijama luego. Abrió la puerta secando su cabello con una toalla y pensando en ponerse una mascarilla facial.
La presencia de un desconocido dentro de la habitación la hizo saltar soltando un pequeño grito. ¿Cómo es que ese hombre había podido entrar? ¿Qué estaba ocurriendo?
—¿Quién eres?
—No te asustes —sonrió, feliz de tenerla al fin. Levantó sus manos en son de paz— no te haré daño.
Pero Youjin estaba más que asustada, aunque no le demostrará.
—Debes salir de aquí, no te conozco, no sé quién...
Y el rostro del chico se apagó. ¿Cómo que no lo conocía?
—... eres, no puedes entrar sin permiso.
—Deberías saber quién soy, Cherry.
Fue ella quien se quedó callada. La dulzura con que se mostró hace segundos atrás se esfumó por completo. Lo detalló. Era alto, casi que le pasaba una cabeza; delgado aunque atlético; tenía bonitas facciones en su rostro aunque también se lo notaba ojeroso y cansado; su cabello corto y lacio iba despeinado y de un tono rojo que ella conocía como Cherry, así como su nombre artístico. Su mano que sostenía la toalla tembló ligeramente ante la forma tan penetrante con que la miraba.
—Lo siento, es que ya sabes —intentó sonar calmada— muchos fans, mucha gente que...
—Soy Hee, Cherry, lo sabrías si al menos contestarás mis cartas o correspondieras a mis regalos.
Él solía hacerle costosos regalos —auspiciado por sus amantes— que a Youjin le llegaban, sí, pero le hacían sentir muy incomoda por qué la mayoría al ser joyas, implicaban que ella tuviera que dar a cambio, y no estaba dispuesta a salir con un hombre mayor que podría ser su padre o hasta su abuelo solo por capricho. Aunque ahora deducía de dónde venían ya que siempre venía firmado con ese hombre. Hee.
—Tienes que irte.
Pasó por su lado, dispuesta a tomar su celular y llamar a HoSeok, pero la mano de JungHee sobre su brazo no hizo más que paralizarla y molestarla.
—¡Suéltame!
—Estoy cansado de tu rechazo, Cherry —murmuró— he hecho hasta lo imposible por acercarme a ti.
—No puedes pretender que corresponda algo cuando no conozco a alguien en persona.
—Pero si correspondes a las salidas de esos Idol, ¿no? Estoy cansado de compartirte.
—No soy un objeto, entiende que no te conozco, que esto es absurdo —jaló su brazo, pero la fuerza del otro era superior— necesito que te vayas, por favor.
—¡No! No, hasta que obtenga lo que quiero.
El cuerpo de Youjin se helo, pero fue lo suficientemente astuta como para soltarse y correr hasta el baño donde tenía su teléfono. Solo que no analizó ni la fuerza ni la agilidad del chico cuando este la sujetó del cabello con fuerza para lanzarla contra una mesa en la que reposaba un bonito florero con hermosas peonias. JungHee no se inmutó ante el chillido de la cantante, o ante el desastre de sus manos heridas por las esquirlas del cristal roto. Tan solo la tomó del brazo levantándola.
—No entiendes que te adoro, que estoy aquí para hacerte entender que eres mía —Youjin intentó empujarlo, clavándole las uñas contra los brazos. Era imposible cuando el contrario tenía más fuerza— deja de pelear Cherry, solo quiero cuidarte.
—¡AYUDA!
JungHee le cubrió la boca, Youjin era pequeña, bastante delgada a causa de sus estrictas dietas, apenas tenía curvas, pero eso a él no le importaba. La veía perfecta, la perfección en persona. Solo que su locura no contemplaba lo aterrada que ella se encontraba entre sus brazos. Intentando golpearlo, empujarlo, sacárselo de encima. En una logró rasguñarle la cara, en la cercanía de los ojos, JungHee los cerró por inercia haciendo que Youjin se soltara y él en respuesta la abofeteo tan fuerte que aturdida terminó en el piso golpeándose la costilla. La adrenalina no le permitía sentir dolor alguno. Así que en medio de su huida y al verlo venir, tomó la pava eléctrica en la cual había agua caliente y se la lanzó.
JungHee gritó insultos varios al sentir la piel de su rostro quemarse. No era tan grave, ni tampoco estaba hirviendo, pero el impacto le causó algo de dolor. Lo que activó su inminente ira.
—¡Te voy a enseñar a respetarme!
La alcanzó antes de que pudiera siquiera abrir la puerta y la estampó contra el material, empuñando su cabello y lastimándola. Youjin volvió a gritar pidiendo ayuda, la mano de JungHee está vez con la manga del hoodie la callaron, sofocándola y quitándole el aire. La adentro, lanzándola a la cama se le subió encima aprisionándole las piernas con las suyas. Esquivó los puños de la chica presionando su cuerpo contra en el femenino. La fuerza que ambos ponían solo lograba que se golpearan entre sí. Ella llevándose la peor parte. Su camisa fue rasgada dejándola en brassier. Para JungHee era pura excitación verla tan desamparada y a su completa merced que no le importó dejarla rápidamente en ropa interior, su desesperación por sentirla era mayor. Y ante la pequeña distracción de este al querer desvestirse, Youjin lo golpeó quitándoselo de encima. Se arrastró cayendo al piso, golpeando su cabeza, gritando y escuchando la voz de alguien detrás de la puerta. Su salvación.
JungHee no lo permitiría y sujetándola de la cintura para llevársela, entre medio del forcejeo, ambos cayeron contra la pared de vidrio que separaba la ducha de lo demás. Con la chica en brazos inconsciente vio las consecuencias, los hematomas en su blanca piel, los golpes en su rostro, las heridas sangrantes en su cuerpo, su ropa desgarrada. Jadeó, sintiendo un agudo dolor al costado de su estómago. Un pedazo enorme de vidrio se había incrustado en su costilla derecha, y estaba sangrando mucho. La dejó a Cherry en el suelo, admirando su desastre, adolorido, maldiciendo por qué en cualquier momento la puerta cedería y lo agarrarían.
JungHee no lo dudó, la abandonó, golpeada y lastimada. Tal vez con un enorme trauma, pero advertida de lo que pasaría la próxima vez que se encontraran. Y en ese instante pasaría una sola cosa.
Se aseguraría de hacerle entender que estarían juntos por toda la eternidad.
Ahora ya sabemos lo que ocurrió esa noche en que Youjin perdió la memoria.
Tenía en mente hacerlo más crudo y detallado pero incluso yo me incomode escribiendo, así que una vez mas. No salió como esperaba.
En mi mente se veía tan bien.
Disculpas por no responder sus comentarios. Wattpad no me deja o ni me avisa nada ☹️
No olviden lo mucho que les quiero y les agradezco por estar acá.
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