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𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝟯𝟳

—Cuando Hannah se casó, WoonJo se la llevó, era lo lógico, eran marido y mujer, mi hermana estaba muy enamorada y a mis padres solo les importaba que su única hija sea una buena esposa y ama de casa —suspiró— con el tiempo ella se embarazó. Nuestra única comunicación era por cartas o teléfono fijo. No había la tecnología de hoy en día. Fui a verla al hospital cuando nacieron los gemelos. JungKook y JungHee —sonrió— eran tan pequeñitos y hermosos, pero uno de ellos desarrolló un problema en sus pulmones.

—JungKook —musitó Youjin.

—Yo soy mayor, ¿cómo es que no supe de ese gemelo?

—Eras bastante pequeño cuando tu tía y primo llegaron a casa, Nam. Tu hermana era tan solo una bebé.

—¿Y qué paso con JungHee? —Youjin.

—Cuando Hannah llegó a casa con JungKook, WoonJo se había llevado a JungHee. Fuimos a la policía, denunciamos el secuestro, incluso cuando tenía una orden de restricción por violencia doméstica. Hicimos lo que pudimos, mi esposa se quedaba cuidando a los niños mientras tanto —estaba abatido, jamás pensó que volvería a desenterrar el doloroso pasado— un día la policía llegó con la noticia que encontraron el cuerpo de JungHee entre los calcinados culpa del incendio en el orfanato en que su padre lo había tirado. Desde ahí mi hermana comenzó a enfermar, desviviéndose por JungKook, por intentar que crezca en un mejor entorno familiar y de salud.

—Básicamente lo engañó —susurró Youjin, lloraba en el más completo silencio— JungKook me comentó una vez lo solo que se sentía, que su destino tal vez era estar solo y ustedes le escondieron que tenía un hermano.

—Youjin, hija.

—No —saltó de su puesto, no podía controlar su llanto ni sus emociones— ahora quien sabe lo que ese loco está intentando hacer. YuGyeom está desaparecido y si es quién creemos, su propio hermano nos quiere hacer daño. ¿saben lo grave que es eso? ¡su propio hermano! ¡de quién no sabía absolutamente nada!

—Youjin —su hermano se acercó, tocándole suavemente el brazo. Aspiró una gran cantidad de aire.

—Lo siento, ajhussi, no quise ser grosera. Voy a retirarme, no me siento bien.

Se dirigió a su habitación, encerrándose. Estaba decepcionada, y si JungKook hubiera estado ahí escuchando podía asegurar que compartiría su sentimiento. Era demasiado shockeante, mucha información que debía procesar de a poco. ¿Qué tan pequeño era el mundo? Recostó la cabeza sobre su almohada, atrajo la otra con el aroma de JungKook aún impregnado y lo abrazó. Con fuerza y anhelo.

Necesitaba saber si él se encontraba bien, no podría soportar que ese tal JungHee le hiciera daño. Era extraño, insólito. ¿Quién iba pensar que su sasaeng era en realidad el hermano gemelo de su ex guardaespaldas ahora novio? Fue cuando Youjin cayó en cuenta de algo sumamente importante. Si él tenía el mismo rostro que JungKook, ¿por qué no lo reconoció o siquiera se le hizo conocido cuando se conocieron por primera vez? El trauma que JungHee le había dejado esa noche fue tan grave como para no recordar más que ciertas cosas.

«JungKook jamás significó peligro. Siempre me trajo paz y seguridad», pensó, contrario al otro que no hizo más que volverla débil.

Su teléfono vibró sobre la mesa de luz. Ignoró el llamado acomodando su cabeza sobre la mullida almohada. No quería tomar pastillas, pero tampoco le sería fácil conciliar el sueño. Su apetito no existía y en cualquier momento podían llegar su madre o Kira para obligarla a comer algo. Ni siquiera había atendido a las actividades que tenía en la agencia. Todo carecía de sentido cuando algo mucho más grave estaba sucediendo. Bufó, escuchando por segunda vez el zumbido de su teléfono, iba ponerlo en modo silencioso, pero en vez de hacer eso, contestó.

¿Por qué no me atendías?

Su voz, esa voz. Era baja y grave, preguntando con suma tranquilidad.

—Porque no me apetecía —su tono fue duro, como a la defensiva. Del otro lado suspiraron.

Te lo advertí, te dije que si me provocabas iba a...

—Y yo te dije que si llegabas a tocar a alguien de mi entorno iba a matarte  —siseó, atacada por la furia más que por el miedo— ya no te tengo miedo, JungHee —el silencio en ambas líneas fue tan acentuado que ambos pensaron que la comunicación se había cortado.

Así que ya sabes quién soy, ah.

—¿Dónde está JungKook?

¿Por qué no vienes a verlo? —preguntó irónico, recuperando su postura de superioridad— me encantaría que nos acompañes a hyung y a mí, quién iba pensar que estaríamos enamorados de la misma mujer.

—Lo tuyo es una obsesión —secó las lágrimas de su mejilla con los dedos de forma brusca— una estúpida e infantil obsesión.

Tsk, cuidado con como me hablas Cherry, que hyung te haya cogido a su antojo no te permite hablar sobre lo que siento o quiero. Eres una puta, una cualquiera —dijo entre dientes— debo enseñarles que la traición se paga. Sabes que hyung podría colapsar si se activa su asma —Youjin empalideció, por un momento olvidó que no debía provocarlo.

—No le hagas daño —sollozó— haré lo que sea, pero por favor, no permitas que empeore, JungHee por favor te lo ruego. JungKook necesita su inhalador.

Me gusta como mi nombre suena de tus labios, me gustó besarte esa vez, Cherry —sintió asco de tan solo recordar que la había besado y tocado— si tan solo me dejaras demostrarte sabrías que soy mejor que hyung. Mucho mejor, pero te portas mal y debo enseñarte a obedecer a portarte bien, nena.

—Quiero hablar con JungKook, por favor.

Ya te dije que debes venir a vernos.

Estaba mal. Tembló, ahogando un sollozó.

—¿A dónde?

JungHee no lo demostró, pero su sonrisa de oreja a oreja tan solo lo emocionó admirando a su hermano desmayado frente a él.

Pronto te enviaré una dirección, pero debes venir sola, ¿entendido? Si quieres que hyung siga viviendo, harás todo lo que te pida, ¿está bien?

—Sí.

Así me gusta. Pronto estaremos juntos, Cherry. Está noche tan solo descansa.

La línea se cortó y Youjin entró en pánico gritando. Al minuto su padre y hermano ingresaron con rapidez, ella simuló haber despertado recién por una pesadilla. Incluso Namjoon y Kira se encontraban en la puerta asustados.

—Lo siento, me quedé dormida.

—Esta bien, hija —la abrazó, conteniéndola.

—¿No sería mejor que te tomes unas pastillas para que puedas dormir aunque sea está noche? —sugirió Kira. Estaba siendo de gran ayuda, un enorme apoyo tanto para ella como para su hermano.

—Tal vez me ayuden, no sé.

—Youjin-ah estás temblando —murmuró SeokJin, sintiendo la mano de su hermana helada. Ella tan solo lo tranquilizó con una sonrisa.

—Voy a estar bien —exhaló— muchas emociones.

Y aún faltaba lo peor.

A la mañana siguiente, cuando la policía llegó a casa de la Idol, Youjin supo que: o serían buenas noticias o las más devastadoras. Y no se equivocó.

—Encontramos el escondite del sasaeng, al parecer estuvo operando desde un sótano en la cercanías d Gangnam-gu.

Escuchar la manera en que habían descubierto su escondite y los detalles de como trabajaba le dieron un gusto amargo a la cantante. De repente había demasiada información, pero ninguna sobre el paradero de los gemelos Jeon. Estaba muy segura que JungHee estaba jugando con ellos.

—También encontramos a Kim YuGyeom —ella contuvo el aliento— al parecer tuvo un enfrentamiento y resultó herido.

—¿Cómo esta? ¿pudo darles alguna descripción o información? —interrogó en apuros Namjoon.

Los agentes se miraron por una milésima de segundos antes de pronunciar.

—El señor Kim se encuentra en el hospital general en terapia intensiva —jadeos de sorpresa— lo encontramos en grave estado.

—Los médicos dicen que fue brutalmente golpeado, tiene contusiones en todo el cuerpo y el más grave es el que tiene en su cabeza.

Youjin no quiso escuchar más. Sintió que su estómago se revolvía, en cualquier momento vomitaría si seguía escuchando solo malas noticias. Estaba harta de seguir encerrada. De sentirse sola aún cuando la casa estaba llena de gente acompañándola. Se encerró en el baño. Apoyó la espalda contra la puerta y se deslizó hasta el piso conteniendo las piernas entre sus brazos. Un maldito ataque de pánico comenzó atacarla. Por un momento consideró el pedir auxilio porque básicamente sentía que estaba muriéndose y el recuerdo de JungKook confesándole por primera vez que la amaba vino a su mente, o la vez que le aseguró que jamás la dejaría porque ella era su prioridad. Él siempre estuvo ahí y era el momento en que debía resarcírselo.

Mojó su rostro con abundante agua fría. Incluso dejando caer en sus manos y muñeca. Al regresar a su habitación, vislumbro su celular en medio de la cama, la pantalla se iluminaba con la llamada de un número privado. Sabía perfectamente quien era y no esperó en contestar.

Aun te estoy esperando.

—No enviaste la dirección.

Lo haré, nena. No te preocupes —se escuchaba demasiado tranquilo. Eso no le gustaba.

—¿Cómo está JungKook?

Bien. Al menos mejor que tu guardaespaldas.

Youjin se cubrió la boca con la mano evitando soltar un sollozó.

—Casi lo matas.

Ahora sabes de lo que soy capaz por ti —sonreía cínicamente teniendo frente a él a su gemelo escuchando atentamente la conversación. Desespero, eso sentía JungKook por escuchar a Youjin mal y no poder decir nada— ese no debió hacerse el héroe.

—Por favor te lo pido, JungHee; no le hagas daño, es tu hermano, piensa en eso.

La risa que soltó del otro lado le dio escalofríos. Denotaba sarcasmo y desinterés.

Que irónico que digas eso, es tu culpa que él esté involucrado, no debiste enamorarlo y menos debiste meterte con él —espetó— así que ahora ven a mí y prometo que todo saldrá bien, ¿entendido?

—Sí, sí —sollozó— haré lo que sea, lo que me pidas, pero por favor no le hagas daño.

Te estaremos esperando entonces, cerecita. No tardes, el tiempo corre y cualquier cosa podría pasarle a hyung.

Su mano sosteniendo el teléfono cayó al costado de cuerpo. Esperó mirando hacia la nada. El tintineo tan solo le hizo saber que un nuevo mensaje había llegado. Era una ubicación, quedaba a quince kilómetros de Seúl. Tardaría una hora o menos dependiendo del tráfico. Pero lo difícil no era cómo llegar, sino sortear la enorme seguridad que tenía. Su familia, los guardias e incluso la policía. Y menos cuando el mensaje debajo era contundente:


??? ?? ???
"Te lo advierto, ven sola. Nadie debe acompañarte y no trates de engañarme que sabré si lo haces. Recuerda que la vida de JungKook hyung está en peligro"

No iba a arriesgar a nadie más.

—¿Youjin? ¿a dónde vas?

Se detuvo acomodándose la chaqueta aviadora. En realidad, era de JungKook, la cual mantenía su olor y era perfecto para abrigarla aunque no hiciera tanto frío.

—Necesito tomar aire —murmuró, intentando verse despreocupada— saldré un momento al jardín, no iré lejos.

—Iré contigo —sugirió Namjoon.

—No es necesario.

Su madre la detuvo por el brazo.

—Deja que te acompañe, cielo—pidió la mujer con ojos suplicantes. Youjin le sonrió.

—Esta bien —la abrazó, fuerte. Aspirando el aroma de su madre. Y en compañía de NamJoon salieron del departamento. Subieron al ascensor, allí marcó hacia planta baja. Cuando las puertas se abrieron Youjin se quedo revisando el interior de los bolsillos extrayendo una pequeña cajita— se me olvidó la botella de agua, necesito tomar estás pastillas, creo que subiré a casa de nuevo, espérame aquí.

—¿Estás segura?

—Sí, de todos modos hay gente en mi piso.

NamJoon le sonrió, indicándole que la esperaría en los sillones que quedaban afuera frente a una escultura de metal. Youjin volvió a meterse en el elevador picando el botón de su piso. Solo que no regresó a su departamento, sino que se dirigió al estacionamiento en el subsuelo. Con disimulo había tomado las llaves de su auto y ahora se dirigía hacia la autopista que llevaba a la ciudad de Gyeonggi donde la ubicación que JungHee le envió marcaba.

—Abre la boca.

JungKook tan solo observó a su gemelo. Hace minutos atrás había llegado con agua y comida. Era la primera vez en el tiempo que lo tenía secuestrado en que se dignaba a alimentarlo. Al menos no había tenido crisis de asma, aunque si le costaba respirar y su cuerpo se sentía entumecido por estar sentado en la misma posición.

—¿Así quieres recibir a nuestra cerecita? —lo miró de arriba abajo, con desdén y superioridad— al menos intente mantener la compostura, hyung. Debemos vernos presentables.

—Ella no va a venir —jadeó.

JungHee lanzó el plato de arroz y verduras sobre la mesa soltando una risita ante el comentario del mayor. Le complacía verlo tan desmejorado.

—Eres algo ingenuo. Ambos sabemos que Cherry es apasionada, impulsiva —sonrió, deambulando alrededor— vendrá porque sabe que corres peligro, sabe que si no llega morirás. Y ella está convencida que podrá salvarte así como en los cuentos de hadas.

—¿Por qué no aceptas que ella jamás será tuya?

—Porque tampoco lo será para ti —empuñó parte del cabello de su gemelo jalándole la cabeza hacia atrás, de modo que le susurró al oído— solo le demostraré que tanto la amamos, hyung.

—Por favor, termina de una vez esto. Déjala en paz. Me tienes a mí, desquítate conmigo —su voz sonó firme aún cuando sus ojos contenían lágrimas— ella no va a venir. Nadie vendrá.

—Una vez más se equivoca, hyung —miró a través de la rendija de una ventana cerrada por madera, y añadió con puro sarcasmo— nuestra amada llegó a nosotros.

JungKook maldijo en su interior. Tenía la esperanza que Youjin se mantuviera fuera, pero una vez más le demostraba que ella no era de las que se quedaban quietas. Que haría lo que sea y no estaba muy seguro de poder defenderla estando muy débil. Aunque él no supiera que Youjin ya no tenía miedo, sino curiosidad. Una fuerza de mucha valentía por encarar a su propio acosador demostrándole que ella no se quedaría callada. Observó la fachada vieja de la casa, aún era de día, pero pronto anochecería y con ello esperaba que el plan que había armado con alguien en específico se cumpliera en el tiempo estimado.

•••
La pantalla del tablero se iluminó con una llamada entrante. La cantante admiró el nombre de Min Yoongi en él.

—Oppa.

—¿Dónde estás?

—En casa.

—Que casualidad, me encuentro en el mismo lugar todos están desesperados buscándote —no quiso hablar, su mente trabajaba a mil mientras procuraba manejar correctamente— ¿Youjin?

—Necesito tu ayuda —sollozó— necesito que por primera vez me sigas en esta locura, que confíes en mí, por favor. Estoy desesperada, Yoon.

Solo esperaba que el silencio del otro lado sea algo positivo.
•••

Se detuvo frente a una ventana con vidrios empañados por la suciedad. Su garganta se apretaba por el nudo a causa del llanto. Se acercó intentando observar adentro y lo que encontró le hizo jadear recordándole aquel sueño dónde JungKook... ni siquiera quería recordarlo. No podía creer que aquello pudo ser una premonición. Esas cosas no pasaban. JungHee detrás de JungKook solo miraba como la pelinegra se debatía en hacer algo, le había cubierto la boca a su hermano para que esté no hablara. Esperó paciente a qué la chica entrara, a qué dedujera por si sola la ubicación de ellos dos. Y tan solo sonrió al verla abrir la puerta de la habitación, escuchando a su gemelo removerse. 

—Hola, Cherry —colocó su mano sobre el hombro del pelinegro— llegaste a nosotros.

Youjin, sigilosa, observó todo el interior. Podía percibir el nauseabundo olor a humedad, la frialdad del ambiente. Notar a JungKook sentado en una silla, amarrado de pies y manos, amordazado, ojeroso y fatigado. La miraba con tristeza y pesar. Al menos sus ojos tenían brillo queriendo comunicarle algo que ella aún no entendía pero podía deducir fácilmente por su semblante nada contento que le rogaba escapar.

—Aquí me tienes. Vine como me dijiste, sola —tragó, manteniendo una voz estable— ahora puedes dejarlo ir.

—¿No preguntarás cómo hice todo? ¿ cómo es que jamás pudieron dar conmigo?

No entendía porqué saltaba de un tema a otro. O lo que realmente quería, pero le desesperaba seguir ahí aunque debiera ganar tiempo.

—Supongo tuviste tus maneras.

—La agencia mueve muchas cajas, perfectas para esconderse, ¿sabías? —dijo con calma— iluminaria, sonido, vestuario, maquillaje, utilería, en fin. Soy alguien meticuloso —sonrió. Youjin no dejaba de observar cada movimiento del chico por más nimio fuese—ante los traumas que la vida me dejo me gusta la limpieza, lo perfecto. Oh, ¿los trolls? Esos desarrapados sociales, no sabes lo fácil que es manipularlos con tonterías, los rumores estúpidos y comentarios desacertados que publicaban sobre ti. —le divertía— Luego cuando descubrí a tu nuevo guardaespaldas —apretó el hombro de este, soltando un fingido jadeo de sorpresa— que hyung y yo seamos idénticos ayudó, mucho —JungKook y Youjin se miraron— ¿Sabías que una opción de la psicopatía es que podemos manipular a los demás? Tan solo debía ser amable y coqueto, podía conseguir lo que quería —se inclinó hacia adelante, colocando su rostro junto al de su gemelo— o que JungKook hyung de repente comience a sentirse mal —eso si los dejo desconcertados. ¿hasta donde podía llegar su cinismo?— es fácil endulzarle el oído a una enfermera para que cambie dosis o te ayude con algunos farmacos, ambos tenemos atractivo y sensualidad. No crees qué iba a enfrentarme con alguien que entrena para boxeo, aunque también he tenido mis entrenamientos.

—Eres un cobarde.

—No, Cherry, soy determinado —comenzó acercarse a ella— voy por lo que quiero y hasta no conseguirlo no me detengo.

—Ya estoy aquí, ya me tienes, puedes dejar ir a tu hermano —JungHee sonrió. Era impresionante el parecido de esos dos. Excepto porque el menor se veía más salvaje.

—¿Por qué lo perdonaste? —ante la duda en el rostro de la cantante, prosiguió insidioso— lo de la tal Sakura, te mintió, seguía enamorado de ella y aún así se metió contigo.

—No sabes nada.

—Claro que sé —sonrió, rodeándola, con sus negros ojos barriéndola de arriba abajo. Queriendo provocar a su mayor cuando le olió el cabello a la idol— sé qué hyung fue bastante cobarde como para no darle un final a esa relación que duro años y años. Imagina lo devastado que estaba como para irse de Seúl, abandonar el gimnasio, su ciudad, a su familia y de repente, alguien —murmuró cerca de su oído, jugando con ella— le da un poquito de amor, atención y decide dejar de lado su intachable moral para olvidar a su ex con otra, contigo, su clavo que saca a otro clavo —le susurró divertido, en el rostro provocando que ella se encogiera en si misma mientras los gruñidos de JungKook detrás reclamaban que la dejara en paz— cuando también necesitabas atención; alguien mentalmente inestable, atemorizada por un desconocido. Eres tan débil, Youjin. Te dejaste manipular por hyung, ¿sabías que los hombres despechados hacen lo que sea?

Ella sabía lo que JungHee intentaba hacer y no podía permitírselo.

—Y yo te dije que jamás sería tuya —le respondió— y seguiré con mi postura. Antes muerta que ser de un maldito envidioso.

—Cuidado con lo que sale de esa boca —le tomó la mandíbula, apretandola. JungKook solo se desesperaba cada vez más con la cercanía de esos dos, temía demasiado por Youjin— ¿así se la chupas a mi hermano? Ah, ¿qué tan bien te lo hace?

—¿También eres morboso? ¿nos has visto teniendo sexo?

JungHee la soltó bruscamente para colocarse de vuelta detrás de su gemelo.

—No, para tu suerte jamás he presenciado tal aberración —Youjin contuvo el aliento cuando lo vio sacar de su cintura una daga. Así como en su sueño— porque créeme que si los hubiera visto juntos, no hubiera dudado de asesinarlos ahí mismo.

Y clavó la punta sobre el muslo de JungKook, con saña y diversión. Riendo y deleitándose de los gritos ahogados de su gemelo, de Youjin corriendo hacia él para intentar ayudarle. Era una imagen digna de telenovela barata. La protagonista intentando calmar el dolor de su amado.

—¡Déjalo ir! ¡ya me tienes! ¿Qué diablos quieres?

JungHee rodó los ojos, comenzaba aburrirse.

—Haremos un juego —extrajo un arma con la cual jugó antes de apuntar a ambos— si quieres que hyung se salve tendrás que venir conmigo —el gruñido en negación de JungKook no hizo más que hacerlo reír. Admiraba la fuerza de este aún estando herido y enfermo— quiero mostrarte algo, sí logras descifrar el acertijo que nos espera en la próxima habitación, ustedes dos podrán salir juntos sanos y salvos.

—¿Y si pierdo?

—Supongo que debemos averiguarlo.

Youjin sentía desfallecer. Estaba entre aceptar y no. El tiempo seguía adelante, no había nadie más con ellos. Todo podía, o salir bien o acabar allí. Debía seguir al cazador de sus peores pesadillas a ciegas. Con el miedo latente invadiéndole y el corazón en la mano. Ladeó su rostro mirando a JungKook, este se removia mucho a pesar del dolor en su pierna. Sangraba y con los segundos se le dormiría. Sudaba, a nada de tener un ataque de asma porque la calidad del aire era horrible y colapsaría sino respiraba aire limpio. Ella tenía dos opciones: seguir a JungHee e intentar reducirlo. O esperar un final.

—Esta bien, te seguiré —quiso llorar, escuchar a su novio implorándole a través de balbuceos que no accediera le estaba partiendo el corazón. JungHee era el inestable, podía notarse en la forma tan tenebrosa e incierta con que la miraba, en la manera tan ligera al moverse y la elocuencia al hablar. Impredecible.

Dejó que entrelazara sus manos, percibiéndola fría y callosa. Salieron de aquella habitación aún escuchando los alaridos ahogados del ex guardaespaldas queriendo impedir esa huida. Se dejó guiar hasta la habitación contigua en la que la luz era escasa. Las ventanas se encontraban cerradas por madera y plástico. Un pequeño foco fue encendido, una luz amarillenta iluminó la estancia dejándole detallar a la cantante su alrededor. Había una cama matrimonial con sábanas blancas perfectamente tendida, nada mas. Pero lo que causó que ella comenzara a hiperventilar fue el pintoresco y tétrico mural en la pared.

Eran imágenes de ella; en conciertos, a la salida de la agencia, ensayando, en eventos públicos y privados o en la intimidad de su familia. Tembló llena de miedo y pánico sabiendo que detrás de ella se encontraba su sasaeng. El clic de la puerta cerrándose con seguro solo aceleró que su mente trajera los dolorosos recuerdos del pasado. De aquella noche en específico en que casi murió a manos de ese nefasto hombre.

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