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𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝟴

—La federación ha dicho que el lugar donde se dará la pelea es aquí en Seúl —comentó TaeHyung a todo el equipo en la alargada mesa de reuniones— será un evento grandioso. Es la primera vez en años que dos coreanos combaten por el título mundial. Y que mejor que el país que los vio nacer.

—Aun cuando sea un evento mundial, no debemos confiarnos del todo —dice el entrenador del pelinegro, Kim JongKook— conozco las mañas de Wonho y su entrenador, no quiero que esto se convierta en un circo —y añadió en dirección al pelinegro— aún cuando tengo fe de que ganarás.

JungKook esbozó una pequeña sonrisa., concentrado en la pantalla de la tablet donde se mostraba el comunicado oficial dando el aviso de la pelea más esperada por el título mundial de peso medio pesado.

—Aun así no debemos confiarnos. —remarcó con su dedo la pantalla— prefiero irme y comenzar con los entrenamientos.

Se levantó, aun cuando Taehyung tenía algo pendiente que decirle. Su teléfono tenía algunos mensajes, abrió el chat que más le interesó sonriendo al leer el contenido.

🍒
Hoy despertó con mejor semblante, pudo comer algo sólido y dice que, cuando tengas tiempo pases a verlo.
Quiere hablar contigo.
11:18 AM

Me alegra saber que tu padre esta mejor.
Hiciste bien en hacer las pases con él.
11:18AM

🍒
Yo también me alegro de haberlo hecho.
Gracias, kook.
11:18AM

Estaba por responderle con la clara idea de aprovechar ir a Seúl para hablar con el padre de Youjin y luego invitarla a salir. Tal vez intentaría acercarse a ella, buscar su amistad. Pero el destino parecía que anteponía otras situaciones a sus deseos.

Una llamada entrante de su madrastra.

—¿Si?

Hola JungKook, ¿cómo estás? ¿Estás ocupado?

—No —giró la cabeza al sentir un suave golpe a su hombro, su equipo junto a Taehyung pasando a su lado— de hecho acabo de salir de una reunión y estoy por entrenar, ¿por qué? ¿hubo algún problema?

Cómo siempre, su padre después de días desaparecido había vuelto a su casa. Más irascible e insoportable que de costumbre. Si no fuera porque DaeHo le contaba lo que ocurría no tendría control alguno o cuidado de su otra familia.

No, ehm, solo quería preguntarte si DaeHo está contigo.

Frunció el ceño, le parecía extraña esa pregunta.

—¿No debería estar en clases? —miró la hora en su smartwatch.

Sí, ocurre que hoy tenía dos horas de clases y aún no ha llegado a casa.

—¿Lo llamaste al teléfono?

No pasa nada —quiso restar importancia— tal vez se haya entretenido en el camino con sus amigos y no me avisó. No era para preocuparte.

SunMi apareció en su campo de visión, apuntándole con gestos de su mano.

—Sunny, ahora debo dejarte. Pero cualquier cosa llámame por favor. Lo que sea.

Esta bien, no te preocupes, Kook-ah, ya sabes que los adolescentes son así de despistados.

Se despidieron. JungKook acercándose hacia la publicista que parecía indicar algunas personas que hacer o como moverse. No entendía qué estaba pasando ni porqué tanto despliegue.

—¿Qué es esto?

—Ya estamos terminando de organizar el set para la entrevista que tienes con EA SPORT —sonrió. Lo había olvidado, con la repercusión de la pelea, querían hacer entrevistas e invitarlo a varios programas deportivos. Los gajes del oficio. No le gustaba para nada— JungKook no me mires así, ellos decidieron venir hasta Busan porque tú no quisiste hacerlo en Seúl —reprochó, levantando su índice agregó— esto no pasaría si...

—Sí, ya sé si viviera en la capital —ironizó. Chasqueó la lengua, inconforme y con otros asuntos en la cabeza— bien, avísame cuando inicie, debo entrenar SunMi.

—Tienes que maquillarte —ella ignoró la mala cara. Lo observó de arriba abajo— tal vez un cambio de ropa.

JungKook se miró, iba con ropa de entrenamiento, camiseta manga larga gris y short negro. Rodó los ojos respirando hondo. Despeinó su cabello mirando fijamente a la morocha, con una mirada más que significativa, negó.

—Esta bien, pero al menos deja que te maquillen y peinen.

Le recordó un poco a Youjin y su época de Idol. Debía hablarle más tarde o tal vez debía ir esa tarde a verla. Hizo lo que SunMi le pidió, mientras estudiaba las preguntas que le harían y lo que contestaría, la mayoría de esas entrevistas estaban bien arregladas. Colocó su mejor cara cuando la grabación comenzó, incluso lo habían filmado haciendo ejercicio, entrenando y luego de lo que se le hizo dos horas tediosas se mentalizó para subir al ring a seguir entrenando.

La cuestión fue cuando llegó a su casa por la tarde, tenía varias llamadas perdidas de Sunny y al abrirse las puertas del ascensor la vio frente a la puerta de su apartamento, nerviosa de brazos cruzados. Un mal presentimiento se instaló en medio de su pecho mientras se acercaba esperando escuchar algo malo. Ingresaron, poniéndose cómodos los dos mientras escuchaba lo que ya veía venir.

—DaeHo no ha regresado a casa, ni tu padre tampoco —jugaba nerviosa con sus manos, conteniendo el llanto— es más, llame a uno de sus compañeros de curso y me dijo que hoy no fue al colegio, me preocupa que no responda su teléfono. Discúlpame por molestarte, JungKook, yo no...

La detuvo, sujetándola de los brazos.

—Deja de decir eso, para mí son mi familia y si les sucede algo también debo saberlo, me preocuparía —movió una silla, indicándole a su madrastra que tomara asiento, en lo que él tomaba su celular— intentaré contactarme.

Buscó el contacto de su hermano, lo llamó y esperó. Cortó cuando sonó la contestadora en su lugar. Lo volvió a intentar dos veces más obteniendo el mismo resultado, nada. Al siguiente trató de llamar a su padre. Pero tampoco obtuvo respuesta de este aumentando sus nervios. Llamó a la policía, hablando con uno de los detectives en particular, el que siempre se hacía cargo cuando WoonJo caía tras las rejas. Le avisó sobre el acontecimiento y este le dijo que harían un recorrido por las calles.

Lo más seguro es que el chico se encontrará en alguna casa de videojuegos y su padre en algún bar de mala muerte como la mayoría del tiempo.

El señor Jeon había dejado de trabajar por una lesión en su espalda y por sus faltas a causa de las borracheras. Sunny era la única que proveía a la familia y JungKook terminó ayudándoles cuando los conoció hacia dos años atrás. Si a JungHee no pudo ayudar en su momento, a DaeHo le daría lo mejor.

Había pasado un par de horas haciéndose de noche, afuera nevaba descendiendo bastante de temperatura. A Sunny le preocupaba que su hijo no estuviera lo suficientemente abrigado o no se haya alimentado, pues la policía había rastreado el teléfono del menor en un descampado y avisado a JungKook hacia minutos atrás. La mujer giró su rostro cuando SunMi le extendió una taza de humeante té. La publicista había llegado junto a NamJoon y Taehyung ni bien se enteraron.

—Bien, estaremos esperando su llamada —apretó su mano contra la mesada de mármol— gracias de nuevo —cortó, suspirando y dejando el teléfono sobre la superficie.

—¿Qué te dijeron?

—Aun no saben nada, estarán barriendo la zona baja, tal vez encuentren algo.

Namjoon se mostró inquieto cruzándose de brazos por tener algo vagando por su mente, pero no querer expresarlo frente a todos.

—JungKook, creo que nosotros podríamos ir a cierto lugar.

Ambos se miraron, diciéndose mucho con tan solo la mirada. Sunny se levantó, sospechando a lo que se referían.

—Es peligroso.

—Podemos entrar sin problemas, nos conocen.

—¿De que hablan? —SunMi le quitó la pregunta de los labios a TaeHyung.

—Hay una zona en Busan que es conocida por el poder que algunas mafias tienen en las calles —contestó Namjoon— allí hay gente que conocemos de la adolescencia.

—Gente que fueron compañeros del instituto —siguió JungKook, pensativo— personas que conocemos y que tal vez nos ayuden.

—¿A cambio de qué? —inquirió SunMi con recelo— deberían esperar a la policía.

—¿Y si es demasiado tarde? —respondió a la defensiva el pelinegro, ambos manteniéndose la mirada— DaeHo está desaparecido, encontraron su teléfono tirado y que casualidad que mi padre tampoco aparezca —no pudo evitar recordar a JungHee y un amargo sabor en la boca del estomago—  no puedo quedarme de brazos cruzados a esperar. Mientras pueda usar todo lo que tenga a mi alcance lo haré.

—No quiero meterme —musitó Taehyung— pero creo que SunMi tiene razón. Hagamos esto, esperemos una o dos horas más, si la policía no encuentra nada, llamaremos un guardaespaldas que nos lleve, al menos así podríamos estar seguros.

JungKook negó.

—No, nadie más que Namjoon y yo iremos. Esa gente no permite que desconocidos que no son de la ciudad ingresen a su territorio.

—¿Te vas a exponer al peligro? —SunMi a cada segundo se impacientaba— no deberías salir de aquí, aunque sea lleva seguridad, es muy peligroso, eres importante, JungKook.

—Agradezco tu infinita preocupación, pero sé lo que hago.

Y tampoco se pondría a explicarle el porqué de su decisión. O de sus miedos. Solo quería intentar algo diferente, tal vez tendría buenos resultados.

Aparcaron en la vereda contraria a dónde el tumulto de gente en una fila se encontraba esperando la entrada aquella enorme discoteca. El sitio era conocido por su mala reputación, pues la circulación de drogas y estupefacientes era habitual en cada rincón siendo incluso tapadera de la mafia. JungKook conocía a uno de los hijos del viejo jefe. Solían ir al instituto juntos y lo había entrenado en el gimnasio un par de veces, contaba con que pudiera ayudarlo o al menos decirle algo que le sirviera.

Se miraron con Namjoon una vez más. Antes de llegar habían hablado de mantenerse alerta y juntos por si las dudas. Bajaron del auto y caminaron directamente hacia la puerta custodiado por un guardia de cuestionable imagen. El hecho de que sea alto y corpulento ayudaba a intimidar a cualquiera que quisiera propasarse. Este apenas reparó en ellos, abrió la puerta haciendo que algunos se quejaran.

—¿Habías venido alguna vez? —murmuró Namjoon elevando la voz mirando a su espalda mientras ingresaban.

—No, jamás.

—Pues el campeón es bienvenido en cualquier sitio.

Se detuvieron ante la presencia del dueño, sonriente y de brazos abiertos. Era alto, delgado pero de buenos músculos. Iba con camisa blanca de botones y pantalón plisado verde oscuro. Totalmente distinto de la cutre imagen del interior y su gente asidua.

—Él es Lee SeokMin —presentó JungKook a su primo.

—Dime DK.

—Kim Namjoon.

Se dieron un suave apretón de manos. Parecía alguien amable, pero esa conducta no les daba suficiente confianza.

—Lo sé, has hecho un gran trabajo cuidando de nuestro campeón —rodeó el hombro del pelinegro con su brazo dando un par de golpecitos— nos has traído muchas alegrías, las apuestas suben cuando se trata de ti y el dinero cae como flores de cerezo en mayo.

Los primos se miraron por segundos, incómodos. DK los llevó hacia el área vip, invitándolos a sentarse en unos sillones blancos que se coloreaban gracias a las luces de colores. Había más gente en esa parte del antro, gente de traje que disfrutaba de mujeres en poca y corta tela, bebidas costosas y lo que Namjoon supuso cocaína preparándose sobre una superficie de vidrio. Estaba nervioso, queriendo correr de ahí con JungKook porque todo gritaba peligro.

—Lo que quieran para ustedes, mujeres, el mejor whisky —se sentó al lado de JungKook— otra apetencia, lo que sea por el campeón de Busan.

—Gracias DK, pero la realidad es que vengo por otra cosa.

—Dime.

—Mi hermano menor —no perdería tiempo, y menos sintiéndose inquieto con las manos de una desconocida que le tocó el pecho susurrándole subidas palabras de tono al oído. Se la quitó con amabilidad y DK con un chasquido de dedos la echó— no sabemos nada de él, ha estado desaparecido en todo el día y su teléfono fue encontrado cerca del territorio de tu padre —tragó, no se fiaba de la sonrisa ladina del otro— ¿puede que sepas algo?

—Tu dongsaeng está probando algo ilegal —fue sarcástico y JungKook sonrió apenas siguiéndole la corriente.

—Yo pensaba más en… —hizo una pausa, mirando su alrededor unos segundos y bebiendo un trago del vaso de whisky que DK les había servido para decir— mi padre tal vez.

JungKook no quería admitir que su padre tal vez tuviera que ver.

—Tu padre nos ha traído muchos problemas —la seriedad en el rostro fue notorio— le gusta meterse en dónde no debe.

—¿Qué sabes? —preguntó, manteniendo la compostura, no demostrando su temor ni nervios— me la debes por los viejos tiempos.

DK sonrió, golpeando su espalda suavemente. Se levantó, terminando de beber todo el contenido de su vaso y mirando con lascivia a una de las mujeres que pasaba por su lado, dijo.

—Dame unos segundos, tal vez sepa algo —y añadió con seriedad— tengo que advertirte que la policía no debe estar involucrada, ¿no?

JungKook asintió.

—Solo quiero saber dónde esta DaeHo, sino tiene nada que ver con ustedes me iré.

—¿Y si se trata de tu padre?

También se levantó, haciéndole frente, eran de la misma estatura.

—Ya te dije lo que me interesa, ¿puedes hacerlo o no?

DK admiraba las pelotas del boxeador por presentarse en un lugar como ese. Limpió una pelusa inexistente del hoodie del pelinegro sonriendo y le pidió que esperara unos minutos.

—Espero que esto valga la pena —musitó Namjoon, moviendo su pierna nervioso al ver a unos metros la escabrosa escena de un viejo esnifando de la pequeña mesa frente a él un polvo blanco mientras tenía muy ocupada a una mujer entre las piernas.

Pasaron varios minutos cuando un hombre de traje les pidió a ambos que lo siguieran. El ensordecedor ruido de la música comenzó a ahogarse mientras avanzaban por un largo pasillo con escasa iluminación. Nerviosos y mirándose un par de veces llegaron hasta una puerta la cual la abrió el sujeto que los escoltó indicándoles que pasarán. Dentro el ambiente no era tan diferente que afuera. Excepto por que había poca gente y nada de musica. JungKook distinguió al hombre canoso detrás del escritorio. Era Lee YoungSeok uno de los mafiosos más conocidos y peligrosos en toda Busan y porque no del país entero.

Su fama de narcotraficante lo volvía el más buscado en toda Asia. Tanto así que era casi imposible atraparlo teniendo de su lado a gente corrupta de la policía y el gobierno mismo.

—Jeon JungKook —este se levantó, rodeando el mueble para colocarse frente a los dos— que gusto tener al campeón en nuestro club.

—Aun no soy el campeón.

—Para mí lo eres —sonrió, colocando sus manos detrás de su espalda— y estaremos apoyándote cuando se dé la pelea con Wonho. Un hombre que decidió venderse a otro país no merece nuestro respeto.

—Uno debe hacer lo que debe para conseguir el éxito.

El hombre rio, divertido.

—Me gusta como piensas, muchacho.

Una señal a su hijo y este con un chasquido hizo que la habitación quedará vacía, solo ellos cuatro y dos hombres de resguardo. El mayor volvió a tomar asiento, imponiéndose. Su hijo le había explicado con antelación el porqué de la visita.

—DK me contó que buscas a tu pequeño hermano —entre su índice y medio sostuvo un puro encendido— la juventud de ahora está descarrilada, espero sepas colocarle límites al pequeño, tu padre carece de disciplina.

—¿Sabe algo de ellos?

La mirada que el mayor compartió con su hijo metros más alejado le dijo a JungKook que ellos sabían perfectamente el paradero de su familia.

—Tu padre vino a mí pidiendo dinero, mucho. Cómo sabes no me gusta confiar en cualquiera, el negocio no rendiría si metiera a cualquiera en esto y menos a un borracho irresponsable —si la idea era provocarlo, no lo obtendría, JungKook sabía controlarse. Además, lo que había dicho no estaba tan lejos de la realidad— le dije que no, quiso ponerse listo y le di un pequeño aviso. Unos golpes.

Para ellos era algo normal, para los otros solo causaba más nervios.

—¿Sabe o no sabe? Lo siento, pero la paciencia en estos momentos no es mi fuerte.

—Lo entiendo muchacho —bebió de su vaso antes de decirle— como te decía, tu padre no aceptó el no y fue con el bando contrario —eso al pelinegro no le gustó— a diferencia mía, ellos se dedican a traficar personas. No es tan difícil de deducir que hizo por un poco de dinero.

JungHee, a su mente vino su hermano gemelo y el estado en que se encontraba justo ahora. Encerrado en un psiquiátrico de máxima seguridad. Su pecho pesado por las cientos de emociones parecían querer ahogarlo. No podía ser cierto que una vez más su padre haría lo mismo. No era justo que arruinara la vida de un adolescente de diecisiete años, porque a diferencia de JungHee que tenía cinco cuando lo arrebataron de los brazos de su madre, DaeHo tenía consciencia de su alrededor y era demasiado inocente como para vivir en un cruel mundo.

—Sabe que debo hablarle a la policía —procuró que su voz sonara firme. El nudo en su garganta ardía demasiado. YounSeok sonrió de lado, malévolo. Meneando el vaso en su mano.

—Por mí hazlo, me ayudarías en desmantelar al enemigo, te estaría muy agradecido, muchacho.

Volteó, decidido a llamar a la policía pero antes se detuvo con la mano en la perilla de la puerta escuchando la voz del viejo decirle.

—Supongo que no debo advertirles lo que ya saben.

—Jamás vinieron aquí —finalizó DK con una sonrisa maliciosa.

Asintió. Él sabía lo que le convenía y eso era no ponerse detrás el odio y la persecución de esa gente. Salieron rápidamente del antro, se subieron al auto y a toda velocidad volvieron hacia la civilización dónde podrían estar un poco más seguros. JungKook se aseguraría de llamar a la policía y contarles lo que obtuvo alterando un poco la ubicación del informante. Solo esperaba que todo saliera bien y está vez, el final fuera diferente.

La puerta del apartamento se abrió. SunMi fue la primera en levantarse del sillón alertando a Sunny de la llegada de JungKook con DaeHo. Apenas madre e hijo se reencontraron se abrazaron fuerte, entre lloriqueos. El chico parecía encontrarse bien, temblaba de pies a cabeza, tenía un pequeño corte en su labio inferior y un hematoma en su mejilla izquierda. Luego reparó en el pelinegro, alejado, con la mirada perdida. SunMi parecía querer llamar su atención pero no logrando nada.

—¿Qué pasó? ¿JungKook estás bien?

Este asintió, apenas. Sus ojos se colmaron de lágrimas y la SunMi sujetándolo del brazo y mano lo llevó al sofá de la sala donde tomaron asiento. DaeHo se separó de su madre sentándose al lado de su hermano y lo abrazó siendo correspondido.

—Lo siento, hyung. —sollozó. JungKook lo apretó contra su pecho y ahí se quedaron.

—¿Qué pasó? Pueden explicarme.

JungKook dejo un beso en la cabeza de su hermano. Se levantó llevando a su madrastra a dónde estuvo sentado segundos atrás, suspiró acuclillándose frente a ella y sin soltarle las manos debió explicarle que al fin estaban a salvó.

Capítulo necesario para dar paso al siguiente.

Perdón por la tardanza. Espero tengan un hermoso finde. Cuidense mucho. Se les quiere. 🥰💕

💟💟💟

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