O3
( CAPÍTULO TRES )
la verdad del todo
DESPUÉS DE QUE BOBBY TERMINÓ
de lidiar con las heridas de Talia, ella le pidió al hombre algunas vendas, alcohol y algodón para cuidar de los rasguños en su tobillo. El hombre cooperó y le dió lo que necesitaba.
Estaban de vuelta en el frío de la noche, las luces colgantes yacían apagadas y la mayoría de gente estaba ya en sus casas.
"Entonces. . . Dina, eh. . . ¿dónde dormiré?" Pregunta Talia, rascando su nuca.
"Mmh. . . duerme conmigo hoy, mañana podremos buscarte otro lugar para vivir", Dina responde y luego hace una pausa. Una sonrisa ensancha sus labios. "No me creo que vivirás aquí. . . ¡no me creo que estés viva, joder!"
Talia se carcajeó. "Lo sé. Yo tampoco me lo creo, te lo aseguro".
"Vale, vamos".
Dina la condujo hacia donde vivía. Era una gran casa, y al entrar no era más que un montón de habitaciones. Como un motel.
Las hermanas subieron un piso y se adentraron en la primera habitación a la derecha. Dina la mantenía ordenada. Había una cama mediana, un sofá y un pequeño estéreo sobre una mesa de café. También una puerta que daba a un pequeño baño y al lado de la cama se encontraba una cocina de escaso tamaño. Estaba bien. Era el apocalipsis, después de todo.
"No es mucho, claro, pero es lo que hay. Es suficiente para mí", dice Dina, encogiéndose de hombros.
"A mí me gusta". Talia se despoja de su cazadora verde y se adentra en el baño. Saca de su mochila los objetos necesarios para curar su última herida y se sube el pantalón, ojeando los asquerosos rasguños. Iba a dejar una marca.
Talia moja el algodón y empieza a desinfectar la herida, siseando de vez en cuando. Puede escuchar movimiento en la habitación por parte de Dina. Entonces, ve de reojo la figura de su hermana apoyarse en el marco de la puerta, mirándola. Pasan algunos segundos antes de que soltara palabra.
"Sabes. . . tenemos que hablar.- dice la menor, moviendo un pie de arriba a abajo.
"Lo sé", Talia termina de desinfectar y empieza a vendar su tobillo, tomándose las cosas con calma.
"Pues no sé cuándo tengas planeado hacerlo, pero. . . yo ya no puedo aguantar más. No puedo esperar hasta mañana", siguió Dina con una gota de tristeza y nerviosismo en la voz.
Talia se sintió horriblemente. Ella suelta un suspiro y termina de hacer lo suyo. Guarda el restante de alcohol y vendas en su mochila y mira fijamente a su hermana.
"Está bien. De todas formas, no pensaba esperar".
Talia toma su mochila y ellas van de vuelta a la habitación. La mayor suelta la mochila en una esquina y se deja caer en la cama, soltando un gruñido. A su lado, Dina se sienta con lentitud y la mira, esperando la primera palabra.
"Vale, ¿cómo empiezo?" Murmura Talia para sí misma, observando sus pies descalzos por unos segundos. Luego, ella mira a su hermana menor. "Prométeme, Dina, que tendrás la mente abierta". Su tono era más serio que nunca.
¿De verdad estaban preparadas para aquella conversación?
Realmente no importaba, pues la iban a tener sí o sí.
"Te aseguro que tengo la mente abierta desde que vi a mi hermana, que pensé que había sido convertida, frente a mí". Responde Dina, entrecerrando los ojos.
Talia inhala hondo. "La cosa es que. . . sí me convirtieron, de cierta forma".
Dina no responde, sólo la mira con el ceño fruncido. Era obvio que no entendía nada.
"Maldición, mostrarte será mejor. . ." Talia se levanta el pantalón, la misma pierna en la que tenía los arañazos; la izquierda. Los ojos de Dina siguen sus movimientos, y cuando Talia alza el pie, se ensanchan.
Una mordida, de un color menos intenso que el que seguramente en su día había tenido, se encontraba en toda su gloria en el tobillo de Talia. La forma irregular que tenía atestiguaba las señales del violento ataque — por los bordes, algunas venas se ramificaban como rayos, cortas y finas, casi imperceptibles. La mordida estaba muy apagada, pero era notable aún así.
Dina se tapa la boca con las manos y Talia vuelve a bajar el ruedo de su pantalón, sintiéndose expuesta y nerviosa. No podía siquiera mirar a su hermana pues estaba tan avergonzada y repugnada de sí misma.
"¡¿Eres inmune?!" Le pregunta Dina, con los ojos como platos.
"¡No! No, bueno, sí. . . quizá, de cierta forma. . . no lo sé. . ." Talia aprieta los puños. "Sé que es asqueroso, pero no puedo hacer nada", ella suelta un suspiro. "Ya está hecho".
Dina se había quedado callada y eso inquietaba a Talia. Pensaba que la iba a rechazar, que la iba a sacar a patadas de su habitación y de Jackson. Que toda su búsqueda había sido en vano pues, quién aceptaría tal aberración.
"¡Por favor, di algo! No te quedes así", suplica la pelinegra, juntando sus cejas.
"... ¿Eso es todo?" Dina murmura. Talia la mira, sorprendida.
"Bueno. . . en lo que respecta al aspecto físico, sí. . . pero falta más". Ella replica, tranquilizada al ver que Dina no reaccionó con rechazo o miedo. Solo sorpresa.
"Continúa, entonces".
Talia toma aire.
"Pues, eso salió de, ya sabes, la mordida de aquel día".
Dina asiente con la cabeza, comprendiendo.
"Después de que te fuiste, me quedé esperando mi conversión. . . yo. . . fui muy cobarde. No me pude pegar un puto tiro. Al contrario, elegí convertirme en un jodido monstruo". Talia pausa, intentando recuperar la compostura. Ella respira profundo un par de veces.
» Dos días pasaron, estaba al borde de la muerte, había dejado de comer, me resigné a lo que venía. Pero. . . nunca me convertí en el típico infectado. Sino en otra cosa. No sé explicarlo, es. . . repugnante. Yo. . ."
Dina le acaricia la espalda, el tacto era reconfortante. Talia asiente con la cabeza y se forza a continuar.
"De pronto. . . sentí una sed desesperante. Me ardía la garganta y en mi estómago. . . parecía haberse abierto un agujero negro. Pensé que era parte de la conversión. Logré levantarme y verme en el espejo de la habitación. No parecía un infectado normal, tampoco parecía yo misma, sino. . . algo extraño. Trataré de. . . describirlo". Talia ladea la cabeza y hace algunos gestos con la mano.
» Mgh. . . vale, pues, tenía venas, grandes y largas, verdes y moradas que resaltaban y recorrían toda mi cara, estaba pálida, realmente pálida y mis pupilas se habían dilatado mucho. Me llegó el olor de la sangre aún fresca de un corredor tirado al lado mío. Lo había matado apenas una hora antes con las pocas balas que me quedaban. No sé qué me pasó, Dina, te lo juro que no. . . yo. . . yo no quería hacerlo. No quería. . .
Talia toma aire profundamente, en un intento de darse fuerzas para continuar, pero sentía un gran pesar en el pecho cada vez que abría la boca para pronunciar alguna palabra.
"Tranquila. . . está bien, Talia. No te juzgaré. . ." Le anima Dina, hablando con la voz más suave que había escuchado. Talia asiente con la cabeza.
"No seas patética. Termina ya." Se reprende mentalmente.
"¿Recuerdas. . . recuerdas aquella película que vimos hace tiempo, Dina? Esa ridícula mierda de vampiros y hombres lobo?"
Dina frunce el ceño, sin entender qué tenía que ver eso con la conversación. Talia la dejó pensar. Pronto, la mueca de confusión de la menor se convierte en una de comprensión. Había dado en el clavo.
"Oh. . . Talia".
La mencionada se vió sorprendida al ser envuelta en un cálido abrazo por parte de su hermana menor. No reaccionó, sólo se dejó ser abrazada, con gratitud.
"¿No tienes miedo? ¿No me odias?" Preguntó, dudosa, con los ojos desorbitados.
"Tonta. . . ¿cómo podría? No has hecho nada malo".
"Deberías. Y si darse un banquete con la sangre de un muerto no es algo malo, pues no sé qué lo es".
Talia recibe un fuerte golpe en el hombro por parte de Dina, que frunce el ceño. Ella suelta un quejido.
"Tú no elegiste esto, Talia. Sé qué haces lo que puedes, lo que necesitas, nada más. No quiero escuchar otra cosa, o me atrevo a ignorarte por un mes".
Talia pone los ojos en blanco. "Agh, deja de amenazarme. Apenas te encuentro y ya me quieres dejar. En serio no me amas", Talia intenta aligerar el ambiente.
"Ja, ja". Dina hace una cara extraña. "En fin, sigue contando cómo. . . cómo funciona todo eso. ¿Qué eres, una infectada, una humana o Edward Cullen?"
Talia sonríe levemente, divertida. "No lo sé. Sabes, los infectados se alimentan de la sangre y la carne. De humanos y de animales. Para mí, la sangre basta. Y solamente de animales, así lo he decidido. Me hace sentir asquerosa pensar en hacerle eso a otra persona. Y, uh, cuando paso mucho tiempo sin consumir aquello. . . me pongo como aquel día. Lo cual, no puedo dejar que pase pues me descubrirían. También necesito comida normal para sobrevivir, de cierta forma sigo siendo humana".
"Ah. . . ¿y tienes poderes sobrenaturales?" Pregunta Dina, interesada.
Talia chasquea la lengua. "Dina, esto es en serio. No es algo precisamente bueno como para emocionarse", le reprocha. "Pero. . . desafortunadamente no tengo. Aunque sí tengo dientes fuertes. Me permite. . . ya sabes. Me han golpeado incontables veces en la boca y nunca se me ha salido un diente. También, he notado que tengo resistencia alta. Hoy corrí durante una hora y algo más. Por eso siento como si me ha atropellado un puto camión".
"Oh, pero eso es genial".
"Quizá, no lo sé, esto es una maldición. . ." Talia deja salir un bostezo. Debía ser realmente tarde, y estaba exhausta. "Venga ya, a dormir".
Ella se levanta de la cama y se estira un poco, posteriormente empieza a sacar todos sus cuchillos y navajas de las diferentes partes de sus ropas.
"¿Y eso?" Pregunta Dina, observando con curiosidad la variedad de armas filosas que Talia iba metiendo en una especie de estuche.
"Mis armas. Son lo que uso la mayoría del tiempo". Aún así recibió un sonido de confusión por parte de su hermana. "Te explico después".
Talia se despoja de su pantalón y camiseta. Rebusca en su mochila una camisa holgada para dormir y se viste con ella. Dina no se había movido de la cama, incluso se había acomodado y cubierto con la manta.
La pelinegra agarra el estuche de cuchillos y lo mete debajo de su almohada, luego se acomoda en la cama y le roba un pedazo de manta a Dina. Esta última apaga la pequeña lámpara que faltaba y una oscuridad relajante las envuelve. Talia se voltea, quedando frente a frente con Dina, y sonríe. Todavía no podía creer que había encontrado a su hermana después de tantos años. Joder, no cabía en sí de felicidad.
"Te ayudaré con todo lo que pueda, Talia. . . cuenta conmigo. . ." Murmura Dina, con los ojos cerrados.
"Oh, Di. . . yo te prometo que nunca más te dejaré. Nunca".
No fue difícil caer dormidas en un par de minutos.
LIVING DEAD
Busqué información sobre qué comían los infectados, y no encontré nada relevante; así que me inventé lo que creo que tendría más sentido lol.
Como se han dado cuenta, la relación de las hermanas será un punto realmente importante en la historia.
Y, ¡lo siento! No se preocupen, de verdad, ya casi viene más de Ellie. La charla que ha tenido Talia con Dina ha sido totalmente obligatoria, así que espero que entiendan que los haga esperar un poco.
¡Gracias por leer!
<3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro