O29
( CAPÍTULO VEINTINUEVE )
un día para recordar
(Ellie con el pelo suelto, de referencia)
ELLA DESCENDIÓ A PASO
tranquilo, con los ojos fijos en las aguas claras y cianitas agitadas lentamente por la suave brisa de primavera. A su alrededor, la hierba se mecía de un lado a otro, y bajo sus pies abrazaba sus zapatos; casi podía sentir su calor a través de la goma. Dejó su mochila en una zona plana del verde suelo, colocó las manos en las caderas y dejó que sus ojos observaran alegremente su entorno. El caluroso sol de la tarde le hacía cosquillas en la piel, pero no le molestaba; no se atrevía a sentir ni un ápice de emoción negativa mientras estaba de pie en aquel trozo de paraíso, contemplando el sol reflejado en los árboles y el brillo cegador que proyectaba sobre la superficie del agua. Sus labios se separaron para dejar salir un suspiro de satisfacción.
"Joder... no tengo palabras", su voz se abrió paso entre el piar de los pájaros.
El sonido de la risa ronca de Ellie le hizo girar la cabeza. "Sí, ya lo veo".
Talia le sonrió, sintiendo, como siempre, que su presencia era un deleite. Su pequeño trozo de cielo en el infierno.
Con una última mirada a su alrededor, se dedicó a crear un lugar dulce para que se relajaran. Metió una mano en su mochila y sacó una tela, ancha y gruesa y llena de minúsculos pelitos, roja como la sangre y cálida como el pecado. La extendió en el suelo, el viento la azotó por un momento mientras estaba en el aire. Ellie, a su lado, puso su arco sobre la manta y algunas botellas de agua que había sacado de su mochila. Talia dejó los recipientes de plástico que contenían los bocadillos que había preparado y algunos frascos propios también.
Se enderezó y se frotó las cálidas manos, completamente encantada con la imagen del día.
"¿Para qué es todo eso?" Preguntó Ellie después de emitir un sonido.
"Para los animales del bosque, claramente", respondió Talia, con la lengua rebosando de sarcasmo. Luego, tras oír a Ellie resoplar, añadió: "Necesitamos poder sentarnos sin que las hormigas se den un festín con nuestros culos. Además, algo de comer nunca viene mal".
"Gracias, no me habría acordado de traer cosas como éstas".
"Ya me lo imaginaba".
"Eso suena muy criticón".
"Porque lo es".
"Realmente te odio".
Talia se vuelve hacia el agua, el sol le da en la cara y arroja un tono dorado sobre su piel blanca. "Ya quisieras", su boca se curva hacia arriba en una sonrisa burlona.
Cuando se despoja de su camiseta y cierra los ojos, siente con detalle el calor abrasador del día golpear su piel descubierta, de una forma casi relajante; su cuerpo se llena de llamas, que por momentos parecían que se iban a apagar debido a la infatigable brisa. Cuando abrió los ojos, éstos viajaron casi al instante hacia los de Ellie, los cuales estaban fijos en ella mientras ésta se quitaba la chaqueta. Talia llevó las manos a los botones de su pantalón corto, el metal se sentía extrañamente frío contra las yemas de sus dedos. Se deslizó los pantalones por las piernas mientras su corazón latía al máximo, como un pesado tambor.
"Joder", el susurro de Ellie la atravesó con un escalofrío. "¿Qué coño llevas puesto?"
Talia bajó la mirada hacia su cuerpo que brillaba a la luz del sol, parcialmente cubierto por la tela negra de encaje de su ropa interior. Sus manos se abrieron y cerraron a sus lados, se sintió expuesta como una presa y sus nervios se pusieron a flor de piel. "Sólo pensé... ¿por qué no? ¿Sabes?"
"Mhm", fue la respuesta de Ellie, mientras se deshacía de su camisa con una media sonrisa.
"Deja de mirarme así", los ojos de Talia se perdieron en el vasto bosque que tenía ante sí, con una sonrisa dibujada en los labios. Era muy hipócrita por su parte exigir eso, cuando ella misma casi había quemado el cuerpo de Ellie con su mirada acalorada.
"Lo siento", respondió Ellie desabrochándose los vaqueros. Talia casi podía oír la sonrisa en su voz.
Sin pedir permiso, los ojos de Talia volaron hacia la chica a su lado. Y, diablos, era nada menos que un espectáculo para los ojos. La observó detenidamente, sintiendo que se quemaba viva; si era por el sol o por la vista, no podía descifrarlo. El tonificado abdomen de Ellie brillaba a la luz del día, en el que se veían pequeñas pecas esparcidas de un lado a otro, a modo de pintura salpicada en un lienzo. Sus brazos, ligeramente musculados, estaban libres y casi pedían rodear algo. De arriba a abajo, Ellie era perfecta a los ojos de Talia.
"¿Disfrutando de la vista?"
"Dios mío, lo sé, lo sé, me has pillado, ¿vale?" Talia ni siquiera intentó ocultar su escrutinio ni su sonrisa, pues sabía que sus esfuerzos serían en vano.
Ellie se rió. "Entonces, ¿estás lista?"
Talia asintió un poco distraída, perdiéndose en la sensación de sus dedos tocando sus calcetines habituales. Siempre los usaba; eran gruesos, de lana blanca, que en todo momento ocultaban su mordida de miradas indiscretas y, a menudo, de sí misma. Había desechado el calcetín derecho, y sus manos se dirigieron ahora al izquierdo: sintió que los dedos se le entumecían un poco. Pero lo consiguió, no quería hacer esperar a Ellie durante mucho tiempo.
Se giró para mirarla y agitó un poco las manos, intentando que le salieran algunas palabras. "Así que, esta es mi mordida".
Los ojos verdes de Ellie se desviaron hacia su tobillo, y luego volvieron a su rostro. "¿Puedo ver?"
"Es justo".
Ellie se acercó y se agachó, agarrándole el tobillo izquierdo con suavidad. Talia le miró la cara con mucha atención desde arriba, de tal manera que cualquier cambio negativo en su estado de ánimo pudiera ser notado. Sin embargo, nunca se produjo.
"Es pequeña", dijo Ellie, pasando sus dedos por ella muy suavemente, como si a Talia fuera a dolerle. No lo hizo: sólo sintió una pequeña sensación de hormigueo.
Efectivamente era algo pequeño, tan pequeño que casi se podía pensar que era ridículo, pero para Talia lo era todo; lo había cambiado todo.
"Conseguí arrancar al infectado antes de que causara un daño mayor. Sólo llegó a clavar como cuatro de sus dientes. Y al igual que la tuya, con la progresión del tiempo se ha recogido bastante".
Ellie se levantó entonces, con una ligera sonrisa adornando su rostro. "La mía no es tan genial".
Talia negó con la cabeza y se acercó al borde; no podía creer que Ellie hablara en serio. Aunque, al reflexionar sobre ello mientras miraba el agua moviéndose suavemente, supuso que Ellie era, en efecto, la única persona que podía entenderla, la única cuya vida se parecía un poco a la suya, así que quizá no estaba mintiendo después de todo. La conclusión tenía sentido y la satisfacía mucho.
El sonido de la cuidadosa corriente del río llenó su cabeza de paz y acalló sus cavilaciones. El sol parecía fortalecerse, si es que eso era una posibilidad concebible.
"Entonces, ¿hacemos esto o qué?" Ella miró a Ellie con el desafío escrito en la cara, levantando las cejas.
"Claro que sí".
"Bueno— Ellie, espera, mira", la voz de Talia adoptó un repentino tono de urgencia que resultaba escalofriante, sus ojos, empañados por un terror no expresado, se abrieron de par en par al ver algo lejano en el bosque de enfrente.
La voz de Ellie llegó con un tono de preocupación, "¿qué?". Mientras giraba la cabeza al instante.
"¿Qué diablos es eso?"
"No veo. . ."
Ellie apenas tuvo la oportunidad de tomar un respiro antes de estar maldiciendo y cayendo. Se estrelló con un fuerte chapoteo en el agua, la espuma resultante del golpe roció ligeramente la cara de Talia mientras ella se carcajeaba, sosteniendo su vientre con una mano y golpeando su muslo con otra.
"No me lo puedo creer, joder", gritó Ellie desde abajo con lo que parecía una voz malhumorada; aunque sonreía.
Talia trató de evitar que las risas siguieran estallando, en vano. "Yo. . ." Su pecho bullía de alegría. "Eres un blanco tan fácil".
Ellie sacudió la cabeza mientras sonreía de lado, de una manera que hizo a Talia sentir como si sus entrañas se derretían. Entonces, hizo un movimiento con las manos. "Ven aquí".
"¿Es muy profundo?"
"No".
Talia asintió y se apartó el pelo de la cara, dando unos pasos hacia atrás, con los pies hormigueando por la sensación del musgo bajo ellos. Respiró hondo, corrió y saltó desde el borde, cayendo al agua con las piernas enroscadas. El río la abrazó como un gigante de hielo, no era muy profundo en verdad. Salió de las heladas aguas y se pasó las manos por la cara, emitiendo un sonido.
"¡Joder, qué frío!"
"Sólo tienes que acostumbrarte". Ellie se acercó a ella, "pero puedo calentarte si lo necesitas".
Talia salpicó una gran cantidad de agua en la cara de la otra chica, sonriendo ampliamente. Ellie soltó una risa baja y correspondió a sus ataques, girando la cabeza.
"Muy bien, muy bien, hagamos una tregua", se rindió Talia tras un momento de duros golpes de agua, levantando las palmas.
"Eres tan débil".
"Cállate".
Talia observó atentamente su entorno. Miró el fondo del río con ojos maravillados; estaba cargado por todas partes de piedras: grandes y pequeñas, de colores apagados y otras más vibrantes, sobre las que se posaban sus pies, moviéndose torpemente. La verdad es que el frescor del agua empezaba a ser satisfactorio, entrelazando su naturaleza frígida con la ardiente del sol.
"¿Te apetece una carrera hasta esa gran roca de allí? Sólo si no te importa perder, por supuesto", habló Talia, señalando la meta, su superficie brillante y pétrea.
Ellie giró la cabeza y volvió a mirarla. "Hagámoslo".
Así, en aquel pedacito de paraíso donde sólo ellas existían, se enfrascaron en innumerables carreras y juegos de persecución, como si volvieran a ser nada más que jóvenes, sin el peso del mundo sobre sus hombros, desprendiéndose de sus problemas y sembrando nuevos momentos para recordar con una sonrisa. Nadaban con pintorescos pececitos, en la tranquilidad de la tarde, que sólo se rompía con el sonido de sus risas y el chasquido de sus labios cuando se besaban con fervor.
Para cuando su juego cesó, el sol estaba más alto en el cielo, mirándolas desde detrás del muro de nubes. Las chicas se dirigieron a una roca medio sumergida en el agua, con el pecho subiendo y bajando mientras se sentaban una al lado de la otra. Talia observó a los peces abrirse paso alegremente entre sus piernas. Sus ojos volvieron a dirigirse a Ellie, cuyo pelo corto estaba empapado y chorreando, oscurecido por la humedad, contrastando fuertemente con su tez pálida. Talia se acercó a ella, hasta que sus hombros mojados se tocaron, y sujetó un trozo de aquel pelo castaño. Lo acomodó con ternura tras la oreja de Ellie, como tanto adoraba hacer, de una manera tan gentil que esperaba que pudiera transmitir hasta sus sentimientos más profundos. Ellie le obsequió una suave sonrisa y sus ojos verdes se desviaron hasta su brazo. Ella agarró su muñeca gentilmente, y con su pulgar rozó el pequeño símbolo tatuado ahí con tinta negra.
"Nunca te pregunté por tu tatuaje. ¿Qué significa?"
Talia siguió la dirección de sus ojos y se mordió el interior de la mejilla. "Es un símbolo chai", una sonrisa revoloteó en su rostro. "Significa 'vida'. . . 'vivo' ".
"¿Por qué?"
"Supongo que necesito algo que me recuerde que. . . hay una parte de mí que sigue siendo yo. Que aún respira y es consciente, que no soy sólo miseria".
"No eres sólo miseria".
"A veces me cuesta recordarlo".
"Ni siquiera cuando asesinas, no lo eres".
Talia observó cómo algunas gotas de agua resbalaban por sus piernas como gusanos y, tras un suspiro abatido, dijo: "Ellie, aquel día. . . quise matarte. Lo hice. Quería matarlos a todos, a todos los que me rodeaban". No quería hablar de asuntos tan desgraciados, ¿por qué lo hacía?
"Pero no lo hiciste".
"Porque tenía suficiente gente con la que deleitarme, y eso me permitía distraerme".
"Sabes que esa no fue la única razón. Estabas ahí. Pude verlo", Ellie habló con tal seguridad que hizo que Talia reflexionara durante un minuto, en silencio y con dudas.
". . . Tal vez", susurró después de un momento, durante el cual rodeó sus pensamientos con una mirada ausente. "Pero el pequeño trozo de conciencia que me quedaba se esfumaba con cada segundo que pasaba en hambruna. Si hubiera durado un poco más sin alimento, no sé qué habría hecho. Ya he estado en esa situación, perdiendo el control por completo. No es bueno".
La mano fría y húmeda de Ellie buscó la suya. "Nunca dejas que llegue tan lejos. Lo intentas".
"Tengo. . . tengo miedo de descuidarme y no poder volver nunca. . .", admitió después de respirar profundamente y de forma temblorosa. "Tengo miedo de perderme". Era una perspectiva tan aterradora de contemplar, la pérdida de sí misma que se sentía tan inminente.
"No", respondió Ellie, mirando hacia el río extendiéndose hasta la lejanía. "Creo que eres mucho más jodidamente fuerte que eso".
Talia levantó la vista, sintiéndose extrañamente serena. Sentía un cierto peso en el pecho, como el que siempre conlleva un tema así, pero descubrió que no la dejaba tan sin aliento como siempre. No allí, no con Ellie, con su mano sobre la suya. Sacudió la cabeza y sintió que una débil sonrisa se abría paso en su rostro, y salpicó un poco de agua en la cara de la otra chica, "¿de dónde viene toda esta positividad?".
Ellie rió y se pasó una mano por la cara. "Sólo digo la verdad".
"Ven", Talia se levantó y volvió a meterse en el agua, llevando a Ellie de la mano. "Ahora háblame de tu tatuaje. ¿Por qué una polilla?"
Ellie pareció ordenar sus pensamientos por un momento, frunciendo ligeramente los labios y mirando fijamente al agua. Luego, dijo por fin;—
"Supongo que representa. . . la relación que tengo con Joel a mi antigua vida".
"¿Mhm?"
"La polilla está grabada en mi guitarra, un regalo de Joel".
"Lo sé", Talia pasó sus manos por el agua, los sonidos eran relajantes. "¿Te arrepientes?"
"No", Ellie negó lentamente con la cabeza. "No ahora, al menos".
Mantuvieron una charla tranquila durante un rato, y de alguna manera salió a relucir el tema de su inmunidad.
"¿También pensaste que podías infectar a la gente?" Preguntó Ellie.
"Oh", Talia hizo un movimiento con las manos. "¡Todo el puto tiempo! La pasé tan mal. Solía pensar que si estornudaba sobre ellos se convertirían".
Las chicas se rieron tanto que les empezó a doler la mandíbula.
"¿Cómo lo superaste?" Inquirió Ellie después de que se apagaran las risas.
"Supongo que hice algunas cosas -accidentalmente- que demostraron que no podía contagiar a los demás. Como besar a alguien".
El agua hizo pequeñas ondas mientras Talia se acercaba a Ellie. Cuando sus cuerpos apenas estaban separados por un escaso centímetro, dijo, con voz baja y sedosa: "¿Y sabes lo que realmente quiero ahora mismo?". Sus dedos se deslizaron por el brazo de Ellie con una lentitud tortuosa.
Los cavernosos ojos verdes de Ellie se desviaron hacia los dedos de Talia en su piel sólo por un momento, y luego volvieron a su rostro, escudriñando sus rasgos. "¿Qué?" Respondió, fingiendo ignorancia, pero con la boca ligeramente abierta en señal de anticipación.
La respiración de Talia se volvió superficial cuando su mano se posó por fin en el cuello de Ellie. Su lengua recorrió sus labios, humedeciéndolos. "Quiero besarte".
"¿Qué te lo impide?" La voz de Ellie era ronca y grave mientras inclinaba la cabeza y se acercaba ligeramente hacia ella.
Talia sintió que una sonrisa estiraba sus labios y, lentamente, comenzó a romper la escasa distancia que las separaba. Ellie intentó unir rápidamente sus labios, pero Talia le puso una mano en el pecho y la detuvo, chasqueando la lengua. Ellie frunció un poco las cejas, con la necesidad plasmada en su rostro, carnal e intensa. Los labios húmedos de ambas se rozaban, y los dedos fríos de Ellie subían con cuidado por su espalda.
"Ten paciencia. . ." Talia había susurrado, sus labios moviéndose contra los de Ellie en una sensación cosquillosa que le producía escalofríos.
"Joder. . ."
El creciente y formidable calor de sus cuerpos estaba sobre ellas como una manta, sus pieles goteaban deseo y agua. Finalmente, Talia unió sus labios con los de Ellie, con tanta suavidad que se sintió como un par de plumas tocándose. Sus ojos se cerraron y sus sentidos se agudizaron. Talia rodeó el cuello de Ellie con los brazos y sintió cómo las manos de la chica se deslizaban alrededor de su cintura, sosteniéndola lo más cerca posible; su cercanía nunca parecía ser suficiente.
Los movimientos de ambas eran lentos y tiernos, rebosantes de cariño y sentimientos no expresados, sus manos recorrían sus pieles con tanta delicadeza, como si temieran romperse mutuamente. Sus besos eran meros roces de sus labios; los unían y los separaban, y luego repetían, inclinando sus cabezas hacia la dirección opuesta. El cuerpo de Talia se sentía difuso por la emoción, su mano en el pelo de Ellie parecía hormiguear mientras lo acariciaba con cariño.
Los labios de Ellie eran suaves contra los suyos, y se separaron ligeramente para dejar que su cálida lengua se deslizara en ellos; podía saborear el tenue dulzor del agua en su boca, y sentir la aspereza de su lengua rozando deliciosamente la suya. Las caricias de Ellie en su espalda eran agradables, sus dedos fríos subían y bajaban por su piel, provocando sonidos ahogados en ella. Entonces, los latidos de sus corazones se aceleraron, golpeando contra sus pechos salvajemente, mientras el beso se hacía más profundo. La lengua de Talia rodeó la de Ellie mientras ésta acunaba su rostro. Al cabo de unos segundos, se apartaron ligeramente para tomar aire, con las frentes aún tocándose. Se miraron a los ojos, notando cada raya de color en sus iris, sintiendo una cantidad abrumadora de ternura y deseo. La mirada de Ellie bajó hasta los labios de Talia, justo cuando ésta inclinó la cabeza y le lamió el labio inferior. Aquello pareció haber despertado algo en la chica de ojos verdes, porque la agarró del rostro y la atrajo de nuevo para besarla: esta vez fue un asunto hambriento y apasionado.
El agua se agitaba y salpicaba mientras se tocaban desesperadamente; sus manos nunca se quedaban quietas por mucho tiempo, y sus bocas bailaban con fuego salvaje mientras respiraban pesadamente.
Las manos de Ellie subieron por la espalda de Talia mientras empezaba a repartir besos húmedos y descuidados en la piel expuesta de su cuello. Todo alrededor de Talia sonaba apagado, sólo podía oír sus propios jadeos mientras echaba la cabeza hacia atrás y separaba los labios, enredando las manos en el pelo de Ellie. Empezaron a retroceder con pasos descuidados y subieron por una roca: mientras ascendían, el agua se deslizó de sus cuerpos con un fuerte chapoteo. De repente, Talia estaba contra la pared rocosa, atrapada por los brazos de Ellie a ambos lados de su cabeza y con los labios hambrientos de la chica en su hombro, bajando por su pecho. Pasó las manos por el pelo empapado de la castaña y luego tiró de ella hacia arriba, besándola una vez más. Los fríos dedos de Ellie atravesaron su espalda y empezaron a tantear los ganchos de su sujetador, y después, con experiencia, a desabrocharlos uno a uno. Cuando sólo faltaba uno, Talia depositó un último beso en la comisura de los labios de Ellie y la detuvo. Inclinándose hacia su oído, murmuró, en un tono que no transmitía más que necesidad:
"Vamos arriba".
No perdieron ni un segundo. Cogidas de la mano, empezaron a subir por unas rocas, hasta que el sol les dio de lleno en la cara y volvieron a estar en la superficie. En cuanto sus pies tocaron la hierba, volvieron a estar encima de la otra, besándose con fervor y caminando torpemente hacia la manta extendida en el suelo. Cayeron sobre ella, riendo, con las piernas enredadas. Sus cuerpos empapados mojaban la tela de abajo, pero no les importaba. Talia, con las mejillas rojas y sonriendo, miró a Ellie debajo de ella y con el dedo índice trazó una línea desde su sien hasta su mandíbula, sintiendo cómo Ellie le acariciaba la espalda. Sus ojos nunca se desconectaron. Un sentimiento profundo y salvaje de gran cariño la sacudió mientras miraba a Ellie: a sus pequeñas pecas; a su pelo castaño esparcido y a su boca medianamente agrietada. Entonces, los labios de Talia se estaban moviendo, sin ningún cuidado en su consentimiento:—
"Creo que te amo, joder", dijo ella, con una voz que sonaba casi sin aliento.
Ellie la miró con una especie de sorpresa. Su rostro se iluminó y sus ojos, en los que parecían haber estallado miles de estrellas, se entrecerraron mientras sonreía, tan ampliamente que Talia sintió que sus entrañas se estremecían. Sólo pudo parpadear antes de que Ellie cerrara la distancia entre ellas y presionara sus labios contra los suyos, de una manera que sólo transmitía una gran reciprocidad de sentimientos.
"Sé mi novia", dijo Ellie cuando se separaron, mirándola fijamente con aquellos ojos verdes.
Talia aspiró un suspiro agudo y se rió: "¿Qué?". Su corazón latía con fuerza.
"Ya me has oído".
"Yo. . . Joder", se inclinó y depositó un picotazo en los labios de Ellie. "Absolutamente. Joder, sí", sus palabras se volvieron confusas e ininteligibles mientras reanudaban sus apasionados besos.
Sus pieles ardían, no podían descifrar si era debido al sol abrasador o a la necesidad de sus cuerpos. Ellie sujetó la cara de Talia con una mano y, con la otra, desabrochó finalmente el último cierre de su sujetador. Talia se enderezó lentamente sobre el regazo de Ellie. Empujándose el pelo por detrás de los hombros, empezó a deslizar los tirantes del sujetador por sus brazos, mientras Ellie la observaba, apoyada en los codos y con una media sonrisa. Talia sintió un pinchazo de vergüenza cuando se deshizo del sujetador. La mano de Ellie subió por su brazo y luego serpenteó alrededor de su cintura, y en un movimiento repentino, estaba encima de Talia, besándola.
"Eres tan hermosa", Ellie dijo entre besos.
La azabache sonrió en medio del beso y exploró la cálida boca de Ellie con avidez, sus dedos encontraron la banda de su sujetador deportivo; se deshicieron de él y lo tiraron a un lado también. La boca de Ellie viajó hasta el lóbulo de su oreja y lo atrapó con sus dientes, suavemente, provocando un suspiro de Talia. Luego, le besó el cuello, a un ritmo lento y húmedo, con sus labios bajando cada vez más. Talia respiraba agitadamente mientras acariciaba el cabello de Ellie, su cuerpo estaba en llamas, sus latidos se aceleraban furiosamente con cada toque y cada beso. Siguió los movimientos de Ellie con la mirada. . . oh, joder. . . su cabeza cayó hacia atrás cuando la chica se llevó un pecho a la boca. La azabache soltó un suave gemido, mirando con ojos lujuriosos cómo la lengua de Ellie lo rodeaba, mientras su mano restante masajeaba su otro pecho. Podía sentir cierta humedad acumulándose en su ropa interior, mientras sus piernas se apretaban y las yemas de sus dedos hormigueaban. Se estaba poniendo cada vez más roja. Ellie sometió su otro pecho a la misma atención y una de sus manos se arrastró por el costado de Talia, donde jugó con el elástico de sus bragas.
Joder— Talia estaba nerviosa, excitada, necesitada y todo lo demás. Sus manos se movían ansiosamente a los lados mientras Ellie esparcía besos cariñosos por su estómago, por sus muslos
—prestando especial atención a sus estrías—. . . y sus dedos se deslizaban hacia arriba y hacia abajo por sus piernas. Talia sintió como si un rayo la hubiera atravesado cuando la mano de Ellie se movió y rozó sus bragas.
Las cejas de Talia se curvaron mientras se apoyaba en los codos, mirando a Ellie. "Quítalas".
Ellie la miró con una especie de picardía, moviendo dos de sus dedos arriba y abajo sobre la tela húmeda de sus bragas. "¿Es una orden?"
Talia no encontró fuerzas para responder, sólo dejó escapar un gemido y echó la cabeza hacia atrás, maldiciendo la sensación.
"¿Eh?"
"No. . . joder. . . yo no. . ." Su voz era aireada y sus palabras casi ininteligibles.
"¿Cómo se dice?"
Talia sintió que un escalofrío la recorría, desde la nuca y hasta la base de la columna vertebral. "Vete a la mierda".
Los movimientos de Ellie se detuvieron.
"¡Joder, por favor! Por favor, por favor".
Ellie sonrió a medias y murmuró algo que ella no pudo entender, luego, de manera lenta, le bajó las bragas. Talia se cubrió la boca con una mano, tan nerviosa y a la vez tan jodidamente necesitada; notó que estaba temblando.
Su última prenda de ropa interior fue arrojada a un lado, y cuando sus ojos conectaron con los de Ellie durante medio segundo, todo lo que pudo ver fue hambre. Esos ojos verdes estaban casi negros de lujuria.
Talia plantó los pies en el suelo y Ellie se colocó entre sus piernas, luego se acercó hacia su cara. Sus ojos se suavizaron y ella besó a Talia, gentilmente, acariciando su mejilla con el pulgar.
Después de separarse, Ellie susurró: "¿Estás segura de que quieres esto?".
Talia se encontraba en medio del infierno, del cielo y de todo lo que había en medio. "No tienes ni idea", le susurró.
Los ojos de Ellie se desviaron hacia abajo, y parecía que estaba viendo oro. Ella se humedeció los labios, su cara bajando hacia la intimidad de Talia hasta que ésta pudo sentir su suave respiración contra su piel descubierta. Entonces, Ellie la lamió. El calor brotó de Talia en olas mientras jadeó, apretando los puños. Después de ver su reacción, Ellie se lanzó de verdad a por ella. Su lengua rodeó, lamió y chupó—, todo mientras una mano masajeaba su pecho y otra recorría su muslo.
Talia no tenía ningún interés en callar; gemía, suspiraba y jadeaba con intensidad, cerrando los ojos mientras mantenía la cabeza de Ellie en su sitio, acariciando su pelo en el proceso. Estaba viendo estrellas; diablos, estaba viendo toda una galaxia.
Ellie se dio un festín con ella, moviendo con pericia su lengua donde Talia más lo necesitaba, besando aquí y allá de forma perversa. . . no tardó en llevar a Talia a su primer orgasmo: su cuerpo se había estremecido y su espalda se había arqueado, mientras sentía el alivio de la liberación recorrerla en intensas oleadas. Pero Ellie estaba lejos de haber terminado.
Talia seguía mareada cuando la lengua de Ellie recorrió sus pliegues. Ella dejó escapar un gemido ahogado, mirando fijamente a la castaña con ojos borrosos. Ellie se apartó y se llevó dos dedos a la boca, humedeciéndolos. Talia se pasó una mano por la frente, temblando de lujuria ante la imagen.
Entonces, los largos dedos de Ellie se deslizaron hacia arriba y hacia abajo entre sus pliegues húmedos, y las caderas de Talia empezaron a moverse solas, buscando más. La de ojos verdes se inclinó para presionar algunos besos en su abdomen, y mientras sus labios descendían, introdujo lentamente un dedo. Talia emitió un sonido agudo y luego se tapó la boca, más roja que nunca. Ellie empezó a mover el dedo, suavemente al principio, mientras ocupaba su boca en morder, besar y dejar marcas en el cuello de Talia, que paseó sus manos por la espalda de Ellie, jadeando cuando sintió otro dedo entrar en ella. Tardó un momento en acostumbrarse a la sensación, pero luego, no sintió más que placer, y dijo, después de besar la mandíbula de Ellie:
"Más rápido, bebé", con un hilo de voz.
Ellie obedeció y aceleró el ritmo, volviendo a descender para reanudar sus servicios con la lengua. Talia maldijo repetidamente, jadeando, su pecho brillante subiendo y bajando intensamente. Dejó escapar un gemido cuando los dedos de la contraria se enroscaron en su interior, tocando aquel punto dulce que la hacía marearse. Talia sintió la cabeza ligera mientras sus manos apartaban el pelo fuera de la cara de Ellie. No podía respirar bien. Y entonces, para empeorar las cosas, el ritmo de Ellie se volvió endiabladamente rápido. Los ojos de Talia se llenaron de lágrimas mientras su cuerpo subía y bajaba. Agarró los hombros de Ellie y tiró de ella hacia arriba, capturando sus labios con pasión. Sus cuerpos calientes, cubiertos de agua y sudor, se presionaron. La azabache repartió pequeños besos en el pálido cuello de la ojiverde, amortiguando los sonidos que salían de su propia boca, y deslizó una mano por su pecho, provocando que soltara un sonido bajo.
Entonces, como si la electricidad empezara a recorrer su cuerpo, Talia sintió que una sensación placentera se acumulaba en la boca de su estómago. Echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos, mientras Ellie movía la mano a un ritmo enloquecedor, sujetando su cintura con la otra y mirándola fijamente con esos ojos verdes llenos de lujuria.
"Joder. . .", gimió Talia, con el placer que sentía plenamente presente en su rostro, mientras presionaba sus uñas en la espalda de Ellie.
Entonces abrió los ojos y miró hacia abajo; una sóla mirada a la mano venosa de Ellie entrando y saliendo de ella fue suficiente conducirla al límite. Su espalda se arqueó y ella dejó escapar intensos sonidos de placer, su cuerpo sufrió ligeros espasmos mientras una ráfaga de sensaciones la sacudía de pies a cabeza. Dejó caer su frente sobre el hombro de Ellie mientras jadeaba. No pudo encontrar la energía para decir una sola palabra, sólo trató de calmarse mientras los dedos de Ellie recorrían suavemente su espalda.
"Tan buena para mí", elogió Ellie con voz aterciopelada mientras llevaba la mano hacia el pómulo de Talia, acariciando tiernamente.
El cumplido la sacudió de adentro hacia afuera. Talia la miró con ojos rebosantes de amor e inclinó la cabeza hacia su tacto, con el pecho subiendo y bajando intensamente.
Pero estaban tan excitadas como agotadas, y después de que ambas recuperaran el aliento, volvieron directamente a sus asuntos. Se negaron a soltar el cuerpo de la otra: las manos de Ellie apretaron su cintura mientras volvían a unir los labios. Los dedos de Talia se deslizaron por el cuerpo de Ellie y encontraron su última prenda de ropa interior. La bajó y la arrojó un lado. Sus bocas se separaron y Ellie le dijo:
"Date la vuelta".
Talia se humedeció los labios mientras Ellie se sentaba. Hizo lo que se le pedía y sintió las manos de Ellie en sus piernas, guiándola hacia una determinada posición en la que sus intimidades chocaban.
Los labios de Talia se separaron y ella giró la cabeza para mirar a Ellie, que tenía aquellas pálidas y delgadas manos en su trasero.
"¿Te apuntas a esto?" Le dijo la chica de ojos verdes, con la voz llena de picardía.
"Oh, joder, sí".
No hace falta decir que a Talia le encantó esa posición. Después, se puso como objetivo complacer a Ellie hasta que se le entumeció la lengua.
( ⚘ )
El crepúsculo se instaló con un fuerte frío. El cielo tenía un bonito tono de azul, y la línea del horizonte estaba pintada de naranja. El montón de estrellas de arriba les parpadeaba y la media luna proyectaba un tono pálido sobre sus cuerpos, que sólo estaban cubiertos parcialmente por una tela gruesa y escarlata.
"Fue horrible", dijo Talia, y luego se metió un trozo de pan en la boca. Le estaba contando a Ellie acerca de su primera vez. Estaban de lado, apoyadas en los codos, cara a cara. "Fue con un tipo. . . Evan. Lo conocí en uno de los muchos campamentos en los que intenté instalarme".
Ellie asintió y escuchó atentamente, sus dedos subiendo y bajando por la cintura de Talia distraídamente.
"Cielos, era tan agradable, tan amable y divertido, pero. . .". Talia se cubrió los ojos con una mano y sacudió la cabeza, sonriendo. "El sexo era tan jodidamente malo".
Ellie dejó escapar una risa baja. "¿Por qué?" Preguntó después de beber un sorbo de zumo.
"Él simplemente. . . parecía no saber lo que estaba haciendo, pero al mismo tiempo era tan increíblemente confiado en sus acciones".
"Qué asco".
"Lo sé", rió Talia. "Ese hijo de puta actuaba como si fuera un dj. ¡No fue agradable!"
Se rieron a carcajadas, cerrando los ojos y disfrutando de la ridícula situación.
"Talia", empezó a decir Ellie, en voz baja, una vez que las risas se apagaron. "Creo que. . . este es el mejor día de mi puta vida".
Talia arqueó las cejas. "¿De toda tu vida? Eso es como. . . enorme".
"Mhm".
"Por suerte para ti. . . yo también siento lo mismo".
"Qué suerte la mía".
Talia le propinó un pequeño golpe y ambas se rieron ligeramente.
"Es refrescante", Ellie frunció un poco las cejas. "Cada vez que estoy contigo siento que por fin puedo respirar".
"Dejas de pensar en lo demás", siguió Talia, en completa comprensión de los sentimientos de la otra chica.
La noche cayó en picado, mientras mantenían acaloradas conversaciones sobre lo que se les ocurría, comiendo y bebiendo. Hablaron de temas profundos, a veces disparatados, y abrieron sus corazones para compartir sus secretos más profundos. Charlaron acerca de actividades cotidianas: música, arte, literatura. . . Talia se mostró especialmente enérgica al contarle a Ellie todo sobre su última lectura, y ésta la escuchó atentamente, dedicándole miradas que derritirían a cualquiera.
Había sido, en esencia y en todo el sentido de la palabra, un día para recordar.
LIVING DEAD
/huye
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