O26
( CAPÍTULO VEINTISÉIS )
el punto de ruptura
EL TIEMPO HABÍA PASADO CON
rapidez. Ya hacían casi cinco días desde lo sucedido el día de la mudanza. Las cosas no iban para nada bien. Con Dina ignorando y evitándola a toda costa, Talia estaba más irritable que nunca. Se había escudado en Lev, pasando cada vez más tiempo junto al chico, haciendo cosas tan ociosas como leer y plantar especias en el jardín hasta otras tan emocionantes como entrenar -esto último siendo lo preferido de Lev-. Y aunque se sentía muy bien con él, aún le dolía el corazón y le hervía la sangre.
Tampoco había visto mucho a Ellie, le sentaba mal estar de tórtolas mientras pasaba todo esto. Era increíble cómo todavía se preocupaba por Dina incluso con el tratamiento de la menor hacia ella. Por suerte, Ellie había entendido cuando le explicó la situación de camino al comedor. De todas maneras no podía dejar de pensar en ella, extrañaba tanto su presencia, su cercanía, sus labios, su voz, absolutamente todo. A veces aquellos pensamientos dominaban su ser por completo, se veía incapaz de alejarlos. Una noche como cualquier otra, demasiado atormentada para dormir, sus pensamientos se desviaron hacia la chica de ojos verdes y se encontró a sí misma deslizando una mano por sus pantalones de algodón. Se fue a dormir todavía sintiendo oleadas de placer atravesándola.
Talia también se había concentrado mucho en los quehaceres de la casa durante ese tiempo, ya había desempacado todo, el lugar estaba completamente organizado y limpio. De igual manera se enfocó en entrenar, como podía probar el árbol en el patio que se había convertido en su blanco. Todo sea para distraerse, para despejar su mente y no tener que pensar en Dina, ni Jesse, ni Joel, ni Abby. En nada de lo que había pasado recientemente.
"Y esto es paprika", Talia le muestra a Lev el polvo rojo candente que reposaba en el tazón. "Nuestro ingrediente principal".
"¿Para eso son los pimientos?"
"Exactamente. ¿Quieres triturar algunos?"
Él se encoge de hombros y asiente con la cabeza. Talia le extiende unos pimientos y él comienza a hacerlos polvo con el mortero. Talia sonríe un poco y sigue troceando los tomates.
Luego de un momento, Lev le muestra el polvo. "Ya".
Talia sonríe ampliamente y palmea su espalda. "Bien hecho". Lev sonríe ligeramente y deja el tazón a un lado.
Observando la tabla de cortar, Talia se da cuenta de algo. Ella palmea su frente mientras niega con la cabeza, la sonrisa borrándose de su cara. "No me jodas. ¿Como pude olvidar eso?"
"¿Qué pasa?"
Talia bufa y posa las manos en sus caderas, un frecuente hábito. "Olvidé la cebolla. Es uno de los ingredientes más importantes..."
Lev mira la encimera por algunos segundos y luego se vuelve hacia Talia. "Yo puedo ir a buscarla".
"No te haré dar esa caminata, Lev".
"Queda cerca", él replica.
Talia ladea la cabeza. "¿Realmente irás?"
Él asiente con la cabeza despreocupadamente.
"Ay, muchísimas gracias, cariño", dice Talia sonriente, inclinándose para abrazar al chico. Luego de unos segundos, ella se aleja y nota la expresión de sorpresa en su cara. "Perdóname, Lev, ¿acaso eso te-"
"No importa", el chico añade rápidamente. "Está bien".
Talia asiente con la cabeza y se erige, portando una brillante sonrisa.
"Pues llegas y hablas con Michael, el hombre muy alto de tez morena que usa unos guantes de goma rojos. Aquí está mi ticket", Talia le explica, extendiéndole el pequeño papel.
Lev asiente y sin esperar más se dirige a la puerta. Allí, sin embargo, se detiene y voltea. "Si me encuentro con Ellie, ¿puedo decirle que venga para el entrenamiento con arco que acordamos?"
Talia abre un poco la boca, indecisa. "Pues. . . yo. . ." Ella observa la hora. Once en punto. ¿Cómo se sentiría Dina?
"¿Entonces?" Lev repite.
Talia se muerde el labio inferior y por su mente pasan un sinfín de cosas. Finalmente el deseo que tenía por ver a Ellie termina ganando.
Pero Dina. . .
Dina no va a morir.
"De acuerdo", ella asiente con la cabeza. "Pasa por su casa y dile que venga a comer. Así aprovechamos y vamos todos a visitar a Tommy, que ya está mejor".
Lev asiente y sale de la casa.
Talia recorre la cocina y procede a recoger lo posible, sintiéndose repentinamente nerviosa. Debido a todo el silencio, su cabeza empieza a maquinar. Mientras friega algunos utensilios, sus pensamientos divagan inconscientemente y se ve incapaz de pararlos. Bufando, simplemente los deja correr.
De repente, Talia escucha pasos y se voltea, encontrándose con Dina, quién se detiene abruptamente en la entrada de la cocina mirándola con ojos muy abiertos. Talia dedujo que había escuchado la puerta de entrada cerrarse y pensó que se había ido. Sin mediar palabra, Dina toma una manzana de un tazón en la encimera y se va por donde vino, dándole un mordisco. Talia tampoco dice nada, pero su ceño se frunce profundamente.
¿Hasta cuándo seguirá con esto?
Sus manos aprietan el plato que sostenía y sus nudillos se tornan blancos. De repente piensa en Abby, y no sabe muy bien por qué. Las pesadillas no habían parado, eran implacables. En el fuego del momento, no le había importado que Abby haya sido salvada, pero ahora el pensar que podría estar viva la hacía sentir increiblemente inútil, como si le hubiera fallado a alguien. Y Jesse. . . muerto, también a manos de Abby. . . No podía con todo ello. Con frecuencia soñaba cosas muy crípticas, pero todas aludían a lo mismo. Veía gente riéndose, lobos, tenía visiones de cosas pasadas, oía el silbido de las flechas y aparecían imágenes intermitentes de Joel, del padre biológico que perdió hace tanto y del adoptivo que la salvó, incluso de su tío, al que extrañaba con tanta agonía. Recientemente las pesadillas habían cambiado y veía a Dina de pequeña, riéndose, luego se ponía furiosa y acababa, de una forma u otra, muerta. Talia solía despertar con una fina capa de sudor cubriendo su piel, respirando agitadamente y con una mano en el corazón, que le latía desenfrenado. Siempre tenía ganas de llorar, se le formaba un pesado nudo en la garganta y las lágrimas picaban en sus ojos. Pero nunca se permitía soltarlas.
Se sentía tan impotente, porque no podía hacer nada, no podía cambiar el pasado. Y eso era lo que más quería. Pasaba mucho tiempo fantaseando sobre una vida diferente y eso sólo la hacía sentir peor. Y la culpa la hundía.
Talia siente las lágrimas nublar sus ojos, y guardando los utensilios con más fuerza de la necesaria, se dirige al otro extremo de la cocina, pero accidentalmente se da un golpe en el dedo meñique con la esquina de una encimera. Sosteniendo su pie, Talia maldice repetidamente, apretando los dientes. Eso la enfureció de una manera extrañamente intensa. Le propina algunos manotazos a la encimera, e incluso cuando el dolor disminuye, no para de hacerlo. Su mano enrojece, pero no se detiene hasta que siente algunas lágrimas deslizarse por sus mejillas. Entonces se desploma en el suelo, sintiéndose demasiado débil para detenerse, el peso de todo ello resultaba imposible de manejar. Se cubre la cara con las manos y sacude la cabeza, intentando, fracasadamente, parar los sollozos que escapan su boca. De repente todo va hacia ella, todas las cosas que había vivido durante esos últimos días se reproducen en su mente. Todas las emociones contenidas desde Seattle simplemente salen a la intemperie.
Estaba exhausta. ¿Acaso no podía tener un descanso? ¿Acaso no podía pasar un día sin aquel peso en sus hombros que tanto odiaba?
Extrañaba tantas cosas, gente. . . Si tan solo hubiera poderlas salvado. . .
Y de repente Lev llama su nombre, y sus delgados brazos la rodean. Talia intenta componerse, pero solo logra soltar algunas palabras.
"Perdóname, Lev. . . Es todo mi culpa. . ." Solloza. "Lo arruiné todo. . ."
Lev no dice nada, solo hunde la cabeza en su cuello y Talia hace lo mismo, apretando la tela de la camiseta del chico entre sus puños.
"Ya no quiero. . . yo. . . Quiero que- que todo esté- quiero que todo esté bien. . ." Dice entrecortadamente. "Debí haber mejorado las cosas. . . No debí dejarla- dejarla ir. . ." Le empezaba a doler la cabeza. "Dina me odia. . ."
"No es verdad", él dice.
"Sí- sí lo es", ella refuta. "Y Ellie. . . Ellie tampoco me querrá cuando- cuando entienda- entienda cómo soy de verdad".
"Todos entendemos, eso no importa", Talia casi puede escuchar el ceño fruncido del chico a través de su voz.
"Claro que lo hace. . . Y tú- tú también me vas a dejar. . . Todos se van a ir pero yo ya no quiero perder a nadie, Lev. . ."
Talia deja salir todo lo que había contenido durante tanto tiempo y sus extremidades se debilitan.
"No quiero perder a nadie. . . No quiero. . . No quiero perder a nadie. . . Es mi culpa. . ." Repite.
Talia de verdad intentaba con todas sus fuerzas detenerse, levantarse y componerse de una vez por todas. Debía ser más fuerte, tenía que ser más fuerte. Pero no podía, por más que tratara, las lágrimas seguían rodando por sus mejillas como una catarata y los sollozos parecían tener vida propia. Entonces, ella siente algo mojado en su cuello y descendiendo por su hombro, y siente el cuerpo de Lev espamear ligeramente, así que se da cuenta de que él había empezado a llorar. Poniendo sus emociones de lado, atrae la cabeza del chico a su pecho, dónde él ahora solloza libremente. Todo aquello le resultaba tan lastímero. Habían pasado tanto tiempo escondiendo sus verdaderos sentimientos y acumulando lágrima tras lágrima, que habían llegado a su punto de ruptura.
"Yo. . . perdí a Yara. . ." Él apenas pudo decir, con la voz pesada.
Talia se mueve de atrás hacia delante, intentando brindar algo de comfort al muchacho. Distraída por la situación de Lev, había logrado apaciguar el recorrido de sus lágrimas, así que ahora se concentra en intentar regular sus respiraciones. Lleva una mano a la espalda del chico y acaricia con gentileza.
Les toma lo que parece una eternidad poder reponerse. Talia se pone en pie y se apoya de la encimera, bajando la cabeza y cerrando los ojos, inhalando y exhalando profundamente. Se sentía mareada y no le gustaba la sensación de sus pestañas mojadas contra sus mejillas. Lev sale al patio, en busca de algo de aire fresco. Talia se lleva una mano a la cabeza y masajea suavemente, haciendo una mueca. Ella abre los ojos y dirige su vista al reloj, llevándose un sobresalto; las once y veinte. Frotándose los ojos, se voltea y abre el grifo, se arroja agua por la cara y luego se agacha a recoger la cebolla que había acabado en el suelo. Sin esperar más tiempo, saca la tabla de cortar y empieza a trocear el vegetal, no sea que sus pensamientos se descontrolen y termine volviéndose un desastre de nuevo.
Luego de unos momentos Lev vuelve a entrar. Talia y él comparten una mirada, silenciosamente prometiendo no decir nada de lo que pasó ese día.
"Lávate la cara", ella le dice con voz débil.
Trabajaron eficazmente y en silencio, un silencio necesario y cómodo. Lograron terminar el almuerzo para las doce y media, justo en el momento que se escuchan unos toques en la puerta. Talia toma una bocanada de aire y, recogiendo su cabello en una coleta, se observa en el espejo, comprobando si aún tenía rastros de lágrimas en la cara. Se veía bien, su nariz estaba un poco roja pero eso era todo. Abriendo y cerrando sus palmas, se dirige a la puerta.
"Hola, Ellie", Talia saluda cuando abre la puerta, tal vez más débilmente de lo que tenía previsto. Vio el arco de la chica en su espalda.
"Hola", Ellie replica, sonriendo levemente, pero luego frunce el ceño. "¿Estás bien?"
Talia ladea la cabeza y traga saliva. "Sí, ¿por qué preguntas?"
Ellie no parece convencida, "por nada". Responde, todavía inspeccionando la cara de Talia.
Poniéndose un poco nerviosa, la pelinegra se aparta y Ellie entra.
Talia cierra la puerta. "¿Y eso?" Pregunta, observando la pequeña flor roja que sostenía Ellie.
"No lo sé. La vi cuando venía hacia aquí y pensé en ti".
Talia quizá se haya derretido un poco.
Ellie se acerca a ella y anida con cuidado la flor en su pelo, justo encima de su oreja, luego retrocede unos pasos, sonríe ligeramente y dice, "linda".
Por un segundo Talia siente que volverá a llorar y sus cejas se juntan levemente. Ella rodea el cuello de Ellie y la envuelve en un abrazo, la calidez de su cuerpo resultándole extremadamente reconfortante. Cuánto la había extrañado. "Gracias", susurra.
Ellie sube una de sus manos a su espalda. "¿De verdad estás bien?" Pregunta suavemente.
Talia ríe un poco. "¿Por qué? ¿Es tan raro que te de un abrazo?"
"De hecho, sí".
Talia empuja a la contraria y pone los ojos en blanco. Ellie suelta una risa baja.
"Paren ya", la voz de Lev se escucha desde la cocina.
Talia hace una mueca y vuelve a mirar a Ellie. "Bueno, siéntate en la mesa, ya vengo", su estado de ánimo había mejorado considerablemente desde la llegada de la ojiverde.
"Vale".
Talia va a la cocina y agarra junto a Lev las cazuelas, luego las llevan al comedor. Después sacan algunos platos y cucharas. Inclinándose hacia las escaleras y dudando un poco, Talia grita:
"¡Dina, la comida está lista!" Sin embargo, no recibe respuesta.
¿Qué? ¿Acaso planea vivir de manzanas?
Soltando un suspiro lleno de frustración, sube las escaleras y abre la puerta de la habitación de su hermana.
"Tienes que comer algo", le dice, asomando la cabeza.
Dina se queda enrollada en la cama. "No tengo hambre".
"Dina, por favor baja a—"
"Te dije que no tengo hambre". Su voz fue más agresiva.
Furiosa, Talia aprieta los puños y se va dando un portazo. "Inmadura", susurra para sí misma.
Al sentarse en la mesa con un ceño fruncido muy visible, dice, "supongo que sólo seremos nosotros tres".
"Pensé que no te acercarías a mí hasta que arreglaras las cosas con Dina". Ellie replica.
"Bueno, decidí dejar de mortificarme", Talia se sirve una ración de arroz.
"¿Has traído tu arco?" preguntó Lev con la boca llena de pollo.
"Sí", respondió Ellie, llevándose una cucharada de comida a la boca. Sus cejas se arrugaron como si estuviera enfadada.
"¿Qué?" Los latidos del corazón de Talia se aceleraron.
Ellie traga. "Joder", susurra, "esto está bueno".
Talia deja escapar un suspiro que no sabía que había estado conteniendo y sonríe. "Mierda, pensé que ibas a decir que lo odiabas".
"No, ¿qué demonios has puesto en esto?".
Talia se ríe. "Sólo es paprika. Ese es el truco. Y Lev ayudó".
Comieron mientras charlaban amigablemente, contando chistes y diciendo cosas absurdas hasta que sus estómagos estuvieron llenos. Cuando terminaron, Talia recogió la mesa y Ellie lavó los platos. Luego, ella y Lev se fueron directamente al patio trasero, para desgracia de Talia, que les había dicho que esperaran al menos diez minutos. No pensaba limpiar ningún vómito.
Talia se sentó en un tronco cercano, observando el desarrollo de la competición mientras sonreía con cariño. La competición fue dura y justa, pero Ellie acabó ganando. Le dio a Lev algunos consejos y trucos, recolocando sus brazos y dedos. La visión hizo que Talia sintiera algo desconocido.
Justo cuando el reloj señalaba las dos y media de la tarde, salieron de la casa y comenzaron a caminar hacia la de Tommy.
El hombre estaba tumbado en su cama, ahora completamente consciente, leyendo un libro.
"Sólo te queda un ojo, procura no trabajarlo demasiado", se burló Ellie, apoyándose en la pared con los brazos cruzados. Tommy soltó una carcajada y negó con la cabeza.
"Eso es muy cruel", dijo el hombre con ligereza.
"¿Cómo estás?" preguntó Talia, sentándose en el borde de la cama con Lev.
Él se encogió de hombros. "Estoy viviendo. Eso es lo que importa, ¿no?".
"Sí. . ."
"¿Duele mucho?" Preguntó Lev.
"Joder, claro que sí. Pero mejora", respondió Tommy. "Confío en que ustedes están bien".
"Lo estamos", Talia sonrió levemente.
Hablaron un poco de cosas cotidianas, Tommy preguntó por Dina y Talia le contó alguna mentira que se le había ocurrido. Pero el aire estaba cargado de expectación, un tema temido flotaba en el aire, hasta que por fin fue expresado.
"¿Qué pasó con ella?" preguntó Tommy. Todo el mundo en la sala se tensó. Talia no se atrevió a responder.
Tras un largo silencio lleno de miradas, Ellie dijo: "está viva", sin corresponder la mirada de Tommy.
"Pero le falta un brazo", añadió rápidamente Talia al ver la expresión en la cara de Tommy. "Probablemente morirá pronto, si no lo ha hecho ya".
"¿Y la dejaron ir sin más? ¿No se aseguraron de que estuviera muerta?" Preguntó, frunciendo las cejas, con un filo en la voz.
"Vinieron sus amigos. Teníamos que salir de allí. . ."
"Maldita sea, Dios mío. . ."
El silencio se hizo pesado en la habitación. Al cabo de un rato, Talia se levantó, pasándose una mano por la cara.
"Creo que es hora de irnos", dijo, mansamente, haciendo un gesto a Lev. Tommy no respondió, así que ella salió con rapidez de la habitación. Ellie se quedó un momento y Talia pudo oír su voz, pero no entendió lo que había dicho. La esperó hasta que salió, entonces, todos comenzaron a caminar hacia sus casas. Se despidió de Ellie con un rápido beso, esforzándose por sonreírle.
LIVING DEAD
este capítulo es como una montaña rusa; en un momento estás horny, luego todo feliz y después andas nadando en lágrimas lol.
uh, tengo una pregunta realmente importante. a ustedes les gustaría smut/lemon o desearían que me saltara eso?
en fin, gracias por leer siempre. :)
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