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6; Un día muy normal... Que raro.

— BUENOS DIAS SOLECITOS — Entra un alegre Kol Mikaelson al comedor, encontrándose con todos los actuales habitantes de su casa, menos las menores.

— Buenos días, Kol — Le contesta Ayla con una pequeña sonrisa mientras se tomaba su café.

En cambio el resto, o lo miro mal o lo ignoro, hasta Davina lo miro con el ceño fruncido.

— Tía, tu eres la única educada de esta casa — Dice Kol abrazando los hombros de su tia.

— Perdón por no querer escuchar tu irritante voz tan temprano — Murmura Klaus tomando su café con sangre.

— ¿Y las niñas? — Pregunta Kol ignorando a Klaus y robándole una tostada a Dante.

— Ehh, eso era mío — Se queja el Salvatore.

— Siguen dormidas — Contesta Freya — Aunque seguro dentro de poco despiertan.

Y gusto en ese momento, se oyeron dos lloriqueos, uno más débil que el otro. Caroline, Dante y Klaus se levantaron de sus asientos para ir por las niñas.

Cada uno se encargo de una niña, Klaus de Hope, Caroline de Josie y Dante de Lizzie. Luego de arreglarlas y cambiarlas, regresaron a la cocina donde Freya ya había preparado los biberones de las pequeñas.

— Mamá, quiero presentarte a Hope, tu nieta — Dice Klaus con Hope en brazos mientras se acerca a su madre — Pequeña lobita, está es tu abuela, tu abuela Ayla.

Ayla miro a Hope con una gran sonrisa y los ojos iluminados, Hope la miro con curiosidad y estiró sus bracitos para que su abuela la alzará. Cumpliendo su petición, Ayla cargo a su pequeña nieta y su corazón salto de la alegría, a su mente llegaron los recuerdos de su pequeño Nik cuando era un bebé.

— Hola pequeñita — Dice Ayla acariciando la mejilla de su nieta — Te prometo que seré la mejor abuela para ti mi pequeña niña, te cuidare de todos.

Ayla deja un suave beso en la cabeza de Hope y la pequeña se recostó en su hombro, sin intención de separarse de su abuela.

— Tienes una hija muy hermosa, Nik — Ayla mira a su hijo con una sonrisa orgullosa.

— Muchas gracias, madre — Dice Klaus con una sonrisa.

Estaba feliz de ver a su madre con su hija.

• • •

Han pasado algunos días y Ayla notaba a su hijo nervioso. Estos día había convivido mucho con su familia, y demás, noto que su pequeña nieta tenía el mismo ceño fruncido de su padre cuando se enojaba, como su sobrino Kol estaba plenamente enamorado de la brujita Claire, como su hijo babeaba por la hermosa de Caroline Forbes y de lo guapo que es Dante Salvatore, aunque eso no es revelante.

— Hijo, ¿Estás ocupado? — Pregunta Ayla entrando al estudio de su hijo.

— Claro que no, madre, entra — Klaus deja a un lado su pincel y se acerca a su madre para darle un beso en la mejilla — ¿Necesitas algo?

Los dos toman asiento en las sillas del balcón, el clima en New Orleans está tan hermoso como para desaprovecharlo.

— No, cariño, solo queria preguntarte algo.

— ¿Que me quieres preguntar?

— Mira, últimamente te he notado algo ansioso y me gustaría saber por que es, o mejor dicho, por quién es — Dice la rubia con una pequeña sonrisa.

Klaus mira a su madre con los ojos entrecerrados y se cruza de brazos, acababa de ser descubierto por su madre y esto era muy vergonzoso.

— Madre, sin ofender, pero no creo que deba hablar esto contigo.

La mirada cálida de Ayla se desaparece y mira a su hijo con dureza, el pobre de Klaus conocerá la furia de una madre.

— ¿Disculpa? — Dice Ayla con una ceja alzada — ¿Por qué no puedo ayudar a mi hijo con sus problemas amorosos? No tienes cinco años para avergonzarte de esto, Niklaus.

— A ver, mami, calma — Dice Klaus nervioso, su madre enojada le ponía los pelos de punta — Es que no tengo problemas amorosos.

— ¿No? ¿Entonces que tienes? — Pregunta Ayla con los brazos cruzados.

— Antes de irte a buscar, le dije a Caroline que tuviera una cita conmigo cuando todo estuviera bien y bueno, ya todo está bien pero no no volvimos a sacar el tema.

— ¿Te da miedo que te rechace, cariño? — Pregunta su madre un poco más calmada.

— No es tanto eso, madre, no sería la primera vez que lo haga y me gusta eso de ella, no es fácil — Dice Klaus con una sonrisa — Solo que ella tiene a las mellizas y yo a Hope.

— ¿No quieres ser el padrastro de las mellizas? Pero si son tan lindas.

— No es por eso, mamá — Dice Klaus con una pequeña sonrisa, las mellizas eran hermosas — Yo tengo muchos enemigos que irían por ellas y no podría permitirme perderlas, por más que las ame, no puedo llevarlas a vivir una vida así.

— Nik, hijo mío, eres Klaus Mikaelson, uno de los seres más poderosos del planeta y tienes a una familia muy poderosa contigo, esas niñas y Caroline no estarán en mejor lugar si no es aquí, con nosotros, junto a ti — Ayla acaricia la mejilla de su hijo — Ahora ve y pídele esa cita a Caroline, ya quiero una nuera y dos nuevas nietas.

Klaus suelta una carcajada y abraza a su madre, lo mejor que le pasó luego de Hope, fue enterarse quien era su verdadera madre.

— Mamá, una pregunta, ¿Por qué te echas tantas miraditas con Dante Salvatore? — Pregunta Klaus con una ceja alzada.

— Bueno, hijo, eso sí ya no es de tu incumbencia, aquí la madre soy yo, ahora ve a buscar a esa rubia.

Ayla le da un beso a su hijo en la mejilla y se da la vuelta para irse.

— Madre — La llama Klaus y está voltea su rostro para verlo — Dante Salvatore no es tan mal partido, solo quiero que sepas que si te hace algo, yo mismo me encargaré de arrancarle el corazón.

Ayla suelta una risita y sale del estudio de su hijo, sentía su corazón caliente al sentirse tan amada por su pequeño.

— Tia Ayla — Llama Freya cuando la rubia mayor pasa enfrente de la biblioteca.

— Hola Freya — Saluda la rubia mayor a su sobrina — ¿Necesitas mi ayuda?

— Lo olvidaste, ¿No? — Dice su sobrina con una sonrisa divertida — Hoy quedamos para practicar tu magia junto a Davina.

— Tienes razón, lo olvide por completo, ¿Vamos?

Las brujas de la casa se fueron a la habitación que habían despejado para hacer la magia, todavía no sabían si Ayla tenía magia o no, o si estaba descontrolada o aún la podía manejar.

— ¿Lista? — Pregunta Davina con una pequeña sonrisa.

Estaban sentadas en un intento de círculo de tres personas, con velas a sus alrededores y un poco de incienso.

— Yo... Supongo que si — Contesta Ayla nerviosa.

— Tranquila, tia, Davina y yo estamos aquí por si la cosa se descontrola, empezaremos con un simple hechizo y nada malo pasará — Freya intenta tranquilizar a su tía.

Ayla asiente y mira a las chicas para recibir ordenes.

— Que tal si empezamos por lo más sencillo, levitar objetos — Propone Davina poniendo un lápiz en frente de la bruja mayor.

Ayla asiente levemente y toma aire, centra su mirada en el lapicero y empieza a murmurar el hechizo. El lapicero se levanta unos centímetros y vuelve a caer con un pequeño golpe.

Ayla suelta un suspiro de decepción y hace una mueca.

— No puedo hacer ni el más simple de los hechizos.

— No digas eso, tia, lo hiciste muy bien para ser tu primera vez luego de siglos — La alienta su sobrina.

— Exacto, esto indica que aún tienes tu magia activa y no está descontrolada, Freya y yo te ayudaremos en todo, Ayla — Dice la bruja menor con una sonrisa.

— Muchas gracias, niñas.

Ayla le sonríe con agradecimiento a las chicas, siempre soño con tener una pequeña niña, aunque las circunstancias no se lo permitieron.

Pasaron el resto de la tarde intentando que la bruja mayor mantuviera el lapicero levitando por un minuto y casi lo logran, solo que Ayla se veía muy cansada.

— Ayla, creo que es momento de parar, te ves muy cansada — Dice Davina preocupada.

— Pero ya falta poco para que lo logré — Se queja Ayla, aunque la verdad si se sentía bastante cansada.

— Tia, Davina tiene razón, ya es bastante tarde y te ves agotada, no puedes forzar tanto tu magia o te enfermeras — Dice Freya tomando el lapicero y guardandolo.

— Y si algo te pasa, Klaus nos matará — Dice Davina con una mueca mientras apaga las velas.

— Nik no haría eso — Dice Ayla con el ceño fruncido.

Freya y Davina la miran con una ceja alzada, está suelta un bufido y rueda los ojos, su niño solo está jugando, no es para tanto.

— Muchas gracias por ayudarme, niñas, mañana seguimos, ¿No?

— Sip, aunque mañana solo te ayudare yo, ya que tú sobrina tiene una cita con alguien — Dice Davina moviendo las cejas mientras mira a Freya.

— ¿Enserio? — Pregunta Ayla con emoción.

— Chismosa — Le murmura Freya a Davina — Si, tia, pero solo es una cita, nada del otro mundo.

— ¿Cómo que nada del otro mundo? Una cita es algo hermoso — La reta la rubia mayor — ¿No quieres que te ayude a alistarme?

— Nooo — Dice con rapidez Freya, haciendo que su tía la mire con una ceja alzada — No me malinterpretes, tia, solo que me gusta hacer estás cosas yo sola.

— Muy bien, pero luego me debes contar como te fue.

— Lo haré, tia — Dice Freya no muy segura, no sabía cómo reaccionaria al ver con quién saldría.

— Iré a dormir ya, estoy muy agotada — Dice la rubia abrazando a cada unas — Buenas noches, niñas.

• • •

Eran al rededor de las dos de la mañana cuando Ayla se despertó, su estómago exigía comida. Estaba tan cansada luego de practicar su magia con las chicas, que no comió nada de cena y ahora su estómago reclamaba algo.

Con mucho cuidado se levantó de su cama y salió de su habitación para ir a la cocina, algo encontraría para comer.

Encontró unas galletas de vainilla y un chocolate para hacerlo en chocolate caliente, pero no tenía la menor idea de cómo hacerlo.

Duro mirando por un buen rato el paquete de chocolate como si en cualquier momento se preparará solo, que no se dió cuenta que alguien había entrado.

— ¿Necesitas ayudas?

Ayla pego un brinco del susto y el paquete de sus manos cayo al suelo, pobre chocolate.

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