𝟬𝟭𝟱
Pov. Taehyung
En el camino de Arkansas a Missouri, me prometí a mi mismo que mantendría mi distancia. Lo vería pero no lo tocaría. Todo eso voló por la ventana en el momento que lo vi tan triste en esa cama. Solo. En su cumpleaños. Incluso antes de que me abrazara medio desnudo, ya sabía que mi promesa había sido en vano.
Deseo tanto a Hoseok que me estoy volviendo loco.
Esto no es solo desear lo prohibido.
Es solo Hoseok.
Su aroma. Sus sonrisas. Sus almendrados ojos café claro. Sus finos labios. Su dulce voz. Su todo.
Durante años estuve con Jungkook, y podría jurar que la mayoría de esos años estuve enamorado de él. Pero la electricidad que siento en mis venas cuando estoy con Hoseok no es como nada que haya sentido antes. Él es en todo lo que puedo pensar. Todo lo que me importa. Lo que siento por él es más que amor. No sólo tenemos la atracción y amor que sienten dos hombres que se gustan de esa manera, sino también tenemos la misma historia y familia.
Tal vez por eso el incesto está tan mal visto. Una doble dosis de amor. Pero demasiado amor parece ser un buen problema para tener.
La cena fue agradable. Lo lleve al mismo restaurante italiano al que mis padres iban cuando ocurrió el accidente. Gracias a la nueva identificación falsa de Hoseok, ambos pudimos tomar vino en su honor. Disfrutamos y celebramos como nuestros padres lo hubieran querido.
— Estás muy callado. Estás nervioso? — Hoseok pregunta desde el asiento copiloto de mi camioneta.
Presiono su mano en la mía, descansan juntas en mi regazo. — No estoy nervioso. Estas seguro que quieres hacer esto?
Él asiente. — Estoy listo.
Le lanzo una sonrisa y me estaciono frente al estudio de tatuajes. En cuanto apago la camioneta, llevo sus nudillos a mis labios, besándolo suavemente antes de liberar su mano. — Te ves muy bien. Demasiado bien. — Gruño.
Su risa es brillante y malditamente dulce. — Gracias, supongo.
Mis ojos se pasean por su camisa de seda azul marino que abraza su delgado cuerpo. Los primeros botones están abiertos dejando ver sus clavículas, inmediatamente siento que me pongo duro. Va a ser muy difícil no golpear a quien se le quede viendo demasiado.
— Antes de que entremos, quisiera darte tu regalo.
Sus cejas se fruncen. — Creí que el tatuaje era mi regalo.
— Ese es tu otro regalo.— Le digo con una risa.
Saco la pequeña caja de mi bolsillo y se la extiendo. — Quería darte algo que te hiciera pensar en mi cuando no estamos juntos. Y… — Presiono mis dientes juntos. — Y para recordarte que si tuviéramos una vida diferente, te daría todo.
Sus manzana de Adán se mueve y su labio inferior tiembla mientras toma la caja. La abre y jadea. — Es hermoso.
Exhalo aliviado. — Qué bueno que te gustó. Quise darte algo simple y que no fuera obvio para nadie más que para nosotros.
Hoseok saca el collar de oro blanco de la caja y lo levanta frente a él. Dos anillos de oro se entrelazan en el collar. Uno es más grande y grueso, el otro más delgado y delicado. Son anillos de boda. Baratos. Sin detalles. Simples. Pero es el significado lo que lo es todo.
En otra vida, podríamos ser nosotros.
No necesito explicarlo, Hoseok lo sabe.
La vida es injusta. Nos robó a nuestros padres y nos acercó de una manera en la que los hermanos no se deben de amar. Y no podemos tenerlo. Somos todo lo que tenemos y aún así estamos solos.
— Gracias, Tae.— Murmura con lágrimas en los ojos. — Me lo pones?
— Por supuesto. Date la vuelta.
Me da el collar y se acerca dandome la espalda, dejando su cuello frente a mi. Esta oscuro allá afuera, y estamos en una parte alejada del pueblo. Nadie tiene porque saberlo. Inclinandome hacia adelante le planto un beso en el punto donde su hombro se encuentra con su cuello, antes de abrochar el collar.
Una vez que acomodado, los anillos reposan justo sobre sus pectorales, paseo mi dedo por su pecho antes de meterlo en ambos anillos.
— Se ve bien en ti.— Sin querer hacerlo, libero mi agarre en el collar. Una vez adentro tendré que compartirlo por horas. Todo lo que quiero hacer es sostenerlo y besarlo, pero es su cumpleaños. Y Hoseok se merece el mejor de los cumpleaños. — Hay que hacerlo, pequeño.
☽
— Todo listo, hombre. Qué te parece? — El artista llamado Chanyeol, pregunta.
Me levanto de la silla y camino al espejo. Cuando Hoseok dijo que quería Kim tatuado con mi letra, decidí que yo también la quería con la de él. La tinta negra pintando su limpia caligrafía en mis costillas. Pronto, él tendrá uno igual.
— Sé ve increíble. Me encanta.
Hoseok se acerca a mi para admirar el tatuaje. — A mi también me encanta.
Le guiño un ojo y sus mejillas se pintan de rosa.
— Te dolió?
—Mierda, si, me dolió.— Le digo riéndome. —Pero tu eres duro, puedes soportarlo.
— Eres el siguiente, jovencito.— Dice Chanyeol dándole un golpecito a la silla. — Voy a salir a fumar un cigarro. Te dará tiempo de quitarte camisa para poder acceder a tus costillas fácilmente y para que te acomodes.— Sale cerrando la puerta tras él.
Una llama de celos me atraviesa, sabiendo que pronto estará tocando su piel.
— No puedes asesinar al tatuador. — Dice Hoseok soltando risitas.
Mierda, su risa me pone de buenas instantáneamente. Paso de querer matar a un hombre a querer hacerle cosquillas para escucharlo reír de nuevo.
— Ven aquí. Ordeno, mi voz ronca.
Sus ojos me queman con su intensidad. Sé que lo que yo estoy pensando de él, él lo está pensando de mí. Uno a uno voy abriendo sus botones, empiezo a deslizar fuera su camisa cuando se cubre el pecho con las manos.
— Me puse nervioso. Explica.
Abro mi palma en su pecho y la barro hacia abajo, retirando sus manos en el proceso. — No me gusta que te vaya a ver desnudo.
Hoseok se ríe. — Taehyung no estoy desnudo, no completamente. Además, soy tuyo, Taehyung. Solo tuyo.
Mi miembro reacciona a sus palabras, pero después escucho a Chanyeol hablar con alguien en la entrada. Alejo mi mano y Hoseok se sienta en la silla.
Se ve tan malditamente sexy montando esa silla con su espalda descubierta. Renunciaria a todo por ser capaz de reclamarlo como mío. De ser libre de besarlo y tocarlo. De follarlo y amarlo como quiero.
— Qué tan grande lo quieres? — Pregunto tomando el mismo marcador que él usó para escribir mi tatuaje.
— Del mismo tamaño que el tuyo.
Me siento en la silla y pongo mi mano sobre su espalda, agradeciendo por la excusa de poder tocarlo. Lenta y cuidadosamente, firmo mi apellido sobre sus costillas. Una sensación de posesión se apodera de mi al ver mi apellido sobre su cuerpo.
— Me gusta.— Murmuro admirando como quedó.
— Entonces a mi me encanta.
☽
— Ven. — Le digo a Hoseok, mientras pongo llave a la puerta. Él se ríe mientras lo guío a la cocina por la casa oscura. Suelto su mano y levantó la tapadera de una caja de cartón. — Qué carajos?
Hoseok enciende la luz. — Me compraste un pastel! — después su dulce risa llena la cocina. — Bueno, le compraste un pastel a Joseok.
— Le dije al pendejo de la pastelería tres veces que era Hoseok, con 'H' y aún así la cagó.— Gruño mientras intento hacer que la 'J' parezca una 'H' con mi meñique. — Debí haberlo revisado antes de salir de la tienda.
— Es la intención lo que cuenta.— Dice, sus ojos cafés brillando encantados. — Papá siempre se encargaba de los pasteles, y siempre eran especiales.
Sonrío porque papá siempre se enojaba cuando arruinaban los pasteles. Pero después de años de nosotros riéndonos de sus reacciones exageradas, me pregunto si no los saboteaba a propósito para vernos reír.
La sonrisa de Hoseok se desvanece, sin duda recordando a nuestro padre. — Lo extraño.
— Yo también lo extraño. — Jugando embarro su mejilla con el betún de mi meñique. El jadeo que deja salir me tiene instantáneamente duro.
— Idiota! — trata de golpearme pero tomo su muñeca y lo jalo hacia mí.
— Quieres que te lo limpie? — Jugueteo con él mientras encajo mis caderas contra las suyas contra la barra de la cocina. Tomo su barbilla y lamo su mejilla. Él se retuerce en mí agarre y grita, pero las risas que escapan de nosotros hacen que algo en mi se libere.
Esperanza. Amor. Emoción. Felicidad.
Todos los sentimientos que han bailado junto a mi toda mi vida, pero nunca conmigo, finalmente parecen haber encontrado su ritmo.
"— No quieres tener más que ésto?
— Es que lo amo.— Digo, intentandolo de nuevo, pero mi argumento se ha debilitado.
— Pero tal vez no lo hagas en cuatro años. Quiero que experimentes la vida un poco. Después, si JungKook y tu siguen juntos, les deseo lo mejor."
Viendo al pasado, la manera en la que me sentía por Jungkook, era fuerte, pero no era dominante, emocionante, no me sacudía el alma, ni me marcaba con fuego como lo he sentido desde el momento en que decidí dejarme llevar por el deseo que siento por mí hermano.
Hoseok lo es todo para mi.
Su mirada se ha suavizado y ya no se está retorciendo. Me mira fijamente como si yo fuera su mundo. El sentimiento es mutuo. Deslizo mi palma por su rostro hasta su cabello. Inclinando su cabeza, miró fijamente sus finos y suaves labios que ahora están entreabiertos.
Cada maldita cosa de Hoseok vale mi tiempo. Podría mirarlo todo el día y nunca aburrirme.
— Eres tan hermoso.— Murmuro.
— Tu también lo eres, Taehyung.
Ahora que estamos libres de ojos entrometidos, lo beso lentamente. Suavemente al inicio. Después, hambriento mordisqueo y succiono su delgado pero esponjoso labio inferior. Sus gemidos son todos para mí y saco más de él con la manera en la que domino su boca. Un gruñido sale de mi cuando sus manos se deslizan por mi pecho, sobre mi camisa.
Quiero hacer todo con él.
Todas las cosas que mamá dijo estaban esperando por mi.
Porqué el universo tiene que ser tan cruel?
Esto es peor que una broma del destino. Esto es sadismo del destino.
Presionando un beso contra la esquina de su boca, murmuro mi queja. — Nosotros deberíamos de haber estado juntos. Puedo sentirlo con todo lo que soy. No es justo, Seok.
— Nadie tiene porque saberlo. — Él susurra, sus dedos retorciendo la tela de mi camisa. — Podemos besarnos y tocarnos y hacer cosas. Podemos estar juntos.
— Pero no podemos hacer eso — Escupo, estoy furioso por la situación, no con él.
— Entonces no haremos eso, pero podemos hacer esto.— Él jala mi muñeca y libero su cabello. Me guía hacia su pecho.
— Esto se siente jodidamente perfecto.— Gruño contra sus labios. Abro los botones de su camisa de un jalón, exponiendo su piel. — Esto se siente aún mejor. —Poso mi mano sobre su pectoral y acaricio su endurecido pezón con mi pulgar. — Esto me mantuvo andando todas esas semanas sin ti. La imagen de este pequeño pezón entre mis dientes.— Me alejo ligeramente y admiro la hermosa vista. Sus mejillas están sonrojadas y sus fosas nasales dilatadas mientras me mira completamente. Amo que su cabello castaño y sedoso este despeinado por mi agarre. Me gusta verlo desaliñado por mi. — Tal vez no te pueda coger, bebé, pero puedo chupar estos hasta que ya no puedas más.
— Nunca será suficiente. — Se queja mientras lo pellizco.
No, nunca lo será.
— Es todo lo que tenemos, pequeño.
— Entonces hay que tomar lo que podamos.
Me inclino hacia adelante y tomo su pezón en mi boca. Esta endurecido, desesperado por atención. Sacando mi lengua, la paso arriba y abajo del botoncito y lo pruebo. — Mierda, había extrañado esto.
Hoseok gime y jala mi cabello. — Más.
Me río y me alejo, sonriendome malévolo. — Tenemos toda la noche. Pero primero… — Señalo la caja de cartón con mi cabeza. — Hay que comer un poco de pastel, Joseok.
Una risa nada agraciada se le escapa. — Ugh, ok. Primero pastel. Dientes después. — Él se abrocha los botones pero mi pene no entiende que han cambiado los planes.
— Un día de estos serás la causa de mi muerte.
— No te vas a escapar tan fácilmente de mi, hermano mayor.
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