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❪ ⛓️‍💥 ❫ 030: Corlys.

FUEGO Y SANGRE
ACTO I: LA PRINCESA DRAGÓN

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CAPÍTULO XXX:
La serpiente marina y el príncipe dragón








CORLYS CIERRA EL LIBRO DE CUENTAS con un suspiro de alivio. Una expresión de satisfacción ilumina el rostro del Señor de las Mareas, Corlys Velaryon. A pesar de que su familia había costeado la mitad de la fastuosa boda entre Rhaenyra y Laenor, los beneficios del comercio en Essos, dónde había enviado barcos para comprar regalos a su futura nuera, habían cubierto todos los gastos.

Corlys encontraba gran placer en fusionar los asuntos comerciales con el disfrute personal. Le gustaba sorprender a la princesa con regalos exóticos provenientes de tierras lejanas, y aún más le complacía observar la alegría sincera en el rostro de su hijo al presenciar la felicidad de Rhaenyra al recibir un nuevo obsequio. Sin embargo, no descuidaba su propio interés en la ecuación. Sus barcos transportaban productos de diversas regiones: vino de El Rejo del Dominio, hierro y pieles del Norte, perlas del Islote Cangrejo de Piedra hacia las Ciudades Libres, y a su retorno a Poniente, se abastecían con especias, condimentos, piedras preciosas de diversos colores y la seda más fina. Los cofres de los Velaryon se enriquecieron con las festividades nupciales, pues todos los nobles señores del reino acudieron a la corte con sus bolsillos llenos de dinero, que Corlys no tuvo reparo en vaciar.

Entregando el libro de cuentas al mayordomo quién hace una reverencia respetuosa, el hombre se retira de la estancia, dejando a Corlys a solas con sus reflexiones, las cuales inevitablemente vuelven a Rhaenyra y Laenor.

Cuando Viserys proclamó heredera a Rhaenyra tras la muerte del príncipe Baelon y la reina Aemma, Corlys, como muchos señores, pensó que era una solución temporal hasta que el rey volviera a casarse y tuviera un heredero varón. Así pues, decidió ofrecer a su hija como futura reina, a pesar del disgusto de Rhaenys. Su esposa, a diferencia de él, hacía tiempo que había aceptado el veredicto del Gran Consejo en el que Viserys fue elegido heredero del rey Jaehaerys I. Pero Corlys no había olvidado este insulto, por lo que creía que la corona estaba obligada a compensar a su esposa convirtiendo a Laena en la nueva reina. Sin embargo, Viserys le sorprendió desagradablemente casándose con la hija de su Mano, quien, para mayor disgusto de Corlys, le dio cuatro hijos en tan poco tiempo, tres de ellos varones.

Fue entonces cuando los Velaryon se distanciaron definitivamente de la corona, no dispuestos a seguir recibiendo ofensas a cambio de años de leal servicio. Tras el nacimiento del Príncipe Aegon, Corlys y Rhaenys esperaban que Viserys nombrara al tan esperado vástago como su sucesor. Pero los años pasaron, y Rhaenyra siguió siendo la heredera del Trono de Hierro, causando desconcierto entre nobles y plebeyos por igual.

A diferencia de su esposa, Corlys no consideraba a Rhaenyra un fracaso como futura gobernante. Observaba en ella un potencial inexplorado que otros no querían desvelar, relegada por completo de los asuntos estatales. Además, la princesa Rhaenyra poseía una cualidad primordial para un monarca, de la que, lamentablemente, su padre carecía. Tenía un temple, una fuerza interior inquebrantable que le permitía mantener la espalda erguida y la cabeza en alto. Rhaenyra mantenía un equilibrio preciso de desconfianza y suspicacia que le impediría convertirse en una marioneta en manos de individuos como Otto, pero no caía en la paranoia como Maegor el Cruel, quien ejecutaba a sus súbditos al menor indicio de traición. Corlys vislumbraba que, bajo la tutela de un mentor sabio, Rhaenyra podría llegar a ser una gobernante tan competente, si no más, que su propio padre.

No obstante, el Consejo Privado carecía de pocos candidatos aptos para el papel de mentor de la princesa. Otto preferiría vestir de negro y rojo antes que ayudar a la rival de sus nietos. Tyland Lannister sólo velaba por el bienestar de su familia, resguardando los intereses de Occidente; Lyman Beesbury era un buen tesorero, pero no un jugador sobresaliente en el juego político; el maestre Mellos estaba bajo la influencia de los Hightower, al igual que toda la Ciudadela en Antigua. Lyonel Strong habría sido un buen mentor para la princesa, pero Otto, considerándolo un competidor para el puesto de la Mano, mantenía ocupado al consejero en materias de administración de leyes y justicia con trabajo, sin dejarle tiempo para otra cosa.

Habiendo renunciado a la esperanza de poner su sangre en el Trono de Hierro, Corlys y Rhaenys se centraron por completo en la educación de sus respectivos hijos. Después de todo, seguían siendo Velaryons, la casa más rica de Poniente y gobernantes de las Mareas. Y eso imponía ciertas obligaciones a sus hijos. Corlys supervisó la formación de Laenor, mientras que Rhaenys dedicó todas sus energías a convertir a Laena en una dama como corresponde.

Laenor complacía a su padre con sus éxitos en la guerra, derrotando a los caballeros más hábiles en batallas de entrenamiento y torneos. La guerra en Los Peldaños había endurecido a su hijo, moldeando al joven de tez pálida hasta convertirlo en un guerrero experimentado que conocía el valor de la vida y la muerte. Bruma también había adquirido grandes experiencias, quemando soldados de la Triarquía junto con el dragón de Daemon Targaryen, Caraxes. Laenor amaba el mar casi tanto como su padre. Rhaenys incluso bromeaba diciendo que el niño aprendió a nadar antes que a caminar.

Corlys también enseñó a su hijo a navegar, a dirigir un barco, a afrontar la tormenta y a evadirla cuando la embestida era inevitable. La única decepción que Lord Velaryon experimentaba con respecto a su heredero era que Laenor mostraba una preferencia por la compañía de hombres en lugar de mujeres. Pero incluso en esto, Laenor logró calmar sus preocupaciones al darle la seguridad de que se casaría con una mujer cuando llegara el momento de cumplir con su deber como heredero de Marcaderiva. Laenor cumplió su promesa... y se casó con nada menos que con la princesa Rhaenyra.

Cuando el cuervo trajo un mensaje de Viserys invitándolo a Desembarco del Rey para discutir el compromiso y matrimonio de Rhaenyra y Laenor, Corlys no podía creer lo que veía. Releyó las líneas, escritas con letra pequeña y poco uniforme, una y otra vez hasta que su contenido se instaló en sus pensamientos. Y mientras Rhaenys expresaba sus temores sobre este compromiso, Corlys pensaba que todo iba cambiar a partir de ahora. Y estaba en lo cierto.

Cuando llegó a la capital, vio a una Rhaenyra muy diferente. Había madurado y se había convertido en una joven encantadora. Corlys apenas pudo contener la risa cuando vio con qué anhelo Laenor miraba a la princesa, pensando que nadie podía verlo. Pero no fue el cambio exterior de la princesa lo que sorprendió a Corlys. Fue el cambio en la mirada de Rhaenyra lo que le sorprendió. Se había vuelto más recia y segura de sí misma. Tenía la mirada de alguien que sabe lo que quiere. Corlys pudo ver en los ojos de Rhaenyra que iba a conseguir lo que quería por cualquier medio necesario. Y pensándolo bien, la Serpiente Marina decidió que no quería interponerse entre la princesa y lo que ella quería. Rhaenyra era un verdadero dragón, a diferencia de sus medios hermanos, y Corlys, al estar casado con Rhaenys, sabía que era peligroso meterse con un dragón.

A medida que pasaban los días, Corlys se convencía cada vez más de lo acertado de su decisión. Laenor y Rhaenyra apenas se separaban. Empezaron a asistir a las reuniones del Consejo Privado en pie de igualdad con el rey y los señores. Y no sólo a asistir, sino también a proponer sus ideas en conjunto para resolver los problemas vigentes. Corlys oyó a los señores hablar de Laenor y Rhaenyra como unos gobernantes prometedores, y el orgullo llenó el corazón de la Serpiente Marina. Incluso Rhaenys, que no estaba entusiasmada con la idea de una boda, se ablandó y se dispuso a instruir a su futura nuera en los entresijos y minucias de la vida en la corte.

Las festividades previas a la boda y la boda en sí se desarrollaron sin contratiempos. Mientras Laenor deslizaba la capa Velaryon sobre los hombros de Rhaenyra, Corlys se sintió desgarrado por sentimientos contradictorios. Por un lado, se alegraba por su hijo y Rhaenyra, que parecían locamente enamorados. Por otro, se daba cuenta de que esta boda era el comienzo de un largo y difícil camino hacia el trono.

Corlys no era un tonto ingenuo y se daba cuenta de que la ascensión de Rhaenyra al trono no sería una tarea fácil. Sí, había sido nombrada oficialmente heredera y todos los señores hincaron la rodilla en el suelo ante ella. Pero era una mujer, y el El Gran Consejo de 101 d.C. demostró que los Siete Reinos aún no estaban preparados para ver a una reina en el trono. Rhaenyra y Laenor tenían un enorme trabajo por delante para hacer cambiar de opinión al pueblo.

Y necesitaban aliados. Sí, tenían a los Velaryon y a los Arryn, aliados de los Targaryen por matrimonio. Pero eso no era suficiente. Los hijos de Alicent tenían el Dominio, la región más fértil y rica de Poniente. Y, a juzgar por los rumores de que Otto iba a casar a Aemond con Tyshara Lannister, Occidente también había elegido ya su bando. Corlys sólo podía esperar que Rhaenyra fuera tan prolífica como su bisabuela Alysanne y diera a luz a muchos hijos e hijas cuyos matrimonios le proporcionaran nuevas y sólidas alianzas.

Corlys pensó en Laena. Su hija tenía ya veintidós años, y era como si nunca hubiera tenido intención de casarse. Claro que durante años había sido la prometida del hijo del Señor del Mar de Braavos. El compromiso con un idiota que dilapidaba la fortuna de su padre pesaba tanto sobre Laena como sobre sus padres. Cuando la Serpiente Marina se enteró de que el idiota había roto él mismo el compromiso casándose con la hija de un empobrecido señor de Pentos, dio gracias a los dioses por haber podido deshacerse del pobre pretendiente de forma tan indolora. Pero habían pasado dos años desde entonces, y Laena había respondido a todas las propuestas de matrimonio con una cortés negativa. Esto molestaba a Corlys. No tanto porque ella estuviese privando así a su casa de la posibilidad de una unión beneficiosa, sino porque él deseaba para ella la felicidad que el matrimonio y los hijos podían dar.

Un rugido al otro lado de la ventana hace que Corlys se sobresalte. Se acerca a la ventana y se sorprende al ver que Vhagar desciende lentamente con Laena a cuestas. Tras la vieja dragona, Caraxes causa la misma sorpresa en Corlys. Una corazonada aparece en la mente del Señor de las Mareas, pero decide no meditarla, esperando que Laena y Daemon le expliquen directamente el motivo de tan inesperada visita.

Corlys se dirige hacia el salón del trono, donde habitualmente se llevaba a los visitantes de Marea Alta. Por un segundo, quiere recibir a las visitas sentándose en el Trono de Pecios para intimidar a Daemon, pero enseguida descarta la idea. Conociendo a Daemon, Corlys decide que tal demostración de fuerza y superioridad no serviría de nada.

━━Príncipe Daemon, bienvenido a Marcaderiva. Laena, hija mía, me alegro de que hayas vuelto a casa ━━Corlys les da la bienvenida a Daemon y a Laena cuando estos entran en el lugar.

El lord posa su mirada en los dedos entrelazados entre el príncipe y su hija, y su conjetura sobre el motivo de la visita de ambos se convierte en una firme certeza. Daemon inclina la cabeza en señal de saludo, y Laena suelta la mano de la palma de Daemon y corre hacia él, arrojándose a los brazos de su padre.

━━Es bueno estar en casa luego de tanta pestilencia en la capital ━━exhala Laena con sinceridad, disfrutando de la calidez de los brazos de su padre.

━━Yo también te extrañé, mi niña ━━Corlys sonríe, dejando un beso en la frente de su hija.

Laena da un paso atrás para mirar a su padre directamente a los ojos. A Corlys se le hunde el corazón de anticipación.

━━Eres demasiado listo, padre, para que me ande con rodeos. Naturalmente te has dado cuenta de que Daemon y yo volamos hasta aquí por una razón ━━comienza a decir Laena, pero Daemon la interrumpe adelantándose a su explicación.

━━He venido a pedir la mano de Laena, Lord Corlys.

La mirada de Daemon refleja confianza, pero carece de la insolencia habitual que solía caracterizarla. Corlys desvía su atención hacia Laena, observando cómo ella lo enfrenta con valentía al mirarlo a los ojos, aunque sus dedos temblorosos y sus labios mordidos revelan su preocupación interna. En ese momento, el padre siente el deseo ferviente de consentir el matrimonio de inmediato, anhelando poner fin al tormento que su hija parece estar experimentando. Sin embargo, una sensación de responsabilidad paterna lo detiene en seco: necesita asegurarse de que su única hija, su tesoro, sea verdaderamente feliz en esta unión. Es entonces cuando su mano se posa con ternura sobre la mejilla de Laena, como solía hacer cuando su hija era solo una niña.

━━Laena, ¿podrías dejarnos al príncipe Daemon y a mí un momento a solas? Tenemos que tener una conversación seria de hombre a hombre ━━le pide a Laena.

━━¿Me prometes que no le harás daño? ━━pregunta Laena con una mirada de preocupación en sus ojos. Luego añade con un toque de humor━━: Después de todo, eres Corlys Velaryon, me preocupa que tu naturaleza como la temible Serpiente Marina pueda ser peligrosa en ciertas circunstancias.

━━No te preocupes, querida. No me lo comeré ━━ríe Corlys al ver la aprensión en la mirada de Laena━━ Además, el príncipe Daemon es demasiado grueso y espinoso como para molestarme con él.

Laena sonríe en respuesta a la broma de su padre y, dejándole un breve beso en la mejilla, se dirige a la salida. Daemon le dedica una sonrisa tranquilizadora mientras la ve alejarse. Corlys mira a Daemon en silencio, sugiriéndole que rompa el silencio primero. Daemon suspira profundamente y se acerca a Corlys. La Serpiente Marina se sorprende al notar los labios ansiosamente apretados del Príncipe Canalla y el breve destello de incertidumbre en su mirada.

━━He venido a usted, Lord Corlys, para pedirle permiso para casarme con Lady Laena ━━Una sonrisa relampaguea por un segundo en los labios de Daemon━━. Sólo porque al menos me escuchará.

━━¿Temes que Rhaenys te arranque los huevos después de tu propuesta? ━━Corlys esboza una sonrisa de suficiencia, recordando el duro carácter de su esposa.

━━Me gustaría poder decir que no tengo miedo de nadie, pero mi prima Rhaenys puede ser intimidante. No tengo ningún deseo de ser alimento para Meleys. Sería una imbecilidad morir en las fauces del dragón sobre el que mi madre me elevó por primera vez a los cielos ━━La voz de Daemon era firme, pero Corlys aún percibía un leve escalofrío recorrer el cuerpo del Targaryen.

━━Conozco a mi hija, Daemon. Fuiste una obsesión para ella en los años antes de que reclamase a Vhagar. Un infame príncipe a lomos del Guiverno Sanguíneo surcando el cielo. Qué chica no se fascinaría con una imagen así. Si Laena me lo pidiera, habría accedido de inmediato. Pero ahora que has sido tú quien ha expresado abiertamente lo que quieres, quiero que me digas la verdad. ¿Por qué quieres casarte con mi hija? Sí, le daré una cuantiosa dote, pero no cubrirá todas tus aspiraciones. Convertiré a uno de los futuros hijos de Laenor y Rhaenyra en mi heredero de Marcaderiva. ¿Cómo proveerás para mi hija? ¿Vas a vivir con ella en la Fortaleza Roja con una asignación insignificante? ¿Sin tierras, sin ingresos, sin herencia que legar a tus hijos? Dime, príncipe Daemon, ¿por qué debería dar mi bendición a este matrimonio?

Corlys sabe que suena cínico. Sabe que sus palabras son crueles. Pero es la única manera de sacarle la verdad a Daemon. Él espera la ira del príncipe, pero en su lugar ve humildad en su rostro.

━━Tendrías razón en todas tus palabras, Serpiente Marina, si tuvieras al viejo Daemon enfrente. Rechazado por su propia familia, desterrado de su hogar al Valle, amargado contra el mundo. Pero ahora es diferente. No fue sólo Rhaenyra quien cambió la noche que quise arrebatarle su inocencia y obligar a mi hermano a que nos casara. Yo también cambié. En lugar de desprecio y otro destierro, recibí una disculpa de Viserys y una invitación a quedarme con mi familia. Además, nuestro rey me ha concedido Astas y todas las tierras que antes pertenecían a los Buckwell. La Corona ya ha asignado fondos para las reformas, y pronto me dirigiré a supervisar personalmente la restauración del castillo. Y me gustaría que mi propio castillo tuviera no sólo un señor, sino también una señora... Tenía que elegir entre Astas de los Buckwell y Ring de los Roxton. Cuando le pregunté a Laena qué elección haría, eligió Astas. «Si fuera yo quien eligiera, escogería Astas. Está cerca tanto de Desembarco del Rey como de Marcaderiva, y así podría visitar tanto a Rhaenyra y Laenor en la Fortaleza Roja como a mis padres en Marea Alta», me dijo. Así que elegí el castillo de los Buckwell, con la esperanza de que Laena viviera allí conmigo ━━Daemon cuadra los hombros y clava una petrea mirada en Corlys━━. Como puedes ver, ahora tengo tanto tierras como castillo, y una herencia que legar a mis futuros hijos. Lo único que espero es que la madre de esos hijos sea tu hija, Serpiente Marina.

Corlys guardó silencio, pero los pensamientos de su cabeza ya daban vueltas con una fuerza terrible. Calculaba los beneficios de esta unión para su casa y ya estaba planeando compromisos para sus futuros nietos.

«La hija de Laena y Daemon podría casarse con el hijo de Laenor y Rhaenyra, de modo que los descendientes de mis dos hijos podrían gobernar Marcaderiva. Podríamos tratar de encontrar partidos dignos en los vástagos de Bastión de Tormentas, no sólo por el parentesco de Rhaenys con Lord Borros, y tendríamos que conseguir una casa fuerte del Valle y del Norte de nuestro lado. Tantas posibilidades, tantas opciones...».

La sien de Corlys empezaba a hormiguear de un modo desapacible, como le ocurría siempre que estaba sobrecargado de trabajo.

━━¿Qué? ¿Ya estás buscando postores para nuestros hijos sin nacer? ━━Daemon sonrió, observando el rostro tenso de concentración de su futuro suegro.

━━Puedes comunicarle a Rhaenys tu decisión y la de Laena por tu cuenta. Yo no pienso ser víctima de su ira ━━Corlys rió.

━━¿De verdad quieres quedarte sin yerno antes de la boda? ━━le incita Daemon.

━━Quiero que mi futuro yerno demuestre que va en serio con sus intenciones reuniéndose cara a cara con mi queridísima esposa ━━replica Corlys.

La perdición en la mirada de Daemon hace que Corlys suelte una carcajada.

«Las cosas cambian. Y los dioses están de nuestro lado por ahora», piensa Corlys con alivio.

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