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03. | 𝗧𝗿𝗼𝘂𝗯𝗹𝗲

𝙏𝙧𝙤𝙪𝙗𝙡𝙚 — 𝙏𝙝𝙚 𝙘𝙖𝙜𝙚 𝙚𝙡𝙚𝙥𝙝𝙖𝙣𝙩

“ ᵍᵒᵗ ˢᵒ ᵐᵘᶜʰ ᵗᵒ ˡᵒˢᵉ
         ᵍᵒᵗ ˢᵒ ᵐᵘᶜʰ ᵗᵒ ᵖʳᵒᵛᵉ

                 ᵍᵒᵈ ᵈᵒⁿ'ᵗ ˡᵉᵗ ᵐᵉ ˡᵒˢᵉ ᵐʸ ᵐⁱⁿᵈ ”

ఌ︎

¿Qué tan lejos puede
llegar nuestro cerebro
para convencernos de
hacer algo?





𝕬lexis descubrió que no importase cuán enamorada estuviese, su cerebro le podía hacer malas jugadas.

«Dae-su está bien, tranquila, puedes descansar» Le había dicho su mente, utilizando un tono tranquilizador y sumamente convincente. Lo dijo con tal seguridad, con tal honestidad que fue imposible para Alexis no creerle.

Pasó unos largos y eternos segundos el piso. Su adolorida espalda se pegó al suelo, al igual que su conciencia. Por un leve momento todo fue descanso y tranquilidad, con esa voz diciéndole que Dae-su estaba bien, y el aire entrando de manera cada vez más normal en sus pulmones. Así hasta que las consecuencias de todas sus acciones pasadas se asomaron para saludarle. Ardor en la parte trasera de sus muslos gracias a los raspones, las piernas y brazos acalambrados por cómo les estiró a la hora de quitarse a esas cosas de encima, las marcas de la bandeja en sus palmas y ese terrible dolor en su cabeza y espalda debido al impacto contra la pared en aquella tacleada al monstruo que se quería comer a su mejor amigo. Todo le dolió, hasta el alma. Literalmente.

Esa era la razón por la que se cuerpo técnicamente le suplicaba que se de tuviese a descansar. Y lo hizo. O al menos lo intentó. Sucumbió ante el dolor y el cansancio, encontrándose en el frío piso con su mente en la nada, simplemente pensando en por qué carajos le ardían tanto los muslos.

Dae-su no fue muy diferente a ella. Sus ojos le dolían por el contenido vaciado en ellos, así como estaba cansado y sumamente asustado. Recorrió media escuela buscando a Alexis, probablemente corriendo como nunca lo había hecho. Se cayó, se golpeó y tuve que quitarse a demasiadas de esas cosas en el proceso de encontrar a su mejor amiga, que al final resultó encontrandolo a él. Las gotas de sudor frío bajando por su frente solo eran la prueba del cansancio y miedo al que había sido sometido. Su cerebro también intentó convencerlo de que Alexis se encontraba bien, pero al él no estar en las mismas condiciones que ella, no cayó tan rápido.

—¿Alexis? —Llamó, con sus dedos en los ojos intentando de alguna forma calmar el ardor.

Ese fue el momento donde Alexis entró en razón. La voz de Dae-su le trajo de vuelta a la realidad, mostrándole los verdaderos hechos.

Aquel llamado con su nombre trajo demasiadas preguntas a su cabeza, todas hechas a una velocidad más rápida de la que su cerebro podía correr.

¿Cómo sabía que Dae-su estaba bien? ¿Ya lo había revisado? ¿Siquiera lo había visto bien? Un fuerte pánico desmontó el engañó hecho por su mente, llevándola a respirar de nuevo irregularmente. Dae-su, el chico que amaba incondicionalmente. ¿Dónde estaba? No lo podía ver por la posición en la que se encontraba, solo veía ciertas caras que en ese momento no eran de su más mínimo interés. ¿Le habrían hecho algo? ¿Estaría herido? Preguntas así invadieron con rapidez su cabeza.

Intentó levantarse, soltando varios quejidos de dolor para únicamente sentarse. Sí, se había golpeado fuerte, la espalda aún le pedía que por favor no se moviese.

Dae-su oyó estos quejidos, reconociendo que eran de Alexis. Preocupado, abrió los ojos como pudo, teniendo una vista borrosa de varios de sus amigos y ella en el piso; sentada mientras se tomaba la espalda. Jamás se había movido tan rápido para llegar hasta alguien.

—¡¿Alexis?! —Volvió a llamar, está vez más que alarmado.

Todos dirigieron su atención a la dupla. Dae-su llegando hacia ella, y ella recibiéndolo de brazos abiertos.

—¡Dae-su! —Técnicamente gritó Alexis, tirándose a él sin importar el dolor.

Fuertes brazos la recibieron, sosteniéndole con una estabilidad que su corazón pedía desde hace ya demasiado tiempo. Sintió el pecho de Dae-su contra el suyo, emitiendo aquel característico calor que le llegaba hasta el alma y la hacía sentir tan segura. Podía percibir la cara sudada de su amigo escondida en su cuello, respirándole fuertemente y alterando más de un nervio. Ella tenía su cara en el hombro de él, respirando de su aura y viviendo de los sentidos que él cuerpo de su amigo le ofrecía. Él tenía esa esencia a jabón y sudor, predominando una sobre la otra, pero resultándole tan familiar como siempre.

Ambos parecían querer perderse en el otro. Era tan reconfortante esconderse en ese abrazo, en el tacto que les aliviaba la vida y los hacía sentir como en casa.

Todos miraban muy conmovidos, parecía que estuviesen de primera fila para la película romántica de año.

Alexis fue la primera en romper la tan anhelada cercanía. Una parte de ella aún estaba preocupada y necesitaba una confirmación total de que Dae-su estaba bien.

Lo miró con un amor profundo. Tenía esa preocupación y adoración en los ojos que lograban achicar el corazón de Dae-su.

¿Estás bien? ¿Te pasó algo? ¿Estás herido? —Lo bombardeó de preguntas, sin darse cuenta que le hablaba en español.

Dae-su entendió que la mente de Alexis iba más rápido de lo que ella podía. Eso de hablarle en español sin darse cuenta ocurría cuando se sometía a sí misma a demasiados pensamientos a la vez. Además, aquel tono rápido y tembloroso no pasó desapercibido.

—Calma, calma —Dijo él, tomando las manos de ellas y apretándolas con fuerza —. En coreano, Alexis.

Alexis comprendió, asintiendo y buscando con esfuerzo las palabras que quería transmitir. Su cableado parecía afectado, haciéndole difícil el conseguir lo que buscaba.

—¿Estás bien? ¿Te encuentras bien? ¿Estás herido? ¿Algo te ocurrió? —Habló en el mismo tono de antes, solo que ahora en un coreano bastante cuestionable.

Dae-su logró entenderle a duras penas, moviendo su cabeza de arriba a abajo para confirmarle que sí estaba bien. La veía tan preocupada, tan en shock. Quería calmarla, necesitaba hacerlo.

—Sí, estoy bien, mira —Llevó las manos de ella a su cuerpo, haciéndoles recorrer su anatomía para que ella misma lo confirmase —. No me pasó nada.

Alexis vio sus nervios moverse y enviar señales en cuanto Dae-su la hizo tocarlo así. En otro contexto, su reacción habría sido muy diferente. Suspiró un poco más tranquila, tomándose el tiempo ahora de mirar con atención la cara del chico. Su cara. Toda blanca por el idiota que había usado el extintor, sus ojos rojos por los químicos en estos. No perdía ese toque en la mirada, aquel curioso y expectante.

Ay, mi vida —Le salió otra vez en español. Su mano fue hasta la cara de él, acariciandole —Mírate la cara, tonto.

Dae-su sonrió por un leve instante. Alguien se metió en su conversación, sacándolos del campo que habían hecho a su alrededor.

—¿Qué te pasó? —Preguntó Woo-jin, con su cara plasmada en susto y siendo de nuevo, inoportuno.

Alexis quitó su mano de la cara de Dae-su. Él quiso quejarse, pero no pudo.

—Un loco me disparó con el extintor. —Respondió, abandonando su posición de cuclillas y sentándose en frente de Alexis.

Esta última se levantó para alcanzar una toalla encajada en un cajón.

—¿Un extintor? —Cuestionó Na-yeon.

Dae-su asintió, con las manos en los ojos tratando de quitarse lo más que pudiese. Alexis llegó consigo, poniéndose de frente a él y ayudando a limpiarle la cara.

—Sí, carajo. —Fue la respuesta de Dae-su, molestó ante la memoria del idiota que lo dejó así.

On-jo, en una esquina y sin que nadie le prestase atención, escondió su rostro, fingiendo demencia.

—¿Te duele? —Le habló Alexis, ajena a lo que los demás hablaban.

Ella solo se dedicaba a quitarle la sustancia de la cara, pasando su mano con cuidando y viendo de nuevo esas facciones que tanto le gustaban.

Todos se callaron ante su pregunta y el tono en que la hizo.

—No. —negó Dae-su, dándole una sonrisa pequeña.

Joon-young los miró con atención.

—¿Y se supone que el que debe usar lentes soy yo? —Dijo no muy alto, teniendo de oyente únicamente a Woo-jin.

Este ignoró su pregunta, concentrado más en el hecho de que había gente comiendo gente allá afuera.

—¿Qué pasa? —Hizo la pregunta a todos, refiriéndose a la situación general.

Alexis veía una respuesta muy clara en su mente, pero decidió no decirla. Era mejor ignorar todo y dedicarse únicamente a limpiar la cara de Dae-su.

—¿Quién sabe? —Dijo retóricamente el chico atendido por su mejor amiga. Estaba buscando una manera de preguntarle a ella si se encontraba bien, esos quejidos de antes seguían presentes en su memoria.

Curiosamente Alexis ya no sentía tanto la molestia de los golpes propiciados en su espalda. No tenía idea de si eso era una buena idea o mala señal, pero agradecía no retorcerse por el más mínimo movimiento. Deseaba que sucediese lo mismo con los raspones en sus muslos, esos que le estaban quemando y generándole una gran incomodidad por la fricción contra el piso. No dejaba de preguntarse qué tanto daño había sufrido allá atrás.

—Hey. —Dae-su, ya con su cara visible de nuevo, le llamó.

Alexis lo miró directamente, mostrando una expresión un tanto perdida en su rostro.

—¿Qué? —Cuestionó ella, en una combinación extraña de seriedad, preocupación y shock.

Si era totalmente honesta, las imágenes de todos esos chicos atacando a los demás e intentando atacarla a ella, aún no se iban de su cabeza.

—¿Estás bien? —Le preguntó Dae-su, quitándole la toalla de las manos para poder limpiarle la sangre en la cara.

La piel morena hacía destacar el líquido carmesí salpicado en su rostro, dándole aspecto de obra astracta; de esas que nadie entiende. Sus pupilas dilatadas y la mirada en otro lugar, como casi todo ese día. Dae-su, quien apenas ajustaba su vista y comenzaba a ver mejor, notó cómo no solo la cara de Alexis tenía sangre, sino que técnicamente todo su cuerpo gozaba de aquellas gotas rojas. La preocupación del chico se disparó, ¿Qué tanto le había ocurrido?

—Sí. —Dijo Alexis sin pensarlo demasiado, disfrutando de ser atentida por Dae-su, sin importar cómo su toque le provocaba más taquicardia que los mismos zombies.

Él no le creyó. Obviamente no estaba bien, se podía notar desde esa mirada perdida hasta la manera en que arqueaba su espalda incomodamente.

—No te creo —Pronunció él en un tono de puchero —. Estás toda llena de sangre y tienes cara de adolorida.

Alexis le iba a responder, pero Cheong-san interrumpió su charla con Dae-su.

—Oigan, es Estación Zombie. —Habló convencido, alejándose de la ventana y siendo audible su falta de aire.

—¿De qué hablas? —Salió Dae-su para responderle, sin creer que su amigo comparase una situación tan horrible como la vivida, con una película.

Alexis, para la sorpresa del chico frente a ella, asintió.

—Yo habría dicho Zombieland, pero tienes razón, es como en Estación Zombie. —Estuvo de acuerdo.

Lo primero que pensó -además de Dae-su- desde el instante en que vio a su compañero morir frente a ella, fueron zombies. Recordó a su tío, un total fan de las películas de terror quien decía que los zombies eran inevitables.

Dae-su le movió la pierna a manera de regaño, causándole sin saberlo, un molestó dolor.

—¿Qué dicen? —Le debatió a su ahora dos amigos, negando en su cabeza cualquier posibilidad de que estuviesen viviendo algo relacionado con los zombies.

Porque sí lo estaban, se encontraban jodidos. En especial él.

—¿No son zombies? Son iguales. —Siguió Cheong-san, hablando hacia todos.

Alexis volvió a intervenir.

—No conozco otra criatura con apariencia de estudiante que disfrute de comer personas vivas, así que yo diría que sí.

Todos se estremecieron ante ese comentario.

—¿Zombies en la escuela? Deberían hacer películas. —Dijo en forma sarcástica Dae-su, chasqueando la lengua.

Cheong-san se desesperó ante el escepticismo de su amigo.

—Ven a ver. Hablo en serio. —Se le fue en voz muy alta.

Dae-su lo ignoró a propósito, llevando su mirada hacia otro lugar.

Ya a Cheong-san no le quedó otra más que acercarse hasta donde él se encontraba, para tomarlo de la mano y llevarlo consigo a la ventana. Alexis abandonando su posición sentada y yendo detrás de ellos.

El panorama que les ofrecía el cristal era mucho peor que una película de terror. Personas corriendo, luchando, espacando, atacando, comiendo... Un montón de violencia sin censura era reproducida ante los ojos de los cuatro chicos que observaban por la ventana. Alexis no sabía si era la única, pero podía oír los gritos y sentir la agonía de quienes estaban allá abajo; padeciendo de terribles destinos.

Todo era demasiado irreal, demasiado horrible para ser verdad.

—Mierda. —Dijo Woo-jin, impactado.

La mano de Dae-su, otro sufriendo por los horrores que veía, buscó la de Alexis. A pesar de haber mucha distancia entre lo que observaban y ellos, tenía el sentimiento e instinto de mantenerla a su lado, de protegerla. Los dedos se entrelazaron, ambos aferrándose el uno al otro. Era increíble como se podían aliviar mutuamente con tan sólo hacer contacto. Definitivamente una ventaja de siempre estar juntos.

Otra mano se sumo a los 4 curiosos que miraban por la ventana, siendo esta un golpe en el vidrio. Se asustaron, Dae-su colocando a Alexis detrás suyo y retrocediendo, lo mismo que hicieron Woo-jin y Cheong-san. Calmaron sus defensas y desactivaron su sistema listo para pelear con un zombie, cuando vieron que era Su-hyeok.

—¡Es Des-su! ¡Es Dae-su! —Gritaron Woo-jin y Dae-su juntos, abriendo la ventana para ayudarlo a entrar.

Los demás vieron como Su-hyeok y la presidenta de la clase entraban a su pequeño grupo de sobrevivientes escondidos en el salón. Un dúo que Alexis nunca pensó ver, la presidenta de la clase y honorable estudiante junto con un ex matón que no utilizaba calcetines. Algo que no se veía todos los días, al igual que los zombies.

El pobre de Su-hyeok entró vuelto nada, recordando a los demás al estado en el que Alexis había llegado minutos antes. Sin aire, sudado, claramente cansado y directo al suelo para acostarse.

—Es eso, ¿verdad? —Se oyó la voz del recién llegado. Una obvia falta de aire se apreciaba en la manera en que hablaba —Zombies. —Sentenció.

Ya los demás entendieron que no había discusión en el tema, era algo definitivo.

Su escuela, el no extraordinario instituto de Hyosan, estaba ahora bajo el control de las famosas criaturas caníbales retratadas a lo largo de los años en el arte; los zombies.

—No escapé de Latinoamérica para esto. —Fueron las palabras exactas de Alexis antes de deslizarse por la parte en símbolo de rendimiento.

















Manos saqueaban y buscaban en los rincones más profundos de las mochilas ubicadas a lo largo del salón, cada una de esa manos con la esperanza de encontrar algún dispositivo electrónico funcional que sirviese para pedir la respectiva ayuda que claramente necesitaban. De por sí Alexis encontraba estúpida esa regla de quitar los teléfonos, ahora le parecía aun más tonta. No era suficiente el hecho de estar atrapados con seres que querían comerlos, resultaba que tampoco podían pedir ningún tipo de ayuda.


Todos se hablaban entre sí, comunicándose lo que conseguían y demás cosas, pero lo cierto es que ya pequeños grupos se habían unido. Alexis, Dae-su, y Woo-jin se mantenían cerca, en especial los primeros dos. Cheong-san, On-jo e I-sak también se encontraban por zonas parecidas, teniendo a un Cheong-san como sombra de On-jo; siguiéndole de la misma manera en que Alexis seguía a Dae-su. Su-hyeok y la presidenta, Nam-ra, no muy cerca el uno del otro, pero sí con una energía a su alrededor que claramente los unía. Ji-min, Min-ji, Hyo-ryung y Na-yeon en su grupo de chicas, agarradas de los brazos y buscando con especial desesperación. Y bueno, Joon-young junto a Gyeong-su, quienes sostenían las puertas.

Todo el ambiente en el lugar desprendía una extraña energía. Parecían apurados, en una combinación de desesperación y vibras elevedas, un resultado que los dejaba erráticos.

—¡Aquí! ¡Encontré uno! —Se oyó la voz de I-sak, llamando la atención de todos.

Se dirugieron con rapidez hacia ella.

—¿De quién es? —Preguntó Hyo-ryung, tan ansiosa como los demás.

—De Yeoung-ju. —Respondió la chica, encendiendo el aparato.

La esperanza se apagó cuando vieron que estaba bloqueado y ninguno de ellos poseía la contraseña. Alexis deseó saber cómo borrarle toda la información al celular de manera externa, tal y como le hicieron en su cara cuando lo robaron en su país de origen.

Ya Dae-su y Alexis se alejaron cuando oyeron la fastidiosa voz de su compañera pidiendo que hicieran algo, que encontrasen una forma de desbloquearlo. Se podía oír a I-sak diciéndole una y otra vez que no tenía cómo, probablemente con las mismas ganas que Alexis de mandarla a callar.

Cheong-san llamó la atención de todos, yendo por el celular.

—Está ahí, dámelo a mí. —Dijo, tomando el teléfono y señalando la puerta a la que posteriormente se dirigió.

Alexis miró curiosa. Su compañera, con la que en algún punto bromeó e hizo trabajos para la clase, se encontraba en el mismo estado que todas esas criaturas que intentaron comérsela a ella y a los demás. Sintió pena, pesar. Los de su curso no eran ningunos santos, ni nada parecido, pero definitivamente no merecían convertirse en los monstruos que ahora eran.

Pobre Young-ju.

El grupo observó el intento de Cheong-san para desbloquear el celular, pegando técnicamente el aparato a la ventana con la intención de que funcionase el reconocimiento facial.

—A menos de que haya configurado su celular después de haber recibido una paliza, estoy segura que lo que haces no funcionará. —Habló Alexis, sentándose en uno de los pupitres, cerca de Dae-su.

Un comentario negativo, pero realista, cosa que nadie necesitaba en ese momento. No le prestaron atención a Alexis.

—Más cerca. —Sugirió Su-hyeok.

La esperanza de que mágicamente el celular supiese que era su dueña sin importar la sangre y las heridas seguía en el aire.

—No necesitas desbloquear el celular para hacer llamadas de emergencia. —Mencionó On-jo, acercándose a su mejor amigo.

Finalmente, algo que sí servía. La mayoría se quedó expectante, viendo el proceso de llamada hacia los servicios de emergencia.

Alexis tenía miedo. En las películas los zombie siempre se expandían fuera del lugar donde todo comenzaba, y eso solo podía indicar dos cosas que llevaban al mismo resultado. O todo comenzó en la escuela, y se expandió por la ciudad, o había comenzado fuera y por lo mismo, se expandió por la ciudad llegando hasta la escuela. ¿Estarían funcionando los servicios de emergencia? ¿De verdad vendrían alguien a hacer algo?

Al menos una de sus preguntas fue contestada en la conversación de Cheong-san con la policía. Sí, los servicios de emergencia funcionaban. Las cosas parecían no haber llegado más allá de la escuela, lo cuál más que tranquilizarle, le asustó. No pasaría demasiado tiempo para que algún zombie saliese de las instalaciones y las cosas colapsaron.

Cheong-san pidió la respectiva ayuda, con la persona al otro lado creyendole absolutamente nada. Y tenía sentido, ¿Por qué la policía tomaría en serio la palabra de un estudiante? Usualmente los adultos no tomaban en serio a los adolescentes, suponer que lo harían cuando decían incoherencias tales como que su escuela estaba invadida por los zombies, era iluso.

Les quedó únicamente esperar.

Ninguno contó con ese grito proveniente del pasillo, el mismo que los alarmó y al mismo tiempo atrajo a los zombies lejos de su aula. Curiosos y miedosos, Dae-su; Alexis y Woo-jin se acercaron a las ventanas para ver. Esas cosas corrían, atraídos hacia la voz que segundos atrás les sacó un susto. Gyeong-su tuvo la iniciativa de abrir la puerta y ver qué sucedía, pero Su-hyeok lo detuvo en el mismo instante en que el chico sacó la cabeza para ver. Bola de regaños que Alexis omitió oír, prestando más atención a On-jo y Cheong-san, quienes hablaban sobre la reciente llamada. Inevitablemente, la escucha de todos recayó en esos dos.

—¿Y si creen que es una broma y no vienen? —Preguntó Gyeong-su una vez totalmente adentro, después de escuchar como Cheong-san afirmaban que vendrían.

Eso tenía todo el sentido del mundo en la cabeza de Alexis, pero comprendió que sus comentarios realistas eran innecesarios.

—Llama otra vez —Una voz temblorosa e irritante se oyó en cierta parte del salón —¡Diles que vengan rápido! —Gritó Na-yeon.

—Entiendo que estás asustada, pero si gritas solo atraerás más zombies, por si no lo has notado. —Advirtió Alexis, demasiado sensible como para soportar a su compañera.

On-jo, quizá la más empática allí, tomó en sus manos el celular y realizó otra acción. Su papá le dijo incontables veces a lo largo de toda su vida, que si alguna vez ocurría algo, lo llamase y él iría corriendo. El momento de comprobar si esa promesa era cierta había llegado. Llamó a los bomberos, pidiendo en un principio hablar con su papá y terminando por decir que un gran incendio se daba en las instalaciones del instituto Hyosan. Alexis le reconoció que ese fue un movimiento inteligente.

La espera llegó otra vez, solo que en esta ocasión cargada de cierta tensión. Cada quien tomó asiento, sintiendo los minutos pasar y con ellos, la desesperación llegar. Para algunos era mucho más fácil de sobrellevar, como Alexis y Dae-su, quienes mientras se tuviesen el uno al otro podían mantenerse medianamente tranquilos; pero para otros, específicamente personas del tipo de Na-yeon, la cosa era más complicada. La chica se movía en su puesto con aspecto de parecer explotar pronto, siendo una bomba de tiempo ubicada estratégicamente en el salón.

On-jo intentó contactarse con la policía y los bomberos, pero ya no hubo respuesta. Ya ahí Alexis supo que habían caído, entendió que no vendrían a salvarlos y que su ciudad probablemente estaba cayendo de la misma manera en que su escuela.

Estamos jodidos. —Dijo en voz baja, distrayendo a Dae-su de su otra compañera que pedía llamasen otra vez a la policía.

—¿Qué? —Se dirigió a su amiga, confundido.

Alexis negó. No le iba a robar la esperanza a él, no a Dae-su.

—Nada. —Respondió justo a tiempo para ver a Na-yeon caer un poco más bajo.

—Oye —Se dirigió la de suéter rosa a la presidenta de la clase —. Haz algo. —Ordenó.

Alexis se acercó, preparada para oír el chisme.

Nam-ra, ajena a todos allí, volteó su cabeza lentamente, mirando a la chica frente a ella con una serenidad digna de premio.

—Dile a la señorita Park que venga —Insistió —. Haz algo.

Una risa irónica salió de los labios de Alexis, captando toda la atención.

—La señorita Park debe estar comiéndose algún hígado, y aunque no lo estuviese haciendo, ¿Exactamente cómo podría llegar hasta ella? —Cuestionó.

Dae-su conocía esa actitud de ella. Alexis era, usualmente, una persona divertida y medianamente tranquila, pero no faltaba el momento donde le sacaban de sus casillas y esa lengua venenosa salía a relucir. Se colocó atrás de ella, en alguna clase de apoyo o soporte.

—No lo sé, que haga algo. —Hizo un puchero infantil y fastidioso.

—¿Qué puede hacer? —Preguntó mucho más tranquilo Su-hyeok.

—Debería estar haciendo algo —Impuso Na-yeon, creyendo tener el derecho de decir esas palabras —. Eres la presidenta de la clase, ¿No?

Min-ji intentó calmar a su amiga, tomándole por el brazo y pidiéndole que se detuviese, pero Na-yeon no cedió.

Nam-ra, poseedora de una tranquilidad superior a la de cualquiera que estuviese ahí, se levantó. Calmada y seria, todos los ojos sobre ella.

—¿Debería salir? ¿Ir a la oficina del profesor? ¿Eso servirá? —Preguntó, todo cargado de un extraño sarcasmo que en su boca se oía a verdad.

—¿Por qué me preguntas a mí?

Terrible intento de defensa.

—Tal vez porque tú eres quien le dijo que hiciera algo. —Recordó Alexis.

Dae-su la vio más conflictiva de lo normal, obligándolo a llevarla con suavidad -para que no lo notase- hasta una de las sillas. La sentó ahí, ganándose una mala mirada que lo obligó a refugiarse en Woo-jin.

—Basta con ustedes —On-jo, voz de la negociación, intentó calmar las aguas —. Lo dijo porque eres la presidenta. —Se dirigió esta vez a Nam-ra.

—Sí, eres la presidenta la clase. —Concordó Dae-su.

—Así que ten paciencia, ¿si? —Le siguió Woo-jin.

Nam-ra los miró, pero definitivamente no los miró con la misma intensidad que Alexis. Ambos eran regañados telepáticamente por su amiga. Los chicos voltearon sus cabezas hacia otro lado.

—Que graciosos son. —Dijo Nam-ra, con una sonrisa que inspiraba todo, menos tranquilidad.

—¿Qué quieres decir? —Preguntó On-jo.

Nam-ra le miró.

—¿Ahora que estamos metidos en este lío, soy la presidenta de su clase?

Golpe bajo. Incluso la misma Alexis lo sintió.

El aire se lleno de incomodidad y tensión ante ese último comentario, siguiendo vagos intentos de mantener la compostura y gritos de queja por parte de Na-yeon. Las peleas no tardaron en llegar. Ji-min intentando callar a Na-yeon y Na-yeon siendo ella misma.

—Chicos, dejen de pelear. —Pidió Gyeong-su, harto de soportar gritos mientras se le iban los pies y manos en sostener la puerta.

Lo que le siguió fue el indetenible pasó del destino, que tenía todo calculado sobre lo que pasaría.

—¿Por qué te metes, idiota? —Reclamó Na-yeon, hablando con cierto desprecio especial a Gyeong-su.

Alexis conocía a su compañeros, conocía a Gyeong-su. Eso la llevó a colocarse justo por el punto por el que sabía intentaría pasar.

—¿Qué? —Le salió indignado —¿Idiota? ¿Me dijiste idiota? —Se movió de la puerta, caminando con rapidez.

Dae-su, Woo-jin y Alexis lo detuvieron de sus obvias intenciones, los tres diciéndole en voz muy alta que se calmara. Todos copiaron esa acción, recordándole sostener la puerta y no llevar el asunto a mayores.

—¿Quién cuernos cree...? —Intentó defenderse.

—Ya, ya. No vas a lograr nada peleando. —Alexis lo tomó del hombro, guiándole a su anterior puesto.

Ella más que nadie hubiese amado ver la humillación de Na-yeon, pero reconocía que no era el momento.

A paso lento, el recientemente ofendido chico, se devolvió a su puerta, soltando preguntas llenas de indignación y todos técnicamente rogándole que se fuese a la puerta. Lo hizo, llegó a ella, pero no lo suficientemente rápido como para evitar la llegada de aquel intruso.

Alexis jaló a Dae-su hacia atrás con ella cuando vio esa sombra meterse en el aula. Estaba lista para atacar, otra vez el subidon de adrenalina corriendo por su venas, pero sus ojos le mostraron que lo que había entrado no era un zombie; ni una amenaza. Todos se quedaron de hielo, incluso él nuevo acompañante. Miradas fijas y asustadas.

—Señor Kang. —Reconoció Gyeong-su.

Lo único audible en el aula, eran las respiraciones descontroladas del señor Kang, maestro de educación física. Nadie más respiraba, todos los demás parecían contener el aire. El hombre los miró, analizado si estaba en terreno seguro. Tenía esos ojos grandes y abiertos llenos de energía, quizá proveniente de su escape.

—¿Están bien? —Preguntó en un aliento.

Cada uno asintió. El maestro se relajó, bajando la cabeza como señal de alivio y acercándose al grupo.

—¿Y usted? —Devolvió Alexis la pregunta, entre preocupada por su maestro y no muy segura si lo que ocurría era algo bueno o malo.

—Estoy bien —Respondió en una media sonrisa, caminando hacia adentro del aula —Oigan, chicos. Bloqueemos la puerta. —Ordenó.

Ya ahí Alexis encontró la primera cosa que le disgustó. Ni bien llegaba y ya daba órdenes.

—No hay zombies afuera por el momento, y si no hacemos ruido no vendrán. ¿No sería mejor dejarlo así? Podríamos necesitar salir después... —El señor Kang interrumpió a su alumna menos favorita de aquel curso.

—Bloquearlas es mejor.

Alexis se mordió la lengua, queriendo decirle que no era nadie en ese momento para ordenarles y cambiarles la estrategia, pero los demás volaron ante las indicaciones, incluso Dae-su. No le quedó de otra más que ir a ayudar. Ella y Dae-su colocaron pupitre sobre pupitre, silla sobre silla y todo lo que estuvo a su vista. El maestro animandoles a que lo hiciesen rápido, apurado por vivir. Alexis lo miró por un segundo cuando este gritó demasiado cerca de ella, encontrando algo que la llevó a tomar a Dae-su y a Woo-jin, llevándolos lejos de el maestro junto con ella.

—¿Qué haces? —Intentó refutar Woo-jin, sin ver lo que su amiga veía.

Alexis solo los alejó tanto como pudo, dejando sus ojos sobre aquella mordida que la estaba haciendo hiperventilar. Gracias al cielo, no fue la única en notarla.

Cerca del trío de amigos, I-sak tomaba fuertemente el brazo de On-jo, comentándole sobre esa herida en forma de mordida sobre el brazo del profesor.

—¡Le mordieron el brazo!

Eso bastó para detener todo. Woo-jin y Dae-su miraron, comprendiendo las acciones de Alexis. Dae-su tomó la mano de su amiga.

No sabían lo que se aproximaba, pero estaban seguros no sería agradable.

¡Otro cap más!

Una disculpa por la tardanza a quien sea que lea esto, no tuve tanto tiempo para escribir como el que me gustaría.

Díganme, ¿Qué les pareció? ¿Les gustó? Leo sus opiniones de la historia en los comentarios.

Agradecer a mi amigo Castiel por su playlist y ayuda mientras escribo <3

Nos vemos en la siguiente actualización❣︎❣︎

— 𝙸𝚜𝚛𝚘𝚓𝚒.

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