Único
Lalisa siempre había sido una alfa algo posesiva y celosa con su omega. Y aquel "defecto" de la tailandesa Jennie lo conocía perfectamente, pues su novia no era para nada disimulada cuando se irritaba debido a aquellos sentimientos negativos que tenía cuando veía alguna escena poco agradable de su novia con algún otro alfa.
Jennie lo entendía, la mayoría de los alfas eran algo celosos con sus parejas y más que nada cuando estos ya estaban marcados por ellos. Y de todas formas, los celos de Lalisa eran bastante tranquilos sin llegar a lo enfermizo, haciendo que en la mayoría de las veces a la omega le resultara tierno. Debido a que las escenas de celos de la tailandesa se basaban en bufar repetidas veces, en algunas ocasiones cruzarse de brazo, pero lo que más le encantaba es que siempre ponía un puchero como una cachorra aunque no fuera tan visible.
Sin duda estaba casada con una de las alfas más tiernas que podrían existir en aquel mundo. Amaba cómo se veía Lalisa en aquellas escenas, pero procuraba que no pasaran seguido. Jennie no le daba razones a su esposa para que estuviera celosa, aunque fuera difícil más que nada cuando algún idiota, que no veía su marca o lo ignoraba simplemente, se le acercaba a coquetearle. Pero bueno, Jennie era una omega hermosa, no era una sorpresa o algo raro que muchos se le acercaran.
Y como aquellas situaciones no pasaban seguido pues Lalisa no tenía escenas de celos tampoco. Más que nada porque Jennie había quedado en cinta, ocasionando que se tomara unas vacaciones de su trabajo durante el embarazo y los primeros meses de su cachorra para cuidarla y descansar también después del parto, aprovechando que también la rubia trabajaba y no había problemas con los gastos.
Los 9 meses de gestación habían sido exelentes para la pareja, o bueno, también habían sus cosas malas como los dolores, el aumento del vientre, los mareos, los antojos en la noche y más cosas. Pero Lalisa y Jennie disfrutaban que podían estar las dos juntas.
La mayoría de veces veían algunas películas en la noche acurrucadas en su cama, salían de compras para las cosas de la bebé en camino, cenaban juntas después de que la alfa saliera del trabajo y en los días de descanso se la pasaban el día entero en su habitación mientras hacían la coreana hacía su nido para pasar un cálido momento.
Solo eran ellas dos juntas, un cariño y amor mutuo, mimos, entretenimiento, probablemente acurrucadas en su cómoda cama o en algún nido que hacía la omega, sin ninguna distracción, y principalmente sin celos de la alfa. Jennie pensó que seguirían así hasta que entrara a trabajar, pero estaba equivocada, pues desde la perspectiva de Lisa las cosas y el cariño de la omega habían cambiado desde la llegada de su cachorra: Nicha.
Lalisa no se consideraba una alfa demasiado celosa. Sabía que los celos podían ser algo normal si eran leves como los que ella tenía, aparte de que no siempre los tenía. ¿Cuándo tenía celos? A lo mejor una vez cada dos o tres meses, hasta podía pasar más tiempo, no sabía con exactitud. Pero todo se podía considerar tranquila y normal, ¿Verdad?
Aunque después del nacimiento de su cachorra probablemente se había vuelto algo inmadura, como una pequeña niña chiquita nuevamente. Al llegar de trabajo ya no tenía sus cenas compartidas con su omega, ya no recibía mimos ni elogios o apodos cariñosos, ya no le daba abrazos mil veces al día a su omega, ya no dormían acurrucadas. Varias cosas habían cambiado.
Se sentía "celosa" de su cachorra y el trato que recibía de su omega. Otra alfa estaba teniendo la atención de su esposa y en esa circunstancia era todos los días, porque si, su pequeña bebé había sido una cachorra. Era como los niños cuando sus padres tenían un nuevo hermanito y toda la atención se iba para él, algo tonto considerando cómo era todo.
-Vamos, Lalisa. ¿Cómo le vas a tener celos a tu propia cachorra? ¿No crees que estás siendo un poco dramática? -le regañó la omega de mechas rubias mientras acurrucaba a su bebé después de haberle alimentado.
Kim veía a su esposa en el otro lado de la cama cruzada de brazos con una mueca -algo adorable sinceramente desde la perspectiva de la mayor- mientras le aplicaba la ley del hielo. O eso hasta que escuchó la palabra "dramática". Ella no era dramática, podía ser boba, despistada, olvidadiza, irritante, infantil y todo los insultos o defectos que quieras inventarle pero dramática jamás.
-¡No estoy siendo dramática!
-¿Ah? ¿Si? Entonces cómo es una persona que siente celos de una bebé.
-Bueno, no son celos en sí, Jen. Solo es una observación de que tienes un poco de favoritismo y me enoja un poco. -Trató de excusarse aunque en realidad estaba describiendo perfectamente unos celos pero de forma más disimulada.
-No tengo favoritismo, alfa. Las quiero a las dos por igual, las adoro.
-Si, claro. Ajá, lo que digas, amor.
Jennie rió ante el obvio tono de sarcasmo de su esposa, viendo cómo se levantaba con una toalla en mano, aparentemente para ir al baño a ducharse. No le molestaban aquellas muestras de celos que Lalisa presentaba últimamente, pues pera ella era algo entretenido si era sincera, su alfa era divertida incluso en esos momentos. Se acercó la tailandesa tapándole el paso a la entrada del baño para verla un rato antes de dejar un beso rápido en la mejilla a la más alta.
Con tan sola esa acción, Lalisa no pudo evitar esbozar una sonrisa de las tantas que su esposa amaba ver. Olvidándose de el pequeño enojo que tenía, pues su omega tenía el gran talento de que con un pequeño gesto amoroso o una sonrisa hermosa podía hacerla relajarse y olvidar todo lo malo que sentía a veces. Devolviéndole el acto cariñoso al dejarle igualmente un beso algo largo pero en la frente. Y así poder irse al baño de una vez por todas con una sonrisa tonta, pensando en que después de un buen tiempo había conseguido un beso de su omega por fin. ¿Podría ser que el cariño de Jennie vuelva a ella?
No fue tan así. Jennie seguía pasando cada minuto del día con la pequeña alfa, pero no sólo cuando la atendía. A veces cuando Jennie descansaba o hacía algunas cosas en su tiempo libre, Nicha siempre tenía que estar. Parecía que ese pequeño ratoncito ya estaba pegado de por vida a Kim como en ese momento exactamente. Lalisa abría la puerta de su departamento para entrar y estar por fin en su hogar después de un largo día de trabajo, estaba algo cansada debido a la larga jornada laboral que había tenido ese día, aparte de que había sido un poco más complicado que otros días.
Quería relajarse después de cenar algo junto a su omega y probablemente su bebé si no estaba dormida, pero se sorprendió al ver que no estaban en la sala como siempre. De seguro no habían salido y sólo estaban en la habitación, por lo que de inmediato se dirigió ahí a pasos lentos por el sueño. Abriendo la puerta despacio al llegar por si su hija estaba dormida, pues ya eran casi las diez de la noche, pero lo que se encontró fue Nicha despierta junto a su omega en la cama mientras en la tele se pasaba algún tipo de caricatura infantil para entretener a la bebé. Frunció el ceño ligeramente mientras se dirigía a la cama para sentarse al lado de su esposa.
-Hey, quita a ese ratón de ahí. Yo debería de estar acurrucada contigo en su lugar, ¿No crees?
-Oh, vamos. No seas así, Lis, podemos estar las tres. La cama es grande y Minnie es pequeña. -dijo con una risa entre sus palabras al ver y sentir cómo su alfa se subía a la cama para quedar encima de ella y rodearla en un abrazo, llenándose por fin del aroma de Lalisa después de un día entero extrañandola.
El único detalle era que Lalisa no fué recibida de la misma forma, por alguna razón no podía percibir las feromonas de su omega apesar de estar encima de ella y con el rostro escondido en el cuello de la de mechas rubias. Con su nariz pasando por todo el cuello de la coreana empezó a buscar algún indicio del olor de fresas y vainilla característico de su pareja. Solo recibiendo risas de Jennie, la cual sentía cosquillas al sentir la nariz en una zona sensible, le encantaba aquello aunque su contraria estuviera frustandose al solamente encontrar y oler un aroma a leche con un mínimo toque a canela, el cual obviamente reconoció al instante pues a eso olía su bebé. Frunció el ceño al hablar con un tono claro a frustración y algo de irritación. No le enojaba tanto el hecho de que aquel olor era una clara muestra de que su omega había estado 24/7 con la bebé, el aroma de su cachorrita también le gustaba al ser su primogénita aunque nunca lo admitiría en frente de Jennie en voz alta. Lo que le molestaba era que lo que más quería después de estar lejos de su esposa por un día largo era olfatear durante minutos el olor que le encantaba y a lo mejor poder marcar a la coreana con sus propias feromonas como antes.
-¡¿En serio solamente hueles a Nicha?!
-Bueno, si. Pero no te pongas así, Lili, es sólo porque todo el día estoy junto a Nicha. Sólo piénsalo, le tuve que cambiar el pañal, amamantarla, bañarla, entretenerla y más. Así que es algo obvio, vamos.
-¿Se supone que eso me debe poner de un mejor ánimo?
-No seas celosa tan celosa, cariño. Sabes que hay veces en las que también huelo a ti.
-¡Ya te dije que no estoy siendo celosa!
-Vamos, tranquila. No quiero que mi bebé grande se enoje -dijo sin poder contener una pequeña risita ante sus propias palabras, mientras abrazaba a la alfa para que no quitara de encima de ella en su mini - berrinchito.
-Es que yo quería olerte a ti después del trabajo, me relaja.
-Sólo es un día, alfa. Siempre que regresas hueles mis feromonas, no te preocupes.
-Es que te extrañé. -No pudo evitar poner un pequeño puchero al decir eso, pues se sentía un poco decaída y cansada. Cosa que hizo que la omega se enterneciera ante eso.
-Aww ¿Mi alfita me extrañó mucho?
-Demasiado, hasta más de lo que imaginas. ¿No merezco una recompensa por eso, Jen?
-¿Recompensa? ¿Qué tipo de recompensa? -Jennie dudó un momento, pensando en si había posibilidad de que alfa estaba hablando en doble sentido.
-Dejame marcarte con mi aroma.
Apenas Lalisa terminó de hablar la omega suspiró y puso los ojos de blanco. No le molestaba en absoluto el olor de la tailandesa, era simplemente exquisito para ella, el mejor aroma del mundo, pero odiaba que la marcara con él. Le gustaba cuando tenía las feromonas de Manobal encima por pasar mucho tiempo con ella, pero no era así cuando la marcaba, pues en su perspectiva sólo los alfas inseguros y tontos hacían eso.
-Ya vas a empezar con tonterías, Manobal.
-¡No! ¡No me llames por mi apellido! Vamos, sólo será un poquito.
-Sabes que nunca te he dejado hacer eso a propósito y seguirá siendo así.
-Sólo por esta vez, mi vida. Vamos, Nini.
-¡No! Y ni intentes chantajearme. No te voy a dejar. -Sabía que apesar de eso la alfa iba a seguir insistiendo pero al menos pudo tener un escape cuando Nicha acostada al lado de ellas en la cama se empezó a quejar y a remover con su ceñito fruncido.
Jennie rió con ternura al ver a su cachorra haciendo ese tipo de berrinche, probablemente porque no tenía la atención de ninguna de sus mamis, o tal vez porque había heredado ser una alfa celosa gracias a Manobal. No podía con una sóla Lisa y la vida le había mandado otra pero en mini, qué gracioso. Pero por otra parte, la alfa no vió muy tierno el berrinche de su hija.
-¿A ella no le reclamas por celosa?
-Es una bebé, no sabe que es ridículo. En cambio tú si.
-Oh, vamos. En esta casa se necesita democracia, yo valgo lo mismo que Nicha. -Quiso decirlo en un tono serio de protesta pero nada más causó la risa de su pareja.
-¿Sabes qué? Mejor pasa un tiempo de calidad con tu hija. De alfa a alfa mientras yo me doy una buena y relajante ducha para desestresarme de tener una Lalisa y una mini Lalisa en mi vida. Ya luego te hago tu cena.
La de mechas rubias se rió de sus propias palabras mientras se quitaba a la castaña de encima con cuidado, para así poder pararse y agarrar todo lo que necesitaba para un buen momento de paz en la ducha sin preocupaciones y luego salir de la habitación en dirección a su hora de "Jennie y el silencio sin bebés o esposas berrinchudas" dejando solas a las dos Manobal en la cama.
Tanto la alfa mayor como la cachorra parecían estar enojados por convivir aquel raro solas sin la omega. A lo mejor Kim tenía razón y Nicha había heredado aquel aspecto de su madre alfa. Ninguna hacía o decía nada, pero bueno, tampoco es que la bebé pudiera hablar. Pero en la mente de Lalisa, la pequeña alfa al menos podía balbucear pero solamente se dignaba a removerse con aquel pequeño puchero demostrando su inconformidad.
-¿Ahora resulta que tú eres la enojada, no? -habló la mayor mientras se acomodaba para quedar enfrente de su cachorra, apoyándose de sus codos para enfrentarla. -Jennie te puede creer eso de que eres un algodoncito de azucar pero yo no, Nicha.
"No es mi culpa ser la favorita de mami."
Al parecer Lalisa no estaba tan mal, Nicha a veces no solo pensaba en leche y animales de los que ni si quiera sabía sus nombres pues en el fondo tenía pensamientos malévolos en su cabecita de bebé. Su carita tierna que enamoraba a todos era de un pequeño ser que de grande iba a ser igual de celosa que su progenitora alfa.
-Tu reinado de maldad no va a durar mucho, pequeño ratón de peluche.
"¡Ja! Eso lo veremos, mi mami no volverá a hacerte mimitos solo a mí."
-Tú no mereces esa atención, ni si quiera puedes hablar. Eres una máquina de popo y llanto, ¡De seguro ni si quiera sabes cómo se llama tu mamá! -Lalisa "contestó" pues el balbuceo de Nicha había sido para ella una clara señal de que estaba hablando con ella
"Oh, vamos, ¡Claro que sí lo sé! Mamá se llama... Bueno, se llama mami ¿No?"
-¡Ves! Esa manita en tu bocota toda babosa es una señal de que no sabes. Yo la conozco más tiempo que tú, me ha mimado más que a ti.
"Eso lo hizo en el pasado, ya no te va a dar cariños. Pero no es nada personal, mamá. No es mi culpa ser adorable.
-Esos ojitos todos tiernos, preciosos, lindísimos y adorables no me van a convencer, Nicha. Te lo advierto de una vez.
"Ni si quiera estoy haciendo nada y ya te estás riendo, mamá. No seas débil, vamos."
-Jen tiene razón. Eres una mini versión mía, ¿Cómo me puedo enojar con una cosita como tú? Al final vas a ser igual que yo, tu grandiosa madre alfa -la mayor sonrió viendo con detalle el rostro de su bebita, la cual al escuchar a su progenitora abrió más sus ojitos.
"¡¿Qué?! ¿Me parezco a ti? ¿Voy a ser cómo tú, mamá? ¡No! Me niego. Yo no puedo el cariño de mi mami, ni si quiera el tuyo."
Lalisa se alarmó al percatarse de cómo su cachorra se empezaba a remover mientras sus ojitos se cristalizaban y se quejaba más de lo normal, una clara señal de que Nicha estaba a punto de llorar. Y se notaba que iba a ser un señor llanto con todo y apellido incluído. Por lo que decidió agarrar con cuidado a su cachorra para alzarla y colocarla cerca de su hombro para que se acurrucara de forma correcta y así poder darle confort y que se calme, susurrándole en el proceso pequeños "shhh" y cosas lindas. Todo el proceso logró calmar poco a poco a su hija antes de que empezara a llorar y gritar. Suspirando de alivio para permitirse acostarse aún con Minnie en sus brazos, acurrucandola encima de su pecho mientras le acariciaba en su espaldita.
-¿Cómo me puedo enojar contigo? Eres una cosita tan hermosa y súper linda. El mejor regalo que me pidieron dar.
"Ahora que nos estamos rindiendo y dejando el orgullo atrás, tengo que decir que eres grandiosa, mamá. Aunque me caes mal cuando en la noche empiezas a roncar y pareces camión."
-Te amo, mi pequeño ratoncito. Y siempre te amaré ¿Entendido? No importa que a veces me mires de esa forma burlona cuando mami te consiente.
"Yo también te amo, ma. Mucho, mucho. Es como una especie de relación de odio y amor ¿No?"
Rió un poco escuchando los soniditos que hacía su bebé. En el fondo quería creer que si le entendía y de alguna forma le contestaba y hablaba con ella. Se relajó sin poder evitarlo debido a la comodidad de la cama en la que deseaba estar después de todo el trabajo de aquel día, acompañado de el aroma leve de su cachorra, pues era tierno pero nada más no le gustaba olerlo en su omega.
No pudo ganar la batalla contra el sueño y se quedó dormida junto a su bebé en un momento tierno de madre e hija. Lalisa amaba con todo su corazón a su cachorra, era el amor de su vida junto a su omega. Hasta podría decir que era ya la personita que más amaba y más importante para ella, aunque era un secreto para Jennie pues sabía que en el fondo la omega también era algo celosa, solamente que ella si daba miedo cuando tenía celos.
Cada que podía la mimaba, amaba dormir con ella cuando llegaba cansada de su trabajo y podía abrazar su pequeño cuerpecito de bebé o tenerla acurrucada en su pecho como en ese mismo instante, cuando podía ayudaba a la coreana a vestirla o bañarla pues en las horas de ducha le gustaba escuchar s pequeña risita, adoraba cuando tenía la oportunidad de darle biberón y ver como a veces intentaba sostenerlo con sus manitas pequeñas y suaves. Pero eso no era suficiente para hacerle olvidar el pensamiento de que era malvada pues le había cosas como patearla la cara cuando la cargaba.
Era una bebé pero juraba que Nicha pegaba duro. Si lo pensaba bien, no tendría por qué tener celos pues aparte de que era un pequeño ser que ni si quiera podía decir mamá también hacía las cosas que Jennie hacía con su bebé. Al final ella y su esposa estaban igual de encantadas con su pedacito de cielo y le demostraban su amor de diferentes formas.
No pasó mucho rato después de que durmieron para que Jennie ingresara en la habitación con una toalla enrollada en su cuerpo sintiéndose fresca y liberada de toda la tensión que tenía acumulada. Las duchas siempre iban a ser el verdadero amor de su vida. Y para hacer aquel momento más agradable, feliz y encantador, se encontró con la escena más tierna que podía pedir en ese momento: Su alfa durmiendo junto a su bebé en una posición lindísima, tanto que si podía le tomaba foto. A lo mejor su esposa no era tan celosa, más que nada porque ella y su primogénita compartían tantas similitudes apesar de ser una adulta y una bebé, una cosa tan seria y madura junto a una cosa tan tierna y adorable, combinando tan perfectamente a la vez como un amargo café helado y una dulce leche de banana.
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