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𝗜𝗜𝗜

DURANTE LOS SIGUIENTES TRES DÍAS NUNCA PUDO dormir en paz, como si la presencia de aquel ser en su sótano les hubiera traído una maldición y tal vez eso era, pues miraba con odio a través de la jaula que lo contenía esperando a que pase el tiempo, alguna oportunidad para poder escapar o en su mente les lanzaba aquella maldición del sueño, ya no eran los paisajes coloridos que tenía mientras dormía, no era la vida que quería, eran sus mayores miedos, sus peores escenarios posibles en su vida real, sentimientos tan dolorosos como lo era el fuego del odio y la lluvia del llanto. Ni siquiera quería dormir durante las noches de lluvia, lo único bueno en su vida era haberse librado de Poppy sin que su padre tuviera la mínima sospecha, pues ahora más que nunca se la pasaba en su oficina como para ir a visitarla, lo único que le importaba a él era el chico en su sótano, a quien le pedía riquezas una vez al día, sin falta, siempre a la misma hora, eso le facilitaba su horario de ir a visitar al hombre con más cautela. En tan sólo unos días él había formado parte de su rutina. Quería negarlo, pero ya estaba tomando la forma del cariño en su interior los ojos tempestuosos del hombre o de aquel ser, hacía desvanecer sus pesadillas del día anterior y recordarle sus motivos para librarse de las cadenas que había colocado su familia sobre ella. Era una niña, no podía cargar con el peso que llevaba consigo el apellido Burgess , pues sólo quería seguir saliendo a jugar con su hermano como lo hacían todos los días después de la llegada del hombre, de alguna forma que desconocía, todos sus sueños comenzaban a volverse reales cuando él llegó a la mansión, nunca hubiera podido creerlo, la jaula comenzaba a quebrarse y podía saber el significado de volar por un cielo estrellado, cuando el sol se empezaba a ocultar y había un festival de colores que admirar.

Ahora, podía correr por el verde pasto como siempre lo soñó, pateando la pelota de cuero entre sus pies, con la misma brisa de la mañana golpeando su rostro, con su hermano persiguiendola hasta atraparla y taclearla, tiñendo su ropa pulcra de color verde, el rocío y la tierra, pero ya ensuciarse no le importaba, estaba cambiando, se estaba encontrando a sí misma entre la tierra y el lodo que tanto le habían dicho que no debería jugar, pero ahora estallaba entre risas y alegrías que nunca quería que se acabaran en ningún momento, luego de jugar con su hermano, se cambiaba para evitar sospechas y la mujer que lavaba la ropa de la mansión la entendía a la perfección, hubiera querido hacer lo mismo cuando era niña y le ayudaba a guardar el secreto en una bóveda que nadie abriría nunca. Por la tarde visitaba al ser de su sótano, dudando si era un humano o algo más grande que eso, fuera lo que fuera, se sentía escuchada a pesar de que de su boca no salga ninguna palabra, siempre sus ojos se mantenían fijos en ella, solía ser algo incómodo, pero aprendió a ignorarlo y seguir hablando como una completa parlanchina, nunca había mostrado esa parte de ella, no sabía ni siquiera que existía, pero él la sacó, volviéndose cada vez más real. Más un ser humano que una máquina que traía prosperidad o desgracia a la vida de su padre.

—¡Atrapala!—gritó su hermano a su dirección, lanzando la pelota a su dirección, de inmediato, tapa su rostro con su mano evitando que la golpee con fuerza, pero deja un color rojizo en su brazo con un dolor agudo en su brazo—Eso suele pasar cuando te golpean con una pelota, te acostumbrarás

—Idiota, ahora yo te haré uno—se levantaba del verde alejándose de la sombra que le regalaba aquel árbol dejando su libro de lado, corriendo detrás de su hermano tan rápido como sus pies le permitían, sentía la caricia suave del viento y del sol, quienes la recibían en brazos como si se tratara de una hija más de la Tierra.

—¡No si si tú no me atrapas!—sonreía entre más se acercaba a su hermano, mientras sus piernas flaqueaban cada vez más y le faltaba la respiración, un dolor se inserta en su costado que insistía en molestarla, pero lo ignoró hasta lograr empujar a su hermano, quien cayó ensuciando su ropa con el lodo—Vaya, creo que la señora Holly se va a enojar mucho con los dos, nunca había ensuciado tanto mi ropa como hoy y la tuya ni siquiera tenía la molestia en lavar—decía mientras veía todo el lodo extendido por su pantalón negro—¿Tanto cuesta seguir órdenes y a papá?—le cuestionaba, acostandose en el pasto disfrutando de las nubes que caminaban por el cielo a un ritmo lento.

—Más de lo que imaginas—se acuesta a su lado, probando la tranquilidad de lo que era el silencio del exterior, acompañada de una persona importante en un día soleado—Quizá sólo necesitaba salir a respirar un poco y, alejarme del aire tóxico que respiraba con papá y la señorita Poppy, ¿por qué no tratas de hacer lo mismo?—el chico traga su propia saliva, sin saber la respuesta a la pregunta planteada por su hermana, pues lo sabía pero prefería ocultarlo en lo más profundo de su ser, para que nadie más que él lo supiera.

—¿Y tú por qué lo haces?

—Pensaba que era muy obvio, idiota, nunca había sentido la felicidad de ahora... Nunca había visto las nubes tan directamente como ahora y quiero seguir jugando contigo, quiero seguir visitando a él-

—Espera, ¿lo sigues viendo?—preguntó alterado, rompiendo la burbuja de encanto que se había formado en el lugar—¡Es peligroso! Me lo dijo papá... El Magus, lo que él era y sé que no debemos acercarnos a él—su hermano conocía la respuesta de la pregunta de lo que era él, ¿había hablado con él y no podía decirle ninguna palabra a ella? Eso le formó un agujero en su estómago y un sentimiento agrio sobre su garganta que no podía desechar.

—¿Ha hablado con él?—pero Alex niega, dándole un sentimiento de alivio sobre su pecho alejando los sentimientos que había sentido dejando sólo una sombra de la oscuridad—¿Qué es?—esperaba ansiosa la respuesta de su hermano, quien relamió sus labios y bajaba su rostro hacía el suelo sin querer mirar la reacción de su hermana ante su respuesta.

—Es uno de los Eternos, más específicamente Sueño, aquel que nos contó mamá cuando dibujabamos las jirafas moradas: Sandman


SE ESCURRÍA POR LOS PASILLOS SIN SER vista por ninguno de los guardias que comían alegremente en el comedor, entre chistes que no le hacían ningún tipo de gracia y sonrisas que dejaban ver una hilera de dientes tan negros como el carbón, pero no sé iba a detener a escuchar sus chistes sobre actos sexuales con una mujer que aseguraba, que ni siquiera la habían visto una vez en su vida. Pero para su sorpresa su hermano estaba esperándola en la puerta del sótano, con la misma cobija que le había dado al hombre, no, al Eterno. Al verla, dirige sus pasos hacía ella entregándole la cobija en sus brazos y con duda lo mira.

—El Magus se dio cuenta, dijo que lo dejería pasar, después de todo puedes sacarle algo de su boca si continuas con tu amabilidad, pero a cambio quiere informes de cualquier movimiento que él haga. Sabe que no tienes el valor de liberarlo, por favor ten cuidado con él y con el Magus, si juegas mucho con el fuego te puedes quemar, aléjate de él para que no vuelvas a meterte en problemas, no estoy ahí para protegerte—pero con tan sólo las últimas palabras hizo estallar su bomba que guardaba con recelo en su interior.

—Yo nunca te pedí que lo hicieras, dile al "Magus" que nunca traicionaría a la primera persona que me escuchó, y perdona por no poder tener el valor de liberarlo, no es como si tú lo tuvieras pero yo sé que algún día de estos, él será libre y juro que el Magus se arrepentirá de haberlo secuestrado

—Él no es un humano, entiéndelo de una maldita vez, Avic—sus ojos desprendían humo, pero ella se sentía mil veces peor en su interior. Quería quemar toda la mansión de la familia Burgess.

—Él es más humano de lo que algún día podrían llegar a serlo el Magus y tú—declaró con sus ojos ardiendo, como si tuviera una lección de cocina con la señorita Poppy en donde estuviera picando cebolla, ardía cada vez más pero se dio la vuelta, dándole la espalda a lo que alguna vez llamó familia y abriendo la puerta a donde se encontraba el señor de los sueños.

—¡Te arrepentirás, Avic, padre hará que te arrepientas!—pero cerró la puerta de un portazo en su cara y ahí la esperaba, con el gesto vacío de siempre, apenas lograban iluminar los focos blancos el centro, de donde él se encontraba y así pudo ver la primera expresión en su rostro, que fue una de duda, como si en esos momentos se estuviera haciendo preguntas en su cabeza de las cuales, quería una respuesta, pero lo ignoró antes de soltarse a llorar, dejando correr el río que se había desbordado con aquella pelea que tuvo con su hermano, lo dejaba correr y salir de forma salvaje en forma de quejidos, sin tener la pena que había sentido en el pasado por llorar frente a frente con alguien, las damas de familia no lloran, solían decirle, sin embargo ahí estaba, llorando en una tormenta desatada frente a lo que era mayor que un Dios, en una guerra interna que cada vez más la debilitada hasta reducirla a cenizas de una memoria rota que corrompía y lastimaba a todas las personas que alguna vez le importaron, pero la verdad empezaba a mostrarse y había cruzado por el mar de verdad que querían que no conociera para mantenerla entre las sombras.

No lo lograba entender el Eterno todavía, el por qué los humanos solían complicarse tanto sus problemas personales, no entendía las lágrimas que derramaba la niña ni quería tratar de entenderlos, no debía meterse en asuntos de los humanos, pero ya estaba metido en uno de ellos, ¿qué importaba si se metía en otro?

—T-te traje la ccobija—no lograba ni siquiera hablar bien, su voz se cortaba cada vez más, mientras subía en un ruidoso sonido el líquido verde que quería huir de su nariz—El M-Magus te la quitó, ¿vverdad? Suele ser un mmal hombre siempre, no ees de sorprenderse—trataba de ocultarlo, como si nada de eso hubiera pasado, pero no era más que un intento fallido por ocultar sus sentimientos, una parte de él quería darle unas palabras de apoyo a la niña, esa parte crecía y crecía, pero prefirió dejar de lado, pues no la lograba entender, creía entender a los humanos, pero no a ella, quien a pesar de encontrarse en mal estado le ofrecía aquella cobija desgarrada por la furia del hombre que lo atrapó, pero a pesar de todo el llanto prefirió no hablar, al final, su orgullo fue más fuerte y sólo se dedicó a verla, cada uno de sus movimientos y como se acercaba más a él—Tal vez no quieres hablar, pero lo entiendo, mi padre es quien te tiene aprisionado aquí y yo no puedo hacer nada para liberarte, es como un secuestro, no, no es como, fue un secuestro y yo de verdad lo siento tanto Morfeo—sus ojos se agrandan, por el nombre que salió de sus labios, pues nunca le había dicho, a menos que el señor Roderick se lo haya dicho—Me lo dijo mi hermano, no estoy muy segura lo que significa ser un Eterno, pero sé que eres el Señor del Sueño, supongo que es un buen nombre, ¿de alguna forma llevas sueños a las personas? Somos muchas, todas ellas con sueños y diferentes combinaciones de ellos, una vez conocí a una con un sueño demasiado extraño, deseaba casarse con una cabra—su ceño se frunce ante el recuerdo de aquel hombre que se aferraba a aquel animal como si de un hijo se tratara, pero por primera vez en todo su encierro, una media sonrisa escapa de su rostro aún con sus ojos puestos en la menor, como un alivio aún dentro de la bola de cristal que evitaba su escape de vuelta a su reino—¡No fue gracioso verlo besar a esa cabra! Fue incluso escalofriante—un cosquilleo recorre su cráneo ante ese recuerdo. Pero las ganas de Sandman por hablarle no se iban, quería contarle acerca de un sueño peor que alguna vez tuvo un ser humano, quería contarle acerca de que los humanos tenían muchos sueños así reprimidos en su interior y que sólo lo guardaban para siempre, quería contarle acerca de su reino, la belleza de los sueños y a la vez la rareza de ellos. Quería hablar con ella. Pero por el momento, escucharla sonriente era todo lo que necesitaba—Es decir, no podía decirle nada, después de todo era un invitado especial de mi padre, por alguna razón después de hablar un rato me contó ese secreto, fue como un bum a mi cabeza por haber conocido una persona así, sé que el amor viene de todos los colores y todas las formas, pero ¡por todos los Dioses! Eso fue verdaderamente enfermo, lo peor fue que me invitó a su casa y ahí tenía al pobre animal, por suerte también fue mi hermano y no tuve que soportarlo más—su voz se corta, ante el recuerdo de su pelea anterior, sabía que había sido algo más que una pelea, pero recupera su postura y continúa hablando—Tal vez, por eso los sueños no pueden volverse reales—sus palabras golpeaban como un tambor a su memoria, «te arrepentirás», pero no sabía de qué, ni siquiera podía imaginarlo, ¿acaso le diría a su padre? No, sabía que no era capaz de decirlo, pero lo dejaría pasar y olvidaría—Yo también sueño, pero mis sueños se están volviendo realidad, bueno, no tanto pero me siento más libre ahora y eso es realmente afortunado, la señorita Poppy por fin se hartó de mí, mi padre cada vez más se aleja y mi madre... No es como si le importara mucho ahora, problemas mundanos, ¿los Eternos suelen tener este tipo de problemas también?—quería responderle, pues después de todo los tenía más de lo que podría imaginarse, cada una de sus experiencias quería sacarlas, hablar como solía hablar con Hob Gadling cada 100 años, pero no podía, seguía teniendo aquel nudo en su garganta, no sabía si eran sus verdaderas intenciones hablar con él o simplemente seguía órdenes del hombre que lo mantenía cautivo, así que prefirió callar. El silencio que hubo en la habitación fue remplazado por el sonido de un golpeteo en la ventana del lugar, sus ojos se clavan en aquel ave de plumaje elegante, que parecía querer entrar a la habitación y lo recordó: Aquel que salió de la manta de Morfeo el mismo día de su captura—¿Fue el que atacó al Magus?—para su sorpresa, el hombre asiente rápidamente, dando su primera respuesta a la joven, una sonrisa de oreja a oreja se dibuja en su rostro y abre su libreta de dibujo, inspirada por dibujar a aquel ave, que tenía una belleza similar a la del hombre encerrado—Entonces me agrada, quisiera ser un ave para atacarlo de la misma forma—una sonrisa más ancha que la anterior se posa sobre los labios del Eterno, pero ella no se da cuenta, pues continúa sumida en su cuaderno y su lápiz, siempre los guardaba en su chaqueta para ocasiones como lo era esa, cuando la inspiración llegaba.

El silencio devoraba la habitación, tan lentamente que la pequeña niña no se daba cuenta, mientras seguía dibujando en una hoja desgastada en un ambiente lleno de muros y cadenas que nunca podría saltar ni romper. Sueño sólo miraba, a aquella niña que con esmero iba a visitarlo cuando los guardias abandonaban su labor, como un ladrón de la luna ella iba a robarle su atención y desviar su odio a diferentes estrellas que no estarían en su campo de visión cuando estaba iluminando todo el cielo aquella niña en forma de luna, quien opacaba a las demás estrellas gracias a su brillo que resplandecía por toda la noche oscura, la única diferencia que podía notar entre ella y la luna era la luz propia que soltaba. Tal vez su hermana tenía razón al decirle que los niños son los seres más puros entre todos los humanos. Porque ahí estaba ella, haciéndole compañía a un desconocido, ofreciendo una manta que no necesitaba pero a la vez anhelaba, pero que nunca iba a admitir.

—Siempre me pregunté por qué no hablas, pero tal vez así sea mejor... Cada vez que hablo mi papá y mamá me corrigen, ¿eso es bueno o malo? Sé que debería estar estudiando para llegar a ser una buena señorita de la sociedad, pero por alguna razón no quiero eso, quiero complacer a papá y seguir siendo suertuda de vivir, mamá dice que es un halago aunque... ¿Por qué es una suerte vivir? Yo sólo quería salir a jugar junto con Alex, él tiene más libertad que yo sólo porque es varón, ¿así es en todos lados, no hay un lugar donde yo pueda también jugar?—no podía controlar el cristal romperse en sus ojos, manchando la hoja con algo más que suciedad, con su propio infierno encapsulado en la caja que acaba de abrir. Morfeo no expresaba nada, su rostro era el de siempre, pero aquella rubia estaba sumergida en su cabeza que no podía ver la falta de interés que había dentro de sus ojos, aunque en el fondo de toda su arena había algo que creció: El odio que sentía por el señor Burgess, aquel que lo encerró a él y aquella niña entre ardor y lágrimas—Pero aún así tengo que ser el orgullo de mi padre, me dice que nací para casarme con alguien de la alta sociedad, que ese es el motivo por el cual yo sigo con mi mami, ¿y sí ese hombre tampoco me deja salir a jugar? No quiero señor Sueño, ¿por qué las niñas no podemos salir a jugar con la pelota?—pero aún no decía nada. No iba a hablar y menos con una niña triste, era algo que no le era de su incumbencia y así debería seguir siendo, pues no le iba a dar un consejo ni palabras de apoyo, esto estaba claro, pues el mundo era injusto, incluso ese mismo mundo lo era con la primera persona que le ofreció una manta—No quiero casarme, no quiero seguir en esto. Si me caso algún día, será contigo, eres el único hombre que me cae bien—pero rápidamente se arrepiente de su elección de palabras, fue estúpido de su parte decirle eso alguien que no le había dicho ni un hola. Prefirió no volverlo a ver a los ojos gracias a la vergüenza que se insertaba en su rostro cada vez más fuerte y abrasadora—Y-Yo realmente lo siento, fue estúpido de mi parte haber dicho eso, ¡mejor dicho, nunca me casaré! No sé qué digo a veces, prácticamente apenas te conozco y... Lo siento, tengo que irme—sin darle una última mirada a Sueño, corre recogiendo todas sus cosas, dejando la manta rota sobre el suelo frío antes de irse del lugar. Pero ya la había logrado entender en esos momentos:

Se estaba enamorando de él.


10 AÑOS DESPUÉS.

HOLLY ALISTABA AQUEL VESTIDO ROSA CHILLÓN que competía con ser el peor vestido que había visto después de 23 años sin salir de aquella mansión, pero luego estaba ese vestido, tan elegante como el cuervo que la visitaba cada noche a su ventana, donde a su lado las pesadillas pararon, dándole unos dulces sueños donde tenía todo lo que alguna vez soñó muy lejos de todas esas fiestas. Aquel vestido era completamente negro, como una noche sin luna, tenía un ribete de encaje con las mangas volumétricas, con un patrón de estrellas doradas por todo el vestido que resplandecían con la luz del sol, pero en las sombras era completamente negro. Era perfecto.

—Holly... Yo creo que mejor llevo ese—señala al vestido del maniquí que la llamaba como la voz de una bella sirena.

—Pero señorita, su padre dijo que-

—No importa lo que haya dicho mi padre, él quiere fingir que tiene un control sobre mí, cosa que no es cierta, desde hace 10 años le ha ido bien y ha tenido todo en sus manos, pero eso no significa que yo esté dentro de ese control. Está bien, él no le lastimará—con una sonrisa tranquilizadora, logra convencerla de que tome el vestido y deje de lado el otro.

—Yo creo que a él le gustará—dice en burla aquella mujer, con una amplia sonrisa, pero Avic muestra una cara de confusión mientras maquillaba su rostro en el pequeño espejo de su habitación.

—¿A quién?—le preguntó confundida.

—A aquel hombre que visitas todas las tardes, no es secreto para nadie de la mansión que vas a visitarlo y que sonríes como una boba enamorada después de salir—el lápiz labial se desvía de su rostro ante la noticia que le da la mujer, su rostro comienza a colorarse de colores vivos mientras siente como los gusanos se arrastran en su esófago y una energía sacude todo su cuerpo.

—¿A qué te refieres?—pregunta en forma de susurro, pero llega a ser audible para la mujer mayor.

—Es broma señorita, apenas el señor Alex y yo lo sabemos, es la ventaja de que la lavandería esté cerca del sótano, no sé de qué tanto habla con él pero se ve  más sonriente, me alegro por usted—pero su rostro decae, no había pronunciado ni una sola palabra en ninguna de sus visitas, sólo asentía o negaba, era su única comunicación que mantenía con Sueño—O a menos que algo haya pasado entre ustedes

—Es sólo que... Él nunca ha hablado, ni una sola palabra en 10 años y estoy empezando a creer que mi presencia le fastidia, que yo le irrito de sobre manera y eso me da miedo, que me llegue a odiar—la mujer se acerca a ella, con una sonrisa compresiva en sus labios.

—Está bien temer a algo así, ni con el Magus ha mantenido una conversación, no ha asentido ni negado nunca. Eres especial para él y si eso no es algún tipo de amor o cariño, no sé qué es, además, es un pájaro atrapado en una jaula, no es feliz y cuando un pájaro que antes era libre es atrapado, no puede volver a cantar—limpia con delicadeza el labial corrido de su mejilla.

—¿Tú cómo sabes eso?—vio sus ojos cansados, sin expresión alguna al momento de hacer esa pregunta.

—Lavo la ropa cerca de ese lugar, no es de sorprenderse que escuche todas las quejas de tu padre a tu amado—las mejillas de la joven se tiñen de un color rojizo provocando una risa seca de la mujer.

—No es mi amado

—Repítelo hasta que te lo creas,  ahora, está oscureciendo y te apuesto a que tu novio le gustará el vestido

—¡Holly!—pero antes que pueda lanzarle aquel conejo de peluche, la mujer sale a la velocidad de la luz, dejando que ella se cambie en paz, pues así lo había pedido, después de todo tenía dos manos como para que alguien más lo haga.

Se ve por una última vez al espejo y no lograba reconocerse, el vestido encajaba a la perfección con su tipo de cuerpo pero al mirarse recordaba a Benett, lo mucho que la adulaba cuando se probaba algo nuevo, algo que nunca había intentado ponerse en su infancia, había caído por la enfermedad del sueño según la información que le había llevado Holly, su sonrisa se borra para después mira a otro lado, alejando esos recuerdos de su cabeza para después salir de la habitación con sus pequeños tacones resonando por el pasillo que poco a poco fue llenándose de risas y de voces, caminaba dándole la bienvenida a todos los que se encontraba por su camino, no se había dado la molestia de aprenderse sus nombres de los invitados, como lo había hecho Alex, pues no le veía la importancia cuando era más importante su vino que su nombre. 

—Su padre la llama, Avic—habló detrás de ella una voz que conocía bien, pero no pudo evitar saltar por la impresión—Tan asustadiza como siempre

—¡Sykes, me asustaste!

—Lo siento de verdad pero su padre no quiere que espere más—asiente para seguir a Sykes por la multitud intentando no chocar con nadie al pasar, siendo casi imposible por toda la gente que se había reunido en ese lugar, nunca supo que todos los tesoros robados de Sueño podrían traerles tanto poder a su familia, en el centro, Roderick charlaba animadamente con un grupo de personas, o al menos eso era hasta que llegó, todos se callaron y los ojos frívolos del Magus se clavan en los de ella, sus ojos empiezan a destellar de la misma sustancia de los de ella, pues ese no era el vestido que la mandó a ponerse.

—¿Me has llamado, Magus?

—Es correcto, Avic—tose falsamente para eliminar la tensión que había en el lugar, cosa que no se va por más que quiera ocultarlo—Te quiero presentar Henry, quien será tu futuro esposo—un hombre pequeño sale entre toda la gente, aquel tenía los ojos de un océano y la nariz respingada, vestía un smoking negro y se balanceaba con nerviosismo de un lado a otro. No pudo evitar explotar en rabia mientras sentía agujas picando sus ojos.

—¿Es una maldita broma?

—Lenguaje señorita y me temo que no es una broma—todas las personas la miraban juzgando, pero todo a su alrededor dejó de importar.

—Mi respuesta es un rotundo no—pero logró mantener su cabeza fría y recuperar su postura—No me casaré con nadie y menos con él, si me disculpan, me tengo que retirar—antes de poder irse del lugar, las palabras de su padre la atan cada vez más.

—¿Es por el Eterno, me equivoco?

—¿Quién te dijo?—su corazón dejó de latir, mientras sus manos habían comenzado a temblar y sus pies a volverse cada vez más débiles—¿Quién te dijo?—repitió tratando de mantener su voz firme, pero se rompía con cada segundo que pasaba con aquella gente.

—Tal vez la vieja Holly siempre fue mis ojos—ahí sintió el golpe directo, como la confianza y el amor que alguna vez sintió por la mujer de desvaneciera como humo en el viento, pero no podía llorar, no ahí, gira acercándose amenazante a su padre hasta pegar su rostro al de él, con ojos de fuego.

—Pagarás por todo, lo juro y nunca lastimarás a nadie más, quizá no haya nadie de confianza en está casa de mentiras, pero esas mentiras caerán en tu cara y ahí yo estaré para mirarte caer, tan lento que preferirás que la muerte llegue, pero está vez para matarte y llevarte al infierno—con la amenaza realizada, se da la vuelta caminando con prisa hacía su única compañía en aquella casa.

—¡Te casarás con él, es tu destino y tu deber mantener a flote a está familia, no importa cuánto huyas. La única verdad es que él nunca te amará!—fue su última estocada, antes de correr sin importarle el dolor que sentía en sus pies ni los ricos que la miraban mofándose, cada uno de ellos tenía sonrisas y se reían como si el chiste fuera ella, entra al sótano alejándose de la música sonora y del ruido, llegando hasta el hombre que es dueño de sus más grandes sueños.

—No pude aguantarlo más y vine acá, todo se está yendo de mis manos, como agua y yo...—pero el hombre no se movía, sólo mantenía su vista clavada en todo su ser—Tan sólo quería verte—se sienta en su lugar habitual esperando una respuesta que no llega—Ella me traicionó—para él, era obvio que lo haría, prefirió no decirle nada, aún así desconocía la razón por la cual odiaba verla de esa forma, como la primera vez que lloró frente a él pero ahora lo sentía más fuerte que nunca y no quería volver a sentirse así, no como lo que pasó con Nada, no tenía futuro con una simple mortal—Lo único jodido ahora es que...—un nudo se forma en su garganta sin poder sacar las palabras de su boca, pero termina por hacerlo rápidamente—Me quiere comprometer con un hijo de la familia Baker, y sabes que yo no tengo intenciones de casarme, menos con un chihuahua nervioso que acabo de conocer, ¿podrías hablarme sólo por una vez? Una palabra, no quiero seguir molestándote con mi presencia y tal vez el Magus tenga razón, mi destino es casarme y formar una tonta familia que jamás amaré, para eso nací, por favor Sueño—sin importarle el agua, cruza por ella mojando su vestido hasta llegar a su lado y estar más cerca de él de lo que alguna vez pudo estarlo—Huiremos juntos de aquí, tal vez después no lo estemos, pero déjame liberarte, sólo dime si en todo este tiempo, sólo un día sentiste que fui especial para ti, una amiga, una hermana, no me importa, sólo dime si alguna vez signifiqué algo para ti—pero se mantuvo callado, pues, ¿cómo aquella humana pudo pensar que eran algo? Era un Eterno y no podían relacionarse con los humanos, así que sólo la mira, como empieza a perderse entre las fauces de su propio caos y poco a poco se va alejando de él—Veo que no, por más que lo intenté, nunca me tendrás confianza, por más secretos que te conté, eso nunca importó, eso nunca te importó. Tal vez sólo seas otro Dios egoísta, pero no te preocupes, Rey del Sueño, te liberaré, pero supongo que no existe mi propio camino y tendré que seguir ese destino que se me fue escrito desde que di mi primer respiro—pasa nuevamente por aquel pequeño lago artificial, sin molestarle qué tanta agua se colara por sus zapatillas, pues se sentía peor que su apariencia demacrada actual, tan sólo quería llegar a su cuarto y soltarse a llorar como la humana frágil que era.

—No—logró oír una voz ronca a sus espaldas, al darse vuelta estaba él, de pie con la mano sobre el vidrio esperándola y la noche se desvanece con esa simple palabra, con ese simple gesto. Vuelve a su lado con el paso lento, perdiéndose en la mirada de Sueño, lentamente, su mano se acerca a la de él y la une, a pesar del frío vidrio separándolos podía sentir aquella conexión que siempre deseo tener con él, no sabía lo que era, pero lo último que quería era alejarse de él. El amor tenía muchas formas y para ella la forma del amor era él, Morfeo haciéndola soñar con un lugar en su corazón.   

—Voy a liberarte mañana, vendré junto con Jessamy y ambas te sacaremos de aquí—Sueño alza las cejas sin comprender de dónde sacó esa información, pero su duda es aclarada rápidamente—Holly me lo dijo, además tu querida amiga me ha estado acosando todas las noches, la dejo pasar, pero la saco antes del amanecer o podría enterarse alguien, ella está bien, no te preocupes Morfeo—sus labios se curvan en una sonrisa sincera antes de alejarse de él y pasar por las escaleras deteniéndose para mirarlo, aún de pie—Mañana los dos seremos libres, lo prometo. Buenas noches, Sueño—aún manteniendo la sonrisa sobre su rostro empieza a subir las escaleras pero la voz de Sueño la detiene a mitad de su camino.

—Buenas noches, Avic—y no pudo evitar ensanchar su sonrisa de boba enamorada ni nada en aquella noche la pudo borrar.

Pero aquellas paredes tenían oídos, que recibían el nombre de Holly.

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