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𝟬𝟲.

CAPITULO 6.
"UNA EXTRAÑA NOCHE CON EL SULTÁN"

NARRA CASSANDRA.

Estoy aterrada, no se que hacer, no quiero ir y estar con el sultán pero no puedo escaparme ni hacer nada, de todas formas, ya es muy tarde, me estan guiando hacía sus aposentos.

Mientras caminábamos Sumbul empezó a explicarme que debía hacer al entrar.

-Escucha, Cassandra, le harás una reverencia al entrar, besarás su dobladillo y no lo mires a los ojos. Debes ser discreta y respetuosa. -explicó rápidamente.

Solamente asentí y seguí caminando. Poco tiempo después, llegamos a los aposentos. Me intenté calmar y entré. Luego de besar su túnica, me quedé agachada pero de repente, el Sultán agarro mi mentón y me hizo pararme. Hicimos contacto visual por unos pocos segundos hasta que el Sultán lo rompió para irse a su escritorio a trabajar. Lo mire extrañada y él se dió cuenta.

—Trabajas para mi madre, ¿no?

—Así es, mi sultán.

—Necesito tu ayuda, Cassandra.

—¿Qué podría hacer yo por usted, mi sultán?

—Necesito que finjas ser mi favorita, que estas locamente enamorada de mí y yo haré lo mismo.

Lo mire confundida. ¿Para qué querría el sultán que haga eso? Antes de que pudiera preguntarle, él volvió a hablar.

—Necesito que mi madre piense que estamos enamorados, así dejara de insistir de que tenga hijos y me enamore.

—Está bien, sultán, lo haré pero, ¿esto en que me beneficia?

No pensaba aceptar sin una buena razón, lo odiaba a Mehmed, él arruino mi vida al secuestrarme.

—Al ser mi única favorita, tendrás más beneficios que las demás. Más ropa, más joyas, sirvientes, una habitación, y sobre todo, respeto. —dijo con seriedad— ¿Aceptas ayudarme Cassandra?

—Acepto su propuesta, mi sultán. Pero su madre no es tonta, y usted lo sabe, ella en algún momento se dará cuenta de nuestra farsa.

—¿Y cómo es que se dará cuenta?

—Si pasaramos la noche juntos, en algún momento debería quedar embarazada pero eso nunca pasará, además, no nos conocemos. ¿No se supone que el sultán y sus concubinas hablan?

—Tienes razón, Cassandra. ¿Y qué sugieres qué hagamos?

—Hablemos, deberíamos conocernos. La Sultana me preguntara que paso, debemos ser minuciosos y ser cuidadosos con lo que decimos.

El sultán se quedó pensando y meditando sobre mi idea. No sabía que estaba pensando, siempre tenía esa expresión seria y distante. Después de unos segundos, habló.

—Está bien. Tendremos que idear una historia de amor y tendremos que vernos seguido para conocernos mejor.

—Lo que usted diga mi sultán. ¿Por qué no empezamos a conocernos esta noche?

—Como desees, Cassandra. ¿Qué es lo que deseas saber de mi?

—No lo se... ¿Qué le gusta a hacer? ¿Tiene un color favorito? Dígame como es usted, sus preferencias, lo que odia, lo que lo apasiona, sus sueños.

El sultán se quedó callado nuevamente.

—Me gusta trabajar, todo mi esfuerzo se concentra en eso. Odio que me molesten sin razón alguna, odio que me desconcentren y odio que hagan preguntas o comentarios innecesarios. —siguió hablando con el mismo tono frío y distante.

Parecía que el Sultán odiaba todo... Ahora entendía porque le decían "Mehmed III el cruel".

—¿Siempre está trabajando, su majestad?

—Sí. ¿Alguna otra pregunta, Cassandra?

—No, no tengo ninguna otra pregunta. ¿Desea hacerme alguna?

—Cuéntame sobre ti.

—Bueno... tengo 18 años, soy de Grecia, amo tocar el violín, leer y la naturaleza.

—¿Sabes tocar el violín?

Parecía genuinamente sorprendido, aunque no lo demostraba tanto. Estaba empezaba a hartarme de su misma expresión, ¿era la única que conocía?

—Así es, mi sultán.

—Quiero escucharte tocar.

—¿Ahora? —dije confundida.

—Sí, ahora, Cassandra. ¿Tienes algún problema con eso? —el sultán frunció el ceño y me miró con esa mirada penetrante que hacia que quisieras apartar la vista.

—N-No, no tengo ningun problema en tocarle el violín, pero no tengo uno aquí como para hacerlo... —dije nerviosa, se veía muy amenazante con el ceño fruncido y su misma mirada de siempre.

El sultán solamente soltó un respiro, se levantó de su escritorio y se dirigió a la puerta.

—Traigan un violín para Cassandra Hatun ahora mismo. —les ordenó fríamente el sultán a los jenízaros.

Cerro la puerta después de lo que los soldados se fueran y volvió a trabajar. Yo solo baje la cabeza, esta situación era incómoda.

—Sientate. —señaló la silla sin levantar la vista de su trabajo.

Me apresure a sentarme en frente de él sultán. Él solo seguía trabajando mientras yo me quedaba callada sin saber a donde mirar.

—¿Qué te gusta leer, Cassandra? —dijo, sin despegar sus ojos del papel.

—Bueno... solía leer libros de Homero, como la Ilíada...

—Homero es un gran escritor, he leído varias de sus obras.

—¿En serio? —dije sorprendida .— No dijiste que te gustaba leer cuando te pregunté que cosas te gustaban.

—Hace años que no leo... Solía aprovechar mi tiempo leyendo cuando todavía era un Şehzade.

—Ya veo...

Antes de que me diera cuenta, pase tres días con el sultán hablando y conociéndonos. Descubrí que no era un monstruo como lo hacían parecer los demás, solo era frío y distante con la gente que no conocía.

La noche anterior, nos quedamos pensando cual sería nuestra historia de amor y que haríamos. Yo iría cada viernes hasta el domingo, en esos días, el Sultán solía tener más tiempo.

Luego de desayunar con el sultán, me dirigí al harem, y en cuánto entre, todas se acercaron a hablarme. La mayoría preguntaba lo mismo y parecían fascinadas por el hecho de que el Sultán no me dejo ir por tres días hasta que llego la víbora de Meryem a hacer sus comentarios desagradables.

—No te sientas tan importante, Cassandra, el Sultán ya se debe haber olvidado de ti.

—Justo como hizo contigo, ¿o no Meryem?

Las demás chicas se empezaron a reír y Meryem se puso roja de la vergüenza. Antes de que siguiéramos peleando, apareció Sumbul y nos mandó a trabajar.

Mi día fue normal hasta que llego la hora de ir con la Sultana Hurrem. En el camino, empecé a hablar con Nasia y a contarle mi noche inventada con el sultán, habíamos acordado que ninguno le podía decir a nadie que era mentira.

Cuando llegamos, nos dejaron pasar y vimos a la Sultana Hurrem junto a su hija, la Sultana Mihrimah.

Hicimos una reverencia y nos acercamos. Estaba nerviosa por lo que me preguntaría.

—Cassandra... Me informaron que estuviste tres días seguidos con mi hijo. Eso es un gran paso, ¿se llevan bien?

—Nos reímos mucho, Sultana, el Sultán es alguien muy interesante y divertido.

La Sultana sonrió satisfecha.

—Fabuloso. Quiero que me avises si te dicen algo en el harem o te hacen sentir menos, ahora no eres una persona cualquiera, eres la favorita del Sultán. Mantén la cabeza en alto y conoce tu lugar, Cassandra. —dijo la Sultana seria, agarro mi mentón y levantó mi cara para que la viera.

—Sí, Sultana. Pero... ¿A qué se refiere cuando dice "favorita del Sultán"?

—Oh, ¿no te dijeron? Mi hijo te ascendió a favorita. Te regalo con cofre lleno de vestidos y joyas nuevas. Parece que le gustaste, y eso es bueno.

—No sabía, no me lo comunicaron. Gracias por decirme Sultana.

—Ahora, acompañen a Mihrimah a sus aposentos.

Nassia y yo nos reverenciamos y seguimos a la Sultana.

Estábamos caminando en silencio hasta que la Sultana habló.

—¿Mi hermano te trató bien, Cassandra?

—Sí, su majestad fue muy amable conmigo. Hablamos bastante.

—Aprovecha esta oportunidad, Cassandra. Si te esfuerzas y lo enamoras, serás una Sultana, una muy poderosa tal como mi madre.

Me quede callada, me sentía mal por engañar a las Sultanas pero ya había hecho un trato con el Sultán, no podía traicionarlo.

—Haré mi mayor esfuerzo, se lo prometo. —Hice una reverencia y me fui al ver que habíamos llegado a sus aposentos.

Volví al Harén junto con Nasia mientras hablábamos de mi noche con el sultán pero Sumbul me hizo una seña para que me acercará.

—¿Qué pasa Sumbul?

—El Sultán te ha ascendido a favorita y te ha enviado un cofre de regalo. Tu habitación está arriba, al final de todo.

—Gracias Sumbul.

Me dirigí a mi anterior cama para agarrar mi diario, no podía perderlo. Además, debía escribir lo que me había pasado.

Subí a mi habitación y comencé a escribir:

❝Querido Diario,

Han pasado muchas cosas estos últimos tres días.

Para empezar, el Sultán me ha ofrecido un trato: que yo finja estar enamorada de él así su madre dejara de molestarlo con tener hijos. Hicimos una historia de amor en uno de estos días así que ya tenemos una base.

Luego, decidimos conocernos, si nos amaramos querríamos saber todo del uno y del otro. No se mucho de él -todavía- pero aún hay tiempo para eso.❞

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