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CAPÍTULO 17: LUTO

En los inmensos jardínes de la mansión Suppasit, un pequeño de cinco años con su liso cabello castaño que caía hasta sus hombros, se encontraba corriendo de su padre mientras jugaban a las atrapadas. El padre corría tras el pequeño mientras que éste corría huyendo de él, entre finos y agudos gritos mientras eran combinadas las tiernas risas del menor y las risas graves y felices del mayor.

-¡Mew, no corras tan rápido! -gritó el padre del pequeño.

-¡Papi es muy lento, no me alcanza! -decía el menor con una linda y tierna voz sonora. Pareciese una melodía que el pequeño cantaba a su padre. De pronto, el pequeño detuvo sus piecitos, giró en dirección a su padre, llevó ambas manos a sus lindos y regordetes cachetitos, posicionó ambos pulgares en cada uno de sus cachetes, sacó la lengua y repitió entre risas: -¡Papi no me alcanza, soy mucho más rápido! ¡Papi es muy lento! - Seguidamente soltó sonoras carcajadas y nuevamente emprendió su huída.

-¿Ah sí? - Eidrien sonrió a su hijo - ¡Ya verás como te atrapo, pequeño! - Fue inevitable que una alegre carcajada escapara de su boca. Corrió un tanto de distancia más y atrapó al pequeño, ambos cayeron al césped entre risas, gritos y abrazos. El pequeño Mew hizo un tierno y lindo puchero al verse atrapado por su padre. -¿Qué ocurre, mi niño pequeño? - Eidrien miró con preocupación a su lindo y tierno hijo, quien continuaba con el puchero adornando su rostro.

-No soy tan rápido -respondió de manera triste.

-Me costó mucho atraparte, mi niño, por supuesto que eres rápido -. Eidrien dijo, intentando animar a su hijo.

-Papi es gigante,... yo soy pequeño. Los pasos de papi son más grandes que los míos. -Hizo un nuevo puchero, y llevó su mano a tocar sus regordetes piecitos.

-Así es...- respondió el padre, sonriendo -yo llevaba mucha ventaja en tu contra, pero aún así me hiciste correr bastante. - Mew negó.

Eidrien miró a su hijo, tomando entre su mano la pequeña y linda mano de su adorable pequeño. Acarició sus diminutos y regordetes deditos, y dando un beso en cada uno de ellos provocó que Mew se echara a reír por la sensación, seguidamente el padre tomó a su pequeño entre sus brazos, lo levantó y comenzó a dar pequeños besos en el pequeño y suave rostro de su hijo.

Mew soltaba sonoras carcajadas mientras movía su rostro de un lado a otro en busca de evitar los besos de su padre.

-¡Wow, mi pequeño tiene mucha fuerza! -balbuceó Eidrien, entre risas, mientras con mucho cuidado soltaba el cuerpecito de su hijo.

-¡Quiero correr! -dijo Mew, habiendo dado por terminada su tristeza de hace unos segundos. De manera tierna señaló con su dedito el resto del jardín que se expandía frente a él.

-Puedes caerte, hijo -respondió Eidrien.

-Pero yo quiero correr - Mew hizo un puchero nuevamente, seguido del intento por levantarse y correr hacia el tramo de césped que había frente a él, pero Eidrien fué más rápido y lo detuvo a tiempo.

-Mew, he hablado contigo con respecto a ser obediente, ¿verdad? Lo hago para protegerte, hijo, por eso no puedes correr. - Con cuidado lo acostó sobre sus piernas y dijo: -Te castigaré por no obedecer a tu padre -Sonrió. El pequeño sabía perfectamente cual era su castigo, de forma inmediata comenzó a dar pataditas y entre risas un tanto asustadizas, dijo:

-¡Cosquillas no, por favor! - Mientras pataleaba también levantaba sus manitas intentando detener las manos de su padre.

-¡Oh sí, claro que sí! - Eidrien soltó una alegre carcajada.

Sin esperar más comenzó a hacer cosquillas en ambos lados de la pancita del pequeño Mew, bastando de milésimas de segundos para que aquel lugar se llenara de las tiernas y sonoras risitas de su hijo.

Luego de unos pocos minutos, cansados ambos chicos _uno de tanto reír por las cosquillas de su padre y el otro de tanto reír por las risitas y gestos graciosos de su hijo_ se detuvieron. Eidrien planeaba llevar a su hijo por un vaso de agua, pero en ese mismo momento uno de los tantos guardaespaldas de la mansión llegó al lugar y comenzó a hablar con Eidrien, el nombrado se limitó a escuchar al guardaespaldas mientras continuaba atento a lo que su pequeño y travieso niño de cinco años hacía.

Mew se encontraba sentado en el jardín jugando con su piecito mientras esperaba que su padre regresara a jugar con él, pero de pronto una hermosa criatura linda y nueva ante sus ojos captó por completo su atención. Tenía unas hermosas alas adornadas con muchos colores, los cuales embobaron al pequeño de inmediato, sin pensarlo se puso de pie y comenzó a seguir a dicha criatura. Al principio sus pasos eran cortos y cautelosos, pero luego se encontraba corriendo tras la hermosa mariposa.

Eidrien que por un momento se distrajo hablando con el guardaespaldas sintió un miedo invadir su cuerpo al ya no ver a su hijo en el sitio que antes se encontraba, inmediatamente salió en busca de su pequeño dejando al guardia con la palabra en la boca. No pasó mucho para poder divisar a su hijo a lo lejos, un poco más tranquilo comenzó a dar pasos lentos hacia su pequeño niño, hasta que pudo darse cuenta de como Mew poco a poco se acercaba a tropezar con una roca.

Por impulso comenzó a correr, el tramo no fue demasiado largo verdaderamente, y gracias a ello logró alcanzar a su hijo y justamente en el momento en que Mew golpeó su piecito contra la piedra, Eidrien se lanzó al suelo y lo alcanzó justo antes de que Mew cayera y golpeara su cabeza en aquella piedra.

-P-papi -siseó el pequeño Mew, sollozando debido al susto.

-Tranquilo, bebé, papi te sujetó a tiempo -arrulló Eidrien, con voz baja, abrazando a su hijo y sobando su piecito golpeado -. Te dije que no corrieras, Mew. - Como un verdadero padre, no pudo evitar reprender a su hijo por su desobediencia, pero no lo hizo de forma severa. Mew se acurrucó más ante su abrazo, y sonriendo comprensivo Eidrien limpió con suavidad y amor aquellas lágrimas que caían por las mejillas de su pequeñito.

-L-lo s-siento... -sollozó el pequeño, aceptando su error -no lo volveré a hacer. - Eidrien sonrió complacido. -Pero papi me salvó, ¡papi es mi héroe, mi héroe gigante! - Aún entre su llanto, Mew sonrió.

-¿Soy tu héroe, bebé? -preguntó Eidrien con amor y ternura, Mew asintió. -Está bien. -Besó un cachetito del niño. -Yo siempre te protegeré, hijo, siempre estaré contigo y lucharé contra quien sea para protegerte. -Levantó a su hijo en sus brazos.

-¿Vencerás a los monstruos por mí? -preguntó Mew, de forma tierna y llena de la ingenuidad de un pequeño.

-Así es, -aseguró -venceré a cuantos monstruos sea necesario vencer, para protegerte. -Besó la otra mejilla del pequeño. -Siempre te cuidaré y protegeré ante todo, tu felicidad siempre será la mía, si tú sonríes yo lo haré, si tú lloras yo lloraré a tu lado, mi pequeño gran hombre. -Abrazó a su hijo.

-¿Y si alguien me lastima? Alguien que no sea un monstruo -preguntó inocentemente el pequeño.

-¿Si alguien te lastima?... -Replicó Eidrien -en ese caso haré que esa persona pague con creces por haber tocado a mi niño -respondió. Mew rio felíz -. Te amo, hijo, tú eres mi tesoro, el más grande de todos, y no permitiré que nadie te dañe,... jamás. - Al escuchar esas palabras, lleno de felicidad Mew extendió sus brazos y abrazó fuertemente a su padre. Sintiéndose protegido y en paz en los brazos del mayor.

-Mew también ama a papi, mucho -Eidrien dió un suave beso en la pequeña frente del niño y comenzó a caminar.

-Ahora a comer -vociferó sonriente, extendiendo su brazo hacia adelante en dirección a la casa.

-¡Sí, a comer! -respondió Mew, imitando la acción de su padre.









Mew se encontraba frente al espejo de su habitación, arreglando el nudo de su corbata. Su semblante cabizbajo y destrozado era completado por las lágrimas que caían sobre sus mejillas. Todas y cada una de ellas eran provocadas por los recuerdos de aquellos momentos que vivió junto a su padre en su niñez. No podía creer que se encontraba ahí vistiéndose para ir al velorio de su progenitor. De aquel mismo hombre que prometió que siempre estaría con él.

¿En qué momento sucedió?

¿Qué se supone que hará ahora sin su padre?

¿Podrá vivir sin él?

¿Realmente su padre ya no estaba más en este mundo?

Su mente era un mar de cuestionamientos sin respuesta, tan profundo como el océano y tan oscuro como la noche, tan desierto como un callejón sin salida y tan desesperanzador como la soledad.

Jamás había vivido sin su padre, sí, es muy cierto que durante su adolescencia y juventud su padre y él se habían distanciado debido al trabajo y a los viajes que éste hacía, pero era diferente esta vez. Diferente porque sabía que en esta ocasión Eidrien no volvería dos o tres meses después de estar ausente, diferente porque esta vez no podía mantener la esperanza de volverlo a ver algún día, y realmente no estaba seguro de si podría vivir con eso... vivir sin su padre.

Mew siempre lo amó, siempre lo admiró, su padre era su héroe, su héroe gigante. La persona que siempre lo protegió y quien lo defendía de los regaños de su madre. Qué importaba si en el pasado se ausentó un tiempo, eso fué en el pasado, pero luego del accidente su padre volvió y permaneció junto a él, apoyándolo, animándole siempre ante todo y demostrándole nuevamente que lo amaba mucho.

Mew no podía más con ese dolor, no podía creerlo, incluso si la razón se lo repetía una y mil veces más, él permanecería renuente a aceptarlo. Quería que fuera una pesadilla, pedía que alguien allá arriba en el cielo, contemplara su miseria, el desgarrador dolor de su corazón y se apiadara tan solo un poco de él, y le devolviera a su padre.

Pero la razón era tan cruel como la realidad, recordándole que su deseo era algo imposible y no podía ser más que un simple anhelo de su luptuoso corazón.

Sus piernas perdieron la fuerza y seguidamente sus rodillas golpearon contra el piso, así mismo como la realidad a él. Comenzó a llorar sin ningún detenimiento, apoyó sus manos sobre sus rodillas y lloró, lloró lo más que podía, lloró desde el fondo de su corazón y de su alma, desde el centro de aquellos recuerdos latentes, desde el centro de ese gran amor que su padre siempre le demostró.

Lloró de la misma forma en que lo hizo ayer cuando recibió la lamentable noticia del fallecimiento de su padre, lloró porque dolía, lloró porque era su padre y lo había dejado solo, lloró por no haber estado con él y ayudarlo, lloró porque se sentía el peor hijo por no haber llegado a tiempo y salvar la vida de su héroe.

Lloraba sin poder detenerse, muy poco importaba haber llorado ayer de la misma forma y haberlo hecho hoy también por la mañana, de su corazón simplemente no podía desaparecer el dolor, el vacío que su padre dejó en el jamás podría ser llenado. Mew se sentó en el suelo, llevó sus rodillas a su pecho, se abrazó a si mismo, ocultó la cabeza entre sus rodillas y continuó llorando, llevaba en ese mismo estado desde ayer.

Escuchó el sonido de la puerta siendo tocada, pero no le importó en absoluto. No quería nada y no quería ver a nadie, a nadie que no fuera su padre, solamente quería a Eidrien. Lo único que Mew quería era que su padre llegara y con un abrazo le dijera que todo estaría bien, que él lo protegería y que no había nada que temer... pero, eso no pasaría, Eidrien ya no volvería.

-Mew, por favor abre la puerta - Era la voz de Tul al otro lado de la habitación.

-Q-quiero estar solo,... por favor... S-solo quiero... es--...- Su voz se cortó entre las lágrimas y los sollozos.

Tul que se encontraba fuera de la habitación, también lloraba. Eidrien no había sido solamente su jefe, Eidrien había sido su padre, amigo, su hermano mayor y su consejero. No podía evitar culparse a sí mismo por no haber estado con él, por no haber insistido en acompañarlo y por no haberlo protegido como se debía. Si tan solo hubiera ido con él Eidrien aún seguiría con vida.

-Lo sé, Mew, pero debes abrir la puerta, por favor déjame entrar -Volvió a pedir, con voz triste -. Eidrien no hubiera querido verte así, Mew, por favor.

Mew apretó más sus puños y su corazón se estremeció al escuchar el nombre de su padre, suspirando se puso de pie, se dirigió a la puerta y la abrió, al verse ambos se lanzaron al otro y se abrazaron. Mew lloraba en hombros de su prácticamente hermano, mientras que Tul ahogaba sus sollozos porque quería ser fuerte para Mew, pero en su interior su corazón estaba destrozado.

Permanecieron así hasta que Maxiin llegó a la habitación y junto con él, Gulf. Al momento en que Gulf presenció cómo se encontraba su novio, sus ojos se cristalizaron. Mew lucía tan pálido, ojeroso y decaído, cada uno de esos detalles taladró tan profundo en el corazón del pelinegro. Si tan solo pudiera hacer algo para borrar aquella tristeza.

Tul se percató de la presencia de Gulf así que soltó a Mew, de forma inmediata el pelinegro fue hacia su novio y lo envolvió en un abrazo. Mew continuó llorando, pero esta vez en los brazos de su novio. Gulf era lo único real que le quedaba, lo único valioso que tenía, y por ello se aferraria a él por siempre. Lo protegería de todo, lo guardaría de todos y de todo aquello capaz de causarle dolor.

Tul y Maxiin decidieron darles su espacio así que salieron de la habitación y se dirigieron a la cocina. Al llegar a ella Tul se apoyó en la pared hasta que lentamente se derrumbó al piso, sus lágrimas comenzaron a caer de forma inevitable, simplemente ya no lo soportó más. Ya no tenía las fuerzas para seguirlo reteniendo.

El corazón de Maxiin dolía en demasía de ver a su novio así, se sentó a su lado y lo envolvió en un abrazo, permaneció a su lado sin decir una palabra, podía sentir como su camisa era estirada por la presión que ejercía Tul sobre su pecho. Maxiin acariciaba suavemente el cabello de su novio, en busca de transmitirle un poco de tranquilidad. Después de unos sollozos más, Tul detuvo su llanto, Maxiin sintió alivio al pensar que su novio se sentía mejor.

-Tranquilo -siseó, acariciando suavemente el rubio cabello ajeno.

-T-tú... -titubeó Tul, entrecortado -tú lo encontraste. ¿Tú estabas ahí cuando el señor Eidrien murió? -cuestionó, con voz severa. El corazón de Maxiin se estremeció e incrementó el ritmo de sus latidos. No podía permitir que Tul se enterase de la verdad y no quiera volver a verlo jamás. -¿Qué hacías en casa de los Suppasit justamente cuando el señor Eidrien murió? -Volvió a cuestionar, con su molestia incrementada.

-Tranquilízate, Tul. ¿A qué te refieres con esto?¿Qué es lo que estás tratando de decir? -respondió Max, intentando sonar tranquilo.

Justamente en el momento en que Tul quiso responder, Linda los interrumpió. La verdad es que lucía demasiado serena y tranquila como para estar de luto por la pérdida de su esposo.

-¿Qué haces aquí perdiendo el tiempo? - Su pregunta fue dirigida a Maxiin -¿En dónde está mi hijo? - Ahora se dirigía a Tul. La molestia de Linda incrementó al no recibir respuesta por parte de ninguno de los presentes. -¡Pregunté: ¿en dónde demonios está mi hijo?! ¡¿Acaso ni siquiera eso sabes hacer bien, guardaespaldas de porquería? - Sus filosas palabras fueron lanzadas hacia Tul nuevamente.

-¡Señora! -intervino Maxiin -¡No vuelva a hablarle así a Tul!-reprochó, con voz fuerte pero respetuosa.

-¿Y qué si lo hago? -respondió Linda, tajante y engrandecida.

-¿Realmente es necesario que responda a eso? - Max alzó una de sus cejas, haciendo a Linda tragar grueso -Me parece que de los dos, quien más necesita del otro es usted. -Miró seriamente a Linda.

La mujer le dedicó una sorprendida mirada, pero no se quedó en silencio, que era lo que Max esperaba. -¿Dónde está mi hijo? ¿Sigues siendo nuestro guardaespaldas o también te descuidarás de mi hijo así como lo hiciste con mi esposo, eh? -Volvió a lanzar su veneno, los ojos de Tul se cristalizaron nuevamente, y por millonésima vez la culpa por la muerte de Eidrien se instaló en él. -¿¡Dónde está mi hijo, carajo!? - Esta vez ya se podía sentir la frustración en su voz.

- ¡¿Por qué mierdas no va y lo busca usted?! -respondió Tul -¡Yo no trabajo para usted, mi lealtad siempre fue, y seguirá siendo hacia el señor Eidrien! -Linda rio sarcástica.

-Vaya forma la tuya de ser leal, que lo dejaste morir -soltó, con una sonrisa ladina -. Eidrien te quería como a un hijo, y por eso te mantenía a su lado, pero me temo que yo prefiero prescindir de tus servicios... Maxiin es mucho mejor que tú.

-¡Señora! -intervino Maxiin rápidamente. Giró a ver a Tul, pero éste le dedicó una mirada punzante, Maxiin sabía que Tul no era tonto y que a estas alturas seguramente estaba sospechando de él, y lo está odiando con todas sus fuerzas.

-¿Qué quieres que haga? -dijo Linda desinteresada -Ni siquiera sabe decirme en dónde está mi hijo y para eso le pago -Encogió sus hombros, altanera.

-Estoy aquí, madre. - Mew hizo acto de presencia en compañía de Gulf, ambos tomados de las manos -Y tengo tres cosas por decir. Primero: Tul no es mi niñero. Segundo: quien le pagaba por sus servicios era mi padre, no tú, ni yo. Y para finalizar, si tú no requieres de sus servicios, yo sí. Seré yo quien responda por él a partir de hoy - Gulf sonrió dirigiendo su mirada a Linda, quien a estas alturas ya lo incineraba con ella.

-¿Qué haces aquí? -preguntó ella, con cierta rabia y frustración que no pudo esconder.

-Está conmigo, madre - Fue Mew quien respondió, apretando protector la mano de Gulf.

-¿E-es... está contigo? ¿A qué te refieres con que está contigo? -cuestionó molesta.

Gulf sonreía de manera burlesca, pero a la vez satisfecho al contemplar el estado tan desesperado de aquella mujer, sin embargo, su corazón estaba asustado por obvias razones.

-Está conmigo de la forma que te imaginas madre. Gulf es m--... - Mew se detuvo al sentir el apretón de Gulf en su mano, volvió a ver al pelinegro y pudo darse cuenta de que lo veía con ojos asustados. Sin entender, pero tampoco sin preguntar apretó el agarre y le sonrió, con su mirada le indicó que todo estaría bien. -Te veré en la capilla, mamá. Vámonos, Tul. - Dicho esto, salió de la casa con Gulf y Tul acompañándolo.

Linda se quedó haciendo una rabieta en la cocina junto a un Maxiin que poco a poco sentía que moría al recordar la mirada de desprecio y decepción que su novio le dedicó segundos antes.

-¡Maldito! -gritó, refiriéndose a Gulf.

-Escúcheme muy bien...- Se giró hacia ella-si le vuelve a hablar así a Tul, le juro que no seré responsable de lo que haga. No se meta con él, déjelo en paz, suficiente tiene con que yo esté de su lado. ¡Asi que déjelo en paz y no vuelva a culparlo por la muerte del señor Eidrien, porque ambos sabemos que aquí los únicos culpables somos nosotros! -expresó furioso -. La espero en el auto, mi señora - Lo ultimo fue dicho con completo sarcasmo, sin más, salió de la cocina azotando la puerta.

-Maldito infeliz. ¡Maldito infeliz! -Volvió a hacer una rabieta -Cuando ya no te necesite me desharé de tí, mientras que a tí Gulf Kanawut -Apretó su puño -juro que te acabaré. No me detendré hasta verte muerto. ¡Lo juro!









Mew, Gulf y Tul llegaron a la capilla en la que se realizaría el velorio por la muerte de Eidrien. Mew y Tul se detuvieron frente a la entrada con sus lágrimas brotando automáticamente, humedeciendo sus cabizbajos rostros.

-No quiero... -siseó Mew -no puedo dejarlo ir. - Gulf lo abrazó, permitiéndole llorar en su hombro y desahogar lo que aún faltaba por salir.

-Vuelvan al auto un momento, me adelantaré para terminar de preparar todo -indicó Tul, comprensivo. Ambos chicos asintieron, Gulf agradeciendo en un susurro. El rubio palmeó el hombro de Mew para seguidamente ingresar a la capilla.

Ambos chicos regresaron al auto, en los asientos traseros. Gulf tomó una botella de agua e intentó darle de beber a Mew, pero éste se negaba.

-Por favor, debes hidratarte -pidió Gulf, sosteniendo con fuerza el nudo que apresaba su garganta.

-No quiero -. Sollozó.

-Por favor, Mew, solo bebe un poco, ¿si? No has comido, ni bebido agua desde ayer.

-Gulf... - Mew se lanzó hacia su novio, llevando ambas manos a rodear la pequeña y delgada cintura de este para acurrucarse en un abrazo. -solo quiero que él vuelva, Gulf. -Sollozó -No hice nada para protegerlo, y-yo... yo debía estar con él, debí haber vuelto a casa con él... y no lo hice... e-es mi culpa - Se lamentaba el castaño, con su rostro cubierto de lágrimas.

Los ojos de Gulf comenzaron a cristalizarse, le dolía la muerte de Eidrien aunque había tratado de ser fuerte, pero ver así a su amado le derribaba cualquier fortaleza que haya querido crear. Comprendía un poco su dolor, él no se imaginaba perdiendo a su padre, ni siquiera quería pensarlo. Abrazó a Mew y lo aferró a él lo más que pudo, no podía devolverle a su padre, pero al menos podía estar a su lado y ofrecerle su apoyo, ser su hombro y su refugio, hacerle entender que no lo dejaría solo.

Minutos después Mew se había quedado dormido sobre su hombro, Gulf le acariciaba el cabello sintiéndose un tanto aliviado porque su castaño pudiera descansar siquiera unos minutos. Todavía quedaba algo de tiempo para que iniciara la ceremonia de duelo.

Al cabo de unos cuantos minutos pudo divisar el auto de Linda siendo estacionado frente a la capilla. No podía entender la tranquilidad de esta mujer ante tal situación.

¿Acaso era la misma mujer que alardeaba amar tanto a su esposo?

¿Realmente era esa mujer que trataba con tanto amor a Eidrien?

No lo creía, había algo en ella que no lo hacía confiar, dejando fuera el hecho de que había sido tan histérica y tan vil, pero él nunca había dudado del amor que ella le demostraba a Eidrien, nunca hasta ahora. Negó con la cabeza para despejar su mente de esos pensamientos y se dispuso a despertar a Mew.

-Mew... -habló con voz suave, tocando lentamente la mejilla de su novio.

Mew soltó un leve quejido combinado con un gruñido protestante, Gulf sonrió al contemplar tan lindo y tierno gesto, se veía tan hermoso durmiendo, sintió tanto pesar por tener que despertarlo, no solo porque luciera como un ángel sino también porque su novio no había podido descansar nada, y en este momento lo estaba haciendo. Con un enorme pesar en su corazón le habló nuevamente con un tono un poco más fuerte.

-Mew, es hora de entrar, lo lamento... - Mew abrió sus ojos poco a poco, los cuales lucían visiblemente rojos e hinchados. Sus párpados caídos y sus ojos lagrimosos transmitían una profunda tristeza, Gulf lo escuchó llamar el nombre de Eidrien muchas veces durante su sueño -. Perdón, cariño, pero debemos entrar. Tu madre ya ha llegado. - Mew asintió sin decir nada y dió un suave beso en los labios de Gulf pues lo necesitaba tanto, realmente lo necesitaba.

Seguidamente ambos salieron del coche tomados de la mano sin importarles las miradas que se posaron sobre ellos. Comenzaron a subir las gradas hacia la capilla, dentro de esta habían alrededor de cien sillas negras, dichas sillas estaban distribuidas en mitad, una mitad al lado derecho y la otra mitad al lado izquierdo. Los ojos de Mew comenzaron a cristalizarse nuevamente al llegar a la entrada y ver la corona de flores que adornaba dicha entrada, misma corona que sostenía la foto de Eidrien sobre ella.

Mew suspiró y cerró sus ojos, Gulf se percató de ello y apretó su agarre. El castaño sonrió al sentir el apoyo de su novio, lleno de fuerzas continuó caminando, miró de reojos la corona de flores con la foto de su padre y sonrió de lado.

Lo extrañaría mucho,... demasiado.

Continuó caminando, en el frente se encontró con otra foto de Eidrien. Contuvo un sollozo de tan solo recordarlo, sus lágrimas resbalaron al enfocar la urna que ahí se encontraba.

Nuevamente no podía creerlo, tenía que ser una mentira que el cuerpo de su padre yacía en cenizas en el interior de esa urna.

Tenía que ser una vil mentira, una pesadilla, rogaba porque esto fuera una pesadilla, rogaba por despertar ya y poder ver a su padre frente a él, sentado en el borde de su cama diciendo que simplemente había sido un sueño horrible y que todo estaría bien. Apretó sus manos en un puño, suplicando a su corazón que resistiera tan solo un poco más.

Sin querer, pero teniendo que hacerlo, se despidió de Gulf, pues este debía encontrar asiento mientras que él debía ir a buscar a su madre y ubicarse en la entrada de la capilla junto con ella para recibir a todos los que asistirían al funeral.

Caminó hacia la salida y se ubicó en su lugar, el cual era junto a la corona de flores que sostenía la foto de Eidrien, buscó con la vista a su madre hasta divisarla junto a unas personas, al parecer lloraba ante todos ellos, mientras sostenía entre sus brazos una foto de su padre.

Mew suspiró profundo pensando en que si no tuviera a Gulf probablemente en este momento estaría intentando de todo por alcanzar a su padre e irse con él. No entendía por qué se sentía inquieto al lado de su madre, siendo ella la mujer que le dió la vida él debería sentirse seguro en su presencia, pero era todo lo contrario.

De pronto, un tipo alto un tanto blanco, con cabello de un tono castaño claro similar al suyo, una altura de aproximadamente 1.85 cm, se acercó a él. Mew lo observó curioso y confundido, el chico miraba la foto de Eidrien con profundo dolor y pesar reflejado en sus ojos.

-Lamento mucho tu pérdida, mi más sentido pésame -dijo aquel chico, con voz tranquila y amable -. Sé que no me conoces, pero cuando necesites algo puedes contactarme, no lo dudes ni un momento. -Extendió una tarjeta que no tenía más que su número de teléfono.

-Agradezco tu amabilidad... -respondió Mew -¿tú... conociste a mi padre? - No pudo evitar preguntar aquello, de cierta forma le inquietaba saberlo. El chico se tomó su tiempo antes de responder.

-Sí, tuve la dicha de conocerlo - respondió melancólico. Mew quería continuar la conversación y saber más acerca de la relación que este chico tenía con su padre, o de los factores por los cuales se conocieron, pero el chico al percatarse de que Linda poco a poco se dirigía hacia Mew, se tensó un poco y se despidió de inmediato -. Debo irme, no dudes en contactarme si necesitas algo -recordó, con vos presurosa.

-Espera... ¡pero no sé tu nombre!

-¡Lo sabrás cuando llames! -respondió en un lejano grito, para luego desaparecer de su campo de visión.

Mew se quedó tratando de procesar lo que acababa de suceder, pero seguramente por como se encontraba olvidaría eso en cuestión de segundos. Al cabo de pocos minutos Linda se acercó a él y lo abrazó. Reporteros, medios de comunicación, empresarios, abogados, amigos cercanos y lejanos, compañeros de trabajo y familiares se reunieron para dar el último adiós a Eidrien.



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Transcurrido el tiempo estipulado, la ceremonia estaba llegando a su fin, y junto con ella, la hora de dejar ir a su padre para siempre.

Linda se acercó a él y lo envolvió en un abrazó. Mew se aferró a ella llorando cual niño pequeño, aún con todo su dolor no podía evitar pensar en que se sentía extraño. Mew sentía extraño llorar con su madre siendo su soporte.

-Mew... -llamó Gulf, interrumpiendo el abrazo. Linda lo miró furiosa a causa de ello, luego se volvió hacia su hijo con un gesto interrogativo.

-Me quedaré con Gulf esta noche, madre. Imagino que quieres un tiempo a solas después de todo lo que ha ocurrido, y así mismo yo también necesito un tiempo. - Linda lo miraba con un tanto de desacuerdo y disgusto.

-Está bien, hijo, por favor cuídate y llámame mañana para saber cómo te sientes. -Sonrió para luego mirar a Gulf con desprecio, mirada que no pasó desapercibida por Mew, pero ahora lo que menos quería era discutir con su progenitora.

-Así lo haré, madre. Por favor descansa y cuídate, si necesitas algo dile a Maxiin. Tul se irá conmigo -informó Mew tranquilamente. Su madre asintió y luego de besar su mejilla lo dejó partir.

A Gulf se le hizo muy extraño que Linda aceptara tranquilamente sin refutar, la amabilidad no era precisamente la característica más grande de la señora Jongcheveevath, pero decidiendo que habían cosas mucho más importantes en las que pensar, decidió dejarlo pasar.

Tomó la mano de Mew y lo dirigió hasta su coche, Tul se ofreció a conducir y Gulf aceptó sin refutar pues así podría ir junto a Mew en los asientos traseros del auto.

Minutos después Mew se había quedado profundamente dormido nuevamente sobre el hombro de Gulf. El pelinegro se acomodó un tanto en el asiento, acomodó un poco más a Mew y lo dejó estar, cerró sus ojos buscando descanso. Se sentía agotado, frustrado y muy triste por todo esto, pero lo que más lo atormentaba en este momento era el estado en que se encontraba su castaño.

¿Realmente el destino cree que Mew debe sufrir tanto?

¿Por qué el destino simplemente no los deja ser felices y ya?

De pronto el sonido de una notificación proveniente de su celular lo sacó de su cuestionamiento interno contra el destino, con un tanto de esfuerzo y disgusto por importunar el pacífico descanso de Mew, sacó su teléfono y atendió la notificación, era un mensaje de alguien conocido para él.

• Ha comenzando, prepárate.



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¿Acaso Linda esconderá algo detrás de esa "comprensible" actitud?
¿Quién será el chico que se acercó a Mew y qué relación tenía con su padre?
¿Qué significa el mensaje que recibió Gulf y quién lo envía?
¿Qué deparará el destino para nuestros amados Mew y Gulf?

Sigamos leyendo para descubrirlo.

Holi 🥰 , espero se encuentren muy bien y les guste el capítulo de hoy, sé que está triste, pero... 🥺 en fin, Eidrien siempre estará en nuestros corazones 🤧. No se olviden que estamos en la recta final de esta novela🥺 al terminar esta espero retomar THE DARK AND GLOOMY DETECTIVE, se los juro 🥺🤧, en tres o cuatro capítulos más nos despedimos de esta joyita 🥺. [Cry🤧] estoy feliz y a la vez triste por eso.

Espero disfruten el capítulo, denle su apoyo a Mew y a Gulf 🥺❤️. No olviden que espero siempre por sus comentarios pues siempre me alegra leerlos.

Sin más que decir nos leemos a la próxima, bebés.

Bye 🥰


[Publicado: 02/07/21
Corregido: 11/12/23]

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