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  HALLEY RILEY:

  —Al carajo —exhalo el humo luego de unos segundos de haberlo retenido en mis pulmones—, necesitaba esto. Sentía que mi cerebro estaba a punto de explotar.

  —¿Aún más de lo habitual? —pregunta Dylan antes de toser por haberse tragado el humo mientras hablaba—. Mierda.

  —Estoy al límite, lo juro —confieso luego de brindarle un par de golpes en la espalda para que lograra calmarse—. Dime algo, sé que eres un friki con estas cosas. ¿Anoche escuchaste el episodio de mi podcast?

  —Sí, pedazo de episodio hiciste anoche.
 
  —Dime la verdad: ¿acaso fuiste tú el de la llamada espeluznante?

  —¿No había sido Randy? —cuestiona Dylan con evidente confusión—. Creí que lo habían planeado juntos.

  Dejo la hierba en el escalón en el que me encuentro sentada y suelto un suspiro. Dylan se percata de eso y me arrebata el cigarro improvisado con rapidez, como si lo necesitara; aunque estoy segura de que lo hizo para llamar mi atención. No intento quitárselo, pero lo veo llevárselo a la boca con una sonrisa ladina mientras tararea una canción con diversión.

  Quiero estar tan despreocupada como lo está él. Quiero sentir que mi cuerpo se relaja por un momento, pero a este punto parece casi imposible de lograr.

  —Dime una cosa, Hall —suelta Dylan de repente—: ¿Todavía estás enamorada de él?

  Bufo mientras siento como la ansiedad cubre mi cuerpo. No es una mentira que él sepa sobre Stu, pero el hecho de que lo mencione y me acuse de haberme enamorado del novio de Tatum, me tensa.

  —¿Enamorada? —repito pensando en lo ridículo que suena—. Solo me gusta.

  Dylan se encoge de hombros restándole importancia a mis palabras. Le da una calada al cigarro y voltea a verme con una expresión relajada. Sus ojos enrojecidos delatan lo mucho que ha estado fumando, incluso antes de hacerlo conmigo.

  —Deberías tener sexo para olvidarlo —aconseja con desdén. Siente la intensa mirada que le lanzo, pero regresa la vista al frente, donde solo hay un árbol—. Si solo es un crush, deberías buscarte un buen polvo y se te olvida. Pasaron meses desde el último.

  Las últimas palabras que dijo resuenan en mi cabeza mientras le quito el cigarro de entre los dedos y lo llevo a mi boca nuevamente. Dylan no dice nada, pero sé que me observa confundido mientras apoya sus brazos en uno de los escalones más arriba y se reclina hacia atrás.

  —¿Y quiénes son mis opciones? —pregunto, intentando desviar mi atención de aquellos pensamientos que solo provocarían que el efecto de la hierba disminuya aún más—.No soy la chica más popular y la mitad de la escuela me considera una loca drogadicta.

  —Pero hay uno que está tan loco como tú, y es tu amigo —dice él con un tono de voz juguetón.

  —¿Hablas de ti? —inquiero, hablando del mismo modo que él. Suelto una risa cuando la expresión relajada de su rostro se desvanece y se endereza en el escalón, con el cuerpo tensado.

  —Me refería a Randy —responde en voz baja.

  —Lo sé —admito luego de unos segundos—. Es solo que no me gustaría arruinar nuestra amistad. ¿Qué tal si las cosas salen mal y luego se siente la tensión en el grupo?

  —Hacen una orgía —contesta Dylan con simpleza, como si lo que había dicho resolviera todos mis problemas.

  Lo golpeo en el hombro y él se ríe.

  —No olvides que mi hermana también está en ese grupo —le recuerdo, mientras le doy otro ligero golpe en el brazo.

  —Sí, pero también están Sidney, Billy, Randy y Stuart. —Alza las cejas de forma cómplice—. Vamos, no niegues que todos ellos tienen lo suyo.

  —Billy tiene cara de querer matarnos a todos.

  —Te gusta Stu, no tienes derecho —contrarresta.

  Yo asiento con la cabeza. Tiene razón. Billy luce como un psicópata si lo analizas bien; pero Stuart, a simple vista, parece un villano sacado de Ciudad Gotham.

  —Seguro esa perra tuvo algo que ver.

  —¿Ya la vieron? Está tan drogada que me parece increíble como no la han expulsado todavía.

  —Su hermano es oficial, no me sorprende.

  —Tal vez asesinó a Steven y su hermano la está ayudando.

  Me abro paso entre el grupo de chicos que hablan y opinan sobre mí sin discreción. Me gustaría decir que estoy acostumbrada y que ya no me afectan sus comentarios patéticos, pero estaría mintiendo de forma descarada. Cada palabra y cada mirada que me lanzan se siente como un cuchillo atravesando mi pecho. Sé que buscan herirme, sé que creen cosas sobre mí que no son ciertas, y sé que sin importar lo que diga o haga, buscarán apuntarme con el dedo de igual manera.

  Solo debo imaginarme sola. Eso fue lo que dijo Dewey. Debo convertir las palabras en murmullos amortiguados y a las personas en borrosas imágenes. Pero de pronto, siento que estoy caminando con la mitad del cuerpo sumergido en el agua. El peso de mi cuerpo se siente abrumador, y con cada paso que doy, mis piernas parecen adherirse al suelo, provocando que mi llegada al casillero se sienta eterna, aunque solo esté a unos cuantos pasos de distancia.

  Cuando creo que la humillación está por terminar, abro la puerta de mi casillero y de arriba, cae un preservativo lleno de pegamento. Se revienta en mi cabeza y quedo casi cubierta por una pegajosa capa blanca.

  Todos a mi alrededor estallan de risa.

  Se burlan de mí.

  Si antes me sentía humillada, ahora sé que mi dignidad ha terminado por esfumarse.

  Quiero llorar, pero mis lágrimas se quedan estancadas cuando aprieto con fuerza mis párpados.

  A lo lejos escucho que alguien grita mi nombre y enseguida identifico la voz de Tatum. No puedo voltear a verla; mi rostro está cubierto de pegamento y apenas si soy capaz de mover mi cuerpo. Las risas burlescas continúan aún cuando mi hermana llega a mi lado y les exige que se callen mientras los insulta. Parezco una piedra hasta que me toma de los hombros para girarme en su dirección, entonces, escucho otra voz. La voz de él.

  —¡Oigan todos! —interrumpe Stuart tras soltar una enorme carcajada—. ¡No me lo van a creer, pero el director Himbry se está cogiendo a una estudiante en los baños! ¡Es de locos!

  De repente, las risas y el bullicio cesan a mi alrededor. La atención de todos parece centrarse en las palabras reveladoras y picantes de Stuart. Algunos se quedan en silencio sin saber que decir, pero la mayoría no pierde el tiempo y salen disparados hasta los baños.

  Tatum saca una de las camisetas que suele guardar en su bolso y me limpia el rostro con ella, solo entonces veo a Billy hablándole a regañadientes a Stuart mientras le propina un ligero golpe en el antebrazo. Stu suelta un quejido falso y luego me mira antes de guiñarme el ojo.

  —Tranquila, Hall, es solo pegamento —dice, como si fuese algo nuevo.

  Volteo los ojos y Tatum se ríe.

  —Gracias, no me había percatado —hablo con evidente sarcasmo.

  Stu hace un desdén con una de sus manos y se acerca a nosotras.

  —De nada. Digo, tal vez pensabas que fue producto de una masturbación colectiva —asume falsamente, mientras hace una seña con su mano cerca de sus caderas.

  Sigo preguntándome por qué me gusta.

  Tatum se da la vuelta y lo golpea en el otro brazo al que Billy le ha golpeado con anterioridad. Lo regaña y Stuart dice "tranquila" entre dientes.

  Una palabra.

  Una simple palabra es suficiente para molestarme. No con Tatum. No con Stuart. Me enojo conmigo misma al entender que lo que en realidad me molesta es que sus palabras, su voz, él, no me pertenecen y nunca lo harán.

  Mi hermana pasa su brazo sobre mi hombro y me acaricia suavemente para consolarme; eso me parte el corazón. Ella es tan buena hermana, y yo, simplemente, me he convertido en un desastre.

  Y desde aquél día, solo he empeorado.

  Regreso mi atención a ella. Mientras opina sobre lo pervertidos que son todos los que me hicieron esa "broma", Stuart camina a mi lado y me roza ligeramente la barbilla con uno de sus dedos. Nadie nos presta atención, al menos es lo que alcanzo a ver; pero a él no parece importarle tampoco.

  Los latidos de mi corazón se intensifican cuando formula un "tranquila, Hall" con el suave movimiento de sus labios.

  Quiero sonreír, pero soy incapaz de hacerlo cuando veo a Randy observándonos desde atrás. Entonces, lo que me ha dicho Dylan antes, comienza a resonar en mi cabeza. Tal vez debería escucharlo, al menos intentarlo.

©-GIMEVERLARK-
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