𝑂𝑐𝒉𝑜
El alfa malnacido cayó en manos de la policía esa misma noche donde casi lograba el cometido de matar a la pequeña cría y al omega. Dos días después, YoonGi con un adormilado Jimin recostado en su hombro vió a Seokjin, el alfa dueño del restaurante, dar una breve nota sobre parte de lo acontecido a un periodista del noticiero local.
Aún tenía la sensación de la adrenalina en su cuerpo, pero estaba tranquilo sabiendo que la cachorra y Park estaban a su lado.
Por otra parte, se sentía mal consigo mismo y la situación en la que se encontraba; desempleado por su condición de omega y padre. Ya le había quedado lo suficientemente claro que nadie le daría trabajo con una bebé recien nacida ni mucho menos siendo omega, pero de alguna manera necesitaba dinero para vivir.
—Jiminie, despierta—lo movió suave. Rió ciando el menor se acomodó mejor contra su cuerpo para seguir descansando; no podía culparlo ya que él no le dejó dormir demasiado la noche anterior.
Parķ regresaba del restaurante casi a las dos de la madrugada, y YoonGi por su parte acababa de despertar con las energías al cien. El lobo negro estuvo inquieto en su interior en cuanto el menor cruzó la puerta, haciendo al humano comportarse de igual manera; aprovechando que la niña dormía cómoda en el nido -que ahora contaba con más prendas impregnadas en el olor de Jimin- Min se puso cargoso de más por culpa de las feromonas en el aire.
Y todo lo gracioso que pasó luego, puede resumirse a, por ejemplo, YoonGi mostrándole la pancita al otro omega en acto de sumisión.
"—Qué tierno eres, omega. Pero yo no puedo tocarte"
Si, esas palabras habían herido al desesperado lobo negro tanto como al blanco que rasguñaba el vientre del omega menor. YoonGi lo odió por unos minutos, hasta que lo sintió sobre su cuerpo haciéndole cosquillas.
—YoonGi-ah, déjame dormir—se quejó cuando el menor lo volvió a mover.
—Tienes que tomar la medicina, tonto.
Adormilado y todo, se enderezó en su lugar para restregarse los ojos. No quería volver a poner incómodo a Min como antes.
Una ez se acostumbró a la claridad, vio el vaso de vidrio con el líquido espeso que le estaba ofreciendo YoonGi.
—Lo siento mucho, y-yo olvidé que mi celo estaba cerca. Nunca sé cuando llega y siempre he tenido problemas con ello—comentó con vergüenza, mientras bebía el agua con las píldoras disueltas bajo la atenta mirada de Min.
—No te preocupes, alfa—besó su mejilla segundos después y se puso de pie—, iré a ver a Yougmi.
Se sonrieron, el menor asintió con la cabeza, y finalmente el otro omega subió las escaleras.
Odiaba a la diosa luna. Oh, sí que lo hacía.
YoonGi no quería que fuese al trabajo estando en celo, y era entendible. Seokjin y Jungkook eran como los hermanos mayores de Jimin que solo querían cuidarlo, y YoonGi también lo entendía, pero que estuvieran en la sala de su casa jugando videojuegos no era de su agrado.
—Jungkook, quédate quieto—suspiró. Era ya casi la cuarta vez que el alfa intentaba subir sus piernas sobre el regazo de Park, y Seokjin era un hombre de poca paciencia con el tarado de Jeon.
Corrección. Que esos dos alfas estuvieran tan cerca del omega que era su alfa, no le hacía demasiada gracia al dieño de casa.
No quería ser un pesado, pero ellos eran amigos, -¿o no?- y también quería cuidarlo de esos alfas.
Salió de su escondite y bajó las escaleras de dos escalones por vez para hacerse notar. Park sonrió al verle, creyendo que había dormido una siesta junto a la bebé; estaba realmente agradecido con él por dejar que sus tontos amigos irrumpieran en la casa luego de tres días sin verles.
—Jungkook, haste a un lado—le gruñó en cuanto estuvo frente a ellos. Fue ahí cuando Jimin notó la cara de pocos amigos que traía el chico.
El alfa obedeció sin decir nada, dejándole espacio al omega para que se acomodara con ellos. Sin soltar el joystick, Park juntó su mano con la del mayor.
—¿Todo bien, Yoon?
—Oh, si—claro que nada está bien si Jungkook se está haciendo el lindo contigo en mi casa, tarado. Pero mejor se quedó callado, mirando a los otros tres jugar.
Los alfas eran buenos jugadores, pero Jimin era mejor que ellos. Había obtenido la victoria en la mayoría de juegos toda la tarde, y la única persona que podía felicitarlo estaba dormida en su hombro desde la segunda ronda ganada.
—El chico te quiere—susurró viéndolo. Ahora Park lo había recostado en el sofá y a su lado estaba la pequeña. Jimin siempre los mantenía juntos, Min era un padre primerizo bastante olvidadizo cuando estaba muy cansado.
Era tarde, casi las ocho. Los últimos rayos de sol entraban por la ventana, la sala estaba en silencio con un muchacho sentado en el suelo y con medio cuerpo sobre el sofá junto a dos alfas que ya estaban por marcharse.
—Lo conocí gracias a Kookie—sonrió un poco, acariciando una piernita de la niña—. Él es... lo quiero demasiado. Ojalá encuentre un alfa que lo haga tan feliz.
—¿No son novios?—preguntó curioso, y a causa de ello recibió un zape en la nuca y una mala mirada por parte de Kim—, solo queria saber.
—Somos omegas, Jungkook.
—¿Y eso qué?—cuestionó ceñudo, era Seokjin quien ahora no comprendía.
—La diosa luna castiga a quienes desafíen a la naturaleza; enfermedad, tristeza, infertilidad... y yo no quiero eso para él.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro