—Wooyoung—. Lo llamé, haciéndole señas para que se sentara a mi lado en el sofá.

—¿Qué pasa Sannie?

—Tenemos que hablar—. Dije mientras mi tono se volvía un poco serio.

—¿Sobre qué?—. Un poco de miedo colándose entre sus palabras.

—Tranquilo Wonnie, no te voy a dejar si eso es lo que piensas—. Acaricié su cabeza con cariño. —Tenemos que hablar sobre el futuro de nuestra relación, ya sabes... Tú vives allí y yo aquí.— Una mueca de decepción formándose en mi rostro. Deberíamos hablar sobre-. Wooyoung me interrumpió rápidamente.

—Quiero mudarme aquí—. Abrí los ojos en demasía, tanto que supuse que se me caerían.

—Pero Wooyoung, tú... tu familia...—. No sabía qué decir definitivamente.

—San, yo quiero estar aquí vos, disfrutar de las calles de Barcelona mientras tengo tu mano acoplada firmemente contra la mía. Por qué te amo, te amo tanto que duele, y quiero estar aquí, contigo—. Sus manos rozaron las mías, para luego cogerla con suavidad. —Te amo San, mucho, demasiado.

Mis ojos se aguaron en lágrimas y algunas rodaron en mi rostro, no de tristeza, sino de felicidad. Por fin, por fin podría ver despertar a Woo a mi lado, ser la primera cosa que viera todas las mañanas, preparar un delicioso desayuno a su lado. En resumen, formar parte de su vida día a día.

—Boludo no llores, que si vos llorás yo también—. Sus ojitos empezaron a empañarse también.

Pronto reímos ante lo tontos que estábamos siendo, pasamos el resto de la tarde entre mantas y besos cálidos, vimos unas cuantas películas y disfrutamos de nuestra compañía.

—¿Cómo haremos para traer mis cosas de Argentina aquí?

—Primero tienes que volver, empacar todo y despedirte de tus amigos, claro, mientras, yo estaré aquí buscando un piso donde mudarnos—. Wooyoung abrió los ojos con sorpresa.

—¿Por qué no nos quedamos en este piso?—. Dijo confundido.

—Te recuerdo que aquí también vive Hongjoong—. Reí un poco.

—Ah, Sí. Hongjoong, lo había olvidado.

—¿En tan poco tiempo?—. Mi risa se hizo un poco más fuerte.

—Es que puse toda mi atención en vos, que quieres que haga—. Miré sus ojos centelleantes.

—Amame.

—Ya lo hago.

—Lo sé—. Fundí nuestros labios en un tierno beso.