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⠀❪ v ❫⠀━━━━ el laberinto



Me he pasado gran parte de ese desastroso día oculto entre la maleza del bosque. Algunas veces llorando, otras maldiciendo a Newt por ser un ególatra, malnacido e hijo de su madre, si es que tiene por ahí alguna.

Todavía me duele la mejilla, escuece más si me la toco; pero lo hago, porque me alivia. De alguna manera, me hace no perder la cabeza entre todo ese mar verde de hojas secas que parece que cada vez que las miro, se ponen más y más oscuras. Pienso en un primer momento qué es invención de mi cabeza, que todo lo que aturulla la mente cae en esto.

Pero allí tirado sobre la hierba húmeda, sobre las lápidas con rocas y palos de gente que ha muerto aquí dentro, me supera. Ni siquiera me asusta verlas, porque me aterroriza más la idea de morir en este asco de sitio. ¿Cómo querían que me hiciese a la idea de qué todo esto era lo único que podíamos tener? ¿Qué no había más fuera, ninguna salida?

También he tirado algunas piedras, al azar, para distraerme.

Pero no funcionó mucho tiempo; mucho menos cuándo escuché a pesar de la distancia, gritos y alaridos ensordecedores de alguien pidiendo clemencia. Para cuándo me asomé, en aquellas sombras oscuras de troncos secos, vi que estaban casi todos los chicos de Área —incluido Newt— reunidos alrededor del chico al que le había levantado la camisa antes. El de la picadura.

Todavía no entiendo muy bien de qué va la cosa, pero ahí está: sé que no es algo bueno.

No por las maldiciones que pegaba el chico de cabellos rubios; no por su rostro pálido, demacrado, con ojeras moradas y líneas surcantes de tonos enfermos; si no por la forma en la que todos los chicos de aspecto mayor, cercanos a mi edad, seguramente —porque sabía que yo no era menor de edad, significase lo que significase—, estaban con palos altos y duros golpeándolo fieramente para echarlo dentro de los muros del Laberinto que mencionó antes Thomas y el niño, Chuck.

Quienes, pude fijarme en qué estaban allí también. Solo mirando, con rostros lastimeros y aunque le niño no duró mucho, Thomas se quedó hasta el final.

Al contrario de mí, que incapaz de soportar ese tipo de tortura, regresé al bosque.

Ahora, horas más tarde y cuando la luz se apaga para dar paso a quizás la noche más oscura desde mi llegada, pienso en regresar.

Me duelen las piernas de haberlas tenido dobladas contra mi cuerpo durante tanto tiempo, las mejillas se me han irritado de las lágrimas; por Newt, por su golpe y por recordar mi nombre. Todavía sigo sin saber qué hacer con eso; y, gran parte del tiempo, también me he estado preguntando qué puedo hacer con el otro: "Alexander". Ese que recordé desde mi llegada y que había grabado en el muro, cuándo Newt me hizo la invitación.

Ahora odio haber bajado mis guardias con ese bueno para nada, por haber sido tan débil.

«En este mundo cruel, sólo puedes depender de ti mismo, ¿lo tienes claro, Alexander?», y sí, como desde hace un buen rato, sigo viendo en mi cabeza ese rostro adulto borroso. También ese nombre que parece grabado en mi corazón como una estaca.

Mientras camino de regreso a las cabañas del Área, finalmente encuentro algunas pocas luces. Algunas flamas suaves de las picas clavadas en cada una de las cabañas del lugar con ligeras cenizas revoloteando por el aire, que parecen acariciarme las mejillas mientras alcanzo mi hueco de la hamaca; allí, donde tengo que compartirla con Chuck y Thomas.

Ambos están despiertos y hablan en bajo; al verme, interrumpen su conversación. Probablemente tenga una aspecto horrible, pero no me importa. Mientras me echo el cabello hacia atrás con rápidos movimientos, me descalzo las botas y me siento en esa tela endeble que funciona como mi cama personal.

—¿Qué pasa? —pregunto, cuándo ninguno de los dos deja de mirarme.

Chuck me señala la mejilla y yo volteando los ojos, solo digo: —Newt.

Thomas se levanta de la hamaca y niega como un descosido. Tiene algo de ojeras y su rostro se ve mucho menos brillante que en la mañana.

—Imposible, Newt es todo menos agresivo —defiende, frunciendo el ceño—. Seguro que habrá sido Gally, ese zopenco tiene un problema contigo desde que llegaste.

Lo dejo estar, no insisto y sin ánimos de mantener una conversación, me acuesto en la hamaca y les doy la espalda. Entonces, escucho a Chuck decirle a Thomas: —Descansa, tío, mañana será un día del ploplus.

Después de eso, solo soy consciente de sumirme en un sueño profundo. Bueno, ni tanto, porque quizás media hora más tarde o más, me levanto por un pequeño grito. Al mirar por mi hombro, veo que Thomas está despierto, agitado.

Al parecer no soy el único en este sitio que tiene pesadillas o algo.

Su camisa blanca de tirantes está empapada de sudor y aunque lo miro ceñudo, este no repara en mí. Mira hacia la distancia, hacia el muro que no separa del Laberinto.

Allí, siguiendo su mirada y para mi mal humor, descubro a Newt despidiéndose de Alby y de Minho, el tipo que me había caído bien. El niño bonito y rubio se despide de ellos con la mano, y después ambos salen corriendo al interior del agujero.

Lo que me hace pensar, seguramente como Thomas, qué razón podría tener Alby para entrar al Laberinto; después de todo, aunque no era difícil de pensar que hubiese sido en el pasado un corredor, era extraño que el líder abandonase al grupo.

Aunque tampoco lo conocía mucho.

—¿Por qué crees que Alby habrá entrado? —me pregunta Thomas, nervioso.

Yo lo miro y sin saber qué decirle, le suelto un: —Vuelve a dormir, es muy temprano todavía.

A nuestro lado Chuck está dormitando, soltando leves ronquidos, y sin cerciorarme si me hacía caso o no, yo volví a dormir.





—¿Por qué Alby entraría al laberinto? —Lastimosamente, a Thomas no se le había quitado la preguntadera.

Y también para mi mala suerte, al haberme seleccionado Zart a su sección no podía evitar cruzarme con el pajarillo molesto. Porque por alguna razón, también tenía que arar la tierra y cuidar de lo cultivos, con Thomas, Chuck y conmigo. Aunque los anteriores dos no estaban haciendo ni jota; estaban descansados, sobre un tronco, hablando de ese estúpido tema de Alby.

Aunque no voy a negar que, ciertamente, también me causa curiosidad por saber, pero el hecho de estar tan cerca de Newt me pone los pelos de punta. No hemos hablado, simplemente yo me he limitado a hablar con el majo de Zart y poco más; tampoco con mi compañero de llegada ni con el niño. Nadie sabe todavía qué he recordado mi nombre y no estoy seguro de querer decirlo.

—Se te está poniendo morado —menciona Zart, que labra la tierra a mi lado, señalando lo obvio.

Lo miro con mala cara pero me sonríe, juguetón, y aunque no tengo muchas ganas de divertirme, le devuelvo la mueca aunque con más suavidad.

—No me digas —contesto y él se burla.

Ambos estamos cavando sobre un montículo de madera; yo con una pala más grande que la de Zart pero a su lado, intercambiando movimientos y evitando por todo lo posible mirar a Newt que sostiene su hoz. Está distraído con Thomas, por lo menos.

—¿Vas a ayudar? —le pregunta Newt al niño llorón.

Pero este sigue empeñado en recabar información y sacudiendo la cabeza, sigo escuchando mientras mis manos enguantadas con cuero grueso, golpean la tierra una y otra vez. Me ayuda a desquitarme un poco, sinceramente.

—¿Vuelve adonde han picado a Ben?

Ahora que me fijo, Chuck parece estar haciendo algún tipo de muñeco de madera. Newt de repente volvió a parecer molesto y me estremezco, involuntariamente, al recordar su puñetazo.

—Alby sabe lo que hace, ¿vale? Lo sabe mejor que todos —señala, claramente dejando en claro que lo conoce mucho mejor que el resto de nosotros.

Eso me hace sentir mal de alguna manera, porque solo significa que mi tiempo en este sitio podría alargarse hasta ser muy viejo. La sola idea me hizo temblar de pies a cabeza.

—¿Y eso qué significa? —Thomas no parece entender, pero está más que claro.

—Mira, la cosa va así —explica con paciencia mi pajarillo—. La Caja, cada mes, sube a una persona nueva. Pero alguien fue primero. Alguien, después de todo, tuvo que pasarse un mes en esta Área, solo. Y ese fue Alby —añade, como si ya no estuviese claro.

Luego agrega que al final, cuando vio que todos iban llegando solo pudo pensar en una cosa, y es que sólo nos teníamos los unos a los otros. Que eso era lo más importante aquí dentro.

—Porque, después de todo, estamos todos en el mismo ajo.

Y eso me cabrea; justo cuando Thomas se levanta, decidido, quizás para ayudar, no puedo evitar refutar ante lo último. Mis manos tiemblan agarrando la pala de excavar.

—Si estamos todos en el mismo ajo, ¿porqué nos hacemos daños unos a los otros? —Newt me mira descolocado, aterrado y me molesta que ni siquiera se haya dignado a darme algún tipo de disculpa. Nada, me recibió como si no hubiera pasado nada entre nosotros.

Lo veo tartamudear y esa primavera azul, me parece tan apagada de pronto.

Pero Thomas se interpone en nuestra vista, y con su espada de filo grueso se pone a intentar cortar las raíces que hasta momentos antes, Newt se estaba ocupando. Muerdo mi labio, me duelen las manos de sujetar la pala y Zart me golpea un hombro.

Miro con odio a Newt, que vuelve a callarse y sonríe hacia Thomas.

—Así es como se hace, Novato —dice, animando al niño llorón que sonríe como si le estuviesen dando un premio.

Zart intenta que me vuelva a concentrar en mi trabajo, pero esas sonrisas que comparten; esa unión que tienen entre ambos y lanzo la pala al suelo, suspirando gravemente. El cielo está oscura y la probabilidad de que llueva es demasiado clara ahora; un pensamiento furtivo me cruza por la mente, y sé que detesto la lluvia. No, que me aterroriza.

No sé muy bien porqué, pero lo hace.

—No puedo con esta mierda, ¡no si haces cómo si no hubieras hecho nada malo! ¡Ni siquiera te dignas a pedirme perdón, cabrón de mierda! —grito, saliendo de mis casillas.

Newt trastabilla hacia atrás, Thomas parece sorprendido.

Zart me agarra de un brazo para detenerme, pero incapaz de seguir mirando ese rostro vacío, me suelto de un movimiento brusco y quitándome los guantes, salgo despedido de allí. Mi idea es ir hacia las hamacas, pero la voz de Newt me detiene.

—¡Espera, por favor! —Pero sigo ignorándolo—. ¡Espera, Alexander!

Eso último me hace detenerme en seco. Recuerdo que ese es el nombre que grabe en la lápida de cemento, porque no sabía qué otra cosa más que escribir. Algunos compañeros del alrededor nos miran, interesados, y desde mi hombro, veo que Zart detiene a Thomas de alcanzarnos.

Mis ojos observan ese rostro alicaído, esos ojos claros que brillan tenuemente y pienso en que este pajarillo me va a volver loco. Me acerco a grandes zancadas y lo golpeo en el pecho, con un solo dedo. Lo echo hacia atrás un poco.

—No vuelvas a mencionar ese nombre. No es tuyo, y tampoco es mío.

Parece incluso más desconcertado que yo.

—¿Y entonces porqué lo escribiste? ¿Por qué pusiste eso, y no cualquier otra cosa?

—No tengo porqué responder a un cabrón de mierda, mentiroso y que se hace pasar por el tipo más bueno del mundo con el resto, cuando es todo lo contrario —quise volver a irme, escapar de ahí, pero me agarra del brazo con tanta fuerza que temo que me arranque la tela de la camisa.

—¡Lo siento, lo siento! ¡¿Eso es lo que querías escuchar?! —Su tono alto, que deja incluso patidifuso al Thomas de nuestras espaldas, me detiene en seco—. ¡Fui un completo idiota al haberte dicho aquello, porque no tenías la culpa de nada! ¡Me pasé, lo sé!

Y de un arrebato, me suelto de él.

Siento que esas palabras me taladran por dentro, me apuñalan y con un escozor en la cabeza, murmullo un: —Eres un falso de cojones.

Lo dejo ahí, plantado, mientras salgo pitando hacia el interior de las cabañas de dormir. No puedo soportar a alguien que dice lo que uno quiere oír, pero sin decirlo de corazón. ¿Cómo se pensaba que iba a creerle? ¿Delante de toda la gente?

Eso seguramente lo hacía sólo para seguir pareciendo bueno delante de todos.

Cabreado, golpeo un cubo que encuentro por el camino y el resto de la tarde, cubierto bajo el techo donde se encuentra mi hamaca, ignoro mis deberes y me quedo tratando de que el tiempo pase mucho más rápido.

Pero no lo hace; cuando un rayo suena en el cielo, las nubes se ponen mucho más oscuras que antes y todos están a mi alrededor, cubriéndose de la fuerte lluvia, me abrazo el torso. Esa sensación de miedo no me abandona y escucho a Newt y Thomas cerca, hablando entre ellos más que nada. Aunque no soy el único que les presta atención.

—Ya deberían haber vuelto, ¿qué pasa si no lo consiguen? —Thomas parece el más nervioso de todos.

—Lo conseguirán —refuta, sin embargo y sin espera, Newt como siempre.

Thomas se aleja de un poste de fuera para acercarse al pajarillo, que incluso desde mi distancia, puedo ver su rostro irrefutable por el que pasa quizás, un rastro de miedo. Pero, sigue igual de terco.

—Lo conseguirán.

Y yo, teniendo en cuenta el lugar en el que estamos, lo dudo.

Entonces, las horas pasan, la lluvia cesa en este amargo silencio y ellos no salen del Laberinto.

—Deberíamos ir a buscarlos —menciono por lo bajo, mientras estamos mirando a través de las grandes puertas ese Laberinto oscuro, y vacío.

No tiene pinta de que alguien me haya oído, pero no me importa; de todas maneras, no parecen hacerlo en otro tipo de situaciones. También pueden haberlo hecho, pero no quieren contestar. Atravieso a Zart, a Jeff, a Frypan (que ahora sé que es uno de los que cocinan) y de alguna manera acabo al lado de Chuck y por detrás de Gally, que está agazapado viendo a los muros.

La situación es pesada, nadie dice nada, hasta que el niño llorón lo hace.

—¿Podemos enviar a alguien? —Vaya, al parecer ha tenido mi misma idea.

Newt está serio y por los cuchicheos que he oído, si no consiguen regresar, él se convertiría en el líder ahora de esta Área. Da el pego y supongo que haría un buen trabajo.

—Va en contra de las reglas —dice él, sin dejar ese tono hueco.

Creo que ahora mismo un montón de cosas pueden estar pasándole por la cabeza; supongo que algunas de ellas, es si de verdad le toca tomar el orden, ahora estaría solo. Pienso en Minho, en lo bueno y majo que ha sido conmigo; y siento una arruga en el corazón porque pensar que está al otro lado, solo, y posiblemente con lo que sea que allá dentro, me da mucha pena.

—O consiguen volver o nada —añade Gally, a nuestros pies.

—Como no —digo, y me mira con ojos furiosos. Aunque mucho más apagados que de lo normal en los últimos días.

Eso me puso nervioso. Me supera la situación entonces ver que Newt se acaricie los brazos y mirándome, a pesar de tener a Thomas al lado, diga en alto: —No podemos perder a nadie más.

Y no sé que pensar ante eso.

De pronto del interior del Laberinto salió un aire pesado, lleno de grumitos y algo de arena. Tuve que cerrar los ojos para que no me molestase y mientras Gally se levantaba a mi lado, la voz de Thomas me alerta y a todos, en general.

—¡Ahí! —Y tal como y cómo dice, al fondo del agujero salen Minho y Alby, aunque no con tantas energías como al principio.

—Algo va mal —dice Newt, dándose cuenta.

Minho carga en su espalda a Alby, que no parece reaccionar. Claramente se ve que está teniendo dificultades, porque pesa y su paso no es tan rápido como normalmente seria. 

—¡Vamos, Minho, puedes hacerlo! —grita Chuck y después, comienzan el resto de ánimos.

Todos empiezan a gritar, lanzándole más apoyo a Minho y más y más, hasta que resulta incluso difícil de soportar. Allí, al otro lado, mi corazón vuelve a arrugarse cuándo se nota  a leguas que no va a conseguirlo, hasta Gally le grita que tiene que dejarlo. Pero es incapaz, lo sé a simple vista.

A mi lado, Newt dice que no van a conseguirlo y comparto una intensa mirada con Thomas; ambos sabemos lo que tenemos que hacer. Claramente no es una opción a discutir y teniendo en cuenta más todavía que nadie parece querer hacer algo; o más bien, que les da miedo hacerlo.

—¡Mierda! —Eso es lo que grito cuándo las puertas casi están a una distancia de dos dedos, apunto de rozarse.

Y sin pensarlo dos veces, Thomas y yo salimos al interior.

Siento de alguna manera que alguien me roza el brazo, por salir detrás del niño llorón pero lo único que soy capaz de hacer es seguir al otro, atravesando los enormes muros que amenazan con aplastarnos en cuestión de segundos.

Escucho gritos a nuestras espaldas, llamándonos, aunque a mi me dicen "novato" y al llorón lo llaman por su nombre; de todas maneras, todos están asustados. Y yo también, no sé qué demonios estoy haciendo, no sé porqué he venido aquí ni mucho menos porqué estoy sacrificando mi vida. Pero bueno, ya lanzados al río, lo mejor es procurar no ahogarse.

Empujo a Thomas para que vaya más deprisa, porque siento que las costillas me crujen; cuando sucede, cuando siento que me voy a quedar como una salchicha enlatada, finalmente caemos al otro lado. Un suelo me recibe de golpe, me he hecho daño en la nariz, pero no hay sangre.

Thomas se levanta sudado a mi lado, y ambos respiramos forzosamente mientras miramos a Minho; quien ha dejado a Alby en el suelo y nos mira con una sonrisa burlona.

Por alguna razón extraña, también sonrío.

—Felicidades, os habéis condenado.

🌊🤍

★ ⠀ : ────────── ELSYY AL HABLA (!)

muchas gracias por su apoyo; de nuevo, esto es para ustedes.

amo demasiado esta ff, y siento mucho no actualizar seguido, pero centrémonos en el presente. aaaaa disfruten.

nos veremos pronto, mis corredores.

🌊🤍

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