🩸𖤝 𝐎2𝐎 ▹
Chan observaba a Félix, quien esperaba con ansiedad una respuesta. La idea parecía descabellada, pero era la única forma de descubrir quién era el vampiro que atormentaba al híbrido en sus sueños, una presencia que parecía ineludible. Bang desvió la mirada hacia el hechicero y el demonio, ambos en un silencio tenso. Sabían que cualquier error podría ser catastrófico: los cinco caerían en un sueño profundo, atrapados sin posibilidad de escapar.
La situación era aún más peligrosa considerando que un hechicero legendario estaba involucrado, acompañando a ese misterioso vampiro. La atmósfera era pesada, y cada uno de ellos entendía que el más mínimo movimiento en falso podría sellar sus destinos.
—Hagámoslo. Sé que en la academia ese hechizo fue clausurado por lo peligroso que puede ser, pero si lo monitoreamos desde fuera, tendremos más control sobre la situación —dijo el hechicero, encogiéndose de hombros con aparente despreocupación.
—¿Serás capaz de mantener vigiladas a tres personas al mismo tiempo? —preguntó Chan, su mirada fija en el hechicero.
—Por supuesto. Solo deben asegurarse de que la otra criatura, en este caso el vampiro, no les haga daño dentro del sueño. Si eso sucede, las heridas podrían manifestarse en el mundo real. Félix ya lo sabe bien —respondió con calma, aunque sus palabras pesaron en el aire.
Félix asintió en silencio. Aún recordaba el dolor que sintió al despertar la última vez, una sensación tan intensa que le dejó una cicatriz. Si no hubiera sido por Minho, esa marca habría permanecido como un recordatorio constante. Ahora, la prioridad era evitar cualquier daño dentro del sueño.
Sacó con cuidado el amuleto que WooJin había preparado, diseñado específicamente para atraer al vampiro a sus sueños. Sabía que esta era la única forma de enfrentarlo, pero también la más peligrosa. Bang y Seungmin tenían la tarea de protegerlo desde las sombras, vigilando sin ser detectados por el cazador. Todo dependía de la coordinación y el cuidado extremo; cualquier error podría costarles caro.
🩸»…
Sus manos tocaron suavemente las hojas que alfombran el suelo, y al abrir los ojos, se encontró con un círculo formado por las copas de los árboles que dejaban filtrar destellos de luz. Una vez más estaba en ese bosque nuboso desconocido. Cada paso que daba hacía crujir las hojas secas bajo sus pies, pero esta vez no había ni rastro de miedo o ansiedad por estar solo en aquel lugar. En cambio, una oleada de coraje fluía por sus venas, un coraje que no entendía del todo o, tal vez, en lo más profundo.
Las luces comenzaron a aparecer de nuevo, brillantes y danzantes, como si lo invitaran a seguirlas. Y así lo hizo, seguro, confiado en que la guiarán hacia el mismo lugar de antes. Finalmente, llegó a esa puerta roja, abierta y con arañazos en ella.
“El pequeño Félix ha vuelto, qué maravilla” —una voz grave se oyó por todo el círculo de árboles que estaban rodeando la dichosa puerta.
—¡No estoy aquí para juegos! ¡Muéstrate de una vez! —respondió Félix con el ceño fruncido, sus manos apretadas en puños.
"Vamos, pequeño Félix, deja de luchar contra lo inevitable. Ese elfo siempre ha sido mío, y aunque aún no lo entiendas del todo, tu querido vampirito me es de una utilidad que ni siquiera puedes imaginar. Ahora, solo necesito descubrir la forma de traerlos de vuelta al mundo de fantasía... donde ambos me pertenecerán.” —habló en un tono controlado, disfrutando de la tensión que generaba en Félix con una sonrisa maliciosa en su rostro.
—¡Sal de una maldita vez! ¡Deja de esconderte como el cobarde que eres! —gritó Félix, girándose rápidamente al sentir una presencia detrás de él. Sus ojos se encontraron con alguien sorprendentemente joven, de mirada intensa y rojiza, cuya altura lo sobrepasaba con facilidad.
—¿Yo, cobarde? —rió el desconocido con una carcajada breve y despectiva, desviando la mirada hacia un lado. Pero su expresión pronto se tornó seria, y sus ojos volvieron a clavarse en el híbrido con un destello de burla.
—En lugar de perder el tiempo aquí, deberías estar cuidando a ese irritante vampirito tuyo. Aunque debo admitirlo, es un encanto, ¿quién no se enamoraría de él? —dijo con tono provocador, dejando caer las palabras como dagas, tratando de que Félix pierda la paciencia —. Me pregunto qué secretos esconderá en la cama, ¿no crees? —añadió, lanzando una sonrisa torcida antes de girarse para caminar tranquilamente, alejándose un poco de Félix, como si sus palabras no fueran más que un juego —. Sería fascinante.
Lee intentó atacar al joven por la espalda al escuchar lo que había dicho sobre HyunJin, pero antes de que pudiera alcanzarlo, unas cadenas aparecieron de la nada, sujetando con fuerza sus muñecas. El metal ardía contra su piel, provocando un dolor intenso mientras lo jalaba hacia atrás con brusquedad. El joven soltó una risa, negando con la cabeza como si la escena le resultara divertida.
—Solo eres un híbrido inútil, incapaz de aprovechar todo tu potencial. Eso me beneficia más de lo que imaginas. No siempre podrás salvar a quienes amas... míralo bien, observa tu alrededor —dijo el joven con una sonrisa cruel, tomando a Lee por la barbilla con una fuerza que no daba lugar a resistencia. Se inclinó ligeramente, mordiendo su propio labio mientras lo miraba a los ojos, antes de soltarlo bruscamente, como si el contacto le provocará desprecio.
Lee gruñó, tanto por la molestia como por el dolor que le provocaban las cadenas. Estas se apretaban cada vez más, cortándole la circulación y dejando marcas ardientes en su piel. La presión constante lo hacía cuestionarse la naturaleza de aquel lugar: para ser un sueño, el sufrimiento se sentía demasiado real, casi palpable. Apretó los dientes, tratando de contener un grito, pero su mirada seguía fija, llena de odio, en el rostro de aquel extraño.
De la nada, una lanza envuelta en un resplandor rojizo voló por el aire, cortando las cadenas que aprisionan a Félix. Las cadenas cayeron al suelo con un eco metálico, liberando justo a tiempo para que pudiera reaccionar. Con un movimiento rápido y decidido, Félix detuvo al cazador para atraparlo con las mismas cadenas, cosa que fue un ardor más tenso para el vampiro al sentir el metal tocar con su piel.
Un silbido resonó en el aire, y la lanza, como si nada, volvió a las manos de Seungmin, quien la atrapó con facilidad y elegancia. El demonio salió del escondite junto a Chan quien quedó sin palabras al ver a dicho vampiro.
JoonWoo tensó la mandíbula en cuanto vio a Chan. Le habían tendido una trampa. El guardia de seguridad que acompañaba al híbrido no era otro que Christopher Chan Bang, un antiguo compañero del orfanato.
—JoonWoo, cuánto tiempo sin verte —sonrió Bang al ver al cazador—. Veo que no cumpliste con tu famoso “El rey JoonWoo no se deja manipular y no trabaja para nadie”. Pobre niño del pasado, ¿qué pensaría ahora al ver que su yo adulto es la marioneta de alguien?
JoonWoo retrocedió. Chan siempre había sido alguien que lo supera en todo, y escuchar aquellas palabras era una humillación que lo carcomía.
—Dinos, ¿Por qué es tan importante Minho?
[...]
Jaiii 🐱
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