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໒✦❫⋮ Visitas inesperadas

Los días habían corrido con su curso normal, y sin Namjoon percatarse ya estaba cumpliendo dos semanas de convivir en conjunto a Seokjin. Había aprendido muchísimas cosas del chico, y adaptarse a vivir juntos no fue nada complicado. Podría incluso decir que no le presentaba problema alguno el tenerlo con él.

Luego de la primera semana, ya el rostro y brazos de Seokjin estaban libres de vendas, y sus raspones habían cicatrizado de maravilla. Su pierna había dejado de doler, siendo esta poseedora del hematoma más grande producto del choque, y dejando la piel blanca libre de golpes que fueron desapareciendo con el tiempo. Su cuerpo había adquirido un poco más de peso, y Namjoon disfrutaba de apretar aquellas mejillas un poco regordetas que siempre adquirían un bonito color rosa.

También había aprendido que a Seokjin le gustaba levantarse temprano, una hora antes que él para hacer su desayuno, —el menor cocinaba muy bien— y arreglar la casa aún cuando esta estaba en orden. Siempre era despertado por el olor a café, y el suave sonido de la radio acompañado por el cantar del chico. Seokjin cantaba, y lo hacía estupendo.

Antes de salir, era despedido por el alegre muchachito, recibiendo su almuerzo muy bien envuelto, y un "Que tenga un buen día, hyung" acompañado de una linda sonrisa. Al volver luego de un día cansado, era recibido con un emocionado "¡Bienvenido a casa, hyung!" y el exquisito aroma del almuerzo o la cena en el aire, siendo llevado hasta la mesa para comenzar a comer y platicar de su día. Era ya parte de la rutina, pero que de alguna u otra forma volvía su día mejor.

Había estado viviendo solo desde hace muchos años, teniendo muy establecida su forma de vida, donde la tranquilidad y el silencio eran sus más fieles compañeras, pero Seokjin llegó a cambiar todo eso.

La casa nunca estaba en silencio, ya que la radio estaba encendida para darle algo más de vida, y el chico cantaba con entusiasmo cada canción que reconocía.

El televisor de la sala que normalmente estaba apagado, ahora era encendido todos los días a partir de las tres de la tarde ya que daban el drama con el cual Seokjin estaba enganchado.

Ya no trabaja en silencio en la sala, puesto que Seokjin lo hacía hablar sobre sus estudiantes o trabajo, ganándose una de esas contagiosas y escandalosas risas que el muchacho poseía cuando comentaba sobre algo gracioso que le sucedía.

Incluso, cuando no tenía nada que hacer, se dedicaba con Seokjin a estudiar para su curso, orgulloso de saber que el chico era más inteligente de lo que muchos creían.

Cada momento de su vida, cada zona de su casa, tenía impresa la esencia de Seokjin. Cubriendo su vida y su espacio con su presencia y su aroma; ese exquisito aroma a rosas que se adhería a todos lados, y que en ocasiones lo tenía respirando profundo para poder llenar sus pulmones con tal aire.

Ambos se habían acoplado tan perfectamente, que se sentía sorprendido por eso, pero aunque todo parecía perfecto, aún habían muchas cosas que desconocía de la historia de Seokjin, y que sentía la necesidad de saberlo para poder entender ciertas actitudes que el chico tenía. Como aquella vez, cuando apenas y tenían dos días viviendo juntos:

💞

Namjoon miraba a Seokjin algo preocupado, y es que su pierna aún no había sanado lo suficiente como para que estuviera limpiando la cocina. Era una tarea sencilla, pero prefería verlo descansar hasta que estuviera en perfectas condiciones.

—Jin, deja eso, yo lo hago después —avisó, mirándolo desde el sillón de la sala. Había estado corrigiendo algunos exámenes cuando el chico había dicho que iba a ser de ayuda.

—Solo estoy guardando los platos, hyung —se giró en su lugar, mirando sonriente al mayor—. Estoy siendo una carga, y no quiero sentirme inútil —añadió avergonzado.

—Ya hablamos de eso. No eres una carga para mí, y debes mantener reposo para que tu pierna mejore —Seokjin hizo caso omiso, tomando plato por plato para colocarlo dentro de la alacena, la cual se encontraba algo alta para él y debería colocarse de puntas para alcanzar, siseando un poco ya que la postura le dolía—. ¿Ves? Te estás esforzando y te duele. Deja eso ya.

—Hyung, por favor, solo quiero... ayudar —apretó sus labios dejando otro plato arriba. Tomó el último, sintiendo su pierna punzar adolorida, pero ya luego de ahí podría descansar y tomarse un analgésico.

Se estiró para dejar el plato, pero el dolor se hizo más agudo, y su pierna dejó de funcionar, logrando que se fuera directo al suelo y que el plato se estrellara estrepitosamente contra el piso, partiéndose en montones de pedazos. Abrió los ojos con algo de miedo, y se arrastró hasta los pedazos de la cerámica, comenzando a reunirlos con sus manos temblorosas.

Namjoon saltó en su lugar cuando el ruido del plato quebrándose se escuchó por el lugar, y no tardó mucho en levantarse del sofá para ir hasta Seokjin, encontrándolo recogiendo los trozos rotos. —¡No toques eso! —exclamó con pánico.

Pero su grito solo asustó a Seokjin, logrando que apretara los trozos en su mano y luego los soltara con pavor, abrazándose a sí mismo y temblando incontrolablemente. Sus hombros comenzaron a moverse, y pronto bajos sollozos se escucharon.

Namjoon tomó la escoba y la pala, recogiendo el vidrio para que no ocurriera otro accidente. Pudo notar que las manos de Seokjin soltaban gotas de sangre, y no quería que se lastimara más. Una vez recogió todo, se acercó al chico, colocando su mano en su hombro y sorprendiéndose cuando este saltó, preso del pánico, y miraba a Namjoon con sus ojitos desorbitados por el miedo, y con gruesas lágrimas decorando sus mejillas. 

Acercó otra de sus manos para tomar las contrarias, pero Seokjin miró esa acción con total temor. Namjoon tragó saliva, ¿acaso pensaba que lo golpearía? ¿por eso reaccionaba de esa forma?

Pensar en esa posibilidad logró que su corazón sufriera un poco, y es que no tuvo que ser adivino para saber que alguien más había estado maltratando al chico como para que reaccionara de esa forma. Pensó en sus anticuados padres, quienes lo criaron de una forma casi primitiva, y los tomó como los principales responsables del pequeño trauma que tenía Seokjin.

—Hey, Jin, pequeño... no te haré nada, confía en mí —habló lo más bajo y suave que pudo—. Solo quiero revisar tus manos y curarlas. ¿Te hiciste daño en otra parte?

Seokjin lo miró con algo de desconfianza, pero luego estiró sus manos de manera vacilante. Namjoon notó que habían cortes en cada una de ellas, pero eran algo superficiales.

—Espérame aquí, ya vuelvo.

Sin esperar respuesta, fue hasta el baño y cogió su botiquín de primeros auxilios, para luego volver con Seokjin, encontrándolo en el mismo modo que lo dejó. Podía jurar que no se había movido ni un milímetro.

—Voy a curar tus manos, ¿me dejas hacerlo? —el chico volvió a estirar sus manos, y Namjoon se dedicó a curar con calma sus heridas, escuchando los bajitos siseos de Seokjin—. No fue tan grave, ¿no hay algo más?

—M-mi pierna... d-duele.

Namjoon la revisó, pero no tenía cortes, así que supuso y era por la posición que este tenía antes, además del golpe de la caída. Tomó la pomada que le habían recetado, y aplicó un poco en ella. Guardó todo en el botiquín y lo dejó sobre la mesa. Se agachó a la altura de Seokjin, tomándolo en brazos, y caminando con él hasta el sofá, dejando recostado ahí. Regresó a la cocina y volvió tiempo después con una pastilla y un vaso de agua.

—Es para el dolor —Seokjin la tomó, y Namjoon se sentó a un lado de él, mirándolo con atención.  —Dentro de un rato te sentirás mejor.

—Lo siento... —murmuró, bajando la cabeza—. Es mi culpa, no le hice caso.

Namjoon sonrió de lado, y tomó uno de los mechones de Seokjin para tirar de este levemente. —Debes hacerle caso a tu hyung. Me preocupaste mucho, no quiero que vuelva a pasarte algo similar.

—¿No está... molesto conmigo? —preguntó asombrado, y Namjoon negó, comenzando a quitar con cuidado los rastros de lágrimas del rostro de Seokjin—. Rompí su plato.

—Era solo eso, un plato. Tú estás bien, y eso es lo importante —desordenó su pelo—. Ahora como castigo te quedarás aquí a ver cómo reviso estos exámenes. Si antes estabas aburrido, ahora lo estarás más.

La corta risa del mayor le restó importancia al asunto, y se concentró en trabajar, aunque para Seokjin mirarlo no fue nada aburrido. Luego de un rato comenzó a platicar con él, y Namjoon respondía fluidamente, dejando el incidente del plato atrás.

Quiso decirle que él nunca se atrevería a ponerle una mano encima, pero prefirió no tocar ese tema.

💞

—Hyung, estoy hablando con usted —se quejó Seokjin, llamando la atención de Namjoon.

Ambos estaban comiendo su desayuno cuando el mayor se había quedado inmerso en sus pensamientos acerca de su convivencia con el chico y lo intrigado que estaba por conocer todos los secretos que este ocultaba.

—Lo siento, Jin. ¿Me dijiste algo importante? —el menor bufó, abultando sus labios. Otra cosa que Namjoon había notado es que a Seokjin no le gustaba ser ignorado, al igual que no le gustaba la soledad. Solía perseguirlo como un pequeño patito en busca de compañía—. Hey, no te molestes conmigo.

—Le decía que ayer mi profesor me felicitó, y me dijo que si seguía así me graduaría pronto —repitió.

—Oh, eso es muy bueno —sonrió y estiró su mano para acariciar sus cabellos—. Eres muy inteligente, yo sé que lograrás graduarte con notas excelentes. ¿Ya pensaste lo que quieres estudiar en la universidad? Te traje el folleto para que miraras las carreras.

Seokjin asintió contento. —Me gustaría estudiar historia y ser profesor como hyung.

Miró al joven por algunos momentos, esperando que al final dijese que era una broma, pero la expresión emocionada de Seokjin le hizo entender que el chico hablaba en serio.

—Uh, ¿estás seguro? Puedes escoger algo más, no es necesario que quieras hacer lo que yo hago —hizo una pausa, y luego negó—. La historia es algo aburrida para algunos, así que escoje algo que realmente te guste. Debes estudiar las cosas por vocación.

—Pero, hyung, yo quiero estudiar historia, lo digo de verdad. A mí no me parece aburrida, y menos cuando usted me la explica —Seokjin sonrió—. Me gustaría que a las personas también les interese la historia así como usted hace que a mí me interese. Seré el mejor profesor de todos.

Namjoon sintió cálido su pecho. Seokjin hablaba siempre desde el corazón.

—¿Y por qué no mejor estudias educación? —propuso.

—¿Usted me dará clases?

—Claro. Ya seas profesor universitario, de secundaria o de primaria igual debes conocer sobre la historia de Corea y la universal.

—Entonces decidido, estudiaré educación —aplaudió feliz, contagiando a Namjoon—. El solo hecho de pensar que ayudaré a los demás en su educación hace que mi piel se erice~

Seokjin siguió parloteando sobre su futura carrera, con toda la atención de Namjoon en él. Eso era algo nuevo que también había aprendido; a Seokjin le gustaba hablar, y mucho, pero él no tenía problemas en escucharlo.

Comía su desayuno con calma, cuando fijó su mirada en el reloj que estaba sobre la cocina, abriendo los ojos con sorpresa cuando se percató de que estaba llegando tarde a su primera clase. Se levantó rápido, y caminó hasta la salida con apuro.

—¿Hyung, está bien? —preguntó Seokjin, mirándolo con preocupación.

—Voy tarde al trabajo —se colocó sus zapatos y volvió hasta Seokjin para besar cortamente su frente—. Pórtate bien, y haz tus tareas.

Y salió de la casa, dejando a un Seokjin con las mejillas encendidas por tal acto. Una vez en el carro, golpeó su frente contra el volante, cuestionándose avergonzado porqué había hecho lo que había hecho.

Seokjin lo volvía un tonto que ya no era consiente de lo que hacía.

💞

Se dejó caer en su asiento luego de dar por terminada su clase del día. Había llegado media hora tarde, y tuvo que explicar todo el contenido programado con una velocidad nada normal. Por suerte sus alumnos habían entendido, o eso creía.

De todos modos les daría más plazo para el examen por su tardanza.

Tomó su maletín para sacar su almuerzo, cuando se dio cuenta de que ese día no lo había cogido, y resopló fastidiado consigo mismo. No tenía ganas de ir hasta la cafetería a buscar algo, y tampoco iba a disfrutar de lo que sea que comprara, puesto que nada se comparaba con los alimentos caseros que Seokjin preparaba para él.

Oh, Seokjin... por un momento olvidó su estúpido acto de temprano, y se sintió sumamente avergonzado.

—¿Por qué lo besé? —murmuró, peinando sus largas hebras hacia atrás—. ¿Pórtate bien, en serio? Ni que fuera un niño.

Que el menor se comportara algo aniñado, y se emocionara por cosas simples no quitaba el hecho de que Seokjin era un chico hecho y derecho de veinte años. Y es que Namjoon nunca lo había visto de ese modo, puesto que, a pesar de sus facciones dulces y suaves, Seokjin era todo un muchacho adulto y Namjoon era consiente de ello.

—¿Y si se molesta conmigo por tratarlo de ese modo...? O peor aún, me tiene miedo por acercarme tanto —mil y un suposiciones estaban dando vueltas en su cabeza, cada una peor que la anterior—. ¿Y si ahora se siente incómodo con mi presencia? Seokjin no tiene donde ir, y no quiero forzarlo a irse de casa solo porque yo actué sin pensar.

Bien, lo último no era completamente cierto, puesto que Seokjin ya le había comentado sobre el lugar donde realmente vivía, pero también le había comentado que no quería volver allá, al menos no por ahora. Para Namjoon esto no implicaba problema alguno; la presencia de Seokjin en su casa era gratificante. ¿Y si por sus actos lo hacía volver a ese lugar? No sabía qué sucedía ahí, pero si Seokjin no quería volver, entonces él no se opondría.

Sin embargo, ahí estaba él, dándole vueltas al asunto, queriendo saber qué era eso que le daba pavor a Seokjin para volver. No vivía con sus padres, ¿y si en realidad no tenía ningún lugar? Era otra posibilidad que cabía en su mente.

Tres toques a la puerta llamaron su atención, y miró hacia el lugar, sorprendiéndose genuinamente al encontrarse con esos ojos, y esa sonrisa dirigida hacia él.

¿Cómo pudo olvidarla?

—Soyeon... —murmuró, levantándose de su lugar.

La mujer se adentró al salón, cerrando la puerta detrás de ella y caminando hasta Namjoon para abrazarse a él, con el hombre correspondiendo.

—Te extrañé tanto, amor —suspiró, y subió su mirada, besando los labios contrarios—. Semanas sin verte, ¡ni siquiera un mensaje más has enviado! Tengo que venir a tu trabajo para recordarte que tienes novia.

Namjoon tragó saliva. —He estado ocupado con todo esto, cariño. Lamento no haberme comunicado contigo.

—Perdonado porque te amo y realmente te extrañé muchísimo —Soyeon sonrió, levantándose de puntas—. Bésame, ¿si?

Namjoon besó cortamente los labios de Soyeon, ganándose una queja de la mujer.

—Estamos en la universidad, no puedo permitirme que me encuentren de esta manera con alguien —explicó.

—Está bien —resopló y se separó de Namjoon—, pero me lo debes.

Namjoon tomó asiento en su silla, mientras Soyeon miraba algunas láminas informativas que estaban en el salón. Se sentía algo ansioso con la presencia de la mujer ahí, y se sintió pésimo cada vez que recordaba que se había olvidado de Soyeon; su novia.

Había estado tan inmerso en su trabajo y en Seokjin que no le dio espacio a otra cosa que no fueran esos dos temas.

—¿Tu trabajo?

—Bien, justo ahora tengo algunos días de descanso —habló mientras tocaba una cartelera y reía—. Es gracioso que seas profesor de historia cuando yo pasé esa materia con la nota mínima.

—Quizás no te explicaban bien.

—Mhm... no, era yo —se encogió de hombros—. Nunca fue de mi interés esa materia, ni antes ni ahora. Incluso si fueses tú mi profesor tampoco me gustaría.

Sabía de eso, es decir, nunca había hablado de su trabajo a profundidad con Soyeon, y eso nunca había sido un problema para él, pero los ojitos brillantes e interesados de Seokjin vinieron a su mente, porque a él sí le gustaba escucharlo hablar sobre sus clases, a él sí le interesaba todos sus conocimientos. 

Movió su cabeza de un lado a otro, desviando aquellos pensamientos.

—¿Cuándo cambiaste tu detergente?

—¿Qué?

—Tu detergente —repitió, mirando a Namjoon—. Hueles a rosas. Es raro ese olor en ti, algo empalagoso. ¿Desde cuándo lo usas?

La sangre se sintió helada dentro de sus venas, y boqueó cual pez fuera del agua, no sabiendo exactamente qué responder. Aún no le había comentado a Soyeon de Seokjin, y se sentía aterrado de su reacción. Sabía que su novia no iba a aceptar aquello de buena manera, y más aún con su desagrado por los Omegas.

Unos toques en la puerta llamó la atención de ambos, y Soyeon se encaminó para tomar asiento en una de las mesas de los alumnos de Namjoon.

—Adelante —la puerta fue abierta con lentitud, revelando la cabecita de Seokjin, dejando a la vista sus desordenados rizos chocolates. Se levantó de manera inmediata al verlo—. ¿Seokjin, qué haces aquí?

El chico miró a Soyeon, y luego volvió a mirar a Namjoon. —¿Puedo entrar?

—Claro, pasa —permitió de inmediato, mirando a Seokjin de arriba a abajo, reconociendo unos de sus abrigos en el menor. No le tomó importancia a ese detalle—. ¿Estás bien? ¿sucedió algo? ¿cómo llegaste hasta acá?

—Estoy bien, hyung —rió y se acercó hasta el mayor, sacando de su bolso un envase que Namjoon reconocía a la perfección—. Olvidó su almuerzo en casa, así que se lo traje hasta acá. Tomé un autobús con el dinero que me deja en caso de emergencia.

—¿Tomaste el autobús? ¿no te pasó nada, cierto?

—¡Hyung! Que estoy bien.

Seokjin se veía divertido por la actitud del mayor, mientras Namjoon respiraba algo aliviado de que el contrario se encontraba en perfectas condiciones. Cuando lo miró desde la puerta de su salón, se preocupó al verlo.

—¿Me quieres explicar qué está pasando aquí? —la voz clara y firme de Soyeon se escuchó por el lugar, teniendo la mirada de ambos sobre ella, aunque la mujer se dedicaba a mirar fijamente a Seokjin—. ¿Quién eres tú?

—Soyeon, cálmate.

—Te pregunté algo —ignoró al mayor, aún con sus ojos en Seokjin.

El Omega se encogió en su lugar, intimidando por la mirada fuerte de aquella mujer rubia que lo miraba con tanto desdén. Se veía mayor que él, y lucía un atuendo en su totalidad negro, pero muy elegante.

—Uh... soy Kim Seokjin —habló vacilante.

Soyeon paseó su mirada el chico, y se acercó y más a él, percatándose de un detalle que la hizo enfadar más. Se giró hasta Namjoon. —No es un detergente...

—Soyeon, déjame explicarte todo —habló Namjoon, tomándola del brazo y separándola de Seokjin.

—¿Qué me vas a explicar? ¿que te has estado metiendo con este de aquí? ¿con un crío Omega?

—No te estoy engañando, no pienses cosas que no son —dijo algo serio, no gustándole la forma tan denigrante con la cual se refería a Seokjin—. Seokjin ha estado viviendo conmigo por unas semanas, pero entre él y yo no hay absolutamente nada.

—¿Semanas? —jadeó sorprendida, alejando su brazo del toque de Namjoon.

Seokjin miraba la escena algo cohibido, sintiéndose terrible por causarle tal problema a su hyung, pero al mismo tiempo se sentía confundido, y es que el mayor nunca le había comentado sobre lo de tener una novia. Detalló mejor a la mujer, —Beta al igual que su hyung— percatándose de lo bonita que era, pero que tenía una fea manera de referirse a él. ¿Por qué su hyung estaría con alguien tan cruel? No lo entendía, y tampoco cabía en su mente.

—Hey, So —llamó Namjoon—. Sé que debí comentarte de esto, pero sabía que reaccionarías de este modo. Déjame explicarte el porqué de esto.

Soyeon lo miró con seriedad, y luego posó sus ojos en Seokjin, dedicándole la mirada más fría de todas. Le desagradaba ese chico; su vestimenta sin gracia, más el suéter de Namjoon, y lo patético que lucía ahí parado, temeroso de ella. Su olor podía llegar hasta su nariz, e hizo una mueca de asco al solo percibirlo. Era tan... repugnante a su vista, y se enojó más al saber que esa criatura tan ordinaria había estado viviendo con su novio, y que incluso tenía el descaro de tener ese tipo de acciones, —como lo es llevarle el almuerzo— para con él.

Levantó la barbilla con superioridad, y tomó su cartera, no dispuesta a estar ni un segundo más cerca de ese chico.

—Hey, no te vayas. Aún no terminamos de hablar.

Soyeon detuvo sus pasos en la puerta, y se giró a mirar a Namjoon por sobre el hombro. —O me sigues, o te quedas con él. Tú eliges.

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