Capítulo 2.3
Tenía claro que el subsuelo era extraño a nada más empezar, algunos de los puzles que presentaba este arruinado lugar seguían funcionando y por suerte era capaz de completarlos, aunque admito que a veces me dejaban pequeñas pistas para poder resolverlo.
Recuerdo que, en una de las pruebas, si fallaba, caía en una zona que parecía ser un basurero, pero no había basura, solo algunos monstruos aburridos y dormidos que al verme querían interactuar conmigo o pasar un rato divertido. En todo momento iba con cuidado e intentaba perdonarles tras unas pocas interacciones.
En definitiva, tras tantos puzles y monstruos de por medio, los cuales no me causaron mucho problema, pasando por una pequeña tienda de arañas que dejaban alimentos en el que le compraría unos pocos alimentos para un uso a futuro, y atravesando por pasillos oscuros que me daban miedo cruzar; sería capaz de llegar al último pasillo para escuchar la voz de Toriel.
Crucé hacia la izquierda viendo un pasillo largo abandonado con algunas hojas dispersas en el suelo, viéndose a lo lejos una casa y a Toriel en la entrada de esta. Sonreí con calma al ver que había logrado llegar a su casa sin apenas heridas, con orgullo me dirigí a ella, pero mis pasos serían frenados de golpe.
-¿¿No recuerdas?? – Preguntó una voz graciosa.
Frente a mi se presentaría una silueta femenina del cual no dudaría en acercarse de golpe a mi rostro, viéndose únicamente un ojo rojizo del cual brillaba con una intensidad destacable. Su cabello castaño y sucio en conjunto de su vestimenta sucia y rota de colores desgastados, verde y amarillo su camisa, marrón sus pantalones.
Desapareció de golpe, provocando que el escenario que había visto fuera uno totalmente nevado, la puerta que había visto se abriría, mostrándome junto con Flowey. Recordaba bien esta escena, pues era el momento en el que buscábamos a Elena cuando nos habíamos separado.
Desesperé, intenté acercarme, pero caería de golpe al suelo, girando mi cuerpo para ver como aquella mujer estaba enfrente mía con una sonrisa destacable, provocando que las lágrimas salieran de mi rostro mientras mis brazos temblaban, siendo difícil para mi mantenerme en el suelo.
Poco duraría esta situación al escuchar mi nombre de repente, provocando que pudiera ver bien todo, como antes. Giré mi cabeza poco a poco para ver a Toriel con preocupación, mis lágrimas aún seguían y en ese momento solo pedí un abrazo sincero y cálido.
La abracé, sentía como ella me cuidaba y me decía que no tuviera miedo, que todo iría bien a la vez que me levantaba del suelo poco a poco y me acompañaba hasta su casa para estar bien abrigada y alimentada.
En uno de los minutos en los que Toriel intentaba calmarme, me di cuenta de un detalle importante, y es que a ella aún no le había dicho mi nombre... ¿Cómo fue capaz de decirlo? O... ¿Acaso fue otra persona quien dijo mi nombre?
Ya dentro de la casa, me daría cuenta que la misma que vi en la otra línea, enfrente mía había unas escaleras que daban a la planta baja, a la derecha estaban las habitaciones, a la izquierda el comedor y la cocina. Toriel me llevaría al comedor para que me sentara en el sillón junto al fuego mientras ella preparaba la comida que le quedaba por hacer.
Sentada allí empezaría analizar bien la situación, las lágrimas aún surgían por desgracia ya que me había dado cuenta de que no iba a ser fácil y que, por alguna razón aquella sombra femenina me había torturado recordándome aquella escena de Elena. Temblé por un momento, pues solamente podía ser Chara quien me vigilaba para ver de lo que era capaz.
Ahí me di cuenta de lo que había hecho, la decisión que había tomado no era así como si nada, tenía una gran importancia y en mis manos estaba la decisión de cambiar todo en esta única línea. Temblé y empecé a recordar a mis amigos, como los echaba de menos y como quería verlos en este momento, abrazarles y mostrar todo el cariño que tenía en ese instante.
-Pequeña, ¿estás bien? – La voz de Toriel me hizo despertar, estaba cubierta casi al completo por las sábanas, la miré por un momento, bajé la mirada con dolor y arrepentimiento para sentir como me acariciaba la cabeza – Tranquila, no estás sola, yo te cuidaré.
Su tacto provocó que sonriera de forma inconsciente, me hizo sentir protegida y querida en ese instante, pues me traía buenos recuerdos de mi madre en los que me intentaba calmar y apoyarme diciéndome de que todo iría bien y que era capaz de todo a pesar de las adversidades.
Las lágrimas no saldrían más y miraría a Toriel con calma. Agradecí su actitud conmigo a pesar de no conocerme de nada, era demasiado buena persona y esto solo me daba más motivos para querer salvarles, pero no solo a ellos, sino que también a mis amigos. A todos.
-Eres demasiado buena – Expresé con calma. -. Apenas llevo aquí unas horas y estas siendo muy agradable y cariñosa conmigo.
-No eres la primera en caer aquí, varios niños y niñas cayeron en el subsuelo y me encargo de cuidarlos como mejor puedo – Explicó con una sonrisa. -, pero gracias por tus bonitas palabras, pequeña.
-Ursula – Le aclaré. -, mi nombre es Ursula Dandrina.
-Ursula, hermoso nombre, lo tendré en cuenta – Habló con calma. -. Me imagino que tendrás hambre, estar aquí abajo y la caminata que has tenido no ha sido poca y seguro que necesitas alimentarte.
-Pues la verdad es que si, lo necesito – Admití con cierta vergüenza.
-Tranquila, la comida está hecha, ahora te la daré, espero que te guste, no se si hay diferencia de alimentos en la superficie del subsuelo, pero espero que sea de tu agrado – Habló con calma mientras se dirigía a la cocina.
-Seguro que sí.
Pude ver como se iba a la cocina a la vez que yo iba a la mesa del comedor para sentarme en una de las pocas sillas que la rodeaban, me abrigué bien para oler la comida que venía de la cocina. Gruñía mi estómago con fuerza, provocando que soltara una ligera risa de por medio mientras Toriel me ponía la comida.
Era una sopa caliente, una sopa de carne del cual estaba muy buena, no me quejaba, sabía cocinar muy bien, aunque capaz le faltaban ciertos ingredientes que posiblemente aquí en el subsuelo no podrían conseguir. Agradecí su amabilidad y le admití que sabía cocinar muy bien.
La estancia aquí fue agradable, ella me invitó a pasar la noche aquí para que pudiera descansar y no pasar frío, acepté ya que me encontraba bastante cansada y no podía continuar con el viaje si estaba así de agotada. Toriel no dudó en presentarme una habitación para poder dormir, provocando que esta me diera recuerdos.
Era la misma que dormí cuando había caído inconsciente por primera vez, acabando en la casa de Toriel. Tal nostalgia me entró que recordaría bien a Asriel, aquel pequeño chico que era hijo de Toriel y de Asgore, giré mi cabeza para hablar, quería preguntarle sobre él, pero si lo hacía de forma directa iba a sospechar.
-¿T-Tuviste algún hijo? – Pregunté de forma improvisada. Mi pregunta la sorprendió.
-Sí, tuve... Pero ya no está – Su respuesta me dejó en claro que no podía hacer más de ese tipo de preguntas, vi el dolor en su rostro y me di cuenta de que ese "ya no está" no es porque se fuera de su casa a explorar o trabajar, sino porque algo grave le ocurrió.
-L-Lo siento – Me disculpé arrepentida.
-No es tu culpa pequeña, no sabías – Diría con calma y una sonrisa suave.
Me di cuenta de que Toriel había sufrido demasiado y que a lo mejor su actitud tan buena frente a los otros niños era por una razón referente a esto, de que no quería perderlos y que iba a encargarse de cuidarlos, pero a la vez me di cuenta de que estos niños y niñas no estaban aquí, por lo que algo grave les habría ocurrido también.
Ella no me iba a dejar salir, a no ser que me enfrentara a ella y esto era algo que me iba a doler, porque no quería dañarla, por nada en el mundo.
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