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4: Faldas y bragas

YoonGi

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Era martes y toda la rutina básica de mi semana se volvía a repetir como si lanzara un boomerang volviera a mi para bofetearme el rostro. La satisfacción por la rutina era lo mio, me creo sentir cómodo cuando mi mundo interno es predecible sin embargo nada de la que estuviera fuera de mi alcance lo era, menos SunHi.

Cuando llegué a abrir la sala ese martes por la tarde la vi sentada en las banquetas del ante jardín de aquel edificio clásico de intervenciones modernizadas, leía un libro y como soy un aficionado con nuevo material busqué memorizar con una pequeña  mirada parte del titulo y como lucia la portada. Ella supo que estaba ahí alzando un poco la mirada y guardó el libro en su bolso para seguirme por el pasillo.

—¿Cómo está su amiga Srta. Lee?— dije mientras abría el salón con mis llaves de repuesto.

—Creí que ya era SunHi para usted, Sunbae— respondió entrando primero ya que le había dado la señal de que lo hiciera.

—Cuando estamos aquí hay que ser cordiales, es el contexto para que acostumbre porque este mundo de la musica es así— miré sus zapatos con su pequeño tacón y guardé mi sonrisa, estos sonaban clásicamente contra el piso.

—Comprendo, Sunbae— dejó su bolso en las perchas y tomó dos partituras del mueble principal dirigiéndose al piano de cola blanco al final de la sala.

Miré la hora en el reloj de la pared mientras dos a tres alumnos se sumaron a la clase, eran menos que en un día común lo cual me sorprendía para mal y estos chicos que habían asistido hoy eran los mas débiles en habilidades inclusive en lo más básico.

Me acerqué a SunHi sacándola de su momento de practica, muy concentrada muy seria tocando y mirando la partitura.

—Srta. Lee ¿Sería tan amable de ayudarme en algo?—me apoyé en el piano para mirarla y ella se detuvo alzando sus ojos hacia mi bajo esas pestañas de muñeca.

—Estoy para lo que guste— respondió haciendo que mi inconsciente tomara de forma muy literal aquello.

—Necesito ayuda con los dos chicos que ves allá— apunté a dos chicos de al menos unos quince  dieciséis años que estaban con sus audifonos puestos practicando con sus teclados básicos —, Les puedes ayudar con cosas básicas, yo me tomaré el tiempo de ayudar al otro chico en este piano— acaricié la superficie.

—Creí que este sería mi lugar— miró las teclas y las acarició —, No se si el enseñar se me de pero si puedo ser de ayuda lo haré— se levantó del asiento alisando su falda y camino campante hasta esos jovenes llamándoles la atención.

Llamé al pequeño SeokJung de unos diez años quien tenía un oído muy bueno en lo musical y este, el piano, era su tercer instrumento musical que aprendía a su corta edad despues del violín y el clarinete, debía sacarle potencial y no distraerme con adolescentes que al parecer venían obligados a esta clase.

SunHi se posicionó entre ambos de espalda a mi inclinándose de vez en cuando para hablarles mas cerca, suponía yo, para modificar la postura de mano o la de sus espaldas encorvadas; también solía descender el punto de hacer que su falda se deslizara de forma ascendente por sus muslos develando la parte inferior de sus nalgas.

¿Se dará cuanta de lo que hace? ¿Lo hará a propósito?  

Dejé a SeokJung haciendo un ejercicio básico musical de mediana dificultad y me coloque del otro lado del piano mirando directamente a ella, rogando en mi subconsciente que se agachara una y otra vez como si fuera un pervertido.

Lograba que los dos adolescentes le prestaran atención y en aquella tarde ambos quedaron avanzados con esperanzas de aprender más. Quizás SunHi podría ser una buena tutora en un futuro o quizás una acompañante en mis clases debido a lo rápido que había avanzado con sus habilidades.

—Vi que me miraba mucho— Me sorprendió la cercanía que había tenido conmigo al momento de acomodar las partituras en as gavetas correspondientes.

—Tenía que supervisar que hicieras bien lo que te pedí— Me moví del lugar para tomar mi chaqueta y sacar las llaves desde uno de los bolsillos. Ella tomó su bolso y me esperó al costado de la puerta.

—Se que mirabas mi falda—mordió su labios y sonrió sin ocultarlo de forma juguetona.

—¿Cómo se le ocurre Srta. Lee?— Me burlé restándole importancia a lo que decía.

—No tiene nada de malo, es más, yo quería que la viera— volvió a verme sintiendo de reojo como me observaba completamente mientras buscaba la llave correcta para cerrar el lugar —, No piense que es un pervertido, Sunbae, creo que me gusta de cierta forma la atención que me da aunque no sea directa—.

—Soy mayor que usted, Srta. Lee— inserté la llame en la cerradura y la giré — ¿Recuerdas a esos hombre del bar del sábado?

—Claro que sí pero no eres como ellos YoonGi Sunbaenim— acomodó su bolso en el hombro —, A ti no te tengo miedo.

—¿Por qué?— me giré a verla y la tentación de acercarme a ella para ponerla a prueba se hizo latente así que lo hice, me acerqué mas y más dejándola entre mi cuerpo y la puerta del salón asegurándome que nadie estuviera cerca —¿Aún así no te intimido?

—Dejé que me llevara a mi y a mi amiga borracha en su auto ¿Acaso eso no es tenerle confianza?—Su respiración era entrecortada y su pecho se alzaba de forma entrecortada a centímetros del mio.

—Eso se llama supervivencia, SunHi— vi en sus ojos un brillo hipnotizante, todo ella me resultaba nuevo e intrigante —, Pero no respondes mi pregunta ¿Por qué no me tienes miedo o te intimido si puedo ser perfectamente como esos hombres el bar?

—Porque el deseo a veces es más fuerte que el miedo— respondió mirandome desde su altura, SunHi me llegaba a la altura del la piel del cuello, su mentón podría rozarme las clavículas y su frente los labios. Esa mirada era tan erotica como tierna dependiendo del momento, ahora resultaba ser declarativa.

—¿Deseo?— reiteré mi pregunta para que desarrollara más la idea pero la puerta del costado se abrió dejando salir a un hombre que estaba haciendo aseo, llevaba audifonos y su carro hacia un ruido escandaloso contra el suelo. Me separé de inmediato de ella y acomodé mi chaqueta en el brazo—, Te veo el viernes—miré hacia sus ojos de forma breve y caminé hacia la salida rápidamente rumbo a la librería más cercana por el libro que tenia en su portada la palabra "oficina".

SunHi

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Hace una semana me comencé a dar el tiempo de leer el libro de Oficina para dos de forma detenida, tomando apuntes de todo lo que pudiera servirme como consejo. Hubieron escenas de guiños entre los personajes gracias a lo coqueta que Min Suk se había puesto en la oficina que compartía con JiHu a quien le gustaba mirar mucho a la chica en falda y bragas  de encaje.

Separé toda mi ropa para tener a mano lo que necesitaba, pedí bragas nuevas y más coquetas que las que tenía para lograr mi cometido. Era una chica de diecinueve años que solo quería experimentar el ser sexy para alguien en particular sin saber como saldría todo al final.

Me tendí en la cama solo en ropa interior luego de la cena a leer más del libro llegando al primer encuentro sexual de Min Suk y JiHu en la oficina, quizás no había sido muy comprometedor pero él la acarició por sobre las bragas de forma intensa haciendo que ella llegara al orgasmo del solo hecho de sentirse cercana a él despues de muchas semanas provocándolo. Había sido una escena muy excitante que hasta a mi me hizo la piel erizar.

¿Cómo yo llegaría a eso con YoonGi? ¿Será que hice mal al decirle descaradamente que me provocaba deseo y curiosidad el tenerlo cerca? ¿Acaso lo estaba idealizando?

El sábado despues de que me ayudara a salir de ese conflicto de la borrachera de MinHye no dejé de pensar en él toda la semana, me parecía lindo, atractivo y servicial. Fue atento desde principio a fin, todo un caballero a pensar de que yo le haya invitado a salir de forma indirecta.

Pero existía la posibilidad de que me concibiera muy niña, inocente y poco mujer. Mis inseguridades muchas veces me frenan pero ahora solo quiero buscar respuestas a mis preguntas de como una mujer puede plantearse ante un hombre pidiendo que la haga suya sin ser rechazada en el intento.

En el libro Min Suk no describe como es, solo es mas baja que JiHu, usa tacones de altura media, faldas y blusas a demás de un labial suave que a medida que voy avanzando en el relato me doy cuenta que se oscurece siendo más y más intenso. 

¿Será que me sentiré diferente una vez que él toque mi cuerpo?

Me levanté y me miré al espejo en ropa interior, me avergonzaba un poco la idea de verme así frente a alguien, me llenaba la ansiedad de saber que pensaría él de mi un día si llego a estar desnuda frente a él. Debe haber estado con más chicas en su vida, mucho más guapas que quizás o existe la opción de que esté comprometido y yo no lo sé, pero si fuera así no se hubiera acercado a mi de la forma que lo hizo fuera de la puerta del salón.

El viernes siguiente me presenté en el salón. Ingresé a solas debido a que la puerta estaba abierta y no había nadie a su interior, saqué una partitura y comencé a practicar aprovechando la oportunidad de sentirme libre de hacerlo.

Al mirar a la percha vi la chaqueta de Sunbae así que no debía estar muy lejos hasta que la puerta de la pequeña bodega de menesteres se abrió y él salió con unos libros en mano o más bien carpetas que parecían estar llenas de partituras viejas.

—Veo que no suele recibir mensajes de desconocidos— habló y yo seguí mirando el piano —. Mandé un mensaje y llamé a los apoderados de l mayoría comentando que hoy no había clases.

—No creo haber recibido ningún mensaje— miré la pantalla de mi teléfono notando solo el mensaje de mi madre quien me deseaba una buena tarde.

—¿Ah no? Que extraño, creí que le había enviado a todos— dejó las carpetas viejas en el piso sobre una tela extendida para no llenar de polvo todo y volvió para buscar más a la bodega.

Me levanté de mi asiento y caminé hacia los papeles recogiendo los que habían volado por el salón al momento del impacto, eran partituras viejas y muchas eran trabajos originales de personas que habían pasado por la academia.

—¿Qué piensa hacer con ellas?— Lo miré mientras volvía a dejar algunas carpetas en el piso, este miró hacia arriba desde su posición al menos unos segundo para luego fijarse en el desastre de papeles en la tela y el polvo en el aire.

—La dueña me pidió que ordenara y desechara lo que estaba en mal estado— limpió su nariz luego de un estornudo.

—Ya que estoy aquí puedo ser de ayuda— me hinqué con cuidado apoyando mis rodillas en la tela y quitándome los zapatos quedando en mis calcetas blancas con vuelos rosa que combinaban con el vestido de hoy. Tomé mi cabello con una liga para que no molestara en mis ojos y comencé a revisar lo que había en las carpetas.

—Hay muchas partituras de creadores originales que pasaron por esta academia, esas deberíamos apartarlas, al menos las que están en buen estado para guardarlas en nuevos archivadores—mencionó haciendo lo mismo que yo pero de forma mas rápida.

—¿Le gusta su trabajo, Sunbae?— pregunté para evitar es silencio entre la actividad.

—Me gusta la musica y tocar el piano. Pude hacer de eso un trabajo y soy un agradecido por eso—No mostró gesto alguno de felicidad al decirlo así que me causó curiosidad— ¿Y a usted, le gusta el piano Srta. Lee?

—Creo que es un instrumento precioso— sonreí y alcé la vista hacia él quien parecía absorto en el trabajo de discriminar hojas viejas y dañadas. —Pero me gusta más cantar

—La voz también es un instrumento, ¿Lo sabía?

—Sí, lo sé— Me emocionaba estar teniendo una conversación aunque poco intima pero él me respondía y eso era lo que necesitaba.

—¿Está casado?— Me atreví sin miedo a preguntar.

—No, ni siquiera comprometido ¿Por qué lo pregunta? ¿A caso se sentiría culpable por desear a alguien casado?—Mis mejillas se fueron a rojo despues de lo dicho, no creía que lo recordara.

—Bueno... considero que es muy guapo, Sunbae—relamí mis labios sin dejar de lado mi tarea —Es extraño para mi que usted no tenga pareja.

—¿Debería hacer la misma pregunta para usted, Srta. Lee?—alzó su rostro para mirarme y yo me detuve para verle buscando sostener esa intensidad con la que me miraba —. Bajo el mismo argumento, creo que es bastante agraciada para irse a solas despues de sus clases de piano o salir a bares de mala fama solo con su amiga.

— Supongo que no he encontrado al indicado—respondo con la mirada sostenida en él pero la baja despues de lo que digo.

—¿Siguen las mujeres de ahora pensando en que encontrarán al indicado?

—Sí, supongo que todas soñamos con eso— me giré a dejar las ultimas hojas que tenía en el montón de carpetas destinadas para mi y uno de los papeles se deslizó lejos de mi lugar. Sunbae me había llamado mujer y no niña o jovencita como pensaría que haría respecto a la fantasía de encontrar al indicado.

Miré el papel con ansias de buscarlo y ya que estaba recostada en la tela me giré impulsándome con mi cadera y gateé hasta el papel sintiendo como la tela de mi vestido se alzaba por la parte trasera de mis muslos. Mi corazón latía rápido, mis manos apoyadas en el helado piso de madera se pegaban a ella dejando que el sudor que desprendía de ella hiciera marcas y cuando llegué al bendito papel, lo tomé y me hinqué a ver lo que tenía escrito, era una partitura como todas ella pero el nombre era curioso, se llamaba "Lujuria" y le faltaban unas paginas en medio, se habían desprendido por el paso de los años.

Me giré hacia él quien me miraba de reojo fingiendo que estaba haciendo algo más interesante que verme las piernas, eso era seguro. Me levanté del lugar y caminé hacia el piano para tocarlo mis pies sin los tacones tenían pocas posibilidades de alcanzar cómodamente el pedal del piano. Él al verme se levantó con una partitura en mano y la comparó con la que tenia en el atril.

—¿Quieres tocarla?— preguntó y miró bajo el piano —. Quizás necesites ayuda

—Claro— me levanté y esperé a que él tomara asiento en el banquillo y cuando comenzaba a bajar para sentarme a su lado tomó mi cintura con firmeza colocándome sobre su entrepierna, su pie se calzó en el pedal y yo respiré profundo.

—Bien, se que sabes un poco más de las partituras así que seré nada mas que tu acompañante de pedal y si necesito corregirte, lo haré 

—Haré mi mejor esfuerzo— dije antes de iniciar a tocar procurando no pensar en donde él descansaría sus manos cuando soltara mi cintura.

Comencé en la primera parte, la melodía era suave, breve y sostenida. Mis manos se acomodaban en el piano con destreza y por ese breve momento olvidé por completo que estaba sentada sobre él.

—Separa más los dedos—dijo colocando una de sus manos en mi rodilla subiendo una de mis piernas a su muslo y luego la otra con una lentitud que me hacia presionar mis labios entre si —Ahora sigue con la otra hoja—pidió que diera vuelta la plana y seguí tocando.

—¿Te molesta si te toco? SunHi— habló a mi oído y yo negué con mi corazón subiendo en latidos.

—Contéstame con tu voz— pidió autoritariamente.

—No, no me molesta—respondí lo más segura y dulcemente posible guardando mis nervios en la boca del estomago.

 — Sigue tocando la melodía. Si no lo haces, me detendré — acarició la cara interna de ambos muslos

—Sí, lo haré— seguí tocando tratando de colocar toda mi atención en la partitura y no en los dedos que recorrían mi piel tan cerca de mi centro.

Ahhh que emoción. 

Les pregunté a través del grupo de wsp por si querían el nuevo capitulo y aquí está.

Espero sus reacciones...


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