❝𝗘𝗽𝗶𝗹𝗼𝗴𝗼❞
En el resplandor de las llamas infernales, Jeon y Kim se encontraban sumidos en una pasión que transcendía lo mortal. El calor abrasador y el crepitar de las llamas no eran un obstáculo para el vínculo profundo que los unía; al contrario, reforzaban la intensidad de su conexión. El infierno, ese lugar temido y vilipendiado por el mundo que habían dejado atrás, ahora se presentaba ante ellos no como una tortura, sino como un reino de eternidad en el que podían amarse libremente, sin las restricciones de la moralidad humana.
Kim, en su nuevo entorno, observaba el paisaje infernal con una perspectiva transformada. Las llamas, que antes le habían parecido el símbolo de un tormento interminable, ahora eran una especie de cortina de fuego que delimitaba un espacio sagrado para él y Jeon. El suelo, cubierto por un tapiz de cenizas ardientes, no era más que una extensión de su nuevo hogar, un hogar que había sido reclamado por el amor y la devoción que compartían.
Mientras se entregaban a su pasión, Kim sintió que la aversión hacia el infierno se desvanecía. El lugar ya no era un lugar de castigo, sino el escenario de un amor que se había forjado a través de sacrificios y sufrimientos. Lo que antes era una visión del castigo eterno se transformaba en un refugio donde podían ser ellos mismos sin reservas.
Jeon, con su presencia dominante y protectora, era el maestro de este nuevo mundo. Kim se entregaba a él con una devoción que solo el amor verdadero podía inspirar. Sus cuerpos se entrelazaban en un abrazo que desafiaba las leyes del tiempo y el espacio, y en cada contacto, Kim sentía que el tormento de su vida pasada se disolvía, dando paso a una nueva forma de existencia.
Las voces de los condenados, que una vez parecían susurros de desesperación, ahora eran ecos de una sinfonía de libertad y redención. Kim comenzó a entender que el infierno no era un lugar de condena, sino un dominio donde podía vivir sin las limitaciones que la sociedad le había impuesto. Aquí, en este reino ardiente, la eternidad se convertía en un lienzo en blanco para pintar su amor.
Jeon, con su mirada intensa y su toque ardiente, era el faro que guiaba a Kim en este nuevo viaje. Mientras se entregaban a su pasión, las promesas que Jeon le había hecho en su vida anterior resonaban con una claridad que nunca había experimentado antes. La venganza y el dolor se habían transformado en un amor eterno, un amor que se perpetuaba en las llamas del infierno.
Kim, a través de la experiencia de su amor y la aceptación de su nuevo hogar, comprendía finalmente que no había sido condenado, sino que había encontrado el lugar donde realmente pertenecía. El infierno, lejos de ser un tormento, se había convertido en el refugio perfecto para su amor eterno con Jeon.
En el crepitar de las llamas y el calor del fuego infernal, Kim y Jeon encontraban su paz. En su abrazo eterno, el pasado y el presente se fusionaban, y en cada caricia, Kim descubría que el infierno no era el fin, sino el comienzo de una eternidad donde su amor podía florecer sin restricciones.
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Ⓒ︎𝖧𝖨𝖲𝖳𝖮𝖱𝖨09
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