Ꮠ ࿐「 𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 19 」
«𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝗇𝗎́𝗆𝖾𝗋𝗈 𝖽𝗂𝖾𝖼𝗂𝗇𝗎𝖾𝗏𝖾»... [19]
❝𝗠𝗶 𝗽𝗿𝗼𝗽𝗶𝗼 𝗰𝗮𝘀𝘁𝗶𝗴𝗼❞
Kim pasó los días siguientes tratando de concentrarse en sus estudios y en las preparaciones para su graduación. La presión era inmensa, y la responsabilidad que se avecinaba lo llenaba de una mezcla de orgullo y temor. Sabía que estaba al borde de alcanzar algo que había deseado durante años, pero la reciente turbulencia emocional que Jeon había causado en su vida no dejaba de acosarlo.
Se levantaba temprano cada mañana, asistía a sus clases y realizaba sus deberes con devoción. Pero había algo en su interior que no podía ignorar, un constante zumbido de inquietud que lo seguía a donde quiera que fuera. Jeon, con su presencia impredecible y sus miradas intensas, parecía estar en todas partes y en ninguna. Kim hacía lo posible por evitarlo, pero su sombra parecía siempre estar al acecho, observándolo, esperando el momento oportuno para confrontarlo.
Los días previos a la graduación de Kim se llenaron de una mezcla de emociones conflictivas y una tensión creciente que no podía ignorar. La anticipación de convertirse oficialmente en sacerdote, algo por lo que había trabajado tan duro, se veía empañada por la sombra de sus sentimientos hacia Jeon. La cercanía de la ceremonia lo llenaba de orgullo, pero también de un profundo temor. ¿Cómo podría consagrarse a una vida de servicio y devoción si no podía liberarse de los pensamientos que lo asediaban cada vez que pensaba en Jeon?
Para evitar enfrentarse a sus propios dilemas, Kim se sumergió en sus responsabilidades. Las actividades en la iglesia se volvieron más intensas y frecuentes, con los preparativos para su graduación en pleno apogeo. Cada mañana, se levantaba temprano para participar en los cantos y las oraciones, esperando que el trabajo lo ayudara a silenciar la tormenta en su mente.
Una tarde, mientras dirigía a los jóvenes en los cantos, Jeon entró en la iglesia. Kim sintió su presencia antes de verlo. Era como si el aire se volviera más denso, cargado de una energía que no podía ignorar. A pesar de su resolución de evitarlo, sus ojos buscaron instintivamente a Jeon. Ahí estaba, de pie al final del pasillo, observándolo con una intensidad que lo hizo temblar.
Kim apartó la mirada rápidamente, enfocándose en las letras de los himnos frente a él. Intentó concentrarse en la música, en la armonía de las voces que llenaban el espacio sagrado. Pero cada vez que cerraba los ojos, la imagen de Jeon se interponía, perturbando su paz. Se preguntó si los demás podían ver la batalla interna que libraba. Sentía como si sus pensamientos fueran transparentes, como si todos pudieran ver la culpa y el deseo que lo consumían.
━ Kim, ¿estás bien? ━ le preguntó uno de los jóvenes, notando su distracción.
━ Sí, estoy bien ━ respondió rápidamente, esforzándose por mantener la compostura ━. Solo un poco cansado. Sigamos con el siguiente himno.
Los minutos se convirtieron en horas mientras Kim luchaba por mantener el control. Jeon no se movió de su lugar, sus ojos nunca apartándose de él. Cada vez que Kim levantaba la vista, sentía el peso de esa mirada, una mezcla de interrogación y desafío. Era como si Jeon estuviera esperando a que él hiciera algo, a que rompiera su silencio y enfrentara lo que ambos sabían que estaba allí.
Finalmente, la práctica llegó a su fin. Los jóvenes se dispersaron, charlando alegremente sobre sus planes para el resto del día. Kim se quedó atrás, ordenando los libros de himnos y asegurándose de que todo estuviera en su lugar. Sentía la necesidad de mantener sus manos ocupadas, de hacer algo, cualquier cosa, para evitar pensar.
Cuando la iglesia se vació, Kim sintió un alivio momentáneo.
Después de una larga jornada de estudio y oración, Kim decidió tomar un baño para relajarse. El agua caliente corría sobre su piel, llevándose con ella parte del estrés y la tensión acumulada. Cerró los ojos y permitió que el vapor lo envolviera, intentando vaciar su mente de todo pensamiento. Pero no importaba cuánto lo intentara, la imagen de Jeon seguía apareciendo en sus pensamientos, desafiando su paz interior.
Salió del baño envuelto en una toalla, con el cabello todavía húmedo. Entró en su habitación, esperando encontrar el refugio de su soledad, solo para encontrarse con Jeon, quien se había colado en su cuarto sin hacer ruido. El corazón de Kim dio un vuelco al verlo allí, de pie, con esa mirada que parecía atravesarlo.
━ ¿Qué haces aquí, Jeon? ━ preguntó Kim, tratando de mantener la calma en su voz.
━ Tenía que verte ━ respondió Jeon, sin moverse de su lugar ━. No puedes seguir evitándome.
━ Debo hacerlo ━ replicó Kim, tratando de sonar firme ━. Estoy a punto de ser sacerdote. No hay lugar para ti en mi vida ahora.
Jeon negó con la cabeza, dando un paso hacia adelante. Su expresión era determinada, casi desafiante.
━ No puedes deshacerte de mí tan fácilmente, Kim. No pienso irme. Y tú tampoco quieres que me vaya.
Kim retrocedió un paso, sintiendo el frío de la pared contra su espalda. Su mente era un torbellino de emociones y pensamientos contradictorios. Quería gritarle a Jeon que se fuera, que lo dejara en paz, pero las palabras se ahogaban en su garganta.
━ Por favor, entiende ━ dijo Kim con la voz quebrada ━. Estoy tratando de seguir el camino correcto, de ser fiel a mi vocación.
Jeon se acercó más, hasta que sus cuerpos casi se tocaban. Sus ojos brillaban con una mezcla de rabia y algo más profundo, algo que Kim no quería admitir que también sentía.
━ ¿El camino correcto? ━ repitió Jeon con sarcasmo ━. No te engañes, Kim. Sabes tan bien como yo que esto es lo que quieres. No puedes huir de tus verdaderos deseos.
Antes de que Kim pudiera responder, Jeon lo tomó por los hombros y lo atrajo hacia él, sus labios encontrando los de Kim en un beso feroz y desesperado. La toalla que Kim sostenía resbaló de sus manos, y por un momento, todo lo que existía era el calor del cuerpo de Jeon y la intensidad de su beso.
Kim se quedó paralizado, luchando contra la oleada de sensaciones que lo abrumaban. Una parte de él quería entregarse, olvidar todo y dejarse llevar por lo que sentía. Pero otra parte, la que había sido moldeada por años de devoción y disciplina, gritaba en su interior, recordándole quién era y lo que estaba a punto de convertirse.
Finalmente, con un esfuerzo titánico, Kim empujó a Jeon, rompiendo el contacto.
━ No... ━ dijo, jadeando ━. No puedo hacer esto. Tienes que irte, Jeon. Por favor.
Jeon lo miró con una mezcla de frustración y determinación,
Kim se quedó arrodillado junto al altar, su cuerpo temblando con sollozos silenciosos que sacudían sus hombros. Las lágrimas caían sobre sus manos unidas en oración, pero no encontraba consuelo en las palabras que intentaba pronunciar. El beso de Jeon había encendido una tormenta en su interior, un fuego que no podía apagar con oraciones ni penitencias. Cada pensamiento sobre Jeon lo llenaba de una mezcla de culpa y deseo que no sabía cómo manejar. En su mente, las enseñanzas de la iglesia se enfrentaban con la realidad de sus sentimientos, y el conflicto lo desgarraba por dentro.
De repente, oyó un ruido detrás de él. Se giró y vio a Jeon buscando frenéticamente en los cajones de la habitación. Kim se levantó rápidamente, limpiando sus lágrimas con la manga de su camisa.
━ ¿Qué estás haciendo, Jeon? ━ preguntó con voz temblorosa.
Jeon no respondió de inmediato. Finalmente, sacó un látigo de uno de los cajones. Sus ojos estaban llenos de una furia y desesperación que Kim nunca había visto antes.
━ Voy a hacer lo que debería haber hecho desde el principio ━ dijo Jeon, su voz cargada de amargura ━. Soy un pecador, Kim. He deseado lo que no debo, a alguien que está destinado a ser un hijo de Dios. Debo pagar por mis pecados.
Antes de que Kim pudiera reaccionar, Jeon levantó el látigo y lo azotó contra su propia espalda. El sonido del cuero golpeando la piel resonó en la habitación, haciendo que Kim se estremeciera.
━ ¡Detente, Jeon! ━ gritó Kim, corriendo hacia él y tratando de arrebatarle el látigo ━. ¡No tienes que hacer esto!
Jeon lo empujó, manteniéndolo a distancia mientras continuaba flagelándose. Cada golpe parecía más fuerte que el anterior, y Kim podía ver cómo la piel de Jeon comenzaba a enrojecer y romperse.
━ ¡No! ━ exclamó Jeon con una voz ahogada por la furia ━. ¡Soy un pecador! ¡Merezco esto por desearte!
Kim estaba desesperado. Sabía que debía detener a Jeon, pero cada intento de acercarse terminaba con un empujón que lo alejaba. Su corazón latía con fuerza, y la angustia de ver a Jeon infligirse dolor era insoportable.
━ Jeon, por favor, escucha ━ rogó Kim, sus manos extendidas en un gesto de súplica ━. No tienes que hacer esto. Dios es misericordioso. Podemos encontrar una manera de redimirnos sin recurrir a esto.
Jeon se detuvo por un momento, respirando pesadamente. Sus ojos, llenos de rabia y seriedad, se encontraron con los de Kim.
━ ¿Redimirnos? ━ dijo con una voz profunda ━. No entiendes, Kim. He deseado a alguien que nunca debería haber deseado. Tú eres puro, destinado a ser un siervo de Dios. Yo soy un pecador que solo te ha llevado por un camino de oscuridad.
Kim sintió que su corazón se rompía al ver un sentimiento que no podía identificar en los ojos de Jeon. Se acercó lentamente, con las manos levantadas en señal de paz.
━ No eres un pecador, Jeon ━ dijo suavemente ━. Eres humano. Y todos los humanos tienen deseos y fallos. Pero podemos encontrar el perdón juntos. No tienes que castigarte de esta manera.
Jeon dejó caer el látigo, su espalda goteando sangre. Kim lo abrazó, como si eso evitara su dolor.
━ Dios no quiere esto ━ susurró Kim ━. Podemos alejarnos y encontrar un camino separados. Eso será lo mejor.
Si, definitivamente eso era lo mejor.
Entonces Jeon se alejó de él, nuevamente con su expresión neutra y seria. Lo miró a los ojos profundamente, como si viera su alma.
━ No, Kim ━ susurró ━. Esa no es la solución.
Y Kim se arrodilló nuevamente, porque en el fondo de su corazón estaba de acuerdo con él.
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Ⓒ︎𝖧𝖨𝖲𝖳𝖮𝖱𝖨09
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