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Ꮠ ࿐「 𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝖮4 」


«𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝗇𝗎́𝗆𝖾𝗋𝗈 𝖼𝗎𝖺𝗍𝗋𝗈»... [𝖮4]

❝𝗟𝗮 𝗮𝗹𝗲𝗴𝗿𝗶𝗮 𝗽𝗼𝗿 𝘁𝘂 𝗮𝘃𝗮𝗻𝗰𝗲❞

El polvo que se adentró en su nariz le provocó una tos leve. El sacerdote se encontraba limpiando la iglesia en plena noche, cumpliendo con el castigo que su padre le había impuesto al descubrir que se había flagelado. Este era el castigo que su padre consideraba justo, y aunque Kim sabía que estaba mal, también sentía que lo merecía. Necesitaba arrepentirse y recuperar ese amor profundo por Dios que había sido momentáneamente eclipsado por la oscura pesadilla que lo atormentaba.

Ya ni siquiera quería recordar aquel sueño, pues cada vez que lo hacía, se sentía nuevamente como un pecador. Era inconcebible que un sacerdote, un hombre de Dios, pudiera albergar pensamientos tan promiscuos. Simplemente era inaceptable.

Para el padre de Kim, quien se enfurecía al verlo rezar todo el día, cargado de culpa, fue impactante descubrir las llagas y la sangre en la espalda de su hijo, producto de los azotes autoimpuestos. ¿Qué había hecho Kim para castigarse de manera tan brutal?

Los brazos de Kim estaban agotados, sus sienes perladas de sudor y sus piernas temblorosas lo obligaron a sentarse por un momento en una de las pequeñas escaleras blancas del templo. Mientras permanecía allí, contemplando el característico olor de la iglesia, un aroma que encontraba bello y refrescante, sintió que el cansancio lo vencía. Sin darse cuenta, sus ojos comenzaron a cerrarse, llevándolo al borde del sueño.

Justo cuando estaba a punto de conciliar el sueño, una voz lo sacudió, despertándolo de golpe.

━ Despierta, amore

Podría reconocer esa voz entre mil personas.

Era la voz de Jeon Jungkook.

Sobresaltado y asustado, Kim abrió los ojos de inmediato, poniéndose de pie con un salto. Su mirada paranoica escudriñó cada rincón del lugar. ¿Acaso lo había imaginado? No podía ser. Había escuchado esa voz con total claridad y realismo. No podía estar inventándoselo.

Además, no era como si la presencia de aquel pelinegro lo hubiera impactado tanto como para empezar a soñar e imaginarlo.

¿Y si de verdad era un demonio?

Kim se dio un golpe a sí mismo, sintiéndose avergonzado por la absurda idea que había cruzado por su mente. ¿Cómo podía pensar que un ser humano fuera el propio demonio? ¡Por Dios!

Ya cansado de su constante confusión y de pensar en Jeon, decidió retomar la limpieza del templo. Pero ahora, su corazón latía desbocado, y sus manos temblaban por el miedo y la confusión. ¿Por qué de repente un hombre como Jeon lo hacía sentir de esa manera? ¿Acaso Dios le estaba poniendo a prueba? ¿O era el mismo diablo quien intentaba corromper su espiritualidad y conexión con el Señor?

Las lágrimas de frustración y decepción comenzaron a rodar por sus mejillas. Se sentía inútil, un malagradecido por no valorar el amor y la paz que tanto sus padres como el Señor le habían brindado.

¿Por qué estaba sintiéndose así?

Los rayos de la mañana se filtraban a través de las vidrieras con una intensidad y brillo que parecían más potentes que de costumbre. Kim, con una sonrisa serena en su rostro, se dedicaba a colocar los instrumentos para el coro de la iglesia, preparándose para unirse a las alabanzas al Señor. Para él, este era uno de los momentos más sublimes de su vida en la iglesia; la unión de voces y corazones en alabanza lo llenaba de una paz indescriptible.

El templo comenzaba a llenarse de feligreses. Algunos disfrutaban de un desayuno ligero en el patio, mientras otros ya se encontraban en las bancas, con las manos juntas en oración, esperando el inicio del servicio. Kim siempre encontraba consuelo en ver a tantas almas congregadas, todas unidas por su fe.

Pero lo que más le conmovía era el instante en que todos se ponían de pie, levantaban las manos al cielo y cantaban en perfecta armonía, glorificando a Dios. En esos momentos, sentía que el Espíritu del Señor descendía sobre ellos, llenando cada rincón del templo con su amor.

Mientras cantaba y aplaudía junto al coro, Kim experimentó un profundo sentimiento de gratitud. Sentía que, por unos momentos, sus preocupaciones se desvanecían, absorbidas por la poderosa corriente de las alabanzas. Sus ojos recorrieron la congregación, y fue entonces cuando lo vio. Entre la multitud, sentado en una de las bancas, estaba Jeon Jungkook.

La figura de Jeon destacaba entre las demás, como si su presencia estuviera marcada por una luz que solo Kim podía percibir. No entendía por qué aquel hombre, que apenas conocía, había comenzado a ocupar un lugar tan importante en su mente. Tal vez era su preocupación por la salvación de su alma, deseando que Jeon tomara el camino correcto y se alejara del pecado que lo había llevado a confesarse en la iglesia. O quizás, era algo más profundo, una conexión inexplicable que lo inquietaba.

Desde su confesión, Jeon no había vuelto a hablarle directamente. Solo lo saludaba desde lejos, como en ese preciso instante. Kim sintió un leve rubor en sus mejillas al notar la mano de Jeon agitándose en un saludo discreto. Sus ojos azules se encontraron brevemente, y Kim desvió la mirada, sintiendo que, si seguía observándolo, sus nervios lo traicionarían.

Había algo en Jeon que despertaba en Kim una preocupación inusual. ¿Por qué siempre vestía de manera tan similar, con ropa oscura y muchas veces manchada de sangre y suciedad? Parecía que no se había bañado en días, lo cual inquietaba al sacerdote. ¿Acaso Jeon no tenía un lugar donde quedarse? ¿Dormía en la calle, expuesto a peligros constantes?

A pesar de saber que Jeon había confesado un crimen, Kim no podía evitar preocuparse por su bienestar. ¿Y si alguien con menos compasión que él decidía hacerle daño? Estas dudas lo atormentaban, y tuvo que pellizcarse a sí mismo para alejarlas. ¿Por qué razón se preocupaba tanto por este hombre en particular? Trató de convencerse de que habría hecho lo mismo por cualquier otra persona.

A medida que el coro avanzaba con sus alabanzas, Kim sintió un inesperado calor de alegría al ver que Jeon parecía disfrutar genuinamente de la música y del ambiente de la iglesia. Aunque Jeon a veces parecía perdido en sus pensamientos o dirigía miradas furtivas hacia el sacerdote, había algo en su expresión que sugería que, por lo menos en ese momento, encontraba paz en la alabanza.

Aparentemente, Jeon estaba contento, y eso era suficiente para Kim. Sin entender del todo por qué, la felicidad de Jeon le proporcionaba a Kim un inesperado consuelo.


Ustedes si creen que Kim esté imaginando cosas y que Jeon esté disfrutando de la iglesia?

Gracias por leer (;´༎ຶٹ༎ຶ') ❤️


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Ⓒ︎𝖧𝖨𝖲𝖳𝖮𝖱𝖨09

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