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Me había despedido de todos y había bajado aquellas diminutas escaleras hasta dar a la puerta que me conducía a la calle, respiré cerrando mis ojos un segundo para analizar si el alcohol que llevaba en mi sistema me permitiría poder caminar a casa.

Maldita sea la hora en la que decidí dejar el coche y maldita sea la hora en la que me permití beber tanto.

Segura de mi como había aprendido a mostrarme siempre, abrí aquella puerta y luego de bajar despacio un pequeño escalón que dividía la entrada de aquella casa y la calle, me dispuse a acomodar mi ropa y caminar con toda la actitud.

Estaba cansada (debo admitirlo) tras haber tenido un día bastante ajetreado los tacones habían comenzado a enviar advertencias que harían daño en mis pies.

Genial.

Lo único que me consolaba en este momento era que el pequeño apartamento que me había comprado no estaba a más de dos cuadras del que había salido.

Minha fue asusta al encontrar ambos apartamentos uno cerca del otro. Siempre pensó en alguna forma de mantenernos juntas después de tantos años distanciadas.

Solté un pequeño bostezo y lamenté no haber permitido la compañía de Taehyung a casa, ciertamente el camino es más aburrido y largo sin sus charlas reflexivas sobre la vida. Sonreí como una tonta al imaginarlo hablar a mi lado sobre lo lindo que se encontraba mi cabello.

—Kang.

Frené mi andar tras dar un pequeño brinco provocado por el llamado y sentí como la piel de mis antebrazos descubiertos comenzaban a erizarse (no precisamente debido al frío inexistente), si no debido a esa voz.

Esa maldita voz que jamás lograría olvidar.

Quise ignorarlo, como había hecho estos pocos días que llevaba aquí pero me fue imposible, quizás, tan solo quizás el alcohol en mi sistema comenzaba a reaccionar sobre mi cuerpo y me vi a mi misma girar sobre mis talones para observarle.

Ahí estaba, a no más de cinco o seis pasos de mi mirándome ... mirándome con esos ojos que siempre van a ser una incógnita, con su postura firme y su cabello un peco húmedo debido a el sudor.

Había estado corriendo.

No había perdido la manía de detallarlo, me molestaba no haber dejado atrás ese pequeño impulso de observar cada rincón de él como si fuera lo más asombro ante mis ojos.

—Jeon— pronuncié luego de tragar saliva y tambalearme un poco en mi sitio.

—¿Crees que podamos hablar?— preguntó, mostrando un semblante preocupado.

Solté un suspiro, eran ya varias las veces que me había preguntando lo mismo. 

—No hay nada que hablar Jeon, creo que te lo he dejado bastante claro ya en varios encuentros atrás— contesté, con la frase que me acompañaría hasta que desistiera de hablar conmigo.

—Sabes que no es así, sabes que necesitamos hablar de ciertas cosas que se quedaron inconclusas entre ambos.

—Inconclusas para ti, yo tenía todo bastante claro— ataqué, como la única reacción que mi cuerpo sabía mostrar ante él, no quería salir herida de nuevo, no después de tanto tiempo.

—Los años no pasan en vano Kang y la madurez a veces nos golpea un guantazo bastante necesario— dijo sin mover un músculo, mirándome con esos ojos que tanto he amado siempre.

—A ti te ha llegado tarde Jeon, no intentes arreglar las cosas que ya están perdidas— intentando dejar la conversación hasta ese punto, me di la vuelta dispuesta a continuar mi camino.

—¿Como pretendes que una persona que no se entienda a sí misma pretenda intentar entender a otra?— dejó caer la pregunta como un balde frío a mi rostro, sentí el vuelco de mi corazón en la garganta. 

Se me retorció el estomago, quise vomitar. Me recompuse tan rápido como pude. 

—Pues sabes algo,  una persona que tampoco se entendía a sí misma estaba dispuesta a intentar entender a la otra solo para seguir avanzando juntos— vi el dolor en su mirada y en el torcer de sus labios.— A veces muchas personas están dispuestas a dar todo y eso es algo que quizás tú en ese momento no entendías  Jungkook, pero ya no importa, ya es demasiado tarde para todo. 

Y sin más que decir comencé a caminar, rápido, alejándome por completo de esa estúpida calidez que aún llegaba a sentir por él, impidiendo que las lágrimas brotaban de mis ojos, porque estaba dispuesta a dejar ir todo aquello que él provocaba, aún después de cinco años...

Y lo iba a conseguir, costara lo que costara. 

—Notita:
Hola mis queridas personitas. Se que esperaron este momento (la gran mayoría) demasiado tiempo y estoy ansiosa por ver sus reacciones.

Quiero advertir que por el momento solo tendrán el prólogo ya que primero pienso acabar las dos obras que tengo pendientes para dedicarle todo el tiempo a esta.

Espero que estén tan ansiosas como yo por este momento tan esperado y nada, que lo disfruten como nunca.

Besos.