6. 𝖠𝖽𝗂𝗈́𝗌 𝖪𝖺𝗇𝗀, 𝖺𝖽𝗂𝗈́𝗌 𝖯𝖺𝗋𝗄.
「🥊」
—¿Como es posible que esto sepa tan bien?— opinó Hoseok dándole un mordisco a la paleta rosada con forma de estrella.
Me encogí de hombros jugando con mi almuerzo. Mamá tiene un toque especial en las manos a la hora de hacer cualquier tipo de dulce.
—¿Estás bien?— preguntó Namjoon, captando mi atención al patearme ligeramente por debajo de la mesa.
—Estoy bien, solo que no me gusta estar en el comedor, es muy ruidoso— opiné, dejando caer la cucharilla sobre la comida y mi cuerpo al respaldo de la silla.
Cerré mis ojos, esperando que mis compañeros terminaran sus aperitivos para poder retirarnos a los siguientes turnos de clases.
El ruido, bastante molesto, no me permitía descansar, no había dormido de la manera adecuada. Había pensado mucho la propuesta que Taehyung me había lanzado. Una parte muy segura de mi se moría ansiosa por hacer dicha petición realidad. Otra a diferencia, no quería problemas.
Pero es que a mi me encantan los problemas.
Un poco harta, porque soy bastante sensible a los ruidos fuertes, me levanté llamando la atención de mis acompañantes.
—Estaré en el gimnasio hasta que toque el timbre, los veo luego— agité mi mano en forma de despedida, recogiendo la bandeja, marchándome una vez que coloqué el objeto metálico lleno de comida en su lugar.
¿Nunca les a pasado que viven una escena digna de película estadunidense juvenil?
¿No?
Yo hace unos minutos, no la había vivido y tampoco me apetecía. Pero, el destino como que me tiene manía.
Empujé uno de los portones del comedor, haciendo que esté casi golpeara a cierta persona que tenía intención de entrar en el lugar donde hay más ruido que en una construcción.
Mi cuerpo chocó con el suyo y su mano terminó sobre mi hombro. Sentí que la zona de mi cuerpo atrapada por su tacto se calentaba, junto con un hormigueo extraño.
Lo miré, me miró.
Oh por Dios, digno de película.
Jeon frunció su ceño, alejando su mano de mí, yo echándome a un lado me incliné en modo de disculpa y hui tan rápido como pude.
Este chico me sale hasta en la sopa....
¿Qué, Dios?, ¿Es esto una señal?
No me hace gracia, me confunde.
Caminando a pasos rápidos y dejando a dicho pelinegro atrás, me dispuse a llegar a el gimnasio, el único sitio que a esta hora se encontraba completamente desolado.
Entré, haciendo eco con cada paso que daba y como de costumbre, acomodé mi cuerpo sobre una de las primeras gradas. Tendiendo un pie sobre está, me dispuse a mover el que me quedaba colgando de adelante hacía atrás mientras colocaba el antebrazo sobre mis ojos impidiendo que la luz del sitio me molestara tanto.
Podría descansar unos minutos...
O quizás no.
—Vaya, vaya, si es mi queridísima Sun Yhie— una voz, bastante molesta para mis oídos. Hizo eco por todo el sitio.
Abrí mis ojos apartando mi brazo y soltando un molesto gruñido.
—Park, siempre llegando en momentos inoportunos— le comenté, viendo una larga sonrisa en sus labios.
—Jo...Me halagas— habló, con fingida emoción, llevando una de sus enanas manos a su pecho.
Volteé mis ojos, sentándome de pies cruzados en la grada y mirando atentamente a el pelirrojo frente a mi.
Odiaba a ese chico.
Park Jimin, es el hermano de Minha, por lo cual llevo bastantes años de mi vida, soportándolo.
Me satisface saber que nuestro odio es mutuo. Y como no lo sería, si brotó cuando el me mordió el brazo y yo le partí la nariz. Éramos niños en aquel entonces, pero el rencor del suceso nos a durado hasta ahora.
—Tengo cosas mejores que hacer que venir a ver tu horrenda cara, pero debo cumplir mi papel de hermano mayor— sacó de su mochila una libreta llena de purpurina rosada. —Minha se enfermó y me pidió que te entregara estos apuntes para el profesor— me lanzó el objeto, directo a la cara. Lo atrapé antes de que me golpeara.
—Que considerado eres— espeté, con admiración fingida.
—Lo sé, soy el mejor hermano— me guiñó un ojo creyéndose importante.
—Te mando la señora Park ¿verdad?— reí, al ver su cara larga.
—¡Eso no me impide ser el mejor hermano!— refunfuñó, solté una carcajada que hizo eco por todo el sitio.
—Te detesto.
—Es mutuo.
—Me voy, Kang.
—Adiós, Park.
Y así fue, al escuchar mis palabras, se giró, camino hacia la puerta. Haciéndome una mueca de desagrado antes de salir del gimnasio.
Era un estúpido, pero tristemente, después de todo, le tenía cariño. Y seguro él a mi, pero eso jamás será admitido, por ninguna de las dos partes.
Jamás.
Solté un suspiro, volviendo a la posición que mantenía antes de que el molesto Park llegara y cerrando mis ojos, poco a poco me quede dormida.
Plácidamente dormida.
—¡Sun Yhie!— abrí mis ojos al escuchar mi nombre. Me había resbalado de la grada y ahora me encontraba en el suelo.
Kim Namjoon estas muerto. Pensé, fulminándolo con la mirada.
—¡Maldito intelectual, acaso no vez que estaba durmiendo!— regañé, lanzándole mi mochila de manera agresiva.
Este la esquivó, dando un brinquito a un lado de manera graciosa, quise reír, pero me contuve. Tenía que verme seria. Casi me provoca un paro cardíaco con dicho grito.
—Te saltaste dos clases— espetó, recogiendo mi mochila. Abrí mis ojos de manera preocupante.
¿Tanto había dormido?
—¿Pero? ¡¿POR QUÉ DIABLOS NO VINIERON A POR MI?!
Namjoon me miró asustado una vez que llegué a su lado hecha una furia.
—Se...nos olvido...
—¡Oh dios Kim!— chillé como niña pequeña.— Debo llevarle los apuntes a Minha, está enferma y ahora no se los llevaré completos y me gritará— me crucé de brazos.
Comenzaré una perreta.
—Yunho es de primer año como tú, ¿acaso lo olvidas?— jeje...¿puede? —Le pedí las libretas, supuse que estabas en apuros y te conozco bien, sabía que chillarías y estarías a punto de formar una perreta.
Le arrebaté los montones de hojas con carátulas de manera rápida, como si fueran un preciado tesoro.
—Gracias Namie— agradecí, haciéndole un corazón con los dedos.
El mayor resopló, cruzándose de brazos.
—Yunho puso una condición.
Maldito flacucho, ¿no puedes ser solidario con los tuyos?
—Debes realizar su tarea.
Solté un bufido, genial, doble tarea, que se note la emoción.
—Nota:
Cuídense y eso.
Gracias por leer.
Besos, besitos, besotes.
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