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MESES MÁS TARDE
CENTRO DE LONDRES
Cedric la guiaba hasta el lugar que bien la mujer no sabía sobre él, una venda permanecía atada tras su cuello, impidiendole la visión. Su vello erizado debido al viento que recorría las calles de Londres la hacía temblar.
—¿Aún no? ¿Por que tanto misterio?
Se quejó Danae, con los pies adoloridos de andar sin saber su rumbo, pues el Diggory le preparaba una sorpresa.
—Ya queda poco bonita, no te impacientes
Esta suspiró y una vez más se dejó guiar por el hombre. Sentía sus nervios acumularse al no saber muy bien dónde era llevada. Atrapó su labio inferior al ver que el Diggory separaba sus manos de su cintura, escuchaba pasos pero decidió no moverse del sitio. Cruzó sus brazos para resguardarse del frío Londres. Su novio, no tardó en volver a colocar su mano en su espalda baja cuándo lo tuvo todo listo, de nuevo la guió hasta un lugar, en él hizo que apoyara las manos en una superifcie fría y rasposa, el contacto erizó el vello de la Wood, el viento golpeaba en su cara y agradecía llevar un moño, pues de lo contrario sus cabellos molestarían.
—¿Dónde estamos?
Preguntó Danae y su pareja sin dejarla contestar destapó la venda de sus ojos, amarrándola en su muñeca. La Wood abrió los ojos, la gran calle transitada de aquel Londres Muggle; podía observar de todo tipo de vehículos transportandose, la gente transitando cada acera, se veían felices. El decorado navideño estaba a punto de una vez más volver a ser instalado, a Danae la ponía feliz aquellas bonitas fiestas.
—En Londres, mon amour..
Susurró, apoyándose en la barandilla mientras sus ojos no se despegaron del reluciente perfil de su pareja, quién cada día se la veía más feliz. Habían pasado una época tan mala, ambos. Afortunadamente la compañía del otro les hizo bien, y ahora, sin preocupaciones, ambos divorciados estaban más felices que nunca. Los ojos de Danae, pasaron de percatarse a la gran altura en la que estaba para centrarse también en los orbes de su novio, su mirada cargada de amor y admiración la hacían florecer cada día más.
Cedric, la trajo a una azotea ubicada en el centro del Londres muggle para que su adorada novia tuviera una hermosa vista, al igual que él la tenía de ella. Cedric podría ser un poco cliché cuándo se lo proponía, pero su lado romántico siempre salía a florecer por lo que le era inevitable.
El centro de la azotea estaba adornado por una pequeña mesas con dos sillas, frente a frente. Un candelabro de oro prendido destacaba y la organización de los cubiertos sorprendió a la Wood, pues ella siempre optaba por algo más sencillo.
—Ced, todo esto es tan bonito..— murmuró con sus labios curvados en una amplia sonrisa.— Pero, ¿puedo preguntar a que se debe todo esto?.
Este simplemente no borró su sonrisa, relamió sus labios para contestarle a la mujer de la que estaba totalmente enamorado.
—No tiene un motivo especial, solo un día más en el que quiero demostrarte cuán grande es mi amor por ti.— aseguró recargándose en la barandilla, fijando ahora su mirada en el mundo muggle.—Parece mentira, ¿cierto?.
Danae se recargó imitando su acción, su vista se centró en una pareja que paseaban con dos pequeños en un carrito, aparentemente recién nacidos e iguales, mientras otro que parecía ser mayor, los miraba con curiosidad. La pareja se sonreían mutuamente y en sus ojos incluso desde lejanas alturas se pudo apreciar cuánto amor se profesaban.
Le recordó a ella y a Fred en la primera navidad de los gemelos. Hizo una mueca, eso la apenó demasiado.
—¿El qué?
—Hace unos años no nos imaginariamos que iba a pasar ahora miranos.. —comentó el Diggory con una evidente sonrisa.—Estamos juntos, Danny. Parece imaginable, finalmente con la mujer que amo.
Alargó su brazo para poder tomar la mano de la Wood, la besó cariñosamente mientras las mejillas de esta se tornaban un tono carmesí, aumentando el ego del Diggory.
—Totalmente extraño si, pero hay que vivir el presente ¿no?
Cuestionó sonriendole al hombre por tal cariñoso gesto, siempre se sentía tan querida a sus brazos, sin duda todo el amor que le profesaba el Diggory era su cosa favorita.
—Pues si— asintió atrapando entre dientes su labio inferior, sintiéndose cómodo hablando con ella.—¿Cómo te ves en un futuro?
Cuestionó tembloroso, mirando al frente y al perfil de la mujer numerosas veces, tratando de no entrar en pánico.
A Danae, la tomó por sorpresa su pregunto. ¿Cómo se veía ella en un futuro? No lo sabia, tampoco esperaba que cambiase más de lo que lo estaba ahora, pues si hace un año le hubieran dicho que ahora estaría saliendo con el esposo de su amiga se habría reído por la estupidez que dice, a si que optaba por no tentar al destino.
Danae se encogió de hombros, sin saber muy bien que decir. Se sentia una adolescente cuando le preguntaban que quería ser de mayor.
—No lo sé a ciencia cierta, no creo que cambie mucho, me gustaría tener una vida tranquila y plena.— admitió dejando escapar un suspiro de sus labios, entrelazó sus dedos con los del hombre sonriéndole— Una vida junto a ti, nuestros hijos.. es lo único que pido
Comentó sin despegar mirada de él. Diggory asintió, sin tener la respuesta que el buscaba. Trataba de armarse de valor, pues bien sabía que si lo pensaba mucho no lo haría.
Tenia miedo de que Danae siguiera aferrada a la idea de Fred, era lo que menos deseaba en esos momentos.
—¿Y tu, Ced? ¿Cómo te ves?
Preguntó la mujer, desconectandolo de su mundo. Este parpadeo tratando de pensar su respuesta, mordió su mejila interior y su mandíbula se tensó.
Relamió sus labios y la miró a los ojos. Besó sus nudillos sin separar sus manos. La ve con amor, la veía con orgullo, con cariño, con deseo, con lujuria.., la veía como la única mujer en el planeta.
Su Danae..
—Cásate conmigo Danae, dame la oportunidad de hacerte feliz.
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SEMANAS MÁS TARDE
CASA DE CEDRIC DIGGORY
Degustaban la comida en un ambiente tenso, la mano de Danae que era entrelazada con la del Diggory temblaba levemente por el miedo.
Ese día llovía a cántaros, las ventanas de la que era la residencia (por el momento) de la pareja estaban empapadas y mojadas por las gotas que adornaban y desempeñaban una carrera por llegar antes al final del cristal.
Ningún miembro de la mesa optaba la opción de ser el primero u primera en hablar, únicamente se llevaban el tenedor a la boca, el sonido que producían los cubiertos era lo único que se podía escuchar en aquella silenciosa casa.
Oliver Wood, hermano de Danae se encontraba en ella, sentado entre su sobrino Axel y Oliver, mientras que este tenía a su otro lado a su gemelo. Claire lo acompañaba, mirando a los respectivos miembros de la mesa con curiosidad. Observó a su abuelo paterno quien también se encontraba allí a su lado, con su mentón alzado busco su mirada. Amos le sonrió a su dulce nieta, pero ella no consiguió buscar respuestas de lo que pasaba en sus orbes.
De sus finos labios escapó un suspiro, sus pequeñas piernas no llegaban a rozar el suelo al tener una estatura fuera del promedio, los gemelos solían burlarse de su altura algunas veces. No entendía que estaba pasando, porque tanta gente en su casa, porque su padre había insistido en que se arreglara. Tocó su cabello, notando cómo este que era recogido en dos coletas empezaba a deshacerse. Maldeció internamente, estuvo jugando con los gemelos un tiempo y el agarre se le debió deshacer.
Miró a la mujer que yacía a un lado de su padre, pudo percatarse de que sus manos estaban entrelazadas debajo de la mesa. Al final del todo, le agradaba demasiado Danae, ella era como su nueva mamá, pero jamás se atrevió a pronunciar esas palabras <<mamá >>, le recordaba demasiado a Susan, y últimamente su vida mejoró como para que al recordarla volviera a empeorar por lo que se negaba.
Claire carraspeó con las dos pequeñas gomillas en sus manitas.
—Danny, ¿podrías ayudarme?
Preguntó algo tímida, pues todas las tensas miradas de aquella mesa redonda repleta de comida se posaron en ella. Sus mejillas se tornaron un color carmesí, solía ser muy vergonzosa.
Claro que Claire sabía perfectamente que su padre podía realizarle las coletas, pero estaba segura de que estas se volverían a deshacer si él las hacía, por lo que prefería dejarse en manos de la Wood.
Danae alzó la mirada de su plato, agradecida de poder escaparse del incomodo ambiente por tan solo unos minutos. Le dedicó una amable sonrisa a la pequeña y hecho su silla hacia atrás para poder levantarse, cuando la mano de su pareja aterrizó contra su muslo impidiendole moverse.
—No te preocupes bonita, yo puedo ir— murmuró Cedric, lanzandole una discreta mirada
Cedric también se encontraba incómodo tras el ambiente en el que disputaban la cena y quería huir en el momento que pudiera. Oliver Wood, hermano de su prometida tenía su afilada mirada ceñida en él, lo escaneó pudo darse cuenta. En esos momentos Cedric deseó poder entrar a su mente para así ver que tan mal pensaba de él, aunque rápidamente descartó la idea al saber que le sería peor pues se daría cuenta, se llevaría una imagen de él y en esos momentos era lo que menos quería.
Danae le envió la misma mirada, siendo escondida tras una sonrisa dulce, cálida y cariñosa. Relamió sus labios para decir:
—No hace falta cariño, iré yo ¿verdad Claire?— buscó los ojitos brillantes de la pequeña quien asintió de inmediato, bajándose de un salto de la silla al no poder llegar bien a su altura.— ¿Ves? No te preocupes Ced
Danae se levantó de su asiento ante la mirada de los varones. Besó la mejilla del Diggory cariñosamente para agarrar la mano de la pequeña quien brincaba de felicidad. Se encaminaron a la sala de baño más próxima que encontraron.
—Con cuidado peque— ayudó la Wood a subirse en un banco a la menor.
Esta la miró tras el espejo agradecida y se relajó cuando esta empezó a cepillar su cabello.
—¿Que nos teneis que contar, Danny?— preguntó la Diggory mirandola por su hombro.
—Cuando llegue lo diré, te lo prometo—besó su mejilla terminando de hacer su primera coleta.— Así también se enteran los demas a la vez, ¿no crees que e mejor?
Esta asintió haciendo una mueca con sus labios.
—Si, es lo más justo.
Danae recogió la otra mitad de cabello en una coleta y cuando estuvo lista miró a la pequeña sonriente. Era la viva encarnación de su padre, sin lugar a dudas, pero se parecía sobretodo a su abuela paterna: Adelaide Diggory, fallecida pero Danae la vio por primera vez en un relato que su ahora suegro, le enseñó.
—Estas preciosa Claire.— aseguró admirandola con una gran sonrisa.
La Diggory se observó al espejo con los labios fruncidos en una mueca. Aliso su vestido para no arrugarlo.
—¿Tu crees que soy bonita?—preguntó temerosa por saber la respuesta.
Danae se extrañó sumamente ante su pregunta, abrazó sus brazos mientras la veía tras el espejo.
—No lo creo Claire, lo sé. Eres preciosa, de verás la niña más bonita que he visto.
Su sonrisa creció poco a poco al escuchar tales sinceras palabras.
—¿De veras..? Es que mam- ella, me dijo que lo sería aún más si me pareciese a ella.— explicó, corrigiendose cuando optó por pronunciar el término: mamá.— Estsba con los ojos rojos, no entendía la mayoría de cosas, pero por desgracia eso si lo hice.
El corazón de Danae se encogió ante la furia y el rencor que sintió en aquellos momentos por la Bones. Besó la mejilla de Claire y la ayudó a bajar.
—No te tienes que parecer a alguien Claire, por que tu eres tu, eres única peque.—aseguró caminando hacia la salida— volvamos al comedor.
Dijo Danae. Ella y Claire salieron de la sala de baño como entraron, con sus manos entrelazadas. Pero al salir, Danae frunció el ceño al ver como su hermano apretaba la mandíbula tenso, su hijo mayor tras él parecía que iba a perder la cordura.
Axel miró a su madre con dolor en sus ojos, incluso diría que brillantes amenazando lagrimear. Pasó una mano por su pelo frustrado.
Oliver fue el primero que decidió hablar, sabiendo que Axel perdería la poca paciencia que le quedaba si lo hacía, así que decidió tomar el cargo adulto.
—¿¡Te vas a casar con Diggory?!
🤨?
Algo que decir Danae?
Espero que os haya gustado! Escucho vuestras opiniones.
Os quiero <3
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