𝖥𝖺𝗅𝗅𝗂𝗇𝗀 𝖸𝗈𝗎
“¿Por qué estás esperando a alguien que no conoces?” Oí esa frase una infinidad de veces desde que te conocí. Soy consciente de que nuestra historia es por mucho, lo más inusual que ha sucedido en este lugar. Ingresaste a urgencias el veinte de marzo por traumatismo de cráneo y lesiones contundentes en la columna, el doctor Park descartó que se trate de una simple lumbalgia, la mitad de tu rostro estaba cubierta de sangre algo seca por la tardanza del traslado.
Un hombre venía siguiendo la ambulancia, supuse que no era familiar porque no le permitieron subir, pero sus palabras apenas vió a los médicos me dejaron sin aliento.
“¿Aún podrá boxear doctor?” fue lo primero que nos preguntó, quise explicarle que era muy pronto para saberlo, que lo mejor era esperar a que despertaras, pero me acorraló contra la pared y con su dedo apuntó a mi pecho.
“Escúcheme bien, ese chico que está ahí vale oro, necesito que esté listo y sano dentro de dos semanas o todo este hospital caerá en picada frente a tu lindo rostro” subió el dedo índice hacia mi mentón, en ese instante no pude contenerme y lo sujeté del cuello de su camisa.
Le dije que en vez de amenazar y molestar se fuera a la mierda y dejará a mis superiores hacer su trabajo, es que joder, la vida de un ser humano estaba en juego, y a ese tipo solo le importaba el dinero que podía perder.
Jimin, quien era el jefe de cirugía, me mandó a llamar para ayudarlo, de esa forma olvide al tipo que tanto me hizo enojar. Al final del día terminaste postrado en la cama, tu habitación fue la 317, y al verte supe que sería cada vez más difícil irme de allí.
Tu internación comenzó con malas noticias, un coma producto del traumatismo craneal y dos vértebras comprometidas por un severo golpe en el cuello. El miedo de que no puedas caminar cuando despiertes era abrumador, pero no tanto como lo fue verte solo.
Los días pasaban y nadie venía a preguntar por tu salud, aquel tipo irritante te había abandonado y tampoco teníamos suficiente información para contactar con familiares, solo tu nombre, edad y ocupación.
Jeon Jungkook, 24 años, boxeador amateur.
Esos eran los datos que pudimos anotar en tu ficha de ingreso al principio. Aquel tipo desagradable resulta que era entrenador del gimnasio donde creciste, por fortuna no estabas tan sólo como temía.
Durante tu primera semana con nosotros, me encontraba saliendo de la habitación tras cambiar el suero que te alimentaba, cuando un chico castaño se acercó a mi.
―Disculpe, ¿Puede decirme cómo está Jungkook? ―preguntó nervioso.
―¿Es algún familiar del paciente? ―respondí con la esperanza a flor de piel.
El muchacho negó, mientras abrazaba una mochila negra con pines de conejos y dibujos random.
―Somos amigos, mi novio entrena en el mismo gimnasio ―me aclaró.
Suspiré un tanto decepcionado y asentí, pero al mismo tiempo era bueno saber que tenías a alguien cerca.
―Su estado es delicado, los médicos no creen que vaya a despertar a corto plazo, y sus vértebras están lo suficientemente dañadas para que no pueda mover ni un dedo del pie cuando se levante ―murmure calmado.
―Que mal, él era boxeador, sabe ―yo asentí a sus palabras, ―En su última pelea, el rival se molestó y le dio un golpe que lo hizo caer sobre el banquillo en la esquina del ring, ―Me explicó inquieto.
―Ahora entiendo como se produjeron las lesiones, es un milagro que no se haya roto el cuello ―dije sorprendido.
El castaño se presentó como Hoseok y me pidió mantenerlo al tanto de tu condición, antes de irse me entregó aquella mochila que llevaba en sus brazos, la cual era tu vida entera. En verdad había de todo ahí adentro, pero lo más llamativo fue un cuaderno con pegatinas de lo más variadas, desde graffitis, hasta Iron Man, conejos y superhéroes.
Conocerte me daba mucha curiosidad, por lo que una tarde abrí tu mochila y me senté junto a tu cama leyendo lo que habías escrito.
"Mi nombre es Jeon Jungkook, nunca he tenido un diario, pero ahora no tengo a nadie con quien hablar y realmente quisiera poder decir todo lo que tengo guardado, mi psicóloga dice que escribir un diario estaría bien, así que decidí hacer el intento."
Página tras página no solo me sentí identificado sino que me fui enamorando más de tu persona, de hecho, había encontrado una manera de incentivar tu actividad cerebral.
―En tu diario dices que te gusta mucho la música, ¿Qué tal si ponemos algunas canciones mientras te hago los masajes?
Sonreí, tras colocar a tus artistas favoritos note que un suave tarareo salía de tus labios, siguiendo los sonidos y también descubrí que tenías una hermosa voz. En ese momento, tarareando una canción de Ariana Grande fue que escuché tu voz por primera vez.
Desde ese momento tu diario íntimo fue como un manual para mi, hacer las cosas que a ti te gustaban era ya una rutina.
"Me gustan las series y los doramas, ¿Conoces 'Goblin'? Es uno de mis favoritos."
Se leía en la mitad del cuaderno, y en la última página que lograste escribir antes del incidente decía que te quedaste en el capítulo catorce. Inspirado en tu pasatiempo comencé a traer mi laptop para ver los episodios juntos, el tiempo se pasaba volando y te sentía más presente que nunca.
Tu y yo éramos almas solitarias, tu padre era un monstruo golpeador, sufriste violencia familiar y cuando tuviste la edad para defender a tu madre lo hiciste sin dudar. Terminaste dos años en una correccional y cuando saliste tus padres te habían abandonado.
En cuanto a mí, surcaba trastornos como ansiedad y depresión, tuve un amigo al que amaba y que perdí por sus malas compañías y decisiones, tal vez había sido esa marca la que me impulsó a cuidarte en primer lugar.
Nuestra relación se estrechó de una forma bastante inusual, buscando nuevos estímulos para ayudarte a despertar y tú respondiendo a ellos tanto como podías.
Una noche, noté que algo no estaba bien y le supliqué al doctor Park que te hicieran algunos estudios, llevabas ya un año dormido, pero para mi necesitábamos hacer más. Fue tanta mi insistencia que te hicieron una tomografía y un mapeo cerebral. Los resultados arrojaron que un coágulo estaba cortando el flujo sanguíneo de tu cabeza.
Inmediatamente el doctor Park ordenó prepararse para la cirugía, nunca antes me había sentido tan asustado, el miedo de no volver a verte se hizo nido en mi corazón tembloroso.
La operación se demoró un poco más de dos horas, el coágulo estaba alojado en una zona compleja del hemisferio derecho. Costo retirarlo pero cuando vi con mis propios ojos que todo estaba bajo control volví a respirar.
―Hay una pequeña esperanza, tal vez todo el tiempo invertido en ese paciente no fue en vano ―comentó Jimin.
Yo sabía que no era en vano, mi fe de conocerte despierto creció. Las semanas pasaron y un día tuve que ausentarme, un problema familiar me obligó a pedir licencia por dos semanas, pues mi mamá estaba enferma y era el único que podía ocuparse de todo.
Esos quince días lejos de ti se sintieron eternos, la ansiedad por volver a verte era insoportable, de camino al hospital para reincorporarme a mis funciones pensé en lo loco que era haberme encariñado con alguien que ni me conocía. Llegué al hospital y el silencio me inundó, un escalofrío recorrió mi espina dorsal, supe que debía ir corriendo a tu habitación.
Toqué los botones del ascensor, pero la demora acabó con mi paciencia, así que corrí por las escaleras como un loco, tenía mucho miedo de perderte para siempre. Me pare frente a la puerta de tu cuarto y lo abrí, observando el interior, completamente vacío.
Mi corazón se sintió morir en un minuto al imaginarme lo peor, lágrimas hacía picar mis ojos y un horrible peso en el pecho me hacía difícil respirar.
―Ángel de la guarda, por fin regresaste.
Oí una voz a mis espaldas, la misma que había tarareado canciones enteras con los ojos cerrados.
¡Eras tú!
―¿¡Jungkook!? ¿Eres tú? ―pregunte sin salir de mi asombro.
Venias hacia mi dirección sobre una silla de ruedas, mientras llevabas una flor amarilla sujeta de tu mano.
―Me han hablado mucho del enfermero que estuvo a mi lado más de un año, tu voz me reconfortaba mientras dormía, aunque no lo supiera estabas ahí ―. Sonreíste y juro que todo mi mundo se puso patas arriba con ese simple gesto.
―Fue un gusto cuidarte, nunca antes me había sentido así de atraído por alguien que estuviera en coma ―sonreí tímido.
―Ahora es mi turno hyung ―dijiste estrechando tu mano con la flor hacia mi.
―¿Eh? ―no te entendí.
―Déjame conocerte, salgamos, hagámonos compañía.
Ahí supe lo que querías decir, tome la flor de tu mano en un contacto cálido y electrizante sin imaginar que ese era tan solo el principio de nuestra hermosa relación.
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1514 palabras
Dato curioso: el número de la habitación '317' es el tiempo de duración de Stay With Me ♡
Holis! Aquí de nuevo con un pequeño o.s dedicado al kookgi. Estuve viendo un poco de Goblin esta última semana para inspirarme correctamente y es una bella historia, viendo a Lee Minho me quedé pensando que los libros de este estilo son como los doramas, con los mismos actores pero diferentes personajes. Me parece algo lindo.
Sin más vueltas, espero que les guste mucho esta nueva historia ♡♡
Lxs amo♡
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