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Días después


Se sentía sumamente agobiada, aún no tenían apenas noticias de la Lombrad y su miedo por volver a perder a cualquiera de sus seres queridos la perseguía a cada segundo. Tenia miedo de que siguiera suelta, y sabía que ella lo estaba disfrutando.

Sabia que ella disfrutaba de tener el poder y el control sobre cualquiera de ellos.  Desde que fueron conscientes de cómo mató a Jessica fríamente en frente de unos niños, se sentían inseguros respecto a su tranquilidad, temían que cualquier día u noche la mujer se les apareciera para acabar con ellos,  tal y como lo había hecho con su mejor amiga de la infancia.

Sentada en una silla de la cocina, sus nervios aumentaba cada que el reloj seguía contando minutos y el pelirrojo no aparecía por la puerta. Cada que se iba al trabajo, la mujer tenía una sensación de intranquilidad, no podía concentrarse en una tarea únicamente pues su mente estaba vagando en el hombre que salió de su casa.

Odiaba que este tuviera que seguir con el trabajo y no pudiera quedarse en casa, pues no le agradaba la idea de que Kailei siguiera suelta y su novio anduviera por las calles solo.

Un alivio la recorrió por completo al ver como la puerta era abierta y tras ella dejaba ver al pelirrojo con el uniforme de la tienda, y un rostro cansado. Sus mejillas estaban algo manchadas de  pólvora, dando señal de que estuvo probando nuevos productos.

Los niños, quienes se encontraban  jugando a un juego de mesa muggle, que Arthur les regaló, fueron inmediatamente al encuentro del hombre.

—¡Papá llegaste!— Hiraeth corrió hacia los brazos de su padre, y este la cargó a pesar de todo lo cansado que estaba.

Jackson llevó sus manos a las ruedas de la silla, para desplazarse a la entrada donde recibían al hombre.

—Hola calabacita—besó la cabeza de su hija, para después bajarla e imitar el acto ahora con el joven— Hola campeón, ¿qué tal tu pierna?

—Aún adolorida— hizo una mueca mirando la escayola, completamente pintada y firmada por Hiraeth quien en sus tiempos libres se dedicaba a plasmar "sus obras de arte" en esta.

Elizabeth se acercó junto a los tres miembros de la familia sonriente, y el pelirrojo cuando cruzó mirada con esta automáticamente olvidó el cansancio que tenía para sonreírle cariñosamente. Sin duda, lo que más amaba de su trabajo era llegar a casa y que su familia lo recibiera con tanta alegría y que su novia lo esperara nada más llegar.

—Niños, dejen a su padre un poco de espacio— bromeó Elizabeth llegando y robandole un corto beso al pelirrojo a lo que su hija hizo una mueca de asco, y Jackson rió ante tal acto— ¡Me tenías angustiada!

Fred rió viendo a la mujer, robandole otro beso mientras la tomaba por la cintura.

—Lo sé cielo, pero me demoré más de lo previsto haciendo nuevos proyectos— informó, acariciando su mejilla

Elizabeth, quitó su mano de su mejilla para tomarla entre las suyas y observar como esta tenía un pequeño corte el cual comenzaba a sangrar poco a poco.

—¡Fred, que has estado haciendo!— inquirió preocupada.

—Lizzie no es nada, simplemente me equivoqué con algunos productos suele pasar— aseguró besando su mejilla.

Esta suspiró, relajándose ante la calidez de los labios del hombre.

Fred cada vez recuperaba más sus recuerdos, acordándose finalmente de la vida pasada que tuvo junto a la mujer que amaba, haciéndolo inmensamente feliz. Era cierto que Diggory había hecho un gran trabajo con esas pociones.

—Ven, te curaré— suspiró obligandolo sentarse en una de las sillas para ir por el botiquín muggle.

Los dos niños se acercaron inmediatamente a su padre con una pizca de emoción y curiosidad que brotaba en sus ojos.

—¿cuál será el siguiente producto?— preguntó Jackson mirando al hombre quien reía ante los ojos de sus hijos.

—Una nueva línea de fuegos artificiales— les confesó en voz baja a sus hijos— Pero no podéis decir nada

Acompletó llevándose el dedo a los labios, simulando que deberían guardar silencio a lo que estos rieron.

—Tu secreto esta a salvo con nosotros— bromeó Hiraeth, llevándose una mano al pecho.

Elizabeth llegó con la caja que constaba de algunas vendas, tiritas, y desinfectantes.

—¡Estoy aquí!— dejó la caja en la mesa para tomar asiento frente al pelirrojo, ante la atenta mirada de sus hijos— Esperemos que no vuelva a pasar esto.

Fred simplemente rió al ver como su novia, se frustraba tanto y preocupaba por un pequeño rasguño,pero en parte adoraba que se preocupara tanto por el por lo que no ponía resistencia alguna.

Comenzó limpiando la herida con un poco de desinfectante en un pequeño algodón, el cual iba pasando por lo largo de la cicatriz. La cara de Fred solo hacía expresiones de dolor.

—¿Escueze cierto?— preguntó la mujer a lo que este asintio— Tranquilo, ya queda poco.

—¿por que no utilizas la magia Lizzie?— inquirió Fred, viendo con curiosidad a la mujer.

Esta suspiró apenada, cojiendo la venda para empezar a rodear la herida de Fred.

—Desde que fui pequeña lo hacía, solía curarle las  cicatrices a mi padre cada Luna llena y supongo que cojí practica — relataba ante la atenta mirada de los tres presentes—Cuando pude utilizar la magia no me sentía tan segura como curarlas yo mismo, por eso sigo haciéndolo me siento más tranquila y de alguna forma u otra me calma.

Este asintió sonriendole, a la mujer e inclinandose para dejar un beso en su mano

—Recuerdo cuán unida eras a el, me acuerdo cuando estábamos ej Grimmauld Place— dijo feliz de poder empezar a recordar cosas.

Elizabeth sonrió feliz ante lo dicho, adoraba que su novio finalmente comenzara a tener recuerdos de su adolescencia que poco que poco evolucionara la ponia inmensamente feliz.

—Si, eramos muy unidos — asintió con una sonrisa apenada al recordar a su padre.

—El abuelo Remus era muy valiente al pasar por todo eso solo, menos mal que te tenía a ti mamá— afirmó Hiraeth, mirando a su madre

— Tan valiente como tu peque— Jack le guiñó un ojo a su hermana sonriente

●●●

No quería levantar al hombre que  rodeaba su cintura, durmiendo plácidamente. Su pecho subía y bajaba mientras algunos suspiros se le escapaban por sus labios entre abiertos. Estas últimas que había estado durmiendo a su lado solía quedarse despierta, admirando al pelirrojo, quería guardar cada detalle.

Se había dado cuenta de que el había cambiado, ya no tenía las facciones ni el cuerpo del adolescente romantico con las hormonas alborotadas del que se enamoró profundamente . Sus facciones eran más maduras, pero no había perdido sus hermosas características. Su nariz  aún seguía cubierta de pecas, al igual que su tonificada espalda que últimamente solía estar cubierta de algunos puntos de sangre,  Elizabeth no media la fuerza pero a este parecía no importarle. Su mandíbula comenzaba a estar adornada por una fina leve capa de vello, dándole un aire más maduro y varonil.

Se levantó de la cama, teniendo que escapar del agarre del pelirrojo. Fred se removió entre las sabanas al no notar el contacto de la mujer, pero para la fortuna de Elizabeth siguió durmiendo profundamente. Últimamente, el trabajo lo cansaba demasiado.

Fue a paso rápido hacia el baño de la planta de arriba, el cual le quedaba más cerca. Entró con velocidad, levantando la tapa del váter para verter todo lo que estaba aguantando. Agradecía que su cabello estuviera recogido en un moño, pues no quería manchar su cabello.

Jackson, esa noche no podía conciliar el sueño. Por lo que se encontraba en el cuarto que ambos adultos le habian asignado como suyo, escuchando música en voz baja para no despertar a nadie. Les debía y agradecía mucho a ambos.  Su habitacion era espaciosa y grande, y ambos le habían dejado decorarla con posters de sus bandas de rock antiguo favoritas.

Su mente no dejaba de pensar en su hermanastra. Tenia miedo de todo lo que podía causar, e intentaba pensar en donde podía encontrarse. No estaría tranquilo hasta verla finalmente entre rejas.
Al escuchar alboroto en la planta donde se encontraban, alarmado pausó su música para comenzar a mover las ruedas de su silla y salir.

Se tranquilizó al ver que era Elizabeth , la que causaba el ruido.

—¿Mamá estas bien...?— preguntó viéndola lavarse los dientes y al segundo se avergonzo por lo dicho

Elizabeth,  lo miró de inmediato ante lo dicho sorprendida y las lágrimas brotaron de sus ojos como si de un río se tratase

—Perdón.. me salió solo..— se disculpó apenado y avergonzado, cuando sintió los brazos de Elizabeth rodeandolo.

—No te disculpes, hijo— besó su mejilla— Puedes llamarme mamá

Este se secó las lagrimas y conmocionado la volvió a abrazar como si el mundo dependiera de ello.

—Gracias mamá— beso su mejilla, y retiró las lágrimas que brotaban de sus ojos.—¿Que hacías aquí?

Elizabeth  se encuclilló rápidamente a la altura de su hijo, agarrando su mano mirandolo.

—Prometeme que no le dirás aún a tu hermana— pidió besando su mano—

Jackson asintió curioso, viendo a su madre con una expresión de pura confusión en su rostro.

— Claro, te lo prometo ¿pero qué es?— dijo viendola a sus ojos chocolates asustado—¿Estas bien?

—Cielo..— acaricio su mirada con dulzura— Estoy embarazada

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—¡No es posible!— respondió alterada,  golpeando la mesa del auror con fuerza—¿¡Como no se va a saber nada de ella?!

Harry suspiró,acariciando su cien tratando de controlarse y relajarse, pues sus nervios no le estaban ayudando mucho precisamente.

—Beth, calmate—pidió haciendo una seña para que se calmara— La encontraremos te lo aseguro

Elizabeth soltó una risa irónica al escuchar al azabache.

—Uno, no me digas que me calme— pausó para hacer énfasis en lo siguiente— Y dos, ¡¿la encontrasteis seguro?!, ¡Eso decíais con Hiraeth y si no fuera por que mi hijo  arriesgó su vida no estarían ninguno de los dos aquí!— al ver que el auror no replicaba ni decía ninguna palabra,  puso ambas manos recargandose en el escritorio con furia—¡Venga, niegamelo!

Harry no sabía que responderle a la mujer, pues sabía que en parte tenía toda la razón, pero también era cierto que la Lombrad no dejaba pistas alguna, era como si desapareciera del mapa.

—¡No puedo hacerlo vale!—exclamó con voz enojado, a lo que los demás autores tomaron señal para salir del lugar lo antes posible—¡Pero es que es todo muy complicado!

Elizabeth soltó un bufido y sin emitir ninguna palabra cogio unos carteles de la pila que tenía Harry al lado,  donde resaltaba la cara de la Lombrad junto al gran letrero de "Se busca".

—Supongo...— miró fulminante al auror— Que tendré que tomar la justicia por mis propias manos.

Sin dejar que el Potter pudiera responder, salió de la oficina de aurores a toda pastilla. Lo único que tenía en mente era querer relajarse, y el único lugar en el que  podía pensar era en el parque al que solia ir con su hija los viernes a comer un helado. Le traía tan buenos recuerdos, que le era imposible que no fuera su zona de confort

Hizo una aparición rápido hacia allí, y de inmediato que sus pies tocaron el suelo todo le empezó a dar vueltas y a tener nauseas.
No consiguió a ver bien, a causa de su vista nublosa, pero juraría haber visto a lo lejos una cabellera rizada con su sonrisa y rostro egocéntrico que le saludaba con la mano. Tal vez fueran alucinaciones suyas. Notó como algo se sacudía dentro suya, y su vista pasó al suelo incrédula de ver lo que sucedía.

Había derramado sangre. En esos momentos pensaba que realmente se iba a morir, pues todo le comenzaba a estar negro. Agradecía que un brazo la agarrara de la cintura y practicamente la obligara a mirarlo a los ojos.

—¿Señorita esta usted bien?— preguntó al ver a la mujer quien temblaba en sus brazos. Sus ojos se concentraron reconociendola imediantamente—¿Elizabeth?

Pudo reconocer el rostro del rubio, nunca podría olvidarlo

—Sead...— murmuró intentando no cerrar los ojos— Estoy embarazada y he perdido mucha sangre..., llévame a San mugno porfavor.. 


DIOSS, ¿QUE CREEN QUE PASARA CON ELIZABETH?

Por cierto, quedan pocos caps para finalizar efimero *cries*

En ig tendreis información sobre Sead

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