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Quedaba de más decir como odiaba los hospitales. Le provocaba repulsión, y recordaba el accidente que sufrió su pareja por la guerra magica.

Subió los peldaños de la cansada escalera, hasta llegar a la segunda planta. Recorrió de nuevo los pasillos, tornando hacia la izquierda hasta tener en frente la puerta del despacho de la persona que ansiaba visitar.

Tenia un plan en mente, técnicamente siempre lo tenía pues siempre se salía con la suya, odiaba que los demás estuvieran a un paso delante de ella, cuando ella podía estar dos pasos por delante de las personas.

Pocos conocían de verdad a Jessica Banes, por lo que pasó en una sombría adolescencia que dejó una herida, difícil de curar. Ahora estaba dispuesta a hacer todo para conseguir la felicidad que siempre mereció, la herida tal vez no sanaria pues siempre estaría allí presente con ella, como un amargo recuerdo que viene a tu mente en los peores momentos donde te sientes débil y sin fuerzas.

Dió dos toques a la puerta hasta escuchar un "adelante" con una dulce voz, para nada comparable con la persona que era.

Entró y la mujer abrió los ojos con sorpresa al ver a la veela, pues esta siempre venia en caso de urgencia y suponía que esta era una, su curiosidad brotaba por sus venas.

—Jessica—saludó, pues entre ellas ya no eran necesaria las formalidades.—Cuanto tiempo.—

La fémina tomó asiento en la silla frente al escritorio hecho con madera de la mujer.

—Ni que lo digas.—

—Supongo que tu visita, a pesar de que me agrade verte enormemente, tiene segundas intenciones — comentó con una sonrisa burlona.

—Que bien me conoces, doctora— sonrió inocentemente como una niña de tan solo tres años, excusándose de una travesura.

—Bien, ¿en qué puedo ayudarte?— entrelazo los dedos de sus manos, acomodandolos en el amplio escritorio donde realizaba la mayoría de sus tareas.

Una picara sonrisa se instauró en su rostro, mientras abría su bolso para buscar el sobre que guardó antes de salir de la casa.

—Digamos que una prueba de paternidad..—encontró el sobre con una suma cantidad de dinero y lo depositó en el escritorio, acercandoselo con una sonrisa.—Es un hospital muggle, pero confio en que lo puedas hacer tan excelentemente bien como me has servido todos estos años.—

Volvió a rebuscar en el bolso, pero esta vez su propósito era encontrar los papeles de los datos del hospital y los de su prometido, que este le tuvi que proporcionar al centro de salud muggle.

—Oh, cuenta conmigo para esto Jessica—examino el dinero cuando lo tuvo en manos. Aun en el sobre lo empezo a contar mentalmente y su sonrisa no dejaba de ensacharse al ver los billetes.

—No esperaba menos, doctora—comentó con una sonrisa, cerrando la cremallera de su bolso.

Jessica Banes conocía a la mayoría de enfermeras de San Mugno , sabía a cuál podía pedirles "pequeños favores" y a cuáles no se lo aceptarían ni con unas cuantas copas encima.

El dinero las mantenía calladas, era como darle un caramelo a un niño que no dejaba de llorar. Agradecía eso enormemente, pues se ahorraría preguntas incómodas y las que podían meterla en un lío, si era completamente sincera con esas personas. 

Por eso, Jessica Banes aprendió que la única persona en la que de verdad debía confiar era en ella misma.

—Y bien, a quien debe resultar la paternidad.—inquirió mirando los papeles— ¿Quien será el engañado para ser padre de esta..— revisó bien los informes para comprobar— niña?.

Jessica se puso recta, con los hombros firmes y una sonrisa confiada para hablar.

—La paternidad debe ser 99.99% de George Weasley—se levantó de la silla, caminando a paso seguro con un leve movimiento de caderas hacia la puerta— Haz lo que debas hacer, pero más te vale conseguirlo—agarró para abrir el pomo de la puerta—Si no lo haces, yo misma me encargaré de arrebatarte ese precioso dinero y de bajarte tu trabajo. Seguro que tus jefes están encantados de saber cómo los traiciones por unos cuantos billetes. Es una pena que aquí te paguen tan mal.

●●●


—¿Tan difícil es el no causarle ilusiones, no engañarme, no mentirme , no traicionarme?—inquirió cruzándose de brazos.—¡Por que así  me siento ahora mismo! ¡Traicionado y asqueado!

El morocho, nervioso y frustrado a su vez se pasó una mano por su esponjoso cabello.

Lo que más odiaba eran las mentiras, y más cuando no habían soluciones. Podria haberse quedado perfectamente al al lado de su amada y de su hija que quería como una propia.

Ahora Oliver había sido engañado y ni siquiera sabía cuando volvería a verlas. Era consiente de que podían pasar, días, semanas, meses y lo peor ¡incluso años!.

No podía imaginarse tanto tiempo sin abrazar, acariciar, besar , tocar a la mujer que adueñan su corazón.

—¡Lo sentimos Oliver!—exclamó un hombre que pertenecía al equipo directivo del equipo al que el moreno pertenecía.— No sabíamos que acabaríamos así, pero te necesitamos tanto a ti como al resto de tus compañeros. Siento volver a decirte que no se cuando volverás, ahora se acercan partidos muy importantes y eres una pieza clave que no puede faltar.—

Wood se recargó en una mesa, para después sentirse incómodo por el tacto y pasar a sentarse en una próxima silla enterrando su cabeza entre sus fornidos y varoniles manos.

No sabia que hacer, no podía dejar el trabajo después de todo lo que soñó con el y lo mucho que le costó conseguirlo. Pero tampoco podía dejar solas a las mujeres de su vida, menos en la situación en la que estaban. Con los Weasleys de por medio estaba de todo menos tranquilo, sabia que en cualquier momento algo explotaría. Al no poder contactarse diariamente no sabía lo que ocurría con certeza, solo cosas puntuales .

Pero algo había en esas cartas que lo extrañaba, su novia estaba comportándose rara. Aunque no la viera, lo notaba por la manera de escribir. Sus pocas palabras, con lo que ella amaba escribir y relatar con sumo detalle cada cosa.

Sabia que le ocultaba algo, pero no podía saber el que.

—¡Vamos Oliver!¡Te necesitamos, más que nunca!—irrumpió en la conversación un bateador de su equipo.

El hombre, se encaminó a la puerta dispuesto a irse. Abrió la puerta con el pomo. Antes de cerrar esta para salir y tomar un poco de aire libre, para despejarse y pensar en todo lo que estaba sucediendo en estos malos y duros momentos en los que se encontraba entre el filo y la pared, comentó con furia notable en su voz.

—Para ustedes, soy simplemente Wood.—

●●●

Ahí estaba ella, aún trastornada  por lo que había pasado. El resultado de la prueba había dado 99.99% de compatibilidad con George, pero ella en ningún momento tuvo relaciones con el.

Estaba segura de que George Weasley no era el padre.

¿Que había pasado? No lo sabía, pero ansiaba descubrirlo. Tal vez, las pruebas se extraviaron o algo raro tuvo que suceder para que diera ese falso resultado.

Las calles no estaban abarrotadas,  pocas personas se encontraban en estas. Iba de camino hacia Grimmauld Place, prefería caminar para despejarse de todo lo sucedido y tener tiempo libre para pensar sin ninguna tarea que realizar.

En una vaya cerca de Grimmauld Place, algo o más bien alguien llamó su atención. Una mujer a simple vista, vestida con un vestido negro y unas gafas de sol ( que parecían sumamente costosas) y un recogido de moño, se encontraba apoyada en esta.

No podía ser reconocida, no era su plan que nadie la conociera menos la hija del licántropo.

Elizabeth pasó por su lado, dirigiéndose a su casa de nuevo cuando notó una mano con un tacto suave en su muñeca, quien la atrajo frente a ella.

—Lupin, cuanto tiempo— soltó su muñeca,  y se quitó las costosas gafas de los ojos, dando a revelar su identidad. Los orbes de la azabache se abrieron con sorpresa y confusión al verla ahí frente a ella.— ¿Te sorprende verme aquí?.—

—¿Que es lo que quieres Jessica?—inquirió aún sorprendida por su presencia.

Soltó una risa irónica, mirandola a los ojos.

—Tu y yo tenemos una larga conversación—acarició un mechón de su pelo— Se tu pequeño secretito Elizabeth.., y estoy segura de que no quieres que nadie se equivoque..—su sonrisa se ensancyaba por cada una de sus viles palabras—¿o me equivoco?

La fémina pensó en todos los oscuros secretos de su pasado que tenía guardado en su mente y noto un escalofrío recorrer cada parte de su cuerpo.

—¿A que te refieres?—inquirió algo asustada.

—Esa pequeña tuya.., Hiraeth ¿cierto?—soltó una leve risa— Que casualidad que sea hija de George cuando pasaste la mayoría de tu vida detrás de mi prometido—recalcó el posesivo mi—un poco curioso...—

Trago saliva nerviosa al escuchar las palabras de la mujer, a decir verdad deseaba que la Tierra la tragase en esos momentos. No deseaba seguir escuchandola, pero por una parte si.

—¿Que insinúas Banes? No tengo tanto tiempo.—

—Sé que tu "hijita" es hija de Fred.—comentó sin más rodeos—Esa prueba de paternidad, no salió de George por pura casualidad. Yo misma pagué para que saliera ese resultado.—

Elizabeth sentía como todo le daba vuelta. Todo estaba hecho, la había cagado y esta vez bien. Jessica lo sabía todo y no había vuelta atrás.

Las palabras no salían de su boca,estaba paralizada.

—Tranquila, no hace falta que digas nada tu pequeño secreto esta a salvo conmigo.—se volvió a colocar las gafas ante la atenta mirada de la Lupin— Tu "plan" debe seguir como esta. Fred se casará conmigo y el no debe saber que esa niña es suya. El nunca se debe enterar, de lo contrario yo misma me aseguraré de que esa niña tuya sufra las consecuencias ¿y ninguna quiere eso? ¿Cierto?—

Elizabeth asintió aún muda. Su cuerpo la había traicionado, se sentía cohibida no podía realizar ningún movimiento, ni siquiera abrir la voz para enfrentarla.

—Muy bien, así me gusta obedientes.— rió irónica y agarro mejor su bolso— Tu a mi no me has visto y aquí no ha pasado nada.

Tras decir esto, se retiró a paso lento por las calles del lugar. A cada paso moviendo sus caderas de una sensual manera, cautivando a todo el mundo.

Elizabeth sabía una cosa. Debía tener más cuidado que nunca. Un paso en falso y todo lo realizado se iría al traste

¿Que os esta pareciendo?

Estoy tratando de actualizar lo más rápido posible por ustedes.

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Nos leemos los quiero <3!

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