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🎪 ࿐「 𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝖮4 」

«𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝗇𝗎́𝗆𝖾𝗋𝗈 𝖼𝗎𝖺𝗍𝗋𝗈»... [𝖮4]

❝𝗘𝗹 𝗺𝗼𝗻𝘀𝘁𝗿𝘂𝗼❞

El silencio de la noche se veía interrumpido por el sonido seco de pasos avanzando pesadamente por el pasillo. Aquel eco siniestro, pausado y rítmico, se filtraba a través de la puerta de madera, haciendo que la piel de la pequeña se erizara. Su cuerpo entero se tensó cuando los pasos se detuvieron justo frente a su habitación. Su respiración, agitada y temblorosa, se volvió errática, y el latido de su corazón retumbó con tanta fuerza que temió que pudiera ser escuchado a través de las paredes.

Sin pensarlo dos veces, dejó caer su frágil cuerpo al suelo, sus rodillas golpeando la madera con un leve sonido ahogado. Con desesperación, se deslizó bajo la cama, internándose en la oscuridad más profunda que aquel espacio reducido le ofrecía. Su pecho subía y bajaba violentamente mientras intentaba contener el llanto que amenazaba con estallar en cualquier momento.

Cerró los ojos con fuerza, apretando los párpados con desesperación. Quería desaparecer. Quería despertar de aquella pesadilla. Pero, por más que deseó con toda su alma que aquello no fuese real, la asquerosa verdad la envolvió de golpe cuando el rechinar de la puerta anunció su brusca apertura.

El sonido resonó en la habitación como un trueno.

El terror puro se apoderó de su pequeño cuerpo cuando escuchó la voz que le helaba la sangre.

━ ¿Dónde estás, linda?

Aquel tono infantil, fingido y retorcido, la hizo encogerse aún más en su escondite. Era una voz demasiado dulce para ser sincera, demasiado afectuosa para no esconder algo perverso detrás de cada sílaba. Cada palabra era arrastrada con una dulzura envenenada, como si quien hablaba estuviera disfrutando de la cacería.

Las lágrimas se acumularon en sus ojos y su respiración se tornó aún más pesada. Se acurrucó en el pequeño espacio bajo la cama, deseando ser lo suficientemente diminuta como para desaparecer por completo.

━ Vamos, linda niña. Sabes que no me gusta que te escondas.

Negó frenéticamente con la cabeza, apretando los labios para evitar sollozar. No saldría. No podía. No quería ver aquel rostro, no quería encontrarse con esos ojos que la observaban con un brillo extraño, ni con esa sonrisa que parecía estirarse demasiado en el rostro de aquella cosa.

Llevó una de sus manitas temblorosas hasta su boca y cubrió sus labios, esforzándose por ahogar cualquier sonido que pudiera delatar su presencia.

El silencio en la habitación se volvió insoportablemente denso.

Escuchó los pasos moverse con calma, recorriendo el espacio con una tranquilidad escalofriante. Primero, el sonido del agua al moverse le indicó que estaba revisando el baño. Luego, un ruido sordo le indicó que estaba hurgando en el bote donde guardaba sus peluches.

Y entonces, el horror absoluto.

A tan solo unos centímetros de su escondite, pudo verlas.

Las botas rojas con pompones negros.

Justo allí, frente a ella.

Contuvo el aliento, sintiendo un pánico abrasador recorrerle la espalda. Sus manitas se apretaron contra su pecho, sus uñas clavándose en su propia piel con la esperanza de que el dolor la hiciera despertar.

━ Mmm... ¿Dónde estará la preciosa niña? ━ murmuró la voz, impregnada de una burla cruel.

A pesar de que no podía verlo desde su posición, podía imaginarse perfectamente a aquel ser llevando una mano a su barbilla, fingiendo confusión.

El silencio se alargó hasta volverse insoportable.

Las lágrimas resbalaron por sus mejillas y cayeron al suelo sin emitir sonido alguno. Su pecho dolía, su garganta ardía, pero aún así se obligó a no hacer ruido.

Entonces, la voz volvió a hablar.

━ Quizás… ¡esté aquí!

El grito desgarrador que escapó de su garganta fue instantáneo.

Unas manos frías, de una fuerza inhumana, la aferraron por los brazos y la arrastraron con brutalidad fuera de su escondite.

El suelo de madera raspó contra su piel mientras su cuerpo era jalado sin consideración. Sus piernitas se agitaron en el aire, pero era inútil. No tenía escapatoria.

Un ardor insoportable le recorrió los brazos cuando los dedos de aquella criatura se aferraron con más fuerza, y una sensación de vértigo la envolvió al ser levantada sin esfuerzo.

Cerró los ojos con desesperación.

No quería verlo.

No quería ver el asqueroso maquillaje de payaso.

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Ⓒ︎𝖧𝖨𝖲𝖳𝖮𝖱𝖨09

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