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🌹࿐「 𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 14 」


«𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝗇𝗎́𝗆𝖾𝗋𝗈 𝖼𝖺𝗍𝗈𝗋𝖼𝖾»... [14]

❝𝗖𝗮𝗰𝗲𝗿𝗶𝗮❞

La mañana de la cacería había llegado con una claridad hiriente. El bosque se extendía frente a ellos como una inmensidad implacable, las hojas verdes del amanecer salpicadas por gotas de rocío que reflejaban la luz con un brillo casi etéreo. Jimin avanzaba montado sobre un caballo negro que apenas lograba controlar, sus dedos aferrados a las riendas mientras sus ojos recorrían con inquietud el escenario que se desplegaba a su alrededor.

Todo a su alrededor olía a muerte anticipada: el olor del cuero curtido de las armaduras, el jadeo de los perros entrenados para cazar, el silbido del viento que prometía un espectáculo tan cruel como inevitable.

Yoongi lideraba al grupo con un aire autoritario que, más que imponer, parecía devorar todo lo que tocaba. Vestido en tonos oscuros, con una postura impecable y una mirada firme, irradiaba una fuerza inquebrantable que imponía respeto entre sus hombres y súbditos. A lomos de un caballo blanco, el contraste entre su figura y la del animal lo hacía parecer una estatua tallada en mármol, perfecta e intocable.

━ Avancen ━ ordenó Yoongi con voz grave, y los sirvientes soltaron los perros, cuyos ladridos rompieron la serenidad del bosque en mil pedazos.

Jimin tragó saliva mientras observaba el grupo dispersarse. La cacería comenzó como un espectáculo sincronizado, casi coreografiado: hombres a caballo siguiendo el rastro de ciervos y zorros, flechas cruzando el aire como sombras veloces, gritos de celebración cada vez que una presa caía. Todo era demasiado, todo parecía una grotesca danza de poder donde la vida se extinguía para satisfacer el ego de unos pocos.

Yoongi, por su parte, parecía disfrutarlo. Mostraba su destreza con cada movimiento; su arco siempre encontraba su objetivo, su caballo obedecía con precisión y él, por momentos, volvía su mirada hacia Jimin como si buscara algún tipo de aprobación o asombro. Jimin apenas respondía. Observaba, incómodo, cómo Min lograba atraer las miradas de todos, imponiendo su presencia como un depredador entre hombres. Sin embargo, para Jimin, aquello no tenía nada de admirable. La violencia implícita en cada acto, la frialdad con la que se celebraban las muertes de animales inocentes, lo revolvía por dentro.

Y, sin querer, su mente divagaba hacia Jeon.

Jungkook jamás haría algo así. Lo imaginó entre los árboles, su presencia tranquila, su risa suave llenando el espacio sin necesidad de imponerse. Jungkook no necesitaba demostrar nada a nadie. Esa humildad, esa calidez que tan naturalmente emanaba de él, era lo que hacía que su corazón se sintiera vivo a su lado.

El galopar de los caballos y los ladridos ensordecedores lo devolvieron a la realidad justo cuando Yoongi detuvo a su grupo con un gesto firme. A unos metros de distancia, un lobo solitario los observaba desde un claro. Era una criatura magnífica: su pelaje gris se fundía con el paisaje, y sus ojos, atentos pero tranquilos, parecían comprender el destino que le esperaba.

━ Es un lobo ━ murmuró uno de los sirvientes con admiración ━. Será difícil.

━ Será fácil ━ corrigió Yoongi, alzando su arco con la misma precisión mortal que había demostrado todo el día. El murmullo de los hombres cesó, y todo quedó en un silencio expectante.

Jimin observó con el corazón latiéndole en las sienes cómo Yoongi se preparaba para disparar. Cada fibra de su ser gritaba que aquello estaba mal. El lobo no huía, como si enfrentara la muerte con dignidad. Y entonces, sin pensarlo, Jimin soltó un grito:

━ ¡Detente!

Yoongi giró bruscamente el rostro hacia él, su expresión incrédula.

━ ¿Qué?

━ ¡Te dije que te detengas! ━ repitió Jimin, su voz temblorosa pero firme. Bajó del caballo con dificultad, avanzando hacia donde estaba Yoongi ━. No lo hagas, por favor.

━ Te advertí que esta cacería no era para ti, Jimin ━ respondió Yoongi con voz dura ━. No puedes venir aquí y decirme qué hacer.

━ No puedo seguir viendo esto ━ murmuró Jimin, sintiendo cómo el aire le faltaba. Alzó la mirada hacia Yoongi, y por un momento, su vulnerabilidad fue evidente ━. Por favor.

Yoongi lo observó en silencio. Su mandíbula se tensó y relajó varias veces antes de que, con un gesto seco, bajara el arco.

━ ¡Dejen ir al lobo! ━ ordenó, y los sirvientes lo miraron con desconcierto.

Uno de ellos, un hombre robusto de mirada fría, soltó una carcajada irónica.

━ ¿Dejar ir a semejante animal? ¿Por qué? ¿Por la “delicada” de su prometido?

El ambiente se congeló. Yoongi giró lentamente hacia él, su expresión oscureciéndose como un cielo antes de la tormenta.

━ ¿Qué dijiste?

El hombre pareció darse cuenta demasiado tarde de su error. Yoongi alzó su arma y, sin dar tiempo a reaccionar, disparó a su pierna. El sirviente cayó al suelo con un grito ahogado, llevándose las manos a la herida que comenzaba a sangrar.

━ Llévenlo al calabozo ━ ordenó Yoongi con voz helada ━. Que aprenda a controlar su lengua.

Jimin retrocedió un paso, sintiendo cómo el pánico subía por su pecho. Aquello no era lo que había querido. Los hombres obedecieron de inmediato, arrastrando al sirviente entre gritos y maldiciones, mientras Yoongi volvía a montar su caballo con frialdad.

El camino de regreso fue un silencio insoportable. Jimin no podía mirar a Yoongi a los ojos. Se sentía asfixiado por todo lo ocurrido, por lo que acababa de presenciar y, sobre todo, por la incomprensible mezcla de emociones que hervían en su interior.

━ ¿Qué ocurre contigo? ━ preguntó Yoongi finalmente, rompiendo el silencio.

━ Fuiste demasiado duro con él ━ respondió Jimin en voz baja, sin atreverse a mirarlo.

Yoongi frenó su caballo de golpe, obligando a Jimin a detenerse también. Se volvió hacia él, su mirada ardiendo de furia, pero no parecía dirigida solo a Jimin.

━ ¿No entiendes que lo hice para protegerte? ━ dijo Yoongi con frustración ━. A veces no sé qué más hacer para que lo veas.

Jimin lo miró finalmente, y en los ojos de Yoongi percibió algo más allá de la ira: una vulnerabilidad oculta que lo desarmó.

━ Yo no pedí que me defendieras de esa manera ━ murmuró.

━ No importa lo que pidas ━ replicó Yoongi, apartando la mirada y pasando una mano por su cabello ━. A veces… solo quiero que entiendas que te estoy protegiendo. Pero parece que tú lo tomas de otra forma.

Jimin guardó silencio, sintiéndose atrapado entre dos mundos. Allí estaba Yoongi, fuerte, cruel y dominante, mostrando su poder con violencia para protegerlo, o al menos eso decía. Pero en su mente, la imagen de Jungkook seguía brillando como un faro de esperanza, un recordatorio de todo lo que realmente anhelaba.

El peso de esa dualidad lo sofocaba, dejándolo inmóvil mientras Yoongi reanudaba el camino, llevándolo de regreso al palacio donde, sin importar qué hiciera, nunca parecía encontrar una salida.

La tarde caía con lentitud, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados que contrastaban con la quietud opresiva del palacio. Jungkook estaba agachado en el taller, manos firmes sujetando las piezas de madera que debía encajar con precisión. El olor a serrín inundaba el aire, mezclándose con el sudor que le perlaba la frente mientras su martillo golpeaba con ritmo constante. No era un trabajo particularmente difícil, pero aquel día, su mente no podía mantenerse fija en la labor que tenía frente a él.

Desde temprano, los murmullos habían comenzado a recorrer los pasillos, como serpientes que se escurrían en cada rincón, dejando tras de sí un veneno que le quemaba las entrañas.

━ ¿Escuchaste lo que pasó en la cacería? ━ había murmurado uno de los sirvientes más jóvenes mientras pasaba cerca del taller.

━ Dicen que el joven Jimin hizo detener a Min justo cuando estaba por cazar un lobo ━ respondió otro, su voz baja, pero suficientemente clara para llegar a los oídos agudos de Jungkook ━. Y que por eso Min castigó a uno de los hombres. Le disparó en la pierna y lo mandó al calabozo.

El martillo en la mano de Jungkook se detuvo de golpe. El retumbar del metal contra la madera quedó suspendido en el aire, y sus músculos se tensaron casi sin darse cuenta. Apretó la mandíbula, intentando no demostrar que estaba escuchando.

━ ¿Por qué detendría la caza? ━ preguntó alguien más, con un dejo de incredulidad ━. Qué raro. Quizá está intentando suavizar al señor Min, aunque dudo que tenga éxito.

━ O quizás… ━ respondió el primero, con un tono burlón ━ es que el prometido del señor es demasiado delicado.

Una carcajada contenida se disipó en el aire mientras las voces se alejaban, pero Jungkook ya no podía seguir trabajando. El peso de las palabras lo había aplastado, convirtiendo la preocupación en un nudo amargo que le retorcía el estómago. Jimin. Esas pocas sílabas, un nombre tan simple, pero que tenía el poder de dominarlo por completo.

Dejó el martillo a un lado con un ruido seco, incapaz de concentrarse. Por más que intentara ignorarlo, la imagen de Jimin en una situación así lo perturbaba profundamente. Recordó el día en que lo había visto por primera vez, tan pequeño en comparación con el mundo que lo rodeaba, pero con una fuerza innegable escondida bajo su delicada apariencia. ¿Qué había pasado en la cacería para que detuviera a Min? Y más importante aún, ¿cómo estaba ahora? La incertidumbre lo consumía.

Tras unos minutos de deliberación, Jungkook decidió que no podía quedarse de brazos cruzados. Si actuaba con cuidado, tal vez podría verlo de lejos, confirmar que estuviera bien sin levantar sospechas. Se limpió las manos apresuradamente en un trapo de tela y salió del taller, fingiendo que iba a ocuparse de algún encargo más. Sus pasos fueron rápidos, pero cautelosos, dirigiéndose hacia los jardines, donde sabía que a veces Jimin solía pasar las tardes.

El palacio era un laberinto de pasillos y sombras donde las miradas siempre vigilaban. Jungkook avanzó con la precisión de alguien acostumbrado a moverse en silencio, manteniéndose al margen de cualquier grupo o mirada curiosa. Finalmente, al llegar al borde del jardín, sus ojos encontraron la figura que buscaba.

Jimin estaba sentado en una mesa de piedra bajo la sombra de un roble frondoso, con un montón de revistas de decoración apiladas frente a él. Parecía concentrado en una de ellas, pasando las páginas con movimientos lentos y distraídos, como si su mente estuviera en otro lugar. Jungkook se detuvo a una distancia prudente, ocultándose tras una columna lo suficientemente ancha como para no ser visto. Desde allí, pudo observarlo con detalle.

Aunque a simple vista parecía tranquilo, había algo en su postura que no le cuadraba. Sus hombros estaban ligeramente encogidos, y sus dedos temblaban apenas al pasar cada página. Incluso su expresión, aunque serena, delataba una sombra de preocupación que no lograba ocultar.

“Está intentando distraerse”, pensó Jungkook, sintiendo una punzada en el pecho. Aquella escena, tan mundana y tranquila, no coincidía con los rumores que había escuchado. ¿Cómo podía estar ahí, hojeando revistas como si nada hubiera pasado? Pero, al mismo tiempo, algo en la quietud forzada de Jimin lo convenció de que todo era una fachada frágil, a punto de romperse.

Su instinto lo impulsó a acercarse, a hablarle, a asegurarse de que estaba bien. Apenas dio un paso fuera de su escondite, cuando un movimiento al otro lado del jardín lo obligó a detenerse en seco.

Yoongi.

El señor Min estaba de pie, con las manos cruzadas a la espalda y una expresión indescifrable en el rostro mientras observaba a Jimin desde la distancia. Su mirada era fría y calculadora, pero había algo más: un interés silencioso, casi obsesivo, que lo hacía parecer un depredador vigilando a su presa.

Jungkook sintió cómo la frustración lo golpeaba como un puño cerrado en el estómago. Apretó los dientes, conteniendo el impulso de salir corriendo hacia Jimin y llevárselo lejos de aquella mirada opresiva. Pero no podía hacerlo. No allí, no ahora. Su impotencia era absoluta. Solo podía observar desde las sombras, un simple sirviente incapaz de desafiar al hombre más poderoso de aquel lugar.

Por un momento, la figura de Jimin, tan frágil e indefensa a los ojos de Min, se clavó en su mente como una espina. La imagen contrastaba con la furia fría que ardía en su interior.

Yoongi permaneció allí unos segundos más, como si estuviera estudiando cada movimiento de Jimin, cada página que pasaba, cada suspiro que soltaba. Finalmente, pareció decidir que había visto suficiente y se giró para desaparecer por uno de los caminos del jardín.

Jungkook no pudo moverse de su escondite. Estaba tenso, los músculos rígidos por la frustración que lo consumía. No soportaba la idea de que Jimin estuviera bajo el control de alguien como Yoongi. No soportaba sentirse tan inútil, incapaz de protegerlo, de sacarlo de ese lugar en el que parecía ahogarse cada día más.

━ Maldición… ━ murmuró entre dientes, golpeando suavemente la columna con su puño cerrado.

Desde su posición, volvió a mirar a Jimin, quien seguía pasando las páginas de las revistas con un aire distante. ¿Qué estaría pensando en ese momento? ¿Estaría recordando lo que había ocurrido en la cacería? ¿O, tal vez, simplemente se esforzaba en distraerse, en ignorar la realidad que lo rodeaba?

Jungkook cerró los ojos con fuerza, respirando hondo para calmarse. No podía quedarse ahí para siempre, pero tampoco podía alejarse sin sentir que lo abandonaba. Cuando volvió a abrir los ojos, Jimin ya había dejado de mirar las revistas y se levantaba de la mesa, con una lentitud que solo confirmaba el peso invisible que cargaba sobre los hombros.

Con el corazón encogido y la mente plagada de dudas, Jungkook decidió regresar al taller. Desde la distancia, aún podía escucharse el eco de los pasos de Yoongi desapareciendo entre los pasillos, como una advertencia muda de que nada de aquello había terminado.

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Ⓒ︎𝖧𝖨𝖲𝖳𝖮𝖱𝖨09

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