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CAPITULO 002

ᴬʳᵃᵇⁱᵃ ˢᵃᵘᵈⁱᵗᵃ

Todo estaba listo. Valeria llegó a mi casa con una maleta que parecía más grande que ella. Me miró de arriba abajo, sin filtro, como siempre.

-¿Qué es eso? -preguntó, señalando mi ropa-Mariann, no puedes viajar a Arabia Saudita vestida como si fueras a la esquina a comprar huevos.

Suspiré. Llevaba unos jeans cómodos, una camiseta básica y una chaqueta ligera. ¿Acaso no era suficiente para un vuelo largo?

-Voy cómoda, ¿qué más da? -respondí mientras ayudaba a mi madre a meter las últimas cosas en la camioneta.

-Cómoda sí, pero esto es un viaje internacional. ¡Y no cualquier viaje! Vamos a Arabia Saudita, por Dios. Hay que ir divinas, que no nos miren como si fuéramos turistas sin estilo.

Rodé los ojos, pero Valeria insistió tanto que terminé cambiándome antes de salir. Me puse un conjunto más arreglado, aunque seguía siendo sencillo. Al menos ahora Valeria parecía satisfecha.

El trayecto al aeropuerto fue relajado. Mi madre hablaba con el conductor mientras Valeria y yo discutíamos nuestro "itinerario".

-Escucha esto -dijo Valeria, sacando su celular para mostrarme una lista de lugares que había encontrado en internet-. Hay una playa súper famosa cerca de Yeda, con agua cristalina y todo. Es como de película. Tenemos que ir.

-¿Una playa? -repetí, pensando en el calor y la arena-. No sé, Valeria. Vamos a estar ocupadas con el partido y las actividades.

-No digas tonterías. Vamos a tener tiempo libre, te lo aseguro. Además, ¿no te imaginas una foto espectacular allí? Yo ya veo la escena: tú, yo, un atardecer, y esa playa.

Antes de que pudiera responder, mi hermano se unió a la conversación desde el asiento delantero.

-Valeria, deja de planear tus fotos y concéntrate en disfrutar el viaje.

-siempre tan aburrido -respondió Valeria, sacándole la lengua.

Él solo sonrió. Al llegar al aeropuerto, mi hermano se separó de nosotras. Tenía que viajar con su equipo, pero antes de irse se despidió de una forma que casi parecía una orden

-Compórtense, ¿sí? Nada de locuras.

-Sí, sí, señor sensato -dije, aguantando la risa-. Ve con tu equipo y deja de preocuparte por nosotras.

El vuelo fue tranquilo. Valeria y yo nos sentamos juntas y aprovechamos para tomar una foto, que ella subió a Instagram.Pusimos música, hablamos de todo y de nada, y terminamos viendo una película. Era la forma perfecta de pasar el tiempo en un vuelo tan largo.

Cuando el avión aterrizó. Estaba emocionada, nerviosa y algo agotada, pero eso no quitaba las ganas de explorar. Al salir del avión, el calor me golpeó como una ola, pero lejos de molestarme, me pareció fascinante.

-¡Estamos aquí! -exclamó Valeria, abriendo los brazos como si quisiera abrazar el lugar.

El aeropuerto era enorme, moderno y lleno de detalles que reflejaban la cultura local. Mientras recogíamos las maletas, hubo un pequeño inconveniente la maleta de Valeria no aparecía.

-¡Esto no puede estar pasándome! -gritó Valeria, revisando las cintas de equipaje por tercera vez.

-Relájate, seguro aparece -dije, aunque por dentro también estaba preocupada.

Después de unos minutos de desesperación, un empleado del aeropuerto nos ayudó a encontrarla. Resultó que la habían enviado al carrusel equivocado.

-¡Te dije que todo iba a salir bien! -dije con una sonrisa triunfal.

-Claro, porque tú eres la reina de la calma -respondió Valeria, rodando los ojos.

El trayecto al hotel fue impresionante. No podía dejar de mirar por la ventana del auto, maravillándome con la arquitectura, los colores y la vida de la ciudad.

Cuando llegamos al hotel, entendí por qué mi madre lo había elegido. Era impresionante: alto, elegante y con detalles que parecían sacados de una revista.

-Esto es un sueño -murmuró Valeria, mirando la piscina desde el lobby.

Subimos a nuestras habitaciones, y Valeria no tardó en cambiarse de ropa.

-No podemos quedarnos con esta pinta de aeropuerto -dijo, buscando un vestido ligero en su maleta- Hay que estar a la altura del lugar.

Aunque no soy tan exigente como ella con la ropa, le hice caso y me cambié también. Luego salí al balcón de la habitación. La vista era increíble. Podía ver la ciudad extendiéndose ante mí, llena de luces y movimiento.

Mi madre se unió a mí poco después.

-¿Qué piensas, Mariann? -me preguntó, con una sonrisa tranquila.

-Es hermoso. Nunca imaginé que estaría aquí.

-Disfruta, hija. Este viaje es una oportunidad única.

Asentí, sintiéndome afortunada por tenerla conmigo.

Más tarde, bajé con Valeria a la sala común del hotel, justo en ese momento nos sentamos en una mesa apartada, vi llegar a otro grupo al hotel.

Era el equipo de Cristiano Ronaldo Jr.

Los chicos entraron con confianza, y no pude evitar fijarme en uno de ellos. Aquel chico de rulos que reconozco al instante

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