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⤹ · .˚🐉 ༘⋆。˚ 17. ❛ 𝗦𝗛𝗔𝗠𝗘𝗟𝗘𝗦𝗦 ❜











xvii. SIN VERGÜENZA ♥️🪢

King's Landing, 141 d.c.
Fortaleza roja
Narra Jaehaera Targaryen

   Con miedo me deslice por los pasillos, mis piernas temblaban nerviosamente mientras sentía como si las sombras se me abalanzaran. Las palabras de Aekar me habían dejado helada, no entendía cómo era posible la situación, cada vez todo era mas confuso.

Apoye mi mano en la pared fría al sentir un repentino mareo, la sala se mantenía oscura y algunos escasos guardias estaban regados, había saltado a los primeros así que supuse que estos serían más fáciles. Despreocupadamente camine frente a ellos que bajaron la mirada haciendo una reverencia.

Relamí mis labios y empecé a subir las escaleras hacia las habitaciones las cuales parecían oscuras, pequeñas voces se oían entre las habitaciones, mujeres, hombres...

Un carraspeo se oyó detrás de mi, incline mi cabeza hacia atrás, había dos capas blancas detrás de mi, sus expresiones eran serias e inflexibles

── El rey la llama a sus aposentos ── Dijo el más alto de los dos. Tragué saliva nerviosamente, ¿Aegon llamándome? Mi corazón se retorció, el lo sabía, joder.

── Díganle al rey que su reina está cansada ── Trate de parecer despreocupada mientras me encogía de hombros y empezaba a caminar hacia el otro lado, mi cabeza dolía.

Dos manos se colaron por mis brazos y casi me arrastraron hasta la posición en la que estaba inicialmente ── No es una pregunta, reina Jaehaera ── Me puse rígida al instante y traté de separarme.

── Sueltenme ── No grité, simplemente hablé fuerte haciendo que ellos me soltaran. Tome un respiro y voltee completamente hacia ellos.

── No queremos obligarla, mi señora ── Dijo el otro guardia. El parecía más pacífico, lo mire y solté un respiro.

── Bien pero no me toquen ── Ordené. Trate de acomodar mis hombros y empecé a caminar, sin ningún decreto ellos se movieron para que pasara.

Aunque por fuera parecía estar tranquila, por dentro estaba al borde del colapso. Podía sentir como las palmas de mis dedos sudaban de la angustia e incógnita de la situación, era bastante tarde para que Aegon me llamase a sus aposentos.

Al caminar hacia los aposentos de Aegon, mi corazón latía tan fuerte que pensé que podía escucharse en todo el castillo. Las paredes parecían cerrarse a mi alrededor y las sombras danzaban como si quisieran atraparme. A pesar de lo que trataba de mostrar, por dentro me sentía como un globo a punto de estallar.

Cuando llegué a la puerta, mis manos temblaban. Las capas blancas que estaban conmigo se quedaron atrás, pero sabían que no podría escapar. Respiré hondo y toqué la puerta con un poco de miedo. No estaba segura de lo que Aegon quería de mí. ¿Por qué me llamaba ahora? ¿Era algo bueno o algo malo?

Finalmente, la puerta se abrió y vi a Aegon de pie en el interior. Su mirada era seria, pero había algo en sus ojos que me hizo sentir aún más tensa. Apreté mis labios y entre, la puerta se cerró detrás de mi y un silencio incómodo invadió todo el salón.

── Aegon para q...- ── El me corto con su mano.

── Siéntate ── Señaló la silla, cuando no creía que podía estar más tensa llegó está situación. Trate de volver a decir algo pero el volvió a detenerme ── Siéntate

Su mirada era tan seria que daba miedo, su expresión se sorteaba entre molesta y estoica. Caminé lentamente hasta la silla frente a la puerta, la mesa del cuarto principal, en la que no había cenado más de dos veces luego de casarme con Aegon. Mi padre siempre me consentía mucho, compraba lo que quería, trataba de animarme incluso después de haber sobrevivido a la sangre y fuego. En cambio Aegon era diferente, el jamás había sido amable o se había esforzado por hacerme sentir feliz y lo entendía completamente.

Me senté y tarde unos largos segundos en subir la mirada hasta él, quería evitar su mirada penetrante. Sentí que mi corazón latía con fuerza en mi pecho. Mirar a Aegon era como mirar a un extraño; aunque éramos marido y mujer, nunca habíamos compartido nada más que palabras frías. Recordaba cuando éramos solo unos niños, obligados a casarnos para detener la guerra. Era raro pensar que ahora estábamos en la misma habitación, tan cerca y tan lejos al mismo tiempo.

Aegon se quedó en silencio, observándome con esos ojos serios que siempre me hacían sentir pequeña. Intentaba recordar cómo se sentía cuando era feliz, pero todo lo que podía pensar era en el frío que había entre nosotros. ¿Por qué Aegon no podía ser amable? ¿Por qué no podíamos reír juntos, como hacían los otros niños? Sacudí mi cabeza espantando esos pensamientos que me parecían asquerosos y necesitados, no soy Sarra para andar rogando su amor.

── ¿Por qué me llamaste? ── Le pregunté al fin, tratando de sonar valiente a pesar de los nervios. Era sorprendente como siempre podía llegar a ser tan borde con el, hace unos días estábamos besándonos y ahora parecíamos doa enemigos, de nuevo.

Aegon se cruzó de brazos, pensativo. Su voz sonó más suave de lo que esperaba Pero tan fuerte y dura como siempre, cuando finalmente respondió; ── Hay cosas que debemos hablar.

Sus palabras eran ásperas pero suaves, su mirada era indiferente. El cabellos plata casi blanco de el brillaba a la luz de las velas, Desembarco parecía más tranquilo hoy que de lo usual, haciendo que esta linda noche solo la arruinara la cara de pocos amigos de Aegon.

── ¿Como qué? ── Pregunté, intentando no sonar demasiado ansiosa.

La cabeza de Aegon se inclinó, claramente puse ver como mordía el interior de su mejilla, algo que hacía usualmente cuando estaba molesto ── ¿Que hacías en el invernadero?

Quisiera decir que su pregunta me cayó desprevenida pero sería una mentira, simplemente no quería que fuese así. Mis labios temblaron cuando traté de responder algo, mi mente estaba totalmente en blanco.

── Estaba rezando... ── Murmuré bajando un poco la mirada hacia la vela a su lado.

── ¿Rezando? ── Pregunto él, su voz estaba llena de ironía algo que me helaba la sangre ── ¿Con una figura de cabello negro?

La pregunta de Aegon me hizo sentir como si me hubieran lanzado un cubo de agua fría. No sabía cómo explicarle lo que había hecho, especialmente porque había estado con alguien que no debería haber estado en mis pensamientos.

── Estaba... ── empecé a decir, intentando encontrar las palabras adecuadas. ── Solo estaba pensando.

Aegon me miró con esos ojos serios que siempre parecían penetrar en mi alma. Su expresión era dura, y me sentía como si estuviera atrapada en una trampa.

── ¿Pensando en qué exactamente? ── preguntó, su voz era un poco más suave pero aún así tenía un toque de desconfianza y odiosidad.

Me mordí el labio, recordando la reunión secreta con el bastardo. Sabía que Aegon no lo aprobaría, y tampoco sabía si quería que lo supiera, el odiaba todo lo que tenia que ver con Aekar y ahora más que conspiraba contra su trono.

── Estaba rezando por el pueblo ── Encogí mis hombros. Aegon me observaba con una mezcla de desdén y curiosidad. Su postura era desafiante, como si cada palabra que dijera pudiera encender una chispa entre nosotros. La tensión en el aire era palpable, casi podía tocarla. Su mirada se endureció aún más.

── ¿Rezar por el pueblo? ── repitió, su voz llena de incredulidad. ── ¿Así que eso es lo que llamas tu pequeña reunión? ¿Rezar con un bastardo en lugar de preocuparte por lo que realmente importa?

Mi estómago se retorció al escuchar esas palabras. Sabía que estaba jugando con fuego al reunirme con Aekar, pero no podía dejar de pensar que tal vez había una forma de ayudar a nuestra gente, incluso si eso significaba asociarme con alguien que Aegon aborrecía.

── No era solo un encuentro cualquiera ── respondí, intentando encontrar la valentía en mi voz. ── Aekar tiene información que podría beneficiar a la corona. No todo es blanco y negro, Aegon.

Él se rió, pero no de una forma amable. Era una risa fría, como el hielo. ── ¿Beneficiar a la corona? ¿O beneficiar a ti misma? Porque no tengo problemas en decirte que no confío en él, ni en tus intenciones.

Sentí cómo mi corazón se aceleraba, y no solo por el temor a su reacción. Había algo en su voz, un toque de preocupación que no podía ignorar. Aegon podía ser un dolor en el trasero, pero siempre había algo en su forma de mirar que me hacía sentir viva, incluso ahora, cuando todo parecía estar en contra de nosotros.

── Estaba tratando de hacer lo correcto ── dije, mi voz temblando ligeramente. ── No todo gira en torno a ti, Aegon. A veces, el rey necesita escuchar otras voces.

Sus ojos soltaron un destello de una mezcla de rabia y algo más que no podía identificar. ── ¿Y crees que él es la respuesta? ¿Un bastardo que solo quiere aprovecharse de tu ingenuidad?

No pude evitar sentirme herida por su desprecio. ── No soy ingenua ── protesté, aunque en el fondo sabía que había corrido riesgos. ── Solo quería ayudar a la gente que está sufriendo y a la misma corona...

Aegon se acercó un paso, su presencia era abrumadora. ── Y lo que hiciste solo les hará daño. Te estás poniendo en peligro, y eso también podría afectar a tu familia. ¿Es eso lo que quieres?

Sus palabras resonaron en mí como un eco. La verdad era que no quería poner a nadie en riesgo, pero sentía que tenía que hacer algo. La frustración se apoderó de mí, y en lugar de ceder ante su acoso, decidí plantarle cara.

── Tal vez no lo entiendas, pero no puedo quedarme de brazos cruzados mientras el pueblo sufre. No soy una muñeca que solo sirve para ser la reina en la sombra ── respondí, sintiendo cómo la rabia comenzaba a mezclarse con algo más profundo, algo que siempre había estado ahí, latente entre nosotros.

Aegon frunció el ceño, y por un momento, vi un destello de sorpresa en su rostro. ── No debería ser así. Tu lugar está a mi lado, no conspirando con el enemigo.

La forma en que dijo "a mi lado" me hizo sentir un escalofrío recorrer mi espalda. Era una mezcla de posesión y deseo, un recordatorio de que, a pesar de nuestra tensión, había un hilo que nos unía. Pero también había un abismo que no podía ignorar.

── Tengo decisiones propias-...

── Yo mismo podría cortarte la cabeza por traición, Jaehaera ── Dijo el callandome ── Es una conspiración contra mi trono, mi trono

Su mandíbula estaba tensa al igual que su espalda, cada vez que pasaba algo que amenazaba su trono el reaccionaba de sobre manera, no digo que estuvo bien mi reunión e incluso el no reaccionó tan bruscamente como esperaba pero sabía que estaba tentado a gritarme y amenazarme. Este era el trono que se le fue "arrebatado" a su madre y que unos hijos de usurpadores amenzaran con quitárselo el jamas lo permitiría.

Aegon me miró, y su expresión era como un fuego helado. ── ¿Y ahora qué? ── preguntó, su tono mordaz y lleno de burla. ── ¿Te sientes como una heroína por intentar ayudar al pueblo? ¿Crees que ese bastardo te va a llevar a algún lugar, o solo estás buscando sentirte importante porque tu vida real es un desastre?

Las palabras me golpearon como un puñetazo. No podía creer lo que estaba escuchando. ── No estoy intentando ser una heroína ── le respondí, tratando de mantener la calma. ── Solo estoy haciendo lo que creo que es correcto. Si eso te molesta, tal vez deberías mirar en tu propio corazón.

Aegon se acercó un paso, y la tensión entre nosotros se hacía cada vez más intensa. ── ¿Correcto? ── repitió con desdén. ── Te das cuenta de que al reunirte con ese bastardo solo arriesgas tu vida y la mía, ¿verdad? ¿Qué dirán los demás? ¿Qué dirán del rey que no puede controlar a su reina?

── No estoy aquí para complacer a los demás ── le respondí, sintiendo la rabia burbujear dentro de mí. ── No soy una figura decorativa. Soy una Targaryen, y tengo derecho a tomar mis propias decisiones.

Él se rió, pero no de una manera amable. Era una risa amarga, como si disfrutara de mi sufrimiento. ── Una Targaryen, dices. ¿Y qué significa eso realmente? ¿Que puedes hacer lo que quieras sin pensar en las consecuencias? La gente está hablando, Jaehaera. El consejo ya está murmurando sobre tu incapacidad para dar un heredero.

Sentí que el aire se me escapaba. ── No estoy aquí solo para parir un hijo ── le respondí, mi voz elevándose. ── Soy más que eso. ¿Acaso no lo ves? Si solo te importa la corona, entonces deberías buscar a alguien más.

Aegon frunció el ceño, su mandíbula se tensaba. ── ¿Y qué pasaría si el consejo decide que no eres lo suficientemente buena? ¿Qué pasaría si eligen a otra mujer? ¿A alguien que sí esté dispuesta a cumplir con su deber y darme un heredero?

La mención del consejo me hizo sentir un nudo en el estómago. Sabía que la presión para tener un hijo era enorme, pero no podía dejar que eso dictara mi vida. ── No puedes dejar que ellos decidan por nosotros ── le dije, sintiendo que la frustración amenazaba con desbordarse. ── No voy a ser una reina sumisa que se queda callada mientras otros juegan con mi destino.

Aegon se quedó en silencio, y por un momento, la habitación se llenó de una tensión casi palpable. ── Está bien, entonces ── dijo finalmente, su voz baja y peligrosa. ── Pero no olvides que yo soy el rey. Y si decides seguir con esta locura, estarás poniendo en riesgo todo lo que hemos construido.

La forma en que pronunció "rey" me hizo sentir un escalofrío. ── ¿Y tú quién eres para dictar lo que puedo o no hacer? ── le respondí, sin poder contenerme. ── No eres el único que tiene derechos aquí.

Aegon se acercó más, y en ese instante, la distancia entre nosotros se desvaneció. ── ¿Ahora quieres aparentar que eres una Targaryen con esos colores? ── dijo, señalando mi vestido rojo y negro. ── Esos colores te sientan bien, pero no te dan el poder que crees tener.

Su mirada ardía, y en el aire había una química que no podíamos ignorar. ── Tal vez no tengo el poder que deseas, pero tengo voz ── le respondí, sintiendo la adrenalina fluir a través de mí. ── Y no voy a quedarme de brazos cruzados mientras tú decides por mí.

Aegon me miró fijamente, y por un momento, el mundo exterior se desvaneció. La tensión entre nosotros era tan intensa que parecía que podríamos estallar en cualquier momento. ── ¿Y qué harás si el consejo exige un heredero? ── preguntó, su voz ahora un susurro.

── Haré lo que deba hacer ── respondí, mi corazón latiendo con fuerza. ── No me importa lo que digan. No soy una máquina para producir herederos.

── Solo hay una cosa que debes hacer, no reunirte más con Aekar y dejar todo en el pasado. Estos son mis asuntos.

── Son mis asuntos porque soy tu esposa

── Eres una esposa idiota ── Dijo el simplemente, con esa seriedad solté un suspiro rabioso y respondí

── Y tu eres un rey estúpido que cree que se lo merece todo.

La mirada de Aegon se suavizó un instante, pero de inmediato se tornó feroz de nuevo. La ira que nos había consumido se transformó en un impulso visceral. Sin pensarlo, me acerqué a él, y él hizo lo mismo, como si un imán nos atrajera, habia solo una distancia, algunos centímetros entre nosotros...

Nuestros labios se encontraron en un beso lleno de rabia, un beso que reflejaba todo el odio y la frustración que habíamos acumulado. Era un choque de emociones, una explosión de todo lo que habíamos querido reprimir. No había dulzura en ese roce, solo la furia de dos almas que se enfrentaban, pero que al mismo tiempo se necesitaban.

Cuando finalmente nos separamos, ambos respirábamos con dificultad, la realidad regresando a nosotros. Aegon me miró, y en sus ojos había un fuego que iluminaba la oscuridad de nuestras palabras previas. ── Esto no cambiará nada ── dijo, su voz seria y jadeante.

Mis manos se dirigieron a su rostro y lo bese, sentí como mi corazón dió un vuelco de rabia y emoción, la tensión en el aire empezaba a disipar. Las palabras de Aegon eran como una espada que rasgaba el aire, su intensidad cortaba el hilo de conversación que mantenían desde hace horas.

Jaehaera sintió que su pulso se aceleraba, como si el simple hecho de respirar se convirtiera en una lucha por dominar los sentimientos que flotaban en el aire entre ambos. Aegon se acercó más, su respiración se hizo audible en el silencio que los rodeaba. Jaehaera notó que su mirada se clavaba en su rostro, como si quisiera ver hasta lo más profundo de ella. Era una mirada que transmitía deseo, frustración, y un sabor a ira que era difícil de asimilar.

── Jaehaera, eres una pesadilla que no puedo soportar,── murmuró Aegon, sus palabras eran un susurro que rozaba su oreja, envolviendo su mente en una red de emociones intensas. Jaehaera sintió un estremecimiento recorrer su columna vertebral, su pecho se elevó y bajó con una respiración entrecortada.

Las manos de Aegon se deslizaron por la tela suave de su vestido, explorando cada curva y pliegue del cuerpo de Jaehaera con una intensidad que no podía contener. El cuerpo de Aegon cubría completamente el cuerpo de Jaehaera, una mujer flaca y pequeña al lado de un hombre grande y fuerte. Era un toque que no solo transmitía deseo, sino también una mezcla de frustración y necesidad que parecía consumir a ambos.

Jaehaera cerró los ojos, permitiendo que las sensaciones se intensificaran. Sentía la suave textura de la piel de Aegon contra la suya, como si cada contacto fuera una quemada que marcara su piel a fuego. Era una experiencia que la dejaba sin respirar, sumida en una nube de pasión y deseo que no podía negar.

── Mierda, Jaehaera, ── murmuró Aegon, sus labios rozando el lóbulo de su oreja. ──Te odio, pero no puedo dejar de querer follarte...

Jaehaera mojó sus labios con su lengua, el sabor de él aún presente en su boca. Con un suspiro, abrió los ojos y clavó su mirada en la suya. Vio la furia y el deseo arder en los oscuros ojos de Aegon, y sintió cómo su propio cuerpo respondía, el calor entre sus piernas creciendo como un fuego incontenible. ──¿Entonces?── murmuró, su voz un hilo de seda en el aire. ── ¿Qué esperas de mí, Aegon? ¿Que me arrodille a tus pies y te adule? No soy tu juguete, no soy tu sumisa. ── Con una mano, Aegon tomó su cabello, tirando con fuerza para exponer su cuello, gemi cuando sus dientes mordisquearon mi cuello.

Aegon soltó un gruñido, su otra mano recorriendo la curva de la cintura de Jaehaera para acercarla a su cuerpo. Con un movimiento fluido y seguro, levantó a la mujer desde el suelo y la colocó sobre la mesa con un golpe seco, que hizo que los objetos del mueble se tambalearan un poco.

── Eres una maldita chica terca ── susurró Aegon, su respiración agitada en la oreja de Jaehaera. Jaehaera se aparto ligeramente y lo miro a la cara antes de volver a besarlo.

Aegon apartó la cara de la de Jaehaera, su mirada ardiente la atenazó. Sin decir una palabra más, se quitó la chaqueta y la arrojó sobre una silla cerca de ellos, revelando el torso musculoso que se escondía bajo su camisa. Luego, con una lentitud deliberada, comenzó a desabrochar la prenda, sus dedos acariciando la seda mientras descendía lentamente sobre su cuerpo, como si quisiera extender el momento hasta el límite.

A Jaehaera le costó trabajo mantener los ojos abiertos mientras Aegon se desvestía ante ella, su respiración se volvió tan superficial que apenas emitía sonido. Cuando la camisa cayó a los pies de Aegon, Jaehaera vio un cuerpo que era un relajo de músculos bien definidos, un abdomen plano y pecho cuadrado. Era un hombre que había trabajado su forma física con dedicación y pasión, y ahora su desnudez era un ofrecimiento directo a Jaehaera, un claro signo de deseo.

── Tú también deberías quitarte la ropa, ── Ordenó Aegon, su voz grave y decidida, mientras se acercaba a Jaehaera con pasos firmes. Ladeé mi cabeza y sonreí socarrona.

── ¿Estás tan necesitado por una verde? ── El relamió sus labios mientras se acercaba con una expresión seria pero sus pupilas estaban dilatadas, su respiración entrecortada y cuerpo expuesto ── Solo estoy mirando...

── ¿Solo estás mirando? ── El soltó una risita sarcástica, sus manos se colocaron a cada lado mío, sentí como me volvía más pequeña a su lado cada vez que se me acercaba, como un nudo se formaba en mi garganta ── Así no parecía hace unas semanas cuando te estabas tocando pensando en mi...

Incliné mi cabeza hacia un lado y mi dedo se dirigió hacia su pómulo. Incluso en estos momentos su mirada era tan seria igual que su expresión ── Yo no soy la que está desnuda... ── Susurré cerca de su rostro tratando de provocarlo aún más, sabía que sus tapones se volaban fácilmente.

El se separó ligeramente y asintió, alejándose algo en mi sintió decepción, ¿acaso quería que me rogara?. Mi mirada bajó un momento pero pronto lo mire desconsertada cuando sus manos se dirigieron al cuello de mi vestido rompiéndolo, con una sola tirada de la tela.

El suave material desgarró, revelando la suave curva de sus senos. Aegon miró abajo, observando cómo mis pechos se elevaban con cada respiración, sus areolas rosadas contrastando con la blancura de la piel. Quise protestar pero la oleada de satisfacción corto de raiz mis palabras. ── No te sorprendas cuando te diga que he soñado con ver tus pechos. ── A pesar que hace unos segundos parecíamos estar odiandonos, el ahora me hablaba con más respeto, mi cuerpo se extremecio cuando una de sus grandes manos se dirigió a mi pecho.

Con una palmada suave, Aegon tocó mi piel, su tacto firme y caliente en contraste con la delicadeza de su gesto. La mano se movió en círculos, acariciando la curva del seno, levantándolo con un toque, y dejándolo caer con otro, creando un ritmo que hacía que Jaehaera se estremeciera y suspirara. Luego, su boca regresó a mi cuello, besando y lamiendo la piel, marcasando cada centímetro de territorio con su boca caliente y húmeda.

Su aliento caliente resonaba en mis oidos mientras continuaba su ataque de besos y mordiscos, dejando un rastro de pasión y deseo en mi piel expuesta.

── Tus pezones están duros, excitada con tu enemigo ¿no? ── murmuró Aegon, contraatacaba mi pregunta de hace unos minutos, su aliento vibrando contra uno de los pequeños nódulos erectos. ── Están tan bonitos y delicados, pero también tan sensibles, ¿verdad?

Solté un jadeo de afirmación, jamás había sentido esta sensación, hace poco había descubierto lo que era tocarme, ahora estaba casi teniendo intimidad con mi esposo, no sabía cómo una cosa había llegado a la otra.

── Sí, estás muy sensible ── confirmó Aegon, su voz baja y ronca de deseo, respondiendo su misma pregunta. Mi mente estaba tan nublada que parecía ni siquiera saber dónde estaba. Con un movimiento ágil, su boca se posó sobre uno de los pezones duros, su lengua circundando el pequeño botón antes de darle un suave mordisco.

Gemí, un sonido bajo y sensual que resonó en la habitación mientras mi cuerpo se arqueaba hacia Aegon, en la mesa en la que se pequeña sonaba comer, en la que veia como el comía con sus hermanos y yo jamas era invitada.

Instintivamente buscando más de ese placer que se deslizaba por sus nervios como una ola caliente. Mientras su boca continuaba atendiendo a uno de los pezones, la otra mano de Aegon se deslizó por mi cuerpo, rozando su costado, su vientre plano antes de deslizarse entre sus muslos. Un dedo se detuvo en el centro de mi feminidad, presionando suavemente contra el clítoris hinchado y sensible. ── Estás muy mojada...

Sus susurros eran burlones y provocadores, usualmente siempre creí que si alguna vez esto llegara a pasar yo tendría que obligarlo a estar conmigo, no habría deseo más que el de tener un heredero y salir del paso. Creí que yo controlaría todo para que acabara lo antes posible, me estaba equivocando bastante.

El tacto de Aegon en ese lugar delicado la hacía temblar, sus caderas se movían involuntariamente, buscando un contacto más intenso con su mano experta. Jaehaera se sintió invadida por un torrente de emociones contradictorias: horror, excitación, deseo, vergüenza. Todo lo que había negado y rechazado en Aegon ahora se convirtía en una fuente de placer inagotable.

── ¿No te da miedo? ── Murmuró Aegon contra el seno de Jaehaera, su mano siguiendo el ritmo de sus caderas, estimulándola más y más cerca del orgasmo. ── ¿No te preocupa me quieras demasiado? ── Su tono sarcástico y burlón me daba rabia y me hacía ponerme más caliente, su dedo frotando mi centro hacia que me sintiera cada vez más en la cima.

Tragué saliva, mi respiración se convirtió en un jadeo agudo. ── No... no te quiero, ── Respondió, aunque la sinceridad de sus palabras era dudosa. ── Solo es por el heredero. No hay amor aquí. ── Pero su cuerpo decía lo contrario.

La mentira salía de mis labios con dificultad, mientras que mi cuerpo se retorcía de placer bajo los toques hábiles de Aegon. El hombre sabía perfectamente cómo afectarla, cómo desencadenar una tormenta de sensaciones que me llevaron al borde del precipicio. Sus dedos se movían rápidos y precisos, estimulando el punto más sensible de mi anatomía femenina hasta qué ya no pude contenerme más.

Cerré los ojos con fuerza, apretando los dientes, y luego grite mi liberación mientras me corría con fuerza, mi cuerpo sacudiéndose en un espasmo prolongado de placer. Pero justo cuando su orgasmo empezaba a disiparse, Aegon la penetró con su dura erección, profundizando en su interior hasta el fondo, mis labios se apretaron en el dolor punzante, era como si me desgarrara. Mi cabeza se inclinó hacia atrás soltando un gemido de dolor ── Shhh... ── Sorpresivamente su mano se dirigió a mi rostro acariciandolo, unas lágrimas bajaron por mis mejillas. El placer había sido remplazado por el dolor.

La sorpresa de Aegon al ver las lágrimas en mis ojos fue breve pero significativa. Su mano en el rostro de su esposa se detuvo, y su cuerpo se tensó en un gesto protector. Aegon me miró con ojos llenos de remordimiento y sorpresa, preguntándose qué había sucedido para provocar ese cambio en su esposa tan repentinamente. Pero antes de poder hacer cualquier pregunta, Aegon sintió una oleada de dolor intenso cuando Jaehaera se contrajo en torno a su erección, el dolor punzante de la entrada demasiado estrecha y sufrida desgarrándole el interior de ella.

── Shhh... ── susurró Aegon, tratando de calmarla con su mano acariciando su rostro. Sus lágrimas eran un secreto entre ellos, una confesión inesperada de la intensidad del placer y el dolor que había compartido con él en ese momento.

Aegon siguió acariciando suavemente mi cara, intentando consolarme después del dolor repentino. Podía sentir las lágrimas que corrían por mi rostro y eso lo conmovió más allá de sus palabras. Sabía que el nunca pensó que yo tendría reacciones tan intensas a su toque, nunca supuso que nuestros cuerpos se enlazaran de esa manera. Aegon me besó entonces en los labios, una besada lenta y delicada, buscando encontrar su consolación en la suya.

Sus lenguas se encontraron, se mezclaron, y mis susurros lastimeros se transformaron en gemidos suaves mientras él la abrazaba con fuerza, asegurándose de que estaba bien, de que no sentía más dolor. ── Lo siento, ── murmuró Aegon contra sus labios, sin saber qué más decir para compensar el mal que había causado, solo quería consolarla y asegurarse de que estaban bien juntos después de esa experiencia tan intensa.

Está consolación era repentina, un trato dulce que solo lo había visto hacer está vez, ¿Quizás todos los hombres son así?

Me dejé abrazar por Aegon, sus caderas se movían lentamente contra la mia en un gesto involuntario, buscando un consuelo físico después de lo que había sucedido. La suave respiración de Aegon contra mi oreja me calma, y poco a poco, el dolor del interior empezó a disiparse, reemplazado por un leve cosquilleo de placer residual que seguía latiendo en sus nervios.

Cerré los ojos, apretando mi abrazo contra el pecho de Aegon, sintiendo su corazón latir fuerte y regular. Por primera vez desde que nos habíamos unido en matrimonio, no sentí la necesidad de separarme de él, de escapar de la intimidad que se había desprendido de su unión física. Era como si, en ese momento, nada más existiera fuera de esta habitación y de la calidez que se desprendía de nuestros cuerpos enlazados.

Sus caderas fuertes se apretaron repentinamente rápido contra las mías, sacándome ahora y gemido de placer, mi cuerpo se extremecio mientras mi espalda se arqueaba por el placer. El soltó una risita seguramente al verme reaccionar a sus movimientos.

El se movió unas veces más, un eco de carne se oía en la callada habitación. Mis manos se apoyaron en la mesa mientras trataba de buscar ahora un apoyo aparte de él, mi mente estaba mucho más nublada, ningún pensamiento cuerdo pasaba por mi mente. Varios gemidos salieron de mis labios el seguía embistiendome, aunque fuera mi primera vez, podía decir que Aegon estaba siendo bastante fuerte con sus embestidas que me causaban un dolor tan fuerte que era exquisitamente placentero.

Aegon sintió la respuesta de Jaehaera, la forma en que su cuerpo se estremecía y arqueaba bajo las embestidas, y eso lo impulsó a continuar. Su ritmo se hizo más rápido, más intenso, como si quisiera hacerla alcanzar ese clímax final lo antes posible.

Podía sentir que Jaehaera estaba a punto de llegar, que su cuerpo estaba preparado para el orgasmo después de tanto placer construido. Esbozó una sonrisa traviesa al ver que Jaehaera reaccionaba con gemidos y jadeos, sus manos se agarraban desesperadamente a la mesa, buscando algo para sujetarse mientras él la penetraba con fuerza. Aegon no había querido ser brusco, pero la reacción de Jaehaera lo incitó a ser más decisivo, a aprovechar ese cuerpo tan receptivo bajo el suyo.

Mientras la penetraba sin piedad, Aegon podía sentir cómo Jaehaera se aferraba a él, como si quisiera fundirse con su ser, absorber toda la energía y el placer que él generaba en aquel momento.

Aegon gruñó con satisfacción por lo sumisa de Jaehaera, como sus gemidos suaves salían y como sus ojos parecían perdidos, con la espalda arqueada, y su ritmo se aceleró al sentir que Jaehaera estaba al borde del éxtasis. Las manos de Aegon la agarraron con más fuerza por las caderas, levantándola ligeramente de la mesa antes de volver a clavarla en su grueso vástago con una fuerza primitiva.

──Ah, sí── , jadeó Jaehaera, mientras su cuerpo se arqueaba en perfecta armonía con cada uno de sus poderosos empujones. Se sentía cada vez más cerca del precipicio, sus sentidos abrumados por la intensidad del placer que corría por sus venas.

Con una última y brutal embestida, Aegon penetró profundamente en Jaehaera, su miembro palpitando contra sus sensibles paredes internas mientras liberaba un torrente de semilla caliente en sus acogedoras profundidades. Jaehaera gritó su liberación, su orgasmo se abatió sobre ella como un maremoto, todo su ser consumido por la dicha cruda y animal de su clímax. Cuando los últimos estremecimientos de su éxtasis mutuo se calmaron, Aegon se desplomó sobre Jaehaera, con el pecho agitado por el esfuerzo mientras le daba besos suaves y reverentes en el cuello y el hombro. Algo tan íntimo que Jaehaera no podía creerlo.

Ella había estado con el marido que tanto odiaba, con el marido que siempre la distanció. Había consumado después de muchos años su matrimonio de una forma que no se lo esperaba pero lo que más le sorprendía y también lo que más le asustaba, era que le había gustado...


















Hola... Aquí lo dejo y me retiro, me ganaron JAJAJAJA. AQUI ESTAA..

Quería hacer un sepzo más rudo pero siento que como ambos son una personas rotas y con muchos traumas, no le gustaría dañar de esa forma así a alguien, quizás si se verdad de odiaran muchísimo (que sí se odiaran no cojerian, la prueba son los años sin consumación) porque ahora estan empezando a sentir algo por el otro.

ESPERO QUE LES GUSTEEE

Con mucho amor,

CAMIIU ♥️

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