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⤹ · .˚🐉 ༘⋆。˚ 12. ❛ 𝖠𝗇𝗈𝗍𝗁𝖾𝗋 𝖭𝗂𝗀𝗁𝗍𝗆𝖺𝗋𝖾? ❜

xii. ¿OTRA PESADILLA? 💚

King's Landing, 141 d.c.
Fortaleza roja
Narra Jaehaera Targaryen

Jaehaera se removió en su cama mientras sus sábanas se pegaban a su sudado cuerpo, levantándose exaltada por el extraño sueño. Su corazón se hundió en su pecho al pensar en las cosas indebidas que estaba haciendo con el Lord en esa pesadilla, sintiéndose sucia al sentir como si lo caliente de sus manos aun la cubriera. Esa misma noche ella ejecutaría el plan para entrar a esa habitación, pero algo, este sueño, le había dicho de la forma más sucia para Jaehaera, que ella no debía ir.

Me levanté de la cama sintiendo como mis piernas flaqueaban, sentí como mi corazón seguía hundido y el remordimiento de un simple sueño me carcomía profundamente. ¿En verdad había querido esto? No, solo era un intento desesperado que no estaba dando frutos, que solo llamaría a rumores y escándalos. Su cabeza dolía mientras bebía esa agua, sus labios temblando mientras pensaba. Era la necesidad de querer burlarse de Aegon, pero ella no era igual a Aegon, ella no traicionaría su confianza de esa manera, porque ella era verdaderamente una dama. Pronto la puerta de su habitación fue tocada con Visenya y Daenera asomándose por la puerta.

── No iré ── Dije apenas ellas entraron, estás fruncieron el ceño. Me encogí de hombros, sentía que ese sueño había sido una especie de premunición, quizás una fuerza mas grande que ella protegiéndola ── No no, no puedo ir.

── ¿Por qué? ── Pregunto simplemente Visenya con rara curiosidad, ya que Jaehaera había sido bastante insistente posteriormente.

── Simplemente no, no importa lo que pase ahí. Si el aparece estaré a solas con un hombre que no quiero ver ni siquiera ── Daenera frunció los labios confundida mientras visenya le daba una sonrisa de "te lo dije".

Solo pude pensar en que si iba igualmente, el aparecería y si trataba de hacer algo, yo no podría resistirme porque no tenía las fuerzas adecuadas para defenderme, mis labios tembalaron ligeramente por la impotencia de lo que hice en mi sueño

Jaehaera se sentó en el borde de su cama, con las manos temblorosas, mientras sus pensamientos giraban en torno a lo que había soñado. El eco de las risas de Visenya y Daenera llenaba la habitación, pero su mente estaba en otro lugar.

── Jaehaera, ¿por qué no confías en ti misma? ── Preguntó Daenera, inclinándose hacia ella con una mirada comprensiva.

Ella suspiró, sintiendo que la presión aumentaba. ── No es solo eso... Es que hay cosas que no puedo ignorar. Tuve un sueño que me hizo sentir vulnerable.

── ¿Que sueño? ── Jaehaera hizo un gesto de recelo y la princesa entendió. Visenya se acercó, colocando una mano sobre su hombro. ── Todos tenemos miedos. Pero si no enfrentas lo que te asusta, nunca sabrás lo que realmente quieres.

Jaehaera miró por la ventana, observando cómo la luna comenzaba a ocultarse detrás de los árboles. La luz plateada iluminaba su rostro, y por un momento sintió una chispa de valentía. Quizás no todo estaba perdido.

── Tal vez... ── murmuró, sintiendo que la decisión se formaba en su mente. ── Pero no puedo, en ese sueño ví todo lo que no quería hacer, no quiero estar con Lord Cregan, solo es una venganza que al fin y al cabo md perjudicará a mi misma... No quiero eso como reina, ya me odian aquí.

Jaehaera se sentó en el borde de su cama, sintiendo que el peso de sus pensamientos la abrumaba. Visenya y Daenera, al notar su inquietud, se acercaron con miradas comprensivas.

── No tienes que enfrentar esto sola ── dijo Visenya suavemente. ── A veces, lo mejor es simplemente estar juntas y compartir lo que sentimos.

Daenera asintió y propuso: ── ¿Qué tal si hacemos una pijamada? Podemos contar historias, jugar a las cartas o simplemente charlar hasta que el sol salga. Solo nosotras tres.

Jaehaera sintió que una pequeña sonrisa se asomaba en sus labios. La idea de pasar la noche en compañía de sus amigas le ofrecía un respiro ante la tormenta en su mente.

── Eso suena maravilloso ── respondió, sintiéndose un poco más ligera. ── Solo quiero estar aquí con ustedes.

Visenya comenzó a sacar cojines y mantas del armario, mientras Daenera iba a buscar algunas frutas y pan para picar. Pronto, el suelo se convirtió en un acogedor refugio donde podían acurrucarse y sentirse protegidas.

Una vez que todo estuvo listo, Jaehaera se acomodó entre sus amigas. La luz de las velas parpadeaba suavemente, creando un ambiente cálido y acogedor.

── Cuéntame alguna historia ── sugirió Jaehaera, deseando distraerse un poco de sus preocupaciones.

Visenya sonrió y comenzó a relatar una antigua leyenda sobre un caballero valiente que había enfrentado dragones para salvar a su reino. Las risas y los comentarios fluyeron mientras compartían anécdotas y sueños.

A medida que la noche avanzaba, Jaehaera sintió que el calor de la amistad la envolvía, permitiéndole dejar de lado sus miedos por un rato y simplemente disfrutar del momento.

(.🐉.)

A

l día siguiente Jaehaera estaba en su habitación acomodando su cabello blanco junto con un tocado color verde, un verde que hacía contraste con sus ojos violetas, aún le molestaba la pesadilla qud habia tenido, pero sus amigas la habían ayudado bastante. Hoy mismo después de bastantes años, el torneo del heredero se celebraba por lo alto, a Aegon no le agradaban esas celebraciones pero tenía que hacer acto de presencia, más debido a que su hermano jugaría.

Tomé un suspiro antes de salir de la habitación con mis dos damas de compañía, ambas eran bastante leales, pero jamás como Visenya y Daenera. Antes de cruzar a la esquina para llegar al galpón pude ver claramente como Aegon y Cregan se sonreían cortésmente y hablaban. Mis mejillas se sonrojaron al recordar esa pesadilla de mis "intimidades" con él.

Tomé una bocanada y camine hasta ellos, posandome al lado de Aegon, el cual se tensó pero pronto me vió, yo le sonreí falsamente, ── Buenos dias esposo, milord.

Lord Cregan asintió e hizo una reverencia corta antes de caminar hasta el galpón. Sentí como una duda se posaba en mí pecho, ¿Y si yo fui la única que vió las señales? Posiblemente, esas niñas me vuelven loca y meten ideas a la cabeza. Aegon tomo con firmeza pero suavidad mi brazo.

── Te estoy hablando, Jaehaera ── Me despabilé cuando nuestros ojos violetas chocaron, el parecía más relajado pero su mandíbula estaba tensa ── Hay algo que tengo que decirte

Levanté la ceja con una sonrisa burlona ── ¿Que cosa, mi rey? ── Dije con un tono sarcástico.

── En la pequeña fiesta de ayer se tomó una decisión ── Mi sonrisa cayó ligeramente antes mirarlo expectante, parecía en conflicto al decir estás palabras ── La Señorita Sarra se casara con un Rogare, mañana emprenderá viaje hasta el norte junto a su familia y luego irá a las ciudades libres. Cómo tu me lo pediste.

Me desconsertaron sus palabras, jamás le había pedido algo así, principalmente porque era una infidelidad, no una infidelidad. Realmente él traicionaba el contrato y la fé en la que el mismo no creía porque ambos nunca habían tenido sentimientos entre sí.

Sentí como un torrente de emociones me invadía al escuchar las palabras de Aegon. La incredulidad se mezclaba con la rabia y la tristeza, como si cada sentimiento luchara por salir a la superficie. Su corazón latía con fuerza mientras se esforzaba por encontrar las palabras adecuadas.

── ¿Y tú crees que eso es lo que yo quería? ── respondió, su voz temblando ligeramente. La sonrisa burlona había desaparecido, reemplazada por una expresión de desconsuelo. ── Nunca te pedí que hicieras algo así.

Aegon sostuvo su mirada, sus ojos grises reflejaban una mezcla de frustración y un atisbo de comprensión. ── Claro que sí. Anhelabas esto desde hace mucho... Ni siquiera se porque estás a la defensiva

── ¡No estoy a la defensiva! ── Repliqué mientras mordía mis labios, sintiendo cómo el nudo en su pecho se apretaba más. Si estoy a la defensiva, siento como mis manos sudan y mis piernas tiemblan ── Quiero decir... Es bueno que ya no esté aquí, pero eso no cambia nada...

Un silencio pesado se instaló entre ellos. Aegon pareció debatirse internamente, su mandíbula se tensó aún más. Finalmente, soltó un suspiro profundo y dio un paso hacia mi, estábamos incómodamente cerca. Ya sabía porque estaba así, por el puto sueño.

── Te prometo que haré lo posible para que esto no te afecte ── Dijo con sinceridad, aunque sus palabras sonaban vacías en el aire pesado de la conversación. Su misma expresión estoica mientras yo quería matarme.

Jaehaera retrocedió un paso, sintiendo cómo una fría distancia se interponía entre ellos. ── ¿Afectarme? ¡Ya me ha afectado! ── exclamó, su voz elevándose con una mezcla de furia y dolor. ── No puedo creer que me estés diciendo esto como si fuera algo normal...

Justo en ese momento, las risas y los murmullos del galpón comenzaron a filtrarse desde la esquina. Las voces de los nobles y los caballeros resonaban alegremente mientras se preparaban para el torneo. Era un recordatorio cruel de que el mundo seguía girando a su alrededor.

Aegon parecía darse cuenta del efecto del bullicio en Jaehaera y suavizó su tono. ── Lo siento... realmente lo siento por la traición. Se que a pesar de que no nos amamos, esto estuvo mal y nadie estaría realmente orgulloso de mi. ── Su madre más que nadie podría entender la situación, su marido Daemon siempre estuvo con diversas mujeres antes y después de casarse con ella. Ella sabía que era un engaño e incluso por el simple hecho de ser mujer, el sabía que ella no lo aprobaría. La mirada de Aegon se sorteó entre el piso y yo

── Solo quieres un heredero ── Lo corte antes de que comenzará a hablar. Está conversación la había tenido varias veces con las viejas Ladys y con las septas, en algún momento tendría que procrear herederos para el trono.

El se quedó callado por unos momentos mientras pensaba, su mirada seria mirando hacia un costado de mi cara, mientras yo observaba su perfecto perfil, digno de tener sangre valyria ── El consejo lo exige... Y no quiero tener un bastardo... Y no es eso, realmente quiero empezar a hacer las cosas mejor, así no nos llevemos bien.

Relamí mis labios nerviosamente mientras bajaba la mirada con vergüenza, me daba mucha vergüenza mirarlo a los ojos y me daba rabia porque a él no, así que tenía una lucha interna ── Me juraste que jamas tendrías un hijo conmigo. Dijiste mil veces, que jamás tendrías un heredero aparte de Viserys ¿Que te hizo cambiar de opinión?

La tensión en la habitación era palpable, como una cuerda tensada a punto de romperse. Jaehaera miró a Aegon, su esposo desde hacía años, aunque a veces se sentía más como un enemigo que como un compañero. Desde que eran niños, sus caminos se habían entrelazado por un destino que ninguno de los dos había elegido. Ahora, con él apenas alcanzando la adolescencia y ella aún en su infancia, esa unión se había convertido en una pesada carga.

── ¿Por qué siempre tienes que actuar como si fueras el rey de este lugar? ── Espeté, cruzándome de brazos mientras mi corazón latía con furia.

Aegon se volvió hacia mi, su mirada fulminante. Había un fuego en sus ojos que la hacía sentir tanto miedo como fascinación. ── Porque soy maldito rey ── Respondió con desdén y dientes apretados. ── No puedo permitirme ser débil.

── ¿Y quién dice que yo quiero ser parte de tu juego? ── Repliqué encogiendome de hombros, sintiendo cómo la frustración burbujeaba dentro de ella. Era agotador estar atrapada en esta red de resentimientos y obligaciones.

Un silencio tenso se instaló entre ellos, cargado de palabras no dichas. Jaehaera sabía que había algo más allá del odio; una atracción latente que ambos se esforzaban por ignorar. Era más fácil aferrarse a la rabia que admitir que había momentos en los que deseaban estar cerca el uno del otro.

── No es solo un juego para mí ── dijo Aegon finalmente, su voz baja pero firme. ── Es tu deber como mi reina

Jaehaera sintió un escalofrío recorrer su espalda. Su instinto le decía que había verdad en sus palabras, pero no podía dejarse llevar por eso. La idea de ceder ante cualquier tipo de conexión emocional con él era aterradora.

── ¿Ahora sí soy tu esposa? ── Dije, desafiándolo con la mirada ── Después de que fueras y te cogieras a la zorra Stark.

Pronto me quedé callada, sorprendida por las palabras que acababa de soltar, jamás había llamado a alguien de esa forma y menos sabía de dónde había salido el odio con el que lo dije. Aegon frunció el ceño, claramente sorprendido por lo que acababa de decir. Era un tira y afloja constante; cada palabra lanzada como un dardo afilado entre ellos. Se odiaban por lo que representaban el uno para el otro: cadenas invisibles que los mantenían atados a un destino incierto.

── No tengo tiempo para entenderte ── respondió él, aunque en su tono había una chispa de duda. Ya parecia cansado, toda gente estaba afuera pero estaban casi al pendiente de lo que sucedía entre ellos, sin escuchar por sus susurros.

Jaehaera sintió cómo esa chispa encendía algo dentro de ella; una mezcla de deseo y frustración. Era más fácil pelearse y mantenerse alejados que enfrentar lo que realmente había entre ellos.

── Entonces sigue ignorándome, como lo haz hecho toda tu maldita vida ── Dije finalmente, dándole la espalda resignada a seguir mirándolo, el tomó mi brazo de nuevo y me jalo hasta él, apretando mi cuerpo contra el suyo. Lo miré sorprendida

── ¿Que más quieres que haga? Acabo de expulsar a Sarra y quiero que tengamos un heredero, no hay inconvenientes ── Dijo casi en automático, haciendo que yo casi lo golpeara, solo deteniéndome con la mano de Aegon.

Jadeé pesadamente tratando de soltarme de su fuerte agarre sin lograrlo ── Yo no soy tu moneda de cambio ── Siseé cerca de su cincelado rostro ── Soy tu esposa... Y si quieres un puto cambio, demuestra que lo quieres.

Me separé y camine hasta el galpón, entre recogiendo mi vestido y con una sonrisa, totalmente falsa. Jamás me había molestado la idea de que Aegon tuviera una amante, porque principalmente jamás lo he amado, pero que cada vez ella se fuera metiendo más a mis huesos me hacía volar la piedra. Rasqué nerviosamente mi cachete mientras me acercaba a la silla de la reina. No sabía porque me molestaba tanto su repentino cambio, ni siquiera sabía porque le pedía eso, simplemente se lo había pedido y ya.

Jaehaera se sentó en la silla de la reina, el peso de la corona y las expectativas que venían con ella presionando sobre sus hombros. Miró a su alrededor, buscando alguna señal de que este lugar le pertenecía. Las paredes del galpón parecían susurrar secretos de un pasado que no podía ignorar. A pesar de la opulencia del entorno, se sentía atrapada en un laberinto de emociones contradictorias.

Sus pensamientos giraban en torno a Aegon y su inesperada propuesta. ¿Cómo podía pedirle eso? Una parte de ella quería gritarle que no era un objeto para ser intercambiado, pero otra parte anhelaba escuchar esas anheladas disculpas. Se pasó una mano por el cabello, tratando de despejar su mente mientras recordaba los momentos en que él había sido solo un chico travieso, solo en su niñez, antes de que las sombras del deber y la política los separaran.

Mientras se acomodaba en la silla, sintió una punzada de inseguridad. ¿Qué significaba realmente ser su esposa? La idea le parecía tan distante como las estrellas. La conexión emocional que había temido tanto estaba empezando a hacer mella en su corazón, desdibujando las líneas entre el amor y el odio. Se preguntó si podría encontrar un equilibrio entre lo que quería y lo que debía hacer.

De repente, una risa resonó afuera, rompiendo el silencio tenso del galpón. Jaehaera se asomó por la ventana y vio a varios nobles riendo y conversando despreocupadamente. La vida seguía para ellos, ajena a su tormento interno. Un sentimiento de soledad la invadió; se dio cuenta de que no podía seguir ignorando sus propios deseos.

Decidida a tomar el control de su vida, se levantó de la silla con una nueva resolución. Tenía que confrontar a Aegon una vez más, pero esta vez no como una víctima ni como una moneda de cambio. Quería ser escuchada, deseaba que él comprendiera lo que realmente significaba estar juntos en este juego cruel.

Salió del galpón con pasos firmes, sintiendo cómo cada latido de su corazón resonaba con fuerza. Cuando lo encontró nuevamente, estaba rodeado por otros nobles, pero su mirada se centró en ella al instante. Había una chispa en sus ojos que no pudo ignorar; tal vez había más entre ellos de lo que ambos estaban dispuestos a admitir.

── Aegon ── comenzó con voz firme ── No soy solo tu esposa ni tu herramienta para conseguir un heredero.

Las palabras flotaron en el aire entre nosotros, el se acercó más luego de despedir a los nobles, mirándome confuso pero con su cara seria ── ¿Que quieres decir con eso?

── Que solo vamos a tener un heredero si yo quiero ── Dije decidida, el sonrió con ironía y sarcasmo.

── Estás loca yo soy el rey y se hace lo que yo diga ── Hablo él, su voz salió más grave mientras yo me acercaba un poco

── No, yo decidiré a partir de ahora...














JAJAJAJAJAJAJ SE LA CREYERON. Amores me pase u poco con las descripciones, pero yo también soy una humana, q JAJAJAJJAJA. Próximamente bajaré la historia y la editare porque terminara el primer acto.

Espero que está cap les guste y me perdonen por la casi escena septzual con Cregan, los amito

── CAMIII

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