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𝔓𝔯𝔢𝔠𝔦𝔬𝔲𝔰 ℭ𝔥𝔞𝔯𝔪

𝔄ñ𝔬 1577. 

𝔓𝔦𝔰𝔠𝔦𝔰, 𝔠𝔞𝔭𝔦𝔱𝔞𝔩 𝔪á𝔤𝔦𝔠𝔞.


Tomó un sorbo de la copa de cristal sin despegar su vista de su lectura. El sabor metálico de esa muestra de sangre lo hizo fruncir el ceño.

―Qué horrible cosecha ―dijo, su sirviente que esperaba alguna orden al otro lado de la habitación se acercó para retirar la copa de su escritorio―. Dile al imbécil de Jackson que, si vuelve a traerme sangre de mala calidad, le arrancaré todas las uñas.

―Sí, mi señor ―hizo una reverencia antes de salir y dejarlo por completo a solas.

―Estoy rodeado de inútiles ―se lamentó y dejó su trabajo para mirar la luz de la luna llena.

Siempre encontraba muy agradable la compañía de la soledad, sus pensamientos era el único ser con lógica al cual recurrir después de las conferencias de inicio de clases. Le resultaba muy agotador tener que recibir hasta el último alumno y luego dar el mismo discurso de siempre, sobre los posibles hechiceros talentosos que podrían surgir. Aunque MinHyuk no se podía quejar mucho, se recordaba el compromiso que se auto impuso cuando comenzó su viaje en la magia. Cualquier idiota podría usarla y hacer estupideces, por eso una escuela fue necesaria, las reglas y el privilegio de decidir quién era digno también. Ya ha visto demasiadas guerras por la magia y necesitaba ejercer el papel de juez y verdugo para traer paz a su mundo.

Sólo que ser el fundador del Colegio Real de Magia en Pandora ha sido una tarea que le llevó muchos siglos concretar hasta dejarla en ese esplendoroso estado. Humanos, hadas, trolls, lobos y hasta los de su especie se peleaban por conseguir uno de los veinte asientos a ocupar y competir hasta convertirse en uno de los tres hechiceros en cada cambio de siglo, si es que no morían después de tener más poder.

El proceso siempre era el más aparatoso, desde los periodos de reclutamiento en todos los pueblos y ciudades, luego le seguía el periodo de pruebas combinado con un entrenamiento de magia demasiado barbárico, aunque ese año pretendía no ser tan salvaje desde el último proceso en el que murieron casi todos los candidatos por no tener la fortaleza mental de soportar las pruebas de lectura de pensamientos. Fue mucho peor cuando en las últimas semanas de elección, uno de los participantes terminó con brazos y con un ojo de rubí en su cuenca por domesticar criaturas salvajes y mezclar ingredientes que claramente no debía en un mismo recipiente, era el hijo de una importante familia vampira que no tardó en causarle un gran dolor de cabeza. Por eso, revisó el proceso de primera mano y los candidatos son interesantes, pues ahora cinco humanos han pasado las pruebas, unos más prometedores que otros claro está, pero era insólito que criaturas tan frágiles como ellos superaran sus expectativas.

Siguió hojeando los papeles y notó a los dos humanos que podrían ser de provecho, si no metían la pata durante ese año. Dos chicos entrados en sus veintenas en específico, uno de la capital y lo conocía, era el hijo de una familia noble que suministra gran parte de los insumos para su academia, le sorprendió que un chico tan flaco y alto como él tuviera una gran afinidad en la magia. El otro de un pueblo olvidado por la civilización moderna, de hecho, si no hubiera asistido y sentir su potencial de primera mano, jamás hubiera creído que alguien tan inofensivo pudiera tener algo de especial.

―Más les vale no decepcionarme ―como si de verdad el papel pudiera escucharlo, unos toques a su puerta llegaron hasta sus oídos y siguió escribiendo notas en cada alumno, para saber quién podría pasar del primer mes―. Adelante, HoSeok.

―Creí que me dejarías afuera por una hora ―bromeó su hermano menor, un vampiro de ojos rojos y su cabello oscuro con alguno que otro mechón platinado, símbolos de su realeza a parte de su obvia palidez―. Debes estar de mal humor para ver a tu hermanito favorito.

―Yo nunca estoy de mal humor ―contestó con todo el sarcasmo del mundo―. ¿Qué quieres?

―Venía a preguntarte sobre el encargo de muestras para el inicio de clases ―le tiró encima un papeleo sobre la larga lista para sus clases de pociones, MinHyuk rodó los ojos.

―No sólo me trae sangre asquerosa, ahora te debe tus cosas ―rio, se frotó el puente de la nariz con sus dedos y miró a su hermano―. Ve con tu ex novio y dile que haga bien su trabajo o no le pagaré esta semana.

― ¿Sabes lo que me hará cuando me vea? ―un ligero temblor le recorrió su cuerpo.

―Eso te ganas por no saber escoger a tus amantes ―recalcó y le devolvió los papeles, para seguir analizando a sus nuevos estudiantes―. Tengo una escuela qué dirigir, no desperdiciaré mi tiempo en tus problemas amorosos.

―Está bien ―refunfuñó―. Pero si encuentras mi cadáver en las calles, ya sabes a quién culpar.

―Como si fuera a vengarte ―con un ademán de su mano abrió la puerta con magia y ordenó a los papales acomodarse en su gabinete―. Mañana en la noche es el baile de la escuela, no causes problema, nuestra madre vendrá.

―Y con tu posible futura reina ―bromeó, más MinHyuk le lanzó una mirada de advertencia―. No podrás evitar el tema por mucho tiempo, la línea debe seguir, y si no eres tú, el siguiente en la línea soy yo.

―Antes muerto que dejar el trono en tus libertinas manos ―por primera vez mostró un sentimiento diferente al asco o seriedad, mostrando una clara preocupación porque el reinado de sus padres fuera a pasar a HoSeok, amaba a su hermano, pero él no era capaz de gobernar y tampoco ha mostrado gran interés en ascender, él es más un espíritu libre―. Ni siquiera tengo mil años como para que me presione.

―Al menos toma un compañero de sangre.

―No.

No podría ser capaz.

El intercambio de sangre entre un vampiro y su compañero era algo muy íntimo, porque la mente del vampiro invadía y conocía los deseos más íntimos de su donante. Técnicamente era una exploración muy profunda, en la que la sangre no sólo le ayudaba a controlar un hambre feroz, también le aumentaba en su magia, habilidades y hasta su vitalidad. Él no quería tomar a una persona en contra de su voluntad o con intenciones de complacer a su impaciente madre.

Como heredero al trono de la sociedad vampírica y director del Colegio Real de Magia, él ha estado rodeado de in millar de personas que han buscado su favor y su legado. La familia Bloodstone es de las primeras criaturas mágicas que ha existido, de las que hizo avanzar la sociedad de ser bárbaros sin cultura, a una sociedad que está por experimentar un cambio en su tecnología y la magia, todo gracias a ellos. Conservaban vivo el pasado en su sangre y escribían el futuro con mano firme. Después de que su progenie estuviera en guerra con otras razas como elfos, lobos y humanos, es que se llegó a un concilio de paz. Uno que él mismo luchó porque se firmara, las secuelas de una guerra no pueden sanar de la noche a la mañana y sólo han pasado quinientos años de eso.

No tenía tiempo para darse el lujo de escoger compañeros de sangre y menos un matrimonio.

―Puedes retirarte ―le hizo un gesto con la cabeza y le abrió la puerta con mover un dedo―. Ya hablaré con mamá sobre los matrimonios.

―Lo siento ―hizo una mueca incómoda, MinHyuk suspiró y se acercó para abrazar a su hermano.

―No, yo lo siento, no debí gritarte ―aunque su hermano tuviera siglos de edad, aún lo sentía como el pequeño vampiro que corría por los pasillos para buscarlo y le leyera un cuento antes de dormir―. Ve a disculparte con Jackson, déjame a mamá.

―Te veré entonces mañana.

―Ya no juegues con los sentimientos de nadie HoSeok ―le advirtió, su hermano le mostró una sonrisa divertida―. Lo digo enserio, un día querrás tener a alguien para toda la vida y tal vez esa criatura no puedas tenerla sin sufrir en el camino.

―Suenas como un anciano ―rodó los ojos―. Intentaré seguir tu consejo de abuela.

―Ya lárgate ―MinHyuk no pudo evitar sonreír mientras veía a su hermano marcharse.

Suspiró.

Tenía un largo día por delante, pero su suerte no pudo ser peor, ya que vio un carruaje tan opulento a las puertas de la residencia privada del director.

―Maldito HoSeok, lo voy a matar ―gruñó.

Se arregló la túnica antes de salir de su oficina, para recibir a su madre y los sermones de seguir soltero a los casi diez siglos años de edad.

Seguía leyendo en completa paz, después de haberse escapado de sus compañeros de clase y encontrar refugio en una biblioteca escondida entre dos columnas. Llevaba escondiéndose desde la primera semana que llegó, no le gustaba cómo es que los elfos y las hadas lo menospreciaban por ser humano cuando no era el único de su especie compitiendo por ser el mejor hechicero.

―Aquí estás ―la voz ronca del único que se esforzó por tratarlo con decencia apreció entre las sombras―. Te traje los mejores turrones de Piscis, son hechos por el mejor chocolate y crema de maní, a parte tiene leche de vacas criadas por mi familia.

―No debería ―negó con sus manos, pero su estómago rugió en respuesta y su amigo enarcó la ceja.

―No has comido nada desde hace dos días ―chasqueó los dedos y un pequeño mantel se colocó entre ellos y formó un pequeña mesita―. No les hagas caso, esos orejones no saben qué los golpeará cuando les arrebates el título de hechicero supremo.

―Gracias, HyungWon.

No bromeaba.

Desde que el carruaje volador llegó hasta su pueblo a inicios de verano, todo tomó un rumbo vertiginoso, en el que en el instante en que hombres usaron artefactos desconocidos sobre su cuerpo, lo subieron con ellos y lo llevaron hasta la capital de la que sólo había escuchado en cuentos. No le dieron tiempo de despedirse de nadie en su hogar, sólo se fueron.

Tampoco mejoró cuando le asignaron un dormitorio en la torre de los aspirantes. Le tocó la más alejada de todos junto a HyungWon. En un principio, no se hablaban más que para preguntarse cosas como: «¿Vas a dormir cerca de la ventana?», «¿Sueles bañarte primero o debo ir yo?». Cosas que sólo lo hicieron sentir más solitario.

El inicio de sus clases fue un alivio, al menos mientras él practicaba por su cuenta y nadie le prestaba atención. No fue hasta que su profesor de pociones notó el increíble talento que tenía para potenciar cada brebaje o insumo, lo que despertó el recelo de los elfos y vampiros que estaban como aprendices. El primer momento de acoso vino cuando su profesora de lenguas raras lo felicitó por reconocer al menos diez lenguas muertas, la pandilla liderada por el tercer príncipe elfo lo humillaron por sus humildes orígenes.

Lo llamaron plebeyo, ignorante y una puta; esa era la razón que ellos creían para explicar su increíble talento en la magia: él ya estaba acostándose con medio profesorado para conseguir el título de hechicero. Burdas mentiras y estuvieron a punto de tocarlo, más HyungWon intervino usando sus dotes en palabras con amenazas y un par de alabardas de hierro encantado flotando cerca de ellos para alejarlos.

JooHeon lo consideró como un príncipe en brillante armadura, aunque el lord de la casa más importante en todo Piscis siempre usaba ropa de estrellas. HyungWon descubrió algo en él, nunca le dijo que era para que de la noche a la mañana se pegara a él como una sanguijuela. Cuando a veces JooHeon no podía con las burlas, el lord puños de estrellas, siempre lo sacaba del problema.

―Bueno, vamos, tenemos la primera prueba de pociones ―anunció HyungWon después de beberse toda una jarra de vino.

―No puedes ir ebrio ―dijo, aunque su amigo no mostraba ningún signo de no estar cuerdo.

―No le daré el gusto a ese maldito chupasangre de mostrarme molesto ―se puso de pie y mientras ordenaba las cosas, JooHeon usaba sus manos para guardar lo propio―. ¿Por qué tenía que gustarle a un vampiro?

JooHeon siempre encontró divertido que su amigo fuera la nueva obsesión del profesor de pociones, no podía entender cómo temperamentos ligeramente parecidos se atrajeran de manera inmediata.

―Bueno, si le sonríes tal vez consigas desconcertarlo ―abrieron un pasaje que no les tomó tanto tiempo en llegar a una de las salas abandonadas.

― ¡JA! Mi querido Honey, lo que él quiere es que le haga caso ―salieron del polvoriento espacio para ir a una gran sala repleta de calderos y muchos frascos de cristal con toda clase de esencia, partes de animales y otras cosas de dudosa procedencia―. No le daré el gusto hasta que yo diga lo contrario, tengo orgullo como humano.

―Clase ―el sonido de un par de aplausos provenientes del estrado congregó a los veinte aspirantes, HyungWon y JooHeon se mantuvieron muy lejos de los elfos, el maestro le dedicó una mirada fugaz que provocó una risa burlona en JooHeon ante el sonrojo de HyungWon―. Hoy tenemos un examen muy especial, espero que no me decepcionen ―tomó una copa con sangre y se sentó en sofá con cojines mullidos―. Que sobrevivan los mejores.

― ¿Así nada más? ―intervino otro de los aprendices, una loba―. ¿Sin instrucciones específicas o tontas? ¿Qué clase de prueba es esta?

―Te diré algo querida ―sus ojos, rojos como rubíes, se tornaron tan oscuros que hicieron temblar a más de uno, su elegante y fornida figura se levantó con una velocidad tan lenta como la de un humano que muchos tragaron saliva―. Cuando eres un hechicero, no siempre vas a tener un libro o pergaminos para decirte qué hacer, ¿de dónde crees que vino todo el conocimiento que les doy? ―se acercó hasta ella, tan silencioso que sus pisadas no producían sonido alguno―. En este campo de la magia es prueba y error, sólo tú decides qué miembro perder.

Muchos se quedaron en blanco, no sabían qué decir por miedo a provocar su ira. Sus ojos volvieron a iluminarse y su sonrisa pícara volvió a hacer su triunfal aparición.

―Comiencen, el hecho de que sea inmortal no quiere decir que tengo todo el día ―todos se despabilaron y tomaron lugar en escritorios por separado.

JooHeon se acercó hasta la mesa donde había muchos frascos con polvos de colores que nunca antes había visto, piedras de tamaños de un guisante contenían lo que a sus ojos fueron gemas preciosas. Se quedó un buen rato analizando los objetos en su mesa, dio un pequeño vistazo a sus compañeros, dos o tres grupitos se formaron entre los elfos y vampiros para trabajar juntos, los humanos lo hacían en silencio. HyungWon alcanzó a tomar el escritorio a tres lugares de él, quien se veía un poco aburrido mezclado cosas y tratando de no volarse ningún miembro importante.

Regresó la vista a los frascos, las etiquetas los clasificaban con símbolos en niveles de peligro. Al pasar sus dedos por las tapas, un zumbido en su mente le llegó en forma de susurros inentendibles, como voces antiguas que solía escuchar de pequeño. Sus manos entonces parecían tener vida propia, ya que, comenzó a mezclarlos ingredientes en un caldero lleno de agua hirviendo, una pequeña punzada en sus dedos le decía qué ingredientes tomar y dejaba de sentirla cuando era suficiente. Su estado de concentración le impidió ver que varios de sus rivales lo miraban como si estuviera loco, hasta que una de las vampiras y el elfo que parece haberse cizañado con él. Aprovecharon que el profesor de pociones se había detenido en la mesa de HyungWon y entretenerse con su nuevo juguete.

―Qué tenemos ahí ―dijo la vampira, sin entender qué estaba haciendo―. No huele como a una poción de atracción, o a algo comestible, ni siquiera como una maldición.

―Es un ignorante, mi querida Camille ―el príncipe elfo a que respondía al nombre de Nox, miró por encima de su hombro, JooHeon hizo todo lo posible por seguir adelante.

―Preocúpense por sí mismos, yo sólo estoy haciendo lo que me dicen ―tomó una botella con algo que parecía ser una especie de tónico con estrellas en su interior, lo agitó un poco y le gustó verlas bailar por su misterioso brebaje.

―Claro, como el perro que eres, sólo sabes seguir órdenes ―la mujer de colmillos prominentes quedó complacida con la mirada desconcertada y el latido acelerado de su corazón―. Mejor vuelve a la cama de quien sea que te acuestes y déjanos la magia a quienes sí la merecemos por mérito propio.

Debería estar acostumbrado a ignorar a personas tan envidiosas y ruines, pero él tenía el orgullo herido. Su mente se nubló entre pensamientos de ira, de responderles ya se con violencia o con pensamientos hirientes, deseaba con todas sus fuerzas encontrar la manera de hacerlos pagar. La fuerza y la magia corriendo por sus venas rompió la botella de estrellas y el vidrio se enterró en su mano; la sangre caliente no tardó en correr de su palma hasta la poción. Sus ojos se tornaron blanquecinos y en ellos se reflejaba un claro deseo de muerte hacia ellos.

Ambos se quedaron asustados por la explosión que vino con su furia.

No podía creer que estaría luchando por su vida. Mucho menos usando un ridículo disfraz entallado y una máscara. Todo esto parecía tan irreal, iniciando desde que despertó de su sueño.

La luz de los candiles a un lado de su cama, su cuerpo dolía como si hubiera trabajado sin descanso por varios días en los campos cuando era tiempo de cosecha. Su cabeza dolía, como si su cráneo fuera partido por la mitad junto a unas horribles punzadas que se sentían más como golpes con piedras que una jaqueca horrible. Se sobó las sienes y su vista se centró en la persona a su lado, HyungWon estaba dormido en la silla contigua al camastro, no recordaba mucho después de haber roto la botella de estrellas.

El crujido de su cama fue los suficiente para despertar a su amigo.

―Hola HyungWon ―dijo, su voz sonaba muy rasposa, como si hubiera gritado por horas hasta quedarse afónico―. ¿Qué pasó?

―Qué no pasó ―corrigió, se estiró en su asiento y se acercó para hablar más en privado―. Estás en muchos problemas con los elfos y vampiros.

― ¿Por qué? ―su voz sonó chillona a pesar de su condición.

―Cuando explotó tu poción, mataste a Nox y Camille ―dijo, HyungWon aún recordaba la explosión de vísceras y sangre en la sala, la agitación de los estudiantes y recordó cuando encontraron a JooHeon, con heridas graves que se cerraron en cuestión de segundos y su corazón latió después de haberse detenido―. Pero tú sobreviviste, no, moriste y luego regresaste.

―Eso es imposible.

Tanto un elfo como un vampiro son criaturas difíciles de matar, no cualquier arma podía atravesar su piel. Se sabía que los elfos envejecían de forma lenta y los vampiros de igual forma. Sólo armas de plata con un conjuro en específico, que ahora es completamente ilegal y se paga con la muerte o la tortura eterna, era lo que podría acabar con estas criaturas. Una simple poción que él no sabía qué haría al terminarla, sería capaz de provocar la muerte de esos dos.

―Parece ser que te gusta romper la palabra imposible ―la voz de su profesor hizo brincar a ambos, el vampiro y príncipe de la casa Bloodstone entró a la habitación, no lucía sus pendras típicas que mostraban sus brazos, ahora se cubrió con una capa oscura como la noche―. ¿Cómo lograste la inmortalidad?

― ¿Perdone? ― «¡¿Cómo que inmortalidad?!» gritó en su mente, todo le comenzó a dar vueltas.

―Esa poción que hiciste, de alguna manera alcanzaste lo que parecía sólo pertenecer a los dioses ―HoSeok se acercó y con un movimiento rápido hizo una herida profunda en su antebrazo, ambos amigos se quedaron en shock, pero la herida en JooHeon sanó en cuestión de segundos―. Ahora no creo que nada te pueda herir otra vez, al menos no físicamente.

JooHeon retiró su brazo de las manos más frías, sin poder creer que esto estuviera pasando.

―El príncipe heredero querrá saber qué clase de poción has hecho y tal vez te ponga en primer lugar de la competencia mañana cuando te lleve con él.

―Pero, señor ―le interrumpió, con miedo en su voz, HoSeok intentó no verse molesto por eso―. No sé qué hice, sólo seguí la instrucción de experimentar, pero no recuerdo con exactitud qué hice.

― ¿Qué? ―el vampiro quedó atónito, no podía creer que el prodigio de su clase haya hecho cosas por instinto, aunque tenía un poco de sentido―. Lidiaré contigo más tarde, hoy es el baile de aniversario de la escuela, ve al ala de los estudiantes y quédate a descansar ―se acercó para ponerle un conjuro que le devolvió la energía perdida en la explosión―. Tú ―señaló hacia HyungWon―. Debes ir al baile, mi hermano espera verlos, ya me las arreglaré para lidiar con tu amigo.

HyungWon no protestó, sólo se quedó en silencio, hasta que estuvo seguro de que el vampiro no podría escucharlos.

―Tenemos que sacarte de aquí ―HyungWon sacó una mochila de cuero que llevaba oculta en su capa con cosas de JooHeon―. Les diré a mis padres que te busquen el transporte más rápido a tu hogar, al fin no querrán manchar su costosa ropa para ir buscarte en lugares tan remotos.

― ¿Qué?

―Esos malditos orejones van a buscar venganza y no te aseguro que les importe que seas inmortal ―lo ayudó a parare de su cama y se lo llevó por los pasillos―. Quieren matarte o lo intentarán.

―El profesor HoSeok ¿lo sabe?

―No puede hacer nada, los elfos tienen una buena relación con la realeza vampírica y cuando sepan que has matado a uno de ellos, difícilmente no te van a favorecer, somos humanos ―decir su especie le produjo una sensación similar a ser golpeado―. No tienes muchas opciones.

― ¿Tengo algo más que sólo huir?

―Sí, pero no creo que quieras escucharla ―doblaron por uno de los pasillos, topándose con varios sirvientes que cuidaban del castillo.

―Claro que quiero ―se detuvo en una de las habitaciones, una sala de estudio que estaba completamente vacía―. No quiero esconderme con miedo, si tengo una alternativa mejor a esa, la quiero escuchar.

HyungWon suspiró y le contó el plan que terminó llevándolo hasta ese momento.

JooHeon era un humano, alguien que viene de un lugar olvidado por las nuevas ciudades, ni siquiera sabía leer o escribir bien; lo que lo hacía alguien con menos prestigio entre los aprendices y profesores. Su buena habilidad con la magia y ahora su descubrimiento de la inmortalidad sin condiciones, como las de los vampiros al depender de la sangre o de los elfos por buscar magia para mantenerlos vivos, no sería mérito suficiente para poder escudarse de la furia de políticos mágicos y xenofóbicos contra los humanos. Sólo podría respirar si hiciera una alianza con un miembro muy importante del comité del colegio y no uno cualquiera.

Dentro de la jerarquía del Colegio Real de Magia de Pandora, hay sólo tres miembros importantes: el príncipe HoSeok, segundo en la línea de sucesión y uno de los fundadores originales hace ya muchos siglos. El segundo en ser una opción viable era KiHyun de Escorpio, el hechicero de mayor renombre por su contribución al tratado de paz junto al último miembro de la jerarquía, el heredero de la realeza vampírica y el miembro más influyente en todo Pandora, el príncipe MinHyuk.

Si tenía el favor y protección de alguno de los tres podría pasar el resto de la prueba sin esperar a que alguno de los elfos los atacara. El hechicero no era una opción desde que escogió el camino de no comprometerse por el bien de su carrera, el temible príncipe heredero tampoco era una opción viable, ya que no permitía chantajes o si quiera tomar a un humano dado que no mostraba interés en nadie más que en su propia escuela y familia. Así que HyungWon trataría de convencer a HoSeok para que lo protegiera.

Era algo común en esta clase de pruebas que los aprendices se suicidaran o desaparecieran luego de abandonar la escuela, por lo que su "huida" sería pasada por alto si los elfos llegaran a secuestrarlo. JooHeon no quería vivir en miedo perpetuo por el resto de su vida y si el puesto de hechicero le garantizaría seguridad y el favor de un vampiro igual, entonces haría lo que fuera.

Bajó la vista y observó el frasco. HyungWon le explicó que era una potente poción de atracción, al momento de ser liberada en el ambiente, cualquier vampiro de entrar en un estado de sed tan grande y el pacto de sangre se haría sin dudar y se sellaría. El pacto, en palabras de HyungWon, era una especie de contrato en el cual ofrecería su sangre a cambio de casi cualquier cosa.

Estaba muy asustado, nunca antes lo habían mordido y por lo poco que ha escuchado de sus compañeros y su amigo, es que duele mucho cuando es unilateral, por lo que tendría que convencerse de que deseará la mordida de un vampiro por su bien.

El sonido del cerrojo lo sorprendió y se dio valor para enfrentar a quien entró en la habitación, sólo que se llevó la sorpresa de encontrarse con otro vampiro.

«Estoy muerto.» Fue lo primero que pensó al verlo.

Necesitaba un respiro de todos.

Recorrió los pasillos mientras su cabeza le dolía como si se hubiera arrojado al fuego, no era una comparación que le gustara hacer, pero la sensación era parecida. Desde que su madre bajó de su carruaje, sólo ha escuchado de las posibles citas a las cuales introduciría esa noche. Trató de convencerla de desistir, pero ella era una mujer terca; siguió hablando hasta que fue momento de prepararse para la velada. Creyó por un momento que si la dejaba hablar de sus posibles reinas y reyes consortes la haría callarse el resto de la velada.

Se equivocó.

En cuento la fiesta inició después de su discurso de bienvenida, lo abordó tan pronto se acercó a HoSeok para preguntar por qué faltaban aprendices. No venía sola, tenía del brazo a la hija de un político importante que no se molestó en memorizar su nombre después de la presentación. Siempre hablando lo básico y despidiéndose con cortesía, pero en cuanto despachaba a uno, otro candidato aparecía. Hasta que llegó a un punto en el que arrastró a su madre a la privacidad de un balcón.

―Te lo advierto, este es mi hogar madre ―le dijo en voz baja, la reina Sora hizo un gesto de restarle importancia.

―Eres un adicto al trabajo, necesitas encontrar a tu consorte cuanto antes y darme herederos ―dijo, MinHyuk hirvió en rabia.

―Es tu última oportunidad, si vuelves a mencionar algo sobre el matrimonio ―sus ojos rojos brillaron con fuerza, haciendo retroceder a la reina―. Te sacaré de mi palacio y si haces un escándalo de eso, renuncio a la corona.

No la dejó contestar, no estaba de humor para recibir otras amenazas, por lo que se escapó a uno de los pasadizos secretos dentro de su castillo y buscó la habitación más tranquila.

Mientras caminaba por los pasillos de piedra, pensaba en lo bien que le haría renunciar a su puesto como heredero, la libertad que podría otorgarle casi lo hace sonreír. No más matrimonios que no quería, no más presiones por la sociedad de escoger compañeros de sangre, no más sermones de su madre por no darle hijos fuertes para mantener el linaje de los Bloodstone vivo. Pero ninguno de sus hermano o hermanas era capaz de sostener el peso de su reino por su cuenta, no tenían el temple de acero o la influencia política de MinHyuk, podría ayudarles, pero los señores a su servicio y aliados no les parecerían ayudar a extraños.

Cuando entró, no se dio cuenta de que alguien más estaba en la habitación por el peso de sus pensamientos que le robaron su atención sobrenatural.

―Lo siento, no sabía que había alguien aquí ―dijo después de notar a un joven parado al pie de la ventana.

―No te preocupes, sólo esperaba a alguien ―notó que el ritmo cardiaco le aumentó en un segundo y luego se relajó, también le sorprendió la informalidad con la que le dirigió la palabra.

― ¿Hablas así con todos tus superiores? ―enarcó su ceja, aunque en la oscuridad JooHeon no distinguía nada.

― ¿Es usted un profesor? ―su pregunta lo tomó de sorpresa.

Era imposible que no lo reconociera, aunque ambos estaban usando máscaras, por lo que podría tomar la oportunidad para respirar sin que alguien lo considerar vulnerable.

―Olvídalo, ¿no deberías estar en baile con los demás? ―se acercó hasta la ventana, el cielo estrellado con las tres lunas estando a punto de alinearse le daban paz―. Los chicos de tu edad no podrían esperar a que fuera un baile.

―Había mucho ruido ―mintió, aunque dudó que un vampiro como él descubriría el aumento en su ritmo cardiaco, lo que delataba su mentira. Sin embargo, MinHyuk lo dejó pasar por alto―. ¿Escapa de alguien?

― ¿Cómo lo sabes? ―inquirió, muy sorprendido de que notara sus intenciones.

―Tal vez reconozco a alguien que se huye cuando se siente abrumado ―era lo que él hacía la mayoría de las veces.

MinHyuk rio.

Era increíble lo bien que se sentía hablar con alguien que no fuera sobre magia, política o sobre posibles matrimonios. Resultó que el chico que estaba a su lado era mucho más interesante cuando hablaba de su pueblo natal, un paraje que, al no ser tocado por la civilización, la sencillez de la vida rural era su mejor encanto; además, en su voz y el olor emanando de él era algo que le capturó de inmediato. Y todo lo hacía mucho más relajante cuando la lluvia llegó a su castillo.

La risa sincera de ese vampiro rompía todo dentro de la imagen que cualquiera le haya pintado sobre él, JooHeon se sintió casi culpable por obligar a su hermano a tomarlo como una especie de esclavo de sangre. Apretó la botellita que ocultaba detrás de la espalda, tendría que buscar una forma de hacerlo salir antes de que HyungWon llegara con el profesor de pociones.

Un relámpago lo tomó por sorpresa, su magia en forma de una onda eléctrica fracturó el cristal y se incrustó por la tela del guante hasta perforar la carne.

― ¿Está bien? ―MinHyuk se acercó y tomó su mano en cuanto el olor de la sangre llegó a sus fosas nasales.

―Aléjate ―lo empujó, pero el vampiro mostraba más fuerza para soportar su pequeño empujón.

―Intento ayudarte, no soy una bestia sedienta como...

El olor de su sangre fue más dulce, como si fuera una droga impregnada en el aire, como si unas manos invisibles le acariciaran su piel hasta ponerla caliente. Sus colmillos dolían y su garganta se secó a niveles impensables, el brillo en sus ojos fue similar al efecto de los rubíes brillando contra la luz del sol. JooHeon tembló de miedo y excitación.

Era la poción, lo sabía, pero no pudo evitar soltar un jadeo cuando el vampiro lo acorraló contra la columna de la ventana. Su pulso se aceleró cuando tomó su mano sana y la puso por encima de su cabeza mientras que la herida fue la que recibió la atención de su lengua. El toque frio de la piel de MinHyuk junto con la ferocidad con la que limpiaba su herida despertaron todo deseo en él.

―Detente, no eres tú ―susurró, muy atento a las acciones del vampiro―. Por favor.

―Calla, pequeño humano ―su voz, tan suave como la seda casi le hace gemir, la pierna del vampiro se coló entre sus piernas y acarició la erección oculta tras la tela―. ¿En serio vas a negarle al futuro rey su derecho por probar tu sangre?

―No puede ser ―su respiración se cortó, debería ser una broma, él no podía ser el príncipe MinHyuk, sería una ironía de mal gusto.

―No pienses mucho ―dijo antes de tomar sus labios en un beso hambriento.

JooHeon ha besado en muy pocas ocasiones, siempre era torpe, por lo que seguirle el paso a un vampiro del calibre de MinHyuk le costó un poco, pero sus labios fueron dejados de lado para que la mano herida fuera otra vez el centro de atención cuando la sangre volvió a surgir. Quería gritarle que se detuviera, pero el aroma a lavanda que tanto le recordaba a su hogar lo volvieron más receptivo y menos consciente de la influencia que tenía MinHyuk sobre él.

Su brazo se adormeció después de un rato en esa posición, algo que MinHyuk no pasó por alto y lo dejó ir, seguro de que no se escabulliría. JooHeon, completamente a merced de MinHyuk; logró subir su trasero hasta una sobresaliente de la columna y encontrar apoyo. Sus brazos atraparon el cuello ajeno, sus manos escudriñaron las hebras negras y plateadas, mientras estaba atento a los besos que MinHyuk repartió desde su muñeca hasta su antebrazo descubierto por su misma ropa, delineando con su lengua la vena que lo llevaría a la locura si no probaba aún más la sangre de este humano.

Al levantar la mirada, JooHeon vio que la luz de los pocos candelabros encendidos, le daban calidez al rojo en los iris de MinHyuk. Con sus sentidos adormecidos por una nueva clase de fragancia viniendo de él, sus fuerzas lo abandonaron por completo cuando la nariz más fría acarició su cuello, su piel se erizó de sentir el aliento y casi podría haberse corrido con el simple roce de sus labios.

MinHyuk no sabía si era la pócima o de verdad el chico tenía un aroma tan atrayente como para doblegar por completo todo su autocontrol y deleitarse con el gemido sonoro que arrancó al humano en cuanto sus colmillos perforaron la tierna carne. Bebió muy poco, apenas un sorbo, pero sabía cómo si hubiera saciado una sed que no sabía que tenía. Nunca el sabor de otro tipo de sangre le produjo tanto placer como esa; sus nervios pudieron sentir algo similar a una descarga eléctrica, su piel tersa se volvió más sensible, incluso la tela le excitaba con el más ligero de los roces.

No eran sus sensaciones, eran las de JooHeon que de alguna manera lograron combinarse con las de MinHyuk, donde no sólo pudo distinguir un genuino placer de parte del humano por haber sido mordido, también encontró un poco de la verdad a través de su sangre. Todo le cayó como un balde de agua fría, aunque el frenesí de la sangre y lo íntimo de la mordida los hizo explotar de placer.

Deseaba interrogarlo a fondo para saber cómo diablos es que alguien de su nivel hizo una poción tan potente, del por qué estaba en peligro como para recurrir a medidas tan desesperadas; pero la interrupción de la puerta y el suspiro de la reina Sora los tomó por sorpresa.

La presencia de su madre no sólo lo hizo retomar el control sobre su compostura, si no que maldijo en todos los idiomas conocidos al destino que le ha hecho decir una vil mentira para proteger su reputación al declarar que el chiquillo era su compañero de sangre, uno que tomó a base de engaños y misterios.

HyungWon y JooHeon estaban sentados en los dos sillones frente al escritorio de MinHyuk, siendo analizados de pies a cabeza, muy seguramente también estaría escuchando sus latidos para saber si decían la verdad, al tiempo de relatar su historia.

―Entonces creían que por convencer a mi ingenuo, por no decir estúpido, hermano menor solucionarían su pequeño problema ―al momento de mencionarlo, HoSeok estaba en el lugar más alejado de la habitación y se encogió por sentir su furia creciendo en su tono de voz―. ¿Acaso no pueden ser más tontos?

Los dos amigos se hundieron aún más en sus asientos, MinHyuk contó hasta diez en su mente.

―Aunque tienen razón, la posición del aprendiz JooHeon le hubiera impedido tener alguna garantía de seguridad ―el brillo en los ojos castaños de su nuevo compañero de sangre, le recordaron un poco a los cervatillos cuando veían a sus madres enseñarles a caminar por el bosque―. Aprendiz HyungWon, hermano, déjenos un momento a solas.

―Como desee, su Alteza ―HoSeok le dio una reverencia y se retiró al mismo que HyungWon, quienes titubearon un poco por saber quién saldría primero y con sólo una batalla de miradas, el humano fue el vencedor.

MinHyuk todavía no quería lidiar con su hermano y su nuevo capricho por un humano noble, eso lo haría más tarde, por ahora, tenía ciertos cabos que atar. El silencio fue lo que habitó por un buen rato entre ellos mientras el vampiro trabajaba a la luz de las velas, escribiendo de manera pulcra y perfecta sobre los pergaminos, pasando sus ojos entre el papel, la tinta y un poco a JooHeon.

Todavía seguía escéptico a que un par de humanos jóvenes tuvieran tantos talentos en la magia. El chico noble, al que ahora ya recuerda como HyungWon, pudiera hacer pociones tan potentes que hasta vampiros como él pudieran caer como si fuera un recién convertido, se sintió aliviado de saber que el chico no sería una decepción. El que más le interesaba era JooHeon, desde que lo tomó como compañero de sangre, pudo saber que la magia era fuerte en él.

Una de las grandes habilidades que ha adquirido como hechicero y vampiro, es saber si alguien era apto para usar la magia por el sabor de su sangre. JooHeon tenía un sabor similar al aroma de la lima y la mantequilla confitada, dulce. En cada aprendiz que ha pasado por su castillo, recuerda cada sabor por las muestras de sangre que solicitaba al inicio de su aprendizaje. No recordaba ese sabor tan fuerte la primera vez que probó su sangre, no era tan especial como ahora. Suponía que la magia se retrasó, hubo dos casos en los que varios aprendices cambiaron tanto que su progreso asustaba a sus compañeros. JooHeon podría ser uno de ellos, se lo decían los reportes de los profesores sobre su excelente instinto por hacer cosas inesperadas, que supo aprender lenguas de criaturas mágicas y las modernas de Pandora y ahora, había creado la inmortalidad en una botella.

Si casi todo lo hizo por ingenuidad o por "accidente", como le gustaba decirle, entonces no sabría qué esperar del chico cuando acabara el año de selección.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el incesante bamboleo de los dedos de JooHeon en su rodilla y su pierna izquierda daba pequeños golpes al piso alfombrado.

― ¿Tienes algo qué preguntar? ―siguió leyendo sus papeles, ahora estaba tratando de revisar los últimos detalles sobre una cena especial por el aniversario del colegio en el que tendría que presentar a su nuevo compañero de sangre ante la sociedad.

―Dijo que me quedara, que tenía algo que decirme ―su voz denotaba un gran cansancio y ansiedad, su corazón también lo delataba.

Reconocía esos síntomas.

Cuando un vampiro y un humano forman un pacto de sangre en el que el humano se convierte en su única fuente de alimento hasta la muerte de cualquiera, los primeros días sienten una euforia tan grande que no pueden descansar, pero lo siguientes diez días desarrollarían una ansiedad por ser mordidos. Los colmillos de un vampiro tienen una toxina que produce un efecto afrodisiaco al momento de la mordida, inhibiendo la sensación de dolor en su compañero, la toxina no para de secretarse hasta que ser termina el proceso de alimentación. Aun así, quedan residuos tanto en el tejido muscular como en el torrente sanguíneo y nervios, por lo que genera un estado de dependencia hacia la mordida.

Por eso los humanos que se convertían en compañeros de sangre de vampiros, requerían un entrenamiento de mínimo dos años, en los que se les inyectaba en soluciones de toxina donada por el vampiro con el que hizo un acuerdo y agua para que no desarrollen una dependencia tan alarmante.

MinHyuk suspiró.

―Ven ―dejó sus papeles de lado y los colocó en un cofre done estarían a salvo hasta que volviera a trabajar.

― ¿Qué? ―preguntó, no muy seguro de haber escuchado bien.

―Sé que tienes algo decencia omitiendo la frase: "Muérdeme" desde que llegaste ―comenzó a desabotonarse la chaqueta de terciopelo cobalto, incluso su camisa blanca―. También me dice que tampoco quieres este lazo, confirmando que lo que hicimos fue una accidente ―JooHeon asintió, de verdad que no quería involucrar al futuro rey de los vampiros en su estúpido plan.

―Sólo quería protegerme de ellos ―dijo, a su memoria llegaron los insultos y bromas pesadas sobre su origen y especie―. No quería comprometerlo, usted fue bueno conmigo en la habitación.

―Lo sé ―alzó la mirada, esos ojos rojos no eran fríos como el acero, mostraban algo de compasión por él, no de mala manera―. Así que te propongo un trato ―se acercó hasta uno de los gabinetes de su oficina y tomaba una copa de vino y la llenaba ante la atenta mirada de JooHeon―. Mientras tengamos el pacto de sangre, serás presentado como alguien de la nobleza, diremos que eres un pariente de tu joven amigo, el lord de Piscis, y entrenarás para verte como tal.

―Pero ―su cerebro comenzó a procesar sus palabras―. Las clases son casi todo el día, apenas y tenemos tiempo para comer o estudiar.

―Por favor JooHeon ―replicó MinHyuk con ironía―. Eres el mejor de la clase, te las arreglarás sin estudiar.

JooHeon frunció el ceño e hizo mohín con sus labios. Para MinHyuk era peor que lidiar con un niño de seis años.

―Está bien, pero no voy a usar trajes muy apretados y tratar con amabilidad a esos elfos hipócritas ―sentenció.

―Cuando lo haga oficial, ellos no podrán ni dirigirte la palabra si no quieren terminar sin su cabeza ―lo miró interesado por esa parte―. Mi nombre junto al tuyo en sí mismo es un escudo físico, tendrás que lidiar con los ataques emocionales lo mejor que puedas, pero si algo afecta tu mente, házmelo saber ―leyó en su gesto que había herido su orgullo de hombre―. No es por lo que piensas.

― ¿No?

―Tus emociones afectan el estado de tu magia y la calidad de tu sangre. Te necesito sano mientras descubro una manera de romper el pacto de sangre sin que mueras ―explicó, el chico lo sospechaba, había estudiado un poco del tema después de formar el lazo―. Si quieres callarles la boca para siempre, gánales el puesto de hechicero, entonces ya no necesitarás de mí. Por lo mientras ―con su propia uña abrió la carne y dejó que unas cuantas gotas de su sangre cayeran en el líquido que se tornó más oscuro―. Cumplirás mis órdenes al pie de la letra: entrenarás con el aprendiz HyungWon para evitar las preguntas de mi madre. Vendrás unas dos horas antes del amanecer para fortalecer tu adicción a mi veneno y no te convertirás en alguien dependiente de mí. Estudiarás para no ensuciar el nombre de mi escuela y romperemos el lazo antes del año.

Un periodo crucial en los actos de sangre, eso ya lo sabía JooHeon. Mientras investigaba, encontró que los pactos de sangre menos fructíferos en la historia se debían a los nulos encuentros entre ambas partes. Ya que como en los pueblos de su misma especie, algunos pactos eran concertados por cuestiones políticas o asuntos entre familias, lo que no lograba una alta compatibilidad entre el donante y el vampiro. Así que suponía que mientras menos se frecuentaran para intercambiar sangre, habría más posibilidades de recuperar su libertad.

―Acepto ―dijo, un brillo de determinación se asomó por sus ojos castaños, MinHyuk asintió y le tendió la copa.

―Te ayudará a no sentirte tan "atraído" a mi mordida ―JooHeon tomó todo de un solo trago―. Aún así, tengo que beber cada cierto periodo de tiempo.

― ¿Tienes sed? ¿Ahora? ―quien sabe cuántas veces MinHyuk ya había sonreído por las exageradas reacciones del humano.

―No voy a tomar mucho, sólo es para calmar esta estúpida sensación en mi garganta ―explicó, fue hasta el sofá, JooHeon tampoco puso demasiada resistencia, pues aún le daba curiosidad saber qué más podría sentir cuando lo mordiera―. Escucha, cuando tome un poco de tu sangre hay dos opciones para que no te vuelvas adicto a mi veneno. La primera es el sexo para desviar el enfoque de placer a algo carnal, funciona mejor que lo segundo.

― ¿Y eso es? ―inquirió.

―La segunda opción es recurrir a una droga hecha a base de la fruta de corazón de León.

―Oh.

Lo había estudiado con HyungWon, ese fruto de un color y sabor muy particular era usado por pocas parejas de pactos de sangre. Cuando se llegaba a abusar de las dosis y por un periodo largo de tiempo, causaba fallos al corazón, iniciando como una tristeza efímera hasta una depresión demasiado grande que terminaba por matar al corazón al desgastarlo, ya que la droga para ser asimilada disminuye el trabajo de éste órgano.

― ¿Tenemos un trato? ―preguntó al tomar su mano, de donde se desprendía su dulce aroma, JooHeon tragó en seco y sólo atinó a asentir.

Con su permiso y el plan en movimiento, MinHyuk besó la muñeca, donde pudo palpar el pulso con sus labios. Era como una canción con ritmo constante y perfecto, algo que le gustaba demasiado a MinHyuk, el orden de las cosas. JooHeon muy en el fondo le parecía interesante ver como un pequeño estímulo, como su sangre, podía hacer cambiar de actitud a alguien.

Sus pensamientos dejaron de ser analíticos para que sólo se concentrara en las caricias que el vampiro comenzó a darle, con besos escalando de su brazo a su hombro. Ni siquiera se dio cuenta cuando MinHyuk deslizó la tela y pellizcó la piel con sus colmillos, soltó un suspiro suave cuando desvió su boca hacia la suya.

«Eres impaciente.» leyó en su mirada antes de besarlo.

JooHeon cerró sus ojos y se dejó llevar por el dulce aroma que venía de la boca de MinHyuk, había pasado ya un tiempo dese que su último amante lo tratara con suavidad, aunque la manera tan delicada con la que MinHyuk acoplaba sus labios con los suyos o de cómo es que de a poco, logró acostarlo en el sofá le estrujaron en corazón. No sabía qué tanta libertad le daría MinHyuk, así que decidió aprender a ciegas. Llevó sus manos por el pecho hasta los hombros, sus dedos se enterraron en la cabellera oscura, extrañaba un poco de esa sensación de alivio cuando experimentaba el calor de una pareja, entonces fue aún más audaz al elevar las caderas y rozar su pelvis.

Ambos soltaron un gemido y MinHyuk quedó aún más sorprendido de ver qué tan atrevido era ese humano, al menos no iba a tratar con alguien tímido e inexperto, la parte del sexo sería más sencilla de sobrellevar. Abrió por completo la camisa de su aprendiz y ver que su pecho era trabajado. Sus fríos dedos tocaron primero uno de los pezones con lentitud en la punta y luego lo delineó hasta la aureola. Los dos parecieron tener el mismo pensamiento pues, sus manos se encontraron a medio camino hacia la parte inferior de sus cuerpos, no hubo necesidad de decir algo, desataron los cordones de sus pantalones y liberaron sus erecciones para que éstas disfrutaran de los roces entre ambos y las manos que aumentaron el placer al tocarse. JooHeon comenzó a soltar perlas blancas por el contraste entre las temperaturas de sus cuerpos, aunque MinHyuk también comenzó a soltar un poco de su propia semilla al sentir la suavidad y calidez del miembro de JooHeon.

MinHyuk decidió que su sed era casi insoportable, por lo que mientras JooHeon seguía masajeando su miembro dio un beso muy profundo en su cuello. JooHeon gimió aún más fuerte cuando sintió los colmillos perforar su piel.

Cuando su sangre entró en su boca y fue consumida por su cuerpo, le permitió saber parte de los sentimientos de su aprendiz.

Dicha. Euforia. Placer. Curiosidad. Ansiedad por más. Necesidad de seguir así.

En cuanto ese último pensamiento comenzó a formarse, se apartó de su cuello y puso más empeño en rodear el grueso miembro de JooHeon con su mano y bombearlo hasta que el chico se vino en gritos llenos de placer al mismo tiempo que él fue estimulado con la misma fuerza.

Ambos, sin aliento y con sangre sobre sus cuerpos, no sabían qué decirse sin morir de vergüenza. MinHyuk se sentía como si tuviera un siglo de edad, inexperto socialmente y caliente por seguir probando el cuerpo de su compañero de sangre.

El entrenamiento fue duro por dos meses, nunca pensó que el hechizo y pócimas para aumentar su estamina y resistencia física fuera lo que tendría que realizar casi a diario para aguantar todos los días.

Después de su primer encuentro sexual con MinHyuk parece que quería fundirse en su cuerpo, aguantó lo mejor que pudo por dos semanas antes de que la necesidad de tener sexo fue casi insoportable y tuvo que buscarlo, con lágrimas en sus ojos y pedirle por una mordida combinada con el sexo. MinHyuk no mostró tampoco la voluntad que se propuso en un principio y terminaron teniendo sexo por dos días enteros.

No podían culparlo por anhelar el gentil toque en su cuerpo en los juegos previos antes de que lo tomara o mordiera sin compasión, lo vergonzoso de esa ocasión fue el haberse desmayado tres veces mientras llegaba al orgasmo. El vampiro nunca lo juzgó, pero desde ese día aprendió a conjurar en su propio cuerpo y aguantar mejor el paso de un vampiro como MinHyuk.

Aunque el sexo era la mejor parte de su nuevo contrato, tuvo que admitir que la cara de sus rivales al enterarse en palabras el propio MinHyuk que era su compañero de sangre, fue como casi tocar el cielo. El hecho de que se volvió intocable y se salvó de la ira de los elfos, le ayudó mucho a mejorar su magia. No sólo por las expectativas que tenía consigo mismo, sino porque MinHyuk le dejó muy en claro que su estatus no lo iba a eximir de las pruebas, al contrario, serían mucho más difíciles.

Para él, la magia era como respirar. Cada reto que le proponían, los superaba con creces y cuando no se sentía tan confiado, siempre tenía a HyungWon para lidiar con los problemas que él no lograba resolver por su cuenta. Con el paso de los meses, las clases de etiqueta fueron su mayor problema, así que cuando era llevado a cenas importantes en la sociedad de vampiros se sentía tan incómodo que casi le suplicaba a MinHyuk que lo llevara de nuevo a la seguridad de su habitación en el Colegio real de Magia.

― ¿En qué tanto estás pensando? ―la voz de su compañero de sangre lo devolvió al presente.

Estaban en uno de los jardines privados del castillo en los cuales, MinHyuk dedicaba gran parte del adiestramiento de JooHeon para convertirlo tanto en un miembro de sociedad respetable, solían dedicar más tiempo para aprender de magia y recordar la pócima que le dio la inmortalidad. Hasta ahora, iban a mitad de camino, aunque su relación, por otra parte, parece haberse entibiado aún más.

Los primeros días eran como si JooHeon le hablara a un anciano cansado y poco interesado por dedicarle tiempo a alguien más que no fuera su propio trabajo. Sus visitas y sonrisas fueron las que de alguna forma, atravesaron las defensas que el mismo vampiro interpuso con cualquier ser vivo. Por lo que a veces lo atrapaba viéndolo con un sentimiento diferente al aburrimiento.

―Nada en concreto ―respondió tomando un pequeño pastelillo de limón, se levantó de su silla y caminó por el pequeño quisco de margaritas y amapolas blancas, comió con el postre con la delicadeza que se esperaba de él―. Llegó a mi mente la prueba de transformaciones ―su tutor alzó la ceja extrañado―. Si querías hacer las cosas más complicadas, debiste poner retos más interesantes que adoptar una forma animal.

―Por los dioses ―su sonrisa de complicidad y juguetona, le avisaron que las cosas se pondrían un poco calientes―. ¿Desde cuándo mi aprendiz se atreve a cuestionar mis métodos de enseñanza? ―se levantó de su asiento y se acercó por detrás, su aliento chocó en su cuello―. Tal vez debería adiestrarte mejor para que no cuestiones a tu maestro.

Sólo sonrió al sentir las manos frías encontrar un camino debajo de su ropa hasta su pecho. Buscó apoyo en la columna de piedra blanca, sus pantalones terminaron en el piso más rápido de lo que en otras ocasiones y soltó una pequeña risita al notar que el gran señor vampiro era peor que un adolescente recién descubriendo el mundo de las relaciones sexuales.

―Bésame, MinHyuk ―volteó el rostro y fue complacido en su deseo, los labios fríos se acoplaron con los suyos, pero cuando comenzó a sentir los colmillos de MinHyuk, éste se apartó.

―No debería consentirte después de lo que dijiste ―otra vez estaba ahí, esa sonrisa tan juguetona y provocativa, únicamente destinada para él―. Tal vez no te muerda hoy ―soltó un jadeo cuando el primer dedo entró en su trasero y los movimientos circulares no tardaron en dilatar poco a poco su interior―. Podría dejarte sin orgasmo por sólo decir que la prueba de cosa de niños, Honey ―su miembro palpitó por el sobrenombre dado hace unos pocos días.

―Por favor ―suplicó, casi sin aliento cuando entró otro dedo y sus caderas se balanceaban para poder sentir más placer―. Tómame, lléname.

―Que chico tan indecente ―con su mano libre tomó las manos de JooHeon, que se aferraban a la columna con fuerza, y las colocó sobre su cabeza, donde con un hilo dorado hecho de pura magia las restringió y el tercer dedo le ayudó a dilatar con más rapidez a su amante―. Sólo porque hoy tengo un buen humor, haré que te sientas bien.

Le dio unos besos en su nuca y tomó uno de sus muslos, elevando su pierna y tener mejor acceso a su entrada, palpitante por ser llenada. MinHyuk bajó sus pantalones, revelando su erección con el líquido preseminal escurriendo desde la punta. Sabía que tendría que dedicarle un poco más de cuidados luego de penetrarlo sin ayuda de un lubricante, pero por ahora sólo se centraría en buscar placer para ambos.

Con cuidado se adentró en su trasero, deleitándose con los gemidos sonoros saliendo de lo más profundo de su garganta y sólo comenzó a moverse cuando se aseguró que su miembro entrara por completo en el interior estrecho de JooHeon. El vaivén entre sus cuerpos en un principio fue lento, hasta que los sonidos obscenos de sus pieles cochando entre sí fue lo único que sonaba con más fuerza en el jardín, con las lunas en su fase de cuarto menguante fueron sus únicos testigos.

MinHyuk sintió el estómago de su aprendiz tensarse con mayor fuerza y antes de dejarlo correr, mordió el cuello de JooHeon y llegar al orgasmo por la combinación de los sentimientos de su compañero y los suyos. Le encantaba morderlo justo antes de venirse, ya que la forma en la que su humano explotaba de placer, lograba contagiarlo y hacerlo tener los mejores orgasmos que sólo morderlo en cualquier punto del sexo.

Cuando tomó lo necesario, lo llevó hasta la silla más cercana y ayudó a curar un poco del enrojecimiento en su entrada con magia curativa combinada con su sangre de vampiro, que era la que tenía muchas más propiedades curativas si usaban un conjuro bien hecho que la medicina tradicional. Luego también curó los posibles hematomas que hubieran aparecido sin su magia. JooHeon lo observaba con una sonrisa, como si ese vampiro no lo fuera a abandonar después del año, a veces no podía evitar pensar que sería una lástima perder a un amante tan atento.

No sólo porque cuidaba de él con mucha paciencia y esmero. Siempre era más delicado cuando tomaba sus manos o piernas, donde concentraba su magia para hacer que el dolor o cualquier entumecimiento se desvanecieran al tiempo que sus frías manos recorrían su piel. En esos últimos días no dejaba de pensar que tal vez no deseaba romper su pacto de sangre, siempre que estaba con MinHyuk, JooHeon se sentía seguro a un nivel más íntimo, podría dejarle su corazón y sabría que el temido señor vampiro no le haría un daño tan irreparable y eso le entristecía más, porque en realidad no sabía si su compañero de sangre podría albergar sentimientos por él, no como los que JooHeon comenzó a desarrollar con rapidez.

―Tengo que irme ―anunció luego de que el vampiro lo ayudó a arreglar su ropa y levantarse casi de un salto, evitando mirar a MinHyuk―. Se me hace tarde para las clases con el profesor HoSeok.

―JooHeon ¿qué? ―no lo dejó terminar, se había marchado tan deprisa que ni sus sentidos aumentados procesaron el repentino abandono, algo anda mal, lo supuso porque su hermano apareció a los pocos segundos en que perdió a JooHeon de vista. Se prometió buscarlo para hablar sobre su repentino cambio de humor, por el gesto serio de su coqueto hermano menor y un pergamino con el sello de su casa lo hizo adoptar la faceta del príncipe vampiro―. ¿Qué es eso?

―Lo encontré ―le dijo al momento de entregarle el pergamino―. Es la forma definitiva de romper el pacto de sangre que buscabas, sin matarlo, sin dolor y no hay secuelas graves para ambos.

MinHyuk sintió un peso que jamás pensó experimentar al momento en que la noticia llegó a sus oídos. Se supone que debería sentirse aliviado, aunque no podría engañarse. El tiempo en el que la dulce sonrisa de JooHeon ha mejorado sus días, su tenacidad en sus estudios e incluso su actitud atrevida cuando estaban solos, fue algo que no supo cuando fue que le afectó tanto, que la simple idea de romper el pacto se sintió sin importancia. Tal vez así se sentía enamorarse.

― ¿Cuándo quieres iniciar? ―la voz de HoSeok lo despertó.

―Tranquilo ―le sonrió, HoSeok se quedó paralizado cuando el fuego que surgió de su mano quemó el pergamino y lo redujo a cenizas―. Ya no lo necesito.

Le dio unos golpecitos en su hombro y se marchó de lugar. Tenía mucho que procesar, ya que el tener sentimientos románticos no eran algo que el gran futuro rey de los vampiros pudiera sobrellevar en una noche. 

Maldiciones.

Son lo único en lo que pensaba cuando su madre le soltó la verdad en su cara.

― ¿Cómo pudiste manchar tu reputación con un plebeyo de cuna tan baja? ―fue la primera vez que ella se mostró tan decepcionada de él―. ¡Respóndeme MinHyuk!

No tenía de cómo fue que su madre se enteró de la verdad tras la identidad de JooHeon, aunque muy seguramente los elfos, que fueron eliminados para que JooHeon y HyungWon obtuvieran el título de hechiceros junto a otro humano, tuvieran algo que ver. Cuando la fiesta estaba en su máximo esplendor, su madre lo llevó hasta la privacidad de una habitación, sólo para decirle eso.

―Exijo que rompas el pacto ahora mismo ―ordenó Sora, con su voz imperiosa, tratando de disfrazar la desesperación que sentía porque las demás casas de Pandora supieran del desliz de su primogénito.

Aunque la reina de los vampiros nunca contó con que el corazón de MinHyuk había cambiado y tampoco estaba dispuesto a hacer algo que no deseara, como dejar a JooHeon atrás.

―Es tarde madre, se ha cumplido el año ―dijo, el rostro compungido de la mujer que le dio la vida no le dolió para nada―. JooHeon es inmortal por mérito propio y ganó el título de hechicero sin mi ayuda, su lugar es a mi lado, nada de lo que hagas cambiará eso.

―Muchacho insolente ―levantó la mano para abofetearlo, pero su hijo fue más rápido y le detuvo la muñeca con su mano―. ¿Te atreves a tocar a tu reina? ¿A desafiarla por un puto cualquiera?

―He hecho de esta familia el mejor legado que puedas desear, incluso acepté a los más desastrosos de tu progenie como mis aprendices y ahora son vampiros decentes ―gruñó, su madre lo miró asqueada de ver la osadía de su hijo―. Traje honor, riqueza, poder y tú misma lo dijiste: Me gané el derecho de escoger a mi consorte.

Tanto HoSeok, quien se coló en la discusión y darle apoyo a su hermano, como su madre quedaron boquiabiertos por la respuesta de MinHyuk.

―No estarás hablando enserio ―frunció aún más el ceño y sus ojos se inyectaron de sangre.

―Tienes dos opciones madre ―soltó la muñeca de la reina y algo en su aura cambió, MinHyuk se mostraba más majestuoso que la propia vampiresa―. Puedes fingir estar de acuerdo y aceptar a JooHeon como mi consorte.

― ¿Y la segunda opción?

―Abdicaré mi derecho al trono ―su madre quedó aún más indignada y sorprendida, nunca antes su hijo había actuado tan impulsivamente y menos por otra persona o criatura.

Tampoco algo que MinHyuk cuerdo diría, pero el cambio que le trajo JooHeon lo ha hecho alguien diferente.

Desde esa primera vez que tuvieron sexo, notó que la calidez de su cuerpo transcendía más allá de lo carnal. Sus caricias, sus besos, sus jadeos, sus suspiros, todo él parecía estar hecho de una especie de magia sanadora, logró atravesar toda defensa existente en ese cuerpo frío para tocar su alma y llenar su mundo de colores, se volvió adicto a JooHeon.

Por la manera en la que reía disimuladamente cuando superaba sus pruebas sin esfuerzo algo, mostrando su preocupación cuando a veces no paraba de trabajar y conseguía distraerlo con sus terribles chistes sin gracia, sólo su risa lo volvía más dócil. O también estaban los gestos tan banales como llevarle flores o un detalle que él mismo fabricaba con perlas y amatistas, sus piedras de nacimiento, para hacer su día más llevadero.

Incluso en los momentos difíciles en los que le dedicó palabras crueles, ver su gesto altivo para tener siempre la razón. Su aura decaída cuando veces los días eran tan malos, aún así, JooHeon encontraba la manera de emanar alegría.

Perder a alguien que fácilmente opacaría al sol no era un lujo dispuesto a perder; porque en su sangre y en pequeños gestos, sabía que el humano estaba enamorado de él. MinHyuk no podía decir lo mismo porque nunca se había enamorado o llegó a sentir algo similar al amor romántico. JooHeon es quien lo guio por ese camino y no iba a dar marcha atrás sólo porque su madre lo decía, ya estaba harto de nunca llenar sus expectativas, si no podía gobernar bajo sus términos, entonces renunciar al trono sería lo mejor.

―Estás loco ―la reina Sora caminó hasta él y lo tomó de las manos―. No puedes dejar a tus hermanos y hermanas tomar el trono, sólo me traerán desgracia y deshonor.

―Te equivocas madre ―miró a su hermano HoSeok, el segundo en la línea que se mostraba sin sentimientos y escuchando cada palabra―. Cualquiera hubiera sido una buena elección para ser el siguiente gobernante vampiro, así que puedes estar tranquila ―le dedicó una sonrisa cínica, una en la que demostraba que no importaba lo que hiciera, MinHyuk siempre ganaría―. En cuanto a mí, estaré bien gobernando el Colegio, así que no quedaré sin casa o solo, este castillo es mi reino personal y uno que nadie me lo puede arrebatar, ni siquiera tú.

La reina Sora, la gran madre de los vampiros, aquella a quienes mucho temían ha quedado sin escapatoria ante los deseos de su propio hijo; un monstruo que ella misma creó y del que no podía controlar como a sus súbditos. No podía perderlo. A lo largo de los siglos se hizo de una reputación y aliados poderosos, si él osara ponerse en su contra, sería su ruina.

―Está bien ―dijo después de una prolongada batalla de miradas―. Nunca voy a consentir que un sucio humano sea tu compañero, pero mi reino es más importante que mi propio orgullo.

―Agradezco la charla madre ―otra vez estaba ahí, esa mirada victoriosa y orgullosa, si pudiera, la reina le arrancaría los labios por su insolencia, pero su hijo ha alcanzado un nivel de poder que ella misma reconoce como superior al suyo―. Tengo que regresar a la celebración de mi futuro rey consorte.

Abandonó la estancia con la cabeza en alto y su corazón marchito se sentía cada vez más fuerte por hacerle caso a sus instintos. Eso lo aprendió de JooHeon.

Regresó al gran salón de baile, donde su compañero de sangre deslumbraba a todos con su traje coronado con perlas y diamantes. La imponente corona de oro con rubíes, esmeraldas y topacios del tamaño de una uva se cernían sobre su cabello castaño caoba y la marca en su cuello donde declaraba a todo el mundo su nuevo título de Hechicero Supremo. Su sonrisa era una cueva llena de perlas brillantes que encandilaban a todos a su alrededor.

―Oh, hola ―JooHeon apenas reparó en su presencia sólo hasta que le tomó la mano―. Escuché que la reina habló contigo.

―Ven ―ordenó en voz baja, el chico lo miró un poco extrañado, pues la fiesta apenas estaba en su plenitud y él era parte de los protagonistas en esa noche―. Es algo urgente.

―Ahora vuelvo ―avisó a HyungWon, quien también disfrutaba de la atención de muchos jóvenes apuestos a su alrededor, asintió antes de que su amigo se fuera.

JooHeon le siguió por el salón de baile, a través de los pasillos y salieron al jardín privado de MinHyuk, el mismo lugar donde han discutido y hecho el amor tantas veces, que ahora le resulta sospechoso que lo haya traído en su día de coronación.

― ¿Sucede algo? ―inquirió después de unos largos minutos de silencio, MinHyuk se había quedado con la mirada perdida hacia las tres lunas llenas que se cernía sobre el castillo.

―Mi madre lo sabe ―dijo, sin quitar la vista de las lunas y respiró el aire impregnado del dulce aromas de las flores amarillas y de la sutil esencia de limones emanando de la piel humana―-. Sabe la verdad de nuestro pacto.

JooHeon empalideció. Su mente comenzó a divagar en los posibles métodos de tortura y humillación eterna a los que sería sometido por la reina de los vampiros.

―Le dije que se fuera a la mierda si no te aceptaba como mi compañero de sangre ―MinHyuk no pudo evitar soltar una risita al verlo tan preocupado, JooHeon lo miró molestó y se acercó para darle un golpe en el brazo.

―No es gracioso, tu madre me querrá muerto ―dijo, sabía de sobra el carácter nada dócil de esa vampiresa, MinHyuk solía lamentarse de ello cuando estaba enojado y tenían sexo para liberar tensiones―. ¿Cómo puedes estar tan tranquilo? ¿Al menos le dijiste que el pacto sigue sin cumplir el año?

―No ―por primera vez, el vampiro se mostraba mucho más tranquilo que él y eso lo sacaba de quicio―. He vivido siglos tratando de complacerla, ya no soy el niño necesitado de atención como para dejar que mi madre controle mi vida ―sorprendió al recién coronado hechicero y ambos tomaron asiento en el pequeño banco de piedra―. ¿Alguna vez te has enamorado JooHeon?

―Sí ―respondió casi de inmediato, algo que robó una sonrisa de MinHyuk.

―Yo no lo conocía antes de ti ―la confesión dejó al hechicero sorprendió y sus mejillas se encendieron de un vivo color rojo―. No pienso dejar ir al pequeño solecito que me encontré.

―MinHyuk, yo ―sus palabras se quedaron atascadas, más por la emoción del momento al saber que el vampiro albergaba un poco de sentimientos hacia él.

―Cásate conmigo, JooHeon ―le tomó la mano con delicadeza y besó su dorso―. Conviértete en mi rey consorte y se acabó todo, mi madre no tiene poder sobre mi elección, a menos que quiera perder a su heredero favorito.

―Eres malvado, MinHyuk ―lo conocía, el brillo en sus ojos rojos decía «no voy a dar mi brazo a torcer», sospechaba que su compañero de sangre no le dio otra opción a la reina sabiendo que su hijo era un vampiro que siempre conseguía lo que deseara, llevó su mano hasta su pálida mejilla y la acarició―. ¿Estás seguro de esto?

―Hubiera roto el pacto hace ya unos meses si pensara lo contrario ―dijo con total calma, como si le estuviera hablando del clima y no sobre su lazo que los unía de por vida―. No sé aun cómo manejar el amor o si es que lo siento JooHeon, he pasado siglos siendo un adulto, perdí muchos pequeños placeres de la vida y tú los traes a la vida, si te vas, dejarás un hueco que nadie va a llenar, eso te lo prometo y si estás cerca, tal vez me escuches decirte te amo.

Se acercó para juntar sus frentes, no hablaron. La promesa fue sellada en silencio, con las estrellas y las tres lunas de Pandora como testigos. JooHeon no sabía de su futuro juntos, desde hace varias semanas comenzó a pensar que tal vez sólo estaba alimentado la esperanza y al final se separarían, algo que no lo dejaba dormir antes de que le propusiera matrimonio. Le tomó por sorpresa y su corazón latió con fuerza para adoptar una misión. MinHyuk ha sido un vampiro renuente por sentir emociones y esa sería su misión, ayudarle a descongelar su corazón, ya que JooHeon se había enamorado del vampiro siendo alguien frío, pero caía cada vez más con cada pequeña muestra de afecto.

Algo bueno salió de haber encontrado la inmortalidad en una botella y tenía el resto de la eternidad para disfrutar un pequeño cuento de hadas.

Uno lleno de mordidas sangrientas llenas de pasión, donde sólo tendría a un casi enamorado vampiro a su lado convirtiéndose en su nueva obsesión y anhelo.





FIN.

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