🎼 Canción Recomendada para este capítulo:
❝ Before You Go - Lewis Capaldi ❞

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Diciembre 2020
Fukushima, Japón.

El horario de visitas para ambos jóvenes terminó antes de lo previsto. El médico responsable les informó, repentinamente, que su abuelo debía prepararse para una resonancia magnética, por lo que ambos jóvenes tuvieron que salir de la habitación.

Durante su camino hacia la salida MinHo se quedó inmerso en sus pensamientos. Recordó con alegría gran parte de su infancia intentando hallar algún momento en el que su abuelo recordara a aquel joven del retrato, pero no lo logró, tan solo recordó cada uno de los momentos donde SeokJin le sonreía a YongSun y la llenaba de obsequios.

─¿El amor de su vida? ─Pronunció al aire llamando la atención de ChaeYoung. ─¿Alguna vez lo imaginaste? ─Le preguntó a su hermana observando sus ojos directamente, ganando una respuesta negativa por parte de la chica.

─Siempre creí que la abuela fue el amor de su vida y resulta que no es así. ─Suspiró ampliamente.

─Hermanito... ─La chica golpeteo suavemente la espalda de el muchacho. ─Todos en la vida tendremos muchos amores y habrá uno que apreciarás para siempre, el del abuelo es ese Joven Soldado y no deberíamos juzgarlo. ─Mencionó sabiamente ChaeYoung observando al muchacho con detenimiento.

─No lo juzgó Chae. ─Carraspeó ligeramente. ─Simplemente no puedo imaginar al abuelo sin la abuela. ─El muchacho bajo la mirada apartándose de su hermanita con pasos cortos.

─Sabes, deseo que mi relación con Yuna sea igual a la de los abuelos. ─Sonrió ilusionado. ─Durante nuestra infancia siempre los vi unidos y demostrando su amor el uno con el otro, imaginar que el abuelo añoraba a alguien más me es difícil de creer. ─Mencionó en voz baja.

ChaeYoung, aseguró comprendiendo las palabras de su hermano con un pequeño movimiento de cabeza después de escucharle, ella entendía su confusión y batalló por tratar de enterrar esas ganas de siempre molestar a su hermano por cada cursilería que salía de su boca. Sabía perfectamente que no era el momento, ya habría otra oportunidad para molestarlo, así que optó por aferrarse al brazo izquierdo del jovencito como cuando eran niños para cubrirse las manos del frío.

Ambos siguieron el camino hacia la salida del hospital que los dirigía directamente a el centro comercial. La tormenta de nieve ya había cesado dejando a su paso una gruesa capa de nieve que cubría, gran parte, de las calles y áreas verdes cercanas al hospital. La nieve fresca sobre el asfalto provocó que los autos disminuyeran su velocidad para evitar accidentes, y en consecuencia a esto la ciudad se volvió un caos de bocinas estruendosas sonando por donde sea que caminarán.

Para ChaeYoung no era una sorpresa saber lo que su abuelo sentía al ver ese relicario ella secretamente lo suponía. Cuando era niña la pelinegra solía escabuirse constantemente en el despacho de su abuelo para sacar los chocolates que el hombre escondía en el fondo del armario o en el cajón de su escritorio, únicamente para devorarlos sin que nadie se diese cuenta.

En una ocasión la pequeña de nueve años quedó atrapada dentro de aquel armario durante una hora ya que su abuelo entró justo después de ella al lugar. Esa vez con el pánico de ser descubierta a flor de piel fue testigo de las lágrimas y las palabras de añoranza que SeokJin le dedicaba al retrato dentro de ese relicario. Desde entonces la curiosidad por saber quien era la persona a quien su abuelo le dedicaba sus lágrimas, despertó en su interior y ha seguido latente hasta la actualidad.

Tras caminar durante quince minutos, ChaeYoung y MinHo llegaron a una de las tantas cafeterías del centro comercial, aledaño al hospital, donde ambos disfrutaron de un café americano y un pastelito de frutas. ChaeYoung continuaba al pendiente de sus conversaciones en Line, particularmente esperaba respuesta de alguien muy importante, más importante que su profesor de la facultad y su exámen sorpresa.

─Ya deja de mirar tu celular cada cinco segundos, es molesto. ─Le regaño MinHo al mismo tiempo que le daba un suave golpe sobre el dorso de la mano.

─Perdón, es que espero una llamada...

─¿De HyunJin? ─Preguntó con picardía el joven.

─ No! ─Exclamó fuertemente la chica, golpeando con fuerza el brazo izquierdo de su hermano. ─¡Ese Idiota, ya no es mi novio! ─Sentenció con furia.

─¡Cálmate! ─Pedía MinHo desesperado pues su hermana continuaba golpeando su brazo cuan bolsa de entrenamiento físico. ─¡Kim ChaeYoung!

La chica se detuvo al escuchar las palabras de MinHo y pidió disculpas, a pesar del tiempo ChaeYoung aun no logra superar del todo aquella relación y cada que le es mencionado el nombre de aquel que le hizo daño reacciona con molestia. Por su parte MinHo también se disculpó, él no sabía nada de lo sucedido entre su compañero de clase y su hermana, si no es por Yuna, su novia, él ni enterado que en algún momento salieron.

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Agosto 1943
Ulsan, Joseon

Después de aquella velada en la Mina los amigos pasaron un largo tiempo sin frecuentarse, NamJoon tuvo que ayudarle a su padre en la tienda de víveres familiar y SeokJin tuvo que ayudar a su madre en el taller de manufactura textil.

Las lluvias del verano se hacían presentes consecutivamente, provocando a su paso mañanas nubladas y un tanto apagadas para el pueblo. Precisamente esa mañana lluviosa SeokJin recibió una carta, el pobre cayó de espaldas en el vestíbulo de su hogar en cuanto prestó atención al remitente.

Su madre atemorizada por el estruendo de un vidrio quebrarse, acudió rápidamente al sitio donde levantó al joven del suelo sin pensarlo dos veces. Por suerte, SeokJin no salió herido, el sonido que se escuchó fue provocado por el vaso que traía en la mano y que también cayó al suelo. La mujer un tanto molesta por el susto limpio del suelo los vidrios quebrados y volvió a la cocina dejando solo a SeokJin.

La armada del Ejército Imperial comenzaba a reclutar a los adolescentes de dieciocho años en adelante para ser enviados a Japón y recibir el entrenamiento correspondiente. La carta que recibió SeokJin eran las instrucciones para su enlistamiento en las oficinas del Ejército Imperial situadas en Ulsan, de no cumplir con el mandato sería sentenciado a muerte por traición.

Esa misma tarde, a pesar de la fuerte lluvia, el joven salió de casa en busca de NamJoon, desesperadamente, necesitaba abrazarlo y sentir su consuelo después de saber lo que se avecinaba. Sin duda tenía miedo y no quería enfrentarse solo a ello.

Corrió por las veredas llenas de gente esquivando con audacia a la mayoría de los mercaderes para llegar, sin aliento, a la tienda de víveres. Se tomó unos minutos para recuperar el oxígeno perdido de sus pulmones, limpiar el sudor impregnado en su frente y sacudir sus ropas de las gotas de agua que cayeron sobre él.

Antes de entrar al establecimiento se detuvo temeroso, tenía meses que no había vuelto a pasarse por ahí. La última vez que visitó la tienda el padre de NamJoon lo echó por distraer a su hijo durante sus labores en lugar de ayudarlo como lo había prometido.

Enfrentando con valentía su nerviosismo entró a la tienda con toda la seguridad de su organismo a tope. La campanilla de entrada anunció su llegada, pero nadie estaba en el mostrador para recibirlo todo estaba en silencio, no había nadie, sintió miedo por irrumpir en el lugar si este se encontraba cerrado, pero el cartel en la ventana mostraba lo contrario el establecimiento se encontraba abierto, pero completamente vacío.

─¡Buenas tardes! ─Esa voz sobre exaltó a SeokJin, disipando toda seguridad en su ser. ─Discúlpeme estaba allá atrás acomodando unas cuantas cosas dígame, ¿En qué puedo ayudarle? ─La sonrisa dibujada en el rostro del hombre se desvaneció después de ver al jovencito.

─Buenas tardes señor Kim.  ─Saludo el castaño otorgándole una respetuosa reverencia al hombre.

─¡NamJoon no está! ─Sentenció estoicamente, volviendo hacía el almacén sin mirar atrás.

─Entiendo... ¡Vendré más tarde! ─Mencionó el joven entre gritos para después dar media vuelta acercándose a la puerta.

SeokJin estaba dispuesto a irse de ahí cuando el hermano menor de NamJoon chocó contra él segundos después de abrir la puerta.

─¡Discúlpeme! ─Se disculpó el más pequeño reverenciando una y otra vez sin mirar el rostro de SeokJin.

─No hay Problema Kook solo ten más cuidado la próxima vez.  ─Respondió el castaño dulcemente esperando a que el jovencito lo mirará.

Jeon JungKook alzó la mirada sonriendo inmediatamente, su mirada de ciervo se iluminó una vez reconoció a la persona frente a él.

─¡SeokJin Hyung! ─Expresó eufórico mientras se aferraba al cuerpo delgado del castaño.

Tenía más de dos años que no se veían; después de la muerte de su madre JungKook a sus doce años fue enviado a vivir con sus abuelos maternos por una larga temporada, en lo que su padre y su hermano mayor establecían una fuente de ingresos segura para su hogar.

─¿Cómo has estado todo este tiempo pequeño? ─Le preguntó Jin acariciando suavemente los cabellos obscuros del menor.

─Bien Hyung, he estado muy bien la vida en JeonJu no es tan mala como pensé. ─Rio ampliamente para después dar un par de pasos hacia atrás acomodando sus tirantes, así mismo intentó disimular el nerviosismo ocasionado por la mirada severa de su padre dentro de la tienda balanceándose sobre sus talones.

─Me alegra mucho escucharlo. ─Aseguró Jin. ─Debo irme Kook, mi madre debe estar asustada por como salí de casa así que volveré más tarde cuando tú hermano haya vuelto. ─Dijo con gran sonrisa mientras se alejaba lentamente y se adentraba en la lluvia.

JungKook lo detuvo inmediatamente sosteniendo con fuerza su brazo izquierdo.

─¡Hyung espere! ─SeokJin se sorprendió.

El azabache lo jaló devuelta y miró hacia dentro de la tienda asegurando que su padre ya se había ido nuevamente al almacén, tras cerciorarse de ello soltó el brazo de SeokJin y estrecho fuertemente su mano entre las suyas.

─Mi padre jamás se lo diría, pero, yo sí... ─Pausó sus palabras unos segundos en lo que su padre volvió.

Ambos observaron que el hombre dejó las cajas de cartón que traía entre las manos sobre el mostrador y volvió al almacén.

JungKook suspiró y entre susurros le dijo a SeokJin.

─NamJoon Hyung fue reclutado hace dos semanas en el Ejército Imperial y hace una semana partió hacia Kyoto con el resto de su pelotón...

Las palabras del menor fueron como tirarle un balde de agua fría en el rostro a SeokJin, todo había pasado tan rápido, ni siquiera tuvo tiempo para hablar con él antes de irse y ahora debía enfrentar la realidad en completa soledad.

Inevitablemente las lágrimas de devastación comenzaron a brotar empapando sus mejillas. Kook preocupado por el mayor lo estrecho contra su cuerpo intentando no romper en llanto. Sin embargo, no pudo y terminó llorando junto a SeokJin aferrándose fuertemente a su cuerpo.

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