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𝖈𝖍𝖆𝖕𝖙𝖊𝖗 𝟒 - 𝖆𝖒𝖔𝖓𝖌 𝖚𝖘


A medida que septiembre llegaba a su fin, comenzaba a anochecer cada vez más pronto, las hojas se teñían de colores cálidos e, irónicamente, costaba más pasar el tiempo en el exterior debido a la bajada de temperaturas. Con la llegada de octubre vino el espíritu festivo de los alumnos por el próximo Halloween, una celebración popular en el castillo.

Vanessa adoraba Halloween y se pasaba los días sugiriendo a Ivy formas de disfrazarse de vampira sin que la descubrieran, pero ella declinaba cada una de sus ideas. Porque, por mucho que insistiera, ni iba a sacar sus colmillos de verdad ni iba a llevar unos de plástico que le hacían parecer una morsa.

—Estás desaprovechando una oportunidad única de ganar el concurso de disfraces, Ivy —le reprochó durante la hora del desayuno.

—¿Una oportunidad única de que descubran que soy una vampira, dices?

—¡Pero yo podría disfrazarme de cadáver y hacer de tu víctima!

Ivy rodó los ojos, pero no ocultó su risa. Por suerte para ella y sus cansados oídos, alguien interrumpió su conversación sentándose muy cerca de donde estaban, en la mesa de Slytherin. Era Narcissa, que traía la cara cargada de preocupación.

—¿Estás bien? —preguntó Ivy, juntando las cejas.

Desde aquella noche, había hablado con Narcissa en un par de ocasiones. No quedaba rastro de la chica que le había lanzado malas miradas al descubrir que era hija de muggles cuando estaban solas. Claro que, alrededor de la gente, Narcissa seguía manteniendo distancias.

Pero ahora mismo parecía dispuesta a hablar con ella, porque no dudó en responderle:

—No. He estado dando vueltas por todo el castillo con la prefecta de Ravenclaw, buscando a una niña de primero. Una amiga suya dice que no la ve desde ayer al mediodía.

—Oh, ¿y no la habéis encontrado?

Narcissa arrugó el gesto ante la pregunta obvia de Vanessa.

—No, Macmillan, no la hemos encontrado. Y es la segunda niña que desaparece, después de Luna Drake. —Narcissa suspiró y se echó cereales de chocolate en un tazón de leche.

—A mí me preocuparía más no echar los cereales antes que la leche —comentó Vanessa, mirándola con desaprobación—. Eso es un verdadero crimen.

—Ya —dijo Narcissa, mordiéndose la lengua con fastidio—. Si veis a Lauren Davies, avisadme a mí o a un profesor, ¿vale?

Narcissa le dedicó una sonrisa a Ivy antes de coger el tazón de cereales con leche y reunirse con el resto de sus compañeras. Se sentó al lado de Lucius Malfoy, quien pasó un brazo por su espalda, sujetándola de la cadera.

En cuanto terminaron de desayunar, Ivy y Vanessa se dirigieron a la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, la primera del día. Recordaba que antes, por mucho que le gustaban las clases, odiaba tener que salir a los terrenos de buena mañana, porque era cuando más frío hacía. Era una suerte que ahora el tiempo no fuera una preocupación y que, si se ponía un abrigo, solo era para aparentar.

El profesor Kettleburn les había pedido que acudieran al Lago Negro para aquella clase. En séptimo eran pocos los que quedaban cursando la asignatura, escasamente interesados en las Criaturas Mágicas. Ivy seguía dándola porque era una de las clases que más emocionantes resultaban, y como su trabajo soñado no entraba dentro de las categorías mágicas, podía permitirse escoger asignaturas no tan convencionales. Así que las clases serían tranquilas, si no contabas con que a Kettleburn le encantaba traer criaturas peligrosas. Ivy estaba segura de que, si pudiera, les presentaría a una quimera.

—¡Ivy, Vanessa, voy con vosotras!

Ambas frenaron el paso ante la llamada de Badger Greengrass, y continuaron andando cuando este llegó a su lado.

Al acercarse a la orilla del Lago, descubrieron que la clase estaba reunida en un grupo muy apretados los unos a los otros. Vieron brazos apuntando al interior del agua y, en cuanto estuvieron a unos metros de distancia, pudieron observar qué era lo que estaban señalando.

Había algo flotando en la superficie del agua, pero desde ahí parecía un saco. ¿Sería la criatura que Kettleburn quería que vieran? Porque no se movía y parecía muerta.

—¡Dejad de alteraros! —pidió Kettleburn, tratando de poner paz en medio de los incesantes grititos de los alumnos, que intentaban adivinar lo que era aquello.

—No entiendo lo que pasa, ¿por qué están tan movidos? —dijo Vanessa, asomándose para ver mejor.

El tentáculo del calamar gigante empujó el saco, que flotó por el agua aproximándose a ellos. Para el gusto de su curiosidad pero no de su consciencia, este se dio la vuelta, resultando en la espeluznante visión de lo que parecía un pálido e hinchado rostro. Esta vez, los gritos fueron más agudos.

Una chica de Hufflepuff casi se cae de culo porque, efectivamente, lo que venía hacia ellos era un cadáver. Se llevó las manos a la boca y el chico que tenía al lado le apretó el brazo.

Ivy se giró hacia Vanessa con pánico en los ojos, y ella le devolvió la mirada. Negó levemente con la cabeza, asegurando que ella no había sido la causante.

—¡Que no cunda el pánico! ¡Harrison, ve a llamar a McGonagall!

El chico que había apretado el brazo de su compañera se marchó corriendo, con la expresión de horror grabada en la cara. Kettleburn hizo que todos se apartaran, porque la mayoría se había acercado al cuerpo, que había llegado ya a la orilla, para tratar de identificarlo. Pero la única pista era el color marrón oscuro de su pelo, porque tenía el rostro tan inflado que resultaba imposible diferenciarla. ¿Sería la niña que había desaparecido?

Kettleburn se marchó deprisa con el cuerpo, ordenándoles que permanecieran en el lugar. Las conjeturas no tardaron en aparecer en forma de gritos, todos tenían su opinión respecto a lo que acababa de pasar y lo único que Ivy quería era cerrar los ojos y desaparecer.

Otro cadáver. Pero esta vez no había sido ella, ¿cierto? Lo recordaría. Como recordaba a Luna Drake cada vez que cerraba los ojos. O a Rayen Castle, quien estuvo a punto de correr la misma suerte.

Pero... ¿y si esta vez no lo recordaba?

No, no podía ser, ¿verdad? Recordaba haber estado toda la noche despierta, ¿no? Sí, estuvo mirando un rato por la ventana que daba al Lago Negro y luego... luego miró a Narcissa. Eso hizo, ¿no es así?

Ivy se estaba esforzando por no entrar en pánico porque, la verdad, es que tenía un poco de confusión con lo que había hecho por la noche. Después de mirar a Narcissa sí que se había tumbado en la cama y había cerrado los ojos en un intento de que pasara más rápido el tiempo. ¿Y si en ese momento...?

Tenía que averiguarlo de alguna forma.

—¿Podemos irnos de aquí? —musitó Ivy con un hilo de voz. Se estaba encontrando mal, joder, se estaba encontrando muy mal.

—Vamos a la enfermería, no tienes buena cara —musitó Badger, a lo que Ivy asintió rápidamente.

—Sí, a la enfermería.

Madame Pomfrey lo podría saber, ¿no? Tenía pinta de saber bastantes cosas, seguramente podría saber si los vampiros podían ser... ¿sonámbulos? ¿Cómo podía ser sonámbula si no necesitaba dormir? Quizá era algo de la sangre humana, que te nublaba el juicio, pero eso no había pasado ni con Drake ni con Castle, ¿podría ser otra cosa?

Para averiguarlo lo primero que tenía que hacer era librarse de Badger, así que le hizo un gesto a Vanessa y la chica tardó un poco en entenderlo, pero finalmente, justo cuando llegaban a la puerta de la enfermería, lo entendió y distrajo lo suficiente a Badger para que Ivy pudiera entrar en la enfermería.

—No he sido yo —balbuceó y Madame Pomfrey se quedó mirándola—. Creo.

—¿No has sido tú el qué?

Pero Ivy no necesitó responder porque, en esos momentos, la profesora McGonagall entró a la enfermería, con el cuerpo de la chica flotando tras ella y el director Dumbledore cerrando la comitiva. Las puertas de la enfermería se cerraron de golpe y Ivy tragó saliva.

—¿No es suficiente la sangre que le proporciona Madame Pomfrey, señorita Blestem? —La voz del director Dumbledore la sobresaltó.

—¡Otra alumna, señorita Blestem! ¡No puede beberse a los alumnos de Hogwarts, ya se lo dijimos! Y otra alumna de primero, por Morgana, señorita Blestem, son niñas. ¿Qué le vamos a decir a la familia Davies?

Todos estaban convencidos de que había sido ella, así que tenía que haber sido ella, ¿no? Ivy se sentó en una de las camillas mientras que Madame Pomfrey examinaba el cuerpo hinchado que habían dejado justo al final de la enfermería. No era capaz de mirar lo que seguramente había hecho.

—Enséñame los colmillos.

Madame Pomfrey había llegado con una regla en la mano y Ivy abrió la boca obedientemente y sacó los colmillos. Empezaba a ser mucho más fácil controlar todo lo que venía con la condición de vampiro, sobre todo ahora que ya no estaba constantemente hambrienta.

—No has sido tú —determinó la enfermera unos segundos más tarde y se giró para mirar a la profesora McGonagall y al director Dumbledore—. Hay otro vampiro en el castillo, las mordeduras no coinciden.

—Señorita Blestem, si no le importa, ¿podría volver a clase?

¿Querían que volviera a clase? ¿Cuando había tenido lugar un asesinato? El director estaba completamente loco, no tenía ningún sentido lo que estaba diciendo, pero Ivy asintió y salió de la enfermería. Cogió a Vanessa de la mano y tiró de ella para alejarla de Badger y poder hablar tranquilamente con ella.

—¿A dónde vais? —gritó Badger, que se había quedado mirando a las dos.

—¡A clase! —contestó Ivy y Vanessa la miró como si estuviera loca.

Quizá lo estaba, la verdad.

Recorrieron los pasillos hasta llegar a la parte más alta del castillo, donde definitivamente nadie iba por allí y Ivy se puso a contarle lo que había pasado en la enfermería. Había un vampiro. Vanessa no parecía tener ningún miedo a lo que podía significar eso hasta que Ivy casi le gritó que había otro vampiro que definitivamente no era ella. Y uno que parecía estar muy interesado en que encontraran el cuerpo y que se viera claramente quién lo había hecho.

Los rumores no tardaron en llegar y para la hora de la comida todo el mundo sabía que Lauren Davies había sido encontrada muerta en el Lago Negro, blanca como la nieve y completamente hinchada por el agua.

—Seguro que ha pasado como con Castle, seguro que ha sido un vampiro —comentaban en la mesa de Slytherin durante la comida, justo antes de que cancelaran las clases de la tarde.

Todos sabían que a Rayen Castle la había atacado un vampiro porque la niña no había dudado en anunciarlo en cuanto la habían dejado marchar de la enfermería. Por suerte, Madame Pomfrey le había hecho olvidarse del rostro de la atacante, así que Ivy estaba a salvo por esa parte.

Pero la histeria colectiva por los vampiros provocó cambios en la dinámica del colegio. Todo el mundo tenía que estar en la sala común y solo podrían salir a la hora de la cena, acompañados de los Premios Anuales, prefectos y el jefe de la casa en cuestión. Así que todo Slytherin, nada más acabar de comer, fue encerrado en las mazmorras hasta nuevo aviso.

La sala común estaba llena de historias de los alumnos de séptimo que habían encontrado el cadáver y los rumores que había sobre un posible vampiro, así que Ivy no tardó en encerrarse en su habitación. No quería saber nada de ello, no quería oír todo lo que tenían que decir sobre Davies, sobre Castle y sobre Drake porque una de esas chicas sí que había muerto por su culpa.

Ivy decidió intentar centrarse en hacer los deberes, aunque el intento quedó solo en eso ya que, por mucho que intentaba escribir la redacción de Cuidado de Criaturas Mágicas, no tenía ni una pizca de inspiración tras todo lo ocurrido. Ni con una muerte se podían librar de escribir sobre las criaturas que habitaban en el fondo del lago. Ivy estuvo tentada en poner el nombre de Davies como una de las criaturas que habitaban el lago, pero desechó la idea rápidamente, sintiéndose una persona terrible, y empezó a divagar sobre las sirenas hasta que llegaron sus compañeras de habitación.

—No has ido a cenar.

Ivy no tenía claro cuándo habían llegado, ya que su mente se había ido a otro lado mientras escribía la redacción y, de pronto, tenía a Narcissa Black delante de ella, con un plato de estofado en la mano. Y se lo estaba dando a ella.

—No tenía hambre —dijo Ivy, pero cogió el plato igualmente.

—Deberías comer, te he visto cuando ibas a la enfermería, estabas un poco pálida y tampoco has comido mucho a la hora de comer.

Ivy iba a contestar, pero entonces llegaron el resto de compañeras de habitación y se limitó a asentir. Tendría tiempo de hablar con ella más tarde, cuando todas estuvieran dormidas. O al menos, eso esperaba.

Pero no, todas las compañeras de habitación no parecían estar muy de acuerdo con irse a dormir ese día y Ivy empezaba a estar cansada de oír el parloteo constante sobre el cadáver y las teorías que tenían. El director Dumbledore había confirmado durante la cena que el cadáver era de Lauren Davies y que estaban investigando el suceso. Les había pedido ir siempre en grupos y que no salieran de noche del castillo.

—¿Os podéis callar de una puta vez? —acabó gritando Ivy en torno a las doce de la noche, viendo que sus compañeras seguían con el tema.

—Eres una aguafiestas, sangre sucia.

Avery, Rookwood y Rosier. Las tres amigas de la infancia junto a Narcissa. Las cuatro habían llegado a Hogwarts casi de la mano, con sus bromas internas y una amistad que parecía completamente real. Aunque Ivy sabía que eran solo apariencias y que, en la superficie, esas tres no dudarían en apuñalarse la unas a las otras si eso les permitía escalar socialmente. Por eso habían estado seis años hablando con ella sin problema, porque supuestamente formaba parte de una familia de sangre limpia rumana.

Ivy se levantó de la cama y salió de la habitación cerrando de un portazo, a lo que sus compañeras de habitación gritaron desde dentro. Que les dieran, ojalá el vampiro que había suelto fuera a por una de las tres idiotas que había ahí dentro y se la bebía enterita. Ella, desde luego, no quería probar una sangre que, definitivamente, estaba envenenada.

En la sala común quedaban apenas un par de alumnos que intentaban estudiar o jugaban al ajedrez, así que Ivy fue justo al sofá y se tumbó sin que le importase nada que hubiera gente allí. Total, tampoco es como si fuera a dormir, por lo que podía estar allí mirando cómo el fuego de la chimenea ardía sin parar hasta que el último alumno se fue de la sala común y lo único que quedaba haciendo ruido era el fuego crepitando. Al menos, hasta que los pasos llegaron y Ivy supo perfectamente que era Narcissa la que llegaba. Solo ella olía así de bien.

—¿Hay hueco en ese sofá? —preguntó, y Ivy asintió y se movió hasta quedar sentada.

—¿Ni siquiera dejan dormir a la Premio Anual? —Narcissa negó y se sentó junto a Ivy, subiendo las piernas en el asiento. Sus pies casi se estaban tocando y Ivy se encogió un poco más sobre sí misma. Era demasiado fría como para poder acercarse a Narcissa sin que ella se diera cuenta.

—Están demasiado ocupadas intentando averiguar quién es el vampiro —dijo Narcissa y Ivy desvió la mirada hacia el fuego.

—¿De verdad crees que hay un vampiro?

—Bueno, algo tiene que haber, ¿no? Atacaron a una chica en los baños y ahora esa otra niña.

—Sí, pero ¿un vampiro? ¿Cómo iba a entrar en Hogwarts? Necesita una invitación, ¿no? —Ivy intentó hacer ver que era imposible y Narcissa solo se encogió de hombros.

—Seguramente sea una de las criaturas que tiene Kettleburn, tú estudias Cuidado de Criaturas Mágicas, ¿no? Seguro que hay alguna que chupa la sangre.

—Seguramente —la verdad es que no se le ocurría ninguna en esos instantes, así que Ivy decidió que era momento de cambiar la conversación—. ¿Por qué no puedes dormir? Te veo despierta muchas noches.

—Bueno... —Narcissa se mordió el labio, insegura. Luego suspiró y se bajó del sofá para sentarse junto al fuego, de espaldas a Ivy—. Mi familia es complicada.

Ivy esperó porque sonaba a que quería desahogarse, y se movió ella también junto al fuego, a una distancia completamente segura tanto de ello como de Narcissa.

—Supongo que has oído hablar de mi hermana Bellatrix, ¿no?

—Sí, está loca —dijo Ivy sin darse cuenta y rápidamente se giró para mirar a Narcissa—. ¡Perdón, no quería decir eso!

—No lo habría podido decir mejor —dijo, sonriendo e Ivy respiró tranquila. O, bueno, mejor dicho, recordó que tenía que mostrarse aliviada y volvió a respirar. Literalmente—. Está un poco... obsesionada. Y no le ha hecho mucha gracia que Andrómeda, mi otra hermana, esté... bueno, embarazada de un sangre sucia.

—Ah, de un sangre sucia. —Decepción. Eso estaba sintiendo Ivy en esos momentos porque Narcissa acababa de ser como el resto.

—Sí, Ted Tonks, ¿lo conoces? Mi hermana no tuvo ningún problema en salir con él delante de todo el mundo —Narcissa seguía hablando como si nada, estaba en su mundo, contando cómo era su familia—. La borraron rápidamente del árbol familiar, y más ahora que está embarazada. "Menuda desgracia para la familia Black" dijeron.

—Sí, menuda desgracia que os purifiquen un poco la sangre —murmuró Ivy, pero Narcissa no la oyó.

—Ahora voy a ser tía y creo que no voy a poder conocer a mi sobrina porque la loca de mi hermana la atacó la última vez que estuvo en casa.

—¿No puedes ir sola?

—No me atrevería —murmuró Narcissa e Ivy no lo pensó mucho, solo le pasó el brazo por encima y Narcissa se estremeció, pero se dejó abrazar—. Tienes el brazo muy frío, ¿estás bien, Ivy?

—Es que soy de sangre fría —respondió ella, sabiendo perfectamente que la excusa era una mierda—. ¿Quizá le puedes decir a tu hermana que vaya a verte? Cuando te vayas de casa, ¿no es eso lo que hacéis los sangre limpia cuando cumplís los diecisiete?

—Nos casamos, eso es lo que hacemos.

Ivy se quedó completamente callada ante el tono de amargura de Narcissa y, esta vez, la dejó hablar todo lo que quiso y más. Dejó que despotricara sobre los sangre pura, los sangre sucia, los matrimonios y las bodas. Sobre su familia y cómo de jodida estaba ahora y cómo se moría de ganas de conocer a su sobrina y cómo sabía perfectamente que iba a ser una niña a pesar de que Andrómeda no tuviera ni idea de qué iba a ser.

—Me ha dicho que me mandará fotos, pero las fotos pueden ser interceptadas y... y... —Narcissa cogió aire, algo que Ivy notó perfectamente porque la seguía abrazando—. Como Lucius las vea yo...

—¿Malfoy? ¿Qué tiene que ver con esto? —Ivy ya no se había quedado callada, lo soltó sin más y se alejó de Narcissa lentamente—. ¿Por qué va a pasar algo si las ve, Narcissa?

—Matrimonio concertado —murmuró la chica.

Entonces se puso de pie, murmuró algo más que Ivy no llegó a entender —más tarde, cuando estaba tumbada en su cama, mirando al techo de la cama con dosel, entendió que había dicho un "no se lo digas a nadie"— y se fue de la sala común. Pero ahora todo tenía más sentido, por eso Malfoy la abrazaba por la cintura cuando andaban juntos y por eso ahora hablaban más. Prometidos. Con tan solo diecisiete años.

Los magos estaban jodidamente mal de la cabeza.

Ivy se reafirmó en su conclusión cuando vio al ya mencionado Lucius Malfoy encima de la mesa grande de la sala común de Slytherin, llamando la atención de todos sus compañeros. Antes de que empezara a hablar, Ivy ya sabía que iba a decir algo que generara el caos. Por la forma en que había mirado a su alrededor con una sonrisa burlona, —por cómo la había mirado a ella, incluso— Ivy ya sabía que no iba a ser algo bueno.

Se había ganado a pulso esa mirada durante toda la noche, porque era muy consciente de algo que había ocurrido unos cuantos minutos antes de que Lucius pidiera silencio.

Era una pequeña fiesta de Halloween en la sala común de Slytherin. Los disfraces no eran precisamente los más originales, ya que, normalmente, los que tenían acceso a los disfraces más realistas eran los nacidos de muggle, y en esa sala había pocos. Ivy, por su parte, no había querido participar demasiado porque no estaba para fiestas, pero al final Badger la había convencido de compartir con él un disfraz de un matrimonio muerto. Los dos llevaban una especie de túnicas semejantes a lo que llevarían unos novios en el día de su boda y Vanessa les había pintado el rostro fingiendo que eran cadáveres.

Por supuesto, le había susurrado bromas al oído a Ivy sobre cómo ella no necesitaba ninguna pintura porque ya estaba muerta. Ivy llegaba a arrepentirse muchas veces por haberle contado a Vanessa lo de que era una vampira. Antes solía ser mucho menos pesada.

Badger y Ivy se habían perdido por la fiesta, que tenía poco de divertido porque todos estaban demasiado ocupados fingiendo ser elegantes y serios, y habían terminado sentados en una esquina, bebiendo whisky de fuego y riéndose en voz baja de los demás. Les hacía gracia ver a Avery intentando llamar la atención de Mulciber. Les parecía desternillante el intento de disfraz de Rosier. A Badger le parecía que Regulus Black, un alumno de primero con cara de pocos amigos, parecía demasiado emocionado por simplemente estar ahí. A Ivy le daba miedo la facilidad con la que decía el término "sangre sucia" una vez cada cinco minutos.

Después, habían puesto por fin un poco de música y Badger se había asegurado de que Ivy y él tuvieran su correspondiente baile nupcial, que consistía en bailar pésimamente en medio de todo el gentío, bamboleándose de un lado a otro de manera exagerada para molestar a las demás parejas que intentaban aprovechar el momento para manosearse.

Hasta que Ivy le dio con el codo a la copa de Narcissa y derramó todo el contenido sobre su túnica.

—¡Ay, perdón!

—¡Mira por dónde pisas, sangre sucia! —escupió Rookwood, quien estaba junto a Narcissa en ese momento.

—Tienes razón, tendría que haberme asegurado de pisarte a ti —amenazó Ivy, antes de que Badger se interpusiera entre las dos con una sonrisa resplandeciente.

—Estoy seguro de que no querías decir eso, ¿eh, Adele?

—¡Te aseguro que...!

—Oye, Ivy, ahora me limpias esto —intervino Narcissa, llevándose a Ivy del codo a un lugar apartado.

Ivy se apresuró a sacar su varita para limpiar el estropicio, pero le temblaba ligeramente la mano porque no entendía por qué Narcissa de repente le hablaba con tanta crueldad. Hasta que levantó la mirada un segundo para calcular cómo de enfadada estaba y la vio sonriendo.

—Me lo puedo limpiar yo, Ivy, no te preocupes.

—Pero...

—Quería alejarme un poco de Adele, es que es muy pesada —se excusó, antes de apuntarse con su propia varita—. Fregotego.

La mancha desapareció al instante frente a los ojos de Ivy, que sonrió con tranquilidad antes de observar de nuevo a Narcissa. Tenía una gota de cerveza de mantequilla justo debajo de su oreja, así que, con todo su coraje, alzó la mano para quitársela.

Narcissa se estremeció ante su roce, y Ivy apartó la mano de inmediato pensando que la había molestado de alguna forma.

—¡Perdona! ¡Es que te quedaba una gotita y...!

—Ah, sí, claro, quítamela —sonrió Narcissa, estirando el cuello para dejarle camino—. Es que tienes la mano helada y me has asustado.

Ivy retiró la gotita con su dedo y trató por todos los medios de no observar el cuello durante más de un segundo, justo lo que tardaría en transformarse en un suculento manjar ante sus ojos si pensaba durante demasiado rato en lo que había debajo de la piel pálida de la chica.

Pero la chica la miraba con curiosidad. Narcissa tenía una forma de mirar de lo más peculiar: Ivy pensaba que sería capaz de sacarle todos sus secretos si se quedaba mirándola así mucho rato más. Nunca había visto unos ojos tan curiosos como los de la chica rubia.

—Ya está, Narcissa.

—Cissy —susurró ella, pasándose un mechón de pelo detrás de la oreja, dejando al descubierto la zona por la que Ivy había pasado su dedo—. Llámame Cissy.

Ivy se rio sin ninguna necesidad de hacerlo. Necesitaba descargar sus nervios de alguna forma, porque Cissy sonaba a algo que solo la llamaban las personas más cercanas. Y ella se moría de ganas de estar cerca de ella.

—¡Compañeros! ¡Amigos! ¡Silencio, por favor!

La voz proyectada de Lucius Malfoy se escuchó por encima del gentío. Alguien paró la música que sonaba por el gramófono y los murmullos se acallaron al instante. Todos hacían caso a Lucius cuando tenía algo que decir, y Ivy detestaba todo el poder que tenía ese chico despreciable e intolerante al que todos idolatraban.

—Creo que es momento de hablar de algo que a todos nos concierne y que, sin duda alguna, nos preocupa.

Lucius fingía que miraba a todos, pero Ivy notaba sus ojos sobre ella en particular, como si quisiera hacerle saber que, lo que fuera a decir, se lo decía a ella.

—Hay vampiros. Entre nosotros —continuó Lucius, con fingido desasosiego—. El cuerpo de la niña que sacaron del lago tenía una mordedura en el cuello, muchos lo vimos con nuestros propios ojos. Temo que la niña que desapareció antes de llegar a Hogwarts sufriera el mismo destino...

Ivy podía escuchar los latidos de los corazones de todos los estudiantes. Notaba su irregularidad. Notaba que, la mayoría, estaban completamente acelerados. Cissy era una de esas personas. Lucius, sin embargo, estaba demasiado tranquilo. Su ansiedad era completamente fingida.

—Tenemos que cuidarnos las espaldas. Los Slytherin de verdad no podemos permitir que haya seres entre nosotros. ¡Debemos demostrar quién manda! —elevó la voz en su última frase y consiguió que todos alabaran sus palabras, apoyando la moción con gritos de aliento y algunos aplausos—. Vienen en busca de sangre. De sangre pura.

Algunos ahogaron gritos de puro terror, creyéndose lo que el idiota con el pelo engominado estaba diciendo solo por el tono de voz que empleaba. Ivy tenía ganas de quitarse el zapato y lanzárselo contra la boca para que se callara.

—No es coincidencia que busquen sangre pura... Pensad quién más puede quererla. Quién más puede hacer lo que sea por ser uno de nosotros... ¡Vigilad vuestras espaldas! ¡El vampiro o la vampira podría ser cualquiera! Quiere llevarse lo que más queréis... —Lucius miró a Narcissa, que llevó una mano a su pecho al sentirse vigilada—. Y no lo vamos a permitir. Debemos darle caza al vampiro.

Ivy apoyó su espalda contra la pared. Si necesitara respirar, estaría teniendo muchas dificultades para hacerlo en ese momento. La última frase de Lucius parecía gritar su nombre en aquella habitación llena de futuros asesinos.

—O a la vampira que está entre nosotros.

He knows, he knows, I know he knows  👀

RIP Lauren dejemos una F en el chat por ella, aunque ahora pertenece a las criaturas del Lago Negro jsjsjs.

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Os recordamos que las tres tenemos cuentas personales e historias en proceso, así que si os gusta lo que leéis aquí, no dudéis en seguir nuestro trabajo por ahí también jeje moonysblackOgaira y HiddenFear

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