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٬ 𝟬𝟭. ghosts don't go away. ៹


๑₊꒷﹕𓏲 ( 𝓜 ) 𝙼𝙸𝚂𝚄𝙽𝙳𝙴𝚁𝚂𝚃𝙰𝙽𝙳𝙸𝙽𝙶 ! ꒷៹ ˖
001.┊ LOS FANTASMAS NO SE VAN.
꒰# MIÉRCOLES E1 T1 ; Los miércoles son tristes.

꒰ · ❝ Por el amor, las risas,
volé a tus brazos. ❞

LOS DÍAS PARECÍAN ALARGAR SU PASO, nada fuera de lo normal volvía a pasar en casa de los Addams, durante la mañana no había ninguna Miércoles ni ningún Pugslay que hicieran enfadar a la chica, y eso la inquietaba.

Sus clases terminaban a mediodía, eran clases en casa con una profesora especial que aunque parecía muy asustada con las costumbres Addams, no dejó la casa en menos de una semana como hicieron el resto de profesores. Aurora ahora observaba el reloj con forma de zapato que había en la pared y entonces se dio cuenta de que las horas estaban jugando con su cara, todavía eran las diez de la mañana y sus clases no acabarían tan pronto.

Eso pensaba hasta que Morticia Addams entró en la sala de estudio y despachó a la profesora pidiéndole que volviera más tarde para acordar su precio.

—¿Qué ha pasado? —Aurora cerró el gran libro que estaba hojeando y se colocó frente a la encantadora mujer.

—Miércoles ha tenido problemas en el instituto, tenemos que ir allí —explicó Morticia mientras arreglaba los mechones rebeldes del pelo violeta de la muchacha—. Ve a cambiarte, cariño.

Aurora asintió y corrió a su habitación en busca de un conjunto, no fue difícil ya que todos eran prácticamente iguales y estaban exactamente donde los había dejado. Pocos minutos después estaban frente a una comisaría, Aurora se sorprendió porque pensaba que irían al instituto donde estudiaban los dos Addams. Sólo entonces se dio cuenta de que un problema para Morticia podía ser un pantalón rasgado o un cuerpo desmembrado.

Ese problemilla podría quedarse en el medio, resultó que unos idiotas encerraron a Pugslay en una de las taquillas y Miércoles metió pirañas en la piscina, haciendo que uno de los matones perdiera un testículo. Aurora no pudo contener la risa cuando escuchó la noticia del propio juez, el juez decidió que al igual que Aurora, Miércoles debería pasar algún tiempo con gente como ella. 

Cuando la palabra «Nunca Más» salió de los labios de Gómez Addams, Aurora se calló, a diferencia de Miércoles, que intentó discutir contra sus padres durante un rato, pero acabó desistiendo también. Fueron necesarias horas de llamadas telefónicas para que Miércoles fuera aceptada y más horas para que Aurora pudiera regresar.

A pesar de que tenía miedo de lo que pudiera pasar, Miércoles la necesitaba aunque no quisiera admitirlo y seguir siendo educada en casa no era el deseo de Aurora. Así que subió a su habitación e hizo las maletas, de hecho utilizó su don para hacer levitar la ropa y las pertenencias mientras seguía de pie junto a la puerta imaginando cómo sería cuando llegara allí.

—Así es demasiado fácil —apareció de repente Miércoles, pero Aurora ya estaba acostumbrada a los pasos de gato de su prima, así que no se asustó tanto como lo haría cualquier otra persona—. Tienes que pasar por la tortuosa experiencia de guardar tus cosas.

—No, gracias —Aurora fue a su cama, donde estaba la caja protegida con su araña—. Tengo mejores ideas de tortura en mi mente.

—Como por ejemplo... —Miércoles caminó lentamente por el cuarto—. ¿Volver a Nunca Más?

—Nunca Más es tu infierno personal, no el mío —Aurora intentó mentir para librarse las preguntas de su prima, pero unos ojos tan oscuros como un agujero negro la engulleron—. No tengo miedo.

—Yo no he dicho eso —Miércoles se sentó a su lado en posición extremadamente erguida.

Permanecieron en silencio, comunicándose sin decir una palabra ni hacer ningún gesto. Si alguien entrara por la puerta en ese momento, pensaría que las dos estaban congeladas, pero sólo era una discusión silenciosa.

—Podríamos...

—No —respondió Miércoles—. Pero tal vez...

—Se darán cuenta, tenemos que ser más rápidas —señaló Aurora.

Nuevamente se quedaron en silencio, esta vez pensando en cómo podrían escapar sin ser atrapadas y obligadas a permanecer en Nunca Más. Pasaron unos minutos y cada idea que daba una era refutada por otra, al final terminaron sin ningún plan concreto.

—Mamá ha dicho que bajemos —Pugslay apareció en la puerta interrumpiendo los pensamientos de las chicas, que se levantaron en sincronía y recogieron sus cosas.

El viaje en coche fue más lento de lo esperado, pero a Aurora le gustaban las canciones que sonaban en la radio, aunque no le gustó tanto la parte en la que Morticia y Gómez empezaron a ponerse demasiado empalagosos mientras cantaban, y eso parecía ser una tortura para Miércoles, así que fue menos molesto para Aurora, ya que estaba demasiado ocupada riéndose de la expresión de su prima como para prestar atención a la fiesta de amor del matrimonio Addams.

Miércoles empezó a quejarse cuando apareció un cartel avisando de que estaban a punto de llegar y Morticia se aventuró a decir que a su hija le iba a encantar la escuela.

—Bueno, a tu prima le encantaba Nunca Más, ¿verdad, Aurora? —preguntó Gómez, llamando la atención de la chica.

—Sí, tío —Aurora sonrió con dulzura—. Era perfecto.

Los Addams continuaron su discusión sobre la aprobación de Miércoles, mientras Aurora miraba por la ventanilla recordando sus buenos tiempos en Nunca Más y deseando estar allí, hasta que recordó la razón por la que se fue.

—¡Aurora! —Oyó la voz de Miércoles y sólo entonces se dio cuenta de que había hecho flotar a todos los que estaban en el coche mientras ella se perdía en sus pensamientos.

—¡Oh, perdón! —Aurora los bajó con cuidado y entonces oyó la risa de Pugslay, el que siempre se divertía con los dones de su prima.

Aurora deseaba que también hubiera sido así de divertido para Xavier.

Lo primero que vio Aurora fueron las gárgolas que adornaban los pequeños muros, y luego la oscura verja de hierro que fue atravesada por el coche de los Addams. La familia bajó del coche en secuencia y Aurora se sintió observada, pero pensó que sólo eran los nervios.

Nervios que nunca fueron manifestados por la joven de pelo corto violeta, que permaneció con una dulce sonrisa y una postura erguida junto a sus tíos y primos. Una sonrisa que se mantuvo cuando Larissa Weems, la directora de Nunca Más, se acercó para recibirlos.

La siguieron hasta su despacho, pues estaba lloviendo según habían anunciado la llegada de los Addams y quedarse allí no le pareció buena idea a la directora, aunque no suponía un problema para ellos.

—Miércoles, original y bonito nombre —La directora, sentada en una silla detrás de su escritorio, esbozó una sonrisa nada natural—. Supongo que naciste ese día de la semana.

—Nací un viernes 13 —la corrigió enseguida Miércoles.

—Su nombre proviene de una frase de mi nana favorita —Morticia parecía feliz de contar la historia del nombre de su hija—. "Los miércoles son tristes".

La directora miró entre Morticia y Miércoles y por último a Aurora, que parecía estar muy alejada de aquella conversación ya que miraba un punto fijo detrás de la profesora.

La conversación sobre cómo la directora Weems y Morticia tenían un pasado y después de que un comentario de Miércoles iniciara el tema sobre sus expulsiones, esta amenazó dejando claro que no habían construido un colegio lo suficientemente fuerte para ella pero eso no pareció asustar a nadie allí.

—Nunca Más no suele aceptar alumnos a mitad de curso —La directora Larissa Weems se giró hacia Aurora, que estaba ansiosa, no porque temiera no ser aceptada en el colegio, sino porque sabía que lo sería—, pero dadas las buenas notas de Miércoles y de la historia de la familia en el colegio, he hablado con el consejo y hemos hecho una excepción.

Los Addams más mayores sonrieron y se tomaron de las manos mientras Miércoles seguía con su expresión de enfado. Pugslay miraba a las chicas con cierta decepción, esperaba que consiguieran ser rechazadas y poder volver a casa con él.

La directora pidió que Miércoles fuera acompañada por sus padres a conocer a su compañera de habitación, quien los guió hasta allí fue la profesora Thornhill. Mientras tanto, Aurora continuaba con la directora Weems, sabía que escucharía consejos y que debería volver a los acontecimientos de hace seis meses, ocurriría en un momento u otro.

—Aurora —comenzó la señora Weems al ver que los ojos de la Addams se clavaban en su cara, señal de que, efectivamente, le estaba prestando atención—. Tenemos que hablar de...

—No es necesario. —Aurora se levantó—. Veré a la Dra. Kinbott diez veces por semana como hacía con mi antiguo médico y prometo portarme bien —Aurora se dio la vuelta para marcharse—. Supongo que puedo quedarme con mi antigua habitación.

—¿No preferirías quedarte con tu prima? —preguntó la directora con curiosidad.

—Si la señora desea que una de nosotras muera al amanecer, entonces, sí, puedo compartir habitación con ella —Aurora tenía una sonrisa serena en la cara al decir esto.

—Sí, puedes quedarte con tu antigua habitación. —La señora Weems dio por terminada la conversación, sin embargo, cuando Aurora tocó el pomo de la puerta, la directora se le acercó para susurrarle algo—. No dejes que vuelva a ocurrir. Dame tu palabra.

Aurora parpadeó un par de veces y frunció el ceño.

—Si eso significa algo para ti, entonces te doy mi palabra —respondió Aurora al cabo de unos segundos—. Pero no significa nada para mí, puedo estar diciendo estas palabras ahora y hacer exactamente lo contrario más tarde.

Más tarde, después de acompañar a Miércoles por el colegio y despedirse melancólicamente de su familia, Aurora se dirigió a su habitación, que estaba vacía cuando llegó; había dos camas, un lado completamente decorado y el otro sin nada. Dos horas después, el lado izquierdo de la habitación estaba oscuro en tonos entre púrpura y negro, mientras que el derecho seguía siendo naranja y amarillo.

Aurora Addams estaba pegando su último póster de Lady Killers en su parte de la pared cuando la puerta del dormitorio fue abierta.

—¡AURORA! —Oyó una voz emocionada y luego sintió que alguien se le echaba encima, tirándola encima de la cama. Lo primero en lo que se fijó fue en su larga melena pelirroja, que fue a parar sobre sus ojos—. ¡No puedo creer que hayas vuelto! ¡Te he echado mucho de menos!

—Judith, me estás aplastando —Aurora trató de salir de debajo de la chica pero parecía un chicle mascado muy pegajoso—. ¡JUDITH DEWITT!

—¡Muy bien, me quito! —La pelirroja se rió, apartándose y dejando que su amiga se pusiera en pie y adoptara su habitual postura de superioridad—. ¿Me echaste de menos?

—¿Cómo podría? —Aurora se cruzó de brazos—. Llamaste a mi casa todo el tiempo.

—Nadie te mandó a vivir en la época de las cavernas —Judith se levantó para intentar abrazar de nuevo a Aurora, pero ella se apartó—. Gasté mucho dinero en mi factura telefónica porque llamaba a un teléfono fijo.

Aurora sonrió a su amiga, pero disimuló cuando se dio cuenta de que estaba a punto de recibir otra sofocante muestra de afecto. Judith Dewitt le caía bien, la conoció nada más llegar a Nunca Más, fue ella —junto a Xavier— quien le hizo un tour por el colegio, fue su primera amiga y a Aurora le caía muy bien, pero no sabía cómo decirlo y quizá ni siquiera quería hacerlo.

Antes de que pudiera darse cuenta, Aurora estaba escuchando los cotilleos que le contaba Judith mientras se pintaba las uñas de morado, había tantos rumores sobre ella, Miércoles y la propia familia Addams, que la conversación le daba un poco de vértigo. Tras el suceso que la hizo abandonar el colegio, la reputación de la familia no pintaba demasiado bien y después de que Miércoles no negara haber acabado con la vida de dos chicos de su colegio las conversaciones fueron a peor.

—Así que... —Judith hizo una pausa en su chismorreo mientras Aurora analizaba sus propias uñas—. ¿Ya le has visto?

—No. La compañera de habitación de Miércoles enseñó el patio pero yo no estaba allí en esa parte, mi prima le dijo después lo mal que me sentía —respondió Aurora sin rodeos—. Quiso decir que podría haber atacado a alguien que fuera más desafiante y no sólo un saco de huesos.

—Vaya, es tal y como decían —Judith suspiró mientras su móvil vibraba sobre la cama, lo agarró rápidamente y lo giró hacia Aurora—. ¡Mira, Enid publicó sobre tu prima y tú en su blog!

Aurora se esforzó en leer esas cosas, encontró la escritura un poco sin sentido y finalmente se limitó a fruncir el ceño.

—Sabe que 'Addams' se escribe con doble D, ¿verdad? —observó Aurora.

—¿Eso es lo único en lo que te fijas? —Judith volvió a mirar su teléfono móvil y la publicación—. ¡Os ha llamado góticos desequilibrados!

—¿Sí?

Judith guardó silencio durante unos segundos y, en ese tiempo, Aurora se dio cuenta de que fuera ya había oscurecido. Por fin se había ido el sol.

—Sí, quizá no esté tan equivocada —concluyó Judith al cabo de unos segundos.

Fueron interrumpidas por la profesora Thornhill, que entró en la habitación con una cajita en las manos. Aurora sonrió, pensaba que la profesora era muy considerada y le gustaba su forma de pensar.

—Hola chicas, sólo paso para ver si Aurora ha vuelto bien, pero veo que estáis en armonía aquí —La profesora sonrió y luego se acercó sentándose al lado de Aurora en la cama, extendió la mano ofreciéndole la cajita—. Es para ti, te he echado de menos en mis clases.

Aurora tomó la caja con curiosidad y la abrió, era un brazalete de plata con pequeños detalles morados, era sumamente precioso e hizo brillar los ojos de la chica.

—¿Por qué? —preguntó, aún con el regalo en la mano—. No puedes darme algo así.

—¿Por qué no? —preguntó la profesora, pero no parecía esperar una respuesta—. Déjame ayudarte a ponértelo —Sacó el brazalete de la cajita y lo ajustó a la muñeca de Aurora, le quedó un poco apretado pero no hasta el punto de hacerle daño—. No te preocupes por el precio, lo encontré en una tienda de baratijas y me acordé de ti, no me costó casi nada.

La profesora insistió tanto que Aurora se perdió al negar el regalo y acabó quedándoselo.

—Estupendo. Antes de irme, quiero repasar algunas reglas de la casa, por si acaso se te han olvidado —Se sacudió la ropa con las manos, quitándose un poco de suciedad, y Aurora observó sus botas rojas.

—Qué singular ese par de botas —comentó Aurora interrumpiendo a la profesora.

—¡Gracias! —ella sonrió, pero no había sido un cumplido—. A lo que iba, las luces se apagan a las diez de la noche, nada de música alta, y nada de chicos, nunca jamás...

Aurora enmudeció y se convirtió en una estatua apática, Thornhill y Judith parecieron darse cuenta ya que la profesora se limitó a despedirse secamente y Judith recogió sus cosas de encima de la cama de su amiga.

La noche de Aurora acabaría ahí, recordaba muy bien las reglas porque una vez las rompió y por eso pasó todo. Se tumbó en el lado opuesto de la cama y se cubrió todo el cuerpo con una manta oscura que más bien parecía una bolsa de plástico, Judith juraba que parecía un cadáver encontrado en el bosque cuando hacía eso.

El amanecer del día siguiente fue agitado, Aurora se levantó antes que su compañera de cuarto y leyó un libro de sesenta páginas mientras Judith se preparaba. Al final las dos bajaron tarde a desayunar, y tuvieron que comer unas tostadas para luego correr a sus clases.

—Has tardado demasiado, ¡eso es culpa tuya! —se quejó Aurora.

—Bueno, podrías haber bajado sola a tomarte un café con Miércoles —Judith estaba de mal humor por el hambre que no mataron las tostadas.

—Sabes que no —Aurora también tenía el ceño fruncido—. ¿Qué clase tienes ahora?

—Latín —respondió Judith mientras caminaban por el pasillo, donde cada alumno buscaba su clase.

—¿Latín? —preguntó Aurora, porque no tenía esa clase en su horario.

—Sí, lenguaje vampírico —Judith mostró los colmillos juguetonamente simulando morder a Aurora que dejó de caminar—. Y a ti, ¿qué clase te toca ahora?

—Esgrima —respondió Aurora espiando el interior de la habitación.

—Buena suerte —le susurró Judith a su amiga cuando se dio cuenta de quién estaba también en clase.

Aurora entró en la clase, tarde, llamando la atención de varios alumnos, pero ella ni siquiera se fijó en ellos. Aurora Addams tenía los ojos atrapados en Xavier Thorpe, que detuvo su duelo para verla entrar, se notaba que había algo allí mientras se miraban pero no duró mucho ya que Miércoles y Bianca comenzaron un duelo militar que rápidamente robó la atención de la otra Addams en la sala y de todos los demás.

Miércoles Addams era una excelente esgrimista, lo aprendió de su propio padre que era un maestro en la cosa y Aurora confiaba en que ganaría. Durante el duelo, sus ojos bailaban entre la lucha de las dos chicas y Xavier, que se detuvo a su lado para mirar. La chica podía oír su respiración pero ninguno de los dos dijo una palabra, sólo se quedaron mirando el duelo.

—¡Miércoles, cuidado! —avisó Aurora cuando Miércoles no fue lo suficientemente rápida.

Miércoles era fantástica, pero parecía haber encontrado una oponente digna, ya que Bianca Barclay la embistió con un movimiento tan rápido e inesperado que arrancó un suspiro inesperado de toda la sala.

Aurora y Miércoles salieron de la habitación en el momento en que la sangre Addams corrió por la frente de la más joven, furiosas, las chicas se dirigieron a la enfermería donde Aurora exigió que ella misma se haría cargo de la herida de su prima. Y lo hizo muy bien, Miércoles se lo agradeció cuando terminó de curarla y utilizó una tirita oscura como el alma de la muchacha.

Aurora dejó sola a Miércoles unos segundos para guardar los remedios que había usado para el corte de la más joven y luego regresó y encontró a la chica Addams ya esperando en la puerta de la enfermería.

—¿Estás normal? —preguntó Aurora porque "bien" no era algo que Miércoles pudiera responder—. ¿Te sigue ardiendo?

Miércoles abrió un paraguas debido a la llovizna que había comenzado repentinamente, lo que al parecer era algo normal en los alrededores de Nunca Más y a Aurora le gustó eso, las dos compartieron el paraguas mientras caminaban.

—Lo único que arde es mi ira —respondió Miércoles con un paso firme.

Aurora iba a responder pero al levantar la vista solo vio algo oscuro y pesado que caía del cielo, sin tiempo para pensar su único instinto fue apartar a Miércoles, y entonces levantó los brazos en un intento de usar la levitación para controlar la estatua que caía en picado pero no pudo, su don pareció abandonarla.

—¡Aurora! —Oyó la voz de Miércoles y luego todo se oscureció.

Aurora abrió los ojos y se incorporó bruscamente pero fue sujetada por los hombros antes de que cayera al suelo, se sentó de nuevo en la camilla de la enfermería y luego se encaró con quien la sujetaba.

—Xavier —susurró casi incrédula mirando sus ojos a veces verdosos y a veces azules.

—Le he ordenado que se fuera por lo menos una docena de veces, pero es insufriblemente insistente —surgió la voz de Miércoles, interrumpiendo y recibiendo una mueca ceñuda por parte del chico.

—Bienvenida de nuevo —dijo Xavier ignorando las palabras de Miércoles—. La enfermera dice que no tienes una conmoción cerebral, pero seguro que sí un chichón bastante feo.

Aurora se llevó la mano a la parte de la cabeza que le palpitaba y entonces sintió que efectivamente ahí había un moratón. Se quedó pensando un poco intentando recordar qué había pasado exactamente.

—¿Quién empujó esa cosa? —preguntó ella volviéndose hacia Miércoles, intentando ignorar que Xavier seguía sentado a su lado.

—¿Qué te hace pensar que alguien la empujó? —preguntó Xavier.

—¿Por qué sigues aquí? —preguntaron las dos chicas al unísono.

Xavier miró a Aurora con una expresión casi de dolor, se levantó y entonces un atisbo de arrepentimiento pasó por la Addams más mayor, pero ella lo ahuyentó antes de que se apoderase de ella.

—Una persona normal diría gracias —dijo Thorpe sin dejar de mirar a Aurora con aquella extraña expresión.

—Podría haberme salvado yo sola —respondió Aurora casi de inmediato.

Xavier apartó finalmente la mirada y, con una sonrisa irónica, negó con la cabeza. Miércoles puso los ojos en blanco como si toda esta situación le aburriera y Aurora siguió haciéndose la apática frente al chico.

—Tú no cambias, ¿verdad? —dijo él, pero no sonó nada bien.

Aurora no contestó, se limitó a desviar la mirada y el chico pareció desistir de hablar con ella, por lo que abandonó la enfermería al igual que habían intentado hacer antes las dos chicas. Miércoles se acercó y miró a su prima con curiosidad, con eso Aurora casi pudo leer sus pensamientos y se dio cuenta de que ese asunto no sería dejado atrás.

¿Por qué no pudiste levitar esa cosa? —Sus grandes ojos oscuros estaban llenos de preguntas.

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