Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝓒𝓸𝓷𝓸𝓬𝓲𝓮𝓷𝓭𝓸 𝓪𝓵 𝓶𝓸𝓷𝓼𝓽𝓻𝓾𝓸: 𝓼𝓲𝓮𝓽𝓮

Mis lecciones en la academia se enfocaban en la crianza en un noventa por ciento, lo cual tenía completa lógica considerando que sería una cuidadora de almas. Aunque no podíamos concebir, ya que estábamos muertos y carecíamos de eso llamado "vida", cuando llegaban nuevas almas humanas, su forma inicial se reiniciaba a la de un bebé humano. Por lo tanto, el rol de cuidador de almas era esencial.

En mi hogar, me habían enseñado a no hacer preguntas en clase. Decían que eso podría terminar metiéndome en problemas. Aunque en mi infancia evitaba preguntar más por vergüenza y miedo a hablar en público, más adelante en mi adolescencia aprendí que debía hacerlo si quería mantenerme a salvo.

Al principio, la rigidez y el control de la academia me parecían normales, parte de la estructura de nuestro mundo. Sin embargo, a medida que crecí y adquirí más conciencia de mi entorno, empecé a notar las grietas en esa fachada de perfección. La diferencia entre mi hogar y la academia se hizo cada vez más evidente a medida que me acercaba a la mayoría de edad. En casa, me sentía viva, aunque no lo estuviera en el sentido humano. Pero en la academia, me sentía como una marioneta, movida por hilos invisibles que los ángeles controlaban sin piedad.

Cuando finalmente me gradué, me sentí atrapada entre dos mundos. Sabía que debía cumplir con mi deber como cuidadora, pero también sentía una urgencia creciente por desafiar las reglas impuestas e inventar todo desde cero en mi propio hogar, como habían hecho conmigo. Para bien o para mal, las circunstancias que ocurrieron al finalizar el día de mi graduación me llevaron a querer aferrarme con fuerza al sueño de ser realmente libre.

—Tiene que dirigirse a la sala de examinadores, estudiante Celestia—dijo uno de mis tutores después de entregarme mi certificado final. Era el último día en la academia. Al llegar a casa, Petunia, Bimba y Vef seguramente prepararían una pequeña celebración especial.

—¿Cómo? —La indicación de mi tutor me desconcertó. Con mi alto rendimiento y responsabilidad, conocía a la perfección los protocolos, y precisamente, el protocolo decía que el último día de clases en la academia finalizaba con la entrega de diplomas. Luego, las almas graduadas debían dirigirse cada una a su edificio comunitario correspondiente e inscribirse para iniciar con las labores que se les asignaran según sus estudios y preparación.

El tutor puso una expresión severa de reproche. No me intimidó, pero entendí que no estaba bien cuestionar.

—No se repiten las órdenes. Por favor, disculpe mi asombro—dije apresuradamente. Hice una reverencia lenta a modo de disculpa y me dirigí a donde me habían solicitado. Mi intuición en ese momento hizo que el corazón me bombardeara a mil. Me sentía ansiosa y un poco asustada. Cualquier decisión que ocurriera en la academia era voluntad de los ángeles, y para esa altura, yo desconfiaba del criterio que pudieran tener.

Como no era tonta, até cabos rápidamente. La sala de examinadores era el sitio donde nos llevaban en tercer año para tener la entrevista con los ángeles. Yo me había librado de esa instancia, pero ¿qué tal si ya no era así?

Por otro lado, mi lado más delirante quiso creer que se trataba de una extraña jugada de Jo para verme. Había tenido tantas, cientos de veces, en las que pensé que él intentaría ponerse en contacto conmigo. Solo terminaba en desilusión.

—¡Ah, qué felicidad verla! Me emociona profundamente, he estado esperando tanto por usted—. Quien me habló lo hizo con tanta familiaridad que me descolocó. Apenas entré en aquella habitación, me identificó sin vacilar. Yo, por otra parte, no reconocía de nada a aquel rostro, pero algo llamó completamente mi atención: sus alas.

Eran enormes e imponentes, extendiéndose majestuosamente e irradiando una luz etérea que transformaba la habitación en algo entre un sueño y una pesadilla. Nunca antes había estado frente a un ángel. Todo parecía irreal. Me quedé petrificada en el umbral de la puerta, incapaz de avanzar más.

Durante mucho tiempo, había imaginado cómo sería encontrarme con un ángel de verdad. Había ensayado mentalmente cómo comportarme para no parecer intimidada o hacer un ridículo total. Pero ahora, con el miedo palpable, me encontraba simplemente observando a esa criatura divina, paralizada.

El ángel me miraba. A diferencia de mí, su postura era relajada, sus ojos me parecieron de un color indescifrable a esa distancia. Tenía una mirada gentil y su cabello rizado añadía belleza a su aspecto. Nunca había visto una criatura tan hermosa. Sin embargo, sabía que los ángeles rara vez mostraban su verdadera forma.

—Oh, vaya... —exclamó el ángel, su voz era placentera de escuchar, como un susurro seductor—. Parece que no estás tan emocionada como yo de volver a encontrarnos.

—¿Volver a encontrarnos? —cerré los ojos con fuerza, la intensidad del ángel hacía difícil salir de mi trance—. Me disculpará, pero no recuerdo haberle conocido antes. ¿Quién es usted?

El ángel dio un paso hacia mí y me encontré retrocediendo, pero mi espalda chocó con la puerta que, aunque no había cerrado, estaba trabada. Afortunadamente, mantuvo su distancia, no obstante, seguía estando demasiado cerca para mi gusto. Era notablemente alto.

—He estado observándola, Celestia —dijo el ángel con una sonrisa—, esperando pacientemente a que cumpliera su "deseo" de graduarse como cuidadora de almas.

Noté un tono de burla en su última frase. La mención de mi nombre y sus palabras me estremecieron.

—La atención de un ángel es, sin duda, todo un honor —dije, recordando mis enseñanzas y modales para intentar manejar la situación—. Agradezco su reconocimiento. He recogido mi certificado, he venido aquí para escuchar sus palabras y ahora mi deber es retirarme.

El ángel cambió brevemente su expresión de aparente amabilidad a una más seria por un instante. Sin embargo, volvió a sonreír rápidamente.

—Había olvidado que usted es así—. Su mirada se clavó en la mía, como si buscara algo en lo más profundo de mi ser—. Como le mencioné, respeté su decisión de continuar estudiando en la academia, pero ya no será divertido si le permito continuar.

Era evidente que él manejaba información que yo desconocía. Además, estaba ignorando mis preguntas. Debía proceder con cautela. El ángel se estaba mostrando amable conmigo, de una forma extraña, pero lo hacía.

—Por favor, disculpe si mi comportamiento no es el adecuado, pero ¿podría ser tan amable de explicarme mi situación?

Mis palabras parecieron decepcionarlo ligeramente. No entendía cómo interpretar sus reacciones.

—Me gusta cómo intenta disimular el miedo, me gusta mucho—se acercó aún más hacia mí, se inclinó levemente y sus ojos se encontraron directamente con los míos. Pude observar con claridad e intensidad el color de sus ojos, pero no supe encontrar un nombre para llamar a aquel color.

A esa corta distancia, su aroma comenzó a invadirme, era exquisito, y tampoco tenía palabras para describirlo. Todo en su apariencia era hipnotizante y nuevo para mí.

—Se lo diré de manera sencilla, y solo porque me fascina usted muchísimo le concederé un regalo—dijo el ángel—, ahora es mía y me la llevaré inmediatamente—. Su sonrisa volvió a aparecer, pero ya no parecía amable, sino una especie de desequilibrio inquietante.—. Mi regalo para usted es que tendrá 60 segundos para correr. A donde quiera. Intente huir de mí, Celestia. Si logra escapar, si corre y llega a su hogar antes de que yo la atrape, podrá seguir con sus aburridos planes. Pero si no, bueno, ya le expliqué lo que sucederá.

Osaba decir que me estaba dando un regalo; su propuesta era ridícula. No podría llegar a ningún lugar antes que él en 60 segundos. Sin embargo, tal vez podría significar una ventaja. De cualquier forma, en ese momento no tuve tiempo para dudar. No podía seguir paralizada; tenía que activar la huida.

Sin saber desde qué momento él iniciaría el conteo, di marcha atrás tan rápido como pude. A mi espalda lo escuché soltar una carcajada y comenzar con la cuenta regresiva.

La academia era un edificio con muchas escaleras. Mi única ventaja era conocer muy bien el lugar y el camino para llegar a casa. Fui extremadamente torpe en mi carrera; resbalé en la primera escalera y recibí miradas confundidas de almas que no entendían por qué corría con tanta prisa. Por supuesto, y como de costumbre, nadie hizo preguntas al respecto.

Continuaba contando los segundos en mi mente. En 15 segundos había abandonado el enorme edificio. Mis pies golpeaban el suelo con fuerza, cada paso resonaba en mi mente como un eco desesperado por salvarme de lo que parecía inevitable.

Comencé a imaginar los rostros de mis almas queridas en casa. El temor de la posibilidad de tener que abandonarlos, de no poder siquiera despedirme de ellos y decirles lo mucho que les quería, me rompía el corazón. No imaginaba mi existencia sin ellos. Aceleré el paso. Mis segundos de ventaja se agotaban y todavía me quedaba camino por delante.

Escuché ruidos de asombro de las almas a lo largo de mi ruta. Ya imaginaba a qué se debía; ellos estaban viendo al ángel volar. El maldito ángel me estaba acechando, persiguiéndome en mi camino. Estaba acabada.

Como un milagro, divisé la puerta de casa a pocos metros de distancia. Recordé aquella vez que viví algo similar, huyendo de un ángel en el camino de regreso a casa. La adrenalina, el miedo y el alivio infinito que experimenté al lograrlo. ¿Podría correr con la misma suerte dos veces?

Mi respiración comenzaba a volverse pesada y mis músculos gritaban de esfuerzo. La ilusión de estar a escasos metros de tocar la puerta de mi hogar me mantenía firme.

Finalmente la toqué.

Toqué el pomo de la puerta y, al mismo tiempo, sentí algo pesado que chocaba contra mí. Al principio no quise mirar, quería creer con todas mis fuerzas que no se trataba de eso.

—Toc, toc, ¿te ayudo a llamar a la puerta? —el ángel soltó una pequeña risa. Nuestros cuerpos estaban pegados, de una forma que me resultaba incómoda. Una de sus manos sujetaba la mía, que se encontraba agarrando con fuerza el pomo de la puerta. La otra, tomaba mi cintura y, con ese agarre, aprovechó para hacerme girar y quedar observándonos de frente—. Fue divertido, pero no me gusta repetir el resultado de un juego dos veces.

Lo miré con asombro. Entendí de inmediato a qué se refería. Incluso era probable que lo hubiera hecho a propósito para que yo lo recordara.

—Oh, parece que ya se acuerda de mí—dijo el ángel mientras me tomaba en brazos. Como acto reflejo, me removí para intentar caer, pero tuve que detenerme al instante, ya que él se elevó a una altura suficiente como para hacerme perder el equilibrio.

—Por favor, déjeme despedirme de mi familia...—las palabras salieron solas de mi boca. Nunca me había referido a mis queridas almas de esa forma. No usábamos ese concepto en la academia. No era el tipo de lazo que ellos esperaban que llegásemos a formar.

—¿Familia? —repitió el ángel con curiosidad en su voz—, usted no deja de sorprenderme. Puede estar tranquila, yo seré su familia ahora.

Miré hacia abajo. Ya no podía distinguir nada, todo se veía pequeño. Nos movíamos a través del cielo. Era tarde. Ya no podía hacer nada. Sentí una decepción enorme recorrer mi cuerpo. Me derrumbé. Todo parecía perdido.

≋-≋-≋-≋-≋-≋-≋-≋-≋-≋-≋-≋-≋-≋-≋

𝙿𝚘𝚛 𝚏𝚊𝚟𝚘𝚛 𝚗𝚘 𝚘𝚕𝚟𝚒𝚍𝚎𝚜 𝚟𝚘𝚝𝚊𝚛 <𝟹 𝚌𝚘𝚖𝚎𝚗𝚝𝚊 𝚚𝚞𝚎 𝚝𝚎 𝚎𝚜𝚝á 𝚙𝚊𝚛𝚎𝚌𝚒𝚎𝚗𝚍𝚘 𝚕𝚊 𝚑𝚒𝚜𝚝𝚘𝚛𝚒𝚊 𝚑𝚊𝚜𝚝𝚊 𝚊𝚑𝚘𝚛𝚊 :) 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro