(22) La Prueba
Me encuentro sentada frente al escritorio del profesor Dumbledore, con Harry y Hermione a mi lado.
El director, con su mirada penetrante, parece medir cada palabra antes de hablar.
—Como sabéis, uno de los Horrocruxes, el anillo de Marvolo Gaunt, ya ha sido destruido. —empieza Dumbledore, su voz firme— Sin embargo, aún quedan más. Y me temo que no tenemos tiempo que perder.
Cruzo los brazos, tratando de mantener la compostura, aunque siento un nudo en el estómago.
—¿Tiene una idea de dónde está el siguiente? —pregunta Hermione, su tono urgente, como siempre cuando se trata de información crucial.
Dumbledore asiente lentamente, sus ojos brillando con determinación.
—Sí, señorita Granger. Creo que el siguiente Horrocrux se encuentra escondido en una cueva, un lugar que Lord Voldemort visitó en su juventud. Un sitio oscuro y peligroso. El lugar está diseñado para proteger alguna cosa que consideraba valiosa, y por lo que sé, todo apunta a que es el siguiente Horrocrux.
Mis manos se tensan sobre mi regazo.
Una cueva.
Algo en esa palabra me pone los pelos de punta, como si ya supiera que el lugar no será nada fácil de atravesar.
—¿Cómo llegaremos allí? —pregunta Harry, inclinándose hacia adelante.
Dumbledore saca un pequeño objeto de su escritorio, un medallón desgastado que parece insignificante a primera vista.
—Este medallón es un traslador que nos llevará directamente al lugar. Es más seguro que cualquier otro medio de transporte. Una vez allí, tendremos que trabajar juntos para superar las barreras que Voldemort ha establecido.
Asiento lentamente.
—Haremos lo que sea necesario, profesor.
Hermione me lanza una mirada, un destello de preocupación en sus ojos. Harry, en cambio, parece concentrado, su mandíbula apretada mientras procesa la información.
—¿Qué tipo de barreras podemos esperar? —pregunto, rompiendo el incómodo silencio.
Dumbledore entrelaza las manos sobre el escritorio y responde:
—Magia oscura. Maldiciones. Y posiblemente... enfrentamientos con criaturas que Voldemort pudo haber dejado para proteger lo que es suyo. —hace una pausa y nos mira a los tres— Necesitarán confiar el uno en el otro más que nunca. No será fácil, pero estoy seguro de que juntos pueden lograrlo.
Harry asiente con determinación, pero no puedo evitar notar la sombra de duda que cruza su mirada.
Hermione, siempre la lógica del grupo, pregunta:
—¿Cuándo partimos, profesor?
El director se levanta de su silla, tomando el medallón en la mano.
—Inmediatamente. Entre más rápido actuemos, menos tiempo tendrá Voldemort para detectar que estamos allí.
Siento que mi pulso se acelera.
"Esto es lo que debo hacer. No hay marcha atrás." Hermione me toca ligeramente el brazo, como para asegurarse de que estoy bien, y le doy una pequeña sonrisa en respuesta.
—Entonces vamos —dice Harry, su voz firme.
Dumbledore asiente, y su mirada se suaviza por un momento.
—Tomen sus varitas, y no olviden que la confianza y la unidad serán sus armas en esta misión.
Asiento mientras me acerco al medallón que Dumbledore ha colocado en el suelo.
Mis dedos se cierran con fuerza alrededor de mi varita, buscando un consuelo que no encuentro. Antes de que podamos avanzar, siento algo inesperado: Hermione, a mi lado, me toma la mano con suavidad.
Me giro para mirarla, sorprendida.
Su gesto es tímido, como si temiera que pudiera rechazarlo. Por un momento, considero soltarme, pero la dejo estar. Su mano es cálida, y aunque no lo admito, su contacto me transmite esa calma que necesito ahora mismo.
El traslador nos arrastra sin previo aviso, y la sensación es como si mi estómago fuera arrancado de su lugar. La presión a mi alrededor se convierte en un torbellino que apenas puedo soportar, hasta que, de repente, caemos.
El suelo bajo mis pies es frío y desigual, y apenas tengo tiempo para estabilizarme cuando, de repente, Hermione suelta mi mano. Su rostro se ve un poco tenso, nervioso, y evita mirarme directamente.
Levanto la vista para observar el lugar donde hemos aterrizado.
Estamos en la entrada de una cueva rocosa, y el sonido del mar llenando mis oídos es lo único que rompe el silencio. El agua golpea con fuerza las rocas cercanas, enviando pequeñas salpicaduras en nuestra dirección.
La entrada de la cueva es oscura, una abertura que parece tragar toda la luz del entorno.
Dumbledore se adelanta un paso y alza su varita, iluminando el camino con un suave resplandor.
—Iluminad la cueva con vuestras varitas. —nos indica con calma.
Saco mi varita y murmuro "Lumos", la punta brillando con una luz tenue. Hermione y Harry hacen lo mismo, y juntos seguimos a Dumbledore hacia la oscuridad.
Cada paso resuena en el suelo de piedra, y el eco se siente casi vivo, como si la cueva misma nos estuviera observando.
Dumbledore se detiene por un momento, volviendo la cabeza hacia nosotros.
—No os separéis. Aquí todo es más peligroso de lo que parece.
La advertencia me pone en alerta, y mis ojos recorren el lugar con cautela.
El aire aquí dentro es húmedo y pesado. La luz de nuestras varitas no alcanza a disipar completamente la oscuridad que nos rodea, y el frío parece intensificarse con cada paso que damos.
Hermione se acerca a mi lado, avanzando a mi ritmo. La siento mirarme de reojo varias veces, como si quisiera decir algo, pero se contuviera.
El silencio entre nosotras es espeso, casi insoportable, hasta que decido romperlo.
—Hermione. —digo con un suspiro— Si tienes algo que decir, solo dilo.
Ella se detiene por un momento, y su voz suena titubeante.
—Solo quiero asegurarme de qué... estés preparada. Esto no será fácil, Leah, y no quiero que te pase nada malo.
Sus palabras son como un cubo de agua fría. No sé si lo que me molesta es su preocupación o lo que implica su comentario... La irritación se apodera de mí.
—¿Preparada? —repito, mi tono más frío de lo que esperaba— Soy perfectamente capaz, Granger. Durante el tiempo que decidiste dejar de hablarme, aprendí sola. Me entrené sola. No necesito que pongas en duda lo que puedo o no puedo hacer.
Hermione parece herida por mis palabras, pero no responde. En su mirada, percibo la misma culpa que yo sentí cuando me dejó, lo que solo aumenta mi frustración.
No quiero hablar más de esto, así que respiro hondo y paso al frente.
—Voy a adelantarme un poco para vigilar el perímetro.
Sin esperar respuesta, avanzo por el estrecho camino de la cueva, mi varita iluminando la oscuridad frente a mí. "No necesito que duden de mí. Estoy aquí para cumplir con mi papel, para hacer lo que debe hacerse, y no fallaré."
El eco de mis pasos resuena en la cueva, mientras avanzo con mi varita alzada, iluminando las sombras que parecen alargarse y moverse como si tuvieran vida propia.
Estoy sumida en mis pensamientos cuando escucho una voz detrás de mí.
—Oye, Leah.
Suspiro profundamente y me giro, cruzándome de brazos. Estoy segura de que es Hermione, lista para continuar la discusión, pero me detengo al ver a Harry acercarse con una expresión seria.
Parpadeo, sorprendida, y trato de suavizar mi postura.
—Oh, Harry. Dime, ¿qué necesitas? —pregunto, tratando de ocultar mi nerviosismo.
Harry baja la mirada por un instante antes de levantarla de nuevo, sus ojos verdes cargados de una mezcla de arrepentimiento y determinación.
—Quiero... pedirte disculpas por cómo me comporté ayer... No debí hablarte de esa forma.
Mis hombros se relajan un poco, y una punzada de culpa me recorre. Bajo la mirada, dándome cuenta de que tampoco estuve en lo correcto.
—Tranquilo, Harry. No te preocupes por eso. —mi voz es suave, casi un susurro— Yo también me pasé de la raya... Estaba furiosa y necesitaba calmarme primero.
Harry asiente, su expresión aliviada. Luego, da un paso más cerca y posa una mano reconfortante sobre mi hombro.
—Leah, somos muy parecidos, ¿sabes? Ambos perdimos a nuestros padres en manos de Voldemort. No puedo evitar identificarme contigo. Es como si... pudiera entender lo que llevas dentro, esa mezcla de rabia, tristeza y necesidad de demostrar que no solo somos víctimas.
Sus palabras atraviesan mis defensas, y siento que la barrera que había construido entre nosotros empieza a resquebrajarse.
Respiro hondo antes de responder.
—Es difícil... —admito, con la voz temblorosa— A veces siento que todo lo que hago es tratar de sobrevivir, de cargar con todo lo que pasó. No obstante, hay días en los que no estoy segura de si estoy ganando o perdiendo esa lucha.
Harry asiente lentamente, su mano todavía en mi hombro.
—Sé cómo te sientes. Sin embargo, quiero que sepas que no estás sola, Leah. Estamos en esto juntos, y aunque a veces nos enfrentemos o cometamos errores, quiero que sepas que puedes contar conmigo.
Lo miro, dejando que sus palabras se asienten en mi mente. Ahora mismo, la carga que llevo parece un poco más ligera.
Finalmente, dejo escapar una risita.
—Eres el chico que sobrevivió, Harry. Y yo... —lo miro a los ojos, permitiendo que una pequeña sonrisa asome en mis labios— Soy la portadora de magia ancestral.
Harry sonríe también, y algo en su mirada me dice que entiende la importancia de lo que acabo de decir. Asentimos al unísono, como si hubiéramos sellado un pacto no dicho.
El eco de la voz de Dumbledore nos saca del momento. Su figura, alta y solemne, está al borde de un lago oscuro cuya superficie parece un cristal negro.
El lago se extiende frente a nosotros, y en el centro, apenas visible bajo la tenue luz de nuestras varitas, se alza un pedestal de piedra.
Cruzamos hacia el centro del lago.
Hermione avanza hasta el pedestal, apuntando su varita hacia la superficie, su rostro concentrado. Después de unos momentos de análisis, sus ojos se abren como platos, horrorizados.
—Director Dumbledore... —su voz tiembla— Este líquido... ¿Es lo que creo que es?
Dumbledore, con expresión grave, se aproxima y analiza la situación. Su rostro no muestra sorpresa.
—Así es, señorita Granger. Es un brebaje mágico extremadamente peligroso. —su voz suena más pesada de lo habitual— Protege un horrocrux de Voldemort, y me temo que, si deseamos obtenerlo, alguien deberá bebérselo todo.
Un silencio cargado de tensión se instala entre nosotros.
Miro a Harry y luego a Hermione, buscando alguna señal de cómo deberíamos proceder. La pausa se alarga, hasta que Dumbledore habla de nuevo.
—Podría beberme todo el líquido, pero estoy muy débil... El anillo que destruí drenó mis fuerzas. —hace una pausa, observándonos con detenimiento— Ahora mismo, si lo bebiera, me mataría. Por lo tanto, alguno de vosotros deberá compartir esta carga.
Antes de que pueda siquiera procesar sus palabras, Hermione da un paso al frente.
—Lo haré —dice, sin titubear.
El pánico me invade.
Sin pensarlo, doy un paso hacia ella, extendiendo la mano como si pudiera detenerla físicamente. Las palabras escapan de mis labios antes de que pueda controlarlas.
—Hermione, no lo hagas. —mi voz es más fuerte de lo que pretendía— No sabemos cómo podría afectarte.
Hermione no retrocede, al contrario, da un paso más hacia mí, reduciendo el espacio entre nosotras.
Me mira a los ojos con intensidad.
—Leah, por favor... confía en mí.
Su voz es baja, casi un susurro. Sin embargo, tiene un peso que me inmoviliza.
Mi respiración se queda atrapada en mi garganta. Quiero protestar, encontrar las palabras para detenerla, pero todo lo que consigo decir es:
—Yo... no puedo permitir que te arriesgues.
Entonces, antes de que pueda apartarme, Hermione levanta la mano y posa sus dedos con suavidad sobre mi mejilla.
El gesto me toma completamente desprevenida, y un extraño calor se extiende por mi rostro. Es como si ese toque fuera algo familiar, como si ya hubiéramos estado en esta posición antes...
—Lo sé, Leah. —Hermione susurra, su voz casi temblando— Y también sé que vas a cuidar de mí. No dejarás que nada me pase.
Estoy perpleja, incapaz de reaccionar de inmediato.
Su proximidad, el contacto de su mano, la confianza en su voz, todo parece demasiado. Mi pecho se aprieta, y el calor en mis mejillas solo aumenta.
Bajo la mirada y suspiro, rindiéndome.
—Está bien... —murmuro, mi voz casi inaudible— Solamente ten cuidado.
Hermione me sonríe y retira su mano con suavidad. Mi corazón late con fuerza mientras ella da un paso atrás.
—Está decidido, director —dice ella con resolución.
Dumbledore asiente.
Harry y yo nos colocamos a un lado, nuestras varitas listas, mientras Hermione y Dumbledore se posicionan frente al recipiente.
Mi pecho está tenso, como si una mano invisible apretara mi corazón. No puedo apartar los ojos de Hermione. A pesar de todo, incluso de nuestra separación, siempre me he preocupado por ella.
Dumbledore toma un sorbo primero. Su rostro se contrae de inmediato, pero no dice nada, solo aprieta los labios y continúa bebiendo.
Hermione lo observa un momento antes de inclinarse hacia el líquido. Al primer sorbo, se lleva una mano a la cabeza, su expresión de inmediato mostrando incomodidad.
—Ugh... —murmura, cerrando los ojos con fuerza— Es como si todo se cayera encima.
Instintivamente, doy un paso hacia ella, mi varita aún en alto.
—¿Estás bien? —pregunto con urgencia.
Hermione mantiene los ojos cerrados, su mano temblorosa aún en su cabeza, pero asiente.
—Sí, sí... solo un poco mareada. Debo seguir. —Y sin esperar mi respuesta, vuelve al recipiente, bebiendo otra vez.
A su lado, Dumbledore sigue bebiendo también, con evidente esfuerzo. Sus manos tiemblan ligeramente, y su respiración se vuelve más pesada. Su semblante no muestra debilidad. Sin embargo, es evidente que está llegando a su límite.
La tensión en el aire aumenta cuando, de repente, un sonido extraño resuena desde el fondo oscuro de la cueva. Primero, como un eco distante, luego creciendo hasta convertirse en gritos desgarradores, cargados de terror.
Mis ojos se dirigen al agua que rodea el pedestal.
Al iluminarla con mi varita, contengo un grito.
Figuras humanoides emergen lentamente del agua, pálidas y de movimientos torpes. Sus ojos vacíos y piel translúcida reflejan la luz de las varitas de forma inquietante.
No sé exactamente qué son, pero su sola presencia me eriza la piel.
—Inferi. —dice Harry aclarando mi duda antes de que pueda preguntar— Cadáveres reanimados por magia oscura. Están aquí para proteger el Horrocrux.
Un escalofrío me recorre al escuchar esas palabras.
La mirada horrorizada de Harry se cruza con la mía.
—Prepárate, Leah. —dice mientras apunta su varita hacia los primeros que emergen del agua— Son muy agresivos. No podemos dejar que lleguen a ellos.
Mis ojos se dirigen a Hermione y Dumbledore instintivamente.
Ambos están casi terminando el líquido. Hermione tiembla visiblemente.
—No podemos permitir que los alcancen. —digo, más para mí misma que para Harry, mientras me coloco junto a él.
—No llegarán. —responde Harry con una seguridad.
Seguidamente, lanza un potente hechizo hacia las criaturas.
—"¡Reducto!"
Un destello de luz se dispara hacia los inferi.
El hechizo impacta de lleno, envolviendo a las criaturas en un humo negro que se expande por toda la cueva. La explosión hace que el suelo bajo nuestros pies tiemble, y por un momento, parece que hemos ganado terreno.
Harry se gira hacia mí con una sonrisa triunfante.
—¡Eso es! —dice, y sin pensarlo, choco mi mano con la suya en señal de celebración.
No obstante, la alegría se disipa tan rápido como llegó.
A medida que el humo negro se desvanece, las figuras reaparecen, intactas. Sus ojos vacíos parecen brillar con una maldad fría mientras avanzan lentamente hacia nosotros.
—¿Q-qué? —balbucea Harry, su voz temblando de incredulidad— ¿No les ha hecho nada?
Antes de que pueda responderle, un sonido detrás de nosotros nos hace girar.
Hermione y Dumbledore han terminado el líquido del pedestal, pero las consecuencias son inmediatas. El director se desploma al suelo, respirando con dificultad, su rostro pálido y cubierto de sudor.
Hermione tambalea, con su varita apenas sosteniéndose en su mano.
—¡Hermione! —grito.
Antes de que pueda acercarme, ella también cae de rodillas.
—T-tenéis que quemarlos... antes... —susurra con voz débil, mirándonos con los ojos entrecerrados.
Su cuerpo finalmente cede, y se desploma junto a Dumbledore, inconsciente.
Un escalofrío me recorre al verlos en ese estado. Miro a Harry, quien me devuelve una mirada cargada de preocupación.
El sonido de los pasos arrastrados de las criaturas nos envuelve, y el aire parece volverse más pesado.
Los Inferi siguen avanzando.
╔══❀・°・❀══╗
¿Soy la única que le teme a los inferi?
Son criaturas espeluznantes...
Espero que os haya gustado, no olvidéis dejar un voto en cada capítulo o comentar, me ayuda mucho <3
Gracias por leer.
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