Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

(14) Luz en la Oscuridad

El ambiente en el baile de invierno es pura magia.

Las luces flotantes destellan como estrellas fugaces cayendo suavemente sobre nosotros, mientras la música envuelve cada rincón del Gran Comedor, mezclándose con el murmullo de conversaciones y risas.

Pansy sonríe mientras seguimos moviéndonos torpemente por la pista.

—De verdad, lo haces bien —dice con un tono sorprendentemente cálido.

Resoplo suavemente, sin terminar de creerle.

—Si esto es bailar bien, prefiero no imaginar lo que sería hacerlo mal.

Ella deja escapar una risa ligera.

—Te subestimas. Además, bailas mejor que yo.

Levanto una ceja, claramente dudando de sus palabras, pero su actitud despreocupada me arranca una sonrisa.

—No es verdad, pero gracias.

—¿Sabes? Nunca pensé que Draco tendría una amiga con la que no intentara competir por todo.

Su tono es divertido, pero sus palabras despiertan una sensación extraña en mi pecho.

Miro hacia otro lado, tratando de ignorarla.

—Draco tiene más profundidad de la que muchos creen.

Pansy asiente con una expresión que me dice que comprende perfectamente. Seguimos bailando, pero mi mente ya está en otro lugar.

Como por instinto, mis ojos recorren la sala hasta encontrarla.

Hermione.

Está sentada en una de las mesas redondas, junto a Ron. Él le dice algo, pero ella parece ausente, su mirada fija en la nada, como si su mente estuviera en otro lugar.

—¿Buscas a alguien? —pregunta Pansy, inclinando la cabeza con curiosidad.

Parpadeo, volviendo mi atención a ella.

—No, es solo... nada, olvídalo.

Pansy no parece convencida, pero no insiste. En su lugar, deja que la canción llegue a su fin antes de inclinarse ligeramente en un gesto elegante.

—Ha sido un placer bailar contigo, Leah. Espero que lo recuerdes como algo positivo.

Le devuelvo una sonrisa sincera.

—Gracias, Pansy. Yo también lo disfruté.

Doy un paso atrás, alejándome de la pista de baile, pero mi mirada vuelve a buscar a Hermione.

Solo que esta vez, ella ya no está ahí.

Ron sigue en su lugar, jugueteando distraídamente con una copa de vidrio. Su expresión es tensa, como si algo le preocupara.

Un nudo se forma en mi estómago.

Camino rápidamente hacia él, dejando cualquier duda de lado.

—Ron.

Levanta la vista al escuchar mi voz.

—¿Dónde está Hermione?

Ron duda antes de responder. Su mandíbula se aprieta ligeramente.

—Salió hace unos minutos. Dijo que necesitaba un poco de aire.

—¿Salió sola? —siento cómo mi pecho se encoge.

—Sí, pero no creo que esté muy lejos... —su tono intenta ser tranquilizador, pero su mirada lo traiciona.

No espero más.

—Gracias. Voy a buscarla.

❀・°・❀

El castillo se alza majestuoso bajo la luz plateada de la luna, sus torres y almenas proyectando sombras alargadas sobre el paisaje parcialmente nevado. 

La brisa nocturna es gélida, mordiendo mi piel a través de la tela del vestido, y cada aliento que exhalo se convierte en pequeñas nubes blancas que se desvanecen en el aire.

Pero el frío es lo de menos.

Mi mente está demasiado ocupada buscando respuestas.

"¿Por qué se fue así? ¿Qué pasó?"

La inquietud se clava en mi pecho con una intensidad que no esperaba. Hermione no es de las que huyen, y eso me preocupa aún más. ¿Habrá visto algo? ¿O fue... por mí?

Miro alrededor, escudriñando las sombras que se extienden entre los árboles y las esquinas del castillo. La oscuridad parece más densa aquí afuera, como si el mismo invierno la hubiera vuelto más espesa.

"Por favor, que esté bien."

Mis pasos dejan marcas en la nieve mientras avanzo por los terrenos, escuchando atentamente.

Nada.

Solo el susurro del viento rozando las hojas secas. 

Entonces, la veo.

Está sentada en un banco de madera junto al embarcadero, justo donde la luna proyecta su resplandor helado sobre el lago.

La imagen me roba el aliento.

Su vestido, tan hermoso como lo recordaba, brilla tenuemente bajo la luz lunar, como si estuviera tejido con hilos de estrellas. Pero su postura encorvada, sus manos entrelazadas sobre su regazo y su mirada perdida en el suelo, la hacen parecer frágil, como si todo el peso del mundo descansara sobre sus hombros.

Me acerco con pasos cuidadosos, mi corazón latiendo con tal fuerza que por un momento temo que ella pueda escucharlo.

Cuando estoy lo suficientemente cerca, susurro:

—¿Mione?

Hermione levanta la cabeza de golpe.

Sus ojos, grandes y profundos, ahora enrojecidos, se clavan en los míos con una mezcla de sorpresa y algo más... algo que no alcanzo a descifrar.

Como si no pudiera creer que estoy aquí.

—¿Q-qué estás haciendo aquí? —su voz intenta sonar firme, pero hay una vacilación en ella que no logra ocultar.

Sonrío levemente, cruzándome de brazos en un intento de controlar el nerviosismo que se agita en mi interior.

—Podría preguntarte lo mismo.

La mirada de Hermione se oscurece un poco y vuelve a bajarla hacia el suelo.

—Necesitaba un poco de tiempo sola para pensar... aclarar mi mente.

Desde que la conozco, siempre ha sido así. Reservada cuando algo la preocupa.

Suspiro suavemente, el aire frío envolviendo mis palabras.

—¿Puedo sentarme?

Ella parpadea, como si no esperara la pregunta, pero asiente tras un breve instante de duda.

—Sí... sí, claro.

Me acomodo a su lado.

La madera del banco está helada incluso a través de la tela de mi vestido, pero apenas lo noto. El silencio que se instala entre nosotras es denso, cargado de significados que ninguna se atreve a verbalizar.

De reojo, la observo.

Hermione ha abrazado sus rodillas contra su pecho, como si intentara hacerse más pequeña, como si el frío que la envuelve viniera más de dentro que de fuera. Su mirada sigue fija en el lago, evitando la mía, como si temiera que, al mirarme, pudiera ver lo que realmente siente.

La luna se refleja en el agua, y por un momento, parece que el mundo entero está suspendido en este instante.

Abro la boca para hablar, pero antes de que pueda decir algo, su voz, frágil y temblorosa, rompe el silencio:

—No esperaba que vinieras a buscarme...

Parpadeo, sorprendida por su confesión. Me giro ligeramente hacia ella, inclinándome un poco.

—¿Por qué lo dices?

Hermione finalmente me mira. Sus ojos, normalmente llenos de certeza y determinación, están ahora nublados por algo más profundo. Algo que va más allá de esta noche.

Duda.

Miedo.

No sé qué es exactamente, pero quiero saberlo.

—Yo... quería disculparme. A veces puedo ser tan tonta, tan testaruda. Actúo sin pensar en los sentimientos de los demás... —su voz se rompe al final, como si cada palabra le pesara.

Antes de que pueda evitarlo, niego con la cabeza, interrumpiéndola con suavidad.

—No digas eso, Granger. No tienes por qué disculparte. Ambas cometimos errores. Yo también lo hice... Apartarte de mi lado fue un error. No explicarte lo que sentía desde el principio también lo fue.

Mientras hablo, siento cómo mi corazón empieza a latir más rápido. Un tamborileo constante, insistente.

¿Es este el momento? ¿El momento para decirle lo que siento?

Dudo.

Pero más fuerte que la duda es la necesidad de ser sincera.

Bajo la mirada, mis manos entrelazadas en mi regazo como si así pudiera encontrar las palabras.

—Tal vez he tardado mucho en darme cuenta —admito, mi voz baja y suave—. Estas últimas semanas han sido... muy difíciles. No obstante, necesito sacar esto de dentro de mí...

Respiro hondo, preparándome para lo que viene.

Pero antes de que pueda continuar, siento el roce cálido de una mano sobre la mía.

Levanto la mirada, sorprendida, y encuentro los ojos de Hermione fijos en los míos. Hay algo indescriptible brillando en sus pupilas. Algo que me da fuerzas para seguir.

—Yo... necesito confesarte que...

Mi pecho se contrae.

Mi corazón late tan fuerte que temo que vaya a salirse de mi pecho.

—... Me gustas, Granger.

El viento nocturno juega con nuestros cabellos, como si intentara envolvernos en este instante suspendido en el tiempo.

Hermione abre los ojos, sorprendida. Su boca se entreabre, como si quisiera decir algo, pero ninguna palabra sale de sus labios.

Ese instante de incertidumbre me desarma.

Jugueteo con mis manos en un intento inútil de calmar la tensión.

—Tenía miedo de confesártelo porque... eres esa persona que llegó y lo cambió todo para mí. Temía que, si te decía lo que realmente siento, arruinaría la conexión que tenemos...

Continúo, sin atreverme a mirarla directamente.

—... Pero lo que más temía era perder la oportunidad de ser honesta contigo.

El silencio que sigue es insoportablemente denso.

Es un silencio lleno de emociones contenidas, de palabras que flotan en el aire sin atreverse a aterrizar.

—L-Leah, yo...

Hermione intenta decir algo, pero levanto una mano con suavidad para detenerla.

—No hace falta que digas nada.

Mi voz suena tranquila, pero un temblor apenas perceptible la traiciona.

—Solo... necesitaba quitarme este peso de encima. Acepto que no sientas lo mismo.

Me obligo a ponerme de pie, a prepararme para el rechazo. Para lo que venga después.

Sin embargo, ese momento nunca llega.

Antes de que pueda dar un paso, siento cómo su mano atrapa la mía con firmeza.

—¡Leah, espera! —exclama Hermione.

Me detengo de golpe. La miro, desconcertada, sin saber qué esperar.

Ella también se pone de pie, colocándose frente a mí con los ojos brillando de determinación.

—Tú también me gustas.

El mundo parece detenerse.

Su declaración resuena en mi mente una y otra vez, hasta que finalmente logro reaccionar.

—¿Q-qué? —susurro, atónita.

Hermione asiente, su mirada bajando un momento antes de volver a encontrarse con la mía. 

—Y también tengo miedo —su voz es apenas un susurro—. Miedo porque nunca me he sentido así por nadie.

La tristeza cruza su rostro fugazmente, pero entonces, con un respiro tembloroso, una sonrisa tímida se forma en sus labios.

—Sin embargo...

Sus dedos, aún entrelazados con los míos, comienzan a jugar suavemente con mi mano, como si encontrara consuelo en el contacto.

—... Sé que las cosas más valiosas en la vida están al otro lado del miedo. Y aunque esto me asusta, aunque no sé qué pasará después... quiero intentarlo.

El aire a nuestro alrededor parece cargado, como si la magia del castillo nos envolviera en un hechizo silencioso.

Nuestros ojos se buscan.

Nuestros rostros comienzan a acercarse.

Su aliento es cálido contra la fría noche, y el mío es inestable, acelerado por la emoción.

—Eres la persona que ha iluminado mi mundo —susurro con suavidad, mi voz impregnada de la verdad de mis sentimientos—. No voy a dejar que nada ni nadie me impida decirte que me gustas más de lo que jamás imaginé.

Entonces, ese pequeño espacio que quedaba entre nosotras desaparece, y nuestros labios se encuentran.

Es un beso suave al principio, delicado, como si aún no creyéramos que esto es real.

Sus manos suben hasta mis mejillas, sus dedos acariciando mi piel con una ternura infinita. Mis propias manos se deslizan hasta sus caderas, atrayéndola más hacia mí, asegurándome de que esto no es un sueño.

El frío de la noche es irrelevante.

El miedo, la incertidumbre, todo se desvanece.

Solo existimos nosotras.

Sonrío contra sus labios, mis ojos aún cerrados mientras susurro:

—No sabes cuánto he esperado este momento.

Hermione se separa apenas unos centímetros, su aliento mezclándose con el mío en el aire gélido.

Sus dedos trazan suavemente la línea de mi mejilla, una caricia que hace que mi corazón se acelere aún más.

—Y valió la pena esperar.

 Su voz es un susurro cargado de emoción, de certeza.

Pero entonces, como un golpe repentino, algo cambia.

La temperatura desciende bruscamente.

El aire se vuelve más denso, como si el mundo entero contuviera la respiración.

Un escalofrío me recorre la espalda cuando noto que mi aliento se transforma en una pequeña nube de vapor frente a mí.

Frunzo el ceño, una sensación de malestar instalándose en mi pecho.

—¿Tienes frío de repente? —pregunto en voz baja.

Hermione tiembla ligeramente y se abraza a sí misma. Sus ojos, llenos de preocupación, reflejan exactamente lo que siento.

—Esto no me gusta nada... —murmura—. Es un frío demasiado familiar.

Su tono me pone en alerta.

Un nudo se forma en mi estómago cuando noto que el aire se vuelve más pesado, más opresivo.

Y entonces, los veo.

Emergiendo de las sombras del bosque cercano, figuras altas y cubiertas con harapos flotan con un movimiento lento y antinatural.

Dementores.

Parecen absorber la poca luz que nos rodea, como si la misma noche se volviera más oscura con su presencia.

El sonido de su respiración, un jadeo terrorífico, llena el aire como una advertencia de muerte.

El frío se hace insoportable, penetrando en los huesos y dejando una sensación de vacío en el pecho, como si arrancaran la felicidad misma de mi alma.

Hermione se aferra a mi brazo, sus ojos buscando los míos con urgencia.

—Leah... —susurra, su voz quebrándose ligeramente— ¿Q-qué hacen aquí los dementores? No deberían estar aquí... no tiene sentido.

La confusión en su rostro me resulta palpable mientras trata de encontrar una explicación.

—Los dementores solo deberían aparecer si alguien los llama. Pertenecen a Azkaban, la prisión mágica. Son guardianes allí, controlados... en teoría.

Intento pensar con claridad, pero el frío y la creciente sensación de desesperanza dificultan mis pensamientos.

El instinto me grita que nos vayamos de aquí.

Tomo su mano con fuerza.

—Aprecio la lección de Historia, Granger, pero creo que deberíamos irnos ya.

Doy un paso para tirar de ella, pero siento un escalofrío aún más intenso detrás de mí. 

Sé que algo está demasiado cerca cuando un grito rompe el aire.

—¡Leah, cuidado!

Me giro rápidamente, y mi corazón se detiene al encontrarme cara a cara con una de esas cosas. 

Su forma encorvada y su capucha raída se mueven como si estuvieran hechas de sombra líquida. La criatura levanta una mano huesuda, extendiéndola hacia mí como si quisiera atraparme.

—¡Agáchate! —grita Hermione.

Sin pensarlo, me dejo caer al suelo.

"¡Expecto Patronum!"

La voz de Hermione resuena con fuerza, y una luz plateada brota de su varita. Un destello cegador ilumina la oscuridad, tomando la forma de una criatura brillante y majestuosa. 

El patronus de Hermione, una hermosa nutria, avanza con rapidez, ahuyentando al dementor que se retira con un chillido desgarrador.

—¡Vamos! Tenemos que llegar al castillo —Hermione me toma de la mano, tirando de mí con urgencia.

Mientras corremos, ella continúa explicándome con urgencia en su voz:

—El Patronus actúa como un escudo protector contra los dementores, pero solo los ahuyenta, no los destruye, por eso debemos irnos de aquí.

Intentamos huir, pero el frío se intensifica. 

Miro a nuestro alrededor y siento una oleada de desesperación. Cada vez aparecen más de esas criaturas. 

Donde sea que mire, hay sombras flotando, acercándose como una marea oscura.

Hermione se detiene de repente, jadeando, cuando dos de estas terroríficas criaturas nos cierran el paso. 

El pánico se refleja en su rostro, pero su determinación sigue intacta.

—Leah, corre. Yo los entretendré.

—¡No! —me rehúso de inmediato, plantándome junto a ella.

—¡Leah, no es momento para esto! 

Hermione me mira con desesperación, su varita alzada y añade:

—¡No dejaré que te hagan daño!

En lugar de apartarme, me planto frente a ella, mi brazo extendido como si pudiera protegerla con mi propio cuerpo.

—Y yo no voy a dejar que te hagan daño a ti.

—¿Q-qué estás haciendo, Leah? —Hermione parpadea, confundida.

—Si crees que voy a dejarte enfrentarlos sola, es que no me conoces tan bien como pensaba.

La determinación arde en mi pecho, un calor que contrasta con el frío que nos rodea.

Respiro profundamente, cerrando los ojos mientras intento concentrarme. 

Busco dentro de mí, en ese lugar donde la magia se siente más intensa, más viva. He practicado este hechizo antes, pero nunca en un momento tan crítico, nunca bajo estas circunstancias.

Siento la magia brotar desde lo más profundo de mi cuerpo, como un río que fluye con una fuerza imparable. 

Ese poder que corre por mis venas, se activa de forma instintiva, vibrando con una intensidad que casi me quema. 

La canalizo a través de mi varita, concentrándome en la imagen que necesito: protección, luz, esperanza.

Abro los ojos, y siento cómo el calor invade todo mi ser.

Hermione da un paso atrás. 

Parece sorprendida y lo noto por la forma en que sus labios se separan ligeramente cuando dice:

—Tus ojos... —susurra.

No me detengo. Apunto la varita hacia los dementores, sintiendo cómo el poder se acumula hasta alcanzar su punto máximo.

"¡Expecto Patronum!"—grito, mi voz resonando con una fuerza.

La varita vibra en mi mano cuando una luz roja brillante irrumpe en la oscuridad, intensa y poderosa.

De su núcleo surge mi Patronus.

Un dragón majestuoso emerge de la energía resplandeciente, rugiendo con un poder arrollador. Sus alas colosales se extienden con rapidez, pareciendo abarcar el cielo mismo.

Hermione se queda inmóvil, los ojos muy abiertos, completamente asombrada por la criatura que ahora nos protege.

El dragón se alza en vuelo, su resplandor incandescente desgarrando la penumbra, como si desafiara a la misma noche.

Un rugido ensordecedor sacude el aire cuando la criatura se lanza sobre los dementores, surcando la oscuridad con una velocidad imposible.

Y entonces, estalla.

Una explosión de luz cegadora irrumpe en la escena, expandiéndose como una onda expansiva que arrasa con todo a su paso.

Los dementores no tienen oportunidad de huir.

La energía los alcanza en un destello abrasador, envolviéndolos en su fulgor antes de que puedan retroceder. No gritan. No se resisten. Simplemente se desintegran.

Cenizas oscuras caen al suelo como polvo marchito.

El silencio que sigue es sobrecogedor y el agotamiento me golpea con fuerza.

Hermione sigue mirando la escena, boquiabierta, su voz apenas un susurro cuando finalmente logra hablar:

—P-pero... ¿cómo? Se han desintegrado... todos.

Se gira hacia mí, buscando respuestas, pero mi cuerpo ya no responde.

La varita se desliza de entre mis dedos.

Todo se siente borroso, lejano... como si me estuviera hundiendo en un océano de sombras.

Hermione grita mi nombre.

Se arrodilla a mi lado, sus manos sosteniéndome con urgencia.

Lo último que veo antes de que la oscuridad me reclame es su rostro, lleno de pánico y desesperación.

╔══❀・°・❀══╗

AHHHHHH JNSSNXJNSKJJSXNJNLAKAKX

Por fin se han besadooo JNCCALNLMCCAM

Qué pena que ahora todo se vuelva más oscuro...

Espero que os haya gustado, no olvidéis dejar un voto en cada capítulo o comentar, me ayuda mucho <3

Gracias por leer.

╚══❀・°・❀══╝

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro