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━━.𝟼𝟷

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Adiós al niño que buscaba la libertad...

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Narrador Omnisciente.

Los titanes se mostraron en todos los eldianos con sangre de demonio en su interior, era una mala suerte para los marleyanos sobrevivientes que no podían hacerlo. Porque siendo así... No tendrían que sufrir siendo devorados.

La albina giró el rostro tratando de reconfortar a Pieck quien era la que más lloraba por su padre y por la dulce y tierna Kikyo.

Mikasa, incluso el capitán Levi, los dos se veían realmente sorprendidos y horrorizados por ellos. Haru se mordía el labio por Connie y Jean que también se habían quedado.

La cantidad era inmensa, que hasta varios de ellos cayó de la cima por las vías del tren y al piso. Muchos de esa multitud encontró a Reiner reteniendo a esa cosa que los había transformado, se lo iban a devorar.

Todos ellos eran titanes.

Tú... Realmente amas este infierno, ¿verdad? ¡¿Eren?! Está bien... Entonces seguiremos hasta el final... – 🌊

—¡Falco, acércate un poco más! — ordenó Levi.

—¡Arghhhhhh! — gritó el titán Acorazado.

Falco comenzó a dar vueltas hacia abajo para dirigirse a él, Haru se lanzó desde lo alto del cielo para transformarse por una última vez. Agarró su látigo y lo enredó en esa cosa, era tan fuerte que sus pies se clavaron en el piso mucho más que antes, sus piernas eran fideos. Pieck se le acercó igualmente para sostenerlo con su mandíbula.

—¡ARGHH! — el titán Hembra de Annie gritó llorando y se acercó para ayudar, hace rato tuvo que ver a su padre convertirse en un titán, y eso le dolía demasiado.

Desde arriba, vio como Mikasa se abría el paso para entrar por los dientes de Eren con una Lanza Relámpago. Se preguntó si sería capaz de matar a Eren.

Pero en un instante, todo se tornó oscuro...

「•••」













































































































—¿Huh? ¿Qué hago aquí? — se despertó la oji rubí mirando al cielo. —Es hermoso... Y a la vez horrible.

—Te estaba esperando... — habló esa voz tan conocida a sus espaldas, lo cual hizo que se ponga alerta.

—Eren. — intentó sacar su cuchilla de la cintura, pero sólo logró tocar una tela suave. Era el vestido que ella usaba cuando era niña. —¿Qué me hiciste?

La pequeña corrió al río apresurada y se vio en el reflejo del agua.

—¡¿Soy una niña otra vez?! — gritó.

—Perdón, sé que en estos momentos ansías matarme por todo lo que hice con ustedes a los demás.

—No, ¿cómo crees? Tal vez con unos 5 metros bajo tierra esté bien. — dijo con sarcasmo. —¡Vamos, dame tu mejor golpe, te lo devolveré al triple por todas las estupideces que dijiste sobre Armin y Mikasa!

—Antes de que me des un golpe, me gustaría hablar contigo. Y no quiero que sea a la fuerza, tú decides si vas a escucharme o no.

—Depende de qué sea. — dijo.

—Sobre el futuro de la humanidad que vi usando el poder del titán de Ataque... Y la elección final de mi diosa...

Haru suspiró, revolvió su cabello y asintió pesadamente. Al menos podría escuchar sus razones por una vez, si es que eran verdad. Se sentó al lado de Eren cerca de la fuente donde peleaba con los niños que molestaban a Armin.

Eren comenzó desde el fondo, explicando sus razones. En algunas partes le partía el corazón oírlo, todas esas cosas horribles...

—¿Ahora lo entiendes? Todo esto... Fue únicamente por el futuro que quería darles.

—Sí. — dijo. —Pero, ¿por qué herir los sentimientos de Mikasa de esa forma? ¿Qué hay de Armin? Lo has dejado como puré de papas.

—Estaba desesperado por tener que separarlos de mí... Me dejé llevar por el momento y también te puse la mano encima... — la miró a los ojos. —Perdón por eso...

—¿No crees que deberías decirle eso a Mikasa? Esas palabras la dejaron mal, la hiciste llorar. Ella, una chica realmente fuerte e increíble, lloró por un idiota como tú que la lastimó.

—Sí... Lo sé.

—Eren... ¿Por qué? ¿No existe otra manera de salvar al mundo sin tener que cortarte la cabeza? — le preguntó. —¿Por qué?

—Si no me matan, ¿cómo podrían ser vistos como los héroes que salvaron a la humanidad? Además, lo que estoy haciendo mientras hablamos es imperdonable, hasta para un niño que aún no conoce lo que es el mundo cruel. El Retumbar matará al 80% de la humanidad.

—¡¿Qué?! — se asombró para luego bajar la vista. Eren se levantó de la fuente y caminó. —Oye, Eren, ¿a dónde vas?

Eren se detuvo y volteó con una sonrisa en su rostro.

—¿Quieres ver a los pingüinos? — sus ojos se iluminaron tanto que soltó un pequeño grito agudo.

—¡Espérame! — dijo.

—Hablemos mientras caminamos, hablaremos de la fundadora Ymir.

「•••」

—¡Es... Realmente frío! — dijo con ambas manos frotando sus brazos.

—Mira, están por allá. — señaló.

—¡Woahhh! — se acercó corriendo a ellos. —¡Hola pequeños animalitos de negro! ¡Soy Haru, sean mis hijos! — saludó como si estos le fueran a entender. De hecho, estas aves se asustaron un poco.

—Sé que estás emocionada, pero no te distraigas. No tenemos mucho tiempo... ¿En qué estábamos?

—Oh... En que la fundadora Ymir ha seguido las órdenes del Rey Fritz por 2000 años.

—Bien... Él quemó su ciudad natal, mató a sus padres... Y le cortó la lengua. Pero incluso cuando ella obtuvo el poder de los titanes... Siguió obedeciéndolo.

—¿Cómo? ¿Por qué?

—Cuando tuve contacto con ella en los caminos... Sentí algo, era algo muy imposible de creer. Ymir, la fundadora... Amaba a Karl Fritz. Eso la ató a él por más de 2000 años.

—El amor es tan difícil de entender... Llega de una forma inesperada...

—¿Lo dices por tu amor hacia Armin? — preguntó.

—¿Q-Quién sabe? — se sonrojó y miró a otro lado.

Ahora sus cuerpos tomaron forma de adolescentes, a la edad de 16 años de edad. Su cabello volvió a ser corto, el cabello de Eren creció. Y todo sin darse cuenta.

—Son... Las junglas que mencionó Armin en su libro. Todo coincide a la descripción y la imagen en blanco y negro, "una gran selva con plantas verdes y animales pequeños, lo suficientemente verde...

—... Y si no sabes ubicarte bien...

—... Te perderás..." — se dijeron al mismo tiempo para luego reír. Eren volvió a tomar su rostro serio de antes para seguir caminando, ella le seguía a la par.

—No podía entender el corazón de Ymir... Pero sabía que ella sufría, como si deseara ser libre. Durante 2000 años... Ella buscó a alguien que la libere de su agonía... Entonces alguien apareció, Mikasa...

—¿Qué? ¿Mikasa... Mikasa?

—Sí, Mikasa Mikasa. — repitió.

—¿Por qué ella?

—Bien... Sólo Ymir sabe eso... — miró al cielo. —En cuanto a mí... Aún no sé... Lo que hará Mikasa. La única cosa de la que estaba seguro... Era del resultado de la elección de Mikasa. Yo... Debía alcanzar ese resultado... Por eso seguí adelante.

—Eren...

—Asesiné a una infinidad de gente inocente... Hice que se maten unos contra otros... Yo acabé con la vida de Rosé... Una mujer realmente fuerte, aún recuerdo la emoción que tuvieron ambas cuándo fue asignada el escuadrón de Levi tras la victoria de la reconstrucción de las murallas en Shinganshina.

—Ese es... El futuro que viste. — soltó lágrimas. —Realmente... Fue muy doloroso para ti...

Eren sollozó y se agarró de la cabeza fuertemente y habló con la voz algo rota.

—Hermanita... Estoy hecho un lío... El poder del titán Fundador ha hecho que no haya pasado o futuro... Todo existe al mismo tiempo.

Haru se le acercó y limpió su cara de las lágrimas que bajaban.

—Dime, Eren... ¿Qué es ella para ti? ¿Un familiar? ¿Una chica fuerte? ¿Alguien hermosa? ¿Te gusta?

—¿Quién sabe...–? — la albina le dio un puñetazo al rostro, este cayó al piso con la sangre bajando de su nariz.

—¡Nada de "¿Quién sabe?"! — gritó. —¡¿Cómo es posible que tires a la basura el amor de Mikasa?! ¡Ella es una mujer muy importante para mí porque la adoro! ¡No merece nada de lo que le ocurre por tu culpa! ¡Ella te quería más que a su propia vida! ¡¿Cómo piensas que se tomará el hecho de que ya no estarás con ella hasta el final?! — gritó.

—...

—Pero... "¿Quién sabe?" — imitó su voz. —Jean estuvo muy atento con ella durante varios años, tal vez debería renovar mi contrato con él y ser la cupido de ambos... — sonrió con burla para luego sonrojarse. —Y yo me casaré con Armin...

—No lo permitiré.

—¿Q-Qué? Pero estabas de acuerdo con que me case–

—¡No es eso! — la miró desde el piso. —¡No quiero que ese maldito cara de caballo se lleve el amor que Mikasa me tiene sólo a mí!

—... Idiota, eso no lo decides tú.

—¡Aún así...! ¡Quiero que piense en mí, sólo en mí por el resto de su vida! — dijo. —¡¿Mikasa con ese cara de caballo...?! ¡Debes estar loca! ¡Quiero que ella llore por mí... Aún cuando sepa que ya me fui! ¡¿Unos 10 años son mucho pedir?!

—... Eres un maldito tóxico.

—No se lo digas a Mikasa, es algo que sólo tú y Armin sabrán. Quiero que ella sea feliz... En serio, pero... Agh, maldición...

Haru se agachó a su altura y le tendió la mano.

—No quiero morir. Quiero estar con Mikasa y todos los demás... — le confesó para tomar su mano.

—Eren... Debes detener esto, a estas alturas...–

—No. — negó. —Es muy tarde para eso, demasiado tarde... Nadie quería morir. ¿Crees que todos ellos me perdonarían tal fácilmente?

Haru sollozó mientras lo abrazaba, él intentaba calmarla con palmas en su cabeza. Sus ojos se encendieron de un tono brillante, ya era hora...

—Haru, voy a borrar tus recuerdos de este lugar y de todo lo que pasó. Cuando nos veamos otra vez, será cuando yo muera...

—¡No! — negó. —¡Me niego a perder a alguien más! ¿Te gusta verme así? ¡Todos los días intento olvidar lo que pasó con mis compañeros fallecidos! ¡Pero siempre están ahí, estoy sobre una maldita montaña de cadáveres! ¡Si tú te vas...!

—Lo siento mucho... Soy el principal responsable de todo tu sufrimiento... — sollozó. —Es mi culpa...

Haru se acercó a él y plantó un beso en su cabeza.

—Te quiero mucho, suicida... — dijo.

—Yo también, cara de ardilla...

—El mundo te verá como un asesino que acabó con la mayor parte de la humanidad total, pero para mí... ¡Siempre serás el héroe!

—Gracias... Por todo. 

「•••」

"—Oye, tus heridas ya deben estar curadas. — tocó el piso. —Ven.

—Lo siento, Annie. No debiste haber recibido esa noticia."





























































































































La albina despertó con el vapor lléndose del área de su cuerpo. Su cabeza hizo un golpeteo de pronto y recordó todo lo que habló con Eren.

Se levantó y buscó con la mirada a Armin, este estaba corriendo en busca de ella.

—¡Armin! — llamó. —¡Armin! ¡Armin! ¡Armin! — lo abrazó.

—¡Estás bien! — soltó aliviado. —Oye, ¿recuerdas lo que pasó...?

—Sí. — asintió.

—Haru... Armin... — escuchó la voz rota de Mikasa a lo lejos.

—... — la albina no podía creer lo que veía al voltear. —No...

Mikasa estaba acercándose a ellos con la cabeza de Eren entre sus brazos, cuidándolo como si fuera lo más delicado del mundo.

—¡Irghhh! ¡Ahhhh! — lloró. —¡Eren!

Los tres se aferraron a su cabeza con dolor en el corazón, el nudo en la garganta, la vista borrosa y aguada.

—Ustedes... ¿También lo recuerdan? Cuando nos visitó...

—Sí... — dijo la chica.

—El resultado de tu elección... — dijo Armin. —Haría que el poder de los titanes... Se desvanezca de la faz de la tierra.

—Ahora recuerdo... — dijo Jean desde otro lugar apartado. —Maldito considerado pedazo de mierda...

—Eren... Tú de verdad eres...

—Eren... Dijo que incluso mi mamá podría regresar... A ser humana...

Del otro lado, estaba Pieck tumbada en el piso y Annie a su lado.

—Dijo... Que nosotros... Viviéramos hartos años... ¿Qué hay de ti? Nunca te pedí esto... Suicida testarudo. — lloró la rubia.

—Eh... — soltó calmada. —Desearía poder haber hablado con él...

Annie vio a su padre a lo lejos y lo fue a abrazar. Del otro lado, Falco vio a Kikyo y a Gabi juntas. Ellas dos estaban juntas en un abrazo.

—¡Gabi! ¡Kikyo! — se les acercó corriendo.

—¿Falco? — la azabache volteó. —¡Gabi, es Falco!

—¡Falco! — gritó ella también.

El Grice se lanzó encima de ellas, pero Gabi fue más rápida y agarró a ambos del cuello para llevárselos con ella al piso.

—Falco... Me alegra que estés bien. — le dijo Kikyo.

—Kikyo, debemos habla–

—¡Kikyo! — llamó Pieck.

La azabache menor se soltó del dúo y se levantó del piso.

—¡Señorita Pieck! — lloró muy preocupada. —¡Está con vida!

Pieck la recibió con los brazos abiertos y dio vueltas con ella, su papá estaba detrás de ellas y se unió al abrazo.

—¡Realmente estamos aquí otra vez! — ahora era Pieck la que lloraba.

—Sí... Se acabó la pesadilla. Ahora sí podremos ser una familia feliz...

Haru levantó la mirada al vapor que poco a poco desaparecía... Varias personas llegaron ahí.

Rosé, "Haru", Kuro, la señorita Petra, Mina Carolina, Marco, sus padres... Todos ellos le sonreían.

La albina apretó sus labios con el dolor en su corazón y sonrió en sus adentros.

—Gracias... — susurró.

—Yo... Debería irme. — la azabache se levantó.

—¿Qué? ¿... A dónde? — preguntó la albina aún con la voz rota.

—Si me quedo aquí... Dudo que... Le den a Eren un entierro apropiado.

—Sí, tienes razón... — dijo Armin con sus lágrimas bajando de sus hermosas mejillas. —Déjalo descansar en un lugar tranquilo...

—Mi-Mikasa, iré contigo. — la albina se le acercó.

—Gracias, pero no hace falta. Aún así... Quiero que vengan más tarde. Los tres debemos estar ahí para él...

—Entiendo... Ve con cuidado.

—Eren... A él siempre le gustó dormir en ese lugar. — se detuvo a mirar al cielo.

—Sí... Creo que es un buen lugar. — sonrió. Mikasa los miró a ambos con una pequeña sonrisa y se fue entre el vapor que aún no desaparecía en su totalidad.

Haru se tapó la boca y volvió a llorar soltando su dolor, el rubio la abrazó fuertemente igual de dolido. La muerte de Eren podría ser una gran victoria para ellos, pero no para sus seres queridos.

—Todas las cosas que le dije... En ese momento... — dijo sin poder hablar. Se limpió las lágrimas ella sola antes de que Armin lo hiciera, por lo que se enderezó y lo miró. —Ahora... Nos falta una cosa por hacer.

Armin la agarró del rostro y besó la punta de su nariz, agarró su mano fuertemente y la hizo caminar.

—Vamos. — asintió.

Los eldianos y marleyanos se habían dividido en dos mirándose unos a otros. Los Marleyanos miraban con total desprecio a los eldianos. El señor Leonhart fue el primero en avanzar para explicar las razones por las que no debían atacar.

—... Por favor, secretario Muller. Eren Jaeger está muerto. El poder de los titanes ha desaparecido. — dijo. —Nosotros... No somos nada más que personas ahora.

—¿Puedes probármelo? ¿... Justo aquí y ahora? — preguntó.

Cuando Haru vio la situación, recordó aquella vez que los juzgaron a los cuatro de ser traidores de la humanidad. Era la misma situación.

—¡Sí lo que quieres es una prueba de sangre...!

—Aquí... Ahora. — el secretario levantó la mano para dar su orden de dispararlos. —Por favor... Pruébamelo. ¿Son personas... O titanes?

Armin se abrió paso entre los demás soltando su equipo de maniobras como aquella vez.

—Si aún tuviéramos el poder de los titanes... ¿No los usaríamos para ponerles resistencia? Pero el hecho de que continuemos indefensos, incluso cuando ustedes nos apuntan con sus armas... Es la más grande prueba posible de la humanidad.

El secretario bajó la mano indicando que dejen de apuntarlos.

—¿... Quién eres tú?

—Yo soy Armin Arlert. Soy un eldiano de la Isla Paradis. El hombre que asesinó a Eren Jaeger, el titán de Ataque. — dijo firmemente.

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