━━.𝟻𝟾
▅▅▅▅▅▅▅▅▅▅▅▅▅▅▅▅
Hasta pronto, Hange...
▅▅▅▅▅▅▅▅▅▅▅▅▅▅▅▅
Narrador Omnisciente.
Los chicos empezaron a tirar de las cuerdas gruesas para sacar la nave aérea, debían apurarse. El Retumbar estaba cerca de ellos, no faltaba mucho para que esos gigantes vengan a pisotearlos a todos con sus pies enormes.
—¡Deprisa! ¡Mierda, las bombas están en el medio!
—¡Deberíamos quitarlos!
—Esperen... — detuvo Armin. —Nosotros podríamos... Darle un uso. Llevémoslas con nosotros en el avión.
—¿Uh...? ¿Acaso las usarás en Eren? — preguntó Reiner.
—Yo... No estoy seguro. — dijo desviando la mirada de sus ojos.
Desde el fondo de la habitación en el barco, Falco soltó un grito por la noticia reciente de su ciudad y de todos sus seres queridos.
—¡Ahhhh! ¡No puedo creerlo! — la azabache se aferró a él en un tierno abrazo de consuelo, Falco no dudó en corresponderle. —¡¿Están todos muertos?! ¡¿Ya?! El General Magath, Liberio... ¡¿Incluso toda mi familia?!
—El Retumbar se tragó casi todo el continente. — respondió Pieck.
—Entonces... ¿Qué se supone que haremos? ¡¿Qué se supone que haremos desde ahora?! ¡¿Somos los únicos que quedan?!
—Perdón... No tengo idea. — Pieck sostuvo su cabeza con angustia.
Falco volvió a sollozar, siendo consolado por sus amigas, la azabache y Gabi.
「•••」
—Annie, deberías revisar tu equipo. Todavía no estás acostumbrada a usar el equipo anti-persona, ¿no? Ve a probar el equipo con Reiner para que sepas dominarlo. — sugirió la albina con la caja de bombas que Armin le ordenó llevar a la nave.
—¿Por qué? — preguntó sin ganas.
—Deberíamos intentar hacer todo lo que podamos. Entonces...
—... Creo haberles dicho que me iba a mantener al margen en esto.
—Al menos... ¿Subirás al bote aéreo?
—Lo siento, Haru... Pero no iré. — le negó. —No sé qué pensar sobre todo este asunto de salvar a toda la humanidad. — dijo. —En primer lugar, nosotros, eldianos de Marley hemos sido oprimidos por esa "humanidad". Desde que nací... Incluso si el Retumbar se detiene, sería luego de que Marley cayera. Y para ese punto, no habrá punto en proteger a los eldianos del resto de la humanidad.
La albina entrecerró los ojos con un suspiro escapando de sus labios, claro que entendía cómo se sentía Annie.
—Yo... Lo siento, por todos aquellos que arriesgaron todo para salvar sus tierras, más allá de casi no haber esperanza. Pero... No puedo pelear. En mis últimos momentos, al menos. Quiero vivirlos... En paz. — dijo.
—Annie, ¿desde cuándo...?
—¿Qué? — la miró curiosa de lo que estaba por decir.
—Mmm... No, nada. Olvídalo. — dijo desviando la vista. —Ahora entiendo bien.
—¿Qué cosa, Haru?
—Annie, no tienes que hacer cosas dolorosas. Pero yo, Armin y el resto de nosotros subiremos a ese bote flotante. Iremos por Eren... — volteó. —Annie, sé que no quieres luchar, no te obligaré a nada que no quieras... Sinceramente, yo tampoco quiero tener que pelear con él... Si voy a morir, quiero que sea sin remordimientos. De forma pacífica, sin angustias... Pero no puedo escapar de esta realidad... Y no puedo morir ahora. Por esa razón, seguiré adelante hasta mis últimos alientos. Mi vida no fue un total infierno como aparenta ser.
—Pero yo ya no tengo a nadie más.
—Tienes a Reiner, Pieck... A mí.
Annie no la miró por la vergüenza que sentía, la albina sonrió nerviosa y se retiró con la caja en sus manos al hidroavión.
「•••」
—¡Hange! ¡Despegamos en una hora! — avisó Onyankopon desde la distancia.
—¡Entendido! — respondió. —Ya lo han oído. Todos verifiquen sus equipos una vez más.
—¡Sí, Comandante!
El capitán Levi agarró sus cuchillas con los pocos dedos que tenía en su mano debido a la explosión que le causó el mono andante. Haru vio con algo de lástima a su capitán, se estaba forzando para agarrar su arma en manos.
Ese desgraciado le hizo sufrir mucho a Levi. Ahora tendrá que pagar.
—... Dos dedos son más que suficiente para mí. No hay problema. — dijo confiado.
Haru vio en donde estaban los eldianos de Marley, Annie hablaba con Reiner y Pieck, al parecer se despedía de ellos. Ella ya sabía que iba a huir junto a los niños a un lugar seguro. Annie volteó al sentir la mirada de su amiga albina. Se estaba por ir, pero se detuvo a despedirse de ella con una sonrisa.
—Adiós, Annie... — dijo al borde de las lágrimas que contuvo.
Annie puso una expresión triste, ella siempre le sonreía. Eso nunca había cambiado en ella.
—Ya no te sientas mal, Haru. — dijo el rubio sosteniendo su mano.
—¿De qué hablas, Armin? ¿Quién aquí está triste, eh? — preguntó con la voz casi rota. —Annie ya peleó mucho... Se merece un descanso, es eso...
—La verdad... Estaba confiado en que Annie nos ayudaría... — dijo Connie.
—Sí, yo también. Pero como Haru dijo, Annie ya peleó demasiado. Sería injusto para ella pedirle que nos ayude a derrotar a Eren.
De las pocas veces que hubo alguna oportunidad, Pieck por fin entabló una conversación con Hange para decirle que los apoyaría en el rescate de la humanidad.
—¿Estás segura de que estás de acuerdo con ponerte de nuestro lado? Incluso si detenemos el Retumbar... Tienes que considerar la situación de los eldianos luego...
—Es un dolor en el trasero... Pero, pensando en lo que dijiste, Hange... El General Magath nos hubiera dicho como última orden... Unirnos, e intentar todo lo que nos fuera posible por ayudar. Por eso voy a ayudarlos.
Hange sintió un brillo en sus ojos.
—Pieck... Me gustaría montar en el lomo del titán Cuadrúpedo la próxima vez y sentir tu temperatura. — soltó inesperadamente.
—No. — negó inmediatamente. —¿De dónde ha salido todo eso de repente? Qué asco...
—¿Qué...? — se quejó dolida del rechazo. —Pero a esa niña Akaime sí la dejas dormir sobre tu lomo con total libertad.
—Pero tú no eres ella como para tener ese derecho. — se retiró.
—Hmm... — se deprimió con un puchero.
—Tu amor no correspondido nunca cambia, ¿eh, cuatro ojos?
—... Siento que me llevaré bien con ella. — dijo. —Oye, Levi... ¿Acaso piensas que todos ellos nos están observando? ¿Crees que... podremos mirar con la frente en alto a todos nuestros camaradas caídos?
—... Detente con esa mierda, suenas igual que él... — dijo algo molesto.
「•••」
La albina volteó asustada tras oír disparos cerca del "bote aéreo". Levantó la mirada encontrándose con Floch. Al parecer, el muy desgraciado había sobrevivido a la explosión del puerto.
—¡Mikasa! — la azabache adherió su gancho a la garganta del pelirrojo, acabando con su vida de una buena vez.
Hange, Jean y Haru se acercaron al cuerpo para revisarlo.
—Es Floch. — dijo la albina. —De seguro se ancló al bote y nos siguió hasta aquí. Este desgraciado... Tenía que ser el último en morir...
Floch la miró con algo de molestia.
—¡Hange! ¡Hay agujeros en el tanque de combustible! — informó Onyankopon.
—Mierda. Fueron los disparos de Floch. — maldijo Jean.
—Me temo que no podremos despegar así, a menos que estén tapados. — dijo.
—Pues... Habrá que soldarlos lo más antes posible. — dijo Hange.
—¡De acuerdo, Hange! ¡Preparen todo para soldar el tanque! ¡Los que se puedan mover, vigilen el motor!
—Comandante, tendremos que usar esta placa de hojalata.
—¿Cuánto tomará eso? — preguntó la albina.
—Como una hora...–
Todos permanecieron en silencio, sintieron los pasos muy cerca. Fue así como el piso retumbó cerca de la Legión, los titanes ya estaban aquí...
—Tch.
—No puede ser...
Reiner se acercó a la puerta para comprobarlo, se quedó helado al ver todos esos pilares caminando sobre la tierra en cantidades.
—Está aquí... ¡¡El Retumbar está aquí!! — informó.
—No vayan... — dijo Floch. —Por favor, no vayan...
—¡Vamos, debemos revisar el motor! ¡Más rápido!
—¡Prepárense a bombear el combustible en cualquier momento!
—La Isla... Todos... Morirán... Nuestro... Demonio... Nuestra única... Esperanza... — Haru apretó los dientes cansada de oírlo.
—Ya está muerto.
—Es verdad... Es como dijiste, Floch. Pero, no podemos rendirnos ahora. Incluso si fallamos hoy... Nosotros vamos a vencer otro día.
Gabi, Falco y Kikyo, sus gritos se escuchaban desde la puerta que Annie impedía abrir. Estaban por alejarse junto a la señora Kiyomi, sabiendo que estos tres se meterían en problemas, fue que Annie los dejó encerrados para evitar que salgan. Su único deber en estos momentos era asegurar de que estos tres sobrevivan.
—¡¿Por qué?! ¡Los titanes están aquí! ¡Abran!
—¡Abran! ¡Por favor! ¡Abran!
—¡Señorita Pieck! ¡Qué alguien nos abra la puerta!
—¡Por favor! ¡Abran!
—¡¡Cállense!! — respondió Annie del otro lado.
La Legión vio asombrados como los titanes de poco a poco se acercaban a ellos, no les quedaba mucho tiempo y la aeronave aún tenía agujeros.
—Armin... ¿Y ahora qué?
—Ahora... — sujetó la mano de Haru. —No hay otra forma... Deberé quedarme y conseguir algo de tiempo.
—¡No harás eso! — dijo Reiner tomándolo del brazo. —¡Eres la última esperanza de detener a Eren! ¡Yo me encargo de esto!
—¡No! ¡Ninguno de ustedes debe estar usando sus poderes de titán! — interrumpió la Comandante.
—¡Pero Hange-san!
—Yo soy quien trajo a todos aquí... He matado a mis compañeros para llegar lejos... Yo tomaré la responsabilidad de todo esto.
—Comandante...
—Armin Arlert. Te nombro el 15avo Comandante de la Legión de Exploración. — dijo. — La Legión necesita de las habilidades que tú posees. El nunca rendirse y comprender absolutamente todo. No hay nadie que sea más apropiado que tú. Te dejaré el resto.
La castaña se giró para irse, pero la albina la sujetó de brazo para detenerla. Al voltear, ella le negó conteniendo el llanto. Hange sólo le sonrió con ternura.
—Aprecio mucho que te preocupes por todos nosotros, Haru. Ese lindo corazón tuyo es muy valioso. Pero por ahora no podemos hacer nada más. Sigue cuidando de los demás, ¿sí? Te los encargo.
La albina la soltó apretando sus labios y asintió.
—Bueno, así son las cosas. Entonces, adiós a todos... — ella rió y sus mejillas se pusieron rojas. —Ah, y ahora Levi es tu subordinado. Así que puedes darle todas las órdenes que quieras.
—¿Qué?
—Oye. Maldita cuatro ojos. — llamó Levi. La castaña se le acercó.
—¿Sabes, Levi? Yo siento que... Me ha llegado la hora... ¡Quiero actuar lo más genial que pueda! Así que, deja que me vaya así.
Levi apretó el puño y lo llevó al corazón de la castaña con fuerza. Hange se asombró de su acto.
—Entrega tu corazón...
—¡Haha! ¡Nunca creí escucharte decir esas palabras, Levi! — dijo para irse directo al combate.
—¡¡Hange!!
La Ex Comandante de la Legión de Exploración se acercó de edificio en edificio para irse junto a los titanes colosales, no pudo evitar soltar una sonrisa al verlos tan de cerca.
—Los titanes... Siempre han sido tan geniales. — frunció el ceño y lanzó una Lanza Relámpago al primer titán que tenía cerca.
Logró hacer caer a uno, pero aún habían varios por vencer.
—¡Lo logró! ¡Bombeen el combustible! — gritó el hombre.
—¡Ya están frente a nosotros! ¡Este es todo el combustible que hay! ¡Enciendan el motor! ¡Desplacen el avión hacia adelante!
El cuerpo de la Comandante comenzó a arder en llamas.
—¡C-Caliente! — se quejó. —¡¿Aún no se van?! — preguntó para ella misma desde el aire, preparó sus cuchillas para matar al que se aproximaba más. —¡¡Ahhhh!!
Tras matar a ese titán, el cuerpo de Hange se incendió por completo. El lugar fue destruido por los titanes, pero todos lograron salir con éxito. Todos menos ella...
Hange comenzó a caer en llamas y fue aplastada por uno de ellos.
—¡¡¡Hange-san!!!
Connie, Jean, Mikasa y Armin tenían una profunda tristeza por haber visto a Hange morir, ella se fue riendo. Haru y todos los demás que la conocían bien la extrañarían, su forma tan peculiar de adorar a los titanes con locura. Levi se quedó con la vista al piso sin mostrar una pizca de sentimientos...
Pero aún así, estaba muy roto en el interior. Nunca se lo demostró a los demás, después de todo, siempre perdía a quienes quería.
—¡Es-Estamos por despegar! ¡Todos, sujétense! — dijo Onyankopon igual de dolido que los otros, sus lágrimas también salieron.
—Hasta pronto... Hange. Venos desde ahí.
「•••」
La castaña abrió los ojos con total sorpresa, se sentía tan viva. Pero de inmediato recordó lo que pasó.
—¿Qué ocurrió con el bote volador? — fue lo primero que preguntó.
—Ellos partieron... — esa voz se le hizo conocida a Hange, por la cual volteó.
—¿Huh? ¿Erwin?
—Hange. Lo lograste. — sonrió.
Todos estaban ahí. Erwin, Moblit, Mike, Nanaba, Rosé quién veía a los demás de espaldas. El escuadrón de Levi... Todos sus conocidos estaban ahí, dándole la bienvenida a Hange con una sonrisa.
—Erwin... Todos... — sonrió.
—¿Así es como es, no? — preguntó el rubio cejudo.
—Lo juro... Ha sido difícil desde que tú me hiciste Comandante, Erwin... ¡Y-Y ese estúpido mocoso de Eren! — renegó al recordarlo.
—Debió ser duro, ¿no?
—Todos escucharemos tu historia.
Todo esto... Es para nuestros compañeros...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro