...Y mejor no hubiera llegado.

Si alguien me hubiera vaticinado lo que este día iba a deparar, no lo hubiera pensado dos veces y simplemente de mi casa no me hubiera apartado.

Pero para los adivinos, tengo sentido arácnido, un sexto sentido desarrollado, una intuición aguda; pero vamos, lo inesperado siempre es un riesgo, al menos cuando este no trae consigo nada agradable.

Y así fue como pasó el viernes, el cual además de estar sobrecargado con trabajo, lleno de varias complicaciones en las comunicaciones, proveedores odiosos y una reunión de directorio improvisada donde trataron más aspectos de interés personal que empresarial y por ende me hicieron perder parte de la tarde y noche.  Eso que no he contado el momento cuando  alguien tuvo la desfachatez de echarme culpa por la responsabilidad ajena y hastiada le canté unas cuantas verdades en Do mayor.

A pesar de llegar a casa tarde y sentirme sobre pasada con la indignación y rabia que tenía, tras salirme de mi oficina, me senté a preparar el programa del viernes y emitir el mismo al aire.

Allí estaba yo, dispuesta a darle con látigo al sistema que no me aceptaba un archivo de audio, aparentemente por incompatibilidad de formato hasta que tras varios intentos los conseguí, a eso sí, no sin antes haberme quedado dormida por espacio de quince minutos mientras mis queridos Emylers disfrutaban de la música.

¡Que le vamos a hacer!

Son cosas que pasan, que no esperamos y muchas veces nos superan. 

Por acá les dejo a un graciocito que se ganó un pellizquito en el pechito por tontito.  Por  eso y por el día que pasó y que esperemos no se repita, mejor con David Gandy nos vamos a vengar.  

https://youtu.be/abj-anCpOzI

Sin mucha demora, dándole prisa al tiempo, pasemos la hoja y corramos como el viento.